¡Bombazo legal en el mundo del fútbol! El ex volante de la selección francesa y de clubes como Real Madrid y PSG, Lassana Diarra, sacudió el tablero: le reclama nada menos que 65 millones de euros (unos 75 millones de dóldares) a la FIFA en concepto de indemnización por daños y perjuicios. La historia mezcla tribunales europeos, derechos laborales y una cifra astronómica que pone a temblar a más de un dirigente.

Todo se origina en un dictamen histórico del 4 de octubre de 2024, cuando la Corte de Justicia de la Unión Europea (CJUE) determinó que ciertas reglas de la FIFA respecto a los traspasos violaban principios comunitarios de libre circulación de trabajadores y derecho a la competencia. Es decir, según los jueces, el sistema de transferencias cortaba las alas a los jugadores que querían rescindir su contrato sin una causa justificada, torciendo los derechos reconocidos en las normativas de la Unión Europea.

A partir de esa máxima, Diarra, quien por años sufrió las consecuencias de ese sistema durante su carrera profesional, inició un pedido de resarcimiento a la FIFA y a la Federación belga. El problema: pese a la sentencia en su favor, la FIFA se negó a llegar a una resolución amistosa. Por eso, el jugador decidió seguir la batalla legal en Bélgica, exigiendo la friolera suma millonaria.

El monto inicial estimado de perjuicio rondaba los 10,5 millones de euros, pero Diarra fue más allá: la demanda subió a seis veces esa cantidad para compensar no solo la pérdida directa, sino también la espera y los daños acumulados desde agosto de 2014. Acá entra en juego la inflación judicial y los intereses por el tiempo transcurrido, lo que llevó el reclamo a la impresionante suma de 65 millones de euros (75 millones de dólares). Si la justicia belga le da la razón, podrían sentar jurisprudencia para que otros jugadores reclamen indemnizaciones de semejante calibre.

Este no es un simple litigio personal: si Diarra vence, la FIFA y federaciones nacionales estarían obligadas a resarcir solidariamente los daños. Las consecuencias pueden alcanzar a cualquier jugador profesional europeo desde 2002 afectado por estas reglas consideradas ilegales. No es poca cosa: Diarra litiga con el respaldo de FIFPro (el sindicato internacional de futbolistas) y lo hace también “por todos los jugadores menos conocidos que no tienen ni los recursos ni la fuerza para plantarse ante la FIFA”, según sus propias palabras.

El plazo de resolución ante la justicia belga se estima entre 12 y 15 meses. Si el fallo es favorable, todas las federaciones del continente deberán revisar sus reglamentos y, probablemente, enfrentar una ola de demandas de jugadores con historias similares.

Nacido en París un 10 de marzo de 1985, Diarra es de origen maliense y se formó en Le Havre antes de despuntar en la élite europea. Su recorrido es digno de trotamundos del fútbol: Chelsea, Arsenal y Portsmouth en Inglaterra, donde fue campeón de FA Cup. En 2009 lo fichó el Real Madrid, donde disputó 117 partidos y ganó una Liga, una Copa del Rey y una Supercopa de España. Luego llegaron etapas en Rusia (Anzhi y Lokomotiv), Francia (Olympique de Marsella, PSG) y hasta una experiencia en Emiratos Árabes.

Jugador versátil, con presencia física y templanza táctica, se ganó el respeto gracias a su capacidad de recuperación y como mediocentro de corte defensivo. Se retiró profesionalmente en 2019, pero le queda cuerda para la pelea más dura: la de los despachos judiciales.