INTERNACIONAL
El caso de la chica de 16 años de Indianápolis que fue torturada y abusada por la familia que debía cuidarla

Esta, la de Sylvia Likens, es una historia atroz. Insoportable.
Cuando los policías llegaron no pudieron determinar bien cuál era la edad de la víctima. Se asombraron cuando le dijeron que la chica tenía 16. El cuerpo escuálido, muy maltratado. A la vista había decenas de quemaduras de cigarrillo, moretones en todos los miembros, laceraciones en la cara, la boca destrozada. La piel traslúcida pegada a los huesos.
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Antes de que preguntaran qué había sucedido, la dueña de casa, una mujer de 36 años pero que parecía de muchos más, se apresuró a contar que una banda de chicos, una patota juvenil, había atacado a la chica, a Sylvia. Y que no sólo la había dejado en pésimo estado, al borde de la agonía, sino que la habían marcado. Con unas señas les indicó que levantaran la remera de la chica muerta, como si eso no pudiera ser dicho en voz alta, como si no soportara escucharse diciéndolo. Una frase surcaba el pecho de la joven, un tatuaje macabro hecho a fuerza de agujas y de cortes profundos en la piel: “Soy una puta y me gusta serlo”.
Era el 26 de octubre de 1965, sesenta años atrás, en un suburbio de la ciudad de Indianápolis. Todo había empezado cuatro meses antes.
El matrimonio de Lester y Elizabeth Likens tenía cinco hijos y una situación económica muy endeble. Iban de pueblo en pueblo haciendo algunas actuaciones callejeras, vendiendo mercaderías en ferias, realizando pequeños trabajos, resistiendo como podían. A mediados de 1965 un cimbronazo: Elizabeth, la madre, fue detenida por robar comida y debía pasar unas semanas en la cárcel. El padre encontró una solución para la subsistencia de su familia. Dejó a dos de sus hijas, las menores, al cuidado de una mujer que juró se encargaría de ellas. Gertrude Baniszweski parecía una buena mujer, tenía siete hijos propios y una casa grande en Indianápolis. Lester Likens se comprometió a pagar 20 dólares por semana para la alimentación de sus hijos y ayudar en los gastos de la casa.
Sylvia Likens tenía 16 años, una enorme vitalidad y una sonrisa apretada: no quería mostrar que le faltaba uno de los dientes delanteros (se había roto en una pelea con sus hermanos y en la familia no había plata para dentistas). Su hermana Jenny tenía un año menos, era tímida y rengueaba al caminar, una secuela de la poliomielitis. La casa de la esquina de Gertrude Baniszewski, donde Sylvia Likens fue torturada y asesinada. (Foto: gentileza Indianapolis Star).
Más allá del alejamiento de su familia, para las chicas ese nuevo destino pareció al principio un oasis. Tendrían un lugar fijo de residencia, comerían todos los días, irían al colegio y tendrían muchos chicos para jugar en la casa (la edad de los hijos de Gertrude iba desde los 17 hasta un bebé de pocos meses).
Pero muy pronto, a las pocas horas de estar allí, se dieron cuenta de que nada era lo que parecía. La casa estaba en mal estado y no había comodidades para todos. Faltaban sábanas, colchones limpios y hasta utensilios de cocina.
Gertrude Baniszweski tenía 36 años y una mirada dura. No trabajaba. Vivía de lo que le pasaba el padre de cuatro de sus hijos, de una pensión y de los 20 dólares semanales que se había comprometido a pagar el padre de Sylvia y Jenny. Los problemas para las hermanas Likens comenzaron al cumplirse la primera semana de estadía.
Gertrude las convocó y muy enojada, a los gritos, les informó que su padre no había pagado el dinero comprometido. Las insultó durante un buen rato. Luego les ordenó que se levantaran las faldas y bajaran sus bombachas. Las iba a castigar pegándoles en la cola con una paleta de madera ancha y sólida. Sylvia pidió que no le hiciera nada a su hermana, más frágil que ella. La mujer aceptó de inmediato y le informó que entonces ella recibiría sola el castigo que estaba destinado a ambas. Con estoicismo Sylvia recibió todos los golpes. El cheque del padre llegó al día siguiente.
Ese incidente de violencia fue sólo un prolegómeno de lo que vendría. En los días posteriores Gertrude encontró diversos motivos para castigarla con otros paletazos o con un pesado cinturón de cuero. Sylvia (izquierda) y Jenny (derecha), fotografiadas con tres amigas en la costera ciudad de Long Beach, el domingo de Pascua de 1965. (Foto: gentileza Indianapolis Star).
La reconstrucción de lo que sucedió los siguientes cuatro meses es confusa e imprecisa. Según quien lo cuente unos hechos sucedieron antes que otros o tuvieron más participantes y culpables. Muchos de esos relatos están influidos también por las recreaciones que posteriormente hicieron la literatura y el cine de los sucesos.
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En unas pocas cosas todos coinciden, no hay disputa alguna: la víctima fue Sylvia Likens, los tormentos que recibió fueron atroces y la llevaron a su muerte en pocos meses.
Sin un orden cronológico un pequeño listado de lo que padeció Sylvia (procurando ser lo menos escatológico posible): le hicieron introducirse una botella de gaseosa en su vagina, escupían su comida, la obligaron a ingerir comida podrida y luego de que vomitara limpiar con su lengua el suelo, pasaron por su cara el excremento del pañal del bebe de la casa, tuvo que beber la orina de otros, pasó días atada a una columna en el sótano, fue pateada recurrentemente en sus genitales, fue alquilada a los jóvenes del vecindario para que hicieran con ella lo que quisieran, la quemaron con cigarrillos, le negaron la comida hasta llevarla a la inanición, la golpearon sin piedad.
La perpetradora no sólo fue Gertrude Baniszweski. Sus hijos participaron activamente. Desde la mayor Paula, de 17 años, hasta Shirley de 10. Se sumaron también el novio de Paula de 16 y un compañero de colegio que en algún momento le expresó su amor a Sylvia pero que fue rechazado por ella. Todos se sumaron a la demolición de la adolescente con una saña y un sadismo inexplicables. Era como si un acto atroz provocara el deseo, la necesidad, de que fuera continuado por uno peor.
Sylvia soportaba los tormentos de la manera que podía mientras su físico y su mente se desmoronaban. Hacía ya muchas semanas que había sido alejada del resto. A ella la confinaron en el sótano húmedo y roñoso, con las paredes descascaradas y el techo amenazando derrumbarse sobre su cabeza. El único mobiliario que tenía a su disposición era un colchón viejo, sin sábanas, y repleto de insectos.
Debido a los castigos recibidos y a las lesiones que le habían provocado comenzó a tener incontinencia urinaria. Cada vez que se hacía encima, nuevos castigos caían sobre ella.
Gertrude gritaba que la chica era una prostituta y que terminaría en el infierno (la autopsia determinó que pese a las lesiones que tenía en la vagina, el himen permanecía intacto).
Le negaron el alimento, agua y la obligaron a estar desnuda buena parte del día.
La historia de Sylvia incita el morbo de la gente. Los detalles de las torturas, de los castigos, de los vejámenes, de los abusos y hasta de las violaciones tapan el sufrimiento inimaginable de esa chica en un estado de indefensión, de desamparo inconcebible.
Sylvia Likens era una niña feliz antes de conocer a esa familia. (Foto: Sylvia Likens Memorial)
En esas pocas semanas hubo una serie de alertas que nadie quiso ver, que nadie decidió tomar en cuenta para proteger a Sylvia.
A fines de julio un religioso visitó la casa (en esas ocasiones Sylvia era escondida). El hombre vio la vivienda en malas condiciones y a Gertrude desvariando un poco, con conducta errática y a los chicos mal alimentados. Dio aviso a un funcionario de salud pública. A los pocos días llegó un asistente social que hizo unas pocas preguntas y se retiró informando que no ocurría nada extraño en esa casa. Un padre del colegio denunció que Sylvia tenía marcas extrañas en el cuerpo. Pero nadie hizo nada.
En las primeras semanas el padre de Jenny y Sylvia fue a visitarlas, pero tampoco percibió nada extraño.
Sylvia y su hermana Jenny se encontraron con su hermana mayor por la calle. Le dijeron que estaban siendo maltratadas y describieron alguno de los hechos (no los peores). La hermana creyó que estaban exagerando, que lo hacían para llamar la atención. De todas maneras a los pocos días se acercó al hogar pero le dijeron que Sylvia había salido y no la dejaron pasar con la excusa que su padre había prohibido que las dos chicas se contactaran con otro miembro de la familia sanguínea que no fuera él.
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Tiempo después los vecinos declararon haber escuchado gritos desgarradores provenientes de la casa pero que como se habían detenido relativamente rápido, no habían hecho la denuncia. Otra gente del pueblo declaró, ya en el juicio, que Sylvia tenía la boca hinchada, un ojo en compota o marcas de quemaduras en sus brazos y piernas; retrospectivamente recordaron las señales que habían dejado pasar un tiempo antes.
A Sylvia nadie la ayudó. Nadie le dio una mano para salir del infierno. Nadie se preocupó por ella.
El 22 de octubre de 1965, Gertrude llegó alterada de la calle. Reunió a sus hijos e hizo sacar a Sylvia del sótano. Ordenó que le arrancaran la ropa y con unas agujas calientes comenzó a tatuar en su pecho la frase: Soy una puta y me gusta serlo. Mientras tanto le gritaba que de esta manera ya no iba a poder estar con cualquier hombre, que le iba a dar vergüenza mostrarse desnuda frente a alguien, que ahora llevaría en la piel lo que la definía. La chica lloraba en silencio, ya sin fuerzas. A Gertrude le resultó demasiado trabajoso tatuar la frase y ordenó que terminaran la frase con cortes en la piel. Sus hijos e hijas le hicieron caso.
Después los menores intentaron grabar una S en medio de los dos pechos. Una S de Slave (esclava).
La dejaron tirada en el sótano. Sólo su hermana Jenny trató de cuidarla y no se separó de ella. El sótano donde fue encontrada Sylvia Likens. (Foto: captura de YouTube)
Al día siguiente Gertrude y sus hijos sentaron a la fuerza a Sylvia en una mesa y le dictaron una carta dirigida a sus padres. Allí contaba una historia inventada en la que una pandilla de chicos después de que ella había aceptado dinero para subir a un auto, la había atacado, violado y marcado en el pecho. También reconocía que había hecho enojar muchas veces de manera injustificada a Gertrude y pedía perdón por eso.
Gertrude creyó que esa carta sería su salvoconducto, la coartada perfecta si alguien preguntaba por el deplorable estado de la chica que estaba a su cuidado.
Los días siguientes Sylvia fue golpeada con palos, empujada por las escaleras, bañada con mangueras de agua helada. Ataques que sólo aceleraban su agonía. La chica había perdido todo impulso vital, se lo habían arrancado de su cuerpo deshecho, de su alma.
La mañana del 26 de octubre se desvaneció y ya no pudieron despertarla. Hubo intentos de reanimación, gritos, otros manguerazos pensando que fingía, más golpes. Hasta que se convencieron de que la chica de 16 años estaba muerta. De que la habían matado.
Después vino el llamado a la policía, la mentira sobre la patota, la carta apócrifa.
La policía llegó rápido a la verdad. Ayudó Jenny que cuando quedó fuera del escrutinio de Gertrude les dijo a los investigadores que si la sacaban de allí, ella les contaría todo. Richard Hobbs y Gertrude Baniszewski en una audiencia ante un juez del Tribunal Municipal. 1 de noviembre de 1965. (Foto: gentileza The Indianapolis News).
La autopsia habló de hemorragia cerebral, shock, infecciones y desnutrición. Los forenses encontraron más de 100 quemaduras, daño muscular severo, algunas fracturas e inflamación en la vagina, entre otras cosas.
Todos los integrantes de la casa fueron detenidos. Gertrude trató de volcar toda la culpa en Paula, su hija mayor, quien reconoció haber dado varias golpizas a Sylvia. Ambas fueron condenadas a cadena perpetua.
Los varones (también un amigo de los chicos y el novio de una de las chicas) de entre 16 y 12 años fueron puestos en institutos para menores.
El fiscal dijo que el de Sylvia fue el caso con mayor sadismo en el que participó en sus cuatro décadas en la justicia. En Indiana no recuerdan un hecho criminal tan espeluznante.
Asesinato, tortura, secuestrada
INTERNACIONAL
Elecciones en Nueva York: en un enorme revés para Trump, Zohran Mamdani se anotó un contundente triunfo
INTERNACIONAL
Economic anxiety keys Dem sweep in high-stakes races as left leverages voter frustration

NEWYou can now listen to Fox News articles!
Democrats claimed victory in a trio of high-stakes elections that largely focused on economic anxiety and affordability issues.
New Jersey Democratic Rep. Mikie Sherrill defeated Republican gubernatorial candidate Jack Ciattarelli in the New Jersey governor’s race, while former Democratic Rep. Abigail Spanberger defeated Republican challenger Winsome Earle-Sears in the Virginia gubernatorial race. In the Empire State, Socialist New York City mayoral candidate Zohran Mamdani claimed victory over former New York Gov. Andrew Cuomo, who ran as an independent, and Republican Curtis Sliwa.
The three sweeps come as Republicans worked to make inroads in the historically liberal or left-leaning jurisdictions, including campaigning on lowering taxes.
In all three elections, the economy and affordability were top concerns, according to polling data, with the liberal candidates leaning into blaming the White House for economic anxiety.
TRUMP LOOMS LARGE OVER KEY ELECTION DAY 2025 CONTESTS DESPITE NOT BEING ON BALLOT
New York City Democratic mayoral nominee Zohran Mamdani speaks during an interview on Fox News’ «The Story with Martha MacCallum,» Oct. 15, 2025, in New York City. (Evan Agostini/Invision/The Associated Press)
In New Jersey, voters reported that the state’s notoriously high taxes and the economy were their top issues heading into the polling stations, according to Fox News Voter Poll data. In Virginia, half of voters reported that the economy was their top issue, more than double the number who reported healthcare as their top concern, according to Fox polling data.
In New York City, affordability was by far voters’ top concern, according to Fox News Voter Poll data, with Mamdani notching a significant win over his challengers. Mamdani ran on policies such as city-run groceries to lower food costs, eliminating bus fares, implementing rent freezes on rent-stabilized units and other affordable housing proposals.
Voters responded by voting for Democrats following President Donald Trump’s decisive win over former Vice President Kamala Harris just more than a year ago in a federal election that also focused on the economy amid spiraling inflation woes.

Virginia Democratic gubernatorial candidate, former Rep. Abigail Spanberger celebrates as she takes the stage during her election night rally at the Greater Richmond Convention Center Nov. 4, 2025. (Win McNamee/Getty Images)
Trump and other conservatives have railed against Mamdani as a «communist» who threatens New York City’s massive economy and a symbol of American capitalism, while left-wing supporters have championed he will ease the cost burden on residents facing sky-high rent, taxes and food costs.
TRUMP IGNORES ELECTIONS AS DEMOCRATS STUMBLE ON THE WAY TO LIKELY VICTORIES
«Zohran Mamdani, a 100% Communist Lunatic, has just won the Dem Primary, and is on his way to becoming Mayor,» Trump wrote on Truth Social in June. «We’ve had Radical Lefties before, but this is getting a little ridiculous. He looks TERRIBLE, his voice is grating, he’s not very smart.»
The trio of high-profile Democrats who won their elections campaigned in part against Trump administration policies and affordability woes.

Rep. Mikie Sherrill, Democratic gubernatorial candidate for New Jersey, checks-in to cast her ballot at a polling location inside Hillside Elementary School in Montclair, New Jersey, Nov. 4, 2025. (John Lamparski/Bloomberg via Getty Images)
«Donald Trump needs to answer directly to Virginians on why he is actively cutting Virginia jobs and hurting the Virginia economy,» Spanberger said in October. «The Trump Administration has taken a sledgehammer approach to governing that has hurt Virginia’s workers, businesses, and economy.»
Sherrill pitched the current economy as a «catastrophe,» including claiming Trump’s tariffs would be disastrous.
DEMOCRAT IN KEY GOVERNOR RACE KEEPS DISTANCE FROM NYC’S MAMDANI
«Donald Trump just implemented the biggest tax increase in my lifetime — an economic catastrophe for New Jersey families,» Sherrill said in April as Trump announced increased tariffs on foreign nations. «This will raise costs to the tune of almost $4,000 per year, and many companies have already announced layoffs. No wonder the Wall Street Journal called it the ‘dumbest trade war in history.’»
New Jersey, a historically deep blue state, was viewed as the most likely to potentially flip red after the 2024 federal election showed Trump made inroads with Garden State voters, including flipping five counties to the GOP.

President Donald Trump speaks before signing an executive order barring transgender female athletes from competing in women’s or girls’ sporting events, in the East Room of the White House, Wednesday, Feb. 5, 2025, in Washington. (Alex Brandon/The Associated Press)
Following Spanberger’s win Tuesday, she celebrated that she will reinvigorate the Old Dominion State’s economy.
«Virginia chose pragmatism over partisanship,» Spanberger said. «We chose our commonwealth over chaos.»
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«You all chose leadership that will focus relentlessly on what matters most — lowering costs, keeping our communities safe and strengthening our economy for every Virginian,» she said.
Trump responded to the Democrat wins Tuesday with a quote from pollsters that the ongoing government shutdown was partially due to the Republican losses.
«‘TRUMP WASN’T ON THE BALLOT, AND SHUTDOWN, WERE THE TWO REASONS THAT REPUBLICANS LOST ELECTIONS TONIGHT,’ according to Pollsters,» Trump posted on Truth Social.
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INTERNACIONAL
Zohran Mamdani: quién es el inmigrante musulmán izquierdista que revolucionó Nueva York y ganó la alcaldía

Nueva York eligió a Zohran Mamdani como su alcalde, este martes. Con el 88% escrutado, el legislador de 34 años obtenía el 50,3% de los votos, seguido por Cuomo (41,6%) y Sliwa (7%).
Es una victoria para el ala progresista del Partido Demócrata. Ahora, Mamdani debe navegar las interminables demandas de la ciudad más grande de Estados Unidos y cumplir con promesas de campaña ambiciosas.
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Zohran Mamdani: un insólito adversario de Trump en Nueva York
Joven, sin gran experiencia política, inmigrante africano, musulmán, declarado “socialista” y marcadamente pro-palestino. Zohran Mamdani, el inesperado ganador de la interna del Partido Demócrata y ahora electo alcalde, revolucionó el tablero político de Nueva York, una de las ciudades más progresistas de los Estados Unidos.
Mamdani es la antítesis de todo lo que representa hoy Donald Trump. Pero sus posturas radicales, con las que capturó la atención del voto joven y migrante, comienzan a asustar al ala moderada o más inclinada a la derecha del partido.
Sus propuestas políticas parecen sacadas del manual de la izquierda latinoamericana: congelamiento de alquileres, transporte y jardines maternales gratuitos, dignidad para los trabajadores y una serie de ideas de elevado perfil social, como la creación de supermercados populares administrados por la alcaldía, que llevaron al presidente a calificarlo de «lunático comunista 100%“. Zohran Mamdani ganó la interna demócrata (Foto: REUTERS/David ‘Dee’ Delgado)
Una verdad política implacable sostiene que el ganador de la interna demócrata neoyorquina tiene asegurado su acceso a la alcaldía. Los demócratas suelen derrotar con facilidad a los republicanos en esta ciudad cosmopolita y que le dio la espalda a Trump en las últimas elecciones presidenciales. La diferencia suele ser de 6 a 1 a favor de los demócratas sobre sus rivales republicanos.
A simple vista, Mamdani partía como favorito para las elecciones locales. Pero había una luz roja encendida que titila en su camino. Su vehemente posicionamiento a la izquierda y con un respaldo firme a la causa palestina, generó una enorme desconfianza en el propio electorado demócrata inclinado hacia la derecha del partido. Se estima que en la ciudad viven unos 960.000 miembros de la comunidad judía, el 12% de la población neoyorquina que mira con absoluto estupor la adhesión de Mamdani a la campaña “Free Palestine”.
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¿Por qué un radical de izquierda ganó la interna demócrata?
Mamdani ganó las internas, y ahora la alcaldía, porque supo llegar a los jóvenes con sus propuestas para abaratar los carísimos alquileres que se cobran en la ciudad. Además, captó la atención de las comunidades latinas, con populares videos en español en redes sociales en los que él mismo se presentó como migrante en momentos en que decenas de miles de hispanos son deportados a sus países de origen.
Pero también les habló a los votantes en urdú, el idioma que hablan la mayoría de los migrantes indios y paquistaníes, sin descuidar la campaña en inglés dirigida a las clases medias a la que le cuesta cada vez más quedarse a vivir en la ciudad por los elevados costos de los alquileres. A los ricos solo les prometió que le cobraría más impuestos. En síntesis, supo forjar una nueva coalición política multirracial.
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“Mamdani parecía estar en todas partes”, resumió la columnista del Washington Post, Karen Tumulty. En un artículo de opinión publicado en junio, escribió que el joven dirigente de origen ugandés “identificó correctamente” los problemas que hacen cada vez más inaccesible vivir en esta ciudad, más allá de que “sus políticas pueden no ser la solución» a la crisis.
“Lo más importante que los demócratas del establishment deberían aprender de Mamdani es la lección que ofrece al abordar lo que probablemente sea el mayor problema del partido: reconectarse con los votantes más jóvenes”, indicó Tumulty.
Para la analista política, “entrar en pánico por un candidato que se autodenomina socialista no es la solución. En cambio, los demócratas deberían analizar detenidamente su propia imagen y comprender por qué, en lugar de mirar hacia el futuro, siguen presentando figuras imperfectas e inaceptables de un pasado no tan glorioso”, afirmó.
Pero el fenómeno Mamdani parece ser solo local. En general, Nueva York suele tener un ecosistema político propio. Sus alcaldes nunca llegan a tener una gran proyección nacional, como les sucedió por ejemplo a Rudy Giuliani, Mike Bloomberg o Bill de Blasio.
Estados Unidos, Elecciones, Nueva York
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