INTERNACIONAL
“El mundo es malo, las calles son peligrosas y no se puede confiar en la gente”: sale en Argentina “La azotea”, aquella novela de Fernanda Trías

Desde la primera página de La azotea, la ópera prima de Fernanda Trías, flamante ganadora -por segunda vez- del Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2025, la respiración se entrecorta, las pulsaciones se aceleran, y se adivina algo inquietante.
Con el correr del texto no sobreviene la calma sino que lo acechante cobra aún más contundencia. Una mujer, Clara, su padre, su madrastra, un canario, su hija y una casa conforman un universo oscuro, plagado de secretos que los mismos lectores rogarán que no sean tales.
Sin dudarlo, Fernanda Trías -que ahora tiene 49 pero escribió a los 23 esta novela que editorial Marciana publica por primera vez en la Argentina- aprieta a fondo el acelerador y, sin temor, arremete contra todo prejuicio para construir una pieza sin fisuras. Se trata de esa mujer, que se atrincheró para protegerse a ella y a los suyos. “El mundo es malo. Las calles son peligrosas y no se puede confiar en la gente”, escribe Trías.
En 132 páginas se transita por un texto plagado de preguntas ocultas tras capas muy profundas que están latentes. Como aguas subterráneas se teje algo no dicho, que coquetea con lo prohibido, con lo que avergüenza, con lo que tal vez deba ser escondido.
Impacta saber que se trata de una primera novela, porque la potencia con la que fue escrita ya le auguraba una carrera exitosa en las letras, que veinticinco años después es premiada una vez más.

—¿Qué significa para vos que tu primera novela sea publicada en la Argentina por primera vez tantos años después?
—La azotea había circulado de manera reducida en Argentina en distintos momentos, siempre en editoriales extranjeras y en pocas cantidades. Incluso llegué a hacer una presentación en 2010 en Eterna Cadencia, en conversación con Liliana Heker, pero para mí era muy importante que existiera una edición argentina, y eso tardó mucho en llegar. Esta novela, que como sabés se publicó por primera vez en 2001, pero que escribí en 1999, tuvo muchas reediciones, no solo en Uruguay, sino en distintos países de habla hispana, y luego se tradujo a varios idiomas. Estoy contenta de que finalmente haya salido en Argentina con Marciana, con esa ilustración espectacular y ese texto de contraportada de Olivia Gallo. Yo insistí mucho con que tenía que existir una edición local, tal vez porque me siento apegada a la Argentina, no solo por haber vivido en Buenos Aires, sino porque mi abuela era argentina y mis bisabuelos emigraron de Europa a Buenos Aires, donde se conocieron antes de mudarse a Uruguay. Entonces tenía un valor sentimental, digamos.
—¿Cómo se construye la voz narradora de una mujer que, en algún punto, está desbordada?
—Clara, la protagonista, es una mujer que puede aguantar mucho. Se pone sobre los hombros la tarea titánica de sostener un bastión, de cavar una trinchera y sostenerla a como dé lugar. Es fuerte por pasión, por decisión y por terquedad, aunque por dentro es tremendamente vulnerable, porque cualquiera que funcione a partir del miedo lo es. El tema es tapar esa vulnerabilidad y seguir hasta el límite de la resistencia. Además, es una mujer transgresora. Me gusta ese tipo de personajes. Creo que todas mis protagonistas son transgresoras de uno o de otro modo, van en contra de la corriente. La clave para el tono pienso que es hacerlo lo más contenido posible, para que se juegue una tensión entre el tono en apariencia calmo de la narradora y el creciente desastre en el que se está metiendo. Así tenés la sensación de que esto no va a poder sostenerse más, pero de algún modo se sostiene.

—La novela bebe de las aguas del thriller psicológico, y construye un clima asfixiante. Sin embargo, hoy, ¿aporta nuevas lecturas a la luz de nuevas literaturas que abordan la maternidad y tras las leyes impulsadas desde los movimientos feministas?
—Me parece que los libros se van leyendo de maneras distintas con el paso del tiempo. Me tocó vivir en carne propia los cambios de época y ver libros envejecer muy mal en los últimos, no sé, veinte o treinta años, y otros resignificarse. En alguna medida eso depende de variables que no podemos controlar de antemano, pero lo que permite esas otras relecturas es que el libro ofrezca distintos ángulos, qu no se agote en una sola capa. Es verdad que La azotea se empezó a leer desde un ángulo más feminista en los últimos años. Pero también hubo otras lecturas. Por ejemplo, en el Reino Unido y en México, como se publicó en la pandemia, se habló mucho acerca del encierro y la claustrofobia. A mí me gusta que eso pase; me entusiasma y me abisma al mismo tiempo, porque demuestra que, una vez publicado, un libro ya no le pertenece a la autora.
—En relación con esto, tu escritura es profundamente femenina, desde el sentir y pensar de las mujeres, pero desde una óptica novedosa, valiente. En el caso puntual de Clara, la protagonista de La azotea, esto llega a lo más extremo. ¿Hay una búsqueda por correrse del lugar paradigmático de la mujer (a)callada, sumisa?
—Hoy te podría decir que sí, pero la verdad es que yo no tenía eso en mente al momento de escribirla, porque toda la conversación actual sobre el lugar de las mujeres, tanto en la sociedad como en su representación en la literatura, era inexistente. El feminismo se sentía como esa revolución sexual que había ocurrido en los sesenta y que ya se había ganado. No estaba en el discurso. Y la verdad es que en el entorno uruguayo a nadie le importaba lo que una mujer de 23 años pudiera escribir o publicar. La azotea tuvo un pequeño reconocimiento en su momento, pero no recibió la atención que podía haber recibido hoy. Lo que quiero decir es que ni yo pensaba en esos términos ni se leía en esos términos. Pero, en el fondo, aunque lo haya hecho de manera inconsciente, ahora lo veo como algo aún más auténtico, porque a mí me nació natural subvertir ese orden paradigmático y que fuera ella, la hija, la que encerraba a todos y la que intentaba concretar su deseo prohibido, que es el deseo del padre. No era un tema de agenda o de representación, sino de cómo me sentía yo por dentro. Pero ahí es cuando vemos cómo la literatura siempre es política.

—Esta primera novela recibió un premio a la traducción, al igual que Mugre rosa –el British PEN Translates Award (2020 y 2022, respectivamente)–, y ya habías recibido otros premios, como el Sor Juana. ¿Cómo se sostiene el cotidiano de la escritura cuando se reciben reconocimientos?
—Cuando recibí los primeros premios ya llevaba unos veinte años publicando, entonces no fue para nada un reconocimiento instantáneo o rápido. Tuve tiempo para escribir sin que nadie me diera mucha bolilla, con “la ñata contra el vidrio”, y eso te curte, te permite reafirmarte en tus búsquedas. Y luego, cuando llegaron esos premios, por supuesto que fue una emoción enorme. Pero lo que más me sorprendió fue que hubo mucha gente que se alegró sinceramente al enterarse de que había ganado el Premio Sor Juana por Mugre rosa y que decía: “Al fin”. Entonces me enteré de que tenía lectores y de que, de manera lenta, pero segura, los libros van llegando a las manos de las personas que los aprecian.
Fotos: Fernanda Montoro, gentileza prensa Marciana editora.
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NEWYou can now listen to Fox News articles!
FIRST ON FOX: A new report from a government watchdog group begs the question of why — with nearly 800,000 federal bureaucrats drawing six-figure salaries and the average payroll of the federal workforce far outpacing its size — is Washington still unable to fund the basics of government?
Open The Books, a project of American Transparency, a 501(c)3 nonprofit, nonpartisan charitable organization, closely tracks government spending and released an expansive report Wednesday ahead of a looming agreement between Republicans and Democrats to reopen the government, showing the swamp has gotten bigger, richer and more secretive since 2020.
The report, which analyzed all publicly disclosed federal salaries for fiscal year 2024, found a total of 2.9 million civil service employees with a total payroll of $270 billion, plus an additional 30% for benefits. While the total number of employees rose by 5% since 2020, payroll grew nearly five times as much.
DEPT OF ED SPENDING SOARED 749% DESPITE DOWNSIZING, NEW DOGE-INSPIRED INITIATIVE REVEALS
A graphic from Open The Books’ new report highlights how overlays have expanded at nearly five times the rate of federal bureaucracy. (Open The Books)
The current federal workforce is costing American taxpayers $673,000 per minute, $40.4 million per hour and just under $1 billion per day, according to Open The Books. This includes almost 1,000 workers who are making more than the president’s $400,000 per year salary, 31,452 non-War Department federal employees who made more than every governor of all 50 states and 793,537 people making $100,000 or more. Those making $300,000 or more have seen an 84% increase since 2020, while there has similarly been an 82% increase in those earning $200,000 or more, the report points out.
During Open The Book’s investigation, the fiscal watchdog group also found that the names of 383,000 federal workers across 56 different agencies were redacted, amounting to a total of $38.3 billion in pay. According to Open The Books CEO John Hart, «You can’t have accountability without visibility.»
«The Trump administration has a historic opportunity to bring much-needed transparency to the administrative state. While federal employees don’t add as much to the debt as safety net programs, defense and overall agency spending, they are an indicator of government’s growth,» Hart said in a statement to Fox News Digital.
«Our investigators found far too many redactions and blind spots that DOGE should have already fixed. You can’t have accountability without visibility. Taxpayers need a much clearer picture of the federal workforce than they have today.»
U.S. Sen. Joni Ernst, R-Iowa, has been working with Open The Books to fight for greater transparency. In a letter sent in September to Scott Kupor, the director of the U.S. Office of Personnel Management (OPM), Ernst said she had identified «numerous examples» of full-time federal employees earning two salaries while moonlighting for other agencies or government contractors, something typically prohibited under the law. Ernst pointed out that this was being done without the approval or knowledge of these workers’ managers.
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Sen. Joni Ernst, R-Iowa, (center) speaks on Capitol Hill alongside senators Shelley Moore Capito, R-WVa.; Steve Daines, R-Mont; and John Thune, R-S.D. (Reuters)
«From 2021 to 2024, a Department of Housing and Urban Development (HUD) employee held multiple other full-time government contractor jobs, frequently billing taxpayers for more than 24 hours of work in a single day,» Ernst chronicled in her letter. «In addition to HUD, she was paid by AmeriCorps and the National Institutes of Health. Since she teleworked in all three positions, she was able to hide her overlapping jobs and get away with billing taxpayers $225,866 for hours she never worked. She claimed she worked 26 hours on 13 of the 21 workdays in a single month.»
Ernst also described a second example of a human resources official at the Peace Corps who was caught falsifying time cards submitted to different agencies, which led to the employee double-billing taxpayers for tens of thousands of dollars. She laid out several other examples in the letter as well.
«Until recently, outside of death and taxes, the expanding Washington bureaucracy was one of the few certainties in life,» said Ernst. «I am proud to have partnered with the Trump administration and DOGE to successfully downsize the bloated bureaucracy, but there is much more work to be done to make Washington more efficient.»
One can «look no further» than the «failed Schumer shutdown,» Ernst said, pointing out that taxpayers will be on the hook for more than $12 billion in back pay for 750,000 non-essential federal employees who did not work for a month and a half.

The U.S. capitol building in Washington, D.C. (Win McNamee/Getty Images)
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In October, Ernst introduced the Non-Essential Workers Transparency Act, aimed at providing the public with an exact accounting of how much back pay the government will be required to fork over in the case of a shutdown.
The bill would require executive agencies to submit detailed reports to Congress within 30 days of a lapse in appropriations that must include the total number of employees and contractors employed by the agency at the time of the shutdown, the total salaries paid by the agency during the prior fiscal year, the number of furloughed during the lapse and their annual pay, the number of employees not furloughed and the sum of their pay and a requirement that all this information be posted publicly on the agencies’ websites.
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INTERNACIONAL
Estados Unidos impuso sanciones contra una red global vinculada al programa de misiles y drones de Irán

El gobierno de Estados Unidos anunció este miércoles la imposición de sanciones financieras contra una red de empresas e individuos en distintos países por su presunta colaboración con el programa de fabricación de misiles balísticos y drones de Irán.
El Departamento del Tesoro estadounidense incluyó en su lista a 32 entidades y personas ubicadas en Irán, China, Hong Kong, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Turquía y la India. Esta decisión, explicada por la Administración de Donald Trump como un respaldo a la reciente reimposición de sanciones internacionales, busca aislar aún más a la República Islámica y frenar su desarrollo nuclear y militar.
El anuncio se produce después de que el Consejo de Seguridad de la ONU restableciera en septiembre seis resoluciones de sanciones adoptadas entre 2006 y 2010. Según argumentaron los miembros del Consejo, Irán no ha cumplido con los compromisos de control de su programa nuclear asumidos en el acuerdo firmado en 2015. Esta postura internacional es consecuencia directa de una escalada de tensiones: Washington abandonó el acuerdo nuclear con Irán en 2018, durante el primer mandato de Trump, y volvió a imponer sanciones. Ante esto, Teherán aceleró su desarrollo atómico y, tras la ruptura de negociaciones en junio, Estados Unidos también se sumó a los bombardeos israelíes contra instalaciones nucleares iraníes ocurridos ese mismo mes.
En paralelo, el Departamento de Estado estadounidense instó a todos los miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a cumplir sus obligaciones internacionales. Mediante un comunicado, la institución afirmó: “Estados Unidos continuará utilizando todos los medios disponibles, incluidas las sanciones contra entidades con sede en terceros países, para exponer, interrumpir y contrarrestar la adquisición por parte de Irán de equipos y artículos para sus programas de misiles balísticos y drones, que ponen en peligro la seguridad regional y la estabilidad internacional”.

Las sanciones reimpuestas por las potencias europeas y la ONU congelan activos iraníes en el extranjero, prohíben acuerdos de armas y penalizan cualquier desarrollo relacionado con misiles balísticos, profundizando el aislamiento político y agravando la crisis económica interna en la República Islámica.
De acuerdo con informes recientes, la capacidad de supervisión internacional sobre el programa nuclear iraní se ha visto limitada por el agravamiento del conflicto. Según reveló el miércoles la agencia The Associated Press al acceder a un documento confidencial, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) no ha podido verificar el estado de las reservas de uranio de Irán cercanas al grado armamentístico desde los ataques de Israel y Estados Unidos contra instalaciones nucleares iraníes en junio. El organismo señala que “perdió la continuidad del conocimiento en relación con los inventarios previamente declarados de material nuclear en Irán” en las instalaciones afectadas durante los doce días de enfrentamientos armados. El OIEA subraya la urgencia de resolver este problema.
Según el último informe publicado por el organismo en septiembre, Irán mantiene una reserva de 440,9 kilogramos de uranio enriquecido hasta un 60% de pureza. Técnicamente, este material se encuentra a un paso de los niveles necesarios para la fabricación de armas nucleares, que requieren una pureza del 90%. Rafael Grossi, director general del OIEA, advirtió en una entrevista con The Associated Press que tal reserva podría permitir a Irán construir hasta diez bombas nucleares si así lo decidiera, aunque recalcó que esto no implica que Teherán posea dicho armamento.
Desde Teherán, las autoridades insisten en que su programa nuclear tiene fines exclusivamente pacíficos, pero tanto el OIEA como diversas naciones occidentales sostienen que existió un programa organizado de armas nucleares en Irán hasta el año 2003.
(Con información de AP y EFE)
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