INTERNACIONAL
De reclamar Groenlandia a generar una guerra de aranceles: así fueron los 100 días de Trump en el poder

El mundo ya no es el mismo desde que Donald Trump asumió su segundo gobierno el 20 de enero pasado, hace exactamente 100 días.
Más allá de ideologías, afinidades o antipatías, nadie puede dudar de que Trump puso a la Tierra en alerta. Nada es igual al último día de mandato de Joe Biden. En poco más de tres meses de gestión, el magnate neoyorquino simplemente tiene al mundo agarrado del cuello.
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“Trump ha sido mucho más disruptivo de lo que incluso sus mayores críticos habrían anticipado”, dijo a TN el analista Michael Hanna, director del Programa de Estados Unidos del Crisis Group, una ONG comprometida con la prevención y resolución de conflictos.
100 días de Trump: sus principales medidas, el giro político y la guerra comercial que puso en vilo al mundo
Desde su regreso a la Casa Blanca, el presidente republicano dio un giro a la política exterior estadounidense, repartió aranceles indiscriminados, sacudió los mercados y puso en la mira a millones de inmigrantes reconvertidos en enemigos públicos de su administración.
Y todo esto matizado con un discurso radical que tuvo su correlato en la política interna y reversionó la “motosierra” de Javier Milei. Con una salvedad: Trump volvió con un perfil absolutamente proteccionista y un unilateralismo que sacudió los cimientos de la diplomacia y el comercio internacional.
Baja popularidad e incertidumbre global
Los primeros 100 días sacudieron la modorra de los últimos meses de la política estadounidense.
Si bien está haciendo exactamente lo que prometió durante la campaña, comienza a perder popularidad, según reflejan los últimos sondeos de opinión. En especial, la influyente comunidad latina, que en forma creciente lo respaldó en estados clave, empieza a ver que vecinos, allegados, amigos y hasta familiares tienen miedo de ser deportados.
Trump quiere expulsar a un millón de inmigrantes este año. Decenas de miles ya fueron echados. Otros miles recibieron notificaciones que le sugieren abandonar el país antes de que la policía migratoria toque a su puerta. El miedo es la constante que rige la vida de millones de migrantes, ilegales o con permisos precarios o temporales, en su mayoria latinoamericanos. Algunos ya ni siquiera mandan a sus hijos a la escuela por temor a redadas.
En tanto, cientos de supuestos pandilleros fueron deportados a El Salvador. Alli fueron alojados en la megacárcel construida por el gobierno de Nayib Bukele, otro aliado estratégico de la nueva Casa Blanca. Otros, en su mayoría venezolanos, fueron enviados a la prisión de la base naval de Guantánamo, en el este de Cuba, antes de ser embarcados rumbo a su país natal. Un grupo de reos observa hacia afuera de su celda mientras la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, recorre el Centro de Confinamiento del Terrorismo el miércoles 26 de marzo de 2025, en Tecoluca, El Salvador. (AP Foto/Alex Brandon)
Más allá de las críticas, esta política le generó a Trump un amplio respaldo en los sectores más conservadores de la sociedad, en especial en los estados limítrofes con México, que ven a los migrantes como una amenaza a la seguridad y a su modo de vida.
En ese escenario de discursos extremos y decisiones radicales, Trump tiene el índice de aprobación más bajo en sus primeros 100 días en el gobierno comparado con cualquier otro presidente estadounidense en las últimas siete décadas. Se trata de la “luna de miel” que suele caracterizar este primer período de gestión.
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Según un sondeo de CNN, tiene un 41% de respaldo, pero bajó cuatro puntos desde marzo y siete desde fines de febrero. Alrededor del 45% desaprueba su accionar. Otra encuesta del Washington Post y ABC News sitúa la aprobación un escalón más abajo, en 39%. Muy poco para una “luna de miel”.
Tras conocer estos sondeos, Trump no se quedó callado y profundizó su guerra contra los medios, otra constante en estos primeros 100 días de gestión. “Están enfermos, no escriben casi nada más que artículos negativos sobre mí, por muy bien que me vaya (…) y son verdaderamente enemigos del pueblo”, dijo en su red Truth Social.
Y fue por más: “Son criminales pesimistas que se disculpan con sus suscriptores y lectores cuando gano las elecciones por un margen amplio, mucho mayor al que mostraron sus encuestas. Pierden mucha credibilidad y luego siguen engañando y mintiendo”, afirmó.
La locomotora Trump puso al mundo patas para arriba
El primer día de gestión fue un aviso de lo que vendría. En su regreso a la Oficina Oval, promulgó un récord de 26 decretos. Entre ellos se destacan el retiro del Acuerdo de París sobre el cambio climático y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la eliminación de la ciudadanía por nacimiento y el indulto a los asaltantes del Capitolio.
La retórica acompañó lo formal. El presidente profundizó la presión de campaña para controlar el Canal de Panamá, adueñarse de Groenlandia y convertir a Canadá en el 51° Estado de la Unión.
Pero eso fue solo el principio. Pronto cambió el rol estadounidense en la guerra en Ucrania, se acercó a Vladimir Putin y hasta humilló al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en una reunión en la Casa Blanca. Washington acorraló a Kiev para que firme un acuerdo comercial que le permita acceder a sus recursos naturales. Ahora, presiona para que el gobierno ucraniano le ceda tierras a Rusia y firme un acuerdo de paz.
Después puso sus ojos sobre Gaza. Flanqueado por Benjamin Netanyahu en la Casa Blanca, anunció que su país tomaría el control de la Franja de Gaza, expulsaría a los palestinos y desarrollaría un proyecto millonario para convertir al enclave en la “Riviera de Medio Oriente”. Y eso no fue todo. Enseguida publicó un video creado con inteligencia artificial para graficar su sueño inmobiliario. Tenía hasta una estatua con su figura de cuerpo entero.
Pero sin dudas fueron los aranceles masivos aplicados a mansalva, a aliados o rivales ideológicos, lo que trastocó el orden mundial.
Sus marchas y contramarchas, amenazas y advertencias causaron un fuerte temblor en los mercados y pusieron a los líderes mundiales a la defensiva y con graves problemas internos.
A principios de abril anunció aranceles globales que afectaron a todo el mundo. No se salvaron ni sus aliados históricos, como la Unión Europea (20%), Corea del Sur (26%) y Japón (24%), ni sus aliados ideológicos, como la Argentina de Milei (10%). Tampoco los países más vulnerables del planeta, como Camboya (49%) y Laos (48%).
Sus socios más cercanos, México y Canadá, quedaron exentos de estos gravámenes, pero aun estan vigentes los aranceles del 25% sobre bienes no cubiertos en el tratado de libre comercio regional de Norteamerica.
A su enemigo comercial e ideológico, la China comunista, le aplicó aranceles de 145%. La represalia no se hizo esperar. El gobierno chino aplicó gravamenes de 125% sobre productos estadounidenses. Trump está empeñado en librar una batalla final contra Beijing por el predominio del comercio mundial.
Los aranceles provocaron un fuerte golpe en los mercados. Ahora, rige una pausa de 90 días, hasta mediados de julio, aunque sostiene el gravamen de 10% de base que aplicó a países como la Argentina.
El objetivo es claro. El presidente estadounidense quiere negociar con cada país en condiciones de absoluta supremacía. La Casa Blanca anunció que más de 75 gobiernos, entre ellos el de Milei, se acercaron para iniciar conversaciones y fijar nuevos parámetros para el intecambio comercial bilateral. A pesar de anuncios en ese sentido salidos desde la Casa Blanca, China respondió que no mantiene un diálogo para una tregua arancelaria con Washington.
El mundo quedó shockeado. Según la BBC, los siguientes son los aranceles que están hoy vigentes:
- 10% a todas las importaciones, salvo las procedentes de Canadá y México incluidas en el acuerdo de libre comercio entre ambos países y Estados Unidos. Aquí se encuentra la Argentina.
- 25% a todas las importaciones de acero y aluminio. Este item también afecta al país.
- 25% a todas las importaciones de automóviles y recambios.
- 145% a todas las importaciones procedentes de China.
“Trump parece decidido a intentar reestructurar el orden global, a menudo mediante acciones radicales como el desmantelamiento de la USAID (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional)“, dijo Michael Hanna en su diálogo con TN.
Para el analista, “esto dista mucho de ser una versión del aislacionismo; más bien, es una versión de Estados Unidos en el mundo construida sobre el unilateralismo agresivo del mismo Estados Unidos”.
“En las últimas semanas, Trump ha trastocado la economía global con sus aranceles, y esta incertidumbre económica está creando riesgos reales para Trump, Estados Unidos y el mundo. Es posible que esto suponga un verdadero freno a su capacidad para llevar adelante su agenda», alertó.
El rol de Elon Musk: la motosierra versión estadounidense
En el orden interno, Trump parece decidido a transformar el Estado. En una versión recargada de la “motosierra” libertaria de Milei, el presidente le encargó al fundador de Tesla y actual dueño de X, Elon Musk, un ambicioso plan para recortar el gasto público.
El millonario emprendedor de origen sudafricano encabeza una comisión para la eficiencia gubernamental, conocida como DOGE. Sus funciones, según anunció el propio Trump, cesarán en los próximos meses.
Sin embargo, en estos primeros 100 días de gobierno ha dejado su impronta. Su primera medida fue enviar un correo electrónico a 2,3 millones de empleados públicos. Sin medias vueltas, les ofreció un retiro amistoso. Aquellos que rechazaban la oferta debían enviar un mail semanal con el detalle del trabajo hecho en ese período.
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Su objetivo primario era recortar dos billones de dólares en gastos federales. Pero fue rebajando esa cifra y ahora habla de 150.000 millones de dólares. Musk sostiene que hasta ahora le ahorró al Estado unos 65.000 millones de dólares a través de despidos y recortes en programas humanitarios, de diversidad, equidad, inclusión y distintos organismos.
Un informe de la consultora laboral Challenger, Gray & Christmas, publicado en marzo, reveló que los despidos en el sector federal estadounidense desde la asunción de Trump sumaron más de 62.200 en febrero. Los cesanteados trabajaban en 17 agencias diferentes del Gobierno federal. A principios de abril, otros 10.000 trabajadores fueron despedidos en el área de salud. Hoy no hay una cifra precisa de personas desvinculadas del aparato estatal.
La motosierra que le regaló Milei en un acto conservador en la Florida en febrero pasado está funcionando a tiempo completo.

El presidente argentino, Javier Milei, le regala una motosierra a Elon Musk (Foto REUTERS/Nathan Howard)
Según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, hay 2,4 millones de empleados públicos en el país. Musk quiere reducir el personal un 10%.
Pero el creador de Tesla no solo ha despedido a decenas de miles de empleados federales. También congeló fondos y subsidios que afectaron planes de ayuda humanitaria a países pobres, préstamos estudiantiles y hasta programas de investigación científica y sanitaria. También desmanteló la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), de la que dependían cientos de ONG, iniciativas humanitarias y medios de comunicación en todo el mundo.
La salida de Musk está pautada para los próximos meses. Su gestión le ha provocado fuertes pérdidas económicas personales. En Europa las ventas de sus autos eléctricos cayeron al piso. No se trata de un capricho del mercado. Es solo una mera retaliación comercial motorizada por campañas y protestas en su contra.
En el orden económico interno, más allá de los recortes públicos, la preocupación de los estadounidenses crece ante las alertas de un aumento de la inflación impusada por la política arancelaria. Gran parte de los votantes de Trump lo eligió porque pensaban que sus billetras lucirían mucho más abultadas con él en la Casa Blanca.
Pero las señales comienzan a no ser del todo claras.
“Los consumidores reportan múltiples señales de peligro que elevan el riesgo de una recesión: todas las expectativas relacionadas con las condiciones de las empresas, las finanzas personales, los ingresos, la inflación y el mercado laboral se deterioraron este mes”, precisó Joanne Hsu, directora de encuestas a los consumidores de la Universidad de Mihigan, en un estudio reciente.
La relación con Javier Milei
Más allá de los aranceles que afectan a la Argentina, en el gobierno de Milei están exultantes con la relación personal e ideológica que une al presidente argentino con Trump.
El líder republicano no ha escatimado elogios hacia su par argentino y su gobierno le dio un fuerte respaldo en las negociaciones con el FMI que derivaron en un acuerdo vital para la gestión libertaria con el desembolso inicial de 12.000 millones de dólares.
“Estoy orgulloso de vos”, le dijo Trump a Milei en Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), celebrada a fines de febrero en Washington. “Sé que lo estás haciendo fantástico. Hacer Argentina Grande Otra Vez”, aseguró, en un juego de palabras que forman la sigla MAGA (Make America Great Again, su lema de campaña).
Washington envió fuertes señales de ese acercamiento entre ambas capitales. En los últimos meses hubo varias visitas de funcionarios estadounidenses a la Argentina, como la reciente a cargo del secretario del Tesoro, Scott Bessent, a quien Milei recibió en la Casa Rosada.
El enviado norteamericano respaldó el programa económico del gobierno argentino y el nuevo esquema cambiario tras la salida del cepo. Pero no fue el único en venir hasta Buenos Aires. Esta semana llegó el jefe del Comando sur de los Estados Unidos, el almirante Alvin Holsey.
Desde Balcarse 50 consideran esencial el vínculo con la Casa Blanca. Ahora, buscan negociar un nuevo mecanismo que regule el comercio bilateral para mitigar los aranceles del 10% aplicados por Trump a las exportaciones argentinas. El objetivo de máxima sigue siendo la firma de un acuerdo de libre comercio entre ambos países, trabado por las reglas que rigen el Mercosur que obligan a negociaciones colectivas.
Milei amagó con salir del bloque, aunque finalmente aplacó su discurso. Ahora busca flexibilizar el pacto que conforma con Brasil, Paraguay y Uruguay.
Mientras tanto, Argentina negocia bajar los aranceles al 0% de varios productos en etapas. Washington hizo ocho observaciones vinculadas a tarifas e impuestos, barreras pararancelarias y fitosanitarias, prohibiciones de importaciones, licencias y restricciones de importaciones, acceso al mercado de divisas para importaciones y barreras aduaneras.
En la Casa Rosada confían en resolver estos problemas rápido. Quieren adecuar la legislación argentina a los nuevos requerimientos del presidente norteamericano. En principio, el canciller Gerardo Werthein negocia un arancel cero para 50 productos. Argentina fue de hecho uno de los primeros países en pedir el inicio de negociaciones directas.
Para Milei, el vínculo con Trump es una absoluta prioridad.
Crece la preocupación por las libertades civiles
En un marco de medidas drásticas y declaraciones radicales, han comenzado a sentirse voces que advierten sobre el riesgo que pende sobre los derechos más básicos de la población estadounidense.
Mike Zamore, director de políticas y asuntos gubernamentales de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), dijo que Trump “usa tácticas como las de los gobiernos que hacen retroceder a las democracias y que sabotean los equilibrios de poderes y el imperio de la ley”.
En concreto, Zemore mencionó la guerra declarada por el presidente contra la prestigiosa Universidad de Harvard, a la que acusa de “antisemita” y de estar en manos de la “izquierda radical”. Incluso, ordenó congelar fondos por 2200 millones de dólares destinados a esa casa de estudios.
“Lo más grave ha sido la mera idea de que el gobierno puede elegir a su antojo las ideas que merecen ser expresadas. Hay un grave peligro de que solo se admitan los puntos de vista favorables al Gobierno y esto en último término infringe las libertades y la competencia de ideas. Este ataque a la libertad académica es, además, un atropello al libre discurso, central en el sistema constitucional de Estados Unidos”, advirtió, citado por EFE.
Para el activista, “en menos de cien días, esta administración ha llevado a cabo una noción de vigilancia del pensamiento y la expresión espeluznante en el mundo académico, pero que afecta a franjas mucho más amplias de la sociedad y que, de cierto modo, recuerda mucho a lo que pasó durante el macartismo”.
“Trump no repite esquemas”
Trump ha sido, en estos 100 días, fuertemente cuestionado en todo el mundo. Pero hay otra visión del nuevo Estados Unidos que pretende construir en su segundo mandato.
El analista boliviano Erick Fajardo, consultor en comunicación política radicado en ese país y asesor del condado de Arlington (Virginia), dijo a TN que en estos primeros 100 días de gobierno “las acciones que ha tomado Trump en economía, en seguridad interna y en seguridad exterior son todo menos aquello que hubiese encajado dentro de la lógica de políticas públicas” tradicionales del bipartismo estadounidense.
“Entonces, Donald Trump hizo todo menos lo que se suponía que debía hacer desde la perspectiva del establishment: garantizar la continuidad del modelo taxativo rentista como fuente del financiamiento de un pantagruélico aparato estatal”, indicó.
Para Fajardo, “sus acciones están lejos de repetir el patrón de políticas que construyen la percepción sobre lo expectable (asumido y encuadrado por la media tradicional como el parámetro de ´lo correcto´) y lo que jamás ningún otro de los últimos cuatro gobernantes de los Estados Unidos había hecho (es decir, lo políticamente incorrecto)“. El presidente estadounidense Donald Trump llega a la Casa Blanca, en Washington, el domingo 27 de abril de 2025. (AP Foto/Manuel Balce Ceneta)
En ese escenario, el analista opinó: “Entonces, si hemos coincidido, al menos en que Trump no volvió a repetir esquemas, a darle continuidad al establishment y a ser políticamente correcto, nos resultará más fácil asumir que los indicadores de éxito/fracaso y los parámetros del establishment sobre cuán bien o cuán mal sus primeros cien días fueron son simplemente irrelevantes y reflejan apenas la frustración de un sistema político que Trump vino a destruir desde la base misma de todo estado: la economía”.
En su diálogo con TN, Fajardo dijo que “la doctrina MAGA sobre un sistema de comercio exterior basado en aranceles recíprocos golpea el sistema de recaudación que sostenía a los seis grupos financieros más poderosos (las industrias de las armas, los fármacos, los alimentos, la cooperación, la seguridad y las Hi-Tech)”.
Además, señaló que la oposición a Trump mantiene un aceitado mecanismo para desacreditar, a su juicio, cualquier logro del proyecto republicano. “Su modelo económico, sus legisladores, su burocracia estatal, sus medios de información, sus verificadoras de veracidad, sus encuestadoras y sus grupos de activistas callejeros atacan con coordinación de jauría hambrienta la posibilidad de que se consolide una percepción positiva sobre cambios estructurales gigantescos sin resultados inmediatos, pero que responden a la agenda con la que ganó las elecciones de noviembre de 2024″.
“En suma, los 100 días de Trump, necesitan ser medidos desde un parámetro completamente diferente y no desde el airado lamento de los clientes de ese sistema condenado por las reformas económicas de Trump. Los cambios introducidos por Trump no pueden ser medidos ni en la báscula ni con los indicadores del sistema globalista y sus agentes en Estados Unidos porque los cambios de Trump cambiaron todo el sistema métrico. Tan simple como eso», concluyó.
Créditos
Diseño de gráficos e infografías: Damián Mugnolo
Diseño de portada: Sebastián Neduchal
Edición: Agustina López
Donald Trump
INTERNACIONAL
Trump ordenó al Ejército atacar a los cárteles de drogas aunque no estén en territorio de Estados Unidos

El presidente Trump firmó en secreto una directiva dirigida al Pentágono para comenzar a usar la fuerza militar contra ciertos cárteles de la droga latinoamericanos que su administración considera organizaciones terroristas, según personas familiarizadas con el asunto.
La decisión de incorporar a las fuerzas armadas estadounidenses a la lucha es la medida más agresiva hasta la fecha en la creciente campaña de la administración contra los cárteles. Indica la continua disposición de Trump a usar las fuerzas militares para llevar a cabo lo que se ha considerado principalmente una responsabilidad de las fuerzas del orden: frenar el flujo de fentanilo y otras drogas ilegales.
La orden establece una base oficial para la posibilidad de operaciones militares directas en el mar y en territorio extranjero contra los cárteles.
Oficiales militares estadounidenses han comenzado a elaborar opciones sobre cómo las fuerzas armadas podrían perseguir a los grupos, según informaron las personas familiarizadas con las conversaciones, que hablaron bajo condición de anonimato para poder hablar sobre las delicadas deliberaciones internas.
Sin embargo, ordenar a las fuerzas armadas que combatan el tráfico ilícito también plantea cuestiones legales, incluyendo si se consideraría “asesinato” si las fuerzas estadounidenses, actuando al margen de un conflicto armado autorizado por el Congreso, mataran a civiles, incluso a presuntos delincuentes, que no representan una amenaza inminente.
No está claro qué han dicho los abogados de la Casa Blanca, el Pentágono y el Departamento de Estado sobre la nueva directiva, ni si la Oficina de Asesoría Legal del Departamento de Justicia ha emitido una opinión autorizada que evalúe las cuestiones legales.
Este año, Trump ya ha desplegado a la Guardia Nacional y tropas en servicio activo en la frontera suroeste para frenar el flujo de drogas y de inmigrantes, y ha intensificado la vigilancia y las medidas de interdicción de drogas.
Cuando regresó a la presidencia en enero, Trump firmó una orden que ordenaba al Departamento de Estado que comenzara a clasificar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas extranjeras.
Trump ha atacado especialmente a las organizaciones venezolanas y mexicanas. En febrero, el Departamento de Estado designó al Tren de Aragua, así como a la transnacional Mara Salvatrucha (conocida como MS-13) y a varios otros grupos como organizaciones terroristas extranjeras, diciendo que constituían “una amenaza a la seguridad nacional más allá de la que plantea el crimen organizado tradicional”.
Hace dos semanas, el gobierno de Trump añadió al Cártel de los Soles de Venezuela a una lista de grupos terroristas globales especialmente designados, afirmando que está liderado por el dictador Nicolás Maduro de Venezuela y otros altos funcionarios de su administración.
El jueves, los Departamentos de Justicia y de Estado anunciaron que el gobierno de Estados Unidos duplicará la recompensa —a 50 millones de dólares— por información que conduzca al arresto de Maduro, quien ha sido acusado formalmente de narcotráfico. El gobierno lo describió nuevamente como líder del cártel, y la fiscal general Pam Bondi afirmó que “no escapará a la justicia y rendirá cuentas por sus abyectos crímenes”.
Al preguntársele sobre la autorización del Sr. Trump para el uso de la fuerza militar contra los cárteles, Anna Kelly, portavoz de la Casa Blanca, declaró en un correo electrónico que “la principal prioridad del presidente Trump es proteger la patria, razón por la cual tomó la audaz decisión de designar a varios cárteles y bandas como organizaciones terroristas extranjeras”.
El Departamento de Defensa se negó a comentar sobre la nueva directiva.
Los ataques militares unilaterales contra los cárteles representarían una marcada escalada en el largo camino para frenar el narcotráfico, colocando a las fuerzas estadounidenses en un papel de liderazgo en primera línea contra organizaciones a menudo bien armadas y bien financiadas. Una campaña sostenida también probablemente plantearía nuevos problemas relacionados con el intento del Sr. Trump de usar las fuerzas armadas de forma más agresiva para respaldar diversas de sus políticas, a menudo frente a restricciones legales y constitucionales.
La participación militar estadounidense en el pasado en la lucha contra las operaciones antidrogas en Latinoamérica ha superado en ocasiones los límites legales. Sin embargo, esas operaciones se presentaron como un apoyo a las autoridades policiales.
En 1989, el presidente George H.W. Bush envió más de 20.000 soldados a Panamá para arrestar a su líder, Manuel Noriega, quien había sido acusado en Estados Unidos por cargos de narcotráfico.
Antes de la operación, William P. Barr, quien entonces dirigía la Oficina de Asesoría Jurídica y fue fiscal general durante el primer mandato de Trump, redactó un polémico memorando en el que afirmaba que Bush tenía la autoridad para ordenar arrestos de fugitivos en el extranjero por parte de las fuerzas del orden sin el consentimiento de otros Estados. La Asamblea General de las Naciones Unidas condenó la acción panameña como una “flagrante violación del derecho internacional”.

/ AFP PHOTO / DSK
En la década de 1990, el ejército estadounidense colaboró con las fuerzas de seguridad antidrogas de Colombia y Perú compartiendo información sobre vuelos civiles sospechosos de transportar drogas, como datos de radar e intercepciones de comunicaciones. Sin embargo, después de que esos gobiernos comenzaran a derribar dichas aeronaves, la administración Clinton suspendió la asistencia durante meses en 1994.
La Oficina de Asesoría Jurídica emitió un dictamen que indicaba que los oficiales militares que proporcionaron dicha información, a sabiendas de que se utilizaría para derribar sumariamente esas aeronaves, podrían estar exponiéndose a un procesamiento posterior. El Congreso finalmente modificó la legislación estadounidense para permitir dicha asistencia.
La Armada ha participado desde hace tiempo en la interceptación de embarcaciones en aguas internacionales sospechosas de contrabandear drogas hacia Estados Unidos. Sin embargo, los buques de guerra suelen hacerlo como parte de una operación policial, bajo el mando de un oficial de la Guardia Costera estadounidense. Según una ley de 1878 llamada Ley Posse Comitatus, generalmente es ilegal utilizar a las fuerzas armadas para desempeñar funciones policiales.
Las fuerzas armadas estadounidenses también han realizado ejercicios conjuntos de entrenamiento antidrogas con otros países, incluyendo tropas colombianas y mexicanas. Asimismo, proporcionaron equipo y aeronaves a antiguos escuadrones de la DEA que asesoraron y se desplegaron con, e incluso participaron en combates con, agentes antidrogas locales en países como Honduras. El programa finalizó en 2017.
Pero la nueva directiva de Trump parece prever un enfoque diferente, centrado en que las fuerzas estadounidenses capturen o eliminen directamente a personas involucradas en el narcotráfico. Etiquetar a los cárteles como grupos terroristas permite a Estados Unidos “utilizar otros elementos del poder estadounidense, agencias de inteligencia, el Departamento de Defensa, o lo que sea, para atacar a estos grupos si tenemos la oportunidad de hacerlo”, declaró el jueves Marco Rubio, secretario de Estado y asesor de seguridad nacional, en una entrevista con el medio católico EWTN. “Tenemos que empezar a tratarlos como organizaciones terroristas armadas, no simplemente como organizaciones de narcotráfico”.
Los especialistas legales afirmaron que, según la legislación estadounidense, imponer sanciones contra un grupo declarándolo entidad “terrorista” puede bloquear sus activos y dificultar que sus miembros realicen negocios o viajes, pero no otorga autoridad legal para realizar operaciones similares a las de tiempos de guerra contra él con la fuerza armada.
Durante su primer mandato, Trump quedó fascinado por la idea de bombardear laboratorios de drogas en México, una idea que su entonces secretario de Defensa, Mark T. Esper, calificó posteriormente de absurda en sus memorias y que provocó la indignación de las autoridades mexicanas.
Sin embargo, la idea de usar la fuerza militar arraigó entre los republicanos y se convirtió en un tema de conversación en las elecciones de 2024. Trump prometió durante la campaña desplegar tropas de Operaciones Especiales y fuerzas navales para, en sus propias palabras, declarar la guerra a los cárteles.
El contralmirante retirado James E. McPherson, quien se desempeñó como principal abogado uniformado de la Armada a principios de la década de 2000, afirmó que sería “una grave violación del derecho internacional” usar la fuerza militar en el territorio de otro país y sin el consentimiento de su gobierno, a menos que se cumplieran ciertas excepciones, pero que dichas limitaciones no se aplican a buques sin bandera en aguas internacionales.
También existen restricciones legales nacionales. El Congreso autorizó legalmente el uso de la fuerza militar contra Al Qaeda después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, pero esa autorización no se extiende a todos y cada uno de los grupos que el poder ejecutivo llama terroristas.
Eso significa que la acción militar contra los cárteles aparentemente tendría que basarse en la afirmación de la autoridad constitucional de Trump para actuar en defensa propia nacional, quizás contra las sobredosis de fentanilo. El almirante McPherson señaló que la administración ha impulsado agresivamente la comprensión amplia del poder unilateral de Trump.

No está claro qué reglas de combate regirían la acción militar contra los cárteles. Sin embargo, cualquier operación que tuviera como objetivo asesinar personas basándose en su presunta pertenencia a un cártel autorizado, y fuera del contexto de un conflicto armado, plantearía problemas legales relacionados con las leyes contra el asesinato y una orden ejecutiva de larga data que prohíbe los asesinatos, afirmó Brian Finucane, ex abogado del Departamento de Estado y especialista en leyes de guerra.
“Con la práctica tradicional del poder ejecutivo, sería difícil que un narcotraficante cualquiera cumpliera con los requisitos para la excepción de legítima defensa a la prohibición de asesinatos”, afirmó.
Alternativamente, el ejército podría llevar a cabo operaciones de captura, reservando la fuerza letal para la legítima defensa si las tropas encontraran resistencia.
Sin embargo, las capturas podrían plantear otros problemas legales complejos, añadió el Sr. Finucane, incluyendo el alcance de la capacidad del ejército para retener a prisioneros como detenidos de guerra sin autorización del Congreso. O bien, el ejército podría transferir a cualquier prisionero al Departamento de Justicia para su procesamiento en un tribunal civil.
En febrero, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, despidió a los principales abogados de las fuerzas armadas, o fiscales generales. Se supone que estos abogados uniformados de tres estrellas brindan asesoramiento independiente y apolítico sobre el derecho internacional de la guerra y las restricciones legales nacionales a las fuerzas armadas.
La administración también ha marginado en gran medida a la Oficina de Asesoría Jurídica, la rama del Departamento de Justicia que tradicionalmente actúa como un poderoso guardián del gobierno estadounidense, incluso al decidir si las políticas propuestas son legalmente permisibles.
A finales del mes pasado, el Senado confirmó a Earl Matthews como asesor general del Pentágono y a T. Elliot Gaiser para dirigir la Oficina de Asesoría Jurídica. Interpretar lo que sería legalmente permisible en términos del uso de la fuerza militar contra los cárteles podría ser una prueba temprana para los dos nuevos nombramientos.
La presión para etiquetar a los cárteles como organizaciones terroristas se ha extendido a varias con sede en México, así como a una coalición de pandillas haitianas que han contribuido a hundir a su país en el caos.
En abril, el Sr. Trump propuso a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, que permitiera al ejército estadounidense luchar contra los cárteles de la droga en territorio de su país, pero ella rechazó la idea.
Al anunciar hace dos semanas la imposición de sanciones al grupo venezolano Cártel de los Soles, el Departamento del Tesoro acusó al cártel de brindar apoyo material al Tren de Aragua y al Cártel de Sinaloa en México, lo que, según afirmó, “amenazaba la paz y la seguridad de Estados Unidos”.
Dos días después, el Sr. Rubio emitió un comunicado acusando al Sr. Maduro de fraude electoral y afirmando que no era el presidente de Venezuela y que su “régimen no es el gobierno legítimo”.
“Maduro es el líder de la organización narcoterrorista Cártel de los Soles, designada como tal, y es responsable del tráfico de drogas hacia Estados Unidos y Europa”, declaró el Sr. Rubio. “Maduro, actualmente acusado por nuestra nación, ha corrompido las instituciones venezolanas para facilitar el esquema criminal de narcotráfico del cártel hacia Estados Unidos”.
La cuestión de cómo combatir a los cárteles que trafican drogas, personas y otros bienes ilícitos ha impulsado gran parte de la política interior y exterior del Sr. Trump en su segundo mandato.
Desde el principio, Estados Unidos intensificó los vuelos secretos con drones sobre México para localizar laboratorios de fentanilo, según funcionarios estadounidenses.
El programa encubierto comenzó bajo la administración Biden, pero se intensificó bajo el gobierno de Trump, cuando él y su director de la CIA, John Ratcliffe, prometieron medidas más agresivas contra los cárteles mexicanos.
La CIA no ha sido autorizada a utilizar los drones para realizar acciones letales, y las autoridades no prevén emplear esa opción. Por ahora, los oficiales de la CIA en México transmiten la información recopilada por los drones a las autoridades mexicanas.
Además de los esfuerzos de la CIA, el Comando Norte del ejército estadounidense también ha ampliado su vigilancia de la frontera. Sin embargo, a diferencia de la agencia de espionaje, el ejército estadounidense no está entrando en el espacio aéreo mexicano. El Comando Norte ha realizado alrededor de 330 vuelos de vigilancia sobre la frontera de Estados Unidos con México utilizando una variedad de aeronaves de vigilancia, incluidos U-2, RC-135 Rivet Joints, P-8 y drones, según funcionarios militares.
© The New York Times 2025.
Politics,US
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Trump and Putin’s relationship turns sour as president pushes for resolution with Ukraine

NEWYou can now listen to Fox News articles!
While President Donald Trump previously refrained from speaking ill of Russian President Vladimir Putin, those days are over.
The ongoing war between Russia and Ukraine has changed the nature of their dynamic. Although the two appeared to get along, at least publicly, during Trump’s first administration, their relationship has unraveled as the more recent conflict persists.
In recent weeks, Trump has refused to mince his words when asked about Putin. Trump said during a Cabinet meeting July 8 he was fed up with Putin and said he was eyeing potentially imposing new sanctions on Russia.
«We get a lot of bulls— thrown at us by Putin, if you want to know the truth,» Trump said. «He’s very nice all the time, but it turns out to be meaningless.»
TRUMP MOVES NUCLEAR SUBMARINES WEEKS AFTER PRAISING SUB’S POWER IN IRAN STRIKES
While President Donald Trump previously refrained from speaking ill of Russian President Vladimir Putin, those days are over. (Kremlin Press Office / Handout/Anadolu Agency/Getty Images)
John Hardie, Russia program deputy director at the Foundation for Defense of Democracies, said Russia started to attract ire from Trump dating back to March after Ukraine agreed to a 30-day ceasefire. But Russia has failed to get on board with a ceasefire.
«Really, since then, I think Trump has come to view the Russians as the main impediment to a deal,» Hardie told Fox News Digital Thursday.
Additionally, Hardie said that Trump has also grown frustrated that Russia will launch drone and missile attacks against Ukraine, even after directly speaking with Putin.
«What he’s sort of latched on to are these Russian drone and missile barrages,» Hardie said. «That really seems to resonate with him.»
Tensions only have continued to escalate between the U.S. and Russia since the July Cabinet meeting.
Trump announced July 14 that he would sign off on «severe tariffs» against Russia if Moscow failed to agree to a peace deal within 50 days. He then dramatically reduced the deadline to only 10–12 days — which ends Friday.
The decision to reduce the timeline prompted former Russian President Dmitry Medvedev to caution that «each new ultimatum is a threat and a step towards war.»
TRUMP LIFTS VEIL ON US SUBMARINES IN WARNING SHOT TO KREMLIN IN ‘CLEVER’ REPOSITIONING MOVE

The decision to reduce the timeline prompted former Russian President Dmitry Medvedev to caution that «each new ultimatum is a threat and a step towards war.» (Sputnik/Yekaterina Shtukina/Pool via Reuters/File Photo)
In addition to economic sanctions, Trump responded to Medvedev and issued a rare statement disclosing that two U.S. Navy submarines would be moved in response to escalating threats from Russia.
«I have ordered two Nuclear Submarines to be positioned in the appropriate regions, just in case these foolish and inflammatory statements are more than just that,» Trump said Aug. 1.
Trump’s disclosure of the submarine presence puts additional pressure on Russia to come to the negotiating table, according to Bryan Clark, a retired submarine officer and director of the Hudson Institute think tank’s Center for Defense Concepts and Technology.
«We have used very sparingly submarines to try to influence adversary behavior before, but this is pretty unusual, to do it against a nuclear-powered adversary like Russia in response to a nuclear threat by Russia,» Clark told Fox News Digital Monday. «So I think this is trying to essentially push back on Russia’s frequent and long-standing threats to use nuclear weapons in part of the Ukraine conflict.»

President Donald Trump’s disclosure of the submarine presence puts additional pressure on Russia to come to the negotiating table, according to Bryan Clark, a retired submarine officer.
Momentum is picking up on negotiations though, and U.S. Special Envoy Steve Witkoff met with Putin Wednesday.
Trump said in a post on Truth Social afterward that «great progress» was made during the meeting. And now, Trump and Putin are expected to meet face to face imminently in an attempt to finally advance negotiations to end the war between Russia and Ukraine.
Still, Hardie said he is skeptical that the meeting between Putin and Trump will result in meaningful progress.
«I don’t expect a summit to produce much,» Hardie said. «And I think Putin could try to use the summit to placate Trump and kind of buy more time continues assault on Ukraine, but I think his goal is he’d love to be able to enlist Trump in his effort to impose these harsh terms on Ukraine.»
Russia has pushed for concessions in a peace deal that include barring Ukraine from joining NATO, preventing foreign peacekeeper troops from deploying to Ukraine after the conflict, and adjusting some of the borders that previously were Ukraine’s.

It’s unclear if Trump plans to announce any additional economic burdens upon Russia Aug. 8, 2025, in accordance with the deadline that he imposed demanding that Russia signal willingness to end the conflict. (Jorge Silva/Reuters)
It’s unclear if Trump plans to announce any additional economic burdens upon Russia Friday in accordance with the deadline that he imposed demanding that Russia signal willingness to end the conflict. But according to Trump, the ball is in Putin’s court.
«It’s going to be up to him,» Trump told reporters Thursday. «We’re going to see what he has to say. It’s going to be up to him. Very disappointed.»
The White House did not disclose any details regarding potential Friday sanctions, but said that Trump wants to meet with Putin and Ukrainian President Volodymyr Putin to resolve the conflict.
«The Russians expressed their desire to meet with President Trump, and the President is open to this meeting,» White House press secretary Karoline Leavitt said in a statement to Fox News Digital. «President Trump would like to meet with both President Putin and President Zelensky because he wants this brutal war to end. The White House is working through the details of these potential meetings and details will be provided at the appropriate time.»
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INTERNACIONAL
Trump to host Armenia, Azerbaijan leaders ahead of peace pledge as White House eyes Nobel Peace Prize

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President Donald Trump will host the leaders of Armenia and Azerbaijan on Friday as he looks to secure one more peace deal under his belt following fighting that reignited in 2020.
«I look forward to hosting the President of Azerbaijan, Ilham Aliyev, and the Prime Minister of Armenia, Nikol Pashinyan, at the White House tomorrow for a Historic Peace Summit,» Trump said in a Thursday night social media post.
«President Aliyev AND Prime Minister Pashinyan will join me at the White House for an official Peace Signing Ceremony,» he added. «The United States will also sign Bilateral Agreements with both Countries to pursue Economic opportunities together, so we can fully unlock the potential of the South Caucasus Region.»
Azerbaijani President Ilham Aliyev, right, and Armenian Prime Minister Nikol Pashinyan meet in Abu Dhabi, the capital of the United Arab Emirates, on July 10, 2025. (Azerbaijani Presidency/Handout/Anadolu via Getty Images)
ARMENIA AND AZERBAIJAN MOVE TOWARD NORMALIZED RELATIONS AS THE FIRST BORDER MARKER IS PLACED
Despite the president’s comments, experts familiar with the ongoing negotiations have told Fox News Digital that the leaders are not expected to sign a formalized peace agreement, but rather a letter of intent following more than a year of negotiations.
However, even as an official peace agreement is not expected to be signed, the meeting is still viewed as a major win for not only regional stability, but for Trump as well.
«I believe they’ve had a significant position in this whole process,» Matias Perttula, director of Save Armenia, told Fox News Digital. «We just returned from Armenia over the last week [where] we had several government meetings, including with the national security advisor, the president of Armenia and a couple other ministries, and from what we can tell the engagement from the Trump administration has been a lot more robust than the Biden administration.»

An Azeri serviceman stands near trenches at a former Armenian separatists military position in the village of Mukhtar (Muxtar) retaken recently by Azeri troops, during an Azeri government-organized media trip, in Azerbaijan’s controlled region of Nagorno-Karabakh, on Oct. 3, 2023. ( EMMANUEL DUNAND/AFP via Getty Images)
Azerbaijani President Ilham Aliyev and Armenian Prime Minister Nikol Pashinyan are each expected to meet with Trump prior to signing a pledge for peace between the two nations, which have been embroiled in, at times, brutal conflict since the late 1980s.
The conflict largely centered around the status of the Nagorno-Karabakh region, a mountainous area in Azerbaijan with a majority-Armenian population, but which declared independence in 1991.
While Armenia, along with the international community, never formally recognized the Nagorno-Karabakh Republic as an independent state, it became its chief financial and military backer.
The territory assumed a de facto role in Armenia until Azerbaijani forces overwhelmed the republic in a swift campaign in September 2023, prompting mass evacuations of ethnic Armenians before it was then dissolved on Jan. 1, 2024.
This region is expected to remain a major issue in the ongoing negotiations.

A protester wearing the Armenian national flag stands in front of Russian peacekeepers blocking the road outside Stepanakert, capital of the self-proclaimed Nagorno-Karabakh region of Azerbaijan, on Dec. 24, 2022. (Photo by DAVIT GHAHRAMANYAN/AFP via Getty Images)
ARMENIA’S PRIME MINISTER URGES SWIFT BORDER AGREEMENT TO AVOID CONFLICT WITH AZERBAIJAN
Though both nations announced in March that they had reached a consensus on finalizing a peace deal, several factors surrounding the mountainous area have prevented a finalized agreement from being reached, as witnessed in the July meeting between the leaders when they met in the UAE but failed to find a resolution.
Chief among Azerbaijan’s demands is that Armenia should amend its constitution and remove all references to the Nagorno-Karabakh territory. Though this demand is not a simple request that just Pashinyan can agree to as it would require a national referendum.
«There’s no legal consequence whatsoever,» Perttula told Fox News Digital, explaining that both Armenian and American legal experts have refuted the demand as inconsequential, and therefore should not serve as a precursor to reaching a formalized peace deal.
«There needs to be a real consideration for the right of return for the 120,000 Armenian Christians that were forced off the lands of Nagorno-Karabakh that has been their ancestral homeland for centuries,» Perttula added. «I think that needs to be a key point in terms of formalizing this whole peace agreement.»
«We want peace at the end of the day,» he added. «We want peace and normalization.»

Citizens visit their loved ones at Yerablur Military Cemetery who were killed recently during September in Nagorno-Karabakh. (ANTHONY PIZZOFERRATO/Middle East Images/AFP via Getty Images)
NETANYAHU SURPRISES TRUMP WITH FORMAL NOBEL PEACE PRIZE NOMINATION DURING HISTORIC WHITE HOUSE MEETING
Trump, while on the campaign trail, highlighted the Armenia-Azerbaijan conflict and accused then-Vice President Kamala Harris of doing «NOTHING as 120,000 Armenian Christians were horrifically persecuted and forcibly displaced.»
Trump said he would «work to stop the violence and ethnic cleansing, and we will restore PEACE between Armenia and Azerbaijan.»
Trump has repeatedly championed his push to end conflict across the globe and in June celebrated a peace agreement that the U.S. helped broker between the Democratic Republic of Congo and Rwanda with an Oval Office signing.
«In a few short months, we’ve now achieved peace between India and Pakistan, India and Iran, and the DRC and Rwanda, and a couple of others, also,» Trump said during the event.

President Donald Trump holds up a signed document to present to Congo’s Foreign Minister Therese Kayikwamba Wagner, right, as Rwanda’s Foreign Minister Olivier Nduhungirehe, from left, Vice President JD Vance and Secretary of State Marco Rubio watch on Friday, June 27, 2025 in the Oval Office at the White House in Washington. (AP Photo/Manuel Balce Ceneta)
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The president – who has been nominated for a Nobel Peace Prize by Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu, as well as leaders from Pakistan and Cambodia – has on several occasions argued his credentials should be recognized under the international award that has been granted to four other U.S. presidents.
In a February meeting with Netanyahu, Trump said, «They will never give me a Nobel Peace Prize. It’s too bad. I deserve it, but they will never give it to me.»
The White House last week lobbied for the president to win the award come December when White House press secretary Karoline Leavitt said, «It’s well past time that President Trump was awarded the Nobel Peace Prize.»
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