INTERNACIONAL
Despabílate amor: ¿cómo y cuándo nos despertaremos de nuestra única vida?

Lo peor que nos puede pasar es que los años pasen y nosotros como si nada. Seguir siendo los mismos salames. Ya lo dijo Eladia Blázquez: “No, permanecer y transcurrir, no es perdurar, no es existir, ni honrar la vida. Hay tantas maneras de no ser, tanta conciencia sin saber, adormecida”. Hermosa y sabia compositora argentina. Y fue hace poco que me reencontré con su música, de la mano de Fermín Prieto, increíble tenor del Teatro Colón, en una gala en el Palacio Paz. Y entonces, el interrogante: ¿estaremos honrando la vida?
Justo, por esos días, leía al filósofo francés Francois Jullien, recomendación de un psicoanalista a quien aprecio y respeto mucho. Una segunda vida, editado por Cuenco de Plata y traducido por Silvio Mattoni, está dedicado a “quien sabe leer por segunda vez” y es una invitación a la relectura, la retoma y el reenganche con la vida. “Por qué sigo viviendo? (…) es cierto que a la pregunta brutal y trivial como es, uno puede apresurarse a enterrarla, a adormecerla bajo las preocupaciones diarias. Pero corroe. Uno la lleva consigo”, asegura el autor. Y es verdad. El interrogante del sentido arde a la luz del desconcierto, la desilusión y la poca fe en que algo pueda movernos el amperímetro. Y esto sucede, sobre todo, hacia la segunda mitad de la vida, esa misma segunda vida que el francés quiere vendernos en este audaz escrito de apenas 156 páginas. Y lo consigue.
“No tenemos más que una vida, es algo evidente. No podemos salir de nuestra vida y volver a entrar. (…) No tenemos vida de recambio o de repuesto. (…) La vida no puede ser jugada de nuevo, no es una partida que podemos volver a empezar. (…) Entonces: ¿en qué medida podré recomenzar a vivir, pero en la misma continuidad de mi vida? Esa segunda vida no puede ser más que esta vida, desde el momento en que no existe otra, al mismo tiempo que se disocia lo suficiente de ella, prolongándose de manera que un nuevo comienzo pueda esbozarse”, explica Jullien en el primer capítulo. Y son 9. Así que, ¡agárrate!
Así las cosas, estimados y mientras avanzo en la lectura frenética, y subrayo frases o párrafos completos- de manera compulsiva-, tengo la ilusión de que esas palabras aniden en mi cerebro y en mi alma. Quiero tenerlas ahí por siempre. Es que las necesito y mucho. Porque: ¿quién no se ilusiona con la posibilidad de una segunda vida? Pero no. Año nuevo, vida nueva y todas esas pavadas, no. No se refiere a eso. Es otra cosa, dado que ese “nuevo comienzo” viene de la “inmanencia de la misma vida, pero que se ha elaborado hasta ese punto, se ha reflexionado y se vuelve concertada, porque ha madurado una decisión, que creció, se fortaleció, y sobre la cual uno podrá calzarse cada vez mejor para separarse un poco de sí mismo, de la adhesividad al propio pasado, y reemprender su vida. (…) Nuestra vida se vuelve a pensar, se relanza, desprende nuevas posibilidades”. Me encanta. Pero: ¿se podrá?
“Es solo por decantación de nuestra experiencia y por la distancia tomada con respecto a lo que ésta no deja de implicar y de imponer, de contener, que algo se permite estar más cerca de una iniciativa. (…) al empezar a volver sobre la vida pasada, nos acercamos más a esa capacidad de iniciar. (…) será en la reanudación de la propia vida que tal vez se corrija lo que se había elegido mal, pero sobre todo que se ponga en condiciones, por la distancia adquirida, de poder elegir lo que no lo había sido antes”, continua el filósofo. Algo así como retomar lo que dejamos atrás y darle una nueva leída. Que todo eso sirva para algo. Que podamos traerlo a la conciencia. Que se transforme en el insumo y no en el lastre. Una relectura de nuestra existencia que sirva de trampolín para dar inicio a lo que uno se proponga de ahora en más. Porque depende exclusivamente de cada uno. Y en este punto creo que todos estamos de acuerdo: para estar mejor hay que poder registrar y solo después de eso, remar.

No es magia. Es transformarse a partir de las “verdades decantadas”. Y también, y lo más evidente, es que podremos hacerlo al considerar nuestra propia muerte como la única certeza absoluta. La conciencia de muerte es lo que nos corre, además del tiempo. “Filosofar es aprender a vivir: a partir del momento en que uno efectivamente puso su muerte delante de sí, como un cráneo sobre su mesa, uno ha entrado ipso facto en una segunda vida. La primera vida es aquella en la que mirar de frente la propia muerte se evita. La segunda vida, en cambio, es aquella que se abre debido a que comencé a plantear mi muerte como cumplimiento. Porque a partir de allí se define una segunda etapa por vivir”.
Jullien plantea una diferencia importante entre la “segunda vida” y la vejez (porque no es una condición cronológica), y entre la segunda vida y la sabiduría (porque el paso del tiempo no asegura nada: hay viejos sabios, pero también hay viejos nabos). Y también dice que pasar de la primera a la segunda vida no tiene por qué ser dramático ni ruidoso. El filósofo francés lo plantea más bien como un “proceso silencioso” y gradual. Pero pasa lo siguiente: esta oportunidad no es para cualquiera y no se compra de manera virtual. Porque no todos tenemos las ganas, la visión, la voluntad o el registro que requiere poder disfrutar de un nuevo comienzo, como continuidad de la vida que veníamos transitando. Pero y entonces: ¿cómo se hace? “¡Nadaremos, nadaremos!”, decía Dory en Buscando a Nemo, “Y qué hay que hacer? Nadar, nadar, nadar”. Y me parece que la cosa es por ahí. Bucear. Remar. Y remar mucho. Y hacerlo, según revela el filósofo, con experiencia, lucidez y desprendimiento. Y a cada una de esas condiciones, le dedica un capítulo entero. “Uno deviene lúcido por experiencia y se alcanza procesualmente. La luz viene por sí misma, a partir de todo lo que se ha vivido y atravesado. La lucidez nombra la capacidad de un sujeto que accede a la segunda vida. (…) Fui conducido a ella por las experiencias atravesadas al mismo tiempo que contribuí para que fuera tomada en cuenta. Entonces la lucidez me llega por todo lo vivido. (…) Al disociarnos de la vida segura, percibimos lo que la vida es esencialmente. Enfrentarla y sacar provecho de ella es lo que desemboca en una segunda vida”. Suena difícil pero posible.
Entonces: ¿podremos- más tarde que nunca- no repetirnos sino más bien retomarnos y empezar a re-vivir? Y la respuesta está en el último capítulo, el 9, titulado Relectura, retoma y reenganche. “Cuando uno lee por primera vez, está pendiente del hilo de lo que se lee. Está a la espera de un después, que lleva más lejos. (…) La primera vez que leemos una novela podemos estar atentos a tal descripción de un rostro o de un paisaje (…)”. Pero: ¿qué ocurre con la relectura? Hace que finalmente podamos elegir esa novela. “Porque la relectura no está apurada por dar vuelta la página: la presente es su horizonte suficiente. La relectura se toma su tiempo, se demora, es meditativa- todo importa. (…) Ya no es primaria, estrecha de miras y reactiva, sino que es desprendida. La relectura no es repetición, no reproduce la primera, no la duplica, sino que la despliega”. Y es eso.
El ensayo de François Jullian, acerca de vivir la segunda vida, es una invitación a desplegar la primera. Es retomarme con la confianza de una segunda ocasión, pero esta vez sé más y entiendo mejor de qué forma depende de mí y cómo puedo abordarla. “(…) Es preciso haber dado la vuelta a la vida antes de empezar a vivir. Re vinculándose, releyéndose a medida que avanza, ya no decretada sino develada, (una vida) que comienza selectivamente a elegir con mayor lucidez”. Amén.
♦ Se formó en la Escuela Superior de París y estudió la lengua y el pensamiento chino en las universidades de Pekín y Shanghái. Es doctor en estudios del Lejano Oriente.
♦ Fue presidente de la Asociación francesa de estudios chinos, director del Departamento de estudios asiáticos de la Universidad de Paris VII y presidente del Colegio internacional de filosofía.
♦ Actualmente es profesor en la Universidad de París VII y director del Instituto del pensamiento contemporáneo y el Centro Marcel Granet y miembro senior del Instituto Universitario de Francia.
♦ Dirige L’Agenda de la pensée contemporaine, de la editorial Flammarion, además de ser consultor de empresas occidentales interesadas en establecerse en China.
INTERNACIONAL
A una semana de las elecciones en Bolivia: uno por uno, los ocho candidatos a la presidencia

Ocho candidatos disputarán la Presidencia de Bolivia el próximo domingo en las elecciones generales. Aunque en la papeleta electoral hay nueve nombres, solo ocho están en carrera tras la declinación de la postulante Eva Copa, cuando el material para la votación ya estaba impreso.
Los aspirantes son todos hombres y están entre los 36 y los 70 años. Hay cuatro que postulan a presidente por primera vez, cuatro que ocupan cargos públicos electivos, dos que vienen de una familia de políticos, un ex presidente y dos que se presentan como la renovación de la izquierda que gobierna el país desde hace 20 años. Uno de estos ocho hombres será el próximo presidente de Bolivia.

Uno de los empresarios más exitosos del país. Fue dueño de una cementera que vendió por alrededor de 300 millones de dólares, es propietario de la franquicia de Burger King en Bolivia, dueño del emblemático hotel Los Tajibos en Santa Cruz de la Sierra y entre sus últimos proyectos destacan los dos rascacielos más imponentes y modernos del país.
Aunque en la vida le fue mejor como hombre de negocios que como político, no es un novato en esas lides. Fue ministro de Planificación en la década de los 90, miembro de la Asamblea Constituyente en 2009, tres veces candidato a la Presidencia y dos a Vicepresidencia, aunque la última vez su fórmula -con Jeanine Añez como candidata a presidenta- renunció antes de la votación. En su cuarto intento por llegar a la silla presidencial, se muestra por primera vez como uno de los favoritos en las encuestas de intención de voto.

Fue presidente de Bolivia por un año (2001-2002), tras la renuncia del general Hugo Banzer, de quien fue Vicepresidente y el más joven en ocupar ese cargo, con 37 años. Fue candidato a la Presidencia en 2005, 2014 y 2020, pero en la última renunció días antes de las elecciones por su bajo desempeño en las encuestas. Es una de las voces activas de la región contra los gobiernos autoritarios de América Latina y miembro de algunas organizaciones internacionales, pero no se le conocen públicamente actividades profesionales.
El ex presidente fue uno de los actores clave en las negociaciones políticas que viabilizaron la asunción de Jeanine Añez al poder tras la renuncia de Evo Morales. Durante el gobierno interino fue nombrado “delegado internacional” para denunciar presuntas violaciones de derechos humanos cometidas por el gobierno derrocado de Morales. También es uno de los favoritos en los sondeos.

Con 70 años, es el mayor de los candidatos a la Presidencia. Reyes Villa es un militar y político boliviano con larga trayectoria. Fue alcalde de Cochabamba (centro) entre 1993 y 2000 y luego prefecto de ese departamento entre 2006 y 2008. Fue dos veces candidato a la Presidencia, en 2002 y 2009, y desde hace cuatro años ejerce otra vez el cargo de alcalde de Cochabamba.
Como opositor al Gobierno de Morales, enfrentó más de una docena de juicios en Bolivia por corrupción y malversación de fondos, y se refugió por varios años en Estados Unidos, de donde regresó durante el Gobierno de transición de Añez. En 2023, la Justicia anuló cuatro sentencias y ocho procesos en su contra, mientras crecían las críticas por haber “dividido” a la bancada de la oposición con legisladores que le respondían y favorecido de esa manera a la administración de Luis Arce.

El actual presidente del Senado tiene 36 años y es uno de los candidatos más jóvenes de la elección. Es politólogo y su liderazgo se forjó en los sindicatos cocaleros del Chapare, en el centro del país. Durante años fue considerado el sucesor político de Evo Morales, de hecho el candidato confesó haber esperado hasta el último momento para anunciar su postulación porque quería tener el respaldo de su mentor, con quien finalmente rompió por falta de acuerdos.
Aunque Rodríguez es el candidato de izquierda más aventajado en las encuestas, mostró una caída sostenida en los sondeos y enfrenta la campaña del evismo a favor del voto nulo. Andrónico, como todos le llaman en Bolivia, se presenta como la renovación de la izquierda, lo que aumenta el desafío de convencer a un electorado descontento con el manejo económico del país en los últimos años.

El ex ministro de Gobierno (Interior) de Luis Arce es el candidato del oficialista Movimiento Al Socialismo. Su sorpresiva postulación se dio luego de la renuncia del presidente Arce a la reelección y en medio de la disputa interna del partido, que quedó finalmente bajo el control legal de los aliados del primer mandatario.
Del Castillo tiene 36 años y fue una figura controversial por haber sido uno de los enemigos visibles de Morales.
Nació en Santa Cruz de la Sierra, es abogado, doctorante en Derecho Constitucional y antes de ser ministro ocupó el cargo de Oficial Mayor del Senado, en la legislatura previa a la crisis poselectoral de 2019. Sus críticos le cuestionan la forma en que fueron detenidos opositores como la expresidenta Áñez y el ex líder cívico Luis Fernando Camacho, además de haber fracasado en el operativo para detener al narcotraficante uruguayo Sebastián Marset.

Es hijo del ex presidente Jaime Paz Zamora (1989-1993) y actual senador. Nació en 1967 en España y pasó su juventud en el exilio junto a su familia, debido a los sucesivos golpes militares en Bolivia. En 2002 ingresó a la política como diputado por la ciudad sureña de Tarija y tras más de una década en la función pública, como legislador y concejal, en 2015 ganó la Alcaldía de Tarija y en 2020 fue electo senador bajo la alianza que postuló al ex presidente Carlos Mesa.
Es uno de los postulantes que más ha subido en la intención de voto según las encuestas pero está lejos de disputar la segunda vuelta, aunque podría lograr algunas diputaciones. Muchos atribuyen su subida a su candidato a vicepresidente, un capitán de la Policía que goza de popularidad en el occidente del país.

Es alcalde de Santa Cruz e hijo de Max Fernández, un empresario y popular líder político en la década de los 90. El candidato ha tenido una carrera política activa desde joven, fue concejal y tres veces alcalde de Santa Cruz, además de candidato a varios cargos públicos incluido el de presidente.
Su actual gestión como alcalde es objeto de polémica por denuncias de corrupción y promesas incumplidas. Su campaña se muestra improvisada, porque a una semana de las elecciones aún no ha definido su candidato a vicepresidente y es de conocimiento público que ha tenido reuniones con el entorno de Evo Morales. Las encuestas lo muestran como uno de los candidatos con menor porcentaje de apoyo, lo que lo podría llevar a perder incluso la sigla política.

Desconocido hasta la inscripción de las candidaturas, Aracena postula por uno de los partidos tradicionales del país, Acción Democrática Nacionalista, del extinto dictador Hugo Banzer. Es un ingeniero civil nacido en Oruro que radica en Santa Cruz, y el peor puntuado en los sondeos de intención de voto.
En el debate de candidatos organizado por el Tribunal Supremo Electoral se presentó como el candidato “emergente” de la votación y causó controversia al proponer la creación de un Ministerio de la Familia y la Religión.
Para ver los planes de gobierno de cada candidato, puedes hacer clic en este enlace.
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Quiénes son los líderes europeos que firmaron una carta pidiendo mantener la presión sobre Rusia antes de la cumbre Trump-Putin

Por ahora, posiciones irreconciliables
Donald Trump,Vladimir Putin,Rusia,Ucrania,Guerra Rusia-Ucrania,Últimas Noticias
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Líderes europeos reafirmaron su apoyo a Ucrania y llamaron a mantener la presión sobre Rusia antes de cumbre entre Trump y Putin

Los principales líderes europeos reafirmaron este domingo su apoyo a Ucrania y llamaron a mantener la presión sobre Rusia para alcanzar la paz, días antes de la reunión prevista entre los presidentes Vladimir Putin y Donald Trump el próximo 15 de agosto en Alaska.
La cumbre, anunciada por Trump el viernes, forma parte de sus esfuerzos por buscar una salida al conflicto iniciado con la invasión rusa en febrero de 2022. El encuentro se celebrará sin la presencia del presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, quien ha reclamado participar en las negociaciones.
Trump adelantó que el eventual acuerdo “incluirá algún intercambio de territorios para el beneficio de ambos”, en referencia a Ucrania y Rusia, sin dar más detalles. Zelensky rechazó esa posibilidad: “No pueden tomarse decisiones en nuestra contra, no pueden tomarse decisiones sin Ucrania. Sería una decisión contra la paz. No conseguirán nada. Los ucranianos no entregarán su tierra al ocupante”, afirmó el sábado en redes sociales.
En conversaciones separadas con Zelensky, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, expresaron su respaldo a Kiev. Macron señaló en X que “el futuro de Ucrania no puede decidirse sin los ucranianos”, mientras que Sánchez abogó por “una paz justa y duradera que respete la independencia y la soberanía” del país.

Además, los mandatarios europeos firmaron una declaración conjunta en la que sostienen que “solo un enfoque que combina una diplomacia activa, el apoyo a Ucrania y la presión sobre la Federación Rusa” podrá poner fin a la guerra. “Aplaudimos el trabajo del presidente Trump por detener la masacre en Ucrania” y “estamos listos para apoyar ese trabajo en el plano diplomático, además de mantener nuestro sustancial apoyo militar y financiero a Ucrania”, añade el texto.
Entre los firmantes figuran Macron, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; el canciller alemán, Friedrich Merz; el primer ministro polaco, Donald Tusk; el primer ministro británico, Keir Starmer; el presidente finlandés, Alexander Stubb, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
En paralelo, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, conversó el sábado por teléfono con Putin y expresó la disposición de Brasil a contribuir a una solución pacífica. Según la presidencia brasileña, el mandatario ruso agradeció el interés.
Las tres rondas de conversaciones celebradas este año entre Rusia y Ucrania no produjeron avances. Moscú exige la cesión de cuatro regiones parcialmente ocupadas —Donetsk, Lugansk, Zaporizhzhia y Kherson—, además de Crimea, anexionada en 2014, y que Kiev renuncie a suministros de armas occidentales y a su ingreso en la OTAN. Ucrania considera estas condiciones inaceptables y exige la retirada total de las tropas rusas y garantías de seguridad que incluyan más armamento y presencia militar europea.

Sobre el terreno, los combates continúan. En la región de Donetsk, bombardeos rusos mataron el sábado a cuatro personas y dejaron una veintena de heridos; en Kherson, otras dos personas murieron.
La reunión de Alaska será la primera entre presidentes en ejercicio de Estados Unidos y Rusia desde la celebrada en Ginebra en junio de 2021 entre Putin y el ex presidente Joe Biden. Trump y Putin no se encuentran cara a cara desde la cumbre del G20 en Japón en 2019, aunque han mantenido contactos telefónicos desde enero.
Los líderes europeos subrayaron que “el camino a la paz en Ucrania no puede decidirse sin Ucrania” y reiteraron su compromiso con garantías de seguridad “creíbles y robustas” para Kiev. Además, calificaron la invasión rusa como una “flagrante violación” de la Carta de la ONU, el Tratado de Helsinki de 1975, el Memorándum de Budapest de 1994 y otros compromisos internacionales suscritos por Moscú.
“Seguiremos trabajando con el presidente Trump y los Estados Unidos y con el presidente Zelensky y el pueblo ucraniano por una paz en Ucrania que proteja nuestros intereses vitales de seguridad”, concluye la declaración.
(Con información de EFE y AFP)
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