CHARLESTON, W.Va. (AP) — The National Weather Service on Monday confirmed a fifth tornado touched down during severe storms that barreled across West Virginia last week. That’s more than double the state’s average for an entire year.
STORMS, FLOODING IN WEST VIRGINIA KILL 1, DAMAGE 200-YEAR-OLD GRAVEYARD
West Virginia saw an average of two tornadoes per year from 1993 to 2022. The most tornadoes recorded in the state by the weather service in one year was 15, back in 1998.
A fifth tornado touched down during storms that barreled across West Virginia last week, the National Weather Service confirmed on Monday.
The weather service said the weak tornado hit along the Wayne-Cabell county line, south of the Ohio River community of Huntington. It had maximum winds of 100 mph (161 kph) and a path length of about a half mile (730 meters). It caused extensive tree damage and destroyed or damaged several structures.
No deaths were reported from any of the five tornadoes on April 2. Three twisters were confirmed in Kanawha County and one was in Fayette County.
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Gov. Jim Justice has declared a state of emergency from the storms in 15 of West Virginia’s 55 counties, allowing state resources to be used and emergency response efforts to be expedited. The storms produced moderate flooding along some Ohio River communities.
El presidente Donald Trump decidió imponer aranceles a productos de Canadá, México y China y –aunque se haya demorado este lunes su aplicación en el caso mexicano– la política que inauguró la Casa Blanca impone un estilo de negociación basado en las amenazas. Pero la estrategia también lleva el riesgo de fracturar el sistema de comercio mundial y un orden económico global que alguna vez giró en torno a una economía estadounidense que valoraba la inversión abierta y los mercados libres y ahora busca ser mucho más proteccionista.
Trump, que asumió apenas hace dos semanas, se mueve a una velocidad inusitada para imponer sus condiciones –algunos califican su estilo como de “matón”— para obtener lo que quiere. Ya había descripto sus métodos en su libro “El arte del acuerdo”: golpear duro primero y luego negociar desde una posición de fuerza. Si antes lo hacía desde el timón de sus empresas, mucho más ahora que dirige la primera potencia del mundo.
Pero el tembladeral de Wall Street de este lunes le marcó ciertos límites a su estrategia.
Los riesgos de la estrategia
La velocidad y el alcance de los aranceles a las importaciones que Trump dio a conocer en sus decretos del sábado provocaron críticas generalizadas de muchos legisladores, economistas y grupos empresariales. Advirtieron que los aranceles, que supuestamente se impusieron por las preocupaciones de Trump sobre el contrabando de fentanilo y la inmigración ilegal, podrían atizar la inflación, paralizar las industrias estadounidenses y convertir a China en un centro comercial global aún más poderoso.
Eswar Prasad, profesor de Política Comercial de la Universidad Cornell, vaticina a Clarín que “estos aranceles anuncian una nueva era de proteccionismo estadounidense que probablemente afectará a una amplia franja de socios comerciales de Estados Unidos, ya sean rivales o aliados, y perturbará significativamente el comercio internacional”.
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“Incluso si los socios comerciales de Estados Unidos logran apaciguar a Trump y lograr que desista de los aranceles, claramente hemos entrado en una era en la que el proteccionismo comercial explícito o encubierto se está convirtiendo en la norma”, predice.
Trump defendió el domingo los aranceles, aunque reconoció que podría haber algunas consecuencias negativas. «¿HABRÁ ALGO DE DOLOR? SÍ, TAL VEZ (¡Y TAL VEZ NO!)», escribió en su red social.
Trump aplicó tarifas de 25% a Canadá y México (luego puso una pausa a los mexicanos para negociar) y un 10% a todos los productos chinos. Canadá y México prometieron tomar represalias con sus propios aranceles, y China que buscaría «contramedidas» no especificadas para salvaguardar sus intereses.
Los principales asesores económicos del presidente, incluido el secretario del Tesoro, Scott Bessent, habían defendido el uso de tarifas, pero sugirieron que Trump lo utilizaría como una herramienta para las negociaciones o que deberían introducirse gradualmente para dar tiempo a las empresas a adaptarse. «La pistola de los aranceles siempre estará cargada y sobre la mesa, pero rara vez se descargará«, escribió Bessent en una carta a los socios de su fondo Key Square Group el año pasado.
Pero Trump no dudó en usar las tarifas como un arma contra los socios comerciales más grandes de Estados Unidos, imponiendo gravámenes radicales que afectarán a todo tipo de productos, desde paltas a repuestos de autos.
Los economistas advirtieron que las consecuencias de una escalada de la guerra comercial podrían llegar en forma de un crecimiento económico más lento y precios más altos. Luego de la presión de Wall Street y el caso mexicano, habrá que ver ahora si Trump pone un freno a su estrategia de tarifas o las modera. O no, con él nunca se sabe.
James Butkiewicz, profesor de Economía de la Universidad de Delaware, dijo a Clarín que “los productores, incluidos los trabajadores, de las industrias protegidas se beneficiarán. En cambios, los exportadores y los consumidores se verán perjudicados. Se perderán puestos de trabajo. Los aranceles son un impuesto regresivo. Los consumidores, especialmente aquellos con ingresos más bajos, serán los que más sufrirán”.
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El experto agregó que las tarifas “aumentan los precios de los bienes importados. Los precios de los bienes nacionales que compiten también aumentan. Los precios de artículos como automóviles, papel y productos alimenticios aumentarán. Estos aumentos de precios son inflacionarios”.
Prasad, de Cornell, explica que las tarifas “no solo aumentarán los precios de los bienes importados, sino que también tendrán efectos disruptivos en las empresas estadounidenses que venden en mercados extranjeros o que dependen de las cadenas de suministro globales, además de generar incertidumbre económica que podría frenar la inversión”.
“A diferencia de su primer mandato, cuando los aranceles tenían como objetivo controlar los déficits comerciales de Estados Unidos con otros países, Trump ahora los está utilizando como un instrumento para influir en diversas políticas de los socios comerciales de Estados Unidos, tanto rivales como aliados”, agrega.
“Los aranceles suelen tener efectos disruptivos en las empresas estadounidenses que venden en mercados extranjeros o que dependen de las cadenas de suministro globales, lo que generalmente crea un poderoso lobby para limitar el uso de aranceles. Además, hay formas más efectivas de lograr ciertos objetivos, como limitar las transferencias de tecnología o la competencia desleal, como demostró la administración Biden en su enfoque hacia China”.
Michael Stanaitis, profesor del Departamento de Investigación Global de American University, augura que “los efectos más inmediatos de estas medidas serán el aumento de los precios al consumidor en Estados Unidos y la imposición de aranceles de represalia”.
También “un aumento de la fortaleza del dólar y a una caída de los mercados bursátiles a nivel mundial, ya que los inversores esperan una disminución del crecimiento económico global a causa de las guerras comerciales de Trump. Si los aranceles se mantienen en el mediano y largo plazo, podemos esperar ver cadenas de suministro globales que se ajusten para eludir estos aranceles y esfuerzos de los socios comerciales de Estados Unidos por profundizar los lazos comerciales entre ellos y, de ese modo, aislar a Estados Unidos de la economía global”.
Tres niveles
El experto ofrece una interesante clasificación de la estrategia de tarifas de Trump en tres categorías: política, política económica y/o teatro político. “La duración de los aranceles es particularmente importante para entender en qué categoría caen”, explica.
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“Los aranceles a China del 10% representan más bien un ajuste estructural a largo plazo y, por lo tanto, reflejan un uso como política industrial y, como tal, creo que hay una probabilidad relativamente menor de que se rescindan”.
“Los aranceles contra Canadá y México siguen siendo un misterio. Si se eliminan rápidamente en respuesta a supuestas concesiones, entonces pueden entenderse mejor como política económica y/o teatro político. Sin embargo, cuanto más tiempo permanezcan vigentes estas tarifas, más asumirán la función de los aranceles como política industrial”.
Por eso, agrega el experto, “en el corto plazo, estos aranceles harán muy poco para beneficiar a los estadounidenses y, en cambio, infligirán daño económico en forma de precios más altos, mayor inestabilidad del mercado, posibles interrupciones de la cadena de suministro que conducen a escasez de ciertos productos y una disminución del papel de los Estados Unidos como socio diplomático confiable en el orden económico global”.
Por tanto, es posible que Trump continúe con su estrategia tarifaria, pero habrá que ver hasta donde está dispuesto a llegar porque las luces rojas son muchas. Más allá de que consiga beneficios puntuales, su política tiene consecuencias globales pero también en su electorado. Si productos cotidianos como la palta, el tomate, los repuestos de autos y otros tantos suben, mientras que Wall Street cae, la inflación se recalienta y la Reserva Federal se resiste a bajar las tasas, su política podría hacer repensar el voto a muchos estadounidenses.