Sube la temperatura nerviosa porque se va acercando el miércoles 7, día que comenzará el Cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco. Si alguien tenía dudas, cinco bomberos que subieron al techo de la Capilla Sixtina, donde deben votar 135 cardenales menores de 80 años de edad, e instalaron la chimenea que será el único contacto con el mundo exterior durante las votaciones para elegir al nuevo Papa.

El humo negro informará que no se ha llegado a un acuerdo al quemar las papeletas de voto. Si el humo es blanco, quiere decir que se eligió al nuevo Papa, que ya aceptó, se ha vestido de blanco y se apresta a salir al balcón principal de la Basílica de San Pedro para ser anunciado a la multitud e improvisar su primer discurso.

Una insistente versión que no ha sido ni confirmada ni desmentida alarmó a todos este viernes con la noticia de que el decano actual del Sínodo, ex Secretario de Estado, Pietro Parolín, tuvo un ataque de presión alta. La versión señala que el cardenal que al parecer tiene el paquete de votos más consistentes, pero no mayoritarios, en la elección, se ha repuesto.

Este viernes debería saberse si se encuentra bien y si se lo ve recuperado o si la versión es desmentida. Pero será una prueba de qué armas comienzan a utilizarse en el Cónclave que está por comenzar.

Por la mañana de este viernes, un sacerdote comenzó a gritarles a los cardenales mientras entraban al Vaticano para la Congregación General: “¡No elijan a un modernista como Bergoglio!”. El cura, que resultó ser canadiense, fue calmado por varios policías presentes, mostró sus documentos, y después se retiró.

Otro episodio que multiplicó los comentarios lo protagonizo el cardenal Fernando Filoni al entrar al Vaticano. Rodeado por los periodistas dijo que el miércoles 7, en la primera votación “tendremos un nombre”.

Al cronista que le pedía más, el cardenal Filoni señaló: “lo lograremos, como siempre. Estos días se han conocido muchos aspectos. El Papa debe ante todo asegurar la unidad de toda la Iglesia”.

Cerca de él, el cardenal Gregorio Rosa Chávez, de 82 años, que participa de las congregaciones pero que no entra el el Cónclave por su edad, pronosticó que los cardenales electores “entrarán en la Sixtina con las ideas claras”. Agregó: “Debemos escuchar a Dios”.

El tema de la unidad de la Iglesia es recurrente en todos los cardenales que participarán en el Cónclave. El dilema ruptura o continuidad no está en discusión. Francisco deja la imagen de un gran Papa reformista. Los conservadores y tradicionalistas, que quieren frenar los impulsos de continuar con las grandes cambios, no parecen contar con una mayoría autónoma para enfrentar a los progresistas.

Pero pueden entablar tratativas para apoyar un candidato prestigios que ofrezca un menor impulso a los cambios. Francois Mabille, director del Observatorio Político de la Religión, entrevistado por la AFP, recordó que “en temas como el aborto el fin de la vida, el matrimonio de los sacerdote, la ordenación de mujeres y la homosexualidad, “no ha cambiado nada”

Algunos cardenales participantes del Cónclave hablan de “una flexibilidad más colegiada” y aceptar una mayor comunicación en los temas doctrinarios.

El cardenal francés Jean Paul Vesco, arzobispo de Argel, aseguró que el nuevo Papa “no será igual al Papa Francisco, porque la Iglesia necesita paz” y en cambio Bergoglio “la sacudió mucho”. “Creo que finalmente elegiremos un hombre de consenso».

Una parte de los progresistas recuerda que la mayoría de los cardenales bergoglianos fueron obispos y jefes de una diócesis, no teólogos, canonistas o especializados en la liturgia. El decano del Colegio Cardenalicio Giovanni Battista Re, de 91 (no participa del Cónclave por la edad), recordó que el camino del Papa Bergoglio fue enriquecido por “21 años de ministerio pastoral en Buenos Aires”.

Contra la opinión al parecer mayoritaria de los cardenales electores el arzobispo de Estocolmo, cardenal Anders Arborelius, muy escuchado en los corrillos por su pensamiento ponderado, preconizó un cónclave largo. “Los cardenales no se conocen entre ellos y necesitan tiempo para comprenderse y contarse, a fin de ver cual es la dirección que hay que tomar”.

Si en los dos primeros días no se logra dar vida al “habemus papam”, otros creen que en las negociaciones predominará el deseo de un entendimiento para evitar que la Iglesia caiga en el pozo de las divisiones internas.

Al parecer la candidatura del cardenal húngaro Peter Erdo, 72 años, no ha demostrado el dinamismo que esperaban los grupos conservadores y tradicionalistas. Hace tres días, Erdo habló a los cardenales y dijo que “en esta era de cambios rápidos, debemos mantenernos firmes en la doctrina, mientras irradia el amor de Cristo”.

Hijo de una familia muy católica, es un intelectual que habla cinco idiomas, es autor de veintitrés libros y ha escrito 250 artículos. Juan Pablo II lo hizo arzobispo de Budapest en el 2002 y cardenal un año después.

Los conservadores y tradicionalistas permanecen callados. La de Erdo es la única candidatura “lógica” de esa área. La mancha en el “curriculum” del cardenal es su silencio de no oponerse jamás al régimen cada vez más dictatorial del primer húngaro Victor Orban. Quienes condenan la actitud del cardenal primado señalan que “nunca denunció las flagrantes violaciones de derechos fundamentales cometidos por el gobierno”, subraya la teóloga Rita Perintfalvi.

El cardenal Erdo advirtió en 2015 que quien ayudaba a los inmigrantes, violando la legislación contra cualquier socorro a ellos, podía ser considerado como traficante de personas.

En los próximos días se espera en el cónclave una ofensiva de los sectores progresistas, que apoyan al candidato proyectado por el mismo Papa Francisco, el arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italia, cardenal Matteo Zuppi, llamado “Francisco II”.

También otros progresistas comienzan a apretar el acelerador, como el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, que sus partidarios llaman “el Francisco de Asia».

Patriarca de Jerusalén, cardenal Pier Battista Pizzaballa es el que parece estar mostrando un buen empuje entre los italianos. Sería un Papa joven, tiene solo 60 años.