INTERNACIONAL
La telenovela que detuvo bombardeos y desafió dictaduras: el fenómeno mundial de “La esclava Isaura”

Durante la transmisión de “La esclava Isaura” en Bosnia en 1995, los bombardeos detuvieron su ritmo habitual. Lucélia Santos, protagonista de la telenovela brasileña, recordó este suceso impresionante en el programa Sin Censura. La fuerza de la historia no solo logró interrumpir una guerra, sino que inspiró campañas sociales, alteró la rutina de varios países y trascendió la frontera entre ficción y realidad. El fenómeno internacional de la obra brasileña incluyó colectas de espectadores en Polonia y Hungría para “comprar” la libertad de la heroína, un concurso masivo de dobles en Europa del Este y la inédita orden del dictador Fidel Castro en Cuba para suspender el racionamiento eléctrico durante cada episodio.
“La esclava Isaura”, adaptación de la novela de Bernardo Guimarães publicada en 1875, debutó en TV Globo el 11 de octubre de 1976 y finalizó el 5 de febrero de 1977. Con guion de Gilberto Braga y dirección de Herval Rossano, la serie alcanzó una repercusión insólita dentro y fuera de Brasil. Según datos de TV Globo, “La esclava Isaura” fue la primera producción vendida a países de la Europa comunista y África; superó la cifra de 120 naciones en su distribución y se reemitió varias veces en Suiza, Alemania y Francia.
El impacto inmediato en el extranjero superó todas las previsiones. Polonia registró una de las manifestaciones más curiosas: un concurso de dobles de Isaura con 8.000 participantes. Hungría fue testigo de campañas públicas en la que los fanáticos recolectaron dinero para liberarla, fieles al drama que proponía la telenovela. En Cuba, el mandato específico de Fidel Castro suspendió el corte de luz estatal para que ningún habitante faltara a su cita diaria frente a la pantalla. El actor Edwin Luisi, que interpretó a Álvaro, contó: “Me sentí como uno de los Beatles”, al describir su arribo a La Habana.

La repercusión se extendió hasta China, donde Lucélia Santos recibió en 1985 el premio Águila de Oro, equivalente local al Óscar, tras reunir 300 millones de votos del público. Cuando la actriz llegó a Pekín, multitudes corearon su nombre en el aeropuerto. El éxito televisivo, según una encuesta de TV Globo, llevó la ficción brasileña por primera vez a las pantallas de Letonia, República Checa, Ucrania, y varios países africanos, entre ellos Sudáfrica y Madagascar.
Detrás de este fenómeno global, el contexto sociopolítico de Brasil atravesaba la censura impuesta por la dictadura militar. Según precisó BBC, el régimen vetó tanto la palabra “esclavo” como las escenas explícitas de castigo físico a personas negras. Gilberto Braga, encargado del guion, debió modificar palabras, roles y finales, en consonancia con las normas oficiales. Por ejemplo, la muerte dramática de Malvina en la telenovela respondió a una exigencia de los censores, a diferencia del texto original de Guimarães, donde el personaje abandona a su marido y sobrevive.
La elección de Lucélia Santos para protagonizar la novela resultó determinante. Braga confesó que no aprobó la decisión en primera instancia. Santos, con solo 19 años y sin experiencia previa en televisión, asumió el papel después de la renuncia de Débora Duarte. Muy pronto, todo Brasil reconocía su rostro y entonaba la canción de apertura compuesta por Dorival Caymmi y Jorge Amado. La actriz también recordó la devoción de figuras famosas como Nelson Rodrigues, quien insistía en llamar al guionista antes de cada episodio para saber qué vendría a continuación.

El magnetismo de la historia también sacó a la luz zonas oscuras del pasado y del presente. En su libro “Baviera Tropical”, la periodista Betina Anton describió el caso del médico nazi Josef Mengele, quien seguía la telenovela en Brasil y no se perdía ningún episodio. Según la crónica, Mengele afirmaba: “No me gustaba la obra porque había demasiada gente negra”. Pero la vio de todos modos por el placer de ver cómo maltrataban a los esclavos.
La crítica y la academia revisaron el fenómeno bajo lentes más exigentes. Luciana Barros Góes, periodista, consideró que la telenovela presentó la esclavitud de forma romántica y que puso el foco en la salvación de los esclavos por obra de personajes blancos, omitiendo las luchas y resistencias negras. Góes examinó también la adaptación de “Niña moza” (1986), desarrollando la misma idea: la novela muestra a inmigrantes europeos ocupando el lugar dejado por los libertos, desplazando el racismo hacia un plano secundario dentro del relato.
Durante más de veinte años, “La esclava Isaura” mantuvo el liderazgo absoluto en ventas internacionales para TV Globo. Solo en 1999 perdió ese puesto frente a “Tierra Nuestra”, pero su repetición y alcance no encontraron comparación hasta ese momento. Es además una de las producciones más repuestas de la televisión brasileña, con múltiples retransmisiones y su reciente disponibilidad en plataformas digitales.
La adaptación de 2004, dirigida otra vez por Herval Rossano, probó la vigencia del relato con otro guionista y nuevos actores. Ernesto Rodrigues reveló la consigna inspirada en el género mexicano: en cada capítulo, los personajes “buenos” deben atravesar nuevas desgracias, los “malos” realizar acciones perversas.

La permanencia cultural de “La esclava Isaura” no se explica solo a través de sus récords de audiencia o de sus celebridades ilustres. Gilberto Braga lo resumió al decir que la novela, a pesar de no destacarse literariamente, posee una trama poderosamente atractiva. Su magnetismo proviene del miedo, de la injusticia y del lugar central que ocupa la heroína enfrentada a un destino impuesto por los poderosos. Ese vínculo universal permite que, casi 50 años después, la historia de Isaura continúe siendo relevante y recordada.
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Nayib Bukele ahora se adueña del fútbol: mientras su hermano asume en la federación local, él sueña con el Mundial 2030

El fútbol es un poderoso imán para gobernantes como Nayib Bukele. El presidente de El Salvador tomará el control de la Federación Salvadoreña de Fútbol (Fesfut) a través de su hermano, Yamil.
No es un hecho aislado. Con una gran popularidad basada en una cuestionada política de “mano dura” que acabó con el crimen organizado y la violencia, el mandatario ya tiene un absoluto control de los tres poderes del Estado. Ahora, puso la mira en el deporte más popular del mundo.
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El objetivo es simple: tener injerencia total sobre un fenómeno social y cultural que une a seis millones de salvadoreños. Quien controla el fútbol domina gran parte del humor ciudadano. El propósito es llevar al débil seleccionado local al Mundial de 2030 que se jugará en varios países, entre ellos la Argentina.
Para el próximo torneo, de 2026, llegó tarde. El Salvador quedó eliminado en la instancia final de las eliminatorias de la Concacaf.
“El principal objetivo es utilizar el fútbol para alimentar la narrativa de que Bukele está cambiando por completo El Salvador, aun y cuando eso está muy lejos de ser cierto”, dijo a TN el salvadoreño Víctor Aguilar, analista para América Latina de la ONG internacional Crisis Group.
Yamil Bukele asume en la Federación Salvadoreña de Fútbol
Yamil Bukele, de 47 años y medio hermano del presidente, asumirá como titular de la Federación Salvadoreña de Fútbol cuando concluya la misión de la FIFA que intervino la entidad en 2022.
Entonces, el presidente de la Fesfut, Reynaldo Vásquez, fue sentenciado en Nueva York a un año y medio de prisión como parte del “Fifagate”, el escándalo de sobornos y corrupción que sacudió a la FIFA y en especial a América Latina.
El presidente salvadoreño, Nayib Bukele (Foto: EFE)
Yamil Bukele es el único candidato inscripto para las elecciones internas de la federación previstas para el 12 de diciembre. Los distintos delegados de las ligas locales solo tendrán la opción de inclinarse por el hermano del presidente.
“Esperamos que nos vaya muy bien, por el bien del fútbol y de nosotros mismos”, dijo el actual presidente “ad honorem” del Instituto Nacional de los Deportes al lanzar su candidatura.
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Según Aguilar, “Nayib Bukele ha mostrado interés en tener influencia en la Federación Salvadoreña de Fútbol desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, en junio de 2015, cuando recién había sido elegido alcalde de San Salvador, en una publicación en Twitter que después eliminó, dijo: ´Por ahí tengo un familiar que se ofrece para arreglar la FESFUT´”.
En octubre de 2021, ya siendo presidente, tras una derrota de la Selección Nacional ante México en las eliminatorias para el Mundial de 2022, fue incluso más claro y señaló: “Yo creo que es hora de intervenir. Nos sancionan un par de años y luego volvemos jugando de verdad“.
La selección salvadoreña jugó solos los Mundiales de 1970 y 1982. En España 82 sufrió una estrepitosa goleada en contra por 10 a 1 ante Yugoslavia y cayó ante la Argentina de Diego Maradona 2 a 0.
Ahora, el gran sueño es volver a llevar al seleccionado a un Mundial que se niega desde hace 44 años.
“Al presidente Bukele le encanta afirmar que todas sus medidas son ´hitos´ en la historia del país. No dudo de que le encantaría que la selección regrese a un Mundial para poder afirmar que también logró cambiar ese pasado lleno de fracasos y decepciones», afirmó Aguilar.
Por qué el fútbol seduce tanto a los poderes de turno
El fútbol ha sido utilizado por la política (y en especial por distintas dictaduras, como la Argentina) desde siempre. El caso más actual es el de Arabia Saudita, que invirtió cifras multimillonarias para contratar figuras internacionales en su desconocida liga local y aplacar las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos.
El reino saudita ya se agendó la sede del Mundial de 2034 y extendió sus inversiones al tenis, el golf y hasta la Fórmula 1. Hoy Arabia Saudita es sinónimo de fútbol y deporte. Muy pocos hablan de abusos.
Pero Bukele no tiene los petrodólares sauditas. Tiene, eso sí, algo clave a su favor: en pocos años logró pacificar a un violento El Salvador. ¿Cómo hizo? Encarceló a decenas de miles de supuestos pandilleros en una ofensiva total contra el crimen organizado. Los salvadoreños prefieren mirar hacia otro lado cuando se habla de las denuncias por violaciones a los derechos humanos que se acumulan en la puerta de la Casa de Gobierno. El presidente fue reelecto el año pasado con casi el 85% de los votos. Su popularidad es enorme.
Sus detractores lo acusan de controlar los tres poderes del Estado, de encarcelar a miles de inocentes y silenciar a la oposición y la prensa. Tras una serie de maniobras, hasta logró imponer la posibilidad de reelección indefinida prohibida por la Constitución. Ahora, quiere echar a rodar la pelota.
Diego Murzi, investigador del CONICET y de la Escuela IDAES-UNSAM, dijo a TN que “el fútbol es el deporte más popular y convocante a nivel global en un momento en que el deporte se ha convertido en un hecho cultural y social central de la vida contemporánea”.
“Con lo cual tener injerencia en el fútbol implica tener decisión sobre asuntos que convocan e interesan a la población”, afirmó.

Aficionados de El Salvador animan un partido de las las eliminatorias de la Concacaf (Foto de archivo: EFE/Rodrigo Sura)
Para Murzi, especializado en sociología del deporte, “el fútbol se ha convertido en un juego geopolítico. Queda de manifiesto con (Donald) Trump interesándose por el Mundial o apareciendo en el Mundial de Clubes, cuando no forma parte de ninguna manera de su biografía”.
“Lo que refleja eso es lo importante del fútbol. Si pensamos en el proyecto de Bukele, que aspira a exceder los límites nacionales y proyectarse como figura relevante a nivel global, es lógico que intente tener bajo su control el fútbol de su país”, afirmó.
Según el analista, “gran cantidad de gente, sobre todo en Latinoamérica, piensa a la geopolítica basándose en el fútbol. Por eso cree que Argentina es un país relevante en el concierto global, o que India y China no lo son. Creo que para un proyecto político totalitario, o de largo alcance como el de Bukele, es importante movilizar esa dimensión”, dijo.
Bukele no ha inventado nada. Muchos gobernantes han intentado acercarse al deporte en los últimos años como “vehículo de promoción nacionalista o a los deportistas como personificación exitosa de ciertos valores intrínsecos que la actividad deportiva competitiva moviliza y que son afines a la ideología liberal o ´de derecha´ (éxito personal, meritocracia, individualismo, mercantilización, sacrificio, autosuficiencia)”, concluyó Murzi.
Habrá que ver ahora si el presidente salvadoreño logra tapar con el fútbol -y su enorme popularidad interna- los crecientes cuestionamientos internacionales a su política de “mano dura”.
El Salvador, Nayib Bukele, Sumario
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Tokio rechazó las acusaciones “infundadas” de Beijing tras una carta remitida a la ONU e instó a China al diálogo

El Ejecutivo japonés salió este sábado al cruce de las recientes denuncias de China contra la primera ministra Sanae Takaichi, a quien el régimen chino acusó de alterar la postura histórica de Tokio sobre su respaldo a Taiwán.
Desde Tokio calificaron las imputaciones como “totalmente infundadas” y subrayaron la continuidad de su línea política, negando un cambio en la posición oficial sobre el estrecho. Así lo expresó la portavoz Maki Kobayashi durante la cumbre del G20 en Johannesburgo, en declaraciones reproducidas por Bloomberg.
Kobayashi aseguró estar al tanto de la carta enviada por Beijiing a António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y recalcó que Japón explicó ya “en repetidas ocasiones” el sentido de los comentarios de su primera ministra, remarcando la apuesta del gobierno nipón por “el diálogo”.
Pese a ello, en Johannesburgo no fue posible avanzar en una conversación directa: desde China descartaron una reunión oficial entre Takaichi y el primer ministro Li Qiang, aunque ambos compartieron espacio en la foto de grupo de la cumbre.
El origen de la controversia radica en las declaraciones de Takaichi sobre la potencial respuesta japonesa ante una posible escalada militar de China contra Taiwán. El régimen liderado por Xi Jinping reaccionó enviando una misiva donde advierte de posibles “medidas de autodefensa” si Japón llegara a intervenir militarmente en apoyo a la isla, al tiempo que buscó movilizar respaldo internacional en Naciones Unidas.
Lejos de dar marcha atrás, Takaichi reiteró este viernes su negativa a retractarse de sus afirmaciones referidas a Taiwán y defendió la determinación japonesa de actuar igual ante una emergencia de seguridad en la región. Al calor del conflicto, incluso el cónsul chino en Osaka, Xue Jian, llegó a compartir (y luego eliminar) un mensaje en el que apostaba por “cortar el sucio cuello” de la primera ministra nipona.
Al mismo tiempo, las relaciones bilaterales registran nuevas restricciones: entre las últimas medidas, Beijing desaconsejó a sus ciudadanos visitar Japón, ordenó la suspensión de importaciones de mariscos japoneses y detuvo el estreno de nuevas películas japonesas en su mercado.
En cuanto a la relación entre Tokio y Taipéi, Taiwán confirmó el viernes pasado el levantamiento de las restricciones que, desde 2011, afectaban a las importaciones de alimentos originarios de Fukushima (Japón). Las autoridades informaron que dejarán de aplicar los requisitos de doble certificación y la inspección exhaustiva por lotes.
La medida surge poco después de que el gobernador de Niigata, Hideyo Hanazumi, autorizara la reactivación de la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa —la mayor del mundo—, que permanecía fuera de servicio desde el accidente nuclear ocurrido en Fukushima Daiichi en 2011 a raíz de un terremoto y posterior tsunami.
El anuncio del gobierno taiwanés marca la normalización de criterios para la entrada de productos japoneses en la isla, en un contexto donde la energía nuclear y la seguridad alimentaria siguen siendo ejes de debate en Japón.
La disputa regional se enmarca en décadas de sensibilidad diplomática. Desde que los lazos políticos entre China y Taiwán se cortaron en 1949 tras la guerra civil, solo se restablecieron en formatos no oficiales a partir de los años 80, mientras Tokio y Beijing mantienen diferencias históricas sobre la soberanía y seguridad en la región.
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