INTERNACIONAL
El caso Lewinsky, el escándalo sexual que jaqueó la presidencia de Clinton en EE.UU. y tuvo en vilo al mundo

Primero, fue Paula Jones
El caso Mónica Lewinsky no comenzó con Mónica Lewinsky sino con otra chica llamada Paula Jones, y lo hizo en el estado de Arkansas y no en Washington. El apuntado fue siempre el mismo, William “Bill” Clinton, primero gobernador de Arkansas y luego presidente de los Estados Unidos. Bill no podía controlar siempre sus manos ni su lengua cuando una señorita lo atraía. Entonces, solía descender a la vulgaridad. Su posición política prominente lo protegía, pero la sangre acumulada en sus fondillos descorría (literal) el velo que cubría la concupiscencia.
En mayo de 1994, cuando Bill era gobernador de Arkansas, estado racista si los hay, Paula Jones, exempleada estatal, presentó una demanda. Alegó que el 8 de mayo de 1991, mientras colaboraba en una conferencia en el Hotel Excelsior de Little Rock, la capital del estado, Danny Ferguson, un policía que pertenecía al equipo de seguridad del gobernador, le dijo que Clinton la quería ver en la suite de su hotel.
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Paula entendió que era una ocasión para avanzar en su carrera. Fue. Cuando la vio, Clinton, cuenta Paula, hizo movimientos inesperados, agresivos, que terminaron cuando se bajó los pantalones. Paula dijo que Clinton le pidió que le besara el pene erecto. “No soy ese tipo de chica”, le respondió. El gobernador se la vio venir y replicó: “Sos una chica inteligente; no digas nada”.
Los abogados de Clinton argumentaron contra la demanda de Paula un dislate de grandes dimensiones, pero que en los Estados Unidos fue tomado como válido: el gobernador ya había accedido a la presidencia del país y no podía cumplir sus funciones de gobierno si le daba bolilla a denuncias de este tipo. ¡Que no lo embromen! Clinton pidió inmunidad y el caso lo resolvió la Corte Suprema. En 1997, permitió que la tareas de recolección de pruebas continuaran.
Con ese visto bueno, la jueza Susan Weber Wright dictaminó que los abogados de Jones, para ayudar a probar su denuncia de acoso sexual, podían indagar sobre cualquier relación sexual que Clinton pudiera haber tenido con subordinados, ya fuera como gobernador de Arkansas o como presidente del país. El 5 de diciembre de 1997, los abogados de Jones presentaron una lista de mujeres como testigos que incluía a Mónica Lewinsky.
Mónica Lewinsky
Mónica llegó a Washington en julio de 1995 para trabajar como becaria en la Casa Blanca. Tenía 21 años, recién recibida del Lewis and Clark College, de Portland. En sus primeros meses en el cargo, Lewinsky conoció al presidente, pero no surgieron oportunidades de contacto personal cercano. En noviembre de 1995, Lewinsky fue asignada al Ala Oeste, es decir donde está el despacho del presidente, el Despacho Oval. Pronto se encontró a solas con Clinton. Él le preguntó si la podía besar y ella le dijo que sí. Ese fue el primero de 10 encuentros sexuales a lo largo de 16 meses. Bill Clinton y Monica Lewinsky. (Fotos: AFP).
Para abril de 1996, el presidente y la becaria ya se habían visto ocho veces. Fue entonces cuando reasignaron a Mónica a un puesto en el Departamento de Defensa, tal vez conscientes del peligro que representaban esos encuentros. En mayo de ese año, Clinton le dijo a Mónica que ya no quería seguir con la relación, pero siguieron viéndose a principios de 1997.
Por lo común se veían durante las mañanas de los fines de semana en el Despacho Oval o lugares cercanos como un estudio o un pasillo o un baño, cuando pocas personas, salvo la secretaria personal de Clinton, Betty Currie, se encontraban en el lugar. Aunque muchos encuentros privados no implicaban actividad sexual, cuando la había, generalmente se trataba de sexo oral al presidente y en tocamientos de los pechos y los genitales de la joven. En tres ocasiones, Lewinsky le practicó sexo oral mientras el presidente hablaba por teléfono. Lewinsky le dijo a Clinton que le gustaría tener relaciones sexuales, pero él se resistió. También interrumpió las sesiones de sexo oral antes de la eyaculación salvo sus dos últimos encuentros.
El silencio de Mónica
Cuando Clinton le volvió a decir a Lewinsky en mayo de 1997 que su relación sexual había terminado, ella redobló los esfuerzos iniciados el año anterior para conseguir la ayuda del presidente para encontrar empleo. Lewinsky recibió una oferta de trabajo del embajador ante la ONU, Bill Richardson, varios meses después, pero la rechazó. Prefirió las empresas privadas, recomendada por personajes influyentes cercanos al presidente.
Menos de dos semanas después de que el nombre de Lewinsky apareciera en la lista de testigos de Paula Jones, Clinton instruyó a Mónica sobre lo que tenía que decir: sus visitas al Despacho Oval eran para entregar documentos. Punto. La secretaria de Clinton, Betty Currie, fue hasta la casa de Lewinsky para llevarse los regalos que el presidente le había dado a la becaria. Currie los trasladó hasta su casa y los escondió debajo de su cama. La foto que tenía Lewinsky como becaria de la Casa Blanca. (Reuters / Departamento de Defensa)
A principios de enero de 1998, Lewinsky firmó una declaración para presentar en la demanda de Paula Jones, donde decía que su relación con el presidente no había sido nunca sexual. Al día siguiente, consiguió trabajo en la firma Revlon.
¿Quién mencionó por primera vez a Mónica como una de las “chicas de Clinton”?
Fue Linda Tripp, que había trabajado en la Casa Blanca con el presidente George Bush padre y se mantuvo en su puesto cuando Clinton asumió la presidencia en 1993. A Tripp, no le gustaba Clinton y mucho menos su cercanía con las empleadas. En 1996, ya pensaba en denunciarlo pero no lo hizo. Un año después, contó en un artículo de Newsweek que una voluntaria de la Casa Blanca, Kathleen Willey, le contó a su vez que Bill la había besado y acariciado en su despacho privado.
Tripp tenía más para contar. Se enteró que su entonces amiga, Mónica Lewinsky, mantenía una aventura con el presidente. Tripp le contó al periodista de Newsweek, Michael Isikoff, que mejor que la historia de Kathleen Willey era la de Mónica. Hasta comenzó a grabar en secreto sus conversaciones con Lewinsky en noviembre de 1997. El momento en el que el escándalo sale en la tapa de revistas y diarios noteamericanos. (Foto: Archivo)
En esas charlas grabadas, Tripp se enteró de que su amiga tenía en su armario un vestido azul que aún conservaba una mancha de semen de un encuentro sexual con el presidente ocurrido nueve meses antes. Tripp llamó a Isikoff y le contó. Hasta le sugirió que una prueba de ADN demostraría que era el semen del presidente. El periodista le dijo que no estaba en sus posibilidades conseguir una muestra del ADN de Clinton para hacer la comparación. Pero Tripp seguía obsesionada y buscó la forma dse convencer a su amiga Mónica de que no llevara el vestido azul a la tintorería.
El estallido del caso Lewinsky
A principios de enero de 1998, Linda Tripp se entrevistó con Kenneth Starr de la Oficina del Fiscal Independiente (OIC) y le contó todo el asunto Lewinsky-Clinton y dio las grabaciones privadas que había mantenido con Mónica. Entonces, todo estalló. Fue un escándalo y la fiscal General de los Estados Unidos, Janet Reno, autorizó investigar el caso Lewinsky.
El 16 de enero, Linda Tripp, en combinación con la fiscalía, fue a almorzar con Mónica al patio de comidas del centro comercial Pentagon City Mall. Allí la becaria fue arrestada por agentes del FBI que la llevaron hasta la habitación 1012 del Hotel Ritz-Carlton. La interrogaron durante 11 horas y la presionaron para que usara un micrófono y grabara sus conversaciones con el presidente Clinton. Le dijeron que si no lo hacía arriesgaba hasta 27 años de prisión por perjurio y obstrucción a la justicia. Lewinsky se negó. Bill Clinton y Mónica Lewinski durante un acto del partido demócrata en 1996. (Foto: captura de video WTN/AFP)
Clinton estaba al tanto de lo que ocurría. El 17 de enero, en el Despacho Oval, le confesó a su secretaria Betty Currie de su relación con Lewinsky. Le dijo sin avergonzarse: «Nunca estuvimos realmente solos. Se podía ver y oír todo». Y agregó: «Mónica me insinuó, y yo nunca la toqué, ¿verdad?».
El problema se agravó cuando la relación Lewinsky-Clinton fue difundida por la prensa hacia fines de enero de 1998. Bill dijo públicamente: “No tuve relaciones sexuales con esa mujer, la señorita Lewinsky».
A mediados de ese año el presidente se enteró de que su mancha de semen seguía presente en el vestido azul que Mónica lució en el Despacho Oval en febrero de 1997, y de que Lewinsky había firmado un acuerdo de inmunidad con los fiscales. Mientras, se reunieron pruebas: se tomó declaración a los agentes del Servicio Secreto y a amigos de Mónica, se examinaron correos electrónicos y registros telefónicos de la Casa Blanca, y se escucharon horas de conversaciones grabadas entre la empleada Tripp y Lewinsky.
Clinton y una relación “inapropiada”
En medio de la crisis por los ataques terroristas del 7 de agosto de 1998 en las embajadas estadounidenses en Sudán y Tanzania, que causaron decenas de muertos, el día 17 el presidente se enfrentó a un gran jurado federal (instancia judicial que determina si hay motivo para avanzar a un juicio). Se debatió si había cometido perjurio (mentir bajo juramento) en el caso Lewinsky y obstrucción de justicia en caso de Paula Jones. Bill Clinton y Mónica Lewinsky. (Foto: Archivo)
Clinton hizo algo extraño: declaró que no había mentido sobre su relación con Jones pero agregó que consideraba que el sexo oral no constituía “relaciones sexuales”. Y negó haberle tocado los pechos y los genitales en varias ocasiones a Mónica Lewinsky. A la noche, Clinton habló por televisión a todo el país y causó mucho desconcierto. No se refirió a las represalias por los ataques terroristas (represalias que se producirían el 20 de agosto) sino que afirmó: “Tuve una relación inapropiada con la señorita Lewinsky”. Luego se dedicó a criticar al fiscal Kenneth Starr por meterse en su vida privada.
En los días posteriores a su testimonio ante el gran jurado, aumentaron los pedidos de destitución. El jefe de la mayoría republicana de la Cámara de Representantes, Tom De Lay, aseguró que la destitución del presidente sería: “Lo más importante que haga en mi carrera política”. El presidente de la Cámara, Newt Gingrich, concluyó que sacar a Clinton de la presidencia era lo más justo.
36 cajas de pruebas
El 9 de septiembre, el fiscal Starr cargó en dos camionetas casi 36 cajas de pruebas sobre el escándalo Lewinsky y las llevó la Cámara de Representantes. Había un resumen de 453 páginas donde se describían once acusaciones contra el presidente. Los enemigos de Clinton disfrutaban, especialmente de los detalles explícitos (e innecesarios) del informe, desde que el presidente recibió llamadas oficiales mientras recibía sexo oral hasta un relato de cómo introdujo su cigarro en la vagina de Lewinsky.
Recomendar o no un juicio político recaía en el Comité Judicial de la Cámara de Representantes. El día 5 de octubre su presidente, Henry Hyde, luego de una votación de 21 a 16, autorizó una investigación completa para el “impeachment” o juicio político.

Mónica Lewinsky abraza al expresidente norteamericano y su entonces amante, Bill Clinton. (Foto: Dirck Halstead)
El público en general, según se ha afirmado, interviene en política por medio del voto según el grosor de su bolsillo o la circunferencia de su abdomen. Pues las elecciones de medio término del 3 de noviembre trajeron buenas noticias para el presidente. La economía marchaba muy bien y el “affaire” Lewinsky no influyó en los votantes.
Clinton y Paula Jones finalmente acordaron resolver la demanda por acoso sexual que había causado todos los sufrimientos del presidente. Un problema menos. Quedaba Mónica.
La Cámara de Representantes aprobó el juicio político al presidente
Lo hizo con cargos que incluían perjurio y abuso de poder. Las encuestas realizadas a mediados de diciembre de 1998 indicaban que el público estadounidense apoyaba a Clinton, con un 60% en contra del juicio político.
“¡Escuchen! ¡Escuchen! ¡Escuchen!”, gritó el sargento de armas del Senado el 7 de enero de 1999. “Se ordena a todas las personas guardar silencio, bajo pena de prisión, mientras la Cámara de Representantes exhibe ante el Senado los artículos del juicio político contra William Jefferson Clinton, presidente de los Estados Unidos”.
El juicio comenzó el 14 de enero. Los alegatos iniciales se prolongaban hasta el día siguiente. Todo fue muy aburrido porque los senadores se empeñaban en explicar cuestiones de derecho procesal. Todo se desenvolvía en cámara lenta frente a la presidencia del juez de la Corte Suprema Robert Rhenquist. ESCÁNDALO. La humillación de Mónica y el silencio de Hillary.
Charles Ruff, en silla de ruedas, comenzó a hablar en defensa de Clinton. Ya era el 19 de enero, pocas horas antes de que el propio Clinton pronunciara su discurso sobre el Estado de la Unión. Ruff criticó a la acusación por manipular los hechos para favorecer su caso. Concluyó sugiriendo que los senadores tenían la libertad de “considerar su conducta personal desagradable”, pero que deberían preguntarse si “por primera vez en nuestra historia, las acciones de un presidente han puesto en tal riesgo el gobierno que solo hay una solución”. La tarea de concluir los argumentos iniciales del equipo del presidente recayó en Daryl Bumpers, exsenador del estado natal de Clinton, Arkansas. Bumpers resumió: «Cuando escuchás a alguien decir: ‘Esto no se trata de sexo’, se trata de sexo». Seguía la línea de la defensa, es decir, las cuestiones sexuales no se arreglan con un juicio político.
Mónica Lewinsky había recibido la orden de concurrir a la Cámara de Representantes. Fue a regañadientes. Se alojo en el Hotel Mayflower y habló con tres congresistas. Tras recibir garantías de que sus respuestas estaban amparadas por su acuerdo de inmunidad, Lewinsky respondió a las preguntas de los representantes. Estas abarcaban desde por qué conservaba su vestido manchado hasta qué creía que debería sucederle a Clinton (“Creo que debería ser censurado, pero no destituido”).
La decisión
El 27 de enero, el Senado se reunió para votar sobre una moción del senador demócrata Harry Byrd, de Virginia Occidental, para desestimar el juicio político contra el presidente. La moción fue rechazada. Casi inmediatamente después, se realizó una segunda votación sobre la moción para permitir que los fiscales presentaran a sus testigos, la cual fue aprobada.
Durante los primeros tres días de febrero, los fiscales tomaron declaración a Lewinsky y otros dos testigos. La declaración de Mónica se realizó en la suite de un hotel ante una multitud de más de 40 abogados y asesores del Congreso. Describió sus sentimientos actuales hacia el presidente como “ambiguos” y al resto de las preguntas respondió con un seco “sí” o “no”. El caso pasó a decisión del Senado, donde se resolvería el destino del presidente.
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Los alegatos comenzaron dos días después y los senadores se reunieron luego a puertas cerradas para considerar sus votos. Cada senador dispuso de quince minutos para hacer una declaración. La mayor atención se centró en un puñado de senadores cuyos votos no estaban claros. El republicano John McCain anunció que concluía que el presidente “subvirtió deliberadamente el estado de derecho” y que votaría culpable. El único demócrata cuyo voto estaba en duda, Russ Feingold, calificó el caso de “cerrado”, pero dijo: “Si debemos equivocarnos, optemos por evitar divisiones, optemos por respetar la voluntad popular”. Feingold votaría a favor de la absolución.
El viernes 12 de febrero de 1999, el presidente de la Corte Suprema, Rehnquist, declaró: «La pregunta es sobre el primer artículo del juicio político. Senadores, ¿qué opinan? ¿Es el acusado, William Jefferson Clinton, culpable o inocente?». Resultó ser inocente: 55 senadores, incluidos diez republicanos, votaron a favor de la absolución por perjurio. La votación sobre el segundo cargo, es decir el de obstrucción de justicia, fue empate, 50 a 50, pero aún muy lejos de los dos tercios necesarios para la condena.
Luego de estas votaciones, Clinton leyó una declaración durante dos horas. Expresó su esperanza de que «todos los estadounidenses nos dediquemos de nuevo a la labor de servir a nuestra nación y construir juntos nuestro futuro».
Bill Clinton, Monica Lewinsky
INTERNACIONAL
$30K in migrant housing aid has Dem gov on hot seat for ‘revolving door’ policy

NEWYou can now listen to Fox News articles!
While she is shutting down her sanctuary state’s migrant shelters, critics are accusing Democratic Massachusetts Gov. Maura Healey of simply shifting the costs over to a program that makes migrants eligible to receive at least $30,000 in housing assistance over two years.
The Boston Herald reported in June that the Healey administration had increased spending in Massachusetts’ HomeBASE program to $97 million in 2025, up from $9.5 million in 2022, according to state data.
The outlet reported that eligible families in the Massachusetts-run shelter system were being provided with $30,000 in rental assistance over two years. According to the Herald, the total caseload for HomeBASE increased under Healey from 1,473 in January 2023 to 7,767 in April 2025, more than a 400 percent increase. The outlet also said that some eligible families could qualify for an additional $15,000 in a third year of assistance but that state officials planned to pause third year assistance in July.
After that report, Massachusetts GOP Chair Amy Carnevale commented that the HomeBASE program amounted to being «shelters by another name.»
DHS SCOOPS UP CRIMINAL ILLEGAL IMMIGRANT SUSPECTED OF KILLING MAN ON LAWNMOWER: ‘SENSELESS TRAGEDY’
As Massachusetts Democratic Governor Maura Healey closes down the sanctuary state’s migrant shelters, she is facing criticism for simultaneously shifting costs to dramatically increase spending on a program that detractors say makes immigrants eligible to receive $30,000 in housing assistance. (Photo by Jonathan Wiggs/The Boston Globe via Getty Images and Joseph Prezzioso/AFP via Getty Images)
«Taxpayers are giving migrant families nearly limitless free rental assistance. Meanwhile, federal action means these families won’t be receiving work permits anytime soon,» she went on, adding, «The migrant shelter crisis is not over, and cost-shifting is not leadership.»
This month, Healey announced the closure of all remaining hotel shelters in the Bay State amid the formal termination of her executive emergency focused on the state’s Biden-era migrant influx.
In a statement emailed to Fox News Digital, Carnevale said that «friends, favors, and failures continue to emerge even as she declares that the migrant crisis is over.»
«Healey should rip off the Band-Aid and tell the public whether these same oversights are occurring in the HomeBASE program,» she continued.
TOM HOMAN PUTS SANCTUARY CITIES ‘ON NOTICE’ AS TRUMP ADMINISTRATION CRACKS DOWN ON IMMIGRATION

A security guard patrols the emergency overflow shelter for migrants at the Melnea A. Cass Recreation Complex in Boston. (Craig F. Walker/The Boston Globe via Getty Images)
«The abuse of taxpayer dollars, coupled with a stunning lack of oversight by Maura Healey and her administration, will define her legacy as governor.»
Meanwhile, Jon Fetherston, a former Massachusetts migrant shelter director who blew the whistle about rampant crime and abuse taking place in the system, commented that «instead of creating stability, HomeBase has become a revolving door of short-term rental assistance.»
He said that because migrants often spend the bulk of their $30,000 on upfront costs, many become unable to sustain their housing within months.
«The Healey Administration’s expansion of the HomeBASE program was sold to the public as a solution, one that would save money, reduce shelter dependence, and help migrant families become self-sufficient. But the reality is far different,» he explained. «HomeBASE is now a bloated, mismanaged program that’s failing both the taxpayers who fund it and the migrants it claims to help.»
ICE RAID TIPOFFS FROM DEM LAWMAKER COULD MEAN CHARGES, SAYS DHS REP: ‘LOOKS LIKE OBSTRUCTION’

Boston Mayor Michelle Wu and Gov. Maura Healey tour a Boston facility housing over 300 migrant families. (John Tlumacki/The Boston Globe via Getty Images)
«HomeBASE, in its current form, is a broken promise,» he said. «Taxpayers are footing a nearly $100 million bill with little transparency, no measurable outcomes and no end in sight. The promise of savings from closing hotel shelters is being quietly replaced with backdoor spending that still lacks accountability.
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«This isn’t a hand-up; it’s a setup for failure.»
Fox News Digital reached out to Healey’s office for comment but did not receive a response by the time of publication.
Fox News Digital’s Charles Creitz contributed to this report.
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Cumbre en Ginebra
Las trabas de los países petroleros
Pulseada en Ginebra
Contaminación,Medio Ambiente
INTERNACIONAL
Viajó a Turquía con su hijo y terminó con 40 puntos en la cabeza: «Pensé que me moría»

Lo que prometía ser unas vacaciones soñadas en la costa turca se transformó en una pesadilla para Fia Lane, una joven madre británica de 30 años. El accidente no solo la dejó con graves heridas físicas, sino que también impactó de lleno en su hijo Kairo, de apenas 7 años, que presenció todo y aún no logra superar el trauma.
Todo comenzó en agosto de 2023, cuando Fia viajó desde Ealing, West London, junto a Kairo, su hermana menor Mischa-Leigh (18) y su madre Cathy (54) para visitar a su tía Diane en Fethiye, una ciudad portuaria sobre la famosa Costa Turquesa de Turquía.
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El primer día transcurrió entre playa y cenas familiares. Pero al día siguiente, la tragedia golpeó de lleno.
Un paseo en cuatriciclo que terminó en horror
La mañana arrancó tranquila, con un chapuzón en la pileta del complejo donde vivía Diane. Después, Fia y Mischa-Leigh decidieron dar una vuelta en el cuatriciclo de la tía, algo habitual entre los residentes de la zona.
Sin casco y vestidas con ropa liviana, salieron a recorrer las calles internas del barrio. “Nunca me preocupé por el casco en esas calles tranquilas”, reconoció Fia.
Pero en segundos, todo cambió. Un gato se cruzó en el camino y Mischa-Leigh, al intentar esquivarlo, apretó el acelerador en vez del freno. El cuatriciclo volcó y Fia salió despedida, golpeando la cabeza contra el asfalto y perdiendo el conocimiento.
“Cuando desperté, no podía ver nada. Sentía que me moría”, relató. Una mujer que pasaba por ahí la asistió mientras Fia solo pensaba en su hijo: “¿Dónde está mi bebé?”. Kairo, que había visto todo, gritaba desesperado: “¿Mi mamá está muerta?”.
El cuatriciclo volcó y Fia salió despedida. (Foto: The Sun).
Heridas, miedo y una cuenta pendiente
La ambulancia llegó rápido, pero antes de trasladarlas al hospital, pidieron los pasaportes. Mischa-Leigh, que se había aferrado al cuatriciclo, solo sufrió un corte profundo en el brazo. Fia, en cambio, tenía el brazo derecho completamente inmovilizado, la cabeza sangrando y un dolor insoportable.
En el hospital, los médicos le diagnosticaron luxación de hombro, le dieron puntos en el pie y le realizaron 40 puntos de sutura en el cuero cabelludo y la frente. Todo esto, mientras Fia caía en la cuenta de un error clave: había olvidado contratar seguro de viaje.
Los médicos le diagnosticaron luxación de hombro. (Foto: The Sun).
“Siempre sacaba seguro, incluso con cobertura para cuatriciclos. Esta vez, se me pasó”, lamentó. El costo de la atención médica fue de 400 libras para ella y 15 puntos para su hermana, una suma que podría haber sido mucho mayor.
El impacto emocional en su hijo y la recuperación
A pesar del dolor, Fia decidió quedarse el resto de las vacaciones para que Kairo pudiera reemplazar el recuerdo del accidente por momentos más felices. Pero el pequeño no pudo superar el susto: “Me abrazaba todo el tiempo y me preguntaba si estaba bien”. Fia decidió quedarse el resto de las vacaciones para que Kairo pudiera reemplazar el recuerdo del accidente por momentos más felices. (Foto: The Sun).
De regreso en Londres, Fia tuvo que mudarse con su madre durante tres meses porque no podía valerse por sí misma. Nuevos estudios revelaron que, además de la luxación, tenía el brazo fracturado y el hombro desalineado. Ahora espera fisioterapia y no descarta una cirugía.
Kairo, por su parte, sigue marcado por lo vivido. “No quiere volver a Turquía. Si le menciono visitar a Diane, me dice que ni loco”, contó Fia. “Todavía habla del accidente y temo que nunca olvide haberme visto así”. Fia Lane decidió compartir su historia para advertir a otros viajeros. (Foto: The Sun).
El consejo de Fia: “Nunca subestimen los riesgos”
Fia Lane decidió compartir su historia para advertir a otros viajeros: “Siempre revisen que tengan seguro de salud completo, sobre todo si van a hacer actividades de riesgo. Yo tuve suerte de que la cuenta no fuera más alta”.
Y dejó una última reflexión: “Jamás volvería a subirme a un cuatriciclo sin casco. Son máquinas pesadas y peligrosas. Pagué caro por un rato de diversión, pero podría haber sido mucho peor”.
Turquía, Accidente, TNS
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