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«Parecen amigables, pero nos engañan»: los comentarios de Donald Trump al mostrar la tabla más temida de aranceles recíprocos

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El presidente estadounidense, Donald Trump, brindó un discurso este miércoles desde la Casa Blanca para comunicar cambios en materia arancelaria respecto a las importaciones de bienes de otros países que ingresan a Estados Unidos. Con una tabla en su mano, dedicó minutos a hablar en particular de algunas naciones, entre chicanas y reclamos.

Llevaba varios minutos explicando y justificando el endurecimiento tarifario cuando el secretario de Comercio, Howard Lutnick, le acercó, en pleno discurso, una tabla con casi una treintena de países. En ella figuraba qué porcentaje de aranceles le cobra Estados Unidos a sus bienes y cuánto comenzará a cobrarle a partir de ahora.

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En el recorte elegido para ser transmitido junto a las palabras de Trump, figuraban los nombres de los principales socios comerciales de Estados Unidos y varios países de la región, pero no la Argentina.

«No es una reciprocidad total, eh. Podría haberla propuesto, pero eso sería muy duro para varios países. Me gustaría ver la tabla, por favor», explicaba Trump cuando llevaba más de media hora de discurso en uno de los jardines de la Casa Blanca en la tarde del miércoles, que él mismo bautizó como «Día de la Liberación».

Extensa, colorida y lacrada con el escudo de la presidencia de los Estados Unidos, la tabla alcanzaba la mitad de la estatura de Trump, que la sostenía con ambas manos y se perfilaba para ir mencionando, uno por uno, los países que aparecían en ella. «Tarifas recíprocas», se tituló la lista, que constaba de tres columnas: «País», «Tarifas impuestas, incluyendo controles de precios y restricciones al intercambio comercial» y «Tarifa diferencial que EE. UU. impondrá «.

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«Ojo: no quisimos traer la tabla completa porque hay viento y no podríamos manipularla», advirtió el mandatario, antes de iniciar el racconto. La que sostuvo se trató de una de las cuatro listas que la Presidencia norteamericana distribuyó a la prensa que asistió.

«China, 67 % de tarifa impuesta a los productos estadounidenses. Nosotros, en cambio, le haremos un descuento y le impondremos el 34 %. Nos cobran impuestos, nosotros los cobraremos, pero menos, para que no se enoje nadie. En realidad, se van a enojar, porque antes no le cobrábamos aranceles a nadie. Pero ahora sí», dijo Trump sonriente.

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Segundo puesto: Unión Europea. «Son muy negociadores muy duros. Parece que eran amigables, pero nos engañaron… qué patético. ¿Nos cobran 39 % de aranceles? Nosotros les cobraremos un 20 %, la mitad». Entonces la cuenta adoptó un cariz de ironía en voz del presidente estadounidense.

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Donald Trump anunció nuevos aranceles a las importaciones de Estados Unidos

Vietnam. «Grandes negociadores, gran pueblo. Le caemos bien y nos caen bien, pero el tema es que imponen un 90 % de aranceles, y ahora nosotros lo haremos por un 46 %». Taiwán, el siguiente, en cuarto lugar. «Sus fábricas se llevaron el negocio de microprocesadores y semiconductores que hacíamos aquí, cuando éramos los reyes del rubro. Sin embargo, ahora vendrán inversiones desde allí para fabricarlos aquí. Pero ellos nos imponen un 64 % en aranceles, y nosotros 32 %».

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«¿Japón? Un gran pueblo… Yo no los culpo a ellos por hacerlo, porque, de hecho, son muy inteligentes. Ellos nos imponen un 46 %, aunque sobre ciertos artículos, como los autos, cobran una carga mayor. Bueno, ahora nosotros impondremos 24 % sobre sus productos». Sexto lugar, turno de la India: «Negociadores ásperos. Su primer ministro acaba de cambiar, y el saliente me decía que era mi amigo, pero nos engañaba: nos cobraba un 52 % de impuestos arancelarios», y antes de anunciar que la carga tarifaria que impondrá sobre los productos indios que ingresaran al mercado estadounidense será de 26 %, hizo foco en China.

«Cuando asumí hace siete años [su primera presidencia], empezamos a cobrarle aranceles a China y les sacamos cientos de millones de dólares en tarifas. Ellos lo entendieron, el mismo Xi Jinping lo entendió, según me dijo. Todos los países entenderán que atravesaremos una etapa áspera del amor, porque se han aprovechado de nosotros», expuso Trump al referirse al gigante asiático.

Corea del Sur y Tailandia, que seguían en la lista que se observaba en las manos del presidente estadounidense, se salvaron del momento, dado que siguió por Suiza, novena en el escalafón. La carga arancelaria impuesta por los suizos a los productos norteamericanos en la actualidad es del 61 % y los estadounidenses le cargarán a los productos suizos el 31 %.

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Indonesia, que cobra un 64 %, sufrirá un arancel de 32%; Malasia, que impone una carga del 47 %, verá que sus exportaciones, en un principio, serán gravados por el fisco estadounidense con un 24 % de su precio.

El gobierno estadounidense anunció este miércoles un endurecimiento tarifario a las importaciones. Foto AP/Mark Schiefelbein.

«Miren a Camboya, 97%», seguía Trump, mientras algunos presentes se reían. «[Los camboyanos] se hicieron una fortuna con nosotros, pero ahora les cobraremos 49 %», enfatizó.

Turno para la equidad: «Reino Unido, 10 %, y ahora les cobraremos a ellos el mismo 10 %. Haremos lo mismo».

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En tanto, el primer país africano mencionado fue Sudáfrica, lugar de nacimiento de Elon Musk, magnate y funcionario del gabinete estadounidense.

«Están pasando cosas malas allí, pero les cobraremos un 30 % a sus productos, porque ellos cargan un 60 % sobre los nuestros. Y nosotros que les pagábamos millones y millones de dólares en ayuda humanitaria… Ahora cortamos la canilla por las cosas malas que están sucediendo allí».

Sobre los países de la región, hubo menciones a varios, pero no a la Argentina. «Brasil, 10 % sobre nuestros productos. Ahora nosotros les cobraremos 10 % a ellos». También aparecía en la tabla Colombia, que quedará también con 10% de arancel.

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Howard Lutnick, secretario de Comercio de EE. UU., retira la tabla de las manos de Trump. Foto Reuters/Carlos Barria. Howard Lutnick, secretario de Comercio de EE. UU., retira la tabla de las manos de Trump. Foto Reuters/Carlos Barria.

Hubo otros países enunciados por Trump, como Bangladesh, Pakistán y Sri Lanka antes de dar por finalizado el momento de la tabla y continuar con su discurso. Miró a su secretario de Comercio, que seguía firme a algunos metros del púlpito de Trump, estiró su mano izquierda y le alcanzó la tabla que Lutnick se llevó consigo. «¡Está haciendo un gran trabajo!», dijo sobre su funcionario, felicitándolo. «Más vale que agarres bien la tabla, porque te va a arrastrar el viento con ella», bromeó.

Y volvió la vista al auditorio. «Traje una gorra por si se pone más ventoso. ¿Quiere alguien una gorra? Pero no se las daré a los de mi gabinete, sino a los trabajadores de las automotrices», comentó. Entre aplausos la tiró hacia su derecha, en medio de vitoreos y aplausos. «Hagamos América grande nuevamente», se leía en la gorra roja, sobre cuya hebilla posterior se leía «Trump».

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Tabernero y verdugo por herencia familiar: la historia de Albert Pierrepoint, el hombre que colgó a los nazis

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Un oficio tan necesario como ingrato

Era de un barrio obrero de Clayton, Lancashire, donde el trabajo duro y la rutina marcaban el pulso de la vida. Apenas tuvo uso de razón, Albert Pierrepoint se enteró que su familia guardaba un secreto singular: la horca. Su padre, Henry, había sido verdugo oficial. También su tío, Thomas.

En la casa, el tema se trataba a media voz, con esa mezcla de vergüenza y orgullo que acompaña a los oficios oscuros. Para Albert, la figura del padre era la de un hombre severo, respetado por algunos y odiado por otros, que desaparecía de casa durante unos días y volvía con el silencio de quien carga un oficio que no se cuenta.

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El pequeño Albert creció con la idea de que la ejecución de un preso condenado a muerte no era un acto extraordinario, sino un trabajo. Un oficio tan necesario como ingrato. Mientras otros chicos soñaban con ser futbolistas o soldados, él escuchaba historias de medidas de soga, de la obligación de ser rápido y preciso.

Años más tarde, escribiría que desde los once años ya sabía lo que quería ser: el verdugo de Inglaterra. No por morbo ni sadismo, sino porque creía que era el oficio que le daba continuidad a su sangre. En su lógica, la horca era un deber familiar, casi una herencia. En la mesa familiar, entre cucharadas de sopa y pan duro, Albert aprendió que la muerte también podía ser un empleo.

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Pierrepoint con sus instrumentos de trabajo.

En 1932, Albert Pierrepoint se presentó ante las autoridades del Home Office para ser verdugo. No había oposición: el apellido abría la puerta. Era la tercera generación de Pierrepoints para la horca.

El oficio no se aprendía en libros

Había que pasar por un curso práctico en la prisión de Pentonville: cálculos de caída, uso de la soga, manejo del condenado. Todo debía ser exacto. Un error podía significar un espectáculo sangriento, algo inadmisible para el sistema británico, que buscaba mostrar la horca como un acto casi quirúrgico.

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Albert demostró destreza. Tenía la obsesión de la precisión: medía la altura, el peso, calculaba la longitud de la cuerda para que la muerte llegara en segundos, sin mutilaciones ni escenas grotescas. Su lema era claro: “Rápido, limpio, sin espectáculo”.

Al mismo tiempo, llevaba una vida normal. De día trabajaba como empleado, más tarde abriría un pub en Lancashire, donde charlaba con vecinos y clientes, servía cerveza y era visto como un hombre cordial. Nadie, salvo los más cercanos, sabía que de tanto en tanto desaparecía un par de días para cumplir con un encargo que no admitía preguntas.

Así comenzó su doble vida

Tabernero afable de lunes a viernes, y, de vez en cuando, ejecutor del Estado británico. Un hombre que podía conversar sobre fútbol en la barra del pub y, horas después, calcular con calma la caída de un condenado.

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Albert Pierrepoint no se veía a sí mismo como un verdugo sanguinario, sino como un profesional de la precisión. La técnica era todo: se trataba de calcular la caída justa para romper el cuello de un solo tirón. Muy corta, el condenado se asfixiaba lentamente; demasiado larga, y la cabeza podía separarse del cuerpo. Pierrepoint no toleraba fallos. Medía peso, altura, complexión, y con esas variables determinaba la longitud exacta de la soga. Llevaba un cuaderno meticuloso donde anotaba cada caso, como un contador de la muerte.

Pierrepoint en su taberna.

Pierrepoint en su taberna.

Era rápido. Abría la trampilla en cuestión de segundos desde que entraba al patíbulo. Se jactaba de poder completar una ejecución en siete segundos: desde que tocaba el brazo del condenado hasta que el cuerpo colgaba sin vida. El secreto, decía, era no prolongar nada. Ni palabras, ni gestos. Solo el acto técnico.

Su estilo lo convirtió en el verdugo de referencia del Reino Unido. Cuando había una ejecución complicada o un caso de alto perfil, llamaban a Pierrepoint. En la posguerra, llegaría a sumar más de 400 ejecuciones en su haber. Mientras tanto, seguía siendo el dueño simpático del pub, el vecino que escuchaba historias y servía tragos.

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Pierrepoint, el arma silenciosa del Estado británico

Con la guerra, Pierrepoint pasó de ejecutar criminales comunes a convertirse en arma silenciosa del Estado. Entre 1940 y 1945 fue llamado una y otra vez, había espías alemanes capturados en suelo británico, acusados de infiltración o sabotaje. Cada uno terminaba en la horca con Pierrepoint.

En 1945, lo enviaron a Alemania, a la prisión de Hamelin, donde estaban recluidos decenas de criminales de guerra nazis. Fue allí donde su método se puso a prueba al máximo. En cuestión de semanas, ajustició a más de 200 personas: oficiales de las SS, guardias de campos de concentración, médicos que habían experimentado con prisioneros.

Pierrepoint, tras su retiro.

Pierrepoint, tras su retiro.

La rutina era macabra: uno tras otro, en fila, cada condenado subía las escaleras, recibía la cuerda al cuello, y en segundos quedaba colgando. Pierrepoint se movía con la misma frialdad que en su pub al servir una cerveza.

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Entre los más célebres ajusticiados estuvieron Josef Kramer, el “carnicero de Belsen”, e Irma Grese, la guardiana de Ravensbrück y Auschwitz, apodada “la bella bestia”. Para el verdugo inglés, no había diferencias: hombre o mujer, soldado o criminal civil, todos recibían el mismo trato técnico.

En esos días, Pierrepoint dejó de ser un ejecutor británico más y se convirtió en una figura internacional. Los periódicos hablaban del “hombre que colgó a los nazis”. Pero él nunca buscó gloria. Lo veía como un trabajo.

Un caso que conmocionó a la opinión pública británica

En 1950, Albert Pierrepoint recibió una orden como tantas otras: ejecutar a un joven galés de 25 años llamado Timothy Evans, acusado de haber asesinado a su esposa y a su hijita en Londres. El caso había conmocionado a la opinión pública. Evans era un hombre con pocas luces, de carácter débil, fácil de manipular. Había confesado el crimen bajo presión policial y después se desdijo, acusando a su vecino, un tal John Christie. La justicia no le creyó. El jurado lo encontró culpable y la sentencia fue la horca. El 9 de marzo de 1950, en la prisión de Pentonville, Pierrepoint cumplió la orden. Pero tres años después, el caso estalló de nuevo. John Christie, el vecino al que Evans había señalado, fue descubierto como asesino serial. Había estrangulado a varias mujeres en la misma casa de Notting Hill. El horror confirmaba lo que Evans había dicho: el verdadero culpable no era él.

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Leé también: La joven multimillonaria que fue sepultada viva y sobrevivió tras haber estado 80 horas enterrada en un ataúd

El escándalo fue mayúsculo. En Gran Bretaña se discutía si la pena de muerte era infalible. El caso Evans demostraba lo contrario: un inocente colgado por error judicial. Y en el centro, sin quererlo, estaba Pierrepoint: el hombre que hizo cumplir una sentencia que nunca debió cumplirse. Ese episodio empezó a cambiar la percepción pública del verdugo. Ya no era solo el hombre rápido y eficaz que había colgado a nazis y criminales. Ahora era también el símbolo de un sistema capaz de matar a un inocente.

La horca para un amigo

Los clientes del pub de Albert le tenían aprecio. Entre los más habituales parroquianos estaba James Henry “Tish” Corbitt, un hombre de carácter bohemio, que pasaba noches enteras en el bar cantando canciones populares. Se hicieron amigos: compartían tragos, chistes y confidencias.

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En aquél mismo año de 1950, la amistad se quebró. Corbitt mató a su amante en un ataque de celos, después de una borrachera. Fue arrestado, juzgado y condenado a muerte. Y el verdugo asignado no era otro que Pierrepoint. El 28 de noviembre de 1950, en la prisión de Strangeways (Manchester), se produjo el encuentro imposible. Pierrepoint entró en la celda del condenado. Corbitt lo miró y dijo: “Hello, Alf”. Así lo llamaba en el pub, con confianza. Y Pierrepoint respondió: “Hello, Tish”. Saludo de amigos. El verdugo ajustó la soga al cuello de su amigo y abrió la trampilla. En segundos, Corbitt estaba muerto.

Para Pierrepoint, esa ejecución fue distinta a todas. En sus memorias escribió que ese día comprendió que la pena capital no tenía sentido. Para él, su amigo había matado en un arrebato, en una noche de borrachera, sin premeditación, sin plan. Consideraba que no era un monstruo, ni un criminal de carrera. Era un hombre común que había perdido el control. Y él mismo, Albert, había tenido que colgarlo.

En 1974, Albert Pierrepoint rompió el silencio con un libro: “Executioner: Pierrepoint”.

En 1974, Albert Pierrepoint rompió el silencio con un libro: “Executioner: Pierrepoint”.

Ese episodio le dejó claro que la horca no disuadía nada, no corregía nada. Solo sumaba más dolor. Era la rutina convertida en tragedia personal. El verdugo se había convertido, sin quererlo, en testigo de la inutilidad de su propio oficio.

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En 1956, Albert Pierrepoint dejó su oficio

No fue un gesto dramático, ni un acto de rebeldía: fue una renuncia silenciosa, cargada de desgaste. Llevaba sobre los hombros el peso de un oficio que exigía frialdad, pero dejaba cicatrices invisibles.

El motivo inmediato de su salida fue más prosaico: una pelea con el Estado británico por los honorarios. El gobierno lo trataba como a un empleado menor, cuando él se consideraba un profesional especializado. Le pagaban mal, tarde, y sin reconocimiento. Pierrepoint se cansó.

Pero detrás de ese pretexto administrativo estaba la verdad: el verdugo ya no creía en la horca. Los casos de Timothy Evans y de Tish Corbitt lo habían marcado para siempre.

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Leé también: El asesino de la baraja: seis crímenes, una carta española convertida en firma y 142 años de cárcel

En 1965, el Reino Unido abolió la pena capital para delitos comunes. Para entonces, Pierrepoint era visto como el último gran verdugo inglés, el hombre que había cerrado una era. Dejó el oficio y volvió a su pub en Lancashire. Para los parroquianos, seguía siendo “Alf”, el tabernero amable. Pocos sabían que esas mismas manos habían accionado la trampilla cientos de veces.

En 1974, Albert Pierrepoint rompió el silencio con un libro: “Executioner: Pierrepoint”. Lo escribió sin adornos: la pena de muerte no servía. No disuadía, no corregía, no impedía que los crímenes se repitieran. Después del libro volvió a su rutina. Se retiró del pub, se mudó a un hogar de ancianos en Southport. Vivió discretamente, con pocas entrevistas y sin protagonismos. Murió en 1992, a los 87 años.

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‘Brazen’ Louvre thieves made targeted heist, treasures could be melted down: expert

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NEWYou can now listen to Fox News articles!

The gang of thieves who robbed the Louvre Museum on Sunday and made off with some of France’s most famous crown jewels might end up melting their loot down, an ex-FBI art crime expert said.

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Tim Carpenter also suggested the team of robbers behind the «shocking» operation were focused on treasures of immense cultural and historical value.

«This was a targeted heist,» Carpenter told Fox News Digital.

«They knew precisely what they were going for, and they understood the value and the cultural significance of these pieces,» he continued. «They also understood that this was extraordinarily important to the people of France.»

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MUSEUM’S ANCIENT BRACELET THEFT JOINS LIST OF OTHER PRICELESS ARTIFACTS STOLEN AND DESTROYED WORLDWIDE

Forensic police officers arrive at the Louvre Museum after reports of a robbery, in Paris, France, October 19, 2025. (Gonzalo Fuentes/Reuters)

Also «shocking,» Carpenter noted, «is that it was a daytime robbery while the museum was open.»

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The Louvre was forced to close its doors following the daring morning theft, which happened in under seven minutes and left police racing to recover the jewels.

The raid, at around 9:30 a.m. local time, targeted the museum’s Apollo Gallery, home to historic treasures linked to Napoleon and Empress Eugénie.

The crew reportedly stole a crown believed to have belonged to Empress Eugénie, Le Parisien reported. 

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According to The Associated Press, eight objects were taken, including a sapphire diadem, necklace and single earring from a matching set linked to 19th-century French queens Marie-Amélie and Hortense.

An emerald necklace and earrings from the matching set of Empress Marie-Louise were also reportedly snatched alongside a reliquary brooch, Empress Eugénie’s diadem and her large corsage-bow brooch.

«They could be melted down or pieced out,» Carpenter explained. «They’ll punch stones out of the crowns, and they’ll cut the stones, and they’ll market them individually.»

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EGYPTIAN OFFICIALS SCRAMBLE TO RECOVER ANCIENT PAINTING STOLEN FROM ‘CURSED’ TOMB AMID RECENT THEFTS

Outside of the Louvre.

Thieves executed a daytime heist at the Louvre Museum, stealing French crown jewels. (Thibault Camus/AP)

According to French daily Le Parisien, the thieves, two of whom were disguised as construction workers, entered the museum after parking next to it. They extended a lift to a first-floor window and smashed it open with an angle grinder.

The time «is when the museum is kind of its most chaotic. People are getting settled,» added Carpenter.

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«They breached through a window and made this really brazen. These guys are fast and moving quickly with a purpose, and they breach, and they get in there really quickly,» he added.

After the heist, Interior Minister Laurent Nuñez spoke to radio station France Inter and said the thieves «entered from the outside using a basket lift» and «a disc cutter» to slice through glass panes containing precious jewels.

«The investigation has begun, and a detailed list of the stolen items is being compiled,» the ministry also said in a statement. «Beyond their market value, these items have inestimable heritage and historical value.»

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THOUSANDS OF PROTESTORS PROMPT WORLD-FAMOUS LANDMARK TO CLOSE ITS DOORS ON TOURISTS

People walking around the outside of the Louvre.

The Louvre is the world’s largest and likely most crowded museum.  (iStock)

«Because it’s a historic building, there are just natural vulnerabilities that occur, and these guys just found one of those and found a way to exploit it,» Carpenter said.

«That is definitely a risk,» he continued. «When you look at a building like the Louvre… there always has to be a balance.»

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«I think the local authorities there have a very strong chance of doing a really effective criminal investigation, identifying these perpetrators and hopefully recovering these pieces before they’re lost to us,» concluded Carpenter.

Fox News Digital reached out to the Louvre Museum for comment.

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El soporte del gobierno de México a dictaduras de crimen organizado no puede continuar impune

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La actual presidente de México, Claudia Sheinbaum, junto con el ex mandatario Ándres Manuel Lopez Obrador (REUTERS/Henry Romero)

El gobierno de México ha pasado de la narrativa ideológica a la humanitaria para tratar de justificar el sostenido soporte, encubrimiento y defensa de las organizaciones delictivas que bajo mando de La Habana someten con terrorismo de Estado a los pueblos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia. Desde operar su política exterior, el rescate de prófugos con cobertura diplomática, hasta la contratación de personal esclavo y entregas de petróleo, el apoyo y complicidad del gobierno de México a la dictadura de Cuba y sus satélites son violaciones al derecho interno e internacional que no pueden continuar impunes.

Andrés Manuel López Obrador, AMLO, convirtió a México en un gobierno “paradictatorial”, esto es un “gobierno elegido en democracia que sirve a las dictaduras de crimen organizado, las sostiene, busca legitimarlas e incumple obligaciones internacionales, traicionando y perjudicando sus intereses nacionales”.

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La presidencia de Sheinbaum es solo la continuación de este sometimiento porque los gobiernos paradictatoriales se originan cuando el socialismo del siglo XXI -sigla política de la dictadura cubana y su expansión- promueve, financia y hace llegar al poder a los que una vez al mando ponen el país al servicio de sus comandantes.

El iter criminis de México bajo los gobiernos de AMLO y Sheinbaum para sostener al crimen organizado en las Américas es notorio y notable. Apoyo incondicional y sostenido a la dictadura de Cuba con contratación de médicos esclavos, compra de piedras, envío de petróleo y discursos humanitarios para cubrir el sostenimiento de un grupo criminal que mata de hambre y tortura a su pueblo desde hace más de 66 años. No se trata de apoyo, es servidumbre, vergüenza para un país como México que tuvo una política exterior proclamando respeto a la no intervención y a los derechos humanos.

Claudia Sheinbaum, levanta las manos
Claudia Sheinbaum, levanta las manos junto a Andrés Manuel López Obrador durante su ceremonia de juramentación en el Congreso (REUTERS/Raquel Cunha)

En 2025, el Centro Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad ha documentado “55 envíos de crudo y derivados entre mayo y agosto a la dictadura de Cuba” y los “cargamentos han sido valorados en tres mil millones de dólares” pese a la escasez de gasolina en el propio México. Este monto ¿cómo se registra en el manejo estatal mexicano? Cuanto menos se trata de malversación de recursos públicos, de desfalco o de una cadena de falsificaciones que disfrazan el sostenimiento del crimen organizado con la denominada “Gasolina Bienestar” y que la democracia de México tiene la necesidad y la obligación de aclarar.

En México, al año 2024, se reportaban 678 médicos cubanos contratados para el sector público y el Director del Instituto Mexicano de Seguridad Social después de reunirse con el dictador cubano Díaz-Canel realizó la contratación de 1.200 médicos esclavos más. La esclavitud consiste en el pago al régimen cubano por el trabajo de personas cuyas familias permanecen como rehenes, como ha reportado el informe de las Naciones Unidas y los precedentes en Brasil, Bolivia, Venezuela, Ecuador y decenas de países más.

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El apoyo a la dictadura de Cuba es soporte al grupo de crimen organizado más antiguo de las Américas, al primer narcoestado de la región, al punto más importante de violación a los derechos humanos por medio de terrorismo de Estado y al centro de conspiración y desestabilización que agrede sostenidamente a las democracias. Lo demuestra el servilismo mexicano en el sostenimiento del grupo delictivo que somete al pueblo de Venezuela cuando AMLO recibió con honores presidenciales a Nicolás Maduro e ignoró la orden internacional con 25 millones de dólares -que hoy son 50 millones- por su captura. Lo ratifica la decisión de apoyar la usurpación de la soberanía popular falsificando el resultado de las elecciones de 2024 y el actual sostenimiento al cartel de los soles.

El gobierno mexicano se ha convertido en el operador títere de la dictadura de Cuba extrayendo de Bolivia a Evo Morales en 2019 cuando renunció por fraude y crímenes infraganti, librándolo de ser procesado, con igual protección a los miembros de su grupo criminal en su embajada en La Paz. Repitió la maniobra en Ecuador protegiendo al condenado Jorge Glas, promoviendo el incidente diplomático que llevó al gobierno ecuatoriano a retirar al prófugo de la embajada mexicana. Intentó cobijar al golpista Pedro Castillo de Perú y da a su esposa Lilia Paredes “10.000 dólares mensuales, guardaespaldas y choferes particulares” como lo reportó Infobae en 2 Mayo 2024.

La abierta participación en la “migración forzada” contra Estados Unidos y el “narcotráfico de cocaína y fentanilo” no es un dato menor, cuando alegando cuestiones de soberanía se puso el territorio mexicano como plataforma de agresión contra el socio del tratado de libre comercio que le ha dado crecimiento y desarrollo legal. El gobierno de México ha permitido y tolera hasta ahora la existencia de narcoestados en estados de su país a los que ha fortalecido con la elección de jueces.

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El dictador de Venezuela, Nicolás
El dictador de Venezuela, Nicolás Maduro (REUTERS/Leonardo Fernandez Viloria)

Este apretado resumen prueba que el gobierno mexicano viola la Convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada trasnacional o Convención de Palermo, el tratado de libre Comercio con EEUU y Canadá, la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José, la Carta de la OEA, la Carta Democrática Interamericana, y más.

*El autor de este artículo es abogado, politólogo y Director del Interamerican Institute for Democracy.



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