INTERNACIONAL
Un libro en dos mil palabras: “El proceso”, de Kafka, una acusación sin causa y un descenso sin fin

Algunos libros no se leen, se habitan. Nos envuelven con una atmósfera, una lógica propia que altera nuestras coordenadas más elementales. Tal es el caso de El proceso, novela inacabada de Franz Kafka publicada póstumamente en 1925, que narra el lento e inexorable hundimiento de Josef K., un empleado de banco que es arrestado una mañana sin saber por qué. Desde entonces, el protagonista intenta sin éxito comprender y defenderse ante un tribunal que nunca ve, en un proceso cuyo sentido y lógica escapan a toda razón. Esta es la historia que te vamos a contar-CON SPOILERS– en unas 2.000 palabras.
El proceso
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En la primera edición de El proceso, en 1925, Max Brod -el amigo de Kafka que publicó su obra pese a los pedidos en contrario del autor- comentaba que el manuscrito no llevaba título. Sin embargo, contaba que Kafka -que había muerto un año antes- siempre se refirió al texto con esa denominación. Por regla general, Kafka se decidía por un título definitivo una vez concluida la obra. El proceso, entonces, podría haber sido sólo un título provisional.
Kafka, nacido en Praga en 1883, creó una obra única y perturbadora, donde la culpa y el absurdo son fuerzas que gobiernan al individuo. El proceso se ha interpretado como una alegoría, una crítica al poder burocrático o un retrato de la ansiedad existencial. Pero, más allá de las interpretaciones, lo que queda es una narración que nos atrapa desde la primera línea. La historia no tiene redención, sino una deriva: el proceso comienza, y de ahí en adelante, todo es descenso.
Vamos al texto:
“Alguien tenía que haber calumniado a Josef K., pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo“. Así comienza la historia. Es su cumpleaños número treinta, vive en una pensión, trabaja como procurador en un banco. Pero ese día, en vez del desayuno que le lleva la cocinera Anna, entran dos hombres desconocidos. Uno se llama Franz. Visten de negro. No son policías ni muestran credenciales. Solo le dicen que está detenido, aunque puede seguir con su rutina. K. no entiende nada. Pregunta por la acusación. La respuesta es siempre la misma: “No estamos autorizados a decírselo”.

Franz y su compañero Willem lo escoltan, no lo agreden. Lo llevan ante un inspector que se presenta en una habitación de la pensión convertida en improvisado despacho. El inspector repite que todo está en marcha: “El proceso se acaba de iniciar y usted conocerá todo en el momento oportuno”. Pero no hay explicación, ni delito, ni instancia clara. K. se siente ofendido y ridículo. No es encerrado ni conducido ante un juez. Simplemente le dicen que el proceso ha comenzado y que será convocado. Esa es la nueva condición de su existencia.
Esa misma noche, K. se disculpa ante su casera, Frau Grubach, y luego va a la habitación de la señorita Bürstner, una vecina. Le cuenta lo sucedido, la escena del arresto, la presencia de los extraños. Bürstner, incrédula, escucha con interés. K., excitado, recrea el episodio, la imita, se agita, mueve los muebles como si interpretara una obra. Termina besándola. A la mañana siguiente, un tal Capitán Lanz, amigo de la casera, lo reprende por haber importunado a la señorita. K. lo ignora. El proceso ya ha entrado en su cuerpo.
Lo más inquietante: no lo trasladan ni lo encierran. El arresto no implica reclusión. K. puede continuar con su vida, ir al trabajo, hablar con su casera. –”Entonces estar detenido no es tan malo”, dice K. Pero todo está teñido de una nueva inquietud. El proceso ha comenzado y su sombra lo acompañará siempre.
Una semana después, recibe una citación. Debe presentarse un domingo en un lugar impreciso. Encuentra finalmente la sala: un desván miserable, atestado de personas. El juez instructor le llama la atención por su retraso. K. responde con un largo alegato donde denuncia el carácter arbitrario del tribunal: “Fui detenido hace diez días, me río de lo que motivó mi detención, pero eso no es algo para tratarlo aquí. Me asaltaron por la mañana temprano, cuando aún estaba en la cama. Es muy posible ––no se puede excluir por lo que ha dicho el juez instructor–– que tuvieran la orden de detener a un pintor, tan inocente como yo, pero me eligieron a mí”.
Sus palabras son firmes, cada vez más enfáticas: “No hay ninguna duda de que detrás de las manifestaciones de este tribunal, en mi caso, pues, detrás de la detención y del interrogatorio de hoy, se encuentra una gran organización. Una organización que, no sólo da empleo a vigilantes corruptos, a necios supervisores y a jueces de instrucción, sino a una judicatura de rango supremo con su numeroso séquito de ordenanzas, escribientes, gendarmes y otros ayudantes”
El público, formado por gente de aspecto miserable, parece aprobar. Pero K. no obtiene respuestas. «Hoy se ha privado a sí mismo de la ventaja que supone el interrogatorio para todo detenido“, le reprocha el juez. K. abandona la sala frustrado: ”¡Pordioseros! Os regalo todos los interrogatorios“.

En la segunda visita, el tribunal ya no lo espera. Las salas están vacías. Recorre pasillos, encuentra a la esposa del ujier, quien coquetea con él. La escena es ambigua. Aparece un estudiante, la alza y se la lleva. La mujer lo mira y le dice: “No, ¿en qué piensa usted? Eso sería mi perdición”. El poder judicial también tiene sus jerarquías internas, sus transacciones. K. apenas las roza.
K. empieza a perder el control de su vida. Visita cada semana el tribunal, que se esconde en los pisos superiores de edificios ajenos, mal ventilados y llenos de funcionarios indiferentes.
Aunque el proceso domina la vida de K., también lo afectan sus relaciones personales. Una figura clave es la señorita Bürstner, la vecina a quien K. confiesa su arresto. Tras el primer encuentro, ella lo evita.
Más adelante, cuando K. acude con su tío Karl al abogado Huld, conoce a Leni, la enfermera del abogado, que está enfermo del corazón. Ella se presenta como una figura abierta, sensual, casi provocadora. Lo conduce a un cuarto, se entrega de inmediato. «––Venga ––dijo ella, y lo atrajo a sí. Le besó la frente y sus manos“.
Pero incluso ese gesto tiene algo ambiguo. Leni parece disfrutar su influencia sobre los acusados. Josef K. lo percibe: “––Para ella ––pensó K.–– no soy más que otro cliente del abogado”. En sus visitas posteriores, Leni se muestra cada vez más involucrada, lo cela, le da consejos, se infiltra en su proceso. Pero K. duda. No sabe si confiar en ella o si es parte del engranaje judicial. La intimidad también se vuelve sospecha.
El abogado recibe a K. en la cama.
Karl se preocupa por el prestigio del apellido, por la reputación. Pronto se desencanta de la pasividad de K. «––No te das cuenta de lo que está en juego ––le dice––. Te comportas como si fuera un juego de oficina». La tensión entre ambos se incrementa. Karl lo abandona, decepcionado, sin ayudar más. K. se queda solo, otra vez.
Pero K. desconfía de Huld. Cree que el abogado solo prolonga el proceso. La escena más inquietante ocurre cuando conoce al comerciante Block, otro cliente de Huld, que ha estado procesado durante cinco años. Block se ha convertido en una sombra, un siervo. Se arrastra, obedece, vive con miedo. Cuando K. lo visita, lo encuentra arrodillado, siendo humillado por el abogado. «––Este hombre ––dijo Huld– ya no es un cliente. Es mío“. K. ve en Block su posible futuro. Decide cortar con Huld.
La rutina del proceso
El tribunal no emite dictámenes ni convoca nuevas audiencias. Pero el proceso sigue. K. no sabe cómo. Alguien escribe su expediente. Hay funcionarios que lo visitan, escribientes en habitaciones ocultas.
Uno de los momentos más simbólicos ocurre en el banco donde trabaja. Al escuchar ruidos en un depósito, K. descubre a Franz y Willem, los dos empleados que lo detuvieron al inicio, siendo azotados por un guardián. Ellos le suplican: «––¡Ayúdenos, señor K., somos sus guardianes!“. El castigo, le explican, es por su queja formal contra ellos. Pero la escena se repite: al día siguiente, los vuelve a encontrar en la misma posición, como si el castigo no tuviera fin.
Esta repetición instala la idea de que la sanción no es una consecuencia, sino una estructura. Nadie sale. No hay redención ni aprendizaje. Solo ciclos. Kafka lo presenta sin subrayarlo, pero con brutal claridad.
Buscando otra vía, K. visita al pintor Titorelli, un artista oficial del tribunal. Vive en un altillo rodeado de niñas que lo espían. K. le pregunta si puede ayudarlo a obtener la absolución.
El pintor le explica las tres formas de resolución posibles: la absolución verdadera (inexistente), la aparente (que lo mantiene bajo vigilancia) y la dilación indefinida. Esta última es la única accesible. Se le mantiene en libertad, pero el proceso sigue. “El proceso no se detiene, pero el acusado queda casi tan a salvo de una condena como si estuviera libre”, le explica Tirorelli. La culpa nunca desaparece.
Otro momento revelador ocurre cuando K. explora el desván donde se alojan las oficinas judiciales. Allí encuentra escribientes apilados, dormitorios improvisados, archivadores oscuros, sofocantes. Uno de ellos le explica que su expediente “debe ir bien” porque tiene poco volumen. K. pregunta por su contenido. Le responden: “––Los instructores lo leen, y si no entienden algo, añaden una nota”. No hay defensa ni acusación, solo texto acumulado, escrito sin sentido.
K. sube y baja escaleras, abre puertas, entra en salas de espera repletas. A veces le preguntan si es acusado o funcionario. Otras, lo confunden. La burocracia lo diluye todo: culpabilidad, jerarquías, hechos. Incluso el lenguaje se desvanece.
Hacia el final, K. se encuentra en la catedral con un sacerdote. Cree que está allí para acompañar a un cliente del banco. Pero el sacerdote lo llama: “––¡Josef K.!“. Le revela que es el capellán de la prisión: “––Tú eres Josef K ––dijo el sacerdote […] ––Estás acusado”.
K. intenta justificarse: “––Pero yo no soy culpable ––dijo K––. Es un error. ¿Cómo puede ser un hombre culpable, así, sin más?“. El sacerdote responde: ”––Eso es cierto ––dijo el sacerdote––, pero así suelen hablar los culpables“.
Entonces le cuenta una parábola: un hombre llega ante una puerta que da acceso a la Ley. Un guardián le impide entrar. El hombre espera años. Pregunta si podrá pasar. El guardián dice: «––Es posible, pero no ahora“. El hombre envejece, insiste, ofrece todo lo que tiene. Antes de morir, pregunta por qué nadie más ha pedido entrar. El guardián responde: “––Ningún otro podía haber recibido permiso para entrar por esta puerta, pues esta entrada estaba reservada sólo para ti. Yo me voy ahora y cierro la puerta”.
K. pregunta si el guardián lo engañó. El sacerdote dice: «––No debes aceptar todo como verdad. Debes aceptarlo como necesario». La necesidad reemplaza a la verdad. El orden ya no se basa en justicia, sino en cumplimiento.
La noche antes de cumplir 31 años, dos hombres vestidos de negro llegan a buscarlo. K. los esperaba. “Se levantó en seguida y contempló a los hombres con curiosidad. ––¿Les han enviado para recogerme? ––preguntó”. Lo conducen sin violencia, pero con firmeza. Caminan por las calles hasta llegar a las afueras.
Allí, uno de ellos saca un cuchillo. K. comprende lo que va a ocurrir. No se resiste. Piensa: «¿Dónde estaba el juez al que nunca había llegado?“.
El verdugo se lo pasa al otro, quien lo sostiene. El cuchillo cae. Kafka cierra así la novela: «––¡Como un perro! ––dijo, fue como si la vergüenza debiera sobrevivirle“.
Kafka nunca terminó esta novela. Pero eso es parte de su fuerza. El proceso no tiene resolución ni moraleja, porque el mundo que describe tampoco las tiene. Josef K. no es culpable de nada, pero eso no lo salva. Como escribió el propio Kafka: “La sentencia no se pronuncia de una vez, el procedimiento se va convirtiendo lentamente en sentencia”. Y una vez iniciado, es imposible escapar del proceso.
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Government shutdown knowledge: gaming out its potential end

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«I know that I know nothing» – Socrates
«You don’t know nothing» – Baseball Legend Yogi Berra
Socrates may have been claiming ignorance, Berra was talking about baseball, but both may as well have been talking about the government shutdown.
So when will it end?
«You shouldn’t ask me because I’m the guy who said it’ll only last five days,» Rep. Andy Biggs, R-Ariz., said on Fox. «But I will tell you, a couple of Democrat senators recently indicated that they think this is going to go ‘til at least the first of November.»
However, Biggs added that he doesn’t «see an end in sight.»
GOVERNMENT ENTERS LONGEST FULL SHUTDOWN IN US HISTORY WITH NO END IN SIGHT
The government shutdown is now entering its fourth week. (AP Photo/J. Scott Applewhite, File)
Whether you are Socrates or Yogi Berra, we don’t know «nothing.» Which technically means that we do know something.
However, I do know proper grammar.
The one thing that I do know in this case is that I don’t know anything about ending the government shutdown.
REPORTER’S NOTEBOOK: GOVERNMENT SHUTDOWN STALLS AS DEMOCRATS DEMAND OBAMACARE SUBSIDY EXTENSION
Regardless… Is it even possible to game out when the government shutdown may end?
Congressional Republicans believed that Democrats would fold after a matter of days once funding lapsed in the wee hours of Oct. 1. Then Republicans argued that Democrats would cry «uncle» once federal workers missed their first paycheck last week. Later, the GOP suggested Democrats would keep the government shuttered through the «No Kings» rallies around the country last weekend.
The GOP argued that Democrats needed to show their base that they were «fighting» against President Donald Trump.
«Now that they had their protests, I just pray that they come to their senses and re-open the government this week,» said House Speaker Mike Johnson, R-La.

Rep. Andy Biggs, R-Ariz., says he doesn’t «see an end in sight.» (Getty Images)
House Minority Leader Hakeem Jeffries, D-N.Y., accused Republicans of continually changing their reasons for why Democrats are blocking the GOP bill to fund the government.
«In a few days, it will be about something else,» Jeffries said.
So, we enter the ice age of Congressional inactivity as the government shutdown enters its fourth week.
Who could have predicted it?
Then again, who could have predicted thieves could make off with millions of dollars of jewelry inside the Louvre in an historic heist? At least the bandits stole our attention away from the government shutdown for a bit.
SHUTDOWN STANDSTILL: NO HEADWAY UNTIL THERE’S ‘INCENTIVE,’ POLITICOS LAMENT
That said, everyone knows (even if they won’t say it publicly) who will likely end the government shutdown: Trump.
He’s not just the president. Trump has a sway over Republicans in Congress that Ronald Reagan could only envy. So until he joins the fray, the government will remain closed.
«Donald Trump definitively needs to get involved. He needs to get off the sidelines. Get off the golf course and actually decide to end the shutdown that he’s created and that he has allowed to happen,» Jeffries said.
«Donald Trump, instead of leaving the country before he leaves the country, should sit down and negotiate with us so we can address this horrible crisis,» said Senate Minority Leader Chuck Schumer, D-N.Y. «The president should meet with us. It’s not me, him or anything political. It’s that the people are in crisis every day.»

President Trump met with Republican lawmakers this week. (Alex Wong/Getty Images)
The president did meet with lawmakers this week, holding court with Senate Republicans for lunch in the renovated Rose Garden.
«Did you notice the white marble floor?» quipped the president.
But Democrats contend that Trump huddled with the wrong party. Schumer characterized it as «a Rose Garden pep rally.»
Trump implored Democrats to bend – and vote for the GOP spending bill.
«They’re getting killed in the polls,» he said.
SCREAMING MATCH ERUPTS BETWEEN HAKEEM JEFFRIES, MIKE LAWLER AS GOVERNMENT SHUTDOWN CHAOS CONTINUES
«Shouldn’t the president get involved in negotiations at this stage to end this?» yours truly asked Johnson.
«We’re not going [to] pay a ransom to reopen the federal government,» replied the speaker.
«Isn’t the only key to end this shutdown to just have a sit-down negotiation with both sides?» I countered.
«Republicans have nothing to offer to Democrats,» replied Johnson.

House Speaker Mike Johnson, R-La., meanwhile, contends that «Republicans have nothing to offer Democrats.» (J. Scott Applewhite/AP Photo)
In fact, some Republicans argued that Trump shouldn’t even negotiate.
«If I’ve learned anything about President Trump, it’s his timing. I think that he feels like the timing is not right now. We’re winning the messaging war,» said Sen. Roger Marshall, R-Kan. «So there’ll be a time. But the time is not ripe yet.»
It’s unclear when that time may come, considering that the government has remained shuttered for more than three weeks.
And two weeks ago, Republicans torched Schumer for declaring things got «better» for Democrats the longer the shutdown dragged on, but shutdown fatigue is now setting in on Capitol Hill.
BATTLEGROUND REPUBLICANS HOLD THE LINE AS JOHNSON PRESSURES DEMS ON SHUTDOWN
«Welcome to day 22 of the Democrats’ shutdown,» Johnson declared at the now sonorous daily press briefings delivered by both sides.
«This does suck,» said Sen. Ruben Gallego, D-Ariz., on Fox Business about the shutdown.
Lawmakers are now seeking shutdown daylight.
«The hope is that we get this shutdown resolved before the end of the month,» Jeffries said.

House Minority Leader Hakeem Jeffries, D-N.Y., expresses hope that the shutdown will be resolved by the end of the month. (Kevin Lamarque/Reuters)
There’s worry about how the shutdown might impact national parks.
«(Here are) the more negative consequences that we’ll start to see without regular staffing. Litter will pile up and park ecosystems will be affected,» said House Natural Resources Committee Chairman Bruce Westerman, R-Ark.
Both parties are convinced they’re prevailing in the shutdown.
«What I did hear on our telephone town hall repeatedly (is) ‘Don’t you guys give into these hostage takers,’» said Rep. Mike Simpson, R-Idaho. «I heard that repeatedly.»
«It’s resonating with Americans. What I’m hearing from people in Connecticut is ‘hang tough,’» said Sen. Richard Blumenthal, D-Conn.
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The Senate holds a test vote Thursday on a bill to pay essential workers who are on the job without a paycheck, but Democrats are skeptical.
«I’d be in favor of paying the federal workers,» said Sen. Peter Welch, D-Vt. «That bill, unfortunately, gives a lot of latitude to the president to pick and choose, or, I should say, (White House Budget Director) Russell Vought to pick and choose (who gets paid).»
So while shutdown weariness sets in, no one knows when it might end.
It is said that knowing what you don’t know actually constitutes true knowledge.
And if no one knows the end of the shutdown, that must mean that everyone is pretty smart.
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Detuvieron a la gemela de una mujer acusada de matar a cuatro personas: “Asesina serial como su hermana”

El Ministerio Público de San Pablo acusó formalmente a las gemelas Roberta Cristina Veloso Fernandes y Ana Paula Veloso Fernandes de ser “asesinas seriales”. Ambas están presas por una serie de envenenamientos cometidos entre enero y mayo en los estados de San Pablo y Río de Janeiro.
Los fiscales sostienen que Roberta “instigó” y “alentó” a Ana Paula a cometer los crímenes, llegando incluso a participar en la planificación de los ataques.
Leé también: Brasil: investigan a una estudiante de Derecho acusada de matar con veneno a su exnovio y a tres víctimas más
Por primera vez, la Justicia brasileña calificó a Roberta como “asesina serial”, igual que a su hermana. Ana Paula Velloso Fernandes habría asesinado a cuatro personas con veneno. (Foto: gentileza O Globo).
“Estamos ante otra ‘serial killer’”, escribieron los fiscales Rodrigo Merli Antunes y Vania Caceres Stefanoni en la denuncia contra Roberta. “Demuestra ser una asesina en serie, igual que su hermana”, apuntaron.
Cómo operaban las gemelas: veneno y móviles económicos
Las investigaciones revelaron que las hermanas usaban veneno en bebidas y alimentos para eliminar a sus víctimas, casi siempre por motivos económicos. Un informe pericial confirmó la presencia de insecticida en los frascos encontrados en la vivienda de Ana Paula, en Guarulhos, en la región metropolitana de San Pablo.
Leé también: El caso que sacudió a Mar del Plata: mató a su marido dándole veneno para ratas, la condenaron y destapó un infierno familiar
Según la causa, Ana Paula también “sentía placer al matar”. Además, no actuó sola: Michelle Paiva da Silva, de 43 años e hija de una de las víctimas, está acusada de haber pagado 4 mil reales a las gemelas para que envenenaran y mataran a su propio padre, de 65 años.
Ana Paula fue detenida en julio, Roberta en agosto y Michelle en octubre. El Ministerio Público pidió que la prisión de Roberta pase de temporaria a preventiva y que pague 80 mil reales como reparación mínima a las familias de las cuatro víctimas. Encontraron un frasco con un potente insecticida en la casa de Ana Paula. (Foto: gentileza Metrópoles/g1).
Quiénes son las víctimas de las gemelas
- Marcelo Hari Fonseca: dueño de la casa que alquilaba Ana Paula en Guarulhos. Murió el 31 de enero tras comer un sándwich que posiblemente estaba envenenado. Tras su muerte, la estudiante universitaria comenzó a exigir a la familia del hombre que le permitiera permanecer en la residencia. La mujer afirmó tener una relación romántica con él, lo cual es falso, según la policía.
- Maria Aparecida Rodrigues: conoció a Ana Paula a través de una app de citas. Luego fue a la casa de la estudiante, donde comió una torta presuntamente envenenada. Regresó a su casa en Guarulhos, se sintió mal y murió el 11 de abril.
- Neil Corrêa da Silva: padre de Michelle, amigo de Ana Paula y excompañero de la universidad. Según la policía, su hija pagó a la asesina en serie R$4.000 para viajar a Duque de Caxias, Río de Janeiro, donde vivía el hombre de 65 años. La mujer le puso veneno en sus porotos. El hombre murió el 26 de abril.
- Hayder Mhazres: un joven tunecino de 21 años que conoció Ana Paula a través de una aplicación de citas. Según la policía, tras iniciar una relación con ella, quiso terminarla, lo que llevó a la estudiante a matarlo. La mujer le habría servido un licuado envenenado. Tras su muerte, la familia de la víctima declaró que Ana Paula afirmó estar embarazada de su hijo y les había pedido dinero. Según la investigación, mintió sobre el embarazo.
En un interrogatorio grabado, Ana Paula admitió haber matado animales con veneno. Según el diario Estadao, la estudiante también habría matado a 14 perros para probar la eficacia del veneno.
Si se confirman las muertes, la sospechosa también podría ser acusada de crueldad animal.
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El caso que estremece a Brasil
La historia de las gemelas Veloso Fernandes, acusadas de planear y ejecutar una serie de asesinatos con veneno, mantiene en vilo a la opinión pública de Brasil. La Justicia avanza en el proceso y busca determinar el alcance real de los crímenes y la responsabilidad de cada una de las involucradas.
Brasil, asesino serial
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Hegseth says US conducted another strike in Eastern Pacific targeting alleged narco-traffickers

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Pentagon chief Pete Hegseth said on Wednesday that the U.S. military has carried out another strike in the Eastern Pacific targeting alleged terrorists he says were engaged in narco-trafficking.
Three suspected narco-terrorists were killed, according to Hegseth. The strikes were ordered at the direction of President Donald Trump.
Hegseth said the Pentagon conducted «yet another lethal kinetic strike on a vessel operated by a Designated Terrorist Organization (DTO). Yet again, the now-deceased terrorists were engaged in narco-trafficking in the Eastern Pacific.»
TRUMP APPROVES MILITARY ACTION AGAINST LATIN AMERICAN CARTELS CLASSIFIED AS TERRORIST ORGANIZATIONS
«The vessel was known by our intelligence to be involved in illicit narcotics smuggling, was transiting along a known narco-trafficking route, and was carrying narcotics,» he continued. «Three male narco-terrorists were aboard the vessel during the strike, which was conducted in international waters. All three terrorists were killed and no U.S. forces were harmed in this strike.»
This is the ninth vessel strike since September and the second strike reported in the Eastern Pacific. A total of 37 have reportedly been killed while two survived and were later repatriated to their home countries.
TRUMP UNLEASHES US MILITARY POWER ON CARTELS. IS A WIDER WAR LOOMING?

A U.S. military drone strike ordered by President Trump destroyed a vessel in the Eastern Pacific on Oct. 22, 2025, killing three suspected narco-terrorists, according to the Department of War. (Department of War)
«These strikes will continue, day after day,» Hegseth said on Wednesday. «These are not simply drug runners—these are narco-terrorists bringing death and destruction to our cities. These DTOs are the ‘Al Qaeda’ of our hemisphere and will not escape justice. We will find them and kill them, until the threat to the American people is extinguished.»
The Pentagon has refused to release the identities of those killed or evidence of drugs on board.
The Trump administration has been scrutinized in recent weeks over the strikes, including by Sen. Rand Paul, R-Ky., who raised concerns about killing people without due process and the possibility of killing innocent people.

A U.S. military drone strike ordered by President Trump destroyed a vessel in the Eastern Pacific on Oct. 22, 2025, killing three suspected narco-terrorists, according to the Department of War. (Department of War)
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In a recent interview, Paul cited Coast Guard statistics that show a significant percentage of boats boarded for suspicion of drug trafficking are innocent.
The senator has also argued that if the administration plans to engage in a war with Venezuela, as it has targeted boats in recent weeks it claims are transporting drugs for the Venezuela-linked Tren de Aragua gang, it must seek a declaration of war from Congress.
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