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INTERNACIONAL

Historia del joven físico que creó la Bomba H y ocultó el secreto por 50 años para evitar el Armagedon

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La batalla de Enrico Fermi contra el cáncer estaba llegando a su fin a finales de 1954 cuando recibió una visita.

Fermi, premio Nobel de Física, había huido del fascismo en Europa y se había convertido en uno de los fundadores de la era nuclear, ayudando a dar vida al primer reactor y a la primera bomba atómica del mundo.

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El visitante, Richard L. Garwin, había sido alumno de Fermi en la Universidad de Chicago, y el laureado lo llamó «el único genio auténtico que he conocido».

Ahora, había hecho algo que en aquel entonces solo Fermi y un puñado de otros expertos conocían.

Ni siquiera su familia lo sabía.

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Tres años antes, el joven prodigio, que entonces tenía 23 años, había diseñado la primera bomba de hidrógeno del mundo, que trajo la furia de las estrellas a la Tierra.

En una prueba, explotó con una fuerza casi 1.000 veces más potente que la bomba atómica que arrasó Hiroshima, su potencia mayor que todos los explosivos utilizados en la Segunda Guerra Mundial.

A su reverencial alumno, Fermi le confesó su arrepentimiento.

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En la ceremonia de entrega de la Medalla Presidencial de la Libertad en la Casa Blanca en 2016. Foto Andrew Harnik/Associated Press

Sentía que su vida había implicado muy poca participación en asuntos cruciales de política pública.

Falleció pocas semanas después, a los 53 años.

Tras esa visita, Garwin emprendió un nuevo camino, considerando que los científicos nucleares tenían la responsabilidad de alzar la voz.

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Su determinación, según le confesó posteriormente a un historiador, surgió del deseo de honrar la memoria del científico que mejor conoció y al que más admiró.

“Me inspiré en Fermi en la medida de lo posible”, dijo.

Garwin, el diseñador del arma más mortífera del mundo, falleció el 13 de mayo a los 97 años, dejando tras de sí un legado de horrores nucleares que dedicó su vida a combatir.

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Pero también dejó un extraño enigma.

¿Por qué ocultó durante medio siglo lo que Fermi y una docena de presidentes sabían?

Fue un tema que hablé con él este enero en una entrevista, la última de muchas.

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El enigma es especialmente extraño porque su papel central en la creación de la bomba H se convirtió en la fuerza motivadora que lo impulsó a seguir adelante, que lo ayudó a convertir los arrepentimientos de Fermi en una vida de activismo político y social, que lo convirtió en un gigante discreto del control de armas nucleares.

Richard L. Garwin, segundo a la derecha, con, de izquierda a derecha, Peter A. Clausen, experto en desarme, y los físicos Hans Bethe y Kurt Gottfried, durante una conferencia de prensa sobre defensa antimisiles organizada por la Union of Concerned Scientists en 1984. Foto James J. MacKenzieRichard L. Garwin, segundo a la derecha, con, de izquierda a derecha, Peter A. Clausen, experto en desarme, y los físicos Hans Bethe y Kurt Gottfried, durante una conferencia de prensa sobre defensa antimisiles organizada por la Union of Concerned Scientists en 1984. Foto James J. MacKenzie

“Si pudiera agitar una varita” para hacer desaparecer la bomba H, me dijo una vez, “lo haría”.

Potencia

En un destello cegador, la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima por el Enola Gay mató al menos a 70.000 personas.

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Mortal como ninguna otra arma anterior, era bastante limitada en comparación con la superarma de Garwin.

Una versión propuesta tenía la fuerza de más de 600.000 Hiroshimas.

Es asombroso pensar en tales cifras.

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Aun así, los analistas de la Guerra Fría juzgaron fríamente que podría reducir a cenizas una región del tamaño de Francia.

Su arma era un verdadero terremoto.

Podría acabar con la civilización.

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Esa bomba no fue la única hazaña impulsada por el prodigioso intelecto de Garwin.

Realizó descubrimientos fundamentales sobre la estructura del universo, sentó las bases para maravillas de la atención médica y la informática, y ganó numerosos premios.

Amplió las fronteras de la astronomía, la física, los superconductores, el reconocimiento orbital y una multitud de otros temas que investigó, a menudo a instancias del gobierno estadounidense.

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Pero lo que lo impulsó, lo que lo hizo ansioso por asesorar a los presidentes, no fue su don para idear maravillas de descubrimiento e innovación sino, cortesía de Fermi, una cruzada personal para salvar al mundo de su propia creación.

Henry Kissinger asesoró a al menos 12 presidentes estadounidenses en algún cargo.

El físico italiano, Premio Nobel de Física y mentor de Garwin, Enrico Fermi. ARCHIVOEl físico italiano, Premio Nobel de Física y mentor de Garwin, Enrico Fermi. ARCHIVO

Garwin nunca se unió oficialmente al gabinete de ningún presidente, como sí lo hizo Kissinger.

Pero en nuestra última entrevista, el físico revisó una lista de presidentes e identificó uno por uno a los comandantes en jefe a los que había asesorado.

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Aunque anhelaba contrarrestar su idea original, Garwin no asumió ninguna responsabilidad personal ni moral por la creación de la bomba H.

Argumentó que su nacimiento era inevitable.

«Quizás aceleré su desarrollo uno o dos años», dijo en 2021.

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Los historiadores de la época suelen coincidir.

El Dr. Garwin en 1954. Foto Francis Bello/Science SourceEl Dr. Garwin en 1954. Foto Francis Bello/Science Source

La Unión Soviética siguió rápidamente su ejemplo pionero, y luego media docena de naciones más.

Hoy en día, las bombas de hidrógeno han sustituido a las bombas atómicas en la mayoría de los arsenales, creando un mundo de tensos enfrentamientos entre los enemigos nucleares.

Según todos los indicios, Garwin creía que él —y a veces solo él— podía escudriñar el caos del universo y discernir su orden subyacente.

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Al igual que J. Robert Oppenheimer, quien durante la Segunda Guerra Mundial lideró la fabricación de la primera bomba atómica, también podía ser cruel e intolerante con quienes consideraba menos dotados.

Aun así, Garwin demostró un don para el trabajo en equipo y generosidad con sus colegas a quienes respetaba.

Durante décadas, el físico trabajó arduamente para avanzar en la búsqueda de ondas gravitacionales, las ondas en el tejido del espacio-tiempo que predijo Albert Einstein.

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Apoyó la construcción de costosos detectores que, en 2015, observaron con éxito las ondas, abriendo una nueva ventana al universo.

Garwin resplandeció de orgullo cuando el hallazgo ganó un Premio Nobel.

Así también, Garwin se las arregló para recorrer un camino complicado dentro del complejo militar-industrial del país, que aplastó a Oppenheimer y consintió a Edward Teller, uno de los primeros impulsores de la investigación de la bomba de hidrógeno.

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Durante décadas, criticó al complejo desde dentro, promoviendo algunas ideas y socavando otras, utilizando su intelecto y su posición como experto para cambiar las cosas, a menudo de forma anónima.

«El científico más influyente del que jamás has oído hablar», así lo describió su biógrafo.

El físico les decía a los recién llegados al aparato federal que podían lograr algo o recibir reconocimiento, pero no ambas cosas.

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Era, en ciertos aspectos, la antítesis de Kissinger, quien cuidaba con esmero su imagen pública.

La izquierda admiraba los ataques de Garwin al estamento militar estadounidense, pero su propia brújula parecía estar más alineada con el pragmatismo que con la política.

Recibió premios del presidente George W. Bush, republicano, y del presidente Barack Obama, demócrata

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«Nunca se ha encontrado con un problema que no quisiera resolver», declaró Obama en 2016 al entregarle a Garwin la Medalla Presidencial de la Libertad, el máximo honor civil del país.

El presidente, que duró dos mandatos, describió al físico como alguien que asesoraba a los ocupantes de la Casa Blanca «con bastante franqueza».

En general, la vida de Garwin puede verse como una historia de genio en la que manifestaciones clave quedaron ocultas por un muro de silencio.

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¿Por qué, por ejemplo, tardó tanto en contarle a su familia sobre su participación en la bomba H?

¿Intentaba proteger a sus seres queridos de las críticas y las bravuconadas de odio?

No. Resultó que, como puede ocurrir en la vida de servicio público, sintió que se cernían sobre él cuestiones delicadas de seguridad nacional.

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En nuestra última entrevista, Garwin comentó que le preocupaba que familiares locuaces pudieran, sin querer, atraer su atención a agencias de inteligencia extranjeras deseosas de descubrir secretos sobre la bomba H. Esa preocupación, añadió, lo persiguió incluso después de que su papel se hiciera público.

«Todavía me preocupa eso», dijo en su casa de Scarsdale,

Nueva York, un día nublado de invierno. Miró por la ventana.

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“Podrían estar escuchando ahora.”

ASESORAMIENTO A LOS ASESORES

El nacimiento de la bomba de hidrógeno

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Richard Lawrence Garwin nació en Cleveland el 19 de abril de 1928. Su padre enseñaba electrónica en una escuela secundaria técnica.

De niño, Richard, llamado Dick, impresionaba a los adultos con sus habilidades lingüísticas y matemáticas. Le encantaba desmontar y volver a montar cosas, incluyendo una aspiradora.

A pesar de sus evidentes talentos y su temprana entrada a la preparatoria, un profesor de inglés les dijo a sus padres que Dick nunca entraría a la universidad.

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Él desafió esa predicción y estudió física en la Escuela Case de Ciencias Aplicadas de Cleveland.

El adolescente vivía en casa, iba en bus a la escuela y trabajaba por las noches.

Se graduó a los 19 años y Standard Oil le ofreció una beca completa para estudiar posgrado en la Universidad de Chicago, que tenía uno de los mejores departamentos de física del país.

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Fermi se convirtió en el tutor del joven.

Dos años después, en 1949, Garwin se graduó en Chicago con un doctorado en física y se convirtió en profesor de la escuela.

El joven de 21 años era demasiado joven para desempeñar un papel en el Proyecto Manhattan, pero ahora se encontró profundamente involucrado en lo que siguió.

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Como muchos estadounidenses, Garwin se preocupó cuando Moscú detonó su primera bomba atómica ese verano.

¿Cómo respondería Washington?

A principios de 1950, el presidente Harry S. Truman anunció que el país buscaría fabricar la llamada bomba de hidrógeno o superbomba.

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Fermi invitó a Garwin a unirse a él en Los Álamos, la base situada entre los altos pinos y los profundos cañones de la zona rural de Nuevo México donde nació la bomba de Oppenheimer.

Ahora, la agenda del extenso laboratorio: intentar cumplir la amenaza de Truman.

En el interior de cada estrella, temperaturas y presiones extraordinariamente altas fusionan átomos de hidrógeno en helio, liberando explosiones de energía.

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La idea de Los Álamos era imitar ese proceso de fusión.

Los expertos lo llamaron termonuclear, en parte para distinguir sus reacciones de alta temperatura de las de las bombas atómicas, que se inician a temperatura ambiente.

El plan general era que una bomba atómica, al explotar, actuara como una cerilla para encender el combustible de hidrógeno.

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Las primeras ideas consistían en capas de combustible atómico e hidrógeno alternadas, similar al interior de una pelota de béisbol.

El gran avance se produjo a principios de 1951.

Teller y Stanislaw Ulam, un colega de Los Álamos, imaginaron dos escenarios distintos situados uno al lado del otro dentro de una carcasa cilíndrica.

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Moviéndose a la velocidad de la luz, la radiación de la bomba atómica al explotar impactaría la pared interna de la carcasa y, en un rebote, inundaría el interior con una explosión colosal de rayos que comprimirían y encenderían el combustible de hidrógeno.

Expertos frente a la primera bomba de hidrógeno del mundo, diseñada por el Dr. Garwin, en su lugar de pruebas en la isla de Elugelab, en el Pacífico. Foto Los Alamos National LaboratoryExpertos frente a la primera bomba de hidrógeno del mundo, diseñada por el Dr. Garwin, en su lugar de pruebas en la isla de Elugelab, en el Pacífico. Foto Los Alamos National Laboratory

La nueva idea le dio a la bomba una potencia ilimitada.

Dado que el combustible de hidrógeno estaba separado del caos inicial de escombros atómicos y ondas de choque, en teoría, podría ser infinitamente grande.

Teller le pidió a Garwin que elaborara un plan detallado. Advirtió que este tendría que abordar «todas las dudas imaginables» de los científicos más destacados.

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«El artículo de Garwin recibió muchas críticas», escribió Teller en sus memorias, pero el plan del joven «permaneció inalterado».

El prodigio convirtió la idea preliminar en un plan de cuatro páginas que aún se mantiene como secreto de alto nivel.

Adjuntó un gran diagrama esquemático.

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En un atolón coralino del Pacífico Occidental, el dispositivo creció lentamente. Garwin nunca visitó el sitio de pruebas, donde su creación final medía dos pisos y pesaba 82 toneladas.

La explosión de prueba, cuyo nombre clave era Ivy Mike, tuvo lugar el 1 de noviembre de 1952.

Vaporizó una isla del Pacífico y produjo una nube en forma de hongo de 160 kilómetros de ancho.

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Garwin, que entonces tenía 24 años, mantuvo un perfil bajo.

Ningún medio de comunicación lo mencionó.

Nadie lo condenó ni lo elogió.

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Era profesor adjunto de física en la Universidad de Chicago, no un alto funcionario del gobierno ni una celebridad científica.

Un mes después de la explosión, se incorporó a International Business Machines Corp., lo que le permitió ocupar un puesto de físico en la Universidad de Columbia.

En las décadas siguientes, obtuvo 47 patentes por su trabajo en IBM.

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Este inusual acuerdo también le dio la libertad de cambiar repetidamente el curso de la historia.

Garwin lo hizo principalmente ofreciendo asesoramiento científico a presidentes y sus asesores, una trayectoria de consultoría en la Casa Blanca que abarcó desde los presidentes Dwight D. Eisenhower hasta Donald Trump.

La abolición de la amenaza de la bomba H

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El presidente John F. Kennedy utilizó las hazañas científicas y militares del país para asustar a Moscú y demostrar la ventaja tecnológica de Occidente. Fue su principal estrategia durante la Guerra Fría.

Entonces ocurrió el desastre.

En un caso en el que las cosas malas tuvieron resultados buenos, las repercusiones del desastre ayudaron a dar origen al primer ejemplo exitoso de control de armas nucleares.

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La crisis comenzó el 9 de julio de 1962, cuando el ejército estadounidense, buscando maneras de destruir las ojivas soviéticas entrantes, detonó una bomba de hidrógeno a unos 400 kilómetros sobre el océano Pacífico.

La altura récord para una explosión termonuclear causó sorpresa tanto en tierra como en el espacio. E

l alumbrado público en Hawái se apagó.

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Los satélites en órbita fallaron.

Resultó que la explosión había inflado los cinturones de radiación alrededor de la Tierra, aumentando la peligrosidad de los anillos de partículas energéticas en forma de rosquilla.

El ejército planeaba una detonación a mayor altitud ese verano, a más de 1280 kilómetros de altura.

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Kennedy quería evaluar rápidamente los riesgos.

Presionado por el Pentágono, ya había aprobado los preparativos para esa explosión de gran altitud, llamada en código Urraca.

La pregunta urgente del presidente era si la detonación de armas nucleares estadounidenses en el espacio exterior podría producir suficiente radiación como para envenenar a los humanos y arruinar su anunciado plan de aterrizar astronautas en la Luna.

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El 25 de julio de 1962, envió un telegrama a Garwin invitándolo a unirse a su equipo de asesoramiento científico de la Casa Blanca.

Semanas después, Kennedy se reunió con Garwin y asesores principales en el Despacho Oval para hablar sobre los peligros de la radiación.

El físico recordó que el presidente temía que la reciente explosión «habría acabado con el programa Apolo», cuyo objetivo era llevar estadounidenses a la Luna.

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¿Cuánto duraría la radiación mejorada?

«Mucho tiempo», respondió Garwin, añadiendo que era imposible determinar cuánto tiempo exactamente.

Tras analizar los riesgos e incertidumbres, Garwin sugirió que la zona de peligro podría persistir entre dos y veinte años.

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Aquella reunión en la Oficina Oval fue, con toda probabilidad, un punto de inflexión.

El 5 de septiembre de 1962, Kennedy preguntó a sus asesores científicos y de seguridad nacional si el riesgo de radiación podría hacer prohibitivo un viaje a la Luna.

Hablaron de los riesgos, la inminente programación de pruebas nucleares estadounidenses y si el ejército podría prescindir de la detonación del Urraca a 1287 kilómetros de altura.

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En una reunión del Consejo de Seguridad Nacional dos días después, se canceló la prueba de gran altitud.

Al año siguiente, Kennedy firmó un tratado con la Unión Soviética que prohibía las pruebas nucleares en el espacio exterior, la atmósfera y el subsuelo.

Las armas solo podían probarse a gran profundidad.

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Lentamente, los elevados niveles de radiación en los cinturones planetarios disminuyeron mediante la desintegración y dispersión naturales.

De 1968 a 1972, la NASA envió dos docenas de astronautas del Apolo a través de las zonas de peligro. Posteriormente, los expertos que estudiaron la exposición de las tripulaciones descubrieron que sus dosis eran inferiores a las de los trabajadores con empleos industriales que implicaban radiación. Los astronautas no sufrieron efectos debilitantes para la salud.

Un salto en la vigilancia de las bombas H

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El presidente Richard M. Nixon quería que Moscú y Washington firmaran un pacto histórico para limitar sus armas nucleares.

Las conversaciones formales comenzaron en 1969, año en que asumió el cargo.

Paralelamente, el presidente y sus asesores buscaron maneras de evaluar mejor el tamaño del arsenal soviético y, así, verificar el cumplimiento de cualquier acuerdo.

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El objetivo general era estabilizar el equilibrio del terrorismo nuclear —la amenaza de destrucción mutua asegurada— y convertirlo en un factor disuasorio más eficaz para la guerra.

Una nueva generación de satélites espía sería una herramienta fundamental.

A gran altura sobre la Tierra, abrirían una nueva perspectiva sobre los movimientos secretos de los bombarderos, submarinos y misiles soviéticos capaces de lanzar armas termonucleares contra Estados Unidos. Garwin, quien ya era asesor científico de Nixon, se dedicó por completo a la iniciativa satelital.

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Los primeros satélites espía del país, que dependían de película fotográfica, eran lentos, torpes y derrochadores. La película expuesta podía tardar semanas en llegar a los fotoanalistas. Y los costosos orbitadores, una vez agotados, terminaban en el desguace celestial.

Garwin dirigió un equipo de expertos que previó un tipo de nave espacial más avanzada que reemplazaría la película con microelectrónica y transmisores de radio. Imágenes recientes se proyectarían a la Tierra. El equipo también solicitó nuevos y potentes telescopios. En efecto, las naves espía serían precursoras del Telescopio Espacial Hubble, pero apuntando a la Tierra.

Incluso para los estándares habituales de secretismo federal, el proyecto satelital se mantuvo en un estricto secreto. En julio de 1971, Garwin envió borradores del informe final por correo especial a los miembros de su equipo. Debían leerlos, devolverlos y no guardar copias.

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Al mes siguiente, Garwin y un colega informaron a Kissinger, quien respaldó el nuevo enfoque electroóptico. Sorprendentemente, la innovación se adelantó décadas a la transición de las cámaras de consumo de película a digital.

Ese septiembre, Nixon aprobó un plan para desarrollar el nuevo satélite espía, que se convirtió en el arquetipo de todo lo que vino después. Para las relaciones Este-Oeste, se consideraba que esta tecnología aumentaba la previsibilidad y reducía la sorpresa, reduciendo así las tensiones entre las superpotencias.

Al año siguiente, Nixon se reunió en Moscú con el líder soviético Leonid Brezhnev para firmar un acuerdo que, por primera vez, limitaba sus arsenales nucleares.

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Garwin recibió dos premios por este trabajo, uno de la CIA en 1996 y otro en 2000 de la Oficina Nacional de Reconocimiento, que gestiona las flotas de satélites.

La cita de esa oficina decía que el físico había ayudado a Kissinger a “entender el papel crítico” que la tecnología de espionaje llegaría a desempeñar en la seguridad nacional, al estabilizar el incómodo enfrentamiento entre enemigos armados con las armas más letales.

El impulso para poner fin a las pruebas de bombas H

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La simplicidad hizo que la bomba de Hiroshima fuera una apuesta segura. No tuvo una explosión de prueba. Las bombas H eran más complejas.

Por definición, requerían múltiples pruebas para descubrir fallas y optimizar los resultados.

Durante décadas, la presión de Garwin por una prohibición total de las detonaciones de prueba se basó principalmente en ese hecho: sin pruebas, no habría bombas de hidrógeno. Si bien consideraba la prohibición espacial de Kennedy un buen comienzo, quería evitar no solo nuevas carreras armamentísticas, sino también nuevos estados que aspiraban a poseer las armas más destructivas del mundo.

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El fin de la Guerra Fría parecía el momento oportuno.

En 1993, el presidente Bill Clinton anunció planes para un tratado en el que todas las naciones renunciarían a todos los ensayos nucleares, como lo hacía Washington unilateralmente.

Esto implicaba prohibir incluso las pruebas subterráneas, la última zona permitida.

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En 1993, Garwin asumió la presidencia de la Junta Asesora sobre Control de Armas y No Proliferación del Departamento de Estado, la cual orientó a altos funcionarios federales, incluyendo a la Casa Blanca. También contribuyó a generar apoyo público para un acuerdo de prohibición de ensayos nucleares.

De manera crucial, en agosto de 1995, Garwin ayudó a resolver una disputa técnica que amenazaba con convertirse en un factor decisivo en las negociaciones del tratado.

Se centraba en si una prohibición debía permitir explosiones minúsculas.

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Abordó el tema como miembro veterano de los Jasons, un grupo hermético de asesores científicos federales independientes.

En un extenso informe, el grupo respaldó la prohibición integral, afirmando que Estados Unidos podía firmar un tratado incluso si descartaba las pruebas minúsculas.

Días después, Clinton se hizo eco de esa conclusión al anunciar que buscaría lo que los expertos denominaron un tratado de rendimiento cero.

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«Espero», dijo, «que conduzca a un pronto consenso» en la mesa de negociaciones.

En cambio, las conversaciones se prolongaron.

Y Francia y China se apresuraron a realizar detonaciones de última hora antes de que entrara en vigor la prohibición.

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Finalmente, en septiembre de 1996, una solemne procesión de representantes de gobiernos mundiales, incluido Clinton, firmó el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares.

Luego todo se vino abajo.

Clinton ganó la reelección en noviembre, pero ahora se enfrentaba a mayorías republicanas tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado.

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Peor aún, el romance del presidente con Monica Lewinsky, una pasante, salió a la luz a principios de 1998, alimentando una tormenta política que paralizó a la Casa Blanca.

Mientras los republicanos del Senado se apresuraban a realizar una rápida votación del tratado, Garwin testificó ante el Comité de Relaciones Exteriores.

“Estamos mejor”, argumentó, “con una prohibición de pruebas que sin ella”.

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Seis días después, el 13 de octubre de 1999, el Senado rechazó el tratado.

Aunque finalmente fue firmado por 187 naciones, el tratado nunca entró en vigor porque Estados Unidos y un puñado de otros actores clave no lo ratificaron.

Aun así, Garwin y sus colegas habían creado una nueva norma global. El largo y arduo proceso de forjar un consenso global sobre los méritos de una prohibición, adoptado por los estados termonucleares, condujo a una nueva era más estable.

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Atrás quedaron las ondas de choque que se habían irradiado desde los sitios de pruebas subterráneos y rebotado por todo el mundo.

Desde entonces, Estados Unidos y otras grandes potencias nucleares no han realizado pruebas de armas. Ahora reina un nuevo tipo de silencio.

«Haces estas cosas», me dijo Garwin poco después de que el Senado rechazara el tratado. «Y si perseveras mucho tiempo, a veces ganas».

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(Final del recorte opcional.)

ACONSEJÁNDOSE A SÍ MISMO

Reconociendo al diseñador de la bomba H

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En 1979, Teller sufrió un infarto y descubrió, como le dijo a un amigo, «que no soy inmortal». Mientras se recuperaba, compartió sus recuerdos sobre la fabricación de la bomba de hidrógeno con ese amigo, quien había traído una grabadora.

«Así que ese primer diseño», dijo Teller, «fue hecho por Dick Garwin». Repitió el homenaje para evitar cualquier malentendido.

Durante 22 años, esa grabación se perdió en la historia. Casualmente, también encajaba perfectamente con la determinación de Garwin de ocultar su participación en la bomba H.

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Los mitos se extendieron.

En 1995, «Dark Sun», un relato de 700 páginas sobre la fabricación de la bomba de hidrógeno, atribuyó su diseño a un comité de científicos veteranos. No mencionó al advenedizo de Cleveland.

Eso cambió en abril de 2001. George A. Keyworth II, amigo de Teller, quien posteriormente fue asesor científico del presidente Ronald Reagan, me dio una transcripción de la grabación y escribí sobre ella para The New York Times.

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Se dio a conocer, incluso por Garwin y su familia.

Aunque Teller ya había reconocido el papel del joven físico, esas menciones quedaron ocultas en escritos y reuniones especializadas.

Ahora, de repente, medio siglo después, Garwin obtuvo un amplio reconocimiento público como el diseñador de la bomba de hidrógeno.

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“Fue entonces cuando la gente realmente lo supo”, le contó Lois, su esposa, a un historiador.

“Y quienes conocían a Dick muy, muy bien, y lo conocían desde hacía mucho tiempo, expresaron una auténtica sorpresa”.

Después de eso, como siempre, siguió adelante. Impartió conferencias y escribió artículos sobre armas espaciales, minas terrestres, terrorismo, pandemias, submarinos, asesoramiento científico, programas de ayuda alimentaria, cajeros automáticos, las ambiciones nucleares de Irán, la red eléctrica nacional, la gestión de residuos radiactivos, riesgos catastróficos y desarme nuclear.

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La última entrada en su exhaustivo archivo data de principios de este año.

Por aquel entonces, decidí que el veterano estadista del control de armas nucleares, como Teller, probablemente no viviría para siempre. Tenía 96 años. Tenía algunas preguntas.

Durante esa entrevista, para mi sorpresa, Garwin dijo que Fermi había enfatizado el peligro equivocado al llamar una vez a la bomba H “una cosa maligna” debido a su destructividad ilimitada.

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«Esa no es la amenaza», dijo. El gran peligro, añadió, es «tantas armas nucleares», lo que aumenta el riesgo de robo, errores, accidentes, uso no autorizado, y que el mundo caiga de la disuasión mutua a un abismo termonuclear.

Para mí, esa última visita a Garwin fue otro vistazo a una era pasada en la que luchó discretamente para contrarrestar una amenaza existencial para la humanidad.

Le pregunté si alguna vez había considerado escribir memorias.

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«Lo intenté», dijo el hombre conocido por su franca honestidad. «Es un trabajo imposible».

c.2025 The New York Times Company

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Entrevista a un habitante de Gaza: «Hamas representa una pequeña parte del pueblo palestino»

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Las necesidades que imperan en el proceso restablecimiento de la calma entre Israel y los terroristas de Hamas, que gobernaron la Franja de Gaza por casi dos décadas son tantas que se vuelve difícil encontrar matices entre ambos enemigos. Clarín entrevistó a un poblador de Gaza, Moumen Al-Natour, co fundador de We Want to Live (Queremos Vivir). Este es un movimiento de protesta contra Hamas en el interior de la Franja. Al Notour sigue sobreviviendo a la crueldad del grupo terrorista contra su propio pueblo, pese a haber estado preso en las cárceles de los fundamentalistas.

Moumen tiene 29 años, es abogado y se considera activista social. Está orgulloso de ser palestino, y fue entrevistado por Clarín, por videoconferencia, desde Tel Aviv a Rafah, en Gaza, que se encuentra en graves condiciones humanitarias por el hacinamiento de la población palestina tras los bombardeos de Israel. Estuvo preso por Hamas. Ahora está, por decirlo de alguna manera, protegido en buena parte. Y se lo pudo entrevistar cuando tenía electricidad para conectar su laptop y tener luz. Fue bajo las gestiones de la organización Fuente Latina y el Center for Peace Communications.

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Moumen Al Natour, ciudadano de la Franja de Gaza, entrevistado por Clarín

Moumen habló en árabe y un traductor en inglés desde Washington medió en la comunicación. “En primer lugar, quiero condenar el ataque criminal del 7 de octubre. Este acto no representa a ningún movimiento de liberación. Ojalá la respuesta israelí al 7 de octubre hubiera consistido la de separar a la población civil de los combatientes mediante la creación de zonas seguras. De esta manera, tanto nosotros como Israel habríamos evitado todas las consecuencias posteriores. Más del 80% de Gaza está destruida hoy”, dijo en una suerte de introducción de su pensamiento.

Con visibles gestos de preocupación, y en un sitio con evidentes signos de deterioro y de disparos en la pared también, Moumen planteó enormes críticas contra Hamas por su crueldad y por el barbárico ataque en territorio israelí del 7 de octubre de 2023, en el que murieron más de 1.200 inocentes, militares o civiles de todas las edades, quemados, mujeres violadas por los terroristas. Pero también es crítico por la magnitud de la guerra del gobierno de Benjamín Netanyahu en Gaza, que, se estima, dejó 70.000 muertos, el desplazamiento de unas 2 millones de personas, la destrucción y la partición del pequeño territorio que quedaría divido -de mínima- en una zona controlada por Israel y una fuerza internacional y otra, más chica que sería dada a control a los palestinos.

Moumen afirma lo que es evidente, que muchos civiles están sufriendo en Gaza las consecuencias de una guerra que podría haberse prevenido. “Antes del 7 de octubre, muchas personas acudieron a Gaza para desafiar o denunciar a Hamas debido a su brutalidad. Ahora, tras presenciar lo que Hamas muchos palestinos en Gaza se pronuncian públicamente contra Hamás desde dentro de la ciudad”, señaló. E insiste en que haya “zonas seguras, áreas libres de Hamas donde los civiles puedan residir y tener acceso a asistencia médica y artículos de primera necesidad”, lo que sigue sin implementado. Por empezar, Hamas da muestra de que sigue con vida y las Fuerzas Israelíes de Defensa, bajo el gobierno de Benjamin Netanyahu siguen bombardeando áreas de Gaza pese al cese de fuego.

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Palestinos transportan el cuerpo de una persona fallecida en ataques aéreos israelíes en el Hospital Al-Shifa de la ciudad de Gaza. Foto EFEPalestinos transportan el cuerpo de una persona fallecida en ataques aéreos israelíes en el Hospital Al-Shifa de la ciudad de Gaza. Foto EFE

Consultado sobre por qué aceptaba esta entrevista con periodistas señaló: “La razón por la que hablé con los medios occidentales y contigo es que queremos enviar el mensaje de que no somos Hamas. Hamas representa una pequeña parte del pueblo palestino en Gaza. Tienen cierta presencia en Cisjordania y algunos países árabes, pero Hamas no nos representa. Hamas nos ha perseguido, y queremos enviar un mensaje de que todos necesitamos trabajar juntos para aniquilar de la Franja de Gaza a Hamas, especialmente ahora que estamos en un tiempo de transición en el que es muy importante poner el camino a Gaza sin Hamas o el día después de Gaza sin Hamas. Trabajemos juntos. Estamos allí como palestinos que están en contra de Hamas. Ahora hay dos Gaza”.

Moumen describe lo que ve. “Una Gaza que está detrás de la línea amarilla, libre de Hamas, y la otra donde hay presencia militar israelí para que las fuerzas internacionales lleguen a “nuestra región, atraigan a más personas y desplazados internos, y proclamemos un gobierno autónomo durante este periodo de transición, hasta que liberemos toda Gaza de Hamas”.

-En el ataque del 7 de octubre se vio a vecinos de Gaza pasado la frontera y robando en las casas israelíes…

-En Gaza, la mayoría son musulmanes, el 28% son amigos cristianos, y hay muchos musulmanes que son amigos de cristianos. También tenemos la experiencia en la que muchas personas de Gaza fueron a Israel y trabajaron en Israel con nuestros vecinos judíos, y estaban muy contentos con eso, citando siempre los grandes recuerdos. Tenemos personas que todavía están en contacto con sus amigos en Israel. Y también escuchamos de nuestros abuelos y familiares que antes de 1987, la situación era increíble con Israel y Gaza. Y la vida era realmente buena. Estamos buscando un buen momento y que nuestros vecinos estén de vuelta, hablando entre ellos, viéndonos. Los vecinos son israelíes en este contexto. Hay una parte de la comunidad palestina en Gaza, que no está haciendo la guerra, no como Hamas y los movimientos extremistas.

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Moumen Al Natour, ciudadano de la Franja de Gaza, entrevistado por Clarín.Moumen Al Natour, ciudadano de la Franja de Gaza, entrevistado por Clarín.

-¿Y cómo explica el terror de Hamas contra sus propios ciudadanos y disidentes durante tantos años sin que hubiera rebelión?

-Lo que han visto recientemente (se refieren a unas salvajes ejecuciones con armas de fuego por parte de militantes del grupo a otros palestinos a los que arrodillan con vendas en los ojos y luego los ejecutan en plena calle) es solo un ejemplo de todo lo que hemos estado observando desde 2007. Hamas siempre ha practicado este tipo de actos criminales que aterrorizan a la población de la Franja de Gaza. Hamas actúa así cuando presiente que perderá el control sobre la población civil. Para ellos, los civiles son su mayor activo. Siempre se escudan tras ellos, sobre todo tras los jóvenes. Por eso, Hamas lucha con uñas y dientes para mantenerse en el poder y conservar el apoyo de la población civil. Y por eso necesitamos trasladar a los civiles a estas zonas amarillas, donde no están bajo el dominio de Hamas, porque al liberarlos, le estamos arrebatando a Hamas todo su poder.

-¿Pero cómo han podido seguir sobreviviendo ahora con los ataques de Israel?

-Básicamente, los túneles de Hamas se extienden bajo nuestras casas, escuelas y hospitales. Este hecho se ha evidenciado aún más en los últimos dos años. Esta es una de las formas en que Hamas explota y utiliza a la población civil. La otra es su presencia en centros para desplazados internos, escuelas (incluidas escuelas internacionales) y hospitales, entre la población civil. Esta es otra manera en que Hamas utiliza a los civiles.

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-¿Cómo ve que se considere “genocidio” la actuación de Israel sobre Gaza en muchas partes del mundo occidental?

-La financiación, y básicamente Irán y otros países de la región que financian y apoyan a Hamas, es la razón por la que Hamas y otras organizaciones brutales siguen activas en la zona. Lo hemos visto con Al Qaeda, con el ISIS, y con muchas organizaciones radicales y extremistas en Siria. Todo esto se debe al apoyo de Irán y otros países, a quienes les conviene mantener estas milicias en todo el mundo árabe. Creo que la propaganda difundida principalmente por Al Jazeera y los medios financiados por Qatar desempeñó un papel fundamental en la creación de una narrativa favorable a Hamas en Occidente. Hemos visto manifestaciones en Gaza protagonizadas por occidentales vestidos con el uniforme. Al Jazeera contribuyó a presentar a Hamas como un movimiento de liberación, un movimiento benévolo que lucha por una buena causa. Y creo que esta es la única razón por la que la gente en Occidente se inclinó más hacia Hamas. Básicamente, Al Jazeera y otros medios de comunicación vinculados a Qatar han desempeñado el papel principal al influir también en los manifestantes de todo el mundo. Estos manifestantes podrían haber protestado por los civiles de Gaza que exigen zonas seguras para vivir sin Hamas, pero nunca los hemos visto hacerlo por nosotros. Así pues, los medios de comunicación han jugado un papel fundamental en la configuración de todos los acontecimientos que llegan desde Gaza al resto del mundo

-¿Cómo se siente la población luego de dos años de guerra? ¿Puede dar detalles?

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-La mayor parte de la población está bastante deprimida. Todos quieren el fin de la guerra, pero no quieren que Hamas se mantenga en el poder. Así que, desde la madrugada, la gente se levantaba intentando conseguir comida y agua. Si vieran los videos de campamentos, afectados por el reciente temporal, verán a la gente perder sus tiendas y quedar aún más desplazada. Comprar una tienda nueva es carísimo ahora; puede costar mil dólares. Además, la ayuda que supuestamente llega a Gaza para los civiles no les llega toda población, porque Hamas la desvía y la revende. Es una depresión colectiva. Esa es la situación de la gente.

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INTERNACIONAL

Vindman’s call to release Trump-MBS transcript reopens old questions in US-Saudi relationship

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Rep. Eugene Vindman, D-Va., is demanding that President Donald Trump release a 2019 call with Saudi Crown Prince Mohammed bin Salman, saying the American people «deserve to know what was said» in the aftermath of Jamal Khashoggi’s murder.

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Vindman, a retired Army colonel who once served on Trump’s National Security Council, said the call was one of two that deeply concerned him — the other being the 2019 conversation with Ukrainian President Volodymyr Zelenskyy that triggered Trump’s first impeachment. 

Standing beside Hanan Elatr Khashoggi, the slain journalist’s widow, Vindman said Trump «sidelined his own intelligence community to shield a foreign leader» and that transparency is owed to both the Khashoggi family and the country.

«The Khashoggi family and the American people deserve to know what was said on that call,» Vindman said Friday. «Our intelligence agencies concluded that Crown Prince Mohammed bin Salman ordered the murder of Mr. Khashoggi’s husband. When the president sidelined his own intelligence community to shield a foreign leader, America’s credibility was at stake.»

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Rep. Eugene Vindman demands 2019 Saudi call transcripts be released. (Evelyn Hockstein/Reuters)

TRUMP SECURES RELEASE OF AMERICAN TRAPPED IN SAUDI ARABIA FOR YEARS OVER ONLINE POSTS

Vindman’s name already is polarizing in Trump-era politics. 

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He and his twin brother, Lt. Col. Alexander Vindman, became central figures in the first impeachment attempt against Trump, when their internal reporting of Trump’s Ukraine call led to accusations from conservatives that they had undermined an elected president. To Trump’s allies, Eugene Vindman’s demand to release the 2019 Saudi call feels like a replay of that fight — another attempt by a former National Security Council insider to damage the president under the banner of transparency.

Still, his comments land at a revealing moment. Washington’s embrace of bin Salman underscores a familiar trade-off in U.S. foreign policy: strategic security and economic interests over accountability and human rights.

President Donald Trump meets with Saudi Crown Prince Mohammed bin Salman in the Oval Office.

«Trump doesn’t give a fist pump. I grab that hand,» Trump told reporters Tuesday. «I don’t give a hell where that hand’s been — I grab that hand.» (Nathan Howard/Politico/Bloomberg via Getty Images)

Secretary of State Marco Rubio said: «The U.S.-Saudi friendship is now a partnership for the future. President Trump’s historic agreements with the Kingdom of Saudi Arabia, from defense to investment, will create quality jobs for Americans and will grow our economy. No virtue-signaling. No lecturing. Only results for the American people.»

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White House relations

Trump’s latest visit with bin Salman brought sweeping defense and investment deals, even as questions over 9/11 and Khashoggi’s murder continue to test that balance. The United States granted Saudi Arabia major non-NATO ally status, formally elevating the kingdom’s defense and intelligence partnership with Washington and clearing the way for expedited arms sales and joint military programs.

Bin Salman also pledged nearly $1 trillion in new Saudi investments across U.S. industries, including infrastructure, artificial intelligence and clean energy. The commitments were announced alongside a Strategic Defense Agreement that includes purchases of F-35 fighter jets, roughly 300 Abrams tanks and new missile defense systems, as well as joint ventures to expand manufacturing inside Saudi Arabia.

Administration officials said the initiatives would create tens of thousands of American jobs and strengthen the U.S. industrial base.

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During his appearance with Trump at the White House, reporters shouted questions about Saudi Arabia’s alleged role in the Sept. 11 attacks and the 2018 killing of Khashoggi at the Saudi consulate in Istanbul — marking a rare moment of public pressure on the crown prince, who typically avoids unscripted exchanges with the press.

Trump accused the press of trying to «embarrass» his guest, but the crown prince offered what sounded like regret for the killing of Khashoggi, even as he denied involvement.

«A lot of people didn’t like that gentleman that you’re talking about,» Trump said. «Whether you like him or don’t like him, things happen, but he knew nothing about it … We can leave it at that. You don’t have to embarrass our guest by asking a question like that.»

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ABC reporter Mary Bruce had told bin Salman that U.S. intelligence determined he’d signed off on the killing and that 9/11 families were «furious» about his presence in the White House. «Why should Americans trust you?»

«It’s been painful for us in Saudi Arabia,» bin Salman said of the killing, calling it «a huge mistake.» «We’ve improved our system to be sure that nothing happens like that again,» he added.

Hanan Elatr and Jamal Khashoggi

Jamal Khashoggi, pictured above with his wife Hanan Elatr. (@hananelatr via X)

TRUMP DESIGNATES SAUDI ARABIA AS MAJOR NON-NATO ALLY DURING CROWN PRINCE WHITE HOUSE VISIT

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A 2021 report by the Office of the Director of National Intelligence stated: «We assess that Saudi Arabia’s Crown Prince Mohammed bin Salman approved an operation in Istanbul, Turkey, to capture or kill Saudi journalist Jamal Khashoggi.» 

Bin Salman has repeatedly denied approving the killing, though he said in 2019, «It happened under my watch, I take full responsibility as a leader.»

Sept. 11, 2001

The question of Saudi Arabia’s involvement in the Sept. 11, 2001, terrorist attacks remains one of the most sensitive and unresolved issues in the U.S.-Saudi relationship. While 15 of the 19 hijackers were Saudi nationals, the U.S. government has never concluded that the Saudi state or senior Saudi officials had prior knowledge of or directed the attacks.

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Families of 9/11 victims condemned bin Salman after he invoked Usama bin Laden during his White House remarks, saying the al Qaeda leader used Saudi nationals to drive a wedge between Washington and Riyadh.

«We have to focus on reality,» the crown prince said. «Reality is that Usama bin Laden used Saudi people in that event for one main purpose: to destroy the American–Saudi relationship. That’s the purpose of 9/11.»

«The Saudi crown prince invoking Usama bin Laden this afternoon in the White House does not change the fact that a federal judge in New York ruled a few short months ago that Saudi Arabia must stand trial for its role in the 9/11 terrorist attacks that murdered 3,000 of our loved ones,» said Brett Eagleson, president of 9/11 Justice, a group representing victims’ families.

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In August 2025, U.S. District Judge George B. Daniels issued a landmark ruling bringing Saudi Arabia under U.S. federal jurisdiction for a 9/11 trial. The court found evidence of a network of Saudi officials inside the U.S. who allegedly provided logistical support to the hijackers, citing «prior planning» and «constant coordination.» 

Among the materials described in the ruling was a drawing seized from a Saudi government operative showing an airplane with flight-path equations — evidence prosecutors said suggested advance knowledge of the attacks.

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Saudi Arabia has denied any role, calling the allegations «categorically false.» 

But for bin Salman, who came to Washington seeking to highlight new security and economic ties, the families’ sharp rebuke was a reminder that the 9/11 case still looms large in the public eye, even as the Trump administration deepens its partnership with Riyadh.

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INTERNACIONAL

La derecha avanza en la región: ¿puede haber un brusco giro ideológico en Chile, Colombia y Brasil?

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El mapa ideológico de la región está girando a la derecha y más allá.

Tras el fin de 20 años de gobiernos de izquierda en Bolivia y la asunción del centroderechista Rodrigo Paz, ahora Chile se prepara para dar un viraje de 180 grados con el amplio favoritismo de José Antonio Kast en el balotaje del 14 de diciembre sobre la comunista Jeannette Jara.

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Pero este giro ideológico puede ahondarse en el corto plazo y mucho más el año próximo, incluso en un bastión de la izquierda en Centroamérica.

Así, en Honduras, la derecha es favorita, de la mano del empresario Nasry Asfura, alias “Papi a la orden”, en las elecciones presidenciales del 30 de este mes en las que se elegirá a la sucesora de la izquierdista Xiomara Castro.

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Además, en 2026 la derecha buscará profundizar aún más su avance en tres países del área que celebrarán elecciones presidenciales: Perú, Colombia y hasta Brasil, el último gran bastión de la izquierda democrática en Sudamérica.

Cómo está hoy el mapa ideológico de la región

La derecha, con sus distintas vertientes, revirtió el dominio de la izquierda en la región.

Sus mayores representantes son Javier Milei, en Argentina; Santiago Peña; en Paraguay; Rodrigo Paz, en Bolivia; Daniel Noboa, en Ecuador, y hasta el democristiano José Jeri, de Perú.

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La derecha más dura tiene amplias o buenas posibilidades -según el caso- de llegar al poder en Perú, Colombia y hasta en Brasil, donde Luiz Lula da Silva se presenta como el dique de contención de la izquierda, junto al pragmático Yamandú Orsi en Uruguay, contra el fuerte avance de la ultraderecha en el área.

Luiz Inacio Lula da Silva quiere otros cuatro años de gobierno (Foto: REUTERS/Adriano Machado)

El panorama en los seis países que tendrán elecciones de aquí a fines de 2026 se presenta muy favorable para la derecha:

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  • Honduras: los candidatos opositores Nasry Asfura, del Partido Nacional, y Salvador Nasralla, del Partido Liberal, son favoritos para ganar las elecciones del 30 de este mes sobre la postulante oficialista de izquierda Rixi Moncada. Nasralla prometió que, de llegar a la presidencia, romperá relaciones con Venezuela
  • Chile: el balotaje del 14 de diciembre tiene como favorito al ultraderechista José Antonio Kast, del Partido Republicano, sobre su rival oficialista Jeanette Jara, afiliada al Partido Comunista. “Kast ya ganó”, dijo a TN la analista chilena Marta Lagos, fundadora de la consultora Latinobarómetro y la encuestadora MORI Chile.
Jose Antonio Kast es favorito para la segunda vuelta de Chile (Foto: REUTERS/Rodrigo Garrido)

Jose Antonio Kast es favorito para la segunda vuelta de Chile (Foto: REUTERS/Rodrigo Garrido)

  • Costa Rica: elegirá al sucesor del conservador Rodrigo Chávez el 1 de febrero. La candidata oficialista del Partido Pueblo Soberano (PPS), Laura Fernández, es la favorita de todas las encuestas.
  • Perú: las elecciones se celebrarán el 12 de abril. Hoy, los mayores favoritos son el ultraderechista exalcalde de Lima Rafael López-Aliaga, apodado “Porki”, y la derechista Keiko Fujimori, hija del fallecido expresidente devenido en dictador Alberto Fujimori. Si bien Perú es conocido como el país de los “outsiders”, se espera un giro a la derecha tras el fracaso del izquierdista Pedro Castillo y de su vice y sucesora Dina Boluarte, ambos destituidos por el Congreso.

Leé también: A días de cumplir 80, Lula da Silva confirmó que buscará la reelección para asumir su cuarto mandato en Brasil

  • Colombia: las elecciones se realizarán el 31 de mayo. El presidente Gustavo Petro enfrenta una fuerte impopularidad y la derecha aspira a volver al poder. “Aquí también se está dando ese crecimiento del enganche de gente de todos los niveles sociales” a la ultraderecha, dijo a TN el consultor argentino Ángel Beccassino, considerado un verdadero gurú de las estrategias políticas en el país. Un dirigente emergente es el abogado Abelardo de la Espriella, alias “El Tigre”. “Propone desde abandonar Naciones Unidas porque es un nido de izquierdistas, hasta ‘arrancarle las tripas´a los de izquierda», dijo el analista. Según Beccassino, “la derecha ultra estará en la segunda vuelta del año próximo” frente a un candidato de centroizquierda.
  • Brasil: los comicios están convocados para el 4 de octubre del año próximo. Lula, a los 80 años, buscará la reelección frente a una derecha radical en crisis tras la condena a 27 años de prisión por golpismo contra Jair Bolsonaro. Pero pocos dudas del poder real del bolsonarismo. “Creo que seguirá siendo muy competitivo”, dijo a TN el analista Antonio Lavareda, presidente honorario de la Asociación Brasileña de Investigadores Electorales. La consultora Datrix reveló que en la dura lucha por la sucesión entre los hijos del expresidente, el senador Flavio Bolsonaro le está ganando la batalla a Eduardo Bolsonaro. Pero el gran favorito es Tarcisio de Freitas, fiel aliado del exmandatario y actual gobernador de San Pablo, que le ganaría a Lula en un eventual balotaje, según varias encuestas.

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Desde la Casa Rosada ven este panorama como “esperanzador” para la política exterior argentina de alineamiento total con la Casa Blanca y su ofensiva contra la Venezuela de Nicolás Maduro, cada vez más aislada en la región,

Javier Milei quiere ahondar, en la segunda etapa de su gobierno, “en el ancla geopolítica” del modelo ideológico libertario. A juicio del presidente, EE.UU. necesita un “aliado firme” en la región para “ayudarle a ordenar un continente descarriado” por izquierda.

Jose Antonio Kast, Sumario, Lula Da Silva

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