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Antony Beevor: «El problema con Trump es que ni siquiera él sabe lo que hará, le encanta el caos porque siente que le da poder»

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—Usted se ha especializado en la historia de las guerras del siglo XX. ¿Qué le sorprende de las que ha visto en el XXI?

—La guerra está cambiando y muy rápido. Participo en debates con generales del ejército británico sobre este tema. Ya no veremos invasiones; habrá guerras urbanas. No será una guerra de maniobras en grandes áreas abiertas sino una lucha muy áspera en ciudades porque ellas representan los centros de poder y población. Es un gran cambio, pero no el único. En el pasado, una era se fusionaba o pasaba a otra era y era muy raro ver un cambio tipo guillotina, algo tajante. Miremos la votación de la ONU del 22 de febrero de este año cuando la administración Trump votó a favor de Rusia y Corea del Norte contra Occidente y la declaración que condenaba la guerra en Ucrania. Eso es un parteaguas: ver a una gran potencia cambiando de bando en medio de una guerra no tiene precedentes. Aunque lo que no hemos logrado entender se remonta un poco más atrás.

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—Hay que reconocer los errores que cometimos en el siglo XX. Antes de la Primera Guerra Mundial, Norman Angell escribió “La gran ilusión”, un famoso mega best seller publicado en toda Europa, argumentando que en el futuro la guerra sería imposible en el continente porque el vínculo entre los países en términos de comercio y comunicación era tan intenso que nadie podría permitírsela. Eso no funcionó, ¿verdad? E incluso vimos a Gerhard Schröder y Angela Merkel en Alemania cometiendo el mismo error con Putin, un siglo después, al abrazar a Rusia comercialmente y en términos de comunicaciones, creyendo que la guerra sería imposible.

—¿Cómo explica ese error?

—Es el error demencial de no entender la mentalidad de los dictadores. Los británicos y los franceses lo cometieron en la década de 1930: no podían imaginar que alguien fuera tan estúpido como para querer otra guerra tras la Primera Guerra Mundial. Así que nadie creyó que Hitler iba a ser un peligro. Es el sesgo de confirmación democrático: vemos las cosas a través de nuestra propia mentalidad y fracasamos al evaluar cómo los dictadores son propensos a comportarse de manera muy diferente. Ahora en el siglo XXI, deberíamos decir que estuvimos ciegos también de otra manera, al no reconocer que, si bien la Primera Guerra Mundial fue la catástrofe original del siglo XX, también la Guerra Civil Rusa contribuyó a ese círculo vicioso de miedo, debido a sus horrores, su destrucción, su crueldad. Allí surgió la división entre izquierda y derecha, rojo y blanco y luego, comunista y fascista. Incluso hoy vemos el modelo de las naciones autoritarias o los líderes autócratas uniéndose de un lado con las democracias del otro lado. Y estamos presenciando esta división: el vínculo entre Corea del Norte y Rusia e Irán y, en cierta medida, también con China.

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—¿Cree que Trump participará en el conflicto entre Israel e Irán? Y en ese caso, ¿para qué consecuencias tiene que prepararse el resto del mundo?

—El problema con Trump es que ni siquiera él sabe lo que hará porque sigue cambiando de opinión, algo desastroso para el comercio mundial, basado en la estabilidad. A Trump le encanta el caos porque siente que le da poder. Es como un niño: hay un elemento de berrinche, le encanta lanzar cosas en diferentes direcciones y ver el efecto de shock. En cuanto a Irán, es difícil saber cuál es la verdadera situación. Trump y parte de su equipo se han convencido de que los iraníes están a pocas semanas de la creación de un arma nuclear, persuadidos por Netanyahu, que lucha por su propia supervivencia. Creen que Irán representa un peligro claro y presente. Para otros es más probable que esa posibilidad llegue en seis meses, de modo que hay tiempo para la diplomacia. Estamos viendo el aislamiento estadounidense a un grado que nunca hemos visto. A Trump le gusta estar en el escenario mundial y se mueve en dos direcciones. Busca toda la atención centrada en él. Pero no sabe, realmente, si quiere ser una gran potencia exterior o si debería centrarse por completo en su agenda interna.

—Retrocedamos al ataque del 13 de junio. Netanyahu dijo que atacó para evitar que Irán fabricara armas nucleares. Pero, ¿sería posible que Irán lanzara una bomba atómica en Israel sin dañar también al mundo árabe?

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—No, por supuesto que afectaría al resto del mundo árabe y al resto del mundo islámico. No creo que tengan una bomba nuclear lista. Pero incluso si la tuvieran, ¿cómo demonios van a lanzarla? ¿Tienen el vehículo adecuado para lanzarla contra Israel? Mi sensación es que esto podría desencadenar una escalada desastrosa en la situación mundial. Porque, más o menos como en la Segunda Guerra Mundial, es una acumulación de diferentes conflictos que se unen más o menos al mismo tiempo, ya sea China-Taiwán, ya sea India-Pakistán, ya sea Medio Oriente, y así sucesivamente. Es impredecible y hay posibilidades de error que pueden llevar a la catástrofe. Hubo dos o tres ocasiones durante la Guerra Fría, sobre todo aquel famoso episodio Able Archer, unos ejercicios militares comandados por la OTAN en 1983, donde estuvimos muy cerca del Armageddon literal y la destrucción nuclear porque el carácter realista del simulacro llevó a los rusos a creer que la amenaza de guerra era real.

—¿Entiende razonable la recomendación que hizo en marzo la Comisión Europea a sus ciudadanos de armar un kit de supervivencia con víveres y elementos esenciales para resistir 72 horas por lo que pueda suceder? ¿Tiene uno en su casa?

—No, pero sigo diciéndome que debo hacer algo al respecto. Es cierto. Ya estamos en lo que se llama “la zona gris de la guerra”. Y de eso no hay duda. Estamos viendo formas de “guerra ambigua”. No solo ciberataques, también asesinatos. Vemos sabotajes en Gran Bretaña y en Europa. De hecho, principalmente, por criminales pagados por el GRU, el Departamento Central de Inteligencia ruso. Estamos viendo la flota fantasma de Putin, los petroleros y también submarinos rusos, destruyendo cables y oleoductos. Esto es literalmente el sustrato o la capa inmediatamente inferior, que siempre puede por alguna estupidez o rara imaginación, desencadenar un desarrollo adicional. Estamos en una zona muy gris y peligrosa.

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—¿Cómo imagina la evolución del conflicto palestino-israelí en Gaza y en Cisjordania?

—Me temo que hemos visto cómo los israelíes, apoyados por Trump, han destruido completa y deliberadamente la solución de dos estados. No preveo de ninguna manera un estado palestino viviendo junto a un estado israelí. Netanyahu ha calculado que al forzar las cosas —porque los ataques a Irán son una extensión de la batalla con Hamás en Gaza—, se asegura que no será derribado. Puede ser vencido democráticamente, pero habrá llevado las cosas tan lejos que incluso los israelíes más progresistas, no podrán deshacer lo que ha hecho. Esto es lo que estamos viendo. Y es una forma de dictadura. Sí, Israel es una democracia, pero es una forma de dictadura que ha asegurado que su perspectiva, la de los colonos, la de los extremistas, no podrá ser deshecha por un régimen más progresista en el futuro. Ha elegido la guerra perpetua; tal vez una guerra de bajo nivel en el futuro, en lugar de cualquier posibilidad de paz. Nunca estuvo interesado en la paz.

—Polonia se está rearmando. Hay grupos paramilitares de voluntarios entrenando en los países bálticos, temerosos de que Rusia los invada nuevamente. La guerra en Ucrania lleva más de tres años, ¿qué tan lejos o cerca está Putin de convertirse en el tipo de zar que anhela ser?

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—Putin es un oportunista en el sentido de que utilizará los símbolos y la reputación de Stalin, aunque es en esencia un imperialista ruso. Solo hay que mirar el Kremlin y ver su palacio en el Mar Negro: se ve a sí mismo como el zar Vladimir. Pero es astuto y también juega del otro lado, con la Gran Guerra Patria y el sacrificio del pueblo soviético. Tiene lo que describiríamos como una “ideología de picar y mezclar». Puede elegir y tomar lo que quiera y combinarlo. Lo alarmante es su popularidad: según el Centro Levada y otros institutos, su nivel de apoyo sigue aumentando en Rusia. Mucho dependerá del desarrollo económico, pero no vamos a ver una especie de revolución de febrero de 1917 en Rusia. Funcionan allí 24 organizaciones de seguridad diferentes porque Putin cree en dividir y gobernar. Garantizará que nadie esté en posición de desafiarlo.

—Usted ha reflexionado sobre el armamento utilizado en diversos conflictos. ¿Cómo impacta el uso de drones y celulares para matar en la forma en que pensamos la guerra?

—Hace varios años, anticipábamos un desarrollo aterrador en plataformas de armas no tripuladas. La sensación en ese momento era que los países democráticos estarían en desventaja porque iban a insistir en tener control humano y moral sobre las armas. Pero esto ha cambiado y me temo que se sentirán obligados a seguir a las autocracias, que están perfectamente felices de automatizar y no tener control moral sobre su defensa. Es muy aterrador. La precisión de la guerra de drones tiene una ventaja: probablemente serán asesinados menos civiles. Pero la forma en que se mata y se destruye, particularmente a los soldados en el campo de batalla, será horrible, en términos de lesiones corporales y muerte. Además, las decisiones se toman ahora en todas partes, justo en la primera línea. Un soldado o un sargento puede lanzar su propio dron y determinar consecuencias extraordinarias en otro sitio. Se da una extraña paradoja: por un lado, un control aumentado debido al poder electrónico, digital y la inteligencia artificial, pero, al mismo tiempo, una completa fragmentación y, por lo tanto, pérdida de control.

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—El primer ministro británico, Keir Starmer, presentó un plan para llevar la inversión en defensa gradualmente al 3% del PIB, afirmando que para disuadir al enemigo se debe estar preparado para el conflicto. ¿Coincide con eso?

—Es totalmente cierto. Pero tanto el gobierno conservador como el laborista han hablado mucho y han firmado pocos cheques. Y ese es el problema. Alemania está reaccionando rápidamente. Polonia, también. Por supuesto, cuanto más cerca estés de la frontera rusa, más rápidamente reaccionarás. Y me temo que en Gran Bretaña, y en cierta medida en Francia, y aún peor en España (que se niega a destinar el 5% del PIB como pretende la OTAN), la gente está utilizando la distancia como una excusa, diciendo: “Bueno, no tenemos que preocuparnos todavía”. Pero, ¿cuánto tiempo tenemos? No lo sabemos. Cuanto menos gastemos ahora, mayor será el precio, como descubrimos en la Segunda Guerra Mundial. Gran Bretaña no lo hubiera pasado tan mal al inicio si hubiera comenzado a invertir en 1937, cuando se estaban desarrollando nuevos aviones.

—Lipovetsky, el filósofo francés, sostiene que hoy lo que se percibe como auténtico parece haber tomado el lugar de la ideología. ¿Dónde nos sitúa esto, considerando que muchos líderes populistas llegan al poder utilizando mentiras y fake news?

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—Se puede rastrear el origen de esos cambios. Regresemos a finales de la década de 1980 y principios de la década de 1990: el colapso de la Unión Soviética y la extraordinaria coincidencia en el tiempo de la invención de Internet, el sistema bancario internacional, la globalización… Recién en 2008, con la crisis financiera, la gente comenzó a darse cuenta de que no iba a estar mejor en el futuro. El capitalismo solo podía justificarse sobre la base de que, incluso si había diferencias entre ricos y pobres, todos prosperarían. Eso ya no es cierto. Ese es el eslabón débil dentro del capitalismo y cualquier forma de justificación ideológica. Y la gente lo ha sentido. Tras la caída de la URSS, creímos que habría un mundo unipolar, sin darnos cuenta de que podría volverse multipolar. El mundo es hoy un lugar mucho más peligroso económica, social y políticamente. Por eso muchos, especialmente los jóvenes (esto también era diferente en el pasado), prefieren un gobierno autoritario, un régimen dictatorial o de derecha. Han llegado a despreciar la democracia. Es probable que veamos más y más democracias fallando. Ojalá me equivoque.

—Estoy desesperadamente preocupado por nuestros hijos, la próxima generación y lo que tendrán que enfrentar. No solo en temas de empleo y vivienda, sino también por el mundo con el que deberán lidiar. Es aterrador darse cuenta de que en el 80º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial el derecho es la fuerza. Esa idea ha regresado: si uno puede salirse con la suya, si tiene el poder, está justificado al usarlo. Lo encuentro terrorífico y moralmente repugnante.

©Clarín, 2025. Traducción de Román García Azcárate.

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Un caballero inglés fascinado por las contradicciones de Rusia

La paradoja que tironea permanentemente a los historiadores, afirma Sir Antony Beevor, es que ganan prestigio internacional investigando el pasado e ineludiblemente los medios los consultan para analizar el presente y predecir el futuro. Con todo, el autor de “Stalingrado”, bestseller global con el que ganó el Premio Samuel Johnson en 1998, se presta al juego, de buen humor, desde su casa en las afueras de Londres.

La entrevista se realiza por videollamada. Beevor, de 78 años, está en su escritorio, arropado por una biblioteca imponente, mientras la luz de la tarde se cuela por una ventana. “Me caí y me lastimé la espalda hace poco. Tengo dos fracturas en la columna”, dirá para justificar el corset verde que está obligado a usar durante la recuperación y que lo llevará, en el ping pong de respuestas breves, a escoger “sobrevivir” como desafío.

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Casado con la también historiadora Artemis Cooper, con quien tiene dos hijos, ha recibido doctorados honoris causa y becas de cinco universidades. Después de la publicación de “Rusia. Revolución y Guerra Civil 1917-1921” (Crítica), alguien podría decir que la nueva investigación de Antony Beevor supone un cambio de bando. “Pero no del todo”, afirma el historiador. “Rasputín y la caída de los Romanov”, el libro que acaba de entregar, saldrá en marzo.

—¿Por qué le interesaba trabajar sobre ese personaje?

—Siempre estuve fascinado con Rasputín desde el punto de vista de “la teoría del gran hombre”, desarrollada por Thomas Carlyle: una corriente de pensamiento de gran éxito durante el siglo XIX, para la cual la historia está determinada, sobre todo, por los grandes personajes y sus biografías. Él es un ejemplo de una persona, proveniente de Siberia, que logró un poder excepcional. ¿Cómo lo hizo? No comandaba ejércitos, no tuvo cargos políticos ni nada por el estilo. Y, sin embargo, a pesar de ser monárquico y leal, adorando al zar y a la familia imperial hizo más por destruir la mayor autocracia que haya visto el mundo que cualquier otro individuo. Me interesa el aspecto histórico y, siempre, Rusia y sus contradicciones. Fyodor Tyutchev, un poeta del siglo XIX, escribió: “Rusia no se puede entender con la mente”. Y está aquello de: “¿Alguna vez entenderemos Rusia?” No sé, en verdad, si Rusia se entiende a sí misma.

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Trayectoria

Discípulo de John Keegan, con quien estudió historia militar en Winchester y Sandhurst, Antony Beevor (Kensington, 1946) es una de las máximas autoridades internacionales sobre la Segunda Guerra Mundial. Conoce la vida militar por dentro: tras cinco años como oficial del ejército, cambió las armas por la literatura. Premiado por títulos como “Stalingrado”, “Berlín”, “La Guerra Civil Española”, “Día D” y “La Segunda Guerra Mundial”, fue nombrado caballero del imperio británico en 2017. Es autor de cuatro novelas y de 13 libros de no ficción, que se caracterizan por aportar documentos y fuentes primarias enriquecidas (archivos, diarios, testimonios). Traducido a 37 idiomas, ha vendido nueve millones de ejemplares.

Al toque

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Un proyecto: Publicar mis diarios. No espero que interesen a un editor argentino, pero quizás diviertan o intriguen a algunas personas por aquí.

Un líder: William Slim, un general británico de la Segunda Guerra Mundial, que se preocupaba por sus soldados de un modo absolutamente infrecuente.

Una comida: pasta o cualquier comida la italiana.

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Una bebida: Un buen burdeos.

Un recuerdo: Mi infancia en Italia.

Un libro: “Padres e hijos” de Iván Turguénev..

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Una película: “El año que vivimos en peligro” (1982), de Peter Weir. No soporto a Mel Gibson, pero esa es su mejor película.

Una serie: “The Jewell in the Crown” (La joya de la corona), una estupenda miniserie sobre los últimos días del Raj británico en la India.

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Al menos cinco muertos y diez heridos en un ataque israelí en la frontera entre Líbano y Siria

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Un soldado israelí cerca al frontera con Líbano (Europa Press)

Al menos cinco personas murieron y otras diez resultaron heridas en un ataque perpetrado este jueves por el Ejército de Israel en el paso fronterizo de Masnaa, que se encuentra en la gobernación libanesa de Becá (este), a pesar del alto el fuego alcanzado en noviembre de 2024.

El Ministerio de Sanidad de Líbano informó a través de un breve comunicado recogido por la agencia de noticias NNA de que se trata de un balance preliminar y sostiene que “el ataque del enemigo israelí” tuvo como objetivo un vehículo ubicado en la carretera de Masnaa. Por el momento, el Ejército de Israel no se ha pronunciado al respecto.

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Por otro lado, la cartera ministerial confirmó también la muerte de una persona en un ataque aéreo en la localidad de Kfardan, en la gobernación de Baalbek, que se encuentra en el extremo nororiental del país.

Israel justifica este tipo de ataques contra Líbano argumentando que actúa contra actividades del grupo terrorista Hezbollah y que, por ello, no viola el alto el fuego pactado en noviembre, si bien tanto Beirut como el grupo se han mostrado críticos con estas acciones, igualmente condenadas por Naciones Unidas.

El pacto, alcanzado tras meses de combates al hilo de los ataques del 7 de octubre de 2023, contemplaba que tanto Israel como Hezbollah debían retirar sus efectivos del sur de Líbano. Sin embargo, el Ejército israelí ha mantenido cinco puestos en el territorio de su país vecino, algo también criticado por las autoridades libanesas, que exige el fin de este despliegue.

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Por otra parte, el Consejo de Ministros de Líbano aprobó este jueves la propuesta de Estados Unidos sobre el desarme de Hezbollah. El anuncio se produjo tras una sesión celebrada en el Palacio de Baabda, en la que el gabinete libanés avaló los objetivos presentes en el documento presentado por el enviado estadounidense Tom Barrack.

El presidente libanés Joseph Aoun,
El presidente libanés Joseph Aoun, el primer ministro libanés Nawaf Salam y miembros del gabinete libanés se reúnen para discutir los esfuerzos para poner todas las armas en el país bajo el control del estado, en el Palacio Presidencial en Baabda, Líbano, el 5 de agosto de 2025 (REUTERS/Emilie Madi/Foto de archivo)

El ministro de Información, Paul Morcos, declaró que “el gabinete ha concluido el debate del primer punto de su sesión y ha aprobado los objetivos establecidos en la introducción del documento estadounidense para consolidar el acuerdo de cese de hostilidades”.

Morcos señaló que el gobierno sigue “a la espera de un plan de implementación del Ejército” y afirmó: “Hemos acordado poner fin a la presencia armada en todo el país, incluido Hezbollah, y desplegar el Ejército libanés en las zonas fronterizas”, según declaraciones recogidas por NNA.

El documento estadounidense propone que Líbano adopte medidas que extiendan su soberanía sobre todo su territorio, incluyendo el monopolio estatal sobre la decisión de guerra y paz, así como sobre el uso de las armas. Plantea la progresiva eliminación de la presencia armada de todas las facciones no estatales, incluido Hezbollah, la movilización del ejército en puntos clave de la frontera y la retirada de Israel de las zonas libanesas que ocupa actualmente.

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El plan insta a resolver los puntos pendientes con Israel mediante “negociaciones indirectas y medios diplomáticos”, y contempla el retorno de los residentes desplazados a sus localidades afectadas por el conflicto. También reclama una delimitación “permanente y visible” de las fronteras de Líbano con Israel y Siria. Washington ha propuesto una conferencia económica internacional para reconstruir la economía libanesa y canalizar más apoyo a las fuerzas de seguridad del país, vinculando estos pasos a la visión del expresidente Donald Trump para el desarrollo económico nacional.

El enviado estadounidense, Tom Barrack, afirmó este jueves que el gobierno libanés tomó una decisión “histórica” esta semana al avanzar hacia el desarme de Hezbollah, respaldado por Irán, tal como ha solicitado Washington.

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$30K in migrant housing aid has Dem gov on hot seat for ‘revolving door’ policy

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NEWYou can now listen to Fox News articles!

While she is shutting down her sanctuary state’s migrant shelters, critics are accusing Democratic Massachusetts Gov. Maura Healey of simply shifting the costs over to a program that makes migrants eligible to receive at least $30,000 in housing assistance over two years.

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The Boston Herald reported in June that the Healey administration had increased spending in Massachusetts’ HomeBASE program to $97 million in 2025, up from $9.5 million in 2022, according to state data.

The outlet reported that eligible families in the Massachusetts-run shelter system were being provided with $30,000 in rental assistance over two years. According to the Herald, the total caseload for HomeBASE increased under Healey from 1,473 in January 2023 to 7,767 in April 2025, more than a 400 percent increase. The outlet also said that some eligible families could qualify for an additional $15,000 in a third year of assistance but that state officials planned to pause third year assistance in July. 

After that report, Massachusetts GOP Chair Amy Carnevale commented that the HomeBASE program amounted to being «shelters by another name.»

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DHS SCOOPS UP CRIMINAL ILLEGAL IMMIGRANT SUSPECTED OF KILLING MAN ON LAWNMOWER: ‘SENSELESS TRAGEDY’

As Massachusetts Democratic Governor Maura Healey closes down the sanctuary state’s migrant shelters, she is facing criticism for simultaneously shifting costs to dramatically increase spending on a program that detractors say makes immigrants eligible to receive $30,000 in housing assistance. (Photo by Jonathan Wiggs/The Boston Globe via Getty Images and Joseph Prezzioso/AFP via Getty Images)

«Taxpayers are giving migrant families nearly limitless free rental assistance. Meanwhile, federal action means these families won’t be receiving work permits anytime soon,» she went on, adding, «The migrant shelter crisis is not over, and cost-shifting is not leadership.»

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This month, Healey announced the closure of all remaining hotel shelters in the Bay State amid the formal termination of her executive emergency focused on the state’s Biden-era migrant influx.

In a statement emailed to Fox News Digital, Carnevale said that «friends, favors, and failures continue to emerge even as she declares that the migrant crisis is over.»

«Healey should rip off the Band-Aid and tell the public whether these same oversights are occurring in the HomeBASE program,» she continued.

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TOM HOMAN PUTS SANCTUARY CITIES ‘ON NOTICE’ AS TRUMP ADMINISTRATION CRACKS DOWN ON IMMIGRATION

security guard at shelter

A security guard patrols the emergency overflow shelter for migrants at the Melnea A. Cass Recreation Complex in Boston. (Craig F. Walker/The Boston Globe via Getty Images)

«The abuse of taxpayer dollars, coupled with a stunning lack of oversight by Maura Healey and her administration, will define her legacy as governor.»

Meanwhile, Jon Fetherston, a former Massachusetts migrant shelter director who blew the whistle about rampant crime and abuse taking place in the system, commented that «instead of creating stability, HomeBase has become a revolving door of short-term rental assistance.»

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He said that because migrants often spend the bulk of their $30,000 on upfront costs, many become unable to sustain their housing within months.

«The Healey Administration’s expansion of the HomeBASE program was sold to the public as a solution, one that would save money, reduce shelter dependence, and help migrant families become self-sufficient. But the reality is far different,» he explained. «HomeBASE is now a bloated, mismanaged program that’s failing both the taxpayers who fund it and the migrants it claims to help.»

ICE RAID TIPOFFS FROM DEM LAWMAKER COULD MEAN CHARGES, SAYS DHS REP: ‘LOOKS LIKE OBSTRUCTION’

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Wu and Healey at shelter

Boston Mayor Michelle Wu and Gov. Maura Healey tour a Boston facility housing over 300 migrant families. (John Tlumacki/The Boston Globe via Getty Images)

«HomeBASE, in its current form, is a broken promise,» he said. «Taxpayers are footing a nearly $100 million bill with little transparency, no measurable outcomes and no end in sight. The promise of savings from closing hotel shelters is being quietly replaced with backdoor spending that still lacks accountability.

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«This isn’t a hand-up; it’s a setup for failure.»

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Fox News Digital reached out to Healey’s office for comment but did not receive a response by the time of publication. 

Fox News Digital’s Charles Creitz contributed to this report.

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Estos son los siete países que más plástico producen y buscan a toda costa evitar un tratado global para prohibirlo

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Seguramente, habrá notado ya, que el efecto de la contaminación por plático dejó de ser algo lejano. Basta caminar por playas despejadas, donde no hay un alma, en pleno invierno o temporada baja para ver a la olas empujar bolsas y otros restos del material en la arena. En estos días, una cumbre internacional en Ginebra busca terminar con el problema o al menos acotarlo porque contamina y mata. Pero un grupo de países presiona para que no suceda. ¿Cuáles? Los que más plástico producen, muchos de ellos, poderosos países petroleros o las principales potencias mudiales. Nada menos que la llamada «oligarquía del plástico».

Siete países, encabezados por China, Estados Unidos y Arabia Saudita, produjeron dos tercios de los cuatro tipos de plásticos más comunes en el mundo en 2024, según el gabinete británico de consultoría ambiental Eunomia y el grupo de investigación Zero Carbon Analytics.

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El estudio, difundido durante negociaciones en Ginebra entre 184 países que intentan redactar el primer tratado mundial para poner fin a la contaminación por plásticos, se centra en la producción de cuatro tipos de polímeros vírgenes: el Polietileno (PE), el Polipropileno (PP), el Polietileno tereftalato (PET), utilizado en botellas de agua, y el Poliestireno (PS).

Con un 34% de la producción de estas cuatro resinas, China es, de lejos, el primer productor, seguida por Estados Unidos (13%) y Arabia Saudita. Luego se encuentran Corea del Sur (5%), India y Japón.

Activistas de Greenpeace cuelgan un cartel que dice: el tratado de plásticos no está a la venta. Foto: AP

Alemania, único país europeo entre los diez primeros productores, se sitúa con un 2% de la producción de estos cuatro plásticos en el año pasado.

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Según otro estudio, un poco más antiguo, realizado por Wood Mackenzie, proveedor de datos energéticos, la producción de plástico también está concentrada en un pequeño número de grandes empresas, algunas de ellas estatales.

Solo 18 empresas produjeron más de la mitad de los polímeros plásticos del mundo en 2021. Según esta misma fuente el primer productor mundial es… una empresa china: el grupo estatal Sinopec (China Petroleum and Chemical Corporation), que por sí solo fabrica 5,4% del plástico producido en el planeta.

Una enormee mancha de petróleo, en una manifestación de Greenpeace, en Ginebra. Foto: EFEUna enormee mancha de petróleo, en una manifestación de Greenpeace, en Ginebra. Foto: EFE

Le siguen la petrolera estadounidense ExxonMobil (5%), la química estadounidense LyondellBasell (4,5%), el grupo petrolero estatal saudí Saudi Aramco (4,3%) y la también china PetroChina (4,2%).

En este ranking los primeros europeos son el grupo británico Ineos (2,8%) en séptima posición, el austriaco Borealis (2,3%) en décima y el francés TotalEnergies (2%) en undécima posición.

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Cumbre en Ginebra

Hasta 96 de los 180 países presentes en las negociaciones en Ginebra apoyan un tratado que implique reducciones en la producción, pero este pequeño número de potencias petroleras e industriales se oponen a ello hasta el momento, a la espera de que las negociaciones concluyan el 14 de agosto.

Montañas de residuos plásticos, en Pakistán. Foto: APMontañas de residuos plásticos, en Pakistán. Foto: AP

El Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), promotor de las negociaciones, advierte que si no hay cambios en el consumo mundial de plástico podría triplicarse para 2060, y se espera que la producción de residuos plásticos en la naturaleza aumente un 50 % para 2040.

El planeta produce actualmente 460 millones de toneladas de plástico al año, la mitad de las cuales en productos de un solo uso, y menos del 10 % de los residuos generados se recicla, por lo que numerosos de estos desechos, convertidos en microplásticos y nanoplásticos, llegan a océanos y desde allí a la cadena alimentaria.

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La negociaciones se llevan a cabo sobre la base de un borrador que al inicio de la actual ronda presentaba todavía hasta 300 puntos sin consensuar entre los Estados.

Las trabas de los países petroleros

Varios países petroleros que rechazan cualquier restricción sobre la producción de plástico están bloqueando los esfuerzos en Ginebra para alcanzar el primer tratado mundial, indicaron a AFP varias fuentes implicadas en las negociaciones.

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Plásticos acumulados en la Cinta Costera, en la bahía de Ciudad de Panamá. Foto: EFEPlásticos acumulados en la Cinta Costera, en la bahía de Ciudad de Panamá. Foto: EFE

«Es un diálogo de sordos, con muy pocas pistas para aterrizar», dijo una fuente diplomática de un país de la coalición llamada «ambiciosa», que quiere imponer en el texto final objetivos de reducción de la producción de plástico virgen (no reciclado).

Una propuesta que rechazan otro grupo de países, principalmente petroleros.

El proyecto de tratado, el primero sobre esta cuestión legalmente vinculante, busca regular a nivel mundial la producción, el consumo y el fin de vida del plástico.

Las últimas negocaciones fueron un fracaso. Tuvieron lugar a finales de 2024 en Busan, Corea del Sur.

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«Las posiciones se cristalizan», confirmó una fuente de una ONG que asistió a varias sesiones a puerta cerrada.

plastico

Los documentos presentados por las delegaciones muestran que Arabia Saudita, los países árabes, Rusia e Irán, que dicen «compartir las mismas ideas» en un grupo llamado «like minded», rechazan cualquier medida vinculante sobre la producción de plástico.

Estos países quieren que el tratado no incluya el origen petrolífero del plástico, sino que se centre únicamente en la fase final, cuando se convierte en residuo, con medidas como la financiación de la recogida, la clasificación y el reciclaje, especialmente en países en desarrollo.

Sin embargo el texto inicial para lanzar las negociaciones abarca «todo el ciclo de vida» del plástico.

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Pulseada en Ginebra

Según la fuente diplomática, si el texto solo sirve para ayudar a que los países en desarrollo gestionen mejor sus residuos, «no necesitamos un tratado internacional». «Estamos ante una pulseada con países dispuestos a que no haya tratado», asegura.

Residuos plásticos en una playa en Panamá. Foto: EFEResiduos plásticos en una playa en Panamá. Foto: EFE

Tampoco hay consenso sobre el artículo 3 del futuro tratado que establece una lista de sustancias químicas consideradas potencialmente peligrosas para el medio ambiente o la salud humana como aditivos, colorantes, contaminantes llamados «eternos» (PFAS) o ftalatos.

«Algunos no quieren ninguna lista, o que cada país pueda hacer su propia lista de productos peligrosos, lo que ya se puede hacer sin necesidad de un tratado internacional», señala la misma fuente, que además se muestra sorprendida «por la falta de apertura de China»; un país que, mientras contmina, levanta las banderas de las energías renovables y hace de los paneles solares un negocio espectacular.

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Con inforamción de EFE y AFP

Contaminación,Medio Ambiente

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