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INTERNACIONAL

Venezuela: la Fiscalía anunció el arresto del poderoso ex ministro de Petróleo chavista Tareck El Aissami

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La Fiscalía de Venezuela anunció el arresto del poderoso exministro de Petróleo venezolano acusado de corrupción, Tareck El Aissami. Será imputado por cinco delitos, entre ellos traición a la patria y legitimación de capitales, informó este martes el fiscal general, Tarek William Saab, minutos después de anunciar la detención de quien también fue vicepresidente ejecutivo, además de la captura de otros dos sujetos.

Su tardía detención coincide con la condena de 21 años de prisión que la justicia de Estados Unidos aplicó contra el militar Cliver Alcalá Cordones, cercano y preferido de difunto Hugo Chávez por narcotráfico y dar armas a la guerrilla terrorista las FARC.

En las redes sociales se comentó que su detención responde a la intención de Nicolás Maduro de lavar su cara y subir puntos ante la caída de popularidad en las encuestas en la campaña electoral. También para evitar que El Aissami sea extraditado a los EEUU. En todo caso es sospechoso su arresto.

El fiscal también vinculó al ex zar petrolero con una red de prostitución de jóvenes para el lavado de dinero conocidas como las muñecas del oro negro. «La prepagao preferida de Tarek El Aissami huyó a Estados Unidos es Ely Jaims. Su nombre real es Elizabeth Yepez”.

«Este grupo tenía una obsesión con las mafias que salen en TV. Mantenían una red de prostitución jóvenes, copiado de Rafael Ramírez (Ex presidente de PDVSA)», acotó el fiscal.

«Hemos logrado que se develara la participación directa y la consecuente detención» de Tareck El Aissami, «detenido para ser presentado e imputado por el Ministerio Público en las próximas horas», informó Tarek William Saab, Fiscal General, en una declaración a la prensa.

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Además de El Aissami, también fue detenido el exministro de Economía y Finanzas y expresidente del Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden) Simón Alejandro Zerpa, luego de «recientes delaciones de, al menos, cinco testigos» entrevistados por funcionarios del Ministerio Público (MP, Fiscalía).

Se trata, según el fiscal, de «una pluralidad de delitos» por la que estos sujetos recibirán «una sanción ejemplar».

«Estos canallas que, en mala hora, usaron sus cargos que el Estado les dio para, obviamente, hacer avances importantes en la economía, se aliaron a empresarios de maletín para buscar, en esta conspiración económica, destruir la economía», aseguró Saab, quien calificó a El Aissami como el «jefe del pranato (organización delictiva)» de esta trama relacionada con la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa).

Según las investigaciones, una red de funcionarios usaban «sus cargos para realizar operaciones petroleras ilegales» mediante «la asignación de cargas» de crudo, «sin ningún tipo de control administrativo ni garantías, incumpliendo con las normativas de contratación» de Pdvsa.

El fiscal señaló que, una vez «comercializado este crudo asignado ilegalmente, se incumplió con los pagos correspondientes» a la estatal petrolera.

Tareck El Aissami renunció el 20 de marzo de 2023 tras el anuncio de investigaciones judiciales por una trama vinculada con la venta de crudo a través de criptoactivos. Desde entonces, no volvió a aparecer en público ni en redes sociales.

El fiscal mostró una foto del momento de su arresto: el exzar petrolero aparece esposado en camiseta y mono deportivo, escoltado por dos funcionarios con el rostro cubierto.

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Tareck El Aissami no es un político mediático como Diosdado Cabello o el propio Nicolás Maduro pero era el “duro” del equipo y su principal palanca con los grupos extranjeros que sostienen al régimen chavista en el poder, en Venezuela. Y comparte con ellos la galería de los más buscados por la justicia de los EE.UU. que ofrece 10 millones de recompensa por su captura.

El “árabe” como lo apodan sus compañeros izquierdistas es un superministro que ha ocupado los más importantes cargos de gobierno en los 22 años que lleva el chavismo en el poder. Fue ministro de Petróleo, presidente de PDVSA, también vicepresidente en el área económica, y titular de Industria y Comercio.

Nicolás Maduro y Tareck El Aissami, en 2017. Foto AFPNicolás Maduro y Tareck El Aissami, en 2017. Foto AFP

El Aissami es un abogado criminólogo graduado con honores en la Universidad de Los Andes (ULA) de 49 años. Nació en el Vigía, estado Mérida, donde creció en el seno de una familia humilde de inmigrantes procedentes de Siria y Líbano que hoy día vive en una lujosa mansión.

Es el segundo de cinco hermanos. Su padre Carlos Zaidan El Aissami, migrante sirio fue jefe de la sección venezolana del partido político Baaz Árabe Socialista de Irak, el mismo de Saddam Hussein. Su tío Shibli El Aissami fue funcionario del régimen de Hussein.

Su vertiginosa carrera la inició de la mano de su mentor Adán Chávez, hermano del ex presidente Hugo Chávez. Desde su juventud militó en la izquierda del MVR (partido chavista) que se fusionó con el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv).

Sus contactos con la familia de Chávez le permitieron escalar y hacer carrera en la nomenclatura oficialista que comenzó con la asignación de Misión Identidad y continuó después con la jefatura de Seguridad Ciudadana, Ministro del Interior y Justicia, diputado de la Asamblea Nacional, vicepresidente de la República y gobernador de Aragua, un estado central de Venezuela.

Su paso por los cargos coincide con la subida de los índices de violencia y represión. Por ejemplo, los casos sobrepasaron los 20.000 homicidios al año cuando fue Ministro de Interior y Justicia (2008-2012). Y cuando fue gobernador de Aragua creció la temida banda criminal de “el Tren de Aragua” y se registró la más alta cifra de muertes violentas de 142 asesinatos por cada 100.000 habitantes en el 2016 en la región.

Es parco y habla poco. No es elocuente ni hace alardes de su poderío, más bien actúa con bajo perfil para no estar en la mira de la prensa. Sus discursos televisados son breves y redactados con antelación. Lo suyo es organizar y ejecutar tras bastidores para no dejar rastros de su intervención.

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INTERNACIONAL

Los 6 principios de la estupidez

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Esta fue la semana en la que los chinos lograron avances increíbles en inteligencia artificial y los estadounidenses lograron avances increíbles en estupidez humana.

Lo siento, pero miro el comportamiento de la administración Trump durante la última semana y la única palabra que lo describe con precisión es:

No digo que los miembros de la administración Trump no sean inteligentes.

Todos conocemos personas con un coeficiente intelectual alto que se comportan de una manera tan tonta como una piedra.

No creo que existan personas estúpidas, sólo comportamientos estúpidos.

Como dijo una vez el historiador italiano Carlo Cipolla:

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“La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona”.

Y ciertamente no estoy diciendo que los partidarios del presidente Donald Trump sean menos inteligentes que otros.

He aprendido a lo largo de los años que muchos demócratas de alto nivel odian la diversidad intelectual.

Cuando tienen poder sobre un sistema —ya sea el mundo académico, los grandes medios de comunicación, las organizaciones sin fines de lucro o la administración pública— tienden a imponer una ortodoxia sofocante que hace que todos dentro de él sean más aburridos, más conformistas e insulares.

Si los republicanos quieren cambiar eso, yo digo: adelante.

(Brea Souders/The New York Times)

Defino la estupidez como comportarse de una manera que ignora la pregunta:

¿Qué pasaría después?

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Si alguien se acerca a ti y te dice:

“Creo que voy a dar un paseo en medio de una tormenta eléctrica con una antena de cobre en la cabeza”, la estupidez responde:

“¡Parece una idea genial!”.

La estupidez es la tendencia a realizar acciones que te dañan a ti y a las personas que te rodean.

Decisiones

La administración ha producido montones de estupideces esta semana.

Renovó las amenazas de imponer aranceles ruinosos a Canadá y México que aumentarían la inflación en Estados Unidos.

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Intentó una purga amplia y general de la fuerza laboral federal, aparentemente sin preguntar cómo afectaría esa purga las operaciones del gobierno.

Pero me gustaría centrarme en otro episodio:

el intento de congelar el gasto federal en programas de asistencia, y la posterior decisión de Trump de revertir el rumbo y deshacer el congelamiento.

Al anunciar el congelamiento, la administración declaró su objetivo claro:

retirar fondos a programas como la diversidad, la equidad y la inclusión que Trump desaprueba.

Una administración prudente habría seleccionado los programas a los que se oponía y se habría concentrado en recortarlos, a través de un proceso bien establecido conocido como autoridad de rescisión.

Pero la administración Trump decidió imponer unn congelamiento vago y poco elaborado de lo que, según afirmó, ascendía a más de 3 billones de dólares en gastos federales.

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De repente, los pacientes en ensayos de cáncer en los Institutos Nacionales de Salud no sabían si podían continuar con sus tratamientos, los administradores de Head Start no sabían si podrían obtener fondos federales, las ciudades y los estados de todo Estados Unidos no sabían si tendrían dinero para fuerzas policiales, escuelas, programas de nutrición, reparación de carreteras y otros servicios básicos.

Esta política de Trump fue como intentar curar el acné con una decapitación.

Parece que nadie se ha planteado la pregunta:

si congelamos todo el gasto en subvenciones, ¿qué ocurrirá después?

Una vez que las ramificaciones de esa estupidez se hicieron evidentes, Trump cambió de postura.

Y esta es mi gran predicción para esta administración:

producirá un flujo constante de políticas estúpidas, y cuando las consecuencias de esas políticas comiencen a afectar el índice de aprobación de Trump, cambiará de postura, disminuirá o abandonará esas políticas.

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Él ama la popularidad más que cualquier idea.

Pero sigue siendo cierto que vamos a tener que aprender mucho sobre la estupidez en los próximos cuatro años.

He resumido lo que he aprendido hasta ahora en seis principios fundamentales:

Principio 1:

La ideología produce desacuerdo, pero la estupidez produce confusión.

Esta semana, personas en instituciones de todo Estados Unidos pasaron un par de días tratando de averiguar qué diablos estaba pasando.

Esto es lo que sucede cuando un gobierno congela aproximadamente 3 billones de dólares en gastos con un memorando de dos páginas que parece escrito por un pasante.

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Cuando la estupidez está al mando, sostiene el profesor de literatura Patrick Moreau, las palabras se desvinculan “de su relación con la realidad”.

Principio 2:

La estupidez a menudo es inherente a las organizaciones, no a los individuos.

Cuando se crea una organización en la que un hombre tiene todo el poder y todos los demás tienen que adular sus preconcepciones, el resultado seguramente será estupidez.

Como lo expresó el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer:

“Se trata prácticamente de una ley sociológico-psicológica.

“El poder de uno necesita la estupidez del otro”.

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Principio 3:

Las personas que se comportan estúpidamente son más peligrosas que las personas que se comportan maliciosamente.

Las personas malvadas al menos tienen un cierto sentido preciso de sus propios intereses, lo que podría frenarlas.

¡La estupidez se atreve mucho! ¡La estupidez ya tiene todas las respuestas!

Principio 4:

Las personas que se comportan estúpidamente no son conscientes de la estupidez de sus acciones.

Quizás haya oído hablar del efecto Dunning-Kruger, que dice que las personas incompetentes no tienen las habilidades para reconocer su propia incompetencia.

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Introduzcamos el corolario Hegseth-Gabbard:

la administración Trump está intentando eliminar a funcionarios públicos que pueden o no ser progresistas, pero que tienen un enorme conocimiento en su campo de especialización, y contratar a leales de MAGA que a menudo carecen de conocimientos o experiencia en el área.

Los resultados pueden no ser los que la gente de MAGA esperaba.

Principio 5:

Es casi imposible oponerse a la estupidez.

Bonhoeffer señala: “Estamos indefensos frente a la estupidez”.

Porque las acciones estúpidas no tienen sentido, invariablemente llegan como una sorpresa.

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Los argumentos razonables caen en oídos sordos.

Se deja de lado la evidencia contraria.

Los hechos se consideran irrelevantes.

“En todo esto, la persona estúpida, en contraste con la maliciosa, es completamente satisfecha de sí misma y, al irritarse fácilmente, se vuelve peligrosa al pasar al ataque”.

Principio 6:

Lo opuesto a la estupidez no es la inteligencia, sino la racionalidad.

El psicólogo Keith Stanovich define la racionalidad como la capacidad de tomar decisiones que ayuden a las personas a alcanzar sus objetivos.

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Las personas dominadas por la mentalidad populista tienden a despreciar la experiencia, la prudencia y la pericia, componentes útiles de la racionalidad.

Resulta que esto puede hacer que algunos populistas estén dispuestos a creer cualquier cosa:

teorías conspirativas, cuentos populares y leyendas de Internet; que las vacunas son perjudiciales para los niños.

No viven dentro de un cuerpo estructurado de pensamiento, sino dentro de un caos de prejuicios y fiestas rave.

Con el paso del tiempo, he desarrollado cada vez más simpatía por los objetivos que los populistas intentan alcanzar.

La clase dirigente de Estados Unidos ha pasado las últimas generaciones excluyendo, ignorando, rechazando e insultando a una gran franja de este país.

Es terrible ser agredido de esta manera.

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Es peor cuando finalmente tomas el poder y empiezas a atacarte a ti mismo y a todos los que te rodean.

c.2025 The New York Times Company

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