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La fábrica de espías rusos de Brasil: cómo desmantelaron una red de agentes encubiertos de Putin

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Artem Shmyrev los tenía a todos engañados. Este agente de inteligencia ruso parecía haber creado la identidad encubierta perfecta. Dirigía una próspera empresa de impresión en 3D y compartía un departamento de lujo en Río de Janeiro con su novia brasileña y un esponjoso gato de raza Maine Coon de color naranja y blanco.

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Pero lo más importante era que tenía un acta de nacimiento y un pasaporte auténticos que confirmaban su alias: Gerhard Daniel Campos Wittich, un ciudadano brasileño de 34 años.

Después de seis años manteniendo un bajo perfil, estaba ansioso por empezar el verdadero trabajo de espía.

“Nadie quiere sentirse perdedor”, escribió en un mensaje de texto de 2021 a su esposa rusa, quien también era agente de inteligencia, en un inglés imperfecto. “Por eso sigo trabajando y esperando”.

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No era el único. Durante años, según descubrió una investigación de The New York Times, Rusia usó a Brasil como punto de partida para sus agentes de inteligencia de élite, conocidos como ilegales. En una operación audaz y de gran alcance, los espías se despojaban de sus pasados rusos. Creaban empresas, hacían amigos y tenían aventuras amorosas; a lo largo de muchos años, todo esto se convertía en los cimientos de identidades totalmente nuevas.

En el pasado, se han descubierto importantes operaciones de espionaje ruso, incluyendo una en Estados Unidos en 2010. Sin embargo, esto era diferente. El objetivo no era espiar a Brasil, sino convertirse en brasileños. Luego, bajo el manto de identidades convincentes, partían hacia Estados Unidos, Europa o Medio Oriente, donde comenzaba su verdadero trabajo.

En esencia, los rusos convirtieron a Brasil en una cadena de montaje para agentes encubiertos como Shmyrev.

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Uno abrió un negocio de joyería. Otra era una modelo rubia de ojos azules. Un tercero fue admitido en una universidad estadounidense. También hubo un investigador brasileño que consiguió trabajo en Noruega, y un matrimonio que acabó yéndose a Portugal.

Luego, todo se vino abajo.

Seis de los espías rusos, en el sentido de las agujas del reloj desde arriba a la izquierda: Yekaterina Leonidovna Danilova, Vladimir Aleksandrovich Danilov, Olga Igorevna Tyutereva, Aleksandr Andreyevich Utekhin, Irina Alekseyevna Antonova y Roman Olegovich Koval. (Foto: The New York Times.)

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Durante los últimos tres años, agentes de contraespionaje brasileños han estado buscando a estos espías de manera silenciosa y metódica. Mediante un minucioso trabajo policial, estos agentes descubrieron un patrón que les permitió identificar a los espías, uno por uno.

Los agentes han descubierto al menos a nueve agentes rusos que operaban bajo identidades encubiertas brasileñas, según documentos y entrevistas. Seis nunca habían sido identificados públicamente hasta ahora. La investigación ya ha abarcado al menos ocho países, según señalaron los agentes, con información procedente de Estados Unidos, Israel, Países Bajos, Uruguay y otros servicios de seguridad occidentales.

Utilizando cientos de documentos de investigación y entrevistas con decenas de funcionarios policiales y de inteligencia de tres continentes, el Times reconstruyó los detalles de la operación de espionaje rusa en Brasil y el esfuerzo secreto para acabar con ella.

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Desmantelar la fábrica de espías del Kremlin era mucho más que una operación rutinaria de contraespionaje; formaba parte de las perjudiciales secuelas de una década de agresión rusa. Espías rusos ayudaron a derribar un avión de pasajeros procedente de Ámsterdam en 2014. Interfirieron en elecciones de Estados Unidos y otros países. Envenenaron a personas que consideraban enemigas y planearon golpes de Estado.

Sin embargo, fue la decisión del presidente Vladimir Putin de invadir Ucrania en febrero de 2022 lo que galvanizó una respuesta global a los espías rusos, incluso en zonas del mundo donde, durante mucho tiempo, esos agentes gozaron de cierta impunidad. Uno de esos países era Brasil, que históricamente ha mantenido relaciones amistosas con Rusia.

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La investigación de Brasil asestó un golpe devastador al programa de ilegales de Moscú, eliminando a una serie de agentes altamente cualificados que serán difíciles de sustituir. Al menos dos fueron detenidos. Otros se fueron a Rusia rápidamente. Con sus identidades expuestas, lo más probable es que nunca vuelvan a trabajar en el extranjero.

Detrás de esta extraordinaria derrota, se encontraba un equipo de agentes de contraespionaje de la policía federal brasileña, la misma unidad que investigó al expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, por planear un golpe de Estado.

Sede de la Policía Federal de Brasil en Brasilia. Sus agentes expusieron la red de espionaje. (Foto: The New York Times.)

Sede de la Policía Federal de Brasil en Brasilia. Sus agentes expusieron la red de espionaje. (Foto: The New York Times.)

Desde su moderno cuartel general de cristal ubicado en la capital, Brasilia, pasaron años revisando millones de registros de identidad brasileños en busca de patrones. El operativo llegó a conocerse como Operación Este.

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Fantasmas en el sistema

A principios de abril de 2022, pocos meses después de que los soldados rusos entraran en Ucrania, la CIA transmitió un mensaje urgente y extraordinario a la policía federal de Brasil.

Los estadounidenses reportaron que un oficial encubierto del servicio de inteligencia militar de Rusia había llegado recientemente a Países Bajos para hacer prácticas en la Corte Penal Internacional, justo cuando esta empezaba a investigar los crímenes de guerra rusos en Ucrania.

Ilustración: Lucy Jones/The New York Times.

Ilustración: Lucy Jones/The New York Times.

El aspirante a becario viajaba con pasaporte brasileño, bajo el nombre de Victor Muller Ferreira. Había obtenido un título de posgrado de la Universidad Johns Hopkins con ese nombre. La CIA dijo que su verdadero nombre era Sergey Cherkasov. Los funcionarios de fronteras neerlandeses le habían negado la entrada, y ahora estaba en un avión con destino a San Pablo.

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Con pocas pruebas y solo unas horas para actuar, los brasileños no tenían autoridad para detener a Cherkasov en el aeropuerto. Entonces, durante varios días llenos de tensión, la policía lo mantuvo bajo estrecha vigilancia mientras permanecía libre en un hotel de San Pablo.

Finalmente, los agentes consiguieron una orden de detención y lo arrestaron; no por espionaje, sino por utilizar documentos fraudulentos.

La playa de Ipanema en Río de Janeiro. Durante años, Rusia usó a Brasil como punto de partida para sus agentes de inteligencia de élite, conocidos como ilegales. (Foto: The New York.)

La playa de Ipanema en Río de Janeiro. Durante años, Rusia usó a Brasil como punto de partida para sus agentes de inteligencia de élite, conocidos como ilegales. (Foto: The New York.)

Incluso eso resultó ser un caso mucho más difícil de lo que nadie esperaba. Durante el interrogatorio, Cherkasov se mostró arrogante e insistió en que era brasileño. Y tenía documentos que lo demostraban.

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Su pasaporte brasileño azul era auténtico. Tenía una credencial de elector brasileña, como exige la ley, y un certificado que demostraba que había cumplido el servicio militar obligatorio. Todo era auténtico.

“No había ningún vínculo entre él y la gran Madre Rusia”, dijo un investigador de la policía federal, que al igual que otros, habló bajo condición de anonimato porque la investigación sigue abierta.

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Fue hasta que la policía encontró su acta de nacimiento que la historia de Cherkasov comenzó a desmoronarse. Junto con toda la operación rusa en Brasil.

En el pasado, los espías rusos a menudo han obtenido documentos de identidad asumiendo la identidad de personas muertas, con frecuencia, bebés.

Este no era el caso. Los agentes determinaron que Victor Muller Ferreira nunca existió. Sin embargo, tenía un acta de nacimiento real.

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El documento indicaba que Victor Muller Ferreira había nacido en Río de Janeiro en 1989 de una madre brasileña, una persona real que había muerto cuatro años después.

Sin embargo, cuando la policía localizó a su familia, los agentes se enteraron de que la mujer nunca había tenido un hijo. Las autoridades nunca encontraron a nadie que coincidiera con el nombre del padre.

El descubrimiento generó preguntas alarmantes. ¿Cómo fue que un espía ruso consiguió documentos auténticos con un nombre falso? Y lo más importante que se preguntaba la policía era: si un espía podía hacerlo, ¿por qué no podían hacerlo otros?

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Los agentes federales comenzaron a buscar lo que llamaban “fantasmas”: personas con actas de nacimiento legítimas que pasaron su vida sin dejar rastro alguno de haber estado realmente en Brasil y que de pronto aparecían como adultas, tramitando rápidamente documentos de identidad.

Para encontrar a estos fantasmas, los agentes empezaron a buscar patrones en millones de registros de nacimiento, pasaportes, licencias de conducir y números de Seguridad Social.

Algunas cosas podían automatizarse, pero vincularse y buscar digitalmente en todas las bases de datos brasileñas no es fácil. Gran parte del trabajo se tuvo que hacer a mano.

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Ese análisis permitió que la Operación Este desbaratara toda la operación rusa. “Todo empezó con Sergey”, dijo un alto funcionario brasileño.

Ilustración: Lucy Jones/The New York Times.

Ilustración: Lucy Jones/The New York Times.

Las personas especiales de Putin

Todos los espías, independientemente del país para el que trabajen, enfrentan el mismo reto: crear una identidad falsa que resista el escrutinio.

Durante generaciones, los agentes encubiertos usaron pasaportes falsos, nombres robados y coartadas bien ensayadas. La era digital, en la que casi todo el mundo tiene un historial en internet, ha complicado mucho las cosas.

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Este es un problema especialmente grave para Rusia, pues aunque todos los servicios de espionaje usan agentes encubiertos, la mayoría depende de redes de informantes locales para hacer la labor pesada de recolección de información. Rusia es un caso único. Desde los primeros años de la Unión Soviética, los agentes encubiertos se han comprometido a toda una vida de servicio, viviendo y trabajando como personas completamente distintas.

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El mismo Putin ha reconocido haber supervisado a espías soviéticos que estaban de incógnito cuando estuvo asignado a Alemania Oriental al final de la Guerra Fría, cuando era un joven agente del KGB.

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“Son personas especiales, con una calidad especial, convicciones especiales y un carácter especial”, dijo en una entrevista televisiva en 2017. “Dejar atrás tu vida anterior, dejar atrás tus seres queridos y tu familia, dejar atrás tu país durante muchos años para dedicar tu vida a servir a la patria, no es algo que todo el mundo pueda hacer. Solo los elegidos pueden hacerlo, y lo digo sin exagerar”.

Brasil parecía un lugar ideal para que los espías elegidos por Putin trabajaran en su historia. El pasaporte brasileño es uno de los más útiles del mundo, pues permite viajar sin visa a casi tantos países como el estadounidense. Y es poco probable que alguien con rasgos europeos y un ligero acento destaque en esa nación multiétnica.

Una fotografía de finales de la década de 1980 facilitada por la Agencia de Registros de la Stasi mostraba a Vladimir Putin, segundo de izquierda a derecha, cuando estuvo asignado a Dresde, Alemania Oriental, como oficial de la KGB entre 1985 y 1990. (Foto: BStU/The New York Times.)

Una fotografía de finales de la década de 1980 facilitada por la Agencia de Registros de la Stasi mostraba a Vladimir Putin, segundo de izquierda a derecha, cuando estuvo asignado a Dresde, Alemania Oriental, como oficial de la KGB entre 1985 y 1990. (Foto: BStU/The New York Times.)

Y aunque muchos países exigen la verificación de un hospital o un médico antes de expedir actas de nacimiento, Brasil permite una excepción especial para los nacidos en zonas rurales. Las autoridades expedirán un acta de nacimiento a cualquiera que declare, en presencia de dos testigos, que un bebé tiene al menos un progenitor brasileño.

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El sistema también está descentralizado y es vulnerable a la corrupción local.

Con el acta de nacimiento en la mano, solo es cuestión de solicitar el registro electoral, la documentación militar y, finalmente, el pasaporte.

Una vez obtenido, un espía puede ir a casi cualquier lugar del mundo.

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Un avance en el caso

Uno de los primeros nombres que aparecieron cuando los investigadores iniciaron su búsqueda fue el de Gerhard Daniel Campos Wittich. Él parecía encajar en el patrón. Su acta de nacimiento indicaba que había nacido en Río en 1986, pero parecía haber surgido de la nada en 2015.

Cuando los agentes empezaron a investigar, Shmyrev ya había creado una identidad encubierta tan convincente que ni siquiera su propia novia y sus colegas tenían idea. Hablaba un portugués perfecto, matizado con un acento que, según explicó, era el resultado de su infancia en Austria.

Ilustración: Lucy Jones/The New York Times.

Ilustración: Lucy Jones/The New York Times.

Parecía dedicar todo lo que tenía a su empresa de impresión, 3D Rio, que creó desde cero y que según antiguos colegas realmente parecía importarle. Pasaba largas horas trabajando en el piso 16 de un edificio del centro de Río, a una cuadra del consulado estadounidense. A veces enviaba a los empleados a casa para poder trabajar solo.

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“Era adicto al trabajo”, dijo Felipe Martinez, un antiguo cliente que se hizo amigo del ruso, al que conocía como Daniel. “Pensaba en grande, ¿sabes?”.

La empresa se convirtió en un éxito, comentó un antiguo empleado. Consiguió clientes como TV Globo, una cadena de televisión, y el ejército brasileño. (El empleado, que pidió no ser identificado, dijo que Shmyrev nunca fue invitado a ninguna base).

Sin embargo, según amigos y colegas, había cosas raras. Nunca tenía la computadora conectada a internet cuando no la utilizaba. Y parecía tener más dinero del que su negocio podía proporcionarle.

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Felipe Martinez, a la izquierda, y Bernardo Souza, amigos de un hombre al que conocían como Gerhard Daniel Campos Wittich. Wittich era el alias de un espía ruso, Artem Shmyrev. (Foto: The New York Times.)

Felipe Martinez, a la izquierda, y Bernardo Souza, amigos de un hombre al que conocían como Gerhard Daniel Campos Wittich. Wittich era el alias de un espía ruso, Artem Shmyrev. (Foto: The New York Times.)

Hacía viajes repentinos a Europa y Asia, y bromeaba sobre hacer “espionaje industrial” contra sus competidores. En ocasiones se hacía pasar por cliente de otros negocios de impresión, y una vez envió a uno de sus empleados a hacer prácticas en una empresa rival para que le informara sobre sus actividades.

También parecía que las cámaras le daban terror, y le disgustaba tanto que le tomaran fotos que un exempleado recordaba haber bromeado diciendo que tal vez “lo buscaba la policía federal”.

Shmyrev entró en pánico cuando un periódico local publicó una fotografía en la que aparecía frente al alcalde de Río en la inauguración de un centro tecnológico, recordó Martinez.

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Sin embargo, todo esto solo parecía tener alguna relevancia al ser visto en retrospectiva, dijeron sus amigos.

En privado, Shmyrev estaba aburrido y frustrado con su vida clandestina. “Ningún logro real en el trabajo”, escribió Shmyrev en un mensaje de texto a su esposa. “No estoy donde tengo que estar desde hace ya dos años”.

Su esposa, Irina Shmyreva, otra espía rusa que enviaba mensajes de texto desde Grecia, a medio mundo de distancia, se mostró poco comprensiva. “Si querías una vida familiar normal, pues hiciste una elección fundamentalmente equivocada”, respondió.

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Sin embargo, reconoció que la vida que tenían no era lo que esperaban. “Sí, no es como prometieron, y está mal”, le escribió. “Básicamente engañan a la gente para que haga esto y lo veo como algo malo. Es deshonesto y no es constructivo”.

Los mensajes forman parte de un archivo de documentos que fueron compartidos con servicios de inteligencia extranjeros y vistos por The New York Times. Fueron enviados en agosto de 2021 y se recuperaron posteriormente del teléfono de Shmyrev.

Seis meses después, Rusia invadió Ucrania. De pronto, los servicios de inteligencia de todo el mundo empezaron a trabajar juntos; su prioridad era trastocar el espionaje del Kremlin. Las vidas de los espías rusos desplegados por todo el mundo se vieron alteradas.

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Primero fue Cherkasov, el interno que fue detenido semanas después de la invasión. Después, Mikhail Mikushin, a quien se había investigado en Brasil, apareció en Noruega y fue detenido. Dos agentes encubiertos rusos fueron detenidos en Eslovenia, donde vivían bajo identidades argentinas falsas.

A fines de 2022, los investigadores brasileños estaban cercando a Shmyrev.

El barrio de Botafogo, en Río, donde vivía Shmyrev. Cuando los agentes empezaron a investigar, Shmyrev ya había creado una identidad encubierta tan convincente que ni su novia ni sus colegas tenían idea. (Foto: The New York Times.)

El barrio de Botafogo, en Río, donde vivía Shmyrev. Cuando los agentes empezaron a investigar, Shmyrev ya había creado una identidad encubierta tan convincente que ni su novia ni sus colegas tenían idea. (Foto: The New York Times.)

Los agentes federales desentrañaron la identidad de Gerhard Daniel Campos Wittich, y descubrieron que su madre había muerto y nunca había tenido un hijo con ese nombre. No pudieron encontrar a su padre.

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A finales de diciembre, los agentes estaban casi seguros de haber desenmascarado a un espía ruso encubierto.

Si Shmyrev estaba nervioso, no dio ninguna señal. Una tarde de diciembre, cenó con un colega en el moderno barrio de Botafogo, en Río de Janeiro. Se veía relajado; comentó que se iba a ir de viaje un mes a Malasia, según el empleado, que habló bajo condición de anonimato.

Se escabulló del país apenas unos días antes de que la policía federal desvelara su identidad. Los agentes se quedaron atónitos. Tanto trabajo y se les había ido.

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Shmyrev tenía un boleto de vuelta con fecha del 2 de febrero de 2023. Los agentes obtuvieron órdenes de detención y de cateo de sus domicilios. Cuando Shmyrev aterrizara en suelo brasileño, estarían preparados. Pero nunca volvió.

‘¿Qué es peor que ser detenido?’

Shmyrev no fue el único espía ruso que se les fue de las manos a los brasileños.

Cada vez que los agentes descubrían un nombre, parecían haber llegado demasiado tarde.

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Manuel Francisco Steinbruck Pereira y Adriana Carolina Costa Silva Pereira, de entre 30 y 40 años, estaban casados y en 2018 se marcharon a Portugal y desaparecieron.

Varios parecían estar en Uruguay. Una mujer aparentemente llamada María Luisa Dominguez Cardozo tenía un acta de nacimiento brasileña y más tarde obtuvo un pasaporte uruguayo. Y había otro matrimonio: Federico Luiz Gonzalez Rodriguez y su esposa, Maria Isabel Moresco Garcia, una espía rubia que se hacía pasar por modelo.

Por un tiempo, la mejor esperanza de los agentes brasileños para lograr una detención parecía ser un joyero llamado Eric Lopes. La policía descubrió que en realidad era un espía ruso llamado Aleksandr Utekhin.

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En 2021, su negocio apareció en un programa de televisión brasileño llamado “Empresários de Sucesso” (“Empresarios de éxito”), donde se referían a él como un “experto en piedras preciosas”.

Sin embargo, la presentadora dijo en una entrevista con el Times que Lopes había pagado para aparecer en televisión. Afirmó que Lopes era extraño. Hablaba “portugués gringo”, señaló, y se negaba a salir en pantalla. Una empleada que participó en el programa representando a su empresa, sabía tan poco del negocio que él tuvo que irle dictando lo que debía decir. “Pensé: ‘Vaya, ¿está pasando algo?”, añadió la presentadora.

Cuando los agentes federales llegaron a las tiendas, no encontraron ni rastro de Lopes ni del oro o las piedras preciosas que había anunciado en Instagram.

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Su local de Brasilia ahora está ocupado por una compañía de seguros. La dirección en San Pblo, frente a una sede de la policía militar brasileña, alberga una empresa inmobiliaria.

El atrio de un edificio de oficinas de Brasilia donde el espía ruso Aleksandr Utekhin manejaba una joyería bajo el nombre de Eric Lopes. (Foto: The New York Times.)

El atrio de un edificio de oficinas de Brasilia donde el espía ruso Aleksandr Utekhin manejaba una joyería bajo el nombre de Eric Lopes. (Foto: The New York Times.)

Los investigadores creen que su negocio solo existía como fachada para reforzar sus credenciales brasileñas. Un funcionario de seguridad occidental con conocimiento del caso dijo que, tras abandonar Brasil, Utekhin había pasado un tiempo en Medio Oriente. Se desconoce su paradero exacto, aunque los funcionarios de inteligencia creen que él y otras personas han regresado a Rusia.

No está claro si algún hecho específico asustó a los agentes para que regresaran a casa. Sin embargo, con toda la atención que comenzó a recibir Rusia tras la invasión de Ucrania, los expertos en inteligencia dijeron que tal vez los jefes de Moscú llegaron a la conclusión de que el mundo se había vuelto demasiado peligroso para ellos.

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Los agentes brasileños que dirigían la Operación Este dedicaron incontables horas a descubrir los nombres y aun así no tenían ningún caso sólido, salvo el cargo por documentos falsos contra Cherkasov.

Sin embargo, compartieron lo que habían averiguado con agencias de inteligencia de todo el mundo, cuyos agentes cotejaron la información con los registros de agentes de inteligencia rusos conocidos y encontraron coincidencias, que en algunos casos permitieron a los brasileños agregar un nombre real a las identidades brasileñas falsas.

La pareja que vivía en Portugal con el nombre de Pereira, por ejemplo, resultó ser en realidad Vladimir Aleksandrovich Danilov y Yekaterina Leonidovna Danilova, según dos funcionarios de inteligencia occidentales.

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Durante mucho tiempo, Brasil ha mantenido la neutralidad en lo que respecta a las divisiones geopolíticas. Incluso tras la invasión rusa de Ucrania, Brasil mantuvo una relación amistosa con Moscú. Por eso, que el Kremlin usara el territorio brasileño para realizar una operación de espionaje a gran escala se consideró una traición. Las autoridades querían enviar un mensaje.

“Nos pusimos a pensar: ‘¿Qué es peor que ser detenido como espía?’”, dijo el investigador brasileño de alto rango. “Ser expuesto como espía”.

Para eso, los investigadores tuvieron una idea audaz. Podían utilizar a la Interpol, la mayor organización policial del mundo, para desenmascarar a los espías de Putin.

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Era una venganza irónica. Por años, Putin ha manipulado las bases de datos de Interpol para acosar a disidentes y opositores políticos.

El pasado otoño, los brasileños emitieron una serie de notificaciones azules de la Interpol, avisos en los que solicita información sobre una persona. En las notificaciones se difundían los nombres, fotografías y huellas dactilares de los espías rusos, incluidos Shmyrev y Cherkasov, a los 196 países miembros.

El lugar de nacimiento de Shmyrev, según los documentos de identidad falsos en los que usaba el nombre Wittich, era el barrio de Catete, en Río. (Foto: The New York Times.)

El lugar de nacimiento de Shmyrev, según los documentos de identidad falsos en los que usaba el nombre Wittich, era el barrio de Catete, en Río. (Foto: The New York Times.)

La Interpol, como organismo independiente, no se ocupa de asuntos politizados como el espionaje. Para sortear esta limitación, las autoridades brasileñas dijeron que se estaba investigando a los rusos por utilizar documentos fraudulentos.

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Uruguay emitió alertas similares, vistas por el Times, para los sospechosos de ser espías rusos que llegaron ese país con identidades brasileñas. Según dijeron los servicios de inteligencia, sus nombres reales eran Roman Olegovich Koval, Irina Alekseyevna Antonova y Olga Igorevna Tyutereva.

Koval y Antonova, el matrimonio, salieron repentinamente de Brasil en un vuelo con destino a Uruguay en 2023, dijeron los investigadores. El último paradero conocido de Tyutereva fue Namibia, según el alto funcionario.

Las notificaciones de la Interpol no incluyen los nombres reales, pero sí las fotografías y otros datos identificativos. Con sus identidades registradas en las bases de datos policiales, y sus verdaderos nombres señalados por los servicios de espionaje, lo más probable es que los agentes no puedan volver a trabajar como espías extranjeros.

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De todos los espías, solo Cherkasov sigue en prisión. Fue declarado culpable de falsificación de documentos y condenado a 15 años, pero su pena se redujo a cinco años.

En una aparente táctica para llevárselo a casa antes, el gobierno ruso alegó que era un narcotraficante buscado y presentó documentos judiciales solicitando su extradición.

Vista de Botafogo. Brasil parecía un lugar ideal para que los espías rusos trabajaran en su historia. Es poco probable que alguien con rasgos europeos y un ligero acento destaque en este multiétnico país sudamericano. (Foto: The New York Times.)

Vista de Botafogo. Brasil parecía un lugar ideal para que los espías rusos trabajaran en su historia. Es poco probable que alguien con rasgos europeos y un ligero acento destaque en este multiétnico país sudamericano. (Foto: The New York Times.)

Sin embargo, los brasileños contratacaron rápidamente. Si Cherkasov era un narcotraficante, argumentaron los fiscales, entonces era esencial que permaneciera en prisión aún más tiempo para que la policía pudiera investigar.

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De otro modo, ya habría sido puesto en libertad. Pero sigue encarcelado en Brasilia.

Durante un tiempo, tras dejar Brasil, Shmyrev se comunicó regularmente con sus amigos y con su novia brasileña. Pero a principios de enero de 2023, sus mensajes de texto cesaron.

“Pasaron semanas y no sabíamos qué hacer”, dijo Martinez, su amigo.

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La novia de Shmyrev publicó un mensaje en un grupo de Facebook llamado Brasileños en Kuala Lumpur, pidiendo ayuda para encontrarlo.

“Empezamos a hacer de detectives”, dijo Martinez. “Buscábamos en internet. Llamamos a las estaciones de policía, a las embajadas, a hoteles de Kuala Lumpur, intentando ir tras su pista. Y no pudimos encontrarlo”.

Cuando Shmyrev no tomó su vuelo de regreso a Brasil, la policía entró en acción. Los agentes descubrieron que había dejado varios dispositivos electrónicos que contenían datos personales cruciales, incluyendo los mensajes de texto con su esposa espía rusa. También dejó 12.000 dólares en efectivo en su caja fuerte.

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Esos son indicios de que había planeado regresar. Como en el caso de los demás, la cuestión de qué lo motivó a marcharse y qué lo mantuvo alejado sigue siendo un misterio. Por ese entonces, su esposa rusa abandonó repentinamente su puesto de espionaje en Grecia. Más tarde, las autoridades griegas la descubrieron.

Leé también: La historia de la pareja de exespías rusos que ahora vive en un suburbio de EEUU

A pesar de todo, sus amigos dijeron que lo extrañaban.

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“A veces pienso que algún día iré ahí, a San Petersburgo”, dijo Martinez. “Estaré en la barra. Pediré un vodka. Y entonces, él estará al otro lado”.

En su fantasía, Martinez asiente con la cabeza a Shmyrev, y este le devuelve el gesto.

El último contacto conocido que tuvo Shmyrev con Brasil fue una llamada telefónica que le hizo a su novia después de haberse ido. Según le contó a Martinez, su amigo estaba triste, tal vez llorando.

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“Vas a oír cosas de mí, pero tienes que saber que nunca hice nada tan malo. Nunca maté a nadie ni nada parecido”, dijo, según el recuerdo de Martinez.

“Mi pasado me alcanzó”, dijo.

Michael Schwirtz y Jane Bradley han cubierto las operaciones rusas en Occidente durante una década. Para este artículo reportaron desde Brasil, Estados Unidos y varios países de Europa.

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Rusia, espías rusos

INTERNACIONAL

La cumbre mundial del clima termina sin acuerdo sobre la reducción del uso de combustibles fósiles

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El frente de países emergentes y petroleros ganó la partida: la COP30 en Belém finalizó este sábado con un acuerdo de mínimos ante la emergencia climática que no menciona explícitamente el abandono de las energías fósiles.


Tras dos semanas de negociaciones, la primera COP de la ONU en la Amazonía logró poner de acuerdo a casi 200 países en un momento en que el multilateralismo flaquea, pero a costa de rebajar las ambiciones.

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El texto final aboga por acelerar la acción climática de manera «voluntaria» y a triplicar la financiación para la adaptación climática de países en desarrollo.


Unos 80 países, entre ellos Colombia, Francia y España, se habían movilizado por obtener una hoja de ruta para salir del gas, el petróleo y el carbón.


«Colombia se opone a una declaración de la COP30 que no diga la verdad científica al mundo», reaccionó en X el presidente Gustavo Petro.

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La UE admitió también su decepción: «Nos hubiese gustado que hubiera mucho más, más ambición», dijo antes de la aprobación del texto el comisario europeo para el Clima, Wopke Hoekstra.


El descontento de Colombia, Uruguay y otros países provocó momentáneamente la interrupción de la sesión de clausura el sábado en Belém.


El representante ruso en la plenaria acusó en español a las naciones latinoamericanas de «portarse como niños» que quieren «todos los caramelos», lo que provocó a su vez las quejas de otros países de la región.

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El presidente de la COP30, André Corrêa do Lago, durante el plenario final de la cumbre mundial sobre el clima, en la ciudad amazónica de Belém (Brasil). Foto: AP


Rusia, China e India, miembros de los BRICS junto a Brasil, solo tuvieron palabras para enaltecer el trabajo de la presidencia brasileña que recogió sus posturas.


Es un «éxito en una situación difícil», declaró el jefe negociador chino, Li Gao, a la AFP. «Un resultado significativo», dijo India, en nombre de sus aliados.

La propuesta de Lula

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El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, había proclamado en el comienzo de la cumbre en Belém que esta sería la «COP de la verdad», en la que se demostraría el compromiso del mundo para enfrentar la crisis climática. Pero el final no parece haber cumplido con las expectativas.

Este sábado, desde Johannesburgo, donde participa de la cumbre del G20, Lula estimó que el multilateralismo «ganó».

«En este año en que el planeta superó por primera vez -y quizás de manera permanente- el límite de un grado y medio por encima de los niveles preindustriales, la comunidad internacional se enfrentó a una elección: continuar o abandonar. Elegimos la primera opción», declaró el presidente brasileño desde Sudáfrica.

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El Brasil del mandatario izquierdista quiso demostrar en la COP30 que el multilateralismo no está muerto, a pesar de la ausencia de los Estados Unidos de Donald Trump.

Carteles de activistas que llaman a la acción para frenar el calentamiento del planeta, durante la cumbre climática de la ONU en Belém, Brasil. Foto: AP  Carteles de activistas que llaman a la acción para frenar el calentamiento del planeta, durante la cumbre climática de la ONU en Belém, Brasil. Foto: AP


Lula, que alienta un flamante proyecto de exploración petrolera en Amazonía, elevó las expectativas al llamar en la COP30 a una «hoja de ruta» para la salida de las energías fósiles.

Esto envalentonó al grupo de países que luchan por impulsar ese combate, entre estos Colombia, Francia, España, Países Bajos y Kenia.

El enfrentamiento de Dubái en 2023 (COP28), cuando por primera vez el mundo acordó una salida progresiva del gas, el petróleo y el carbón, se repitió en Belém.

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Pero los países productores, como Arabia Saudita, Irán y Rusia no cedieron un ápice esta vez.

Frente a la decepción de algunos, el presidente de la COP30, André Correa do Lago, anunció que Brasil trabajará en los próximos meses para elaborar una hoja de ruta para salir de las energías fósiles a la que puedan sumarse los países interesados. Lo mismo hará con la deforestación.

Colombia y Países Bajos anunciaron en esta COP una conferencia internacional contra las energías fósiles en abril de 2026 en la ciudad colombiana de Santa Marta.

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Para Greenpeace, el anuncio de las hojas de ruta «suena a premio de consolación», aunque «permitirá que el trabajo siga el año que viene y no se pierda el impulso creado en Belém».

«COP de la verdad»

La «COP de la verdad», como la bautizó Lula, permitió constatar que el primer objetivo del Acuerdo de París adoptado hace una década es casi inviable y que el mundo no logrará limitar el calentamiento a 1,5° C en comparación con el siglo XIX. El planeta ya casi llegó a este umbral.

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Los últimos once años han sido los más cálidos jamás registrados en la Tierra.


Brasil, en cambio, cumplió su palabra al afirmar que ésta fue una COP de los pueblos. Decenas de miles de personas se manifestaron pacíficamente en las calles de Belém el 15 de noviembre.


Un grupo de indígenas y activistas protagonizaron en cambio un intento de invasión de la sede de la conferencia, para exigir ser escuchados. Las imágenes dieron la vuelta al mundo.

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El gobierno brasileño anunció después nuevas demarcaciones de tierras indígenas.

Este no fue el único percance: un incendio se declaró el jueves en la zona de pabellones nacionales, lo que paralizó las negociaciones y obligó a evacuar a miles de participantes. Sus causas son por ahora desconocidas.

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INTERNACIONAL

Nayib Bukele ahora se adueña del fútbol: mientras su hermano asume en la federación local, él sueña con el Mundial 2030

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El fútbol es un poderoso imán para gobernantes como Nayib Bukele. El presidente de El Salvador tomará el control de la Federación Salvadoreña de Fútbol (Fesfut) a través de su hermano, Yamil.

No es un hecho aislado. Con una gran popularidad basada en una cuestionada política de “mano dura” que acabó con el crimen organizado y la violencia, el mandatario ya tiene un absoluto control de los tres poderes del Estado. Ahora, puso la mira en el deporte más popular del mundo.

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Leé también: Mano dura en El Salvador: ¿por qué Bukele nombró a una militar como ministra de Educación?

El objetivo es simple: tener injerencia total sobre un fenómeno social y cultural que une a seis millones de salvadoreños. Quien controla el fútbol domina gran parte del humor ciudadano. El propósito es llevar al débil seleccionado local al Mundial de 2030 que se jugará en varios países, entre ellos la Argentina.

Para el próximo torneo, de 2026, llegó tarde. El Salvador quedó eliminado en la instancia final de las eliminatorias de la Concacaf.

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“El principal objetivo es utilizar el fútbol para alimentar la narrativa de que Bukele está cambiando por completo El Salvador, aun y cuando eso está muy lejos de ser cierto”, dijo a TN el salvadoreño Víctor Aguilar, analista para América Latina de la ONG internacional Crisis Group.

Yamil Bukele asume en la Federación Salvadoreña de Fútbol

Yamil Bukele, de 47 años y medio hermano del presidente, asumirá como titular de la Federación Salvadoreña de Fútbol cuando concluya la misión de la FIFA que intervino la entidad en 2022.

Entonces, el presidente de la Fesfut, Reynaldo Vásquez, fue sentenciado en Nueva York a un año y medio de prisión como parte del “Fifagate”, el escándalo de sobornos y corrupción que sacudió a la FIFA y en especial a América Latina.

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El presidente salvadoreño, Nayib Bukele (Foto: EFE)

Yamil Bukele es el único candidato inscripto para las elecciones internas de la federación previstas para el 12 de diciembre. Los distintos delegados de las ligas locales solo tendrán la opción de inclinarse por el hermano del presidente.

“Esperamos que nos vaya muy bien, por el bien del fútbol y de nosotros mismos”, dijo el actual presidente “ad honorem” del Instituto Nacional de los Deportes al lanzar su candidatura.

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Según Aguilar, “Nayib Bukele ha mostrado interés en tener influencia en la Federación Salvadoreña de Fútbol desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, en junio de 2015, cuando recién había sido elegido alcalde de San Salvador, en una publicación en Twitter que después eliminó, dijo: ´Por ahí tengo un familiar que se ofrece para arreglar la FESFUT´”.

En octubre de 2021, ya siendo presidente, tras una derrota de la Selección Nacional ante México en las eliminatorias para el Mundial de 2022, fue incluso más claro y señaló: “Yo creo que es hora de intervenir. Nos sancionan un par de años y luego volvemos jugando de verdad“.

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La selección salvadoreña jugó solos los Mundiales de 1970 y 1982. En España 82 sufrió una estrepitosa goleada en contra por 10 a 1 ante Yugoslavia y cayó ante la Argentina de Diego Maradona 2 a 0.

Ahora, el gran sueño es volver a llevar al seleccionado a un Mundial que se niega desde hace 44 años.

“Al presidente Bukele le encanta afirmar que todas sus medidas son ´hitos´ en la historia del país. No dudo de que le encantaría que la selección regrese a un Mundial para poder afirmar que también logró cambiar ese pasado lleno de fracasos y decepciones», afirmó Aguilar.

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Por qué el fútbol seduce tanto a los poderes de turno

El fútbol ha sido utilizado por la política (y en especial por distintas dictaduras, como la Argentina) desde siempre. El caso más actual es el de Arabia Saudita, que invirtió cifras multimillonarias para contratar figuras internacionales en su desconocida liga local y aplacar las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos.

El reino saudita ya se agendó la sede del Mundial de 2034 y extendió sus inversiones al tenis, el golf y hasta la Fórmula 1. Hoy Arabia Saudita es sinónimo de fútbol y deporte. Muy pocos hablan de abusos.

Pero Bukele no tiene los petrodólares sauditas. Tiene, eso sí, algo clave a su favor: en pocos años logró pacificar a un violento El Salvador. ¿Cómo hizo? Encarceló a decenas de miles de supuestos pandilleros en una ofensiva total contra el crimen organizado. Los salvadoreños prefieren mirar hacia otro lado cuando se habla de las denuncias por violaciones a los derechos humanos que se acumulan en la puerta de la Casa de Gobierno. El presidente fue reelecto el año pasado con casi el 85% de los votos. Su popularidad es enorme.

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Sus detractores lo acusan de controlar los tres poderes del Estado, de encarcelar a miles de inocentes y silenciar a la oposición y la prensa. Tras una serie de maniobras, hasta logró imponer la posibilidad de reelección indefinida prohibida por la Constitución. Ahora, quiere echar a rodar la pelota.

Diego Murzi, investigador del CONICET y de la Escuela IDAES-UNSAM, dijo a TN que “el fútbol es el deporte más popular y convocante a nivel global en un momento en que el deporte se ha convertido en un hecho cultural y social central de la vida contemporánea”.

“Con lo cual tener injerencia en el fútbol implica tener decisión sobre asuntos que convocan e interesan a la población”, afirmó.

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Aficionados de El Salvador animan un partido de las las eliminatorias de la Concacaf (Foto de archivo: EFE/Rodrigo Sura)

Aficionados de El Salvador animan un partido de las las eliminatorias de la Concacaf (Foto de archivo: EFE/Rodrigo Sura)

Para Murzi, especializado en sociología del deporte, “el fútbol se ha convertido en un juego geopolítico. Queda de manifiesto con (Donald) Trump interesándose por el Mundial o apareciendo en el Mundial de Clubes, cuando no forma parte de ninguna manera de su biografía”.

“Lo que refleja eso es lo importante del fútbol. Si pensamos en el proyecto de Bukele, que aspira a exceder los límites nacionales y proyectarse como figura relevante a nivel global, es lógico que intente tener bajo su control el fútbol de su país”, afirmó.

Según el analista, “gran cantidad de gente, sobre todo en Latinoamérica, piensa a la geopolítica basándose en el fútbol. Por eso cree que Argentina es un país relevante en el concierto global, o que India y China no lo son. Creo que para un proyecto político totalitario, o de largo alcance como el de Bukele, es importante movilizar esa dimensión”, dijo.

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Bukele no ha inventado nada. Muchos gobernantes han intentado acercarse al deporte en los últimos años como “vehículo de promoción nacionalista o a los deportistas como personificación exitosa de ciertos valores intrínsecos que la actividad deportiva competitiva moviliza y que son afines a la ideología liberal o ´de derecha´ (éxito personal, meritocracia, individualismo, mercantilización, sacrificio, autosuficiencia)”, concluyó Murzi.

Habrá que ver ahora si el presidente salvadoreño logra tapar con el fútbol -y su enorme popularidad interna- los crecientes cuestionamientos internacionales a su política de “mano dura”.

El Salvador, Nayib Bukele, Sumario

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INTERNACIONAL

Tokio rechazó las acusaciones “infundadas” de Beijing tras una carta remitida a la ONU e instó a China al diálogo

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La primera ministra de Japón, Sanae Takaichi, y el líder de China, Xi Jinping, mantienen una tensa discusión internacional por sus posiciones frente a Taiwán (Europa Press)

El Ejecutivo japonés salió este sábado al cruce de las recientes denuncias de China contra la primera ministra Sanae Takaichi, a quien el régimen chino acusó de alterar la postura histórica de Tokio sobre su respaldo a Taiwán.

Desde Tokio calificaron las imputaciones como “totalmente infundadas” y subrayaron la continuidad de su línea política, negando un cambio en la posición oficial sobre el estrecho. Así lo expresó la portavoz Maki Kobayashi durante la cumbre del G20 en Johannesburgo, en declaraciones reproducidas por Bloomberg.

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Kobayashi aseguró estar al tanto de la carta enviada por Beijiing a António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y recalcó que Japón explicó ya “en repetidas ocasiones” el sentido de los comentarios de su primera ministra, remarcando la apuesta del gobierno nipón por “el diálogo”.

Pese a ello, en Johannesburgo no fue posible avanzar en una conversación directa: desde China descartaron una reunión oficial entre Takaichi y el primer ministro Li Qiang, aunque ambos compartieron espacio en la foto de grupo de la cumbre.

Takaichi fue fotografiada en el
Takaichi fue fotografiada en el G20 y en la misma imagen apareció el primer ministro chino (segundo de izq. a der.) (Leon Neal/REUTERS)

El origen de la controversia radica en las declaraciones de Takaichi sobre la potencial respuesta japonesa ante una posible escalada militar de China contra Taiwán. El régimen liderado por Xi Jinping reaccionó enviando una misiva donde advierte de posibles “medidas de autodefensa” si Japón llegara a intervenir militarmente en apoyo a la isla, al tiempo que buscó movilizar respaldo internacional en Naciones Unidas.

Lejos de dar marcha atrás, Takaichi reiteró este viernes su negativa a retractarse de sus afirmaciones referidas a Taiwán y defendió la determinación japonesa de actuar igual ante una emergencia de seguridad en la región. Al calor del conflicto, incluso el cónsul chino en Osaka, Xue Jian, llegó a compartir (y luego eliminar) un mensaje en el que apostaba por “cortar el sucio cuello” de la primera ministra nipona.

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Al mismo tiempo, las relaciones bilaterales registran nuevas restricciones: entre las últimas medidas, Beijing desaconsejó a sus ciudadanos visitar Japón, ordenó la suspensión de importaciones de mariscos japoneses y detuvo el estreno de nuevas películas japonesas en su mercado.

La primera ministra japonesa, Sanae
La primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, es recibida por el presidente surcoreano, Lee Jae Myung, durante la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Gyeongju, Corea del Sur, el 31 de octubre de 2025 (Reuters)

En cuanto a la relación entre Tokio y Taipéi, Taiwán confirmó el viernes pasado el levantamiento de las restricciones que, desde 2011, afectaban a las importaciones de alimentos originarios de Fukushima (Japón). Las autoridades informaron que dejarán de aplicar los requisitos de doble certificación y la inspección exhaustiva por lotes.

La medida surge poco después de que el gobernador de Niigata, Hideyo Hanazumi, autorizara la reactivación de la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa —la mayor del mundo—, que permanecía fuera de servicio desde el accidente nuclear ocurrido en Fukushima Daiichi en 2011 a raíz de un terremoto y posterior tsunami.

El anuncio del gobierno taiwanés marca la normalización de criterios para la entrada de productos japoneses en la isla, en un contexto donde la energía nuclear y la seguridad alimentaria siguen siendo ejes de debate en Japón.

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La disputa regional se enmarca en décadas de sensibilidad diplomática. Desde que los lazos políticos entre China y Taiwán se cortaron en 1949 tras la guerra civil, solo se restablecieron en formatos no oficiales a partir de los años 80, mientras Tokio y Beijing mantienen diferencias históricas sobre la soberanía y seguridad en la región.



International,Relations,Africa,Diplomacy / Foreign Policy

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