Racing convirtió en estos últimos años un gran objetivo en algo rutinario. Competir internacionalmente con tanta continuidad no era a lo que estaba acostumbrado el hincha de la Academia hasta no hace mucho. Pero el propio equipo + club + jugadores + técnico hicieron un “postgrado en Copas” y entonces subieron la vara. De todos.

En la presión con la que afrontará esta noche la definición contra Peñarol tiene muchísima influencia -por no decir casi toda- en las propias expectativas que en diferentes momentos de los últimos meses se fue poniendo el plantel. Empezando desde el título de la Sudamericana del año pasado, revalidado con la Recopa de este 2025, el relato que se armó fue el de ganar la Libertadores. Desde las declaraciones con el pulso acelerado post triunfo hasta las reflexiones serenas más frías. Ya no es suficiente con competir, sino que ahora la cuestión es llegar a la vuelta olímpica.

Ya no es suficiente con competir, sino que ahora la cuestión es llegar a la vuelta olímpica.

La Academia empezó el segundo semestre con una novela como la de Salas, que claramente lo dejó herido. El mal arranque en el campeonato local (en cinco fechas, apenas ganó un partido y está muy abajo en la tabla) no ayudó y, encima, se enrareció el clima con un Costas enardecido y fuera de control contra los árbitros. Y muchos amantes de las teorías conspirativas entraron en un círculo vicioso de mucha queja que solamente los frena y les quita energía.

Peñarol es un grande por su historia, pero no por su actualidad. Racing no necesita dar vuelta un resultado ante una megapotencia del universo. Le van a ensuciar el juego, muy cortado y áspero como siempre fue en la Libertadores. Y entonces será todo un desafío salir a jugar sabiendo que no hay lugar para la “derrota digna”, futboleramente hablando. Porque esa vara tan alta se la pusieron todos en Racing y así hasta se obligaron a que, a esta altura del torneo, ya no se trate sólo de competir.