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Entrevista: un médico cordobés en Darfur cuenta el horror de la guerra en Sudán desde adentro

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Sudán es la guerra olvidada, con la mayor crisis humanitaria, no diferente a Gaza. Millones de personas desplazadas, más de 200.000 muertos y desaparecidos por el conflicto, el hambre, las masacres y las enfermedades.

La mitad de la población de 50 millones de personas sufre hambruna, con la violación y la esclavitud sexual como arma de guerra contra las mujeres.

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“Genocidio” es la acusación contra el ejército y las fuerzas de Handan “Hemedti” Dagalo y sus Fuerzas Rápidas (RSF), que combaten desde 2023, tras derrocar al gobierno que había nacido de una revolución popular contra la dictadura salafista de Omar al Bashir.

En Zalingei, capital de Darfur Central, una de las áreas que controla la milicia de RSF (los ex Janjaweed), y escenario de un proceso de “limpieza étnica” de los árabes musulmanes contra las tribus negras musulmanas durante el sitio del 2003, Andrés Carot (45), un cirujano cordobés de Médicos sin Fronteras, cumple su misión humanitaria en un hospital.

Es uno de los pocos que funcionan en el sur de Sudán, en una de las áreas más peligrosas de un país arrasado y sin la menor seguridad.

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Andrés Carot. Foto: MSF

Egresado de la Universidad Nacional de Córdoba, exresidente en el Hospital de la Misericordia, el doctor Carot trabaja hace 15 años con MSF, la ONG francesa. Ha trabajado en Yemen, Nigeria, Somalía, Siria, entre otras crisis humanitarias. Desde Darfur, habló con Clarín de esta guerra civil entre las milicias de RSF y el ejército, con 14 millones de niños en estado de desnutrición.

-¿Podría describirme Zalingei, la ciudad donde está, y cuáles son las condiciones de seguridad?

-La verdad que conozco muy poco la ciudad. Casi nada. Sólo el mercado que está en frente del hospital ya que, por la inseguridad reinante, no podemos casi movernos. En mis viajes de entrada y salida de la ciudad, cuando empezaba la misión o cuando iba unos días a Chad, si vi varios campos de desplazados viviendo en condiciones indignas. También varias casas y edificaciones con impactos de balas y proyectiles.

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-¿Cuáles son sus condiciones de seguridad?

-Con respecto a nuestra protección, como en todos los países donde trabajamos, es imposible excluirnos de los riesgos a los que nos enfrentamos en este conflicto. Aunque hacemos todo lo posible para minimizar nuestras medidas de seguridad y estrategias específicas, que resultan de la constante evaluación de los riesgos a los que nos enfrentamos. Como en todos los lugares donde trabajamos, Médicos Sin Fronteras tiene una estricta política de no armas en el hospital y en los vehículos en los que nos trasladamos. No está permitido que entre al hospital ninguna persona con armas. Con nuestros pacientes, no tenemos ninguna discriminación. Atendemos según la severidad y se puede decir que son tanto civiles como combatientes.

-¿Las milicias de las Fuerzas Rápidas están en su ciudad o está controlado por el ejército?

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-El lugar en el que estoy trabajando está controlado por las fuerzas de Apoyo Rápido. Si bien estamos lejos de la zona donde hay enfrentamientos armados y bombardeos acá, hay bastantes combatientes y frecuentemente se sienten disparos.

El impacto sobre los niños y sus madres

-¿Cuáles son las condiciones en la que los enfermos llegan?

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-El impacto de esta guerra en la población es devastador, sobre todo en los niños porque los niveles de desnutrición aguda se están disparando a niveles alarmantes. La cobertura de vacunación es muy deficiente. Hay brote de sarampión, malaria, que ya se van a disparar más en época de lluvia también. El cólera es otra enfermedad que seguramente aparecerá, donde el acceso al agua potable es escaso y el saneamiento es paupérrimo.

-¿Ustedes operan permanentemente? ¿Cómo llegan los enfermos y qué enfermedades sufren?

-Con respecto a las mujeres embarazadas, la cirugía más frecuente que realizamos en el hospital son cesáreas de urgencias. Estoy trabajando con Médicos sin Fronteras desde hace 16 años, en muchos contextos de guerra como en Yemen, Irak, Palestina, Ucrania, Afganistán, Siria, Nigeria, Somalia. Este es el lugar en el que más lamentable he visto el estado de salud en el que llegan las mamás, que están muchas desnutridas con enfermedades severas, que no han tenido la posibilidad siquiera de acceder a controles prenatales.

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-¿Qué tipo de enfermedades?

-He operado embarazos de rutina por partos prolongados, cesáreas de mujeres con eclampsia, que son convulsiones, mujeres sépticas a causa de infecciones uterinas con fetos ya muertos en su interior. Muchos legrados por abortos espontáneos.

-¿Cómo es la situación de los chicos?

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-Es muy triste y vergonzoso que la crueldad de la guerra sea responsable de tantas muertes de mujeres y niños. Si bien no recibimos heridos de los frentes de batalla, sí operamos heridos de arma blanca y balas, como resultado de la violencia urbana, que se está acrecentando día a día. También operamos pacientes con problemas intestinales y peritonitis, que llegan tarde porque están lejos o por la inseguridad reinante. Es muy difícil moverse y muchos no tienen dinero.

Andrés Carot en la sala de operaciones. Foto: MSFAndrés Carot en la sala de operaciones. Foto: MSF

-¿Los hospitales están abiertos o ustedes son los únicos? ¿Hay medicamentos?

-El trabajo que realizamos se ve afectado por varios factores, entre los que están la falta de personal médico calificado. El año pasado tuvimos que operar sin médico anestesista. Sólo había enfermeros anestesistas locales, que hacían lo que podían.

-Hay falta de insumos médicos. No es fácil el ingreso. El transporte de material médico hasta este hospital, por las situaciones de inseguridad, requerimientos burocráticos y para agravar la situación se acerca ahora la época de lluvia, se va a hacer extremadamente difícil. El transporte de materiales se dificultará porque hay varios puentes destruidos.

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Dos pacientes por cama

-¿Cómo son las instalaciones del hospital donde está operando?

-En este hospital felizmente tenemos salas de pediatría, general, de cuidados intensivos pediátricos, neonatología, y sala de desnutridos severos. Varias de estas salas están colapsadas. Más de una de ellas con dos pacientes por cama. No damos abasto.

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-¿Qué le ha impresionado desde que llegó?

-Desde que yo llegué, hace un par de meses, hemos recibido en dos ocasiones niños, víctimas de explosiones de artefactos, que encontraron abandonados al aire libre. Algunos murieron, otros tuvieron que ser amputados. Lamentablemente esto es bastante común en los conflictos armados: los nenes que salen a jugar en la calle, algún descampado, encuentran un explosivo, lo agarran y les explota.

-¿Amenazan o asesinan a los humanitarios en esta guerra?

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-Según los registros de la Organización Mundial de la Salud, más del 60% de los centros de salud afectados por conflictos, aquí en Sudán, están completamente cerrados. Lo que está dejando a millones de personas sin acceso a cuidados críticos, en medio de una de las peores crisis humanitarias de la historia reciente.

Desplazados sudaneses por la guerra. Foto: Reuter Desplazados sudaneses por la guerra. Foto: Reuter

Desde el inicio de la guerra, Médicos Sin Fronteras ha registrado más de 80 incidentes violentos contra nuestro personal, nuestra infraestructura, vehículos y suministros. Las clínicas han sido saqueadas y destruidas, medicamentos robados, personal sanitario agredido, amenazado o asesinado.

-¿Sólo están ustedes allí?

-En esta ciudad somos el único hospital con capacidad quirúrgica. Hay varios centros de atención primaria alrededor, aunque funcionando precariamente y muchos están cerrados. Muchas otras ONG´s internacionales, que trabajan en estos centros y también nacionales, han tenido que dejar de trabajar por la ruptura de aportes de Estados Unidos de hace pocos meses. Estados Unidos contribuía con el 80% de todo el financiamiento destinado a la asistencia humanitaria de la salud global.

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-¿El retiro del aporte de Trump lo ha afectado?

Si bien a nosotros no nos afecta directamente, ya que nuestros fondos vienen mayoritariamente de donaciones privadas, más del 90%, sí vemos un flujo de pacientes incrementado, que podría ser absorbidos en centros de atención primaria por otras organizaciones.

-¿En Sudán se está viviendo un genocidio?

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-Le resto importancia a mi opinión respecto de si aquí hay un genocidio o no, como también en Gaza y en otros conflictos armados del mundo.

-¿Cómo describiría la situación?

-Lo que sí te puedo decirle es que, en mi experiencia desde que empecé a trabajar en Médicos Sin Frontera en el 2009, soy testigo de que cada vez son más frecuentes los crímenes de guerra por los grupos opositores y lo que es más grave, por los gobiernos.

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Amani Abdullah, 20, huye de la guerra en Sudan. Foto: ReutersAmani Abdullah, 20, huye de la guerra en Sudan. Foto: Reuters

El avance de la guerra contra el terrorismo por parte de los gobiernos ha implicado una desobediencia total para con el derecho internacional humanitario. Todo vale si se lucha contra el terrorismo no gubernamental. Y nos olvidamos de que los terrorismos por parte de los estados han sido y son mucho más nocivos para con los civiles en cuanto a mortalidad y morbilidad. Estamos a nivel mundial en una crisis de humanidad tremenda, donde la población civil global nos encontramos inertes, inmóviles, insensibles y no tomamos acciones suficientes para defender algo tan básico como los derechos humanos, tanto a nivel local como regional y mundial.

Es la historia de la humanidad. Guerras hubo siempre y las va a seguir habiendo. Y cada vez será peor si la distribución de la riqueza sigue siendo cada vez más inequitativa. No tengo otra explicación.

-¿Cómo es la seguridad en Darfur en estos días?

-Con respecto a la seguridad aquí en la región de Darfur, depende el lugar. Hay lugares que son más inseguros que otros. La gente desplazada se va moviendo, de acuerdo a su limitación y su capacidad. No nos olvidemos que esta es la crisis de desplazados más grande a nivel mundial. Alrededor de 13 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares. Cabe destacar que Sudan tiene una población similar a la de Argentina. Acá viven 50 millones de personas.

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Violación como arma de guerra

-¿Las violaciones a las mujeres está siendo usada como arma de guerra?

-La violencia sexual es un tema persistente en la violencia infringida contra la población de Sudan, lo que agrava la amenaza que ya enfrentan los civiles. La violencia sexual y de género está generalizada. Pero el sistema de atención médica y de apoyo para abordarlos son muy deficientes. Existe una necesidad urgente de servicio integral del apoyo médico, psicológico y social para los sobrevivientes. Son servicios que siguen siendo extremadamente inadecuados e inaccesibles, tanto Sudan y en los países de acogida de los refugiados.

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-¿Cómo tratan ustedes el tema?

-Aquí ofrecemos atención médica de emergencia y particularmente, para los residentes que logran llegar dentro de las 72 horas, para prevenir embarazos no deseados y enfermedades de trasmisión sexual. Debido al estigma que hay en la comunidad al que suelen estar sujetas las mujeres víctimas de violencia sexual, muchas veces, no pueden buscar ayuda. Por lo que permanecen desatendidas, sin apoyo y, por lo tanto, no se cuentan.

-¿Han atendido a sobrevivientes y heridos del campamento de Zan Zam en Al Fasher, en Darfur, que fue atacado por las milicias rápidas (RSF)?

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-Hace una semana llegaron dos mujeres embarazadas a nuestra maternidad, que venían huyendo del campamento de Zam Zam. Desnutridas, anémicas y piel y hueso. No creo que pesaran más de 40 kilos. La verdad es que es terrorífico ver el impacto de la guerra en las mamás.

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«Si no asaltás el camión, no comés»: la lucha por conseguir harina se tiñe de sangre en Gaza

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Son las dos de la tarde. Bajo el calor abrasador de Gaza, miles de personas caminan kilómetros en dirección a la frontera de Zikim, en el extremo noroeste de la Franja, para intentar llevarse una bolsa de harina de uno de los camiones que entran cada día por allí. Algunos vuelven cubiertos de sangre, otros muertos y, los afortunados, cargados de paquetes del preciado «oro blanco».

Hombres en su mayoría, pero también mujeres, chicos y ancianos, acuden a Zikim a diario para conseguir harina «empapada de sangre», por los tanques y los francotiradores israelíes que disparan contra la multitud desde un punto a tres kilómetros del paso fronterizo, donde civiles y bandas organizadas paran a los camiones en un enclave al borde de la hambruna. El lunes, la agencia EFE presenció la entrada de un convoy.

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Según datos de la ONU, entre el 20 de julio y el 3 de agosto, el 90% de la harina, paquetes de alimentos y comida para cocinas comunitarias fueron descargados de los camiones por civiles hambrientos o saqueados por bandas armadas a lo largo de las rutas de los convoyes. Rutas como la de Zikim, que además es la única que provee al norte de Gaza, donde vive más de la mitad de su población.

Muchas de las personas que llegan a Zikim vienen de Ciudad de Gaza -a una distancia de entre 3 y 7 kilómetros-, pero también hay gazatíes que han recorrido 30 kilómetros desde Jan Yunis, algunos en coche pero la mayoría a pie ante los disparados precios de la nafta -35 euros el litro-. Todo ello para conseguir harina, que ahora cuesta unos 60 euros el kilo.

Como ocurre a diario desde finales de julio -cuando Israel abrió este cruce a los camiones-, los habitantes de Gaza se desplazan primero hacia el norte por la carretera Al Rashid, un camino de arena rodeado de montañas de escombros, hasta unos tres kilómetros de la frontera con Israel, el punto más lejano al que pueden llegar por los disparos israelíes.

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Los trabajadores de salud se quedan a unos dos kilómetros y medio de ese punto, en el Hospital Protésico Hamad, ya que tienen instrucciones de evitar la zona militar. Es la gente la que transporta hasta allí -a hombros, en carros o en en las carretas donde antes había comida- a los muertos y a los heridos: el lunes 4 de agosto, 23 personas perdieron la vida.

Miles de personas acuden se agolpan cerca del cruce de Zikim, en el norte de la Franja de Gaza, para buscar bolsas de harina entregadas por organizaciones de ayuda. Foto: EFE

Entre el 27 de mayo y 31 de julio, la ONU reportó 514 personas muertas en Gaza tratando de buscar comida de camiones.

«Somos muertos vivientes»

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En el camino hacia Zikim, varios camiones avanzan vacíos en dirección contraria. Su carga ya ha sido asaltada y decenas de palestinos viajan a bordo, algunos heridos, otros sentados sobre las ansiadas bolsas de harina esperando a que el vehículo se detenga para bajar. Más adelante, en un cruce de caminos, empieza la zona de alcance del fuego israelí.

Allí, dos mujeres, de unos 30 años, con sus cargamentos de harina y la ropa manchada del polvo blanco, relatan que han conseguido abrirse paso entre la multitud y subir a un camión. Una de ellas, Amal Mhamdi Nahal, explica a EFE que es viuda y tiene a seis personas a su cargo.

«Si no arriesgas tu vida, nadie dará de comer a tus hijos», dice, y añade: «Traemos a casa comida empapada en sangre. Morimos mil veces por los derechos más básicos. No vemos ninguna esperanza. Israel nos ha convertido en muertos vivientes».

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Más al norte, después de que pasen otros cinco camiones que solo llevan palestinos, un niño de unos 9 años junto a tres heridos, que esperan que los lleven a un lugar seguro, se lamenta: «No pude conseguir harina, la gente me pisó y no podía moverme».

Cada día, cientos de palestinos rodean los camiones con ayuda humanitaria que logran entrar a Gaza para conseguir comida. Foto: APCada día, cientos de palestinos rodean los camiones con ayuda humanitaria que logran entrar a Gaza para conseguir comida. Foto: AP

Unos cientos de metros más allá, se empiezan a oír disparos y los palestinos comienzan a correr. Muchos se echan a tierra, otros se esconden tras los terraplenes de arena o detrás de un vehículo calcinado, pero algunos siguen adelante sin detenerse.

Detrás de un montículo, cinco mujeres se refugian temblando de miedo, porque la única manera de tener alguna posibilidad de conseguir harina es arriesgando la vida.

«Los camiones llegan vacíos a la zona segura a cuatro kilómetros de aquí, así que venimos con la esperanza de conseguir una bolsa, o que alguien que vuelva nos de un kilo, o que a alguien se le caiga el suyo y podamos recoger lo que se derrama en la arena. No nos importa comerla mezclada con arena, es mejor que morir de hambre», se lamenta una de ellas.

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Bandas que saquean camiones y roban a civiles

Desde allí, los habitantes de la Franja se adentran hasta la altura del complejo hotelero Bianco, ahora destruido y situado a tres kilómetros de la frontera. Los camiones cargados de comida están cerca. La artillería de los tanques comienza a retumbar, mientras silban las balas de los francotiradores, según presenció EFE.


Tras unos primeros disparos, los tanques se retiran unos metros y los gazatíes se abalanzan sobre los camiones del Programa Mundial de Alimentos de la ONU. Los dos vehículos que encabezaban el convoy huyen y, en cuanto salen de la zona, las fuerzas israelíes reanudan el fuego cerca de los camiones.

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Entre los civiles actúan bandas organizadas. Sus miembros portan cuchillos y alguna que otra arma de fuego. Cada grupo está compuesto por unos diez hombres, de los que la mitad sube al camión y custodia lo que reclama como suyo, antes de descargar una cantidad de paquetes que luego venderán a precios desorbitados en el mercado.


«Si no asaltas el camión, no comes», dice a EFE un hombre con ocho hijos a su cargo, que ayuda a sacar a dos muertos. «Que Israel se proteja está bien, no hay problema, pero que mate a la gente, eso no», opina.

Habitantes de Gaza corren para buscar alimentos lanzados desde paracaídas, este jueves en Ciudad de Gaza. Foto: AP Habitantes de Gaza corren para buscar alimentos lanzados desde paracaídas, este jueves en Ciudad de Gaza. Foto: AP

Mientras los camiones de ayuda intentan avanzar, rodeados de civiles desesperados, se producen algunos atropellos. Las bandas amenazan de muerte a la gente si no entrega la comida.

En las zonas más próximas a los tanques israelíes, que llegan a situarse a unos 20 o 30 metros de los civiles, se ven cadáveres en el suelo y heridos pidiendo ayuda, así como algunas personas que siguen intentando coger sacos de harina.

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De allí sale Mohamed, que explica que se acercó tanto porque «si no vas hacia la muerte y hacia los tanques, no puedes traer nada».

Tres kilómetros con los heridos a hombros

Soldados israelíes custodian cargamentos de ayuda humanitaria en el paso fronterizo de Kerem Shalom, en el sur de la Franja. Foto: EFE  Soldados israelíes custodian cargamentos de ayuda humanitaria en el paso fronterizo de Kerem Shalom, en el sur de la Franja. Foto: EFE

De retorno a Ciudad de Gaza, una marea de habitantes afortunados vuelve con paquetes en la espalda, en bicicletas, motocicletas sin combustible, carros y sillas de ruedas, algunos arrastrando carretas de madera o llevándolos a la espalda, pero muchos regresan con las manos vacías. Otros retrasan su vuelta para acarrear entre dos y tres kilómetros a los heridos y a los muertos hasta el hospital más cercano.


Cuatro jóvenes cargan un hombre sobre sus hombros, gritando: «¡Necesitamos una ambulancia! Nuestro amigo ha recibido un disparo en el estómago de una bala israelí».

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En el camino de vuelta, ya lejos de Zikim, unos hombres enmascarados de la Unidad Sahm, afiliada a la policía de Hamás, encargada de detener a los saqueadores, confiscan la harina a los que llevaban más de un saco y se la entregan a mujeres y ancianos.

Otros han conseguido menos. Como Alaa, que comparte una bolsa con dos hombres más. Les tocan 16 kilos a cada uno. Entre la muchedumbre ha perdido los zapatos. «Esto es un tormento, estoy muriendo para dar de comer a mis hijos», asegura resignado.

Mahmud Diab Zaza, de 39 años y padre de tres hijos, se queja de que «para conseguir un saco o medio saco de harina hay que morir mil veces, caminar cuatro kilómetros y arriesgar la vida en medio de los tanques y los francotiradores». Y concluye: «O regresas cargado como un cadáver, o vuelves cargando una bolsa de harina».

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Los aranceles de Trump, la nueva fuente de ingresos de Estados Unidos

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Los amplios aranceles del presidente Donald Trump ya empezaron a generar una importante cantidad de dinero para el gobierno de Estados Unidos, con lo que se convierten en una nueva fuente de ingresos para una nación muy endeudada de la que los legisladores estadounidenses podrían empezar a depender.

Como parte de su intento de reordenar el sistema de comercio mundial, Trump impuso aranceles muy elevados a los socios comerciales de Estados Unidos, la mayoría de los cuales comenzaron a regir este jueves 7 de agosto.

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Incluso antes de que entraran en vigor los últimos aranceles, los ingresos procedentes de los impuestos recaudados sobre los bienes importados han aumentado espectacularmente en lo que va del año. Los derechos de Aduana, junto con algunos impuestos especiales, generaron US$152.000 millones hasta julio, aproximadamente el doble de los 78.000 millones de dólares recaudados en el mismo periodo del año fiscal pasado, según datos del Tesoro.

Trump citó de forma sistemática los ingresos arancelarios como prueba de que su enfoque comercial, que sembró la incertidumbre y empezó a aumentar los precios para los consumidores, es una victoria para Estados Unidos.

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Miembros de su gobierno argumentaron que el dinero de los aranceles ayudaría a cubrir el agujero creado por los amplios recortes fiscales que el Congreso aprobó el mes pasado, que se espera que cuesten al gobierno norteamericano al menos 3,4 billones de dólares.

“¡La buena noticia es que los aranceles están trayendo miles de millones de dólares a EEUU!”, dijo Trump en las redes sociales poco después de que un informe negativo sobre el empleo mostrara signos de tensión en el mercado laboral.

Contenedores de carga llenan un buque en el puerto de Oakland el miércoles 6 de agosto de 2025, en Oakland, California. (AP Foto/Noah Berger)

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Con el tiempo, los analistas prevén que los aranceles, si se mantienen, podrían suponer más de 2 billones de dólares en ingresos adicionales durante la próxima década. Los economistas esperan mayoritariamente que eso no ocurra y que Estados Unidos abandone esas barreras comerciales. Pero algunos reconocen que un flujo de ingresos tan importante podría resultar difícil de abandonar.

“Creo que esto es adictivo”, dijo Joao Gomes, economista de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania. “Creo que es muy difícil rechazar una fuente de ingresos cuando la deuda y el déficit están como ahora”, sostuvo.

Trump fantasea desde hace tiempo con sustituir los impuestos sobre la renta por aranceles. En varias oportunidades, se refiere con cariño a la política fiscal estadounidense de finales del siglo XIX, cuando no existía el impuesto sobre la renta y el gobierno dependía de los aranceles, y la ha citado como modelo para el futuro. Y aunque los impuestos sobre la renta y sobre las nóminas aún son, con mucho, las fuentes más importantes de ingresos públicos, la combinación de los aranceles de Trump y la última rebaja fiscal republicana aleja, en el margen, a Estados Unidos de gravar las ganancias y se acerca a gravar los bienes.

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Se espera que este cambio sea regresivo, lo que significa que a los estadounidenses ricos les irá mejor que a los más pobres. Esto se debe a que, en general, la reducción de los impuestos sobre la renta beneficia más a los estadounidenses más ricos, que son los que más ganan. El reciente recorte republicano de los impuestos sobre la renta y de la red de seguridad social es quizá la ley más regresiva de las últimas décadas.

Sin embargo, se espera que la aplicación de nuevos impuestos a los productos importados aumente el costo de los bienes cotidianos. Los estadounidenses con rentas más bajas gastan una mayor parte de sus ingresos en esos bienes más caros, lo que significa que los aranceles suponen para ellos una mayor subida de impuestos que para los estadounidenses más ricos.

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Los aranceles empezaron a repercutir en los precios al consumo, y muchas empresas afirman que tendrán que empezar a subir los precios como consecuencia de los costos añadidos. Y los analistas esperan que los aranceles pesen sobre el rendimiento de la economía en general, lo que a su vez podría reducir la cantidad de ingresos por el impuesto sobre la renta tradicional que el gobierno recauda cada año.

“¿Existe una forma mejor de recaudar esa cantidad de ingresos? La respuesta económica es: sí, hay una forma mejor, hay formas más eficientes”, dijo Ernie Tedeschi, director de economía del Laboratorio Presupuestario de Yale y exfuncionario del gobierno del presidente Joe Biden y agregó: “Pero en realidad es una cuestión política”.

Tedeschi dijo que los futuros dirigentes de Washington, ya sean republicanos o demócratas, podrían dudar en retirar los aranceles si ello supusiera un nuevo aumento de la carga de la deuda federal, que ya hace saltar las alarmas en Wall Street. Y sustituir los ingresos arancelarios por subas de otros impuestos exigiría la actuación del Congreso, mientras que los aranceles serían una decisión heredada de un presidente anterior.

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“Es posible que al Congreso no le entusiasme la idea de realizar una votación tan políticamente arriesgada cuando, para empezar, no tenía que votar sobre los aranceles”, dijo Tedeschi.

U.S. President Donald Trump looks on as he and Apple CEO Tim Cook (not pictured) present Apple's announcement of a $100 billion investment in U.S. manufacturing, in the Oval Office at the White House in Washington, D.C., U.S., August 6, 2025. REUTERS/Jonathan Ernst      TPX IMAGES OF THE DAY

U.S. President Donald Trump looks on as he and Apple CEO Tim Cook (not pictured) present Apple’s announcement of a $100 billion investment in U.S. manufacturing, in the Oval Office at the White House in Washington, D.C., U.S., August 6, 2025. REUTERS/Jonathan Ernst TPX IMAGES OF THE DAY

Algunos en Washington ya comienzan a pensar en cómo podrían gastar los ingresos arancelarios. Trump planteó recientemente la posibilidad de enviar a los estadounidenses un reembolso en efectivo por los aranceles, y el senador Josh Hawley, republicano de Misuri, presentó recientemente una ley para enviar 600 dólares a muchos estadounidenses. “Está llegando tanto dinero que estamos pensando en un pequeño reembolso, pero lo más importante que queremos hacer es pagar la deuda”, dijo Trump el mes pasado sobre los aranceles.

Los demócratas, una vez que vuelvan al poder, pueden enfrentarse a una tentación similar de utilizar los ingresos arancelarios para financiar un nuevo programa social, especialmente si subir los impuestos en el Congreso resulta tan difícil como en el pasado. Tal como están las cosas, los demócratas se han dividido sobre los aranceles. Mantener el statu quo puede ser una opción política más fácil que cambiar la política comercial.

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“Es una cantidad considerable de dinero”, dijo Tyson Brody, estratega demócrata, sobre los aranceles. “La forma en que los demócratas comienzan a pensar en ello no es que ‘serán imposibles de retirar’. Es: ‘Oh, miren, ahora habrá una gran cantidad de dinero para utilizar y reprogramar’”.

Por supuesto, los aranceles podrían resultar impopulares, y los futuros cargos electos podrían querer tomar medidas que pudieran reducir los precios al consumo. Al mismo tiempo, la cantidad de ingresos que generan los aranceles podría disminuir con el tiempo si, de hecho, las empresas acaban por traer de vuelta a Estados Unidos una mayor parte de sus operaciones, lo cual reduce el número de bienes que se enfrentan al impuesto de importación.

“Está claro que no es una forma eficaz de recaudar ingresos”, dijo Alex Jacquez, exfuncionario de Biden y jefe de política y defensa de Groundwork Collaborative, un grupo liberal. “Y no creo que sea una prioridad progresista a largo plazo como forma de recaudar ingresos sin más”.

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Por Andrew Duehren.

Donald Trump, aranceles

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Business owner behind mysterious ‘Remember Hiroshima’ protest doll at Disneyland’s ‘Small World’ ride revealed

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NEWYou can now listen to Fox News articles!

Baffled Disneyland visitors at the «It’s a Small World» attraction were greeted by a protest doll holding a sign reading «Remember Hiroshima» over the weekend, sparking questions and speculation online as videos of the doll spread. 

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Videos began circulating on TikTok and Reddit Monday showing a woman carrying a female doll holding a sign reading «Remember Hiroshima» while walking around Disneyland. Another photo online showed the doll within the «It’s a Small World» exhibit, strategically positioned next to one of the tunnels that the boat ride traffics. 

Speculation mounted as the videos spread and earned hundreds of thousands of views and social media users questioned the meaning of the political stunt, while others questioned how the doll made it through the park’s tight security. 

Ben & Jerry’s co-founder Ben Cohen revealed he was behind the stunt Thursday, telling Fox News Digital in a phone interview that he’s in the midst of a campaign against the U.S. government’s stockpile of powerful weapons as part of his «Up in Arms» campaign against the Pentagon’s spending budget. Cohen said that while the campaign targets current policies under the Trump administration, the matter of Pentagon spending is «disgustingly bipartisan» and stretches long past the current administration. 

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CALIFORNIA BEACH ‘RESIST!’ PROTEST PUSHES ‘KINDNESS’ WHILE CALLING TO ‘86 47’ IN ANTI-TRUMP MESSAGE 

A protest doll holding a sign reading «Remember Hiroshima» was spotted at Disneyland’s «It’s a Small World» attraction.  (DCX Growth Accelerator)

«The whole idea of the Small World exhibit is that it’s a small world after all,» Cohen told Fox News Digital in a phone interview. «You got all the children from the different countries around the world being together, loving each other. And we put a doll in there that says, ‘Remember Hiroshima.’ I mean, that’s what was supposed to happen after the bomb in Hiroshima. We were supposed to remember what we did there and say, ‘Never again.’ And we’ve, we’ve ignored that.» 

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Doll at Disneyland

A doll holding a sign reading «Remember Hiroshima» was spotted at Disneyland’s It’s a Small World exhibit over the weekend. (DCX Growth Accelerator)

The political protest was launched just ahead of the 80th anniversary of the 1945 Hiroshima bombings Thursday, when an atomic bomb killed more than 100,000 people in the Japanese city during World War II. Cohen specifically took issue with the ongoing war in Gaza, which he called the «moral issue of our time,» when speaking with Fox Digital, as well as the Pentagon’s nearly $900 billion budget. 

«They’ve turned us all into murderers, and they’re taking our money, buying bombs with it, and giving it to Israel to slaughter people in Gaza,» he said of the war that has raged since the Biden administration. «And a whole lot of them are kids, just like that little girl that we placed in Disneyland.» 

Cohen said his criticisms of the U.S.’ military budget and push to build stockpiles of weapons is «disgustingly bipartisan,» stretching back long before the Trump administration. 

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«Trump is the current president. He’s responsible, but I can tell you that all the presidents before him were responsible as well,» he said, referring to the U.S.’ nuclear weapons program across the decades. 

DEVELOPMENT OF NUCLEAR BOMB 24 TIMES MORE POWERFUL THAN HIROSHIMA’S IS ‘SIGNIFICANTLY AHEAD OF SCHEDULE’

Ben COhen at protest

Ben Cohen, of Ben & Jerry’s, has a long history of left-wing political activism.  (Getty Images)

Trump repeatedly has championed his «peace through strength» vision for the U.S. military, citing that a powerful U.S. military will keep other nations from sparking wars. 

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«For at least two decades, political leaders from both parties have dragged our military into missions it was never meant to be,» Trump, for example, said during his speech to the graduating class at West Point Military Academy in May. «They sent our warriors on nation-building crusades to nations that wanted nothing to do with us, led by leaders that didn’t have a clue in distant lands, while abusing our soldiers with absurd ideological experiments here and at home.»

He added that those days are over via his peace through strength mission for the military, adding at the time, «My preference will always be to make peace and to seek partnership, even with countries where our differences may be profound.»

A Disneyland spokesperson told Fox Digital, when asked about the protest doll, that a cast member swiftly removed the doll from the ride attraction when it was first spotted, and reminded the guest of park rules. The activist who placed the doll within the attraction left without incident, according to Disney. 

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Ben Cohen detained

Ben & Jerry’s co-founder Ben Cohen was detained for interrupting a Senate hearing in May.  (Getty Images)

Ben & Jerry’s, which Cohen and co-founder Jerry Greenfield sold in 2000, has a long history of left-wing politics and social justice activism, including rolling out ice cream flavors such as «Pecan Resist» in 2018 to protest the first Trump administration, and «Change the Whirled» in 2021 that was crafted with former NFL player Colin Kaepernick, who was the first sports player to popularize kneeling during the national anthem back in 2016.  

Cohen, specifically, also has not shied away from participating in public protests, including in May when he was detained after interrupting a Senate hearing focused on aid to Gaza. 

DISNEY’S ‘IT’S A SMALL WORLD’ RIDE TO GET NEW SONG LYRICS

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Cohen said he is just beginning a four-year campaign protesting the U.S.’ military budget in an effort to get the funds «toward the things that people really want.»

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«Americans are compassionate,» he said. «We don’t want to kill families just like ours in other countries, we just want a good life for ourselves and our kids. People want a decent place to live that doesn’t cost an arm and a leg, good schools, affordable childcare, but they say there’s not enough money, and what they don’t say is that they’re spending it all on preparing to kill literally millions of people around the world.» 

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