INTERNACIONAL
Necesitamos algo de silencio para volver a conversar

Lo primero que veo son sus manos entrelazadas jugando por encima de la mesa. Mi visión es óptima: estoy de frente a ellos, a quienes veo de perfil por mi ubicación en el bar. La mano derecha de ella y la mano izquierda de él se acarician a un ritmo propio sobre el blanco del mantel. No conversan, solo se tocan. Tampoco se miran a los ojos sino que están, por separado, distraídos en sus respectivos universos virtuales gerenciados por algoritmos. Lejos de la piel amada, la mano libre de cada uno de ellos sostiene la carcasa fría del celular, esa prótesis embrujada que supimos conseguir.
Con el pulgar scrollean la pantalla. No los vi sacar fotos del avocado toast y el budín de banana que compartieron esta mañana con el latte de costumbre. No postean, quiero decir, aunque advierto que mandan y responden mensajes de whatsapp y se muestran cada tanto entre ellos y con gesto amoroso alguna oferta de las que les aparecen en las redes. Las redes, foros en los que hasta hace un tiempo nos mostrábamos con fotos y textos en ese simulacro que fingía reproducir el comportamiento social de la conversación pero sin cuerpos presentes. Una puesta en escena que parecía acercarnos y que nos hizo creer en la democratización de la palabra; que nos dio falsa compañía durante la pandemia y que hoy solo replica a los que ponen plata y buscan plata.

Ya no conversamos ni nos comunicamos, solo encontramos ahí marketing, ventas, banalidad y violencia extrema en ideas y discursos. Fuimos expulsados y casi no posteamos porque las redes dejaron de ser un espacio en el que compartíamos el devenir cotidiano de la humanidad y se volvieron un mercado en el que para que tu palabra se escuche tenés que agitar ruido y rendir como provocador o pagar para ser miembro gold de la red o para que el algoritmo se decida a mostrar tu haiku del día o la foto del emprendimiento con el que te ganás la vida.
Vimos nacer con estruendo plataformas efímeras y también vimos a otras redes agonizar o entrar en estado de putrefacción. Nos agotamos de comenzar de cero en cada plataforma nueva a la que nos sumábamos para no perdernos la diversión o el entretenimiento y con la intención de trasladar la agenda de la anterior. Aquello que formaba parte del espíritu original de la conversación virtual ya no existe. Nos quedamos sin charla en vivo ni charla a distancia, hay un vacío en la comunicación de las personas. El silencio es ensordecedor.
Así como en su momento retaceamos los cuerpos de la escena real atrapados por el magnetismo de las pantallas, todo indica que ahora asistimos a un llamado contagioso para el éxodo. Nos borramos de la conducción colectiva pero aún persiste una actividad: la del voyeur, el adicto, el que no puede dejar de perderse en lo irrelevante.
Las razones para la negativa a postear son miles. Algunas, según los especialistas: hartazgo y fobia a la exposición; miedo a la cancelación o a postear algo que resulte desubicado a los ojos de la mayoría, autocensura, un cambio de era generacional, la exigencia de opinar o expresarse sobre todo aún cuando no tenemos las herramientas para hacerlo, la agresividad como respuesta si tu posteo no representa las expectativas de los otros.
Seguí vos.

Hace algunos años, el fotógrafo estadounidense Eric Pickersgill arrancó un proyecto artístico y casi antropológico, una serie de imágenes que lograban mostrar un hábito, una adicción y también un cambio de era. Se trata de fotos de personas de diferentes edades, culturas y géneros que están juntas pero no se hablan porque están cada uno en lo suyo. Las manos parecen contener un celular, pero el dispositivo no está.
Fue también en un café (aunque en Nueva York) cuando una imagen despertó su inquietud. Lo escucho contar así la experienca en un video que se encuentra en internet: “Había una familia sentada junto a mí en el café Ilium, se los veía totalmente desconectados los unos de los otros. No hablaban mucho entre ellos; el padre y las dos hijas estaban con su celular. Solo la madre no tiene o ha decidido dejarlo. Mira por la ventana, triste y sola en la compañía de su familia más cercana. De vez en cuando el padre levanta la cabeza para anunciar alguna información que ha encontrado online”.
Así comenzó a trabajar en la serie “Removed” y aunque las fotos tienen algunos años, como te decía, siguen siendo igual de perturbadoras. El celular en este caso ya no como prótesis sino como miembro fantasma; las manos siguen adaptadas al scrolleo infinito y la atención, dispersa. Estar con otros ya no es intercambiar palabras o emociones sino apenas compartir un espacio físico.

El título de la nota en el diario El País no dejaba lugar a dudas del apocalipsis emocional en que nos movemos. Se trata de un textual del antropólogo francés, quien en entrevista con el diario de Madrid señalaba que “Las redes sociales reducen el placer de vivir”. Durante la charla, a propósito de sus libros Caminar la vida y ¿El fin de la conversación? (aún sin traducción al español), Le Breton habla de la gente que camina enganchada a su móvil como zombis y habla de un mundo actual excesivamente tecnológico, violento, en el que vivimos juntos pero en soledad. “Nunca en la historia los jóvenes han sufrido más problemas de ansiedad, depresión y suicidio. Las redes sociales no aumentan el placer de vivir, sino que lo reducen”, asegura.
Es en ese contexto que sostiene que caminar (por supuesto, sin el celular encima) es un gesto de resistencia y habla de los peligros de una “humanidad sentada”, del modo en que las emociones han superado la razón (“vivimos en un mundo dominado por la ira y el resentimiento”) y, atención, habla de la soledad y de cómo las personas se diluyen ante las pantallas. Lo dice así:
“En realidad, cuando estás mirando la pantalla no estás en ninguna parte, te diluyes. Me gusta oponer conversación a comunicación: la primera es cara a cara, implica estar atento y mirarse a los ojos. Hay lugar para el silencio, la lentitud, la complicidad. La segunda es más dispersa y utilitaria. La pantalla supone una especie de burbuja: no hay una sensorialidad común”, dice.
En ¿El fin de la conversación? (en francés, La fin de la conversation ?), cuya bajada habla de “La palabra en una sociedad espectral”, Le Breton explica aquello de que con la llegada de los teléfonos inteligentes la conversación fue sustituida por la comunicación y dice que a diferencia de la charla, la comunicación es unilateral e individualista, y que al estar todo mediado por una pantalla la profundidad y el intercambio de ideas se convirtieron en tareas imposibles.

Le Breton habla de los ruidos que se interponen en la posible conversación y en la capacidad de concentración de las personas -habla incluso del creciente ruido ambiente en los espacios públicos- y también del modo en que hoy se privilegia la documentación y el registro de los eventos más que la propia experiencia de ellos.
Nada que no sepamos o no veamos, aunque leer todo eso así, sistematizado, nos hace pensar si es acaso este carnaval de ruido lo que queremos tener alrededor, al lado, encima, por el resto de nuestras vidas.

Hace una semana, Orly Benzacar invitó a un grupo de personas del mundo de la cultura a la prestigiosa galería de arte que lleva el nombre de su madre (Ruth Benzacar) y que está cumpliendo 60 años de actividad. La intención era la de reproducir, de algún modo, una actividad que Ruth llevaba adelante en los primeros años de la galería: la tertulia. Una reunión de personas que no necesariamente tienen vínculos entre sí aunque comparten intereses y se reúnen para comer y beber algo y, sobre todo, para conversar animadamente en un escenario amable, bello.
Por estos días, dos grandes artistas (de obras muy diferentes entre sí) exponen en Benzacar: Eduardo Basualdo y Delia Cancela. “Yo soy rococó y él es barroco”, le dijo Delia Cancela a la periodista Celina Chatruc, de La Nación, el día de la inauguración de las muestras.
Delia es color, mujeres pájaro, flores, marcos dorados, aunque también hay gotas de sangre y palabras que hablan de sufrimiento y heridas. Basualdo es dramatismo, oscuridad (hay una suerte de cueva inquietante que puede y debe visitarse para experimentar esas tinieblas con mínimos resquicios de luz) y seres sin carne, o más bien, el cruce entre imágenes sombrías y casi radiográficas de esqueletos, por un lado, y colgajos de una tela gomosa que reproducen el efecto de una piel que ya no está.
El contraste entre las obras es vibrante, intenso. La conversación que se dio esa noche (había escritores, artistas como Liliana Porter y Ana Tiscornia, activistas, curadores, chefs, cineastas, científicos y periodistas) fue rica y estimulante, aunque me fui con la sensación de que algo se percibía a media máquina.
Recién ahora, mientras lo escribo, advierto que posiblemente lo que sentí es que perdimos ritmo en tantos años de virtualidad y ensimismamiento, de modo que nos falta práctica para la conversación real y en voz alta. Como si tuviéramos que entrenar para volver a hablar pero, sobre todo, para volver a escucharnos.

Me gusta cómo piensa (y, sobre todo, cómo escribe) Kyle Chayka, experto en la cultura de internet de The New Yorker. Para Chayka, “la web de redes sociales tal como la conocíamos, un lugar donde consumíamos las publicaciones de nuestros semejantes y publicábamos a cambio, parece haber llegado a su fin”. Según explica el columnista, la explosión de la bizarreada y la presión para que todos nos desempeñemos como influencers dio como resultado que cada vez más gente se sienta intimidada ante el riesgo y la mayoría sean hoy consumidores pasivos.
Podríamos estar dirigiéndonos hacia algo que Chayka llama Posteo cero, “un punto en el que las personas normales (las masas no profesionalizadas, no mercantilizadas y no refinadas) dejen de compartir cosas en las redes sociales a medida que se cansan del ruido, la fricción y la exposición”. Dice Chayka que las redes sociales ya no tienen nada que ver con aquellas en las que había “un registro en tiempo real del mundo creado por cualquiera que estuviera experimentando algo”, un foro de conversación y reciprocidad, como señala en la misma nota Eleanor Stern, videoensayista de TikTok, para quien ese foro hoy se ha convertido solo en un espacio para escuchar y mirar.
Para Chayka, justamente lo que hacía interesantes a las redes era la presencia de los “normalitos” (no expertos, personas comunes). El columnista da por cerrada esa etapa y escribe que Internet hoy se siente más vacío, “como un pasillo resonante, incluso cuando está lleno de más contenido que nunca”. En el ocaso de ese espacio que vibró con la vida de millones de personas, advierte que allí “como detritos en una playa que una vez estuvo concurrida, solo habrá marketing corporativo seco, bazofia generada por IA y basura de estafadores sedientos que intentan monetizar una audiencia menguante de voyeurs”.
Bastante triste (y qué bien escrito, por dios).

“Los paisajes abiertos hacen que escuchemos a mayor distancia y que tengamos una perspectiva diferente de primer plano y de fondo. Como no hay motores ni ruidos blancos, el sonido tiene una fidelidad distinta a la de la ciudad, pero el recién llegado tarda en ubicar cada elemento en su lugar.(…) Después de un tiempo, el propio hábitat se mete adentro tuyo y te ayuda a construir una forma de estar en el mundo acompasada con el clima y las circunstancias. El paisaje te moldea”.
En estas semanas leí Cicuta para los oídos, publicado por Eterna Cadencia. Se trata del nuevo libro del periodista argentino Sebastián Hacher, en el que cuenta su experiencia de vida luego de haber elegido salir de la ciudad y mudarse al campo, lejos del ruido ansioso de la urbe. Escrita a la manera de lo que hoy algunos llaman novela de no ficción (con ciertos ecos de novelas como Los llanos, de Federico Falco, El tercer paraíso, de Cristian Alarcón y hasta Un amor, de Sara Mesa), Hacher despliega su talento narrativo en un relato sobrio, casi contenido, por el que se cuelan la belleza y las emociones.
Lo hace a través de una forma de crónica que cuenta lo que puede ser el regreso a la naturaleza y sus ciclos, a la convivencia entre especies, con mascotas inesperadas y bichos y alimañas de toda clase; una vida austera y en los confines de la vida social, con una casa que requiere esfuerzo para la construcción de comodidades básicas pero también ofrece el espacio ideal para visitas amigas, aquellas con quienes la conversación viene interrumpida por la modernidad tecnológica y por la ansiedad como enfermedad de la era.
Claro que el hombre que se retira para habitar una vida precaria, el que comienza a bordar como una nueva forma de contar historias y quiere “ponerle mute al mundo” para encontrarse con él mismo, no contaba con un accidente y es que el ruido no se concentra en un solo lugar, de modo que podía extenderse y alcanzarlo. Eso es lo que sucede.
“El oído evolucionó para que podamos escapar de las fieras o convertirnos en una”, advierte el narrador. La pesadilla toma la forma de una casa enfrente de la suya, que pertenece a gente que no vive allí y que la usa esporádicamente. La música puede ser maravillosa pero también convertirse en un escándalo. Sus dueños pasan a ser “los vecinos musicales”, los que llegan para romper el silencio, la paz, el sueño y también, a la manera de una plaga, para destruir con malicia el escenario imaginado.
“Hasta que empezó la temporada de pileta, nunca los había visto. Ahora son parte del paisaje. Pueden aparecer un miércoles a las seis de la tarde o un sábado a las dos de la mañana. Siempre suena Vilma Palma a un volumen demencial. (…) El sonido repetido día tras día a cualquier hora se naturaliza y se vuelve invisible. Quien haya vivido cerca de un tren, de la autopista o de un aeropuerto en algún momento deja de escuchar. Aquí no pasa. Las variables no son constantes: cinco o seis días de tranquilidad extrema y dos de caos no alcanzan para encapsular la herida, para volverla soportable”.

En Cicuta para los oídos hay un asesino y es el ruido, que persigue al protagonista hasta su refugio de vida natural. Reflexivo, angustiado, con ansias criminales, el narrador pasa por todas las caras de la desesperación ante la interrupción del silencio: borda, piensa, siembra, alimenta animales y dibuja (hay dibujos hermosos en el libro).
Y escribe, claro. Hacher escribe con una modulación elegante y sin estridencias que permite distinguir los matices de una voz y conmoverse casi como si el ruido nos hubiera abandonado definitivamente y pudiéramos, por fin, retomar la conversación, allí donde la dejamos.
INTERNACIONAL
Astronautas de la Crew-10 de SpaceX completaron su misión y regresaron a la Tierra tras cinco meses en la Estación Espacial Internacional

Cuatro astronautas regresaron este sábado a la Tierra tras casi cinco meses en la Estación Espacial Internacional (EEI), según informó el Centro Espacial Kennedy de la NASA. La tripulación, conformada por Anne McClain y Nichole Ayers de la NASA, Takuya Onishi de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) y Kirill Peskov de Roscosmos, amerizó a las 8:33 horas del Pacífico estadounidense (15:33 GMT) frente a la costa de California, después de desacoplarse de la estación el viernes.
La cápsula Dragon, desarrollada por SpaceX, descendió en el océano Pacífico guiada por paracaídas, completando así la expedición tras 148 días en el laboratorio orbital. El amerizaje marcó la primera vez en casi 50 años que astronautas de NASA retornaron al Pacífico, la última ocasión había sido durante la histórica misión Apollo-Soyuz en 1975, cuando astronautas estadounidenses y soviéticos se encontraron en órbita.
Además, es la primera vez que una misión del programa de vuelos tripulados comerciales aterriza frente a las costas de California, desde que SpaceX decidió cambiar el punto de retorno de Florida a la costa oeste del país para reducir el riesgo de caída de escombros sobre áreas pobladas.
Durante su estancia en la EEI, la tripulación de la Crew-10 realizó una serie de investigaciones científicas destinadas a facilitar futuras misiones fuera de la órbita baja terrestre, según informó la NASA. Parte de esos experimentos estuvo compuesto por estudios biomédicos y tecnológicos, así como investigaciones sensibles al tiempo, tantas de ellas transportadas de regreso a la Tierra para su análisis inmediato.

La misión Crew-10 tiene una relevancia especial debido a su papel en la rotación de tripulaciones en la EEI. Según la fuente, los astronautas llegaron a la estación espacial el pasado 16 de marzo tras despegar desde el Centro Espacial Kennedy en Florida, con el objetivo de reemplazar a los tripulantes asignados previamente al fallido vuelo de demostración de la cápsula Starliner de Boeing. El prolongado fallo en el sistema del nuevo vehículo mantuvo a los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams en la estación espacial más de nueve meses, muy por encima de la semana originalmente planeada, lo que llevó a NASA a ordenar el regreso del Starliner vacío y cambiar a la pareja a un vuelo de SpaceX.
Durante su retorno, McClain hizo referencia a “tiempos tumultuosos en la Tierra”, subrayando el valor de la cooperación internacional en la exploración espacial y la capacidad de la humanidad de trabajar unida ante desafíos globales. La comandante señaló que, tras el regreso, esperaba descansar unos días en Houston, mientras que el resto de la tripulación expresó entusiasmo por disfrutar de comodidades como duchas calientes y hamburguesas frescas, tras varios meses en el ambiente cerrado de la EEI.

Este décimo viaje operativo de SpaceX a la EEI destaca por el uso continuado de la cápsula Dragon como medio seguro de traslado entre la órbita y la superficie terrestre. La elección del Pacífico como zona de amerizaje responde a criterios de seguridad, asegurando tanto la integridad de la tripulación como la protección de las muestras científicas, muchas de ellas sumamente sensibles al tiempo y requeridas para experimentos en la Tierra apenas horas después del aterrizaje.
A esta tripulación la ha reemplazado ya la misión Crew-11, que permanecerá durante los próximos meses a bordo del laboratorio orbital, continuando con el programa de investigación de la NASA y sus socios internacionales.
(Con información de AP y EFE)
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Volodimir Zelenski rechaza ceder territorio ucraniano y exige que Kiev participe en las negociaciones para el fin de la guerra

La cumbre entre Putin y Trump
Reacciones en Ucrania
Ultimátum y sanciones
Más ataques con drones
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Democratic strategist says party lacks ‘moral authority’ on Texas redistricting fight

NEWYou can now listen to Fox News articles!
Democrats are fighting tooth and nail to stop Texas lawmakers’ plan to redraw the state’s congressional map, but critics, including one prominent member of their own party, say they don’t exactly hold the moral high ground.
Democrat legislators have fled the state to avoid votes on redistricting, which is expected to add more Republican seats to Congress for the Lone Star State. They’re getting the rock-star treatment as they visit blue states, where several governors have vowed to gerrymander Republicans out of their own Congressional delegations in retaliation for the Texas effort.
CALIFORNIA LAUNCHES REDISTRICTING FIGHT TO ‘NULLIFY’ TEXAS GOP PLAN, WITH DEMS POISED TO GAIN 5 SEATS
Texas state lawmakers board a bus following a press conference at the DuPage County Democratic Party headquarters on August 03, 2025 in Carol Stream, Illinois. (Scott Olson/Getty Images)
However, Democratic strategist Julian Epstein told «Fox News Live» on Saturday that his party is not immune from criticism, as many blue states have already gerrymandered in a way that limits Republican congressional representation.
«No, I think they don’t have the moral authority, and there’s a lot of pearl-clutching going on,» he said.
Several blue states, including Massachusetts, Connecticut and New Mexico, have no Republicans in their House delegations. And many feature oddly-drawn districts, seemingly crafted to limit GOP representation.
«The Democrats don’t have clean hands here. You look at states like Massachusetts, New Jersey[…] Illinois, California, and Democrats have effectively gerrymandered Republicans out of existence,» Epstein added.
NETWORKS POUNCE ON REPUBLICAN REDISTRICTING. THEY DIDN’T CARE WHEN DEMOCRATS DID IT

J.B. Pritzker, governor of Illinois, left, and State Representative Gene Wu, a Democrat from Texas, during a news conference at the Democratic Party of DuPage County office in Carol Stream, Illinois, US, on Sunday, Aug. 3, 2025.
Epstein cautioned that the nationwide redistricting battle could create a «race to the bottom,» and that leaving Republicans and Democrats in states led by the opposite parties could lead to people feeling left out of the democratic process. Epstein cited New Jersey, in which Trump garnered 46% of the vote in 2024, but Republicans only have three out of the 12 congressional seats.
Meanwhile, Texas state Rep. Brian Harrison, a Republican, told Fox News Digital on Saturday that Democrats are guilty of «total hypocrisy and faux outrage.»
«The dirty little secret is Democrats have no problem whatsoever with states redrawing their congressional maps to maximize partisan political advantage. They’re just furious that Republican states are starting to redraw their maps,» Harrison said.
TEXAS DEMOCRATS FLEE STATE TO BLOCK TRUMP-BACKED REDISTRICTING VOTE IN DRAMATIC LEGISLATIVE MOVE

California Gov. Gavin Newsom attends a press conference, July 2, 2025 in Burbank, California. (Carlin Stiehl / Los Angeles Times via Getty Images)
«It’s because Democrat state after Democrat state, for a decade, has been gerrymandering the hell out of their congressional maps,» he said.
«Massachusetts, Connecticut, Vermont, Rhode Island, Delaware, all of these states have zero. If you’re a Republican in those Democrat states, you don’t have any voice in Congress,» he added. «And [there are] many, many more that have given you just one seat, Oregon, I think Maine and Maryland.»
In California, a special election is likely to occur in November to counteract the Texas redistricting plan.
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«We are talking about emergency measures to respond to what’s happening in Texas, and we will nullify what happens in Texas,» California Gov. Gavin Newsom said on Friday with some Texas state lawmakers.
«We’ll pick up five seats with the consent of the people. And that’s the difference between the approach we’re taking and the approach they’re taking,» Newsom added. «We’re doing it on a temporary basis. We’re doing it in a fully transparent way and we’re doing it by asking the people of the state of California for their consent and support.»
Harrison explained that Texas’s redistricting push has numerous reasons behind it, including the population growth in the Lone Star state since the last census.
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