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Final a la vista: hinchas en camino, último entrenamiento y el posible 11 de Lanús para enfrentar al Atlético Mineiro

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Poco más de 24 horas separan a Lanús de una nueva posibilidad para volver a gritar campeón en la Copa Sudamericana. Ya instalada en Asunción, la delegación del Grana se encuentra ultimando detalles de cara al duelo del sábado, donde se estará midiendo ante Atlético Mineiro en un Estadio Defensores del Chaco que promete estar teñido de granate en busca de La Gran Conquista.

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El plantel profesional de Lanús arribó a Paraguay en la noche del miércoles y este jueves tuvo su primer entrenamiento en el estadio La Arboleda, cada del club Rubio Ñu. Hoy viernes, también a puertas cerradas, se llevará a cabo la segunda y última práctica del equipo argentino en la previa de la final, donde seguramente Mauricio Pellegrino termine de definir el equipo que saldrá a la cancha, el cual ya parece estar bastante encaminado.

Lanús entrenó el jueves y lo hará también el viernes.

Durante todo el viernes y la mañana del sábado, un total de 19 vuelos chárter partirán colmados de hinchas del Granate para presentarse en la capital del país vecino a alentar en la final. Así como también este viernes por la mañana ya partieron, desde Cabrero y Guidi, los micros de fanáticos que tendrán un viaje de más de 12 horas para decir presente en el Defensores del Chaco.

Los accesos para la gente del equipo argentino al estadio serán mediante las calles Orihuela hasta Juan Díaz de Solís, Holanda y A. García hasta Orihuela, Portugal y Juan D. de Solís hasta Orihuela y My. José de J. Martínez hasta Arellano. Aquellos que aún no hayan canjeado su entrada deberán hacerlo mediante la plataforma TUTI.

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La información de los accesos para la gente de Lanús.La información de los accesos para la gente de Lanús.

El probable 11 de Lanús para enfrentar a Atlético Mineiro

«No va a haber sorpresas», es lo que sostienen desde el seno del cuerpo técnico de Mauricio Pellegrino, lo que indicaría que, de no lidiar inconvenientes, el equipo que saldría a la cancha sería el mismo que lo hizo en la semifinal contra Universidad de Chile.

Es verdad que Ronaldo Dejesús, quien había sufrido una fractura de cráneo en el duelo ante Huracán por Copa Argentina, ya jugó con Reserva, fue convocado y se encuentra a disposición, pero lo lógico sería que Pellegrino mantenga la zaga central compuesta por Izquierdoz y Canale.

El entrenamiento de Lanús en Paraguay. El entrenamiento de Lanús en Paraguay.

Es por eso que todo indica que Lanús enfrentaría a Atlético Mineiro con: Nahuel Losada, Gonzalo Pérez, Carlos Izquierdoz, José Canale, Sasha Marcich; Agustin Medina, Agustín Cardozo; Eduardo Salvio, Marcelino Moreno, Ramiro Carrera y Rodrigo Castillo.

¿Cuándo es la final de la Copa Sudamericana 2025?

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El partido decisivo de la Copa Sudamericana 2025 se celebrará el sábado 22 de noviembre a las 17.00hs en Asunción, en el estadio Defensores del Chaco.

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Lanús,Copa Sudamericana,América Mineiro

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Dura baja: Pedro sufrió lesión y se perderá la final de la Copa Libertadores ante Palmeiras

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Pedro se queda afuera de la final. Foto: Twitter @Flamengo

El delantero Pedro se lesionó en un entrenamiento del Flamengo y se perderá la final de la Copa Libertadores, que el equipo carioca jugará el próximo 29 de noviembre en Lima, frente al también brasileño Palmeiras, informó este miércoles el propio club.

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El Flamengo explicó este miércoles que Pedro sufrió una lesión en el músculo femoral de la pierna izquierda y que para su recuperación necesitará al menos un mes, con lo cual se perderá lo que resta de temporada.

Pedro tiene más de un mes parado, después de que se fracturó el brazo derecho en la vuelta de las semifinales de la Copa Libertadores en Buenos Aires, frente al Racing Club argentino.

El entrenador Filipe Luís contaba con recuperarlo para la final de la Libertadores, pero el equipo médico del club acabó este miércoles con toda esperanza tras recibir el resultado de una resonancia magnética que ha confirmado la nueva lesión.

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Pedro es uno de los más efectivos delanteros del Flamengo en esta temporada, pese a que ha sufrido con recurrentes lesiones a lo largo del año.

Desde enero pasado, suma 21 goles, incluido uno que anotó en la victoria del Flamengo frente al Palmeiras (3-2) el mes pasado, por el Campeonato Brasileño.

Los dos finalistas de la Copa Libertadores también se disputan el título de la liga palmo a palmo desde hace semanas. Cuando faltan cuatro jornadas para el fin del torneo, el Flamengo lidera con 71 puntos, solo tres más que el Palmeiras. EFE

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Copa Libertadores

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Cuando Lanús viajó a Paraguay, fue sensación y se trajo una Copa

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Hay siete de las buenas, de las grandes, de las inolvidables. Siete. Una por estrella, de esas que se acuestan en la curva superior del escudo. Hay siete copas que relucen en el primer piso de la sede de la Avenida 9 de Julio, en Lanús Este, detrás del restaurante, en ese casco antiguo que es la casa del Museo Granate. Sin embargo, en medio de tantas tantas condecoraciones, también aparece entre la multitud de reliquias un trofeo que descansó durante décadas y décadas casi desde el anonimato.

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El equipo de Mauricio Pellegrino llevó a que las telarañas, de repente, le hayan dejado lugar al Blem y que ese premio simbólico haya sido lustrado hasta brillar hasta hoy. Se puede leer bien claro, tallado a mano posiblemente: ’15 de agosto de 1937 – IV Centenario de Asunción – Intendencia Municipal’. Sí, hace algo más de 88 años, el Grana se trajo desde Paraguay su primera Copa internacional… No cuenta para el historial, obvio, pero en las vísperas del juego vs Atlético Mineiro por la final de la Sudamericana, cómo no tentarse.

Olé consiguió reconstruir aquel suceso con la colaboración de Andrés Riquelme, Fabián Chamorro (investigadores paraguayos) y de Néstor Bova (colega lanusense). También logró echar luz sobre algunos mitos y leyendas sobre la gira (o jira, como se escribía por esos tiempos) que dejó muchas más anécdotas que hazañas deportivas.

Lanús, en realidad, se trajo una copa que posiblemente se hubiese llevado ganando, empatando o perdiendo. Ni siquiera jugó un torneo: fueron tres amistosos independientes aunque organizados por la intendencia capitalina y la Liga Paraguaya de Football. Un tridente de actuaciones que fueron, con lógica, de mayor a menor tras un viaje interminable, un tridente de enfrentamientos en escasos cuatro días y un torneo argentino que Lanús interrumpió por unos cuantos billetes…

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Una postal del Lanús de 1937.

Los que se subieron al barco de Fleitas Solich

El nexo fue Manuel Agustín Fleitas Solich. El Brujo había nacido en Asunción a principios del Siglo XX. En la Argentina, pasó por Boca, Racing, Platense y Talleres de Escalada. Allí se retiró como jugador con su 1,90 metros en 1933 y, un año más tarde, en 1934, debutó como entrenador de la fusión entre el Rojo y Lanús. Al Grana, justamente, lo tomó en 1937. Su equipo había arrancado bien arriba, con cuatro triunfos y dos empates en las primeras siete fechas del torneo argentino. Hasta que un ofrecimiento desde su país desvirtuó la temporada.

En ocasión del 400° aniversario de la fundación de la capital paraguaya, el entrenador insistió para aceptar una invitación -que llegó por carta el 28 de julio- desde la Liga guaraní de fútbol en pleno campeonato local. En cuatro días, desde el Sur del Conurbano bonaerense dieron el OK con condiciones: pasajes y estadía paga para 19 personas (15 jugadores, el DT y tres delegados) además del 50% de las ganancias por venta de entradas de los tres partidos amistosos por disputarse los días 15, 17 y 18 de agosto, en continuado.

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Así las cosas, a metros de La Quema, el Grana adelantó su partido con Huracán, al que le ganó 3-2, y embarcó esa misma noche desde la Dársena Sud en el Vapor de la Carrera. No viajó Juan Manuel Baigorría quien, aunque tenía el OK del trabajo para ausentarse por unos días, debió quedarse en Buenos Aires por la internación de su hermano. Tampoco se subieron al barco el capitán Luis Villa ni Agustín Válido en conflicto con la institución, de la que se escaparon para jugar -sin suerte- en Brasil.

Por un tema logístico, un grupo pequeño debió trasladarse en tren hasta Rosario y acompañado del arquitecto Carlos Pointis -socio fundador, directivo, y creador del reconocido escudo de la institución- subirse al navío Berna para alcanzar en Paraguay al resto de la delegación con la lengua afuera. En Asunción, la dirigencia local tenía todo cálidamente calculado.

Guaraní, Cerro Porteño y Olimpia esperaron por Lanús

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Sobraba expectativa en la Madre de las Ciudades por el arribo del Lanús de Fleitas Solich. La Liga, presidida por Manuel Galiano, tenía todo dispuesto para los tres amistosos. El 15 de agosto, sí, el mismo día de la llegada del plantel Granate, primer mano a mano vs Guaraní en su flamante cancha del barrio Dos Bocas (recientemente demolida para ser modernizada), muy cerquita del Kilómetro Cero de la ciudad, sobre la avenida Eusebio Ayala, una de las más importantes y comerciales. Luego se jugaría ante Cerro Porteño y se cerraría el convenio ante Olimpia.

Las entradas populares costaron 50 pesos “de curso legal” y el ticket más alto, plateas dispuestas en el mismísimo campo de juego, 100. Igualmente, dentro de las cajas de los cigarrillos Foot-Ball, se encontraban 2000 ingresos sorpresa para concurrir a los juegos. Los árbitros cobrarían 700 mangos por encuentro. Cada jornada tendría un preliminar entre elencos juveniles (Cuarta Especial) de clubes locales, el juego principal comenzaría a las 15.30 para aprovechar la luz natural, y ZP9 Radio Prieto así como ZP4 Radio Continental habían obtenido los derechos para transmitir el tour Granate.

Saludo de capitanes en el duelo entre Cerro Porteño y Lanús en 1937.Saludo de capitanes en el duelo entre Cerro Porteño y Lanús en 1937.

¿Por qué no se jugaron los partidos en el Defensores del Chaco?

Si bien el estadio de Puerto Sajonia (Defensores del Chaco es el nombre que lleva desde 1974) fue inaugurado en 1917 y la expectativa por la presencia de Lanús era grande, los partidos no pudieron desarrollarse allí porque el Paraguay vivía un momento de guerra con Bolivia -justamente, la guerra del Chaco- y la cancha (por un decreto ley de 1932) pasó a servir como acantonamiento militar: allí se entrenaban los soldados. Recien en 1937 fue devuelto a la Liga pero hubo que reconstruirlo. Dos años después volvería a ver fútbol..

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Según el libro Cincuenta Años de Historia Azulgrana, Lanús formó con un equipo base integrado por José María Pérez; Héctor Vidal y Alfredo Sebastián Luaces; Pedro Basterra, Juan Alonso y Juan Sulpicio; Julio Argentino Roca, Benito Matas, Alberto R. Casco, Daniel Juan Pícaro y José María Cordero. Dado el entendible trajín, entre los relevos estaban Sebastián Geijo, Mateo Pergolezzi, Alberto Paseggi, José María Cordero y Pascual Severino. El entrenador, se dijo, fue Manuel Agustín Fleitas Solich, que a su vez hizo las veces de informante del diario porteño La República…

Todo fue fútbol y camaradería. En su debut, ante casi 7000 espectadores, un Lanús que perdía 1-0 ante Guaraní acabó revirtiendo el marcador y ganó sobre el final con un gol de Matas a los 33′ ST y otro del temible goleador Pícaro a los 39′ del complemento. En segunda instancia, fue 1-1 contra Cerro Porteño, donde ‘el insider derecho’ Matas volvió a convertir. Y por último, como despedida, el partido de la divergencia: en los libros de Olimpia figura un 4-1 a favor del Franjeado, en la prensa local un 4-3, y en la Argentina, se habla de una derrota 0-2 (y contra un combinado de la Liga)…

Agasajo, entrega de premios y el despido a Fleitas Solich

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Lo cierto es que, más allá del roce internacional del Grana y de un mango extra para el bolsillo del plantel, el grupo se trajo de recuerdo un agasajo con terrible comilona en el Círcolo Italiano con un banquete para 50 personas, una medalla de oro como agradecimiento por la visita en ocasión de una fecha tan importante para el pueblo paraguayo de parte de la CD del Ciclón del barrio Obrero, así como una Copa entregada por la Intendencia después del encuentro inicial. La misma Copa que hoy reluce en el Museo Granate y que ilusiona por el contexto y el déjà vu.

En 1937, Lanús ya se trajo una Copa desde Paraguay. (foto Prensa  Museo Granate)En 1937, Lanús ya se trajo una Copa desde Paraguay. (foto Prensa Museo Granate)

Aunque no todo lo que reluce es oro, como la medalla, ni plata, como la Copa. Apenas regresado de un intenso viaje de vuelta, el equipo de Fleitas Solich cayó en picada: 2-3 contra Quilmes, 2-3 ante River, 2-4 vs Tigre, 2-7 frente a Atlanta y 1-2 contra Talleres de Escalada. Cinco derrotas al hilo con el cansancio a cuestas que se cargó un 30 de septiembre al entrenador que ‘ideó’ la gira. Un día más tarde fue anunciado en su reemplazo Santiago León Amatrain, quien tampoco pudo hacer nada en el 0-2 frente a Gimnasia LP ni en el 0-5 ante Racing. Siete caídas consecutivas que dejaron a Lanús en un pobre 13° puesto al cierre de la temporada y con mar de fondo de aquellos.

Pero el fútbol siempre da revancha. Al menos, para Fleitas Solich, quien volvió a dirigir al Grana en 1946. En nuestra tierra también fue DT de Quilmes y de Newell’s. Fue el entrenador de Paraguay en Mundial 1950 y el responsable del primer título sudamericano (actual Copa América) de su país en 1953. Además, estuvo a cargo de Real Madrid en 1960 y, en el fútbol brasileño, supo tomar las riendas de Flamengo, Fluminense, Corinthians, Palmeiras, Bahía y… Sí, de Atlético Mineiro entre 1967 y 1968.

Este sábado, justamente ante el Galo, Lanús también tendrá revancha. Y el deseo de que el Museo Granate tengo ocho Copas, de las buenas, de las grandes, de las inolvidables, crece por demás en Paraguay. En 1937, aunque sea de arriba, se trajo una desde allá. Y quién te dice que…

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El arquero antisistema: dejó el fútbol para emplearse en una escuela de chicos discapacitados, vivió con okupas y terminó trabajando en el puerto

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Una encuesta publicada en 2023 por el diario español La Vanguardia revela -más que revela, confirma- que la profesión más deseada en el mundo sigue siendo la de futbolista. El 36% de los encuestados (todos menores, entre 4 y 16 años) dijo que, de grandes, quería ser futbolista. Futbolista y, además, millonario.

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Por eso, tantos y tantos dedicados a pertenecer a ese mundo, el del fútbol, aunque más no sea como entrenador, ayudante del entrenador, ayudante del ayudante del entrenador, botinera, botinero, hincha, aguatero, dirigente, árbitro, representante o hasta algo más vigilante, sanguinario y acomodaticio que árbitro o dirigente: periodista deportivo.

Llegó al St. Pauli en 1981.

El caso del arquero alemán Volker Ippig es singular, justamente, por ir contra la corriente: varias veces quiso salir de ese mundo. Colgó los botines en dos oportunidades y por cuestiones que suenan bastante singulares: la primera, para emplearse como voluntario en una escuela de chicos discapacitados; la segunda, para alistarse en una brigada de trabajo voluntario en Nicaragua. ¿Un tipo más bueno que Lassie con bozal? ¿O un tipo más boludo que las palomas?

Personaje peculiar, Ippig atajó -como no podía ser de otra manera- en el FC Sankt Pauli, club alemán de un barrio obrero de Hamburgo famoso por su militancia social, su identidad antifascista, su defensa de las minorías y su simpatía por el rock.

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Llegó al club en 1981 desde Lensahn, una localidad de cinco mil habitantes, y no tardó mucho en convertirse en el arquero titular ni en llamar la atención. Lucía cresta punk, iba a entrenar en bicicleta y después de los partidos se perdía en los bares de Reeperbahn, la zona roja de Hamburgo, frecuentada por borrachos y prostitutas (“Puedes beber mucha cerveza, pero después de una derrota todo será siempre una mierda: la cerveza sabe diferente cuando ganas”) .

«Un antihéroe que parecía estar hecho a medida del club”, se lo describe en el libro «St. Pauli: Otro fútbol es posible», que repasa la historia de este club tan particular.

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Ippig contó alguna vez que no había sido siempre así, que su vida, su cabeza, cambió cuando llegó a este club y conoció a Otto Paulick, por entonces vicepresidente de la institución. En sus comienzos en el St. Pauli, vivió durante meses en la casa de este vicepresidente, ubicada a pocas cuadras del club y fue allí que, dice, se le abrieron nuevos horizontes: «Otto Paulick era un amante del arte, admiraba a Pablo Picasso y Alfred Kubin. Una noche, en una cena con sus amigos, se burlaron de Dios. Yo nunca había escuchado algo semejante. Fue entonces que comprendí que hay otras cosas en la vida además del fútbol”.

En 1983, con apenas 20 años y 31 partidos cumpliendo el sueño de cualquiera, jugar en una Primera División, cuelga los botines. Lo hace para trabajar de voluntario en una guardería de niños discapacitados ubicada cerca del estadio Millerntor, casa del St. Pauli.

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“La gente pensó que estaba loco por desaprovechar una oportunidad única en el club, pero estaba disgustado con el fútbol, cansado de perder mi tiempo pateando un balón. Quería vivir nuevas experiencias”, contó en la revista alemana 11 Freunde (11 Amigos).

Tras un año de trabajo en la guardería, Ippig decide volver a entrenar con el equipo. Pero no dura demasiado. Si lo de largar el fútbol para emplearse en una escuela de niños discapacitados había sonado descabellado, lo que vendría era todavía más desquiciado: quería alistarse en una brigada de trabajo voluntario en la Nicaragua sandinista, que acababa de vivir sus primeras elecciones democráticas tras el derrocamiento de la dictadura de Anastasio Somoza. Y lo hace. En 1984 pasa seis meses en Nicaragua, donde ayuda en la construcción de un hospital escuela, en San Miguelito, con el Frente de Liberación Sandinista. Al volver, dice, es otro.

“Nicaragua me había cambiado. Vi que allá tenían menos dinero, pero eran más felices y vivían mucho más relajados que nosotros. Yo sentía que ya no encajaba en el mundo del fútbol. Me había acostumbrado a ser libre, a ser independiente. Volví a vivir con mis padres. Ya no entendía el mundo. Ya no me entendía a mí mismo. Todo eran contradicciones, estaba deprimido. Pero al final pensé: ‘Volveré a intentar disfrutar del fútbol, volveré empezar de cero’”.

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Luego de ir a Nicaragua a construir un hospital-escuela, volvió y logró el ascenso con el St. Pauli.Luego de ir a Nicaragua a construir un hospital-escuela, volvió y logró el ascenso con el St. Pauli.

Y entonces vuelve a jugar. Primero en el TSV Lensahn, el club de sus orígenes, y luego, en 1986, retoma su lugar en el arco del St. Pauli: definitivamente se convierte en un ícono del club. Con él, la fama de antifascista del equipo se multiplica. El St Pauli es furor: su estadio pasa de tener 1.500 espectadores en 1981 a más de 20.000 a finales de la década de los 90.

Ippig cada vez llama más la atención: usa un corte punk, sale al campo de juego con un puño en alto (mientras en el estadio suena Hells Bells de AC/DC) y vive con los okupas de la Hafenstraße, un movimiento que surgió como respuesta a la escasez de vivienda en las grandes ciudades alemanas y contra los planes de especulación inmobiliaria que amenazaban con demoler edificios para construir nuevos desarrollos. Ippig se muestra cada vez más irreverente, cada vez más de izquierda y en Alemania gana tantos seguidores como detractores: “Por aquel entonces no era habitual ni bien visto que la gente expusiera abiertamente sus opiniones políticas. Con nosotros, en el St. Pauli empezó a ser posible y deseable”.

Pero no solo era rebeldía. En la temporada 87/88, conduce al club al ascenso a la Bundesliga. Más fama, más repercusión: “Cada vez que los medios me describían como un alborotador, mi abuelo me regañaba. Y, cuando yo intentaba justificarme, él me decía: ‘¡Pero si sale en el periódico!’».

Tras el ascenso, son varios los clubes que lo buscan, pero rechaza todas las ofertas. “El St Pauli es muy especial. Algo así no puedes arrancarlo del suelo y trasplantarlo en otro lugar. Es algo vivo, que evoluciona constantemente. Y, a pesar de todos los altibajos, la gente del barrio está muy orgullosa del club”.

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Ante el Bayern Munich. En la Bundesliga jugó 65 partidos. Tuvo que retirarse por una lesión en la espalda.Ante el Bayern Munich. En la Bundesliga jugó 65 partidos. Tuvo que retirarse por una lesión en la espalda.

En la Bundesliga llega a disputar 65 partidos hasta que una grave lesión en la espalda lo obliga a retirarse al final de la temporada 90/91. Ahora sí no le queda otra: debe colgar definitivamente los botines. Tiene apenas 29 años.

Se va al campo, a una cabaña que había construido, a vivir alejado de todo: “Siempre que llegaba encendía una hoguera, la primera televisión que existió». Durante un tiempo vive allí como un ermitaño hasta que viaja por América entregado a su pasión por la medicina alternativa y los rituales chamanes. “Pasé mucho tiempo meditando, pero me aislé demasiado. Llegué a perder la concepción del mundo”.

Los aficionados del St. Pauli hoy: el club está en Primera y sus hinchas militan la causa del LGTB.
Los aficionados del St. Pauli hoy: el club está en Primera y sus hinchas militan la causa del LGTB.

Regresa a Alemania para trabajar como entrenador de arqueros, pero la aventura no funciona ni en el Vfl Wolfsburgo, donde dura un mes, y ni siquiera en su querido St. Pauli: Ippig se niega a trabajar más de tres días por semana. Dirige al Lensahn, el club de su ciudad natal. Consigue un ascenso a una liga de aficionados. Es, obviamente, un título menor, pero lo definirá como “el momento más feliz de mi vida”.

A través de su cuñado, que trabajaba de estibador en el puerto de Hamburgo, se interesa por un puesto y lo aceptan. “Me gusta ir y charlar con mis compañeros. Si no me muevo, no me siento bien. El fútbol siempre ha sido importante para mí, pero hoy lo único que me une a él son las jugadas de mis hijas. Para mí, ese es el fútbol real”.

Internacional,Bundesliga,St Pauli

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