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A Enzo Maqueira lo llamaron “escritor del reviente”, pero no entró en el juego y ahora su novela sale en España

Es feriado y Enzo Maqueira ordena su casa. O desordena. En unos días dejará Almagro, el barrio donde creció para irse… bueno, no muy lejos: Boedo. Los separa una avenida; curiosamente se llama Independencia. Y mientras guarda cientos de libros en cajas, hay uno que se niega al olvido. Es suyo. Es decir: lleva su firma. Electrónica se publicó en el año 2015 y partió al medio su carrera de escritor. No sólo fue “la diferencia entre que me lea mi mamá y que tuviera lectores reales”, también lo puso en el centro de una serie de debates que se vivieron en aquella época, no hace tanto, diez años atrás. Ahora, Electrónica acaba de renacer con la reedición del sello español Dosmanos.
“Le hice una limpieza a la novela. En ese momento quería que fuera un libro joven, con ritmo. La había llenado de pequeñas repeticiones de palabras que le daban un tono más coloquial. Diez años después, me di cuenta que no necesariamente era así, que podía limpiar un montón de hojarasca y el tono coloquial se mantenía y fluía mucho mejor la lectura”, dice este escritor de 47 años, docente universitario, autor de varias novelas y fundador de la Unión de Escritoras y Escritores. “Cambié también algunas referencias locales porque el libro sale en España y en México. ¿Por qué habré citado a Maru Botana? Al final lo cambié por algo más genérico como una presentadora“.
La novela arranca en segunda persona: el lector se pone los anteojos de la protagonista. y pasa a ser —le dice el narrador— una chica de treinta años corrigiendo exámenes. Al lado, en la cama, su novio duerme. Vieron un rato Los Simpsons; ahora toca trabajar. Y entre la pila de pruebas aparece la de Rabec, un chico joven, bastante joven, que “te había gustado desde el primer día: el flequillo sobre la frente, los brazos largos y llenos de venas. Ni bien entró al aula te hizo esa sonrisa con cara de dormido. Siempre te había parecido una frase de boluda, mariposas en la panza, pero con él no había otro modo de explicarlo. Sentías lo mismo ahora, en la cama (…) La realidad es siempre una ficción».
Detrás de esa docente que desea cambiar a su novio por su alumno, está la “crisis de los treinta”. Una vida reducida a “trabajar, fumar porro y ocuparse de la casa” y ver que sus amigas decidieron “tener hijos, incluso las más rebeldes”: “las habías visto tomar cocaína en el baño de un boliche lleno de drogadictos y ahora subían fotos del ‘cumpleañitos’ de su bebé. De Janis Joplin a mami de supermercado”. El “equilibrio de un cuerpo” que pierde el control, pero de una forma tonta, trucha, patética: si antes el alcohol “abría las puertas de una noche que nunca sabías cuándo ni cómo terminaba”, ahora, y de repente, solo “te daba sueño”.

“Si bien es un libro muy apegado a una época, también es cierto que es una época que hoy todavía se mantiene. El consumo excesivo, la apatía, la falta de interés, la sensación de estar pedaleando en el aire cuando el mundo que conocemos y al cual nos habituamos cambia de repente. Todo eso que se planteaba está vigente e incluso peor: los personajes de Electrónica consumían para buscar la felicidad como una especie de explicación de su comportamiento y ahora creo que ni siquiera es para buscar la felicidad, es el consumo por el consumo mismo. Hay un consumo compulsivo que ya ni siquiera nos da una felicidad efímera“, cuenta Maqueira del otro lado del teléfono.
En el hedonismo y la inconformidad de los personajes de Electrónica hay política. Maqueira tiene muy en claro cómo eso se relaciona con nuestra actualidad: “Los personajes dicen que en los noventa nos educaron con la idea de que Estados Unidos era el mejor país del mundo y que el capitalismo era bueno, y que después vino el kirchnerismo y nos dijeron lo contrario, que lo bueno era América Latina y la integración. Y ahora otra vez se vuelve a dar vuelta todo. Esos personajes podrían decir hoy: nos educaron diciendo que América Latina era todo lo bueno y ahora nos están diciendo que Estados Unidos y Trump son la panacea. Es la crisis lo que se repite”.
El 20 de septiembre del 2015 se publicó en la revista Viva una nota titulada “Los escritores del reviente”. En la edición en papel el tono fue más cauto: “Letras salvajes”. “Llegan a la redacción y, más que escritores, parecen una banda de rock”, comienza el texto de Miguel Frías. En las fotos están Manuel Megías, Gonzalo Unamuno, Lloyds, Juan Sklar y Maqueira. Se generó un gran revuelo en el mundo literario. Ahora, diez años después, se ríe al recordar aquel “descalabro”: “No se sabía muy bien si era una nota que estaba a favor o en contra. Había como un poco de burla por parte del periodista y también de nosotros mismos que nos habíamos prendido en el juego”.
“Para nosotros fue eso: un juego”, insiste. “Ahora queda clarísimo que las críticas y el hate de redes no hacen más que agrandar más a una figura. Si no fijate ahora: tenemos de presidente a un payaso de redes y de la televisión. A la larga, de alguna manera, sirvió como posicionamiento de marketing, que es una palabra horrible, pero que la literatura la usa mucho”, dice y agrega: “La etiqueta del reviente tenía que ver con los temas de las novelas: drogas, sexo, alcoholismo, etcétera. Pero para mí era mucho más que eso. Era reventar de alguna manera con cierta manera sectaria de hacer literatura y de una intelectualidad aburrida, seria, sagrada, alejada de los problemas de la sociedad”.

“Esa literatura de hombres serios y machotes —continúa—, muy tomada en ese momento por cierta vanguardia que se había vuelto conservadora, se rompió, pero no por el reviente, sino por el movimiento feminista. Y si bien éramos todos hombres los del reviente, Electrónica reivindica la cultura LGBT, nos poníamos en el punto de vista de una mujer, nos permitíamos pensar en una heterosexualidad flexible. Más allá del marketing y la etiqueta, era la irrupción de un protomovimiento literario que buscaba terminar con las viejas estructuras que luego, creo yo ese rol lo ocuparon muchas muy buenas escritoras que cambiaron por completo el panorama de la literatura argentina“.
Maqueira cuenta que fue una “picardía” de Horacio Convertini, en ese momento editor de la revista, que tenía que competirle a una noticia del papa Francisco, que hacía meses había sido elegido, y se le ocurrió la etiqueta. “Pero como suele pasar, los demás, las redes, los medios, todos construyen una imagen tuya que no necesariamente es lo que sos. Después depende de uno: si subirse a eso o no. Porque yo podría quedarme tirado en las esquinas de las lecturas de poesía totalmente borracho y drogado a que me levantaran del piso y jugar a hacer fiesta del reviente. Pero no”, agrega.
Menos de un año después, el abril de 2016, Electrónica puso a Maqueira en el centro de un debate muy complejo, entre panelistas que clamaban justicia y show. La madrugada del 16 de abril en Costa Salguero, en la fiesta de música electrónica Time Warp murieron cinco personas y varias decenas fueron hospitalizadas. El consumo estuvo por varias semanas en todos los medios. Fue el gran debate nacional. Después, claro, pasó, como pasa todo; no las muertes, no las pérdidas. Y ahí estuvo el escritor, invitado por varios programas, con una novela reciente que alumbraba un mundo frenético y triste, o al menos así se veía a la luz de la tragedia: ajeno, tenebroso, mortal.
“Fui a cinco o seis programas pensando genuinamente que si iba y discutía el tema podía lograr un cambio. A la séptima me di cuenta que estaba hablando de lo mismo que el primer día. ¡Me habían puesto a Roberto Piazza para polemizar, que no tenía nada que ver con el tema! Me bajé. Podía seguir por este camino, haciendo los programas y diciendo cosas fuertes, pero no quería ser un mediático, un payaso de televisión. Quería otra cosa, siempre quise otra cosa y me mantuve firme a eso», dice.

En 2017, junto a varios autores, fundó la Unión de Escritoras y Escritores. “Siempre me interesó reivindicar el lugar de los trabajadores y las trabajadoras, de los derechos sociales, de la justicia social. Siempre, siempre fui muy sartreano, cortazariano”, asegura y mira hacia atrás: su familia, su formación ideológica. “Soy típico hijo de la clase media aspiracional, que en su momento fue alfonsinista, que vio con buenos ojos a Menem y que en el 2001 se les destruye el sueño. En ese momento leía a Cortázar, que me había llevado a la Revolución cubana, a la nicaragüense y a todo el pensamiento de izquierda. Ese camino siguió con el kirchnerismo y continuó por diferentes lugares”.
“Vengo de una clase media trabajadora”, dice. Su padre, que nació en la pobreza, llegó a tener un negocio de lencería mayorista. Pero la lectura no vino de él, sino de su madre, que desde que nacieron sus hijos se hizo ama de casa a tiempo completo. “Ella era muy lectora. En mi casa se le daba mucha bola a los libros, a los escritores. Mi vieja siempre nos llevaba a la Feria del Libro; era como una cita obligada. Desde los cuatro o cinco años que me llevaban a todas. Después, cuando ella estaba enferma y grande, la llevaba yo. Siempre estaba esa idea de que los libros eran importantes, de que ser escritor era algo prestigioso. Se me fomentaba mucho la lectura, sin dudas”.
En tiempos de anzuelos digitales, de extrema inmediatez y supremacía del lenguaje audiovisual, Enzo Maqueira sigue eligiendo la literatura. Desde Electrónica empezó a publicar en editoriales más grandes, a tener más llegada. Higiene sexual del soltero y Hágase usted mismo son sus dos últimas novelas. “Cuando veo en el subte a alguien leyendo un libro mientras todos están con el celular me parece estar asomándome por una ventana a otro tiempo, a otro siglo. La literatura es el hilo conductor de mi vida. Lo único que depende solo de mí, al margen de que tenés que buscar una editorial, pero con un lápiz y un papel alcanza, con eso ya es suficiente”.
“Tengo una idea bastante ensayística de la literatura: a través de una historia busco dejar testimonio del mundo que vivo. Para mí la escritura siempre fue una manera de procesar lo que me rodea”, sostiene. “No es solamente escribir o publicar porque sí, sino que se pueda abrir un debate, o poner sobre la mesa circunstancias que estamos atravesando y, por qué no, buscar salidas o entradas mejores… ¿Por qué seguir apostando a la literatura? No sé por qué. Quizás porque yo soy esto y no puedo hacer otra cosa”, concluye.
INTERNACIONAL
Vicente Palermo y el desafío existencial de sus nuevos relatos

El matadero municipal se extendía en un inmenso rectángulo a las afueras de la diminuta ciudad. Sus muros le eran familiares porque acostumbraba aproximarse a ellos en sus caminatas diarias. Fue a la sombra de los mismos que Auguste Menard tomó ese día su decisión: dejaría de ser un contemporáneo. Radicalmente enfadado con el presente, el futuro le atraía todavía menos, en su estólida previsibilidad. No le quedaba, entonces, sino sumergirse en el pasado. No se trataba de viajar por el tiempo, odiaba la ciencia ficción. Dejar de ser un contemporáneo consistiría en construir las condiciones de su vida en un pasado o, en otras palabras, en forjarse un nuevo presente.
Una dura tarea. Debía lograr la proeza de que su mente se tornara plenamente contemporánea al pasado elegido, para que este se constituyera en su nuevo presente. Debería empezar forzosamente por decidir el punto en el sistema de coordenadas espacio-tiempo. Lazos de familia habían hecho que él dominara con soltura la lengua francesa; fundadas razones lo llevaron a escoger los años inmediatamente posteriores a la Comuna de París como su nuevo presente (cuando el levantamiento aplastado no era, todavía, un compendio de ingenuidades sino la raíz del futuro). De esa manera, Menard zafaba también de uno de los principales escollos percibidos: recrear las percepciones pictóricas europeas anteriores a Francisco de Goya estaba más allá de sus capacidades. Además, eso le permitiría disfrutar de los excelentes vinos españoles, del rioja sobre todo, como el Marques de Riscal, descubiertos en la Exposición de París de 1871 (sí, siempre había llamado su atención esa fecha, su proximidad con Thiers y los comuneros).
Pero no lo haría en el escenario de la Comuna sino en las ricas tierras viñateras de Bordeaux, lejos también de esta ciudad, más cerca de Pau, donde su padre, un austríaco que había consagrado su vida a los negocios, había edificado el inmenso solar en el que siempre había vivido.

De sus contados amigos se despidió diciéndoles que, puesto que habría de olvidarlos, no los extrañaría. Perplejos, se resistieron vacilantes al adiós.
Precisaba una mucama capaz de fungir como su único contacto con el mundo exterior. Examinó varias candidatas, pero las descartó porque todas hablaban con el fuerte acento meridional que había terminado de contaminar la región apenas 50 años atrás, obra de silenciosas migraciones internas. Cuando se presentó una muda, que además parecía en extremo despierta, Menard no dudó en contratarla.
Eliminó todos los vestigios de modernidad aún presentes en el interior de su casa. Reemplazó viejas fotografías por daguerrotipos, pistolas vetustas por trabucos arcaicos, un Pissarro de 1891 por una panoplia, y el acostumbrado artefacto en que se sentaba diariamente por una letrina. Un nuevo tipo de salero diseñado a principios del siglo XX, y que mucho apreciaba, conoció la misma suerte ingrata que la radio a galena. Se desprendió de su guarda ropas, por entero, y lo reemplazó por un puñado de indumentarias antiguas que la diligente criada silenciosa supo conseguir. Una vez hecho todo esto y mucho más, advirtió lo que ya sabía de antemano: había cumplido con una porción ínfima de su trabajo. Aquello que ahora le esperaba era lo más arduo: procesos mentales cuya complejidad intuía pero que nunca había recorrido.
Supo desde el comienzo que habría de resignarse a una fuerte incoherencia, porque ¿cómo construir las condiciones de su nuevo presente subjetivo sin apelar a materiales de su presente biológico, el único que había adquirido al nacer? A menos que su inmersión en el pasado significara un drástico embrutecimiento, cosa a la que no estaba dispuesto a resignarse, habría de hacer transacciones. Si quería, digamos, leer cotidianamente las ediciones de Le Figaro desde 1871, precisaría valerse de medios técnicos inexistentes en esa fecha. Si deseaba mantener a raya las enfermedades que asediaban su precaria salud física, debía contar con medicamentos que se crearían sólo bastante después de los tiempos de la guerra franco prusiana. Menard salió al cruce de esta fuerte impugnación diciéndose a sí mismo que, al fin y al cabo, los seres humanos se movían en una incoherencia semejante ya que vivían permanentemente, aunque por lo general sin saberlo, en el pasado y el presente al mismo tiempo. Lo que más le dolió fue quemar una parte sustancial de su biblioteca, que quedó reducida a unas decenas de libros, malamente incrementadas por unos cuántos más que pudo adquirir a intrigados libreros. Incineró inclusive ediciones recientes de autores antiguos, en la esperanza de hacer más rigurosa su recomposición mental.

Pero le faltaba sortear un nuevo obstáculo; sabía él que, quien vive en el presente, tiene por delante un futuro abierto, y su voluntad puede incidir en el curso de los acontecimientos. Esto no sucede con quien vive en el pasado, ya que sus futuros en verdad no lo son, ya están determinados, por definición no dispone de opciones a su arbitrio. ¿Se trataría, el suyo, entonces, de un vivir en un pseudo presente, un presente ajeno a la condición humana? A esta poderosa refutación de su emprendimiento, Menard se respondió que esa libertad está a disposición de apenas una por millón, quizás por cien millones, de personas, los hombres extraordinarios, y él no pretendía para sí sino el pasado y el futuro de un hombre común, ya que no se sentía otra cosa. No pretendía tener la menor influencia sobre los hechos futuros en circunstancia alguna, ni traspasar el límite de una sabiduría moral estrictamente contemplativa. Su objeción, por tanto, estaba salvada.
Con todo, la muralla más formidable que se interponía entre Menard y su nuevo presente, era otra: la persistencia soberana del recuerdo. Que los hombres sabían olvidar era una constatación más bien deprimente en todo tiempo y lugar, pero él no precisaba de esa forma de olvido, sino de una mucho más radical. No precisaba borrar la memoria de los hechos, precisaba apagar los propios hechos. No necesitaba eliminar el recuerdo de las atrocidades de la batalla de Solferino, sino a la batalla misma.
Pero el aprendizaje del olvido no habría de consistir meramente en un ejercicio lineal, destinado a devorar una larga sucesión de hechos, sino también en un apagar de las huellas que los acontecimientos habían impreso en la percepción y el significado de acontecimientos anteriores. Era para Menard inaceptable sentar sus reales en 1871 y mantener una lectura de la Revolucion Francesa influida por las grandes contribuciones historiográficas desde fines del siglo XIX. O juzgar los primeros pasos del colonialismo europeo en África a la luz de la confrontación interinperialista de la Gran Guerra.

Recorrer ese camino resultó, sin embargo, menos penoso de lo que había sospechado. A medida en que más se enfrascaba en su nuevo mundo más eficientemente funcionaba el aparato cognitivo que destruía secuencias enteras de acontecimientos y las reemplazaba por otras; poco a poco, el olvido como fatigoso ejercicio volitivo fue dando paso a una práctica más impensada, que al cabo descansó completamente en esferas no conscientes de su campo mental. Cuando esto ocurrió, y el avance del olvido se tornó incontenible, ya no percibia, naturalmente, lo lejos que había llegado. Se había olvidado de olvidar, puesto que su mente olvidaba sola, y todo lo que había olvidado descansaba, más bien yacía en estratos abisales de su cerebro, desde los que no podía emitir ni siquiera la señal del esfuerzo atroz realizado para hundirlo en ellos. Jugó a su favor, en lo que se refiere a su vida personal, que ésta, sostenida en una sólida fortuna familiar, estaba casi completamente desprovista de episodios que pudieran tener algún interés ni para él mismo; personalmente no tenia nada que olvidar, en otras palabras.
Cuando su nuevo presente entró en régimen, no persistían en el talud su mente ni los vestigios de su mundo anterior y, blindado por un aislamiento sin fisuras, disfrutó algunos años de paz. Decididamente encontraba ese presente más confortable, aunque, víctima de su propio éxito, Menard ya no podía compararlo con ningún otro. Esa precaria felicidad no podía durar por siempre, porque se edificaba en base a una paradoja: la reducción de su vida privada a una reclusión absoluta amplificaba el impacto de las noticias del mundo exterior del pasado-presente, que le llegaban por medio de los periódicos de época y algunas otras fuentes que su perspicaz servidora supo conseguir, o inventar.
Un día se descubrió a sí mismo vomitando; tras Cuba y Filipinas, se le antojaba incontenible el ascenso de los Estados Unidos en el concierto internacional y con ello inexorable la extinción del mundo del espíritu en el que había creído vivir. Fue un punto de inflexión; la atmósfera decadente de la Belle Epoque, y la creciente degradación de la familia imperial rusa – en la que Menard había cifrado confusas esperanzas –, completaron un cuadro que se llenaba cada vez más de hechos abrumadores. Lo invadió una repugnancia que lo deprimió profundamente. Estuvo meses envuelto en un recóndito desasosiego, arrojado a un laberinto del que, finalmente, encontró la salida saltando sus paredes.
Se daba cuenta de que jamás en su vida había tomado una decisión tan importante. Ésta lo impulsaba hacia un mundo desconocido, y para llegar a él, habría de internarse por senderos nunca pisados. Dejaría de ser un contemporáneo.
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Una mirada al interior de la guarida de Jeffrey Epstein en Manhattan

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Ohio senator introduces ‘Holly’s Act’ for woman brutally beaten in viral Cincinnati attack

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Sen. Bernie Moreno, R-Ohio, is introducing «Holly’s Act» after a woman was violently attacked by a mob in Cincinnati late last month – a move aimed at ending what he calls the justice system’s revolving door for repeat offenders.
The attack happened around 3 a.m. on July 26 at the intersection of Fourth and Elm streets in Cincinnati’s central business district.
Bystander video captured the moment a large group turned on several individuals early that morning, and in one video obtained by Fox News Digital, an unidentified man could be heard yelling racial slurs while being beaten in the street. Other footage appears to show the male victim striking a member of the group shortly before the altercation escalated.
In another video, a woman later identified only as «Holly» tried to intervene before she was slammed to the ground and knocked unconscious.
EXCLUSIVE: RAMASWAMY DECRIES ‘ANTI-LAW ENFORCEMENT CULTURE’ IN WAKE OF BRUTAL CINCINNATI BEATING
New video of the viral Cincinnati beating shows individuals yelling racial slurs as the violence unfolds. (Jay Black)
A single 911 call came several minutes after the incident, despite more than 100 people standing by, recording, or participating in the melee.
Moreno held a press conference in Cincinnati on Wednesday after meeting with city officials, the FBI special agent in charge, the future U.S. attorney, police chief and a deputy from the local sheriff’s department.
Moreno described the meeting as starting «a little rough,» but said it ended productively.
Ultimately, he said everyone at the table agreed to work together to make certain that what happened on July 26 never happens again. He also said he wants to make sure anyone who lives in Ohio can visit any of the state’s cities.
CINCINNATI VIRAL BEATING VICTIM FORCED INTO ‘SUPER-SECRET SPOT’ WITH SECURITY

Sen. Bernie Moreno speaks at a press conference alongside Holly, a victim in the viral July 26 beating in Cincinnati, at the Fraternal Order of Police headquarters in Ohio on Wednesday, Aug. 6, 2025. (Julia Bonavita/Fox News Digital)
«We’re going to talk to some of our state legislators to see if we can put something in place that I call — with her permission — ‘Holly’s Act,’ which is how we raise the bar on minimum sentences, minimum bail requirements… We’re going to end the revolving door of injustice,» Moreno said.
«Our judges can no longer hide behind their cloak, and they have to be held accountable for not upholding law and order,» he added.
Law enforcement officials risk their lives every day to arrest criminals, which involves going out and making difficult arrests. But when those criminals appear in court, judges undermine the police officers’ efforts by «giving criminals a slap on the hand,» the senator said.
«Let’s be honest, because a lot of times you guys are qualifying this as a brawl,» Moreno told reporters. «This was attempted murder of an innocent woman. And that person had a rap sheet a mile long. Nobody who has that rap sheet should be walking the streets of any Ohio city free.»
FIFTH SUSPECT ARRESTED IN VIRAL CINCINNATI BEATDOWN AS VICTIM DETAILS HER ‘ONGOING BATTLE’

Holly, a victim in the viral July 26 brawl in Cincinnati, listens as Sen. Bernie Moreno speaks at a press conference at the Fraternal Order of Police headquarters in Ohio on Wednesday, Aug. 6, 2025. (Julia Bonavita/Fox News Digital)
Standing beside Moreno was Holly, who said she was focused on reform—not reliving the trauma.
«I’m here to talk about the future and how we can change it; how we can prevent this from happening to anybody else,» she said. «These heinous crimes have to stop. You know, I never want this to happen to anyone else, especially a mother, a daughter, or somebody who is loved.»
Holly said moving forward, more police officers are needed, as is justice reform that prohibits judges from letting people out of custody with a slap on the wrist.
«The man who attacked me, and might have permanently damaged me forever, should have never been on the streets, ever,» she said. «The fact that he had just gotten out of jail previously for something he should have been in there for years. It’s really sad to me because I can’t even fathom how many other people who have been attacked by the same type of man over and over and over in Toledo, in Columbus, Cincinnati, Dayton.»
FOURTH ARREST ANNOUNCED AS INVESTIGATION INTO VIOLENT CINCINNATI BRAWL CONTINUES

Holly, a victim in the viral July 26 brawl in Cincinnati, listens as Sen. Bernie Moreno speaks at a press conference at the Fraternal Order of Police headquarters in Ohio on Wednesday, Aug. 6, 2025. (Julia Bonavita/Fox News Digital)
Holly said what upsets her most is the public’s desensitization to violence.
Holly said she hopes one day there is some sort of bill that allows someone to be prosecuted or fined if they do not call 911 first to save someone’s life.
«We all need to help each other out and start helping humanity,» she said.
One reporter asked Holly if she felt like she was going to die that night.
«I truly felt like I was going to die,» Holly said. «I’m still shocked that I didn’t—and so are my doctors.»
RAMASWAMY PLEDGES ‘RULE OF LAW’ REVIVAL AFTER VIRAL CINCINNATI MOB ATTACK

Sen. Bernie Moreno speaks about the viral beating in Cincinnati, at the Fraternal Order of Police headquarters in Ohio on Wednesday, Aug. 6, 2025. (Julia Bonavita/Fox News Digital)
Moreno told reporters that during the meeting, the attendees spoke about offering signing bonuses for police officers as a way to bring on more staff.
He said at the end of the day, a better police presence and better technology will help prevent incidents like that from July 26 from happening.
But Moreno also stressed how critically important it is for civilians to call authorities so that aid can be brought in as soon as possible.
«We’re not people that watch a woman get beaten to the inch of her life and our first instinct is to get out and videotape something so that you can be cool on Instagram,» he said. «That’s not who we are.»

A woman was violently punched in Cincinnati. (X/@Anthea06274890)
Several individuals have been charged in connection with what police describe as «a violent attack,» including Dominique Kittle, Montianez Merriweather, Jermaine Matthews, DeKyra Vernon, Aisha Devaugh and Patrick Rosemond.
Rosemond, 38, was taken into custody Monday afternoon by the FBI and Atlanta Metropolitan Major Offender’s Task Force in Fulton County, Georgia. He is charged with two counts of felonious assault and aggravated riot, according to the Cincinnati Police Department.
He is also charged with one count of fugitive from justice for a fingerprintable charge, according to the Fulton County Sheriff’s Office.
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He is currently being held in the Fulton County Jail while awaiting extradition to Ohio, police said. Rosemond is a Cincinnati resident and does not have any registered addresses in Georgia, according to records obtained by Fox News Digital.
A grand jury is scheduled to convene on Aug. 8 for the charges filed against Kittle, Vernon, Matthews and Merriweather.
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