INTERNACIONAL
Alexander Litvinenko, el disidente ruso que acusó a Putin y fue envenenado con una dosis altamente radiactiva

Un disidente poco común
Alexander Litvinenko no era un disidente común. A los 37 años, era un militar de alto grado que se desenvolvía en el corazón del aparato de seguridad ruso, la FSB, heredera directa de la famosa y temida KGB. Conocía métodos, operaciones y nombres. Durante la década de 1990, en plena Rusia convulsionada, denunció a sus superiores por corrupción y por ordenar asesinatos. Aquellas declaraciones lo pusieron en la mira de un sistema que no perdonaba a quienes rompían el pacto de silencio.
Litvinenko era incómodo, porque hablaba con datos, con documentos, y porque estaba dispuesto a señalar la línea directa que unía a ciertos grupos de inteligencia con el crimen organizado ruso. Su primera gran confrontación con la cúpula fue en noviembre de 1998, cuando, junto a varios colegas, ofreció en Moscú una conferencia de prensa denunciando que le habían ordenado asesinar al magnate Boris Berezovski. Este oligarca movió los hilos del poder en el Kremlin y se hizo multimillonarios con las privatizaciones dispuestas por el presidente Boris Yelsin en los años ´90. Pero cayó en desgracia cuando Vladimir Putin llegó a la presidencia de Rusia. Se refugió en Gran Bretaña y apareció muerto en su mansión en 2013.
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Aquella conferencia de prensa fue el principio del fin. Alexander Litvinenko todavía era teniente coronel del FSB (Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa) y estaba en actividad. La presentación, inédita en la historia reciente de los servicios secretos rusos, lo convirtió en enemigo interno. No lo arrestaron de inmediato, pero fue separado de su cargo y sometido a vigilancia constante.
Las detenciones de Alexander Litvinenko
La primera detención formal llegó el 25 de marzo de 1999. Lo acusaron de “abuso de autoridad” por supuestamente haber liberado de forma indebida a un detenido en un caso de secuestro, cuando él insistía en que había actuado dentro de la ley. Fue llevado a la prisión de Lefórtovo en Moscú, un centro gestionado por el propio FSB y famoso desde la era soviética por su régimen de aislamiento. Permaneció allí siete semanas, hasta que el 18 de mayo de 1999 un tribunal lo liberó por falta de pruebas.
Litvinenko en 1998, antes de huir de Rusia.
No pasó mucho tiempo libre. El 17 de noviembre de ese año, volvió a ser arrestado por “exceso en el ejercicio de sus funciones”. Otra vez fue enviado a Lefórtovo, donde pasó ahora tres meses, hasta que el 26 de diciembre de 1999 un tribunal ordenó su liberación.
El acoso no era solo judicial. Durante todo 2000, era seguido constantemente por coches sin matrícula o con placas falsas, a veces tan obvio que era una advertencia. Allanaron varias veces su casa alegando que eran procedimientos “administrativos”, y se llevaban documentos. Fue interrogado en distintas ocasiones por oficiales de contrainteligencia que le recordaban, de forma velada, que podían armarle un nuevo caso en cualquier momento. También hostigaban y amenazaban a su familia, a su mujer Marina y a su hijo Anatoly de 6 años. La combinación de detenciones en Lefórtovo, los procesos judiciales sin sustento y la vigilancia permanente fue cerrándole todas las salidas legales. Para mediados de 2000, entendió que ya no podía ganar tiempo con abogados ni esperar un juicio justo. Fue entonces cuando empezó a preparar el escape que culminó en noviembre de ese año.
La fuga
El cruce más crítico fue por el mar Negro. Desde un puerto en el Cáucaso ruso, la familia abordó un barco comercial que los llevó a Trabzon, ciudad portuaria del noreste de Turquía. Era el 1° de noviembre de 2000. Luego permanecieron unos días en Estambul, en una casa segura facilitada por intermediarios de confianza, donde prepararon el siguiente paso: un vuelo a Londres con escala en un país europeo para despistar.
Llegaron al aeropuerto de Heathrow en la primera quincena de noviembre de 2000 y, en cuanto pisaron suelo británico, solicitaron asilo político alegando persecución por parte del FSB. Fueron trasladados a un alojamiento para solicitantes de asilo y, tras una breve investigación, obtuvieron el estatus de refugiados en mayo de 2001. Litvinenko con su mujer, Marina, y su hijo Anatoly, al escapar al Reino Unido.
Litvinenko siempre subrayó que, en esos días en Turquía, no dejó de mirar por encima del hombro: sabía que agentes rusos operaban allí y que, si lo atrapaban antes de llegar al Reino Unido, probablemente no volvería a ser visto. Al fin, se instaló en Londres y sus denuncias continuaron.
Empezó a colaborar con los servicios de inteligencia británicos y españoles en investigaciones que seguían el dinero sucio de la mafia rusa, sus ramificaciones en Europa y sus vínculos con altos funcionarios. También se convirtió en fuente habitual de periodistas e investigadores. Moscú observaba con creciente incomodidad sus declaraciones y sus contactos. Litvinenko no solo conocía secretos: también tenía la voluntad de difundirlos y la credibilidad para que fueran escuchados. Para el Kremlin, ese hombre que había pertenecido a sus propias filas se transformó en un enemigo de alto riesgo.
Las denuncias
Sus primerias denuncias en su condición de refugiado fue con relación a los atentados con explosivos contra edificios de viviendas ocurridos en septiembre de 1999 en su país. El Kremlin dijo que esas explosiones, que dejaron alrededor de 300 muertos, habían sido obra de separatistas chechenos, pero Litvinenko sostuvo con fotos y documentos que respondían a una operación interna de los servicios de inteligencia rusos para luego echarles la culpa a los chechenos.
Esos atentados ocurrieron en una secuencia precisa: el 4 de septiembre de 1999, hubo una explosión en Buynaksk, ciudad de la república rusa de Daguestán (Cáucaso Norte). Un camión cargado de explosivos destruyó un bloque de viviendas militares, matando a 64 personas. El 9 de septiembre de 1999, hubo estallidos en un edificio de departamentos en Moscú, en la calle Guryánova. Murieron 94 personas. El 13 de septiembre del mismo año, hubo otro atentado en Moscú, en la calle Kashírskoye, donde murieron 119 personas. Y el 16 de septiembre de 1999. las explosiones se produjeron en Volgodonsk, ciudad de la región de Rostov (Rusia meridional), que mataron a 17 personas.
El episodio que Litvinenko consideró clave se produjo poco después: el 22 de septiembre, en la ciudad de Riazán (Rusia central), los vecinos detectaron sacos en el sótano de un edificio que inicialmente se creyeron llenos de explosivos. La policía local evacuó el inmueble y detuvo a tres personas, que resultaron ser agentes del FSB. Al día siguiente, la central del FSB en Moscú declaró que no era un ataque, sino un “ejercicio de entrenamiento” para probar la alerta ciudadana. Nadie en Riazán les creyó, sino que se consideró que era la prueba de que los atentados eran obra del propio Estado ruso. Alexander Litvinenko en su juventud.
En 2002, junto con Yuri Felshtinsky, publicó el libro “Blowing Up Russia: Terror from Within”, donde desarrolló esa tesis con fechas, nombres y localizaciones, acusando directamente a altos mandos del FSB y, de forma implícita, a Vladímir Putin, que en 1999 era primer ministro y director del FSB hasta agosto de ese año.
La investigación oficial rusa atribuyó todos los ataques a militantes chechenos, pero Litvinenko insistió que se trataba de un caso de terrorismo de Estado destinado a justificar otra guerra contra Chechenia (que efectivamente comenzó después de aquellos atentados) y consolidar la popularidad de Putin antes de las elecciones presidenciales de marzo de 2000.
Dos crímenes y muchas dudas
Los políticos rusos siguieron a Putin y la Duma (el parlamento) se negó a crear una comisión para investigar lo que había pasado con la explosión frustrada de Riazán. Dos diputados insistieron. Eran Serguéi Yushenkov y Yuri Shchekochijin. A Yushenkov lo asesinaron a tiros en Moscú el 17 de abril de 2003. Y Shchekochijin murió el 3 de julio de 2003 de una “extraña reacción alérgica” que sus colegas y familiares siempre consideraron un envenenamiento.
El tema “atentados de 1999” fue prácticamente borrado de los medios rusos. Documentales como Nedovedyonnoye rassledovaniye (“Investigación inconclusa”), que abordaban la tesis del FSB como autor, fueron retirados de la televisión poco antes de su emisión. Los periodistas que se acercaban demasiado a la línea de investigación de Litvinenko eran apartados de sus puestos.
En el exterior, el Kremlin utilizó un guion habitual: presentar a Litvinenko como un exagente resentido, involucrado en negocios turbios y ligado a oligarcas rusos enfrentados con Putin. El cerco también fue judicial: en 2002, cuando Litvinenko publicó “Blowing Up Russia”, Rusia pidió al Reino Unido su extradición, acusándolo de corrupción y abuso de poder en un caso supuestamente anterior a su huida. Londres lo rechazó, alegando que el pedido tenía motivaciones políticas.
Esta combinación de censura interna, eliminación de investigadores incómodos y campaña de desprestigio en el exterior, convirtió a Litvinenko en una figura problemática no solo para el Kremlin, sino también para otros gobiernos, ya que sus acusaciones implicaban a un Estado con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU en la comisión de actos de terrorismo contra sus propios ciudadanos.
Otras revelaciones
Litvinenko hizo públicas otras revelaciones que golpearon a Moscú en puntos muy sensibles, sobre todo porque involucraban operaciones encubiertas del FSB y crímenes cometidos fuera de Rusia. Reveló, por ejemplo, que los servicios de inteligencia estaban detrás del asesinato de la periodista Anna Politkóvskaya, ocurrido el 7 de octubre de 2006 en Moscú (fecha que coincidía con el cumpleaños de Vladímir Putin). Politkóvskaya era una de las voces más críticas de la guerra en Chechenia y denunciaba violaciones a los derechos humanos cometidas por fuerzas federales. Litvinenko, que mantenía contacto con ella, declaró en Londres que su muerte no podía explicarse sin la intervención o, como mínimo, el visto bueno del FSB, y que la elección de la fecha era un mensaje deliberado de poder.
Otra revelación particularmente explosiva fue su afirmación de que el FSB, tras la disolución de la URSS, había reactivado y ampliado redes de crimen organizado en Europa para financiar operaciones encubiertas y ejercer influencia política. Nombró específicamente a figuras de la mafia rusa en España, donde operaban con cobertura de inteligencia. Incluso colaboró con la Fiscalía Anticorrupción española en la causa conocida como Operación Avispa, la desarticulación de una red mafiosa rusa en España.
También denunció que el Kremlin había dado apoyo logístico y de inteligencia a grupos islamistas radicales en Oriente Medio y los Balcanes cuando eso servía a intereses estratégicos, una afirmación que, de ser cierta, contradecía el discurso oficial ruso de lucha contra el terrorismo.
La reunión fatal y el hallazgo extraordinario
El 1 de noviembre de 2006, Litvinenko recibió una invitación para reunirse con dos exagentes rusos, Andrei Lugovoi y Dmitri Kovtun, en el Pine Bar del hotel Millennium, en Mayfair. No era extraño que mantuviera encuentros con antiguos colegas, ya fuera por información o por simples gestiones personales. La reunión duró poco, en una mesa discreta del bar. Después, cada uno se retiró. Pero horas más tarde, Litvinenko comenzó a sentir un malestar que no cedía. Pensó al principio que podía tratarse de una intoxicación alimentaria. No lo era. Su estado empeoró con rapidez. Náuseas intensas, vómitos y diarrea fueron seguidos de un debilitamiento general que llamó la atención de los médicos. En pocos días, empezó a perder el cabello, su piel mostraba signos de daño y sus órganos comenzaron a fallar.
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Los médicos buscaron toxinas comunes: arsénico, talio, cianuro. No había rastros. La situación era desconcertante. El 11 de noviembre de 2006, especialistas en toxicología radiológica identificaron el agente: polonio 210, una sustancia radiactiva altamente letal. El hallazgo era extraordinario.
El polonio 210 no está disponible en laboratorios comunes ni puede conseguirse en el mercado negro convencional. Se produce únicamente en instalaciones nucleares de alta tecnología, lo que señalaba directamente a un Estado como fuente. La dosis encontrada en Litvinenko era mil veces la letal. El envenenamiento no había sido un intento fallido: era una operación de asesinato perfectamente planificada.
La policía británica comenzó una investigación compleja que combinó análisis forenses con diplomacia. La sustancia dejaba un rastro invisible para el ojo humano pero detectable con equipos especializados. Descubrieron restos de polonio en la mesa del Pine Bar, en tazas, en habitaciones del hotel y en vuelos comerciales. El mapa de contaminación radiactiva seguía los pasos de Lugovoi y Kovtun desde Londres hasta Moscú. La evidencia señalaba de manera directa a ambos como los ejecutores. El Reino Unido pidió sus extradiciones. Rusia las rechazó de plano.
El 23 de noviembre de 2006, Alexander Litvinenko murió en el University College Hospital de Londres, luego de tres semanas de agonía. Desde su cama, acusó a Vladimir Putin de haber ordenado su asesinato. Sus palabras, recogidas por amigos y periodistas, fueron reproducidas en todo el mundo. El Kremlin negó cualquier participación, pero la muerte de Litvinenko ya era un caso internacional.
Marina Litvinenko tomó un papel que pocos imaginaban
Convertida en la principal impulsora de la causa, su viuda insistió en que la justicia británica debía investigar a fondo. Durante años, sostuvo su denuncia ante gobiernos que tenían intereses económicos y diplomáticos con Rusia. Su insistencia logró que en 2014 se iniciara una investigación pública en el Reino Unido, encabezada por el juez Sir Robert Owen.
El proceso reunió pruebas, documentos, testimonios de expertos y declaraciones de testigos que confirmaban lo que Marina decía desde el primer momento: el asesinato había sido una operación de Estado. Su marido ingirió el veneno sin darse cuenta en aquella reunión del Hotel Millennium.

Marina Litvinenko durante una protesta para que la justicia británica investigara a fondo (EFE/EPA/FACUNDO ARRIZABALAGA)
En enero de 2016, el juez Owen presentó su informe final. La conclusión fue inequívoca: el asesinato de Alexander Litvinenko fue “probablemente aprobado por el presidente Vladimir Putin y por Nikolai Patrushev, jefe del Servicio Federal de Seguridad”. El dictamen no tuvo consecuencias penales porque los acusados permanecieron en Rusia, pero significó un reconocimiento oficial del crimen.
Un antes y un después en la relación entre el Reino Unido y Rusia
Fue la primera vez que se documentó de manera oficial un asesinato con polonio y se vinculó directamente a un gobierno extranjero.
Marina Litvinenko sigue siendo la voz más firme para recordar que su esposo no fue víctima de un acto aislado, sino de una política sistemática contra los disidentes y que esa política sigue viva.
En agosto de 2020, Alexéi Navalny, el opositor más visible al régimen de Vladimir Putin, cayó gravemente enfermo durante un vuelo desde Tomsk a Moscú. El avión hizo un aterrizaje de emergencia en Omsk y Navalny fue internado en estado crítico. Los médicos rusos hablaron de problemas metabólicos, pero las gestiones de su esposa Yulia y la presión internacional permitieron que fuera trasladado a Berlín, donde especialistas del hospital Charité confirmaron que estaba intoxicado con Novichok, un agente nervioso de uso militar desarrollado por la vieja Unión Soviética y ahora controlado por el Estado ruso.
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Navalny sobrevivió y desde Alemania acusó directamente a Putin de intentar asesinarlo. Regresó a Rusia en enero de 2021 y fue detenido inmediatamente en el aeropuerto de Sheremétievo. En los meses siguientes, fue condenado en juicios muy polémicos y enviado a una colonia penal. Su salud se deterioró progresivamente, en medio de denuncias de malos tratos y aislamiento. El 16 de febrero de 2024, las autoridades rusas anunciaron su muerte en prisión, alegando causas naturales, una versión que fue recibida con escepticismo por gobiernos y organismos de derechos humanos en todo el mundo.
Litvinenko y Navalny están unidos por una misma lógica de Estado, una que persigue y castiga a quienes desafían al poder. La muerte de uno en 2006 por polonio 210 y la de otro en 2024 tras sobrevivir a un envenenamiento con Novichok muestran que el mecanismo no solo sigue activo sino que mantiene su mensaje intacto: la disidencia en Rusia tiene un precio muy alto.
Alexander Litvinenko
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Lawsuits threaten to upend Alligator Alcatraz operations

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The Trump administration’s migrant detention center in the Everglades has become the subject of two lawsuits, which are threatening to derail the facility’s operations as the government employs novel tactics to crack down on immigration enforcement.
The new facility, nicknamed Alligator Alcatraz, is facing allegations that its hundreds of detainees are unable to properly communicate with lawyers, did not have access to an immigration court until recently and are living in inhumane conditions.
A second lawsuit alleges that the makeshift detention center, made up of tents and trailers and surrounded by wetlands and wildlife, is also being built unlawfully within a sensitive habitat for endangered species.
TRUMP SAYS ONLY WAY OUT OF ‘ALLIGATOR ALCATRAZ’ IS DEPORTATION
President Donald Trump, Gov. Ron DeSantis, and Secretary of Homeland Security Kristi Noem walk through a medical facility section as they tour a migrant detention center, dubbed «Alligator Alcatraz,» located at the site of the Dade-Collier Training and Transition Airport in Ochopee, Florida on July 1, 2025. (ANDREW CABALLERO-REYNOLDS/AFP via Getty Images)
The American Civil Liberties Union, which brought the first complaint on behalf of several detained migrants, saw a small setback Monday night when Judge Rodolfo Ruiz said its claims should have been brought in the Middle District of Florida rather than in the Southern District.
Ruiz, a Trump appointee, said the case must be transferred to that district, finding that the alleged violations occurred at the facility, which is located in Collier County, about 50 miles from Miami.
The ACLU, along with other groups, argued in their lawsuit that some detainees were not given the ability to communicate confidentially with an attorney and that up until recently, the Trump administration had not designated any immigration court as having jurisdiction over the detained migrants, of which there were about 700.
SELF-DEPORT OR END UP IN ‘ALLIGATOR ALCATRAZ,’ NOEM WARNS MIGRANTS DURING TRUMP VISIT

The entrance to the state-managed immigration detention center dubbed Alligator Alcatraz, located at the Dade-Collier Training and Transition Airport in the Florida Everglades on Aug. 03, 2025 in Ochopee, Florida. (Joe Raedle/Getty Image)
«This is an unprecedented situation where hundreds of detainees are held incommunicado, with no ability to access the courts, under legal authority that has never been explained and may not exist,» the plaintiffs’ attorneys wrote.
Although not part of their legal claims, the attorneys said their clients were being held in «harsh and inhumane conditions» that included one meal per day, no access to daily showers, excessive force by guards and a lack of medical care. They are «kept around the clock in a cage inside a tent,» the attorneys said.
The Department of Homeland Security, which is working in coordination with the state of Florida to build Alligator Alcatraz, disputed claims by detainees of poor conditions.

Protesters gather to demand the closure of the immigrant detention center known as «Alligator Alcatraz» at the Dade-Collier Training and Transition Airport in Ochopee, Florida, on July 22, 2025. (CHANDAN KHANNA/AFP via Getty Images)
«Here are the facts: Alligator Alcatraz does meet federal detention standards,» DHS spokeswoman Tricia McLaughlin said. «All detainee facilities are clean. Any allegations of inhumane conditions are FALSE. When will the media stop peddling hoaxes about illegal alien detention centers and start focusing on American victims of illegal alien crime?»
Gov. Ron DeSantis, a Republican, has said the facility is designed to be temporary and a means of alleviating the burden on other detention centers. DeSantis has said he hopes Alligator Alcatraz, which was constructed on an airport, will be a «force multiplier» for Trump’s aggressive deportation agenda.
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In a separate case, Judge Kathleen Williams, an Obama appointee, is considering whether Alligator Alcatraz should be halted for violating the National Environmental Policy Act.
Williams placed a 14-day hold on all construction of the facility, but that order is set to expire Aug. 21. The judge vowed to issue another order by that date, saying the temporary harm to the government caused by pausing construction was not as great as the harm that would be caused if she found a lack of compliance with environmental laws and regulations.
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Israel eliminates Gaza terrorist who took part in October attack on kibbutz, took Yarden Bibas hostage

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Israel took out a terrorist during an airstrike earlier this month who was involved in the abduction of an Israeli man on Oct. 7, 2023, authorities said Tuesday.
The strike, which occurred in Gaza on Aug. 10, killed Jihad Kamal Salem Najjar, the Israel Defense Forces (IDF) and Shin Bet, Israel’s internal security agency, announced.
«A small part of my closure happened today. Thank you to the IDF, the Shin Bet, and everyone who took part in the elimination of one of the terrorists who kidnapped me on October 7,» Yarden Bibas said in a statement provided by the Hostages and Missing Families Forum. «Thanks to you, he will not be able to harm anyone else.
EX-ISRAELI OFFICIAL OFFERS BOLD 2-PRONGED STRATEGY AS ‘THE ONLY WAY’ TO FREE HOSTAGES FROM HAMAS
Israel said Jihad Kamal Salem Najjar, a terrorist believed to have been involved in the Oct. 7, 2023 attack on Israelis, was killed in airstrikes. (Israel Defense Forces)
«Please take care of yourselves, heroes. I am waiting for full closure with the return of my friends David and Ariel, and the remaining 48 hostages,» he added.
Najjar was involved in the invasion of the Kibbutz Nir Oz, one of the hardest hit during the deadly Oct. 7 attacks, where Bibas was kidnapped. Bibas’ family was kidnapped separately and was eventually murdered while in captivity.
He spent 480 days as a hostage before he was released in January. His wife, Shiri, and their two young children, Ariel and Kfir, were killed before their bodies were returned to Israel.
While in captivity, Bibas was forced to make a hostage film in which he was seen breaking down as Hamas claimed his wife and children had been killed.
ISRAEL RECOVERS REMAINS OF THREE MORE BODIES HELD BY HAMAS: ‘NO VICTORY UNTIL LAST HOSTAGE RETURNS’

Jihad Kamal Salem Najjar is seen pictured alongside hostages. (Israeli Defense Forces)
Hamas often uses hostage videos as part of what the IDF calls «psychological terror.»
Upon his release, Bibas’ family said that «a quarter of our heart has returned to us after 15 long months. … Yarden has returned home, but the home remains incomplete.»
In the aftermath of Hamas’ attack, the Bibas family became a symbol of the terror group’s cruelty. Video footage of Shiri Bibas holding her two red-headed children in her arms went viral across the globe.

Pictures of the Bibas family and Oded Lifshitz, 84, who were kidnapped during the deadly Oct. 7, 2023 attack by Hamas and then killed, are displayed next to candles in the dining room in Kibbutz Nir Oz, after their bodies were handed over to Israel under the terms of a ceasefire between Hamas and Israel, on the day of Lifshitz’s funeral, in Kibbutz Nir Oz, Israel Feb. 25, 2025. (Reuters/Amir Cohen)
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In April, Israel said it had killed Mohammed Hassan Mohammed Awad, a senior commander in the Palestinian Mujahideen terrorist organization and who helped lead «several» attacks on the Nir Oz kibbutz.
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Una intérprete de lengua de señas se robó la atención en el show de Oasis en Dublín

Oasis sigue adelante con su gira Live ‘25, que ya suma 16 presentaciones consecutivas. Las ciudades británicas de Cardiff, Mánchester, Londres, Edimburgo y Dublin recibieron hasta ahora los conciertos de los hermanos Gallagher, quienes mantienen la solidez de su propuesta en cada escenario. En uno de los recitales recientes, en Dublín, Irlanda, un usuario de la red social X compartió un video en el que una intérprete de lengua de señas sorprendió al público por la energía y la fidelidad con la que transmitía la emoción de las canciones.
Según precisó Ken Sweeney, autor de la publicación, se trataba en realidad de tres mujeres que cumplieron ese rol durante el espectáculo. El hombre destacó su desempeño: “Me quito el sombrero para las tres intérpretes”, afirmó. Otros asistentes también reconocieron su trabajo y subrayaron que “merecen un gran reconocimiento por lo que hacen”. Incluso mencionaron que, al caer la noche, emplearon barras luminosas para que el público pudiera seguir sus movimientos.
De acuerdo con lo publicado por Rolling Stone, las intérpretes lograron captar la atención por su capacidad de trasladar la emoción de cada tema, animando la escena con bailes enérgicos y replicando gestos icónicos, como el característico movimiento de cabeza de Liam Gallagher en Morning Glory. Aunque la expectativa estaba centrada en el regreso de la banda a Irlanda, después de diecisiete años desde su última visita en 2008, la inclusión de estas intérpretes en el recital de Croke Park se convirtió en uno de los momentos más comentados.
Durante el show en Dublín, Liam dedicó “Be Here Now” a su madre Peggy, presente entre el público. Según destacó Rolling Stone, ella atravesó junto a sus hijos los años difíciles tras la disolución del grupo y también acompañó el reencuentro de los hermanos en el marco de esta gira. Además, tanto Liam como Noel ofrecieron un homenaje conjunto: interpretaron “Roll With It” en honor a sus padres, ambos de origen irlandés, como tributo al pueblo natal de su madre.
El vínculo familiar volvió a aparecer en los gestos del menor de los Gallagher. Antes de comenzar “Some Might Say”, bromeó con los asistentes al exclamar: “¡Creo que soy virgen en Croke Park! No tocamos aquí antes, ¿verdad?”. Luego agregó, entre risas, sobre su propio estado de ánimo: “Lo único que sé es que esta es la vez que más sobrio estuve en Irlanda desde que tenía cuatro o cinco años, algo así”.

El tour Live ‘25 continuará en agosto en Norteamérica, con presentaciones en Canadá, Estados Unidos y México. Posteriormente, el grupo viajará a Sudamérica. En noviembre, Oasis se reencontrará con su público argentino en el estadio de River Plate. Será la quinta visita de la banda al país, en lo que se anticipa como un espectáculo multitudinario.
Con este regreso, los Gallagher refuerzan su vigencia en los escenarios internacionales, combinando la expectativa por su reencuentro con gestos que enriquecen la experiencia de los espectadores. El trabajo de las intérpretes de lengua de señas en Croke Park no solo amplió la accesibilidad de los conciertos, sino que también aportó un matiz inédito a la celebración de la música de Oasis.

(Kevin Cummins cortesía Sony Music)
El fenómeno que acompaña a Oasis en esta gira confirma el interés que despierta la reunión de los hermanos Gallagher, más allá de las tensiones históricas que marcaron su trayectoria.
La respuesta del público en cada ciudad, junto con iniciativas como la inclusión de intérpretes de lengua de señas, muestra cómo la música de la banda logra renovarse sin perder su esencia. De cara a los próximos meses, la expectativa por sus presentaciones en América apunta a consolidar el impacto global de Live ‘25 como uno de los regresos más significativos de la escena rockera internacional.
oasis
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