Unión terminó cerrando su participación en la Sudamericana con un sabor más dulce que amargo. Y es que no sólo consiguió empatar en Brasil con Cruzeiro, sino que supo aguantar a su rival a pesar de jugar con uno menos durante casi 60 minutos por la expulsión de Fascendini, luego de que le entrara muy fuerte a Rhikman. Uno podía imaginar que a partir de ahí el local se le iba a venir encima al Tate, pero ocurrió todo lo contrario.

Más allá de que el local apostó a un 4-3-3 en la segunda parte y buscó en aprovechar la velocidad de Ricardinho, en ningún momento lastimó a Unión, que fue el conjunto que manejó el segundo tiempo y que hasta tuvo chances para ganarlo. Las contras de la mano de Ham y el siempre peligroso Gamba fueron un cóctel para que el equipo brasileño la pasara mal en su cancha.

Y es que el local en ningún momento tuvo ideas como para destrabar el partido. Increíblemente, le pesó jugar con uno más y padeció el partido, acaso una especie de flashback de aquella serie de octavos ante Boca en la Sudamericana 2024, en la que Boca tuvo uno menos durante todo el partido por la temprana expulsión de Advíncula y así y todo necesitó de los penales para clasificar.

En este caso, la situación fue la misma y el actual subcampeón de la copa no mostró nada de ese equipo que perdió la final con Racing. Porque más allá de que usó mayoría de suplentes, no aprovechó ninguna de todas las ventajas que se le presentaron para cerrar, al menos, la copa con una sonrisa.

Lo contrario termina pasando con Unión ya que, más allá de que se trataba de un duelo de eliminados (y obviamente a nadie le gusta terminar tan rápido la competencia), Madelón seguramente se habrá ido conforme, porque el conjunto santafesino supo hacerse fuerte en la adversidad y mostró credenciales para pensar en un segundo semestre que sea más esperanzador que esta primera parte irregular del año. Por eso, y a pesar de terminar último en el grupo, Unión cierra la copa con un 0-0 que puede servir para construir de cara al futuro. Final aprobado.