INTERNACIONAL
Isabel Allende: “No estoy en pánico con esta vuelta de la derecha; es atroz pero no es eterno”

“Me crie con la idea de que mi padre biológico era un chileno muy rico y yo tenía derecho a una herencia que el destino me había birlado, pero que Dios, en su infinita misericordia, pondría a mi alcance en su debido momento”. Esto lo escribe Isabel Allende pero, ojo, no lo dice Isabel Allende. Porque lo dice Emilia del Valle, la protagonista de Mi nombre es Emilia del Valle, la última novela de la autora chilena, que está saliendo por estos días. Pero, aunque ahora Allende diga que no se dio cuenta, Emilia tiene bastante que ver con ella y con su historia.
Allende lleva casi 40 años viviendo en los Estados Unidos, casi siempre en California. Y esta novela conecta sus dos territorios: Chile, donde tiene el corazón, la lengua y el acento, pero en cuyo territorio prácticamente no vivió. Y California, claro.
Emilia del Valle es la hija de una novicia, Molly Walsh, que iba para monja pero un día da el mal paso, seducida y abandonada por un ese joven chileno y fino. Una noche, Emilia está segura de que no fue más que un encuentro, bueno para nadie. Una vez y “a él le quedó un mal sabor de boca por haber engañado a aquella novia de Cristo”, cuenta la narradora. Fue suficiente: ella empezó a crecer en el cuerpo de Molly. Chau planes de vida. Pero también hola planes de vida: Molly a esa altura ya trabaja en una escuela cuyo director, Francisco Claro, es un mestizo sabio y cariñoso. Ese -Pancho- va a terminar siendo el verdadero padre de Emilia, que se llamará Emilia del Valle Claro.
“He vivido 82 años y veo que este péndulo va de la izquierda a la derecha y más o menos se detiene en el centro ciertas veces y se cometen los mismos errores. Pero algo aprende la humanidad”
Isabel Allende sabe de eso. Su padre, Tomás, era un diplomático que un día se hizo humo y dejó a la madre en Perú y con tres chicos. La madre de Isabel encontró a su Francisco Claro: se llamaba Ramón Huidobro Domínguez y, ha dicho ella, “fue mi padre”. Pero no, ahora Allende dirá que no pensó en eso, que no pensó en ella misma. Aunque ¿saben qué hizo de su vida Isabel? Antes que escritora fue periodista. ¿Qué hace Emilia? Sí, es periodista. Y así, como periodista, vuelve a Chile. Periodista de guerra en momentos -1891- en que había pocas periodistas y menos en situaciones bélicas.
Así llegará a Chile en medio de una guerra civil. Por un lado un presidente, José Manuel Balmaceda, que propone reformas como -le explica el compañero que viajará con ella- “leyes de defensa de los trabajadores, educación gratuita y obligatoria, libertades civiles”. Pero lo hará, si hace falta, con autoritarismo y sin el congreso. Por otro lado, los congresistas, que defienden a los poderes económicos. Y medio país detrás de cada uno.
De esto hablaremos ahora, que Isabel Allende está sentada en su escritorio, frente a su pantalla, en su casa de California, y responde amable y paciente.
-¿Cómo llegaste a esta historia del siglo XIX? ¿Y cómo resuena en el presente ese cruce de progresismo y autoritarismo?
-Me había interesado siempre esa guerra civil en Chile, que fue brutal, sangrienta. Mira, en cuatro meses murieron más chilenos que en la guerra contra el Perú y Bolivia, que duró cuatro años y tanto, y se mataron de manera espantosa también. Y sí, hay algunos ecos con lo que pasó después, con el golpe militar en 1973. En ambos casos la derecha se opuso a un gobierno progresista e intervinieron las Fuerzas Armadas. En el caso de la Guerra Civil se dividieron y por eso fue una guerra civil. En el 73 no se dividieron y fue una guerra contra el pueblo.
-¿Quién tenía razón en 1891?
-Me interesaba la figura del presidente Balmaceda comparándola con la figura de Salvador Allende, pero también esa época de fines del siglo 19 en que hubo tantas transformaciones, tantos inventos, tantas cosas que cambiaron la naturaleza de la sociedad en muchos aspectos. Y quería contarla desde una perspectiva de afuera. No quería tomar partido en ninguno de los dos bandos de la Guerra Civil. Entonces pensé que una buena manera era contarlo desde el punto de vista de los americanos, porque ellos intervinieron en esa guerra civil tanto como los británicos por los intereses de las minas en el norte. Entonces dije “Ah, bueno, pero quiero que sea una mujer”. Pero las mujeres no eran periodistas ni mucho menos corresponsales de guerra. ¿Y por qué la mandarían? Bueno, tal vez porque habla español. . Tiene raíces en Chile. Y así una cosa fue agarrando otra y otra y se fue hilando.
“Enamorarse a esta edad es ridículo. Es lo mismo que enamorarse de joven, pero con una sensación de urgencia. No tienes tiempo que perder en tonterías”
-Señalás el gobierno de Balmaceda como progresista, pero también como un gobierno que reprime.
-Muy represivo. Pero era la época en que los gobiernos eran represivos, el pueblo verdaderamente tenía muy poco que decir, era carne de cañón y el poder se repartía entre unas pocas familias. Todos eran ciertas familias que eran los que tenían tierra, los que tenían más poder, los que tenían generaciones en la política. Y Balmaceda tenía algunas ideas progresistas que le molestaron mucho a la derecha, pero todo el mundo, era más o menos de derecha.
-¿Qué molestó de Balmaceda?
-Que invirtió el dinero de las de las minas en educación, en carreteras, en levantar a toda una clase social. Y la derecha se sintió agredida. Creían que se podía vivir de los intereses de ese dinero y no había para qué estar invirtiendo en infraestructura. Cuando terminó la Guerra del Pacífico y le quitaron al Perú un montón de tierras donde estaban las minas más valiosas, le cayó a Chile como un baño de dinero. Balmaceda dijo: “No va a durar para siempre, hay que invertirlo”. Y la derecha no quería.
-Sin embargo, la gente no salió en masa a defenderlo…
-Es que la gente no tenía voz ni voto en aquella época. Las elecciones eran completamente manejadas por los terratenientes. Los únicos que realmente estaban organizados eran los mineros, que se rebelaban.
-¿Ves ahí alguna línea que te lleve hacia lo que está pasando ahora, en distintas partes del mundo?
-Mira, yo veo como una ley del péndulo. He vivido 82 años y veo que este péndulo va de la izquierda a la derecha y más o menos se detiene en el centro ciertas veces y se cometen los mismos errores. Pero algo aprende la humanidad. Entonces no estoy en estado de pánico con esta vuelta a la derecha, al fascismo, al neonazismo y a lo que está pasando en Estados Unidos con Trump. Yo creo que es atroz, pero no es eterno. Todo es temporal y todo pasa. Siempre hay una reacción y en Estados Unidos ya está comenzando.
-Estaba pensando en tu vínculo con Emilia. Ella es una estadounidense que tiene alguna raíz chilena y cuando llega a Chile esa raíz “le tira”. Vos sos una chilena que vivió casi siempre en el extranjero. ¿Cómo te sentís vos con esa pertenencia, con esas raíces?
–Oye, fíjate que, después de tantos años fuera, cuando me preguntan qué soy… Yo soy ciudadana americana por el pasaporte, pero yo digo soy chilena. Porque soy chilena. Fíjate que nací en el Perú, viví unos pocos años en Chile, en la casa de mi abuelo, y después empezó el eterno peregrinaje con mi padrastro, que también era diplomático. Después el exilio, después la inmigración. ¿Por qué esas raíces tan poderosas de la infancia, de ese lugar sagrado de la infancia, de la memoria? Y eso que tampoco es una memoria agradable porque no tuve una infancia buena ni feliz, tuve una infancia de temores, de inseguridad. ¿Por qué tengo esas raíces tan poderosas? No sé, pero cuando voy a Chile, sobre todo al sur de Chile, sé que es allí adonde pertenezco. El paisaje, la gente, el acento, el humor. No te puedo decir qué es.
“La historia oficial es la historia que ya han sanitizado. Hubo campañas en la Guerra del Pacífico en que los generales chilenos no se dieron el trabajo de estudiar el terreno y se llevaron a miles de personas a morirse de sed en el desierto. Esa es la historia que hay que contar”.
-Emilia siente que tiene que “volver”. ¿Vos?
-En este momento claro que me iría a vivir a Chile, pero tiene que ser con mi hijo y mi nuera y mi marido y mis dos perros. Entonces, ¿cómo arrastro todo este carromato de gente para allá? Bueno, puede ser que llegue ese momento, pero después de tantos años afuera viene lo que Benedetti llamaba el “desexilio”, es decir, que el retorno es más difícil que quedarse en otra parte porque tienes tu familia, que ya son una o dos generaciones en otra parte. Son mis hijos y mis nietos.
-¿Por qué te tira especialmente el sur de Chile?
-¿El sur de Chile? ¿Tú has estado en el sur de Chile alguna vez? Bueno, los volcanes, los bosques, los ríos, los lagos, los cielos limpios. Es totalmente diferente a Santiago. Y a mí no me gusta el desierto. Entonces el norte no me gusta por eso. Hay ciertos lugares en el sur donde se siente el Chile de antes, ese que yo echo de menos. Te fijas, menos consumista, menos arribista, más rural.
-En la novela aparece una conexión con toda la cultura indígena que he visto en otro de tus libros…
–Bueno, si ella va al sur… había una cultura indígena, que en aquella época era mucho más fuerte que lo que es ahora. A pesar de que existe ese 10 por ciento de la población chilena que es mapuche, esa población está mucho más integrada que lo que estaba antes, cuando no había ni caminos ni escuelas, no había nada.
-Permitime volver a la guerra civil. Pensaba que en esas guerras queda clarísimo que lo que se pelean son intereses…
-Absolutamente. Pero si tu piensas, en la mayor parte de las guerras, la gente va a pelear sin saber por qué. Mandan a un montón de muchachos de 18 años a Afganistán o a Irak a pelear y no saben por qué. Saben que tienen que pelear porque están en el ejército, Pero no hay ninguna razón personal para eso. Y si se lo preguntan, están fritos. Y en el caso de una guerra civil como esa, también dependía de dónde estabas. Porque salieron a reclutar gente en el sur para obligarlos a ir a la conscripción. Y en el norte se unieron a los congresistas. Pero muchos de los que peleaban no habían tenido un arma en las manos jamás. No habían usado zapatos nunca. Entonces, se les rompían los pies porque no estaban acostumbrados a usar calzado.

-Vos describís mucho la crueldad, la violencia, la tortura. O sea, es un libro que no, no se ahorra esas cosas.
-Es que no puedes escribir sobre la guerra y ahorrarte eso. Porque eso es la guerra. La guerra es una masacre, no puedes dejar de contarlo.
-Pero como no es que va un caballero y dispara y otro muere. Sino son cinco personas sobre una persona tirada en el piso. Pateándola..
-Claro, exactamente eso es lo que hay que contar. Porque la historia oficial es la historia que ya han sanitizado. O sea, está limpia y siempre está escrita por el vencedor. Hubo campañas en la Guerra del Pacífico, en que los generales chilenos no se dieron el trabajo de estudiar el terreno y se llevaron a a miles de personas a morirse de sed en el desierto. ¿Cómo es posible? Entonces eso hay que contarlo, cómo fue que hubo tantos muertos, cómo murieron y por qué, quiénes los velaron y quiénes lloraron por ellos. La historia siempre es la de la voz que no se oye, la voz silenciada, la mujer, los niños, los pobres, las víctimas. Esa es la historia que hay que contar.
-¿Para qué, Isabel? ¿Para qué hay que contarlo?
-Para contarle la vida como es, para perpetuar la historia como es y no como te la cuentan. Yo creo que ese es el valor de una novela histórica, desafiar la versión oficial de lo que pasó.
“En Estados Unidos el niño deja de decir ‘mujeres’ o ‘niñas’ y dice ‘females’, hembras. Investigas y hay un culto antifemenino»
-En este libro hacés mucho hincapié nuevamente en esas redes “secundarias” que arman las mujeres. Emilia consigue información porque habla con la señora que atiende al padre, que él no sabe ni cómo se llama.
-Dime tú, Patricia, como periodista, si no es así la vida. Cuando cuando andamos detrás de una noticia ¿qué sacas con leer la versión oficial, con entrevistar al congresal? Te tienes que meter con la gente. Tienes que andar por la calle.
-Entonces construiste esa mujer que se puede mover y llegar a muchos lugares. Y mostrás las trabas que enfrenta, las veces que le dicen que no va a poder llegar, que no tiene que ir. ¿Eso sigue pasando?
-Yo creo que a una mujer todavía le cuesta dos o tres veces más que a cualquier hombre obtener la mitad del respeto y reconocimiento en casi todos los ámbitos. Aquí en Estados Unidos, por ejemplo, en el Silicon Valley, que es donde está toda la tecnología, que es toda gente joven, hay barreras para las mujeres. La mayor parte de de esa gente son hombres jóvenes y les dejan muy poco espacio a las mujeres.

-¿El mundo tecnológico volvió a levantarse no como un lugar básicamente masculino?
-Si, absolutamente masculino. Y ahora en Estados Unidos hay un una verdadera guerra contra la mujer, diría yo. Le han ido cortando derechos a la mujer, más y más. Y todo lo que Trump representa es muy anti-mujer. Bueno, este fenómeno no solamente es norteamericano.
-¿A qué te referís?
-En muchas partes hay todo un culto anti-mujer, que la Internet está canalizando hacia los niños. Entonces tú tienes niños en la primaria que ya se meten al internet, se meten en estos grupos y los padres pueden darse cuenta de qué está pasando esto porque les cambia la manera de hablar. Por ejemplo, en Estados Unidos el niño deja de decir “mujeres” o “niñas” y dice “females”, hembras. Entonces, si el niño empieza a hablar de las females, ya el padre y la madre pueden saber en lo que está metido. Te metes en el teléfono, te pones a investigar y hay todo un culto antifemenino. Es muy peligroso.
-¿Cómo llegamos hasta acá tan rápido? Hasta ayer hablábamos de los avances en los derechos de las mujeres…
-Es una reacción contra los avances de la mujer. Hay una generación, de hombres jóvenes que se sienten desplazados. Las mujeres sacan mejores notas en la escuela, en la universidad se gradúan de todas las profesiones que antes eran puramente masculinas y compiten en el mercado con ello. Y además, no están dispuestos a aceptar que les falten el respeto. Y se ganan la vida y no los necesitan tanto. Entonces perdieron su su lugar del alfa del macho alfa en la sociedad.
-Entonces, perdieron un lugar y todavía no encontraron a otro y todavía no encontraron otro.
-Sí, van a tener que encontrarlo. Porque las mujeres, por mucho que las aplasten, van a seguir saliendo adelante.
-¿Ya estás pensando en otro libro?
-Estoy tratando de escribir una memoria. Tengo una que termina en 2007, que es La suma de los días. Pero ahora pienso en una memoria muy particular, porque estoy en una edad muy particular también. Ocurrió el final de un matrimonio que duró 28 años, con Willy. Luego vino un tiempo de soledad y de reflexión y luego vino otro amor, con Roger, a una edad en que no pasan esas cosas, estar enamorada a los 80 años Es como ridículo.

-¿Estás enamorada?
-Si. Es lo mismo que enamorarse de joven, pero con una sensación de urgencia. No tienes tiempo que perder. Día a día vas perdiendo algo en la vejez. Se te van muriendo los amigos, las mascotas. Se va separando la gente. Los nietos se van lejos. Empiezas a perder facultades también. Entonces tienes una conciencia muy clara del tiempo. Y, por lo tanto, no lo puedes perder. En peleas chicas, en tonterías, en celos. Si vas a vivir un amor, vívelo a fondo, porque no va a ser largo, va a ser muy corto.
-¿Y eso hace mejor este amor?
-Lo hace intenso y lo cuidamos más. Pero es triste. También es un poco triste el pensar que no sabemos cuál de los dos se va a ir primero y que al otro le toque quedarse solo y enterrarlo.
-¿Qué te da más miedo?
-Yo quisiera morirme antes, pero no sería justo, porque Roger ya se le murió la esposa. Fíjate que Roger despertó en la mañana y su esposa estaba muerta. Se murió en la noche, cuando él estaba dormido. Nunca se ha recuperado de eso. Entonces, no quisiera que le volviera a pasar. Pobre hombre.
Entertainment and Lifestyle,Politics
INTERNACIONAL
Estados Unidos publicó su plan para Gaza ante Benjamin Netanyahu: prevé que Donald Trump presida un comité de transición en la Franja y que se liberen los rehenes
INTERNACIONAL
Netanyahu apologized for airstrikes during ‘heart-to-heart’ with Qatari leader, Trump says

NEWYou can now listen to Fox News articles!
Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu apologized to Qatar for striking its territory during a meeting with President Donald Trump, the White House said Monday.
Israel’s military targeted senior Hamas leadership in Qatar with an airstrike earlier this month that also killed a Qatari security official.
Trump distanced himself from Netanyahu’s decision to strike a top ally in the Middle East, writing on Truth Social at the time it «does not advance Israel or America’s goals.»
Qatar has been a key host of discussions aimed at hashing out a ceasefire agreement between Israel and Hamas. It also hosts about10,000 U.S. troops.
TRUMP ON WHAT IT WILL TAKE TO BRING ISRAELI HOSTAGES HOME: HAMAS MUST BE ‘CONFRONTED AND DESTROYED’
President Trump and Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu hold a joint press conference in the State Dining Room at the White House in Washington, D.C., Sept. 29, 2025. (Kevin Lamarque/Reuters)
During a trilateral call with Prime Minister Mohammed bin Abdulrahman bin Jassim Al Thani, Netanyahu expressed «deep regret that Israel’s missile strike against Hamas targets in Qatar unintentionally killed a Qatari serviceman,» according to a White House readout.
«He further expressed regret that, in targeting Hamas leadership during hostage negotiations, Israel violated Qatari sovereignty and affirmed that Israel will not conduct such an attack again in the future.»
Al Thani welcomed the assurances, according to the readout, and Trump «expressed his desire to put Israeli-Qatar relations on a positive track after years of mutual grievances and miscommunications.»
«They really had a heart-to-heart conversation,» Trump said in a news conference after his meeting with Netanyahu. «It was a great conversation, and I thought it was productive.»
He said that the U.S., Israel and Qatar agreed to launch a formal trilateral mechanism to begin dialogue «to enhance mutual security, correct misperceptions, and avoid future misgivings.»
Trump praised the emir as a «fantastic person» and noted his role as a mediator in the peace process. He added that he hoped Qatar could join the Abraham Accords, a series of normalization deals between Middle Eastern nations and Israel that Trump brokered during his first administration.
ISRAEL’S STRIKE IN QATAR TRIGGERS RARE US REBUKE, TESTS TRUMP’S GULF DIPLOMACY

Trump said Qatar’s Emir Sheikh Tamim bin Hamad Al Thani had a «heart to heart» with Netanyahu by phone on Monday. (Alex Brandon/AP)
It came as Trump unveiled a 20-point peace plan to end the war in Gaza.
The plan includes granting Hamas terrorists who give up their arms in favor of peace «amnesty,» establishing Gaza as a «deradicalized terror-free zone» and Israel pulling back from the territory and ceasing military operations.
The plan explained that within 72 hours of Israel accepting the agreement, Hamas will release remaining hostages in its captivity — whether they are alive or deceased.

A damaged building in Doha, Qatar, following an Israeli attack on Hamas leaders, according to an Israeli official, Sept. 9, 2025. (Ibraheem Abu Mustafa/Reuters )
Upon the release of the remaining hostages, Israel will then release «250 life-sentence prisoners plus 1,700 Gazans who were detained after Oct. 7, 2023,» according to the fifth point of the plan.
«Once all hostages are returned, Hamas members who commit to peaceful co-existence and to decommission their weapons will be given amnesty. Members of Hamas who wish to leave Gaza will be provided safe passage to receiving countries,» the sixth point of the plan read.
Gaza will not be controlled by Hamas or the Palestinian Authority, but by «those committed to peace,» according to Netanyahu.
CLICK HERE TO DOWNLOAD THE FOX NEWS APP
Hamas has not yet accepted the agreement, with Trump threatening the terrorist group to accept the plan or likely face further bloodshed.
«Israel would have my full backing to finish the job of destroying the threat of Hamas,» Trump said Monday during a press conference, warning Hamas to accept the deal.
israel,middle east foreign policy,donald trump,benjamin netanyahu,politics
INTERNACIONAL
Lina Meruane: “Siempre quise ser vieja, cumplir años es ganarle tiempo a la muerte”

A medida que ese té que se trajo desde la habitación vaya bajando, Lina Meruane -la escritora chilena Lina Meruane- va a decir unas cuantas cosas. Va a decir que grandes escritores como Mario Vargas Llosa o Julio Cortázar creaban “figuras femeninas que eran un cartón y eran un cliché”. Va a decir que no cree que lo que está escribiendo “no tenga una capacidad de convocatoria ni que sea un lenguaje de un barroquismo incomprensible”. Que el entretenimiento, la novelas del verano, la aburre. Va a decir que quizás la literatura “no es el fenómeno que fue porque competimos con otros fenómenos que son muy populares”, pero que antes leían los muy letrados. Sí, va a decir que quería ser vieja porque pensaba que no iba a llegar. Y que ahora que es vieja -lo dice ella, tiene 55 años- ve que “no es verdad que una se vuelva más lista”. Aunque la experiencia ayuda, eso sí.
A Lina Meruane -autora de libros como Sangre en el ojo, Sistema nervioso, Zona ciega, Plan equis, Fruta podrida– sus alumnos de la Universidad de Nueva York a veces le reclaman que no haga un “trigger warning”, es decir que no les advierta, antes de darles a leer una novela por ejemplo, que habrá pasajes difíciles, duros, fuertes. Que no les ponga algodones para la lectura.
Ahora, Meruane está en Buenos Aires participando del festival literario Filba, donde hizo una lectura, dio una charla, dio un taller. Pero ahora está sentada, con el té, en el bar del hotel. Entra el sol por las ventanas.
-En tus libros, como en los de autoras como la Premio Nobel Han Hang, o Gabriela Cabezón Cámara, aparece un lenguaje, digamos, no natural. No es como hablamos todos los días. ¿Por qué? ¿Cómo es esa búsqueda?
-Es que yo pienso que la literatura es una construcción de lenguaje. Siempre parto por las palabras. Entonces, lo que más me gusta es jugar con las palabras, cosa que uno no hace en su habla cotidiana, porque uno no se va a poner barroca para la conversación, no va a recurrir a arcaísmos, no va a trabajar la rima en la conversación.
-¿Cómo es eso de partir de las palabras? ¿No de una idea que encuentra sus palabras?
-Te doy un ejemplo. En Sangre en el ojo, que tal vez sea mi novela más conocida, en el momento en que la protagonista llega a encontrarse con la madre, yo pienso: “¿Cómo describo a esta madre? ¿Cómo la saco del cliché?”. Entonces pienso: “Esta madre es como una medusa”. Me meto al diccionario a mirar “medusa” y de repente aparece una cantidad de palabras increíbles que son las palabras que tienen que ver con pulpo, tentáculo, tinta… Y entonces yo construí el personaje a partir de, de esas palabras. Eso me permitió imaginar que la madre mete su mano por entre las fibras de la tela del brazo y la aprieta y medio le estrangula el brazo a la protagonista. Todo eso va saliendo ahí a partir de las palabras. Creo que por eso se nos reconoce como literatura, por una búsqueda que se diferencia de un habla más televisiva o un habla más de las series.

)
-¿Cómo aparece eso?
-A veces en un personaje hay una crisis con el lenguaje que tiene que ver con la crisis en su vida. Entonces, claro, va a llegar el editor a decirme: “Oye, ¿estás segura de esto? Porque esto no tiene mucho sentido». Y es eso, justo. no tiene mucho sentido, porque el lenguaje no siempre es racional. También el lenguaje tiene un nivel de sinsentido.
–Y cuando leés, ¿qué te pasa con ese tipo de cosas?
– Yo soy muy lectora de autores de lenguaje. Y me pasa, por ejemplo, con ese género de la novela entretenida del verano, el best seller, que a mí me aburre, que me aburre muchísimo porque no me pasa nada a nivel de lenguaje. Todo lo que cuenta esa novela yo ya lo sé, lo entiendo. A mí ese género del entretenimiento me parece lo más aburrido.
“Como la chica nerd que siempre he sido, sentía que tenía pocas herramientas para la vida real”
-Me preguntaba por el lugar social de literatura, cómo cambió. Vos sos una escritora importante pero el nivel de masividad de autores como García Márquez, Vargas Llosa… Borges. Más allá de cómo se los leyera, su lugar público era otro. ¿Tendrá que ver con esto que me decís?
–Yo no pienso que lo que yo estoy escribiendo o lo que Nona Fernández está escribiendo o lo que Han Kang escribe o lo que Cabezón Cámara escribe, no tenga una capacidad de convocatoria ni que sea un lenguaje de un barroquismo incomprensible. O sea, no es Lezama Lima. Digamos que no es un lenguaje en el que no se pueda entrar. En efecto, tiene un nivel de dificultad mayor para entrar, pero no es un lenguaje opaco. Y, además, creo que es una literatura que está pensando lo político de otra manera que la generación anterior, pero que sigue pensando lo político. Y hay autores con un arrastre muy fuerte en redes. Ahora, a lo mejor no es el fenómeno que fue porque competimos con otros fenómenos que son muy populares. Y por otro lado: ¿cuánta gente leía en otras épocas? Había un montón de gente que no leía en otras épocas, que no sabía leer o que no comprendía lo que leía o que no tenía acceso a la literatura.
-Y hoy corremos, corremos…
-Estamos muy atravesados por una velocidad que no es la velocidad de la literatura. Porque uno, ¿cuánto se demora en leer un libro? Cinco horas, diez horas, quince horas, depende del largo. Y además, la lectura es un ejercicio de lentitud, no es un ejercicio veloz. Pero justo ahí yo encuentro que está la posibilidad de pensar, la posibilidad de reflexionar, la posibilidad de conmocionarse. Y veo algo más.

-¿Qué?
-Yo daba una clase sobre la literatura de la guerra ydii una novela que a mí me encanta, El gran cuaderno de Agota Kristof. Era un curso sobre la literatura de la guerra, o sea que tampoco íbamos a hablar de flores marchitándose en un jardín. Y entonces vino un estudiante después de la primera clase y me dijo que tenía que haberle advertido al curso que era una novela muy dura. Esto de los trigger warnings, que tienes que avisar a los estudiantes que se pueden saltar determinados capítulos. Que los padres, en las escuelas secundarias y en las primarias deciden qué pueden y qué no pueden leer sus hijos. Y eso tiene a la literatura completamente envuelta en unos pañales, no vaya a ser que un estudiante sienta perturbación, trauma, incomodidad, que el texto esté en contra de sus valores religiosos o de sus valores políticos.
“La lectura es un ejercicio de lentitud”
-Es decir, que se entere de que hay otros que piensan y viven diferente. ¿Qué hiciste?
-Es una novela en la que, en medio de la guerra, una madre deja a dos chicos con la abuela, y los chicos hacen ejercicios de autoeducación para resistir la violencia. Y se vuelven ultraviolentos ellos. Entonces, hacen unas cosas nefastas. Y hay un personaje que entra en relación sexual con los animales. Entonces, viene el chico y me dice: “Profesora, usted no nos avisó que esta novela era tan dura”. Me lo quedé mirando y le dije: “Bueno, te avisé cuando di el título del curso, Literatura de la guerra”. Y, a continuación le dije: “Y tú seguro que ves muchas películas de guerra” Y me dijo: Sí, claro que veo películas de guerra, pero son películas. Yo sé que son películas. Mientras que cuando leo este libro me resulta mucho más gráfico». Eso para mí fue muy impresionante porque pensé -aunque no es idéntico en inglés- en la palabra “gráfico”, como que hay una imagen. ¿Qué más gráfico que una película? Al tener que imaginar esta escena, produjiste la imagen, la tienes que ver. Y entonces se queda contigo, ahora es tuya. Y ese es el nivel de impacto que puede tener la lectura. Y en una generación menos educada en la lectura, todo lo que leen es real. Y los impacta como si fuera real, porque se volvió real al tener que imaginarlo, al hacerlo propio.
-También hay mucha autoficción o mucha literatura del yo, que se lee como real.
-Una de las preocupaciones de los alumnos de Escritura Creativa, que no fue una preocupación para mi generación, es cómo escribir sobre el otro sin que me acusen de haberme apropiado. Entonces, la salida, digamos, fácil es escribir sobre el yo. ¿Qué voy a escribir? Sobre una mujer blanca, de 50 años, escritora…? Es un mundo muy reducido. Yo siempre digo: “No importa qué escribes, importa cómo”. Por ejemplo, una de las grandes críticas sobre los autores que escribieron personajes femeninos en el boom, es un claro ejemplo de eso: eran grandes escritores que contaban unos mundos impresionantes, pero cuyas figuras femeninas eran un cartón en la mayor parte de los casos y eran un cliché.
-¿En quiénes pensás?
-En Vargas Llosa. Incluso en el querido Cortázar, que lo admiro muchísimo, y de repente te encontrabas con que las mujeres… Por ejemplo, en Rayuela, La Maga. Son todos esos chicos que están haciendo mil cosas y la Maga es una mujer que está ahí un poco al servicio de Oliveira. Y que se convierte en una mala madre porque abandona el bebé Rocamadour, que muere, y entonces ella es culpable de ese abandono, mientras todos los chicos están ahí fiesteando y nadie carga con esa culpa. Ahí hay una representación de un personaje que es muy funcional, muy útil, pero también un personaje que tiene muy poca subjetividad y que no tiene la libertad que tienen los personajes masculinos y a la que se le endilgan, digamos, una serie de configuraciones sociales que no la sacan de su lugar y no la complejizan.
“Siempre pensamos en el cuerpo masculino como un cuerpo que agrede”
-¿Cuáles son tus personajes más difíciles?
-Los hombres, por supuesto. Y por eso estoy escribiendo sobre hombres. Estoy escribiendo sobre la guerra. Y pensando ese lugar vulnerable de los cuerpos masculinos. Siempre pensamos en el cuerpo masculino como un cuerpo que agrede, pero ¿qué pasa cuando lo pensamos desde otro lugar? También me he dado cuenta de que hay pocas ancianas en la literatura.
-Brujas, madrastras…
-Me está empezando a importar qué pasa con esa figura. Posiblemente me esté volviendo más sensible puesto que yo también estoy entrando en eso. Bueno, yo ya soy senior, en realidad, tengo 55 años. Y reivindico mucho la palabra “vieja” para mí misma.
-¿Cómo es eso?
-Cuando uno dice “Soy vieja”, todo el mundo dice “No, pero no, no, no”. Y yo digo: “¿Por qué no?» Yo he sido niña, he sido adolescente, adulta… ahora soy vieja. ¿Y qué pasa? No es un insulto, es un momento de la vida de uno. Y yo siempre quise ser vieja porque yo no sabía si iba a llegar a ser vieja.

-¿Por qué?
-Es una historia familiar un poco larga, pero yo pensaba que iba a vivir hasta los 30 años. Estoy llegando al doble de esa edad, para mí cumplir años siempre es una alegría, es como haberle ganado tiempo a la muerte. Entonces, siempre quise ser vieja y quise ser vieja por eso, porque tenía miedo de morirme joven. Y estuve apurando mucho mi vida para hacer dos vidas en una. La velocidad interna que yo llevaba, y que todavía llevo un poco encima, estaba educada en la posibilidad de morir joven, pero también porque, como la chica nerd que siempre he sido, sentía que tenía pocas herramientas para la vida real.
-¿Y eso iba a mejorar con los años?
-Pensaba que cuando fuera vieja ya no iba a tener ese problema, que ya iba a haber aprendido las lecciones de la vida y que iba a poder vivir mejor todas las situaciones.
-¿Y pasó?
-No, no es verdad que una se vuelve más lista porque está más vieja. Pero sí adquiere una experiencia. Y la vida te da muchos golpes, pero son golpes de los que una va aprendiendo. Y entonces ahora siento menos inseguridades y angustias de las que sufrí en los primeros 30 años de mi vida. O sea, este ha sido un tiempo mejor: sé cómo enfrentarme a las crisis y, en fin, he construido una vida.
–
- CHIMENTOS3 días ago
Mario Massaccesi confesó toda la verdad detrás de su fuerte pelea con Paula Bernini
- CHIMENTOS3 días ago
Flor Jazmín Peña reveló la profunda crisis que tuvo por culpa de Nico Occhiato
- CHIMENTOS3 días ago
Mirtha Legrand bloqueó a una famosa periodista en WhatsApp y ella está desesperada para que le vuelva a hablar