«Invito a todos a darles apoyo a estos jugadores que dejan la vida por nuestros colores”. Con esas palabras, Gustavo Costas le dio el pie a la gente de Racing a empezar a vivir lo que será uno de los partidos más importantes de los últimos años. El hincha respondió, claro. Porque este lunes, en los alrededores del Cilindro, una multitud se acercó para realizar un banderazo y darle todas las fuerzas a un plantel que va en busca de la gloria en la Libertadores.

Trapos, tirantes y bombos. En los alrededores del estadio hubo de todo. Muchísima gente que, por momentos, hasta quedó tapada por el humo celeste y blanco de las bengalas. La cita estaba pautada para eso de las 19. De a poco, el público empezó a juntarse y a cantar. Desde el típico “este año Academia no me podés fallar”, al famoso canto de ilusión que dice: “En la cancha de Racing vamos a ganar, y la vuelta, y la vuelta vamo’ a dar”.

A esa hora estaba pautado que el plantel iba a salir hacia el búnker de Pilar (tras entrenar en el Cilindro), donde será la concentración XL para la vuelta ante Flamengo, partido en el que la Acadé debe revertir el 0-1 del Maracaná. No es la primera vez que Costas decide aislar a los jugadores: ya en la previa de los segundos cruces ante Peñarol (octavos de final) y Vélez (cuartos), por ejemplo, se hizo lo mismo.

Y aunque la salida de los futbolistas se retrasó unos minutos (poco antes de las 20 salieron a saludar, con Arias y Zuculini a la cabeza), los hinchas metieron fiesta. Hubo incontables fuegos aritificiales y un show de los que, por medidas de Conmebol, no se pueden hacer adentro de la cancha, pese a un supuesto audio que se filtró de Costas en el que pedía “tirar la cancha abajo”. De todas formas, el miércoles se espera un recibimiento único, con una cancha que va a estar ocupada hasta el último asiento.

El ambiente fue espectacular. De esos que Racing vive hace un tiempo por ser el equipo argentino que mejor representa al país en copas internacionales. Es una armonía entre plantel e hinchas sensacional y que se está viendo poco en el fútbol local: los players grabaron mientras tomaban mate, se sacaron fotos con banderas que les fueron acercando, e incluso se sumaron a cantar con los fanáticos. Todo esto se dio hasta que se subieron a un micro que puso primera (mientras se empezaba a disipar la multitud) y de a poco se fue alejando varios kilómetros con un objetivo claro: pensar pura y exclusivamente en la vuelta frente al poderoso Flamengo.

Toda la familia Costas dijo presente. En la cabeza del bueno de Gustavo, seguro, mientras veía todo el acompañamiento de los racinguistas y cantaba a la par de ellos, sobrevolaba la forma en la que va a enfrentar al temible conjunto brasileño. El duelo va a ser diferente a la ida porque ahora Racing deberá ir a buscarlo. Y con la ausencia clave de Santiago Sosa, el deté sabe que debe reacomodar el medio. Allí, asoma de forma reinante la vuelta de Juan Nardoni, otra pieza fundamental en el armado del cuerpo técnico y que está volviendo a tener ritmo tras su lesión. De esta forma, Zuculini se pararía como un volante más posicional y Almendra terminaría de conformar ese triángulo de volantes.

Pero en las otras líneas también hay incertidumbre. En el lateral derecho, Facundo Mura pelea el puesto ante Gastón Martirena, aunque el ex Colón parecería ganar la pulseada. Por otra parte, en el tridente de ataque, con las fijas de Santiago Solari y Maravilla (que no fue amonestado en Brasil y finalmente podrá ser titular en Avellaneda), el tercer integrante está entre dos nombres: Adrián Balboa o Tomás Conechny. La presencia del ex Unión podría darse para acompañar aun más a Martínez dentro del área, teniendo en cuenta que Racing necesita convertir. Pero Conechny siente más la posición de extremo, por lo que ese hueco es una de las mayores dudas que se manejan en la Academia (también está la alternativa de Duván Vergara).

Después, el seguro Cambeses, la zaga Colombo-Rojo y Rojas en el lateral izquierdo, repetirán. Aún queda el entrenamiento de este martes para delinear todas las dudas que tienen Costas y los suyos en mente. Porque no hay margen para fallar. Pero saben que la gente acompaña. Fue un Cielindro de Avellaneda.