POLITICA
A qué hora es la reunión entre Javier Milei y Donald Trump hoy

El Presidente Javier Milei llegó este martes a Nueva York impulsado por el reciente apoyo de Estados Unidos. El encuentro central de su agenda es la reunión con el presidente Donald Trump y el secretario del Tesoro, Scott Bessent.
La reunión entre Javier Milei y Donald Trump está prevista para cerca del mediodía en Nueva York, con la participación de Scott Bessent.
Soledad Aznarez
El Gobierno argentino tiene altas expectativas sobre los resultados de la reunión en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas. “Estamos trabajando y ahora veremos cómo lo concretamos. Es una reunión muy importante”, señaló una alta fuente del Gobierno a .
El encuentro tendrá un formato denominado “Presidente más tres”. Por Argentina, participarán, además de Milei, el ministro de Economía, Luis Caputo; la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei; y el canciller Gerardo Werthein. Del lado estadounidense, Trump estará acompañado por Bessent, el secretario de Estado, Marco Rubio, y otro funcionario pendiente de confirmación.
El gobierno de Trump considera a Milei un aliado estratégico en la región, y la sintonía entre ambos presidentes genera optimismo en la Casa Rosada respecto a obtener un respaldo contundente. Antes de su partida, Milei se reunió con su mesa política y su gabinete en la Casa Rosada, donde se celebró el apoyo de Bessent y se aludió a un posible préstamo para asegurar el cumplimiento del pago de deuda el próximo año.
Según declaraciones de Bessent, el Tesoro norteamericano evalúa diversas opciones para apoyar a la Argentina, incluyendo un swap, compra directa de divisas y compras de deuda gubernamental denominada en dólares estadounidenses. Además, el funcionario estadounidense afirmó que Estados Unidos está dispuesto a hacer lo necesario dentro de su mandato para apoyar a la Argentina, considerándola “un aliado sistémicamente importante de Estados Unidos en América Latina”.
Bessent declaró que cualquier medida de Estados Unidos para ayudar a estabilizar la moneda argentina sería “grande y contundente” y que Washington no impondría nuevas condiciones o exigencias. También anticipó que “más detalles estarán disponibles poco después de la reunión” con Milei en Manhattan.
La agenda de Milei en Nueva York incluye, además de la reunión con Donald Trump y Scott Bessent, la presentación de Trump en la ONU a las 9.50 (hora local). Por la noche, está invitado a una recepción ofrecida por Trump a líderes mundiales y se considera una posible reunión con Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, aunque su confirmación está pendiente.
Además, el secretario estadounidense entregará a Milei el premio Global Citizen Award del centro de estudios Atlantic Council en una gala por su plan de reformas económicas, pero previo a eso, dará su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El avión que trasladó a Milei y a la comitiva argentina aterrizó en el aeropuerto internacional John F. Kennedy. La comitiva está integrada por el ministro de Economía, Luis Caputo; la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei; el vocero Manuel Adorni; el canciller Gerardo Werthein; el ministro de Defensa, Luis Petri; el secretario de Política Económica, José Luis Daza; el embajador argentino en Estados Unidos, Alec Oxenford, y el ministro de Salud, Mario Lugones.
Este contenido fue producido por un equipo de con la asistencia de la IA a partir de un artículo firmado por Guillermo Idiart.
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POLITICA
Un grito de desahogo que ni el diluvio pudo acallar: justicia por Cecilia

Diluvió y nadie se movió. Eran más de las 18 y el jurado popular ya llevaba cinco horas para definir si los miembros del clan Sena serían culpables del femicidio de Cecilia Strzyzowski. Con el paso del tiempo, los carteles comenzaban a romperse por el uso, pero los manifestantes seguían agitando los globos y sonaba una canción: “A cada minuto de cada semana nos roban amigas, nos matan hermanas. Destrozan sus cuerpos, los desaparecen. No olvide a Cecilia por favor, señor Presidente. Por todas marchando, aquí en Resistencia, por las comandantas peleando con fuerza, por las pibas luchando en Barranqueras. Por todas las madres chaqueñas cantamos sin miedos, pedimos Justicia, gritamos por cada desaparecida. Que resuene fuerte nos queremos vivas. Que caiga con fuerza el feminicida”.
“Jurado, jurado, estamos de su lado”, gritaban quienes se habían acercado el viernes, en la primera jornada de deliberación, a la Plaza 25 de mayo, la principal de esta Ciudad, para esperar el veredicto de los 12 ciudadanos que debatían en el edificio judicial ubicado en frente.
Este sábado, la sentencia se escuchó por un parlante. A cada condena se respondía con aplausos y pedidos de Justicia por Cecilia. Pasaban autos que transmitían el veredicto a todo volumen. Cuando se conoció el desenlace, el grito de apoyo a los jurados cambió: “Hay justicia en Chaco” en un escenario completamente rosa, el color favorito de Cecilia.
Muchas mujeres eligieron vestirse de rosa. Trajeron pañuelos de Cecilia, los mismo que se usaron en las incontables marchas en 2023 para pedir Justicia, otras globos o banderas. Sus carteles pedían justicia: por Cecilia, por todas. Y otras pancartas exigían que no haya “más impunidad”. Había policías mujeres en el cordón de seguridad que lloraban. “El Chaco exige justicia”, decía la bandera colgada hace días en las rejas del Centro de Estudios Judiciales de esta ciudad donde se desarrolló el juicio. Otra pancarta llevaba la frase: “Nos quitaron tanto que perdimos el miedo”.
En 2023, el femicidio de Cecilia fue un punto de inflexión. Las marchas en reclamo por su desaparición empezaron tímidas. Las precisiones que iban apareciendo sobre el macabro femicidio lograron que se convirtieran en masivas. También desnudaron cómo se manejó una familia muy vinculada con el gobernador provincial, Jorge Capitanich. Creyeron que bastaba con donar los muebles de una habitación para hacer desaparecer una prueba. Las caras de Emerenciano y Acuña estaban en las boletas de una de las listas colectoras que acompañarían al gobernador. Emerenciano se postulaba a diputado provincial y ella como intendenta de Resistencia.
La ciudad todavía estaba empapelada con carteles con su cara por las PASO provinciales cuando explotó el caso. En algunos, la frente del gobernador terminó intervenida con una hoja blanca que en mayúsculas dice: “Silencio es complicidad”. Inclinó la balanza a favor del radicalismo provincial y posibilitó su regreso con el triunfo en primera vuelta de Leandro Zdero, después de 16 años de hegemonía peronista.
Gloria Romero, la mamá de Cecilia, está convencida de que, si el caso no hubiera llegado a la prensa nacional, el desenlace hubiera sido otro. Lo mismo sostienen algunos medios locales que recién se animaron a publicar cuando el caso tuvo ese alcance. “Por favor no se vayan, van a tapar todo”, repetían en 2023 los ciudadanos chaqueños que se acercaban a la prensa.
“Estas lágrimas son de alegría y de tranquilidad. Gracias a Dios, estos hijos de puta no van a poder llegar a Ángela (la hermana de Cecilia). No tienen idea de lo que es vivir dos años pensando que vienen por tu otra hija. Muchas veces les confieso que me arrepentí de haberlos denunciado”, dijo Gloria Romero, la mamá de Cecilia a través de sus redes sociales después de que se conociera el veredicto de cadena perpetua para los tres Sena. El mismo 2023, tras el asesinato, se mudó al sur luego de haber sufrido amenazas. Por eso hoy mantiene custodia de Gendarmería.
“La emoción que tengo me hace temblar el cuerpo. Esta causa se llevó mi salud”, dijo la mujer que pidió una y otra vez condena perpetua. Y que los Sena nunca más pudieran “hacer política”. “Hicieron un negocio con la pobreza, con la necesidad de la gente. Eso no tiene que volver a pasar, gente nefasta como esa no tiene que volver a aparecer y si vos la dejás libre es porque no aprendimos nada, no va a cambiar nunca nada”, afirmó en una entrevista con .
También apareció entre quienes presenciaron el veredicto Giselle “Reina” Segovia, la profesora de danza de Cecilia que nunca antes había hablado. Fue ella quien publicó su búsqueda. “Hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance para que se viralice el caso y lo logramos”, dijo.
“Pasé varias situaciones y soy mamá entonces decidí refugiarme. Sabía que iba a llegar a este momento, ahora estoy mucho más tranquila. Pero he vivido muchas situaciones y no me quería exponer tampoco. Fue muy intenso”, sumó con lágrimas en los ojos.
Son muchos los ciudadanos que siguieron el caso al detalle. En algunos bares se transmitieron las audiencias por televisión. Quienes opinan suelen hablar sobre el poder que tenían los Sena, critican sus prácticas y manejos en el barrio, a donde solo se podía entrar con su permiso. Y marcan el fin de los piquetes. Con la detención de Emerenciano comenzó la caída de los principales grupos piqueteros de la provincia. La mayoría ahora está preso a la espera de ser juzgados por distintos delitos. Después de 15 días, terminó el juicio que los medio locales definen como “el más importante de la historia de Chaco”.
Lucila Marin,Conforme a
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Patricia Bullrich celebró el fallo contra el clan Sena: “creyeron que la protección política los iba a salvar”

Tras el veredicto por el cual el jurado popular condenó a Cesar Sena, Emerenciano Sena y Marcela Acuña, al igual que otros implicados en el femicidio de Cecilia Strzyzowski, desde el Gobierno nacional celebraron dicho fallo, y enfatizó en la relación de los condenados con la política provincial, más precisamente con el peronismo chqueño.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, publicó en X sobre el tema: “Se hizo Justicia. Y la Justicia, cuando llega, tiene que ser clara y ejemplar”, remarcó la funcionaria sobre el proceso judicial en cuestión.
Se hizo justicia. Y la justicia, cuando llega, tiene que ser clara y ejemplar.
Estuve en el barrio de los Sena. Feudales, dueños del territorio y de la vida de la gente. Así se sentían.
A Cecilia Strzyzowski la asesinaron y la quemaron durante horas. Creyeron que la protección…
— Patricia Bullrich (@PatoBullrich) November 15, 2025
“Estuve en el barrio de los Sena. Feudales, dueños del territorio y de la vida de la gente. Así se sentían”, señaló Bullrich.
La titular de Seguridad remarcó que los Sena creían que la protección política “y el silencio de cierto ‘feminismo’ los iba a salvar. No los salvó nada. Fueron acusados. Van presos”.
El jurado popular declaró culpable al clan Sena por el crimen de Cecilia Strzyzowski
El presidente Javier Milei, por su parte, se refirió al fallo por medio de retuits de otras cuentas también celebrando el fallo como algo ejemplar.
El integrante de la Vocería presidencial, Javier Lanari, también escribió sobre el proceso judicial y relacionó abiertamente a los Sena con el ex gobernador de Chaco y aún mandamás del peronismo provincial, Jorge Capitanich.
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Milei redefine el lugar de la Argentina en el orden global de Trump

En su época imperial, China mantenía con los territorios que controlaba en la región un régimen tributario que evidenciaba la fortaleza de su dominación. Imponía duros gravámenes a sus vecinos más chicos y pobres, como Vietnam, Corea o Mongolia, que sólo podían ser flexibilizados con gestos públicos de reconocimiento y glorificación hacia el emperador. Los líderes sometidos tenían que acercarse a su trono, postrarse para hacer nueve reverencias y llevarle valiosos tributos como oro y plata. En respuesta magnánima, el emperador les otorgaba el beneficio de una reducción de impuestos y en muchas circunstancias gracias mayores a las recibidas.
“Lo importante de ese régimen no era el comercio, sino el reconocimiento de que el emperador era el centro del sistema”, reseña el académico Federico Merke, quien en un artículo que publica esta semana rescata esta antigua tradición de los soberanos chinos para compararla con la devoción de Donald Trump por el culto a su personalidad y su peculiar estilo para negociar aranceles. Algunos creyeron ver una alegoría histórica cuando esta semana una delegación suiza le llevó relojes de marca Rolex y logró que le bajaran los aranceles a su país del 39% al 15%.
El presidente de Estados Unidos está reescribiendo las normas del libre mercado internacional y dejando sin efecto las pautas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que rigieron durante años. Para él lo importante no son las reglas, sino los tratos. Desde el 2 de abril, el “Día de la Liberación”, asumió una estrategia de imposición negociadora, es decir, pasó de un diseño del comercio global establecido por acuerdos consensuados entre los países, a otro modelo asimétrico, de carácter provisorio y arbitrario. Todo depende de lo que Trump disponga.
Esto le trajo claros beneficios económicos (se calcula que con la amenaza de la suba de aranceles EE.UU. ya sumó 190.000 millones de dólares), pero también le provocó dolores de cabeza. Los pactos que selló con varios países (desde la Unión Europea y Japón, a Gran Bretaña y China) han sido judicializados por presuntos damnificados y por legisladores, que entienden que Trump se excedió en sus atribuciones, y que los entendimientos deben pasar por el Congreso. El tema llegó a la Corte Suprema el 5 de noviembre, y ahora hay una gran expectativa por lo que pueda fallar el máximo tribunal, posiblemente antes de fin de año.
Los acuerdos marco que la Casa Blanca le ofrece al mundo asumen un carácter de precariedad jurídica, y en algunos casos ni siquiera se han conocido los textos formales. Son una traducción escrita de la voluntad concesiva del emperador, dentro del cual su implementación queda a criterio del propio Trump, en función de los tributos que reciba. No tienen comparación con los tratados de libre comercio que Estados Unidos promovía hace un tiempo, y que en la región derivó en el fallido proyecto del ALCA, cuya defunción celebró el kirchnerismo la semana pasada al cumplirse 20 años de la cumbre de Mar del Plata.
Lo mismo ocurre con el “joint statement” (declaración conjunta) que se conoció esta semana con la Argentina. Es un comunicado general que remite a un acuerdo que no se conoció aún. En el Gobierno aseguran que el texto está prácticamente definido, pero que restan algunas precisiones, presumiblemente en el tema del acero y el aluminio, y la revisión jurídica por la burocracia de ambos países.
La formalización se daría con una firma protocolar de los presidentes, en un próximo viaje de Javier Milei a Estados Unidos. Si bien el acuerdo no debe pasar por el Congreso, la aplicación de muchas iniciativas que de ahí se derivan sí podrían requerir tratamiento legislativo, aunque otras se podrían instrumentar vía resolución.
Los alcances del entendimiento merecen dos niveles de análisis. Uno desde el punto de vista estrictamente comercial, en donde se nota con claridad la asimetría en favor de Washington. Es un formato que ya aplicó con otros países y al que la Argentina quedó sometida por su decisión de acordar.
En el Gobierno sostienen que su anuncio se demoró más de la cuenta por la defensa de algunas particularidades relacionadas con el cupo de carnes y el tema de los metales. Otras miradas son menos épicas y atribuyen el cierre de las tratativas a una decisión de Milei de aceptar las condiciones y no prolongar más las negociaciones. Son quienes resaltan que en el texto que se conoció hay 12 compromisos que asume la Argentina, uno Estados Unidos y 6 que lo hacen en conjunto. ¿Había margen para un trato más equilibrado?
El académico Juan Gabriel Tokatlian sostiene que “se juntó el criterio de imposición de aranceles de Trump con la disposición de Milei a ceder. No sé si fue realmente una negociación. El problema es que la Argentina queda alineada con una potencia en declive, cuando sus exportaciones están principalmente dirigidas hacia países no occidentales”.
En la Cancillería aseguran que para una economía como la argentina, más importante que la apertura comercial -que de todos modos ya se está ejecutando- es el flujo de inversiones norteamericanas que se puede conseguir a partir de garantizar ciertos estándares que están incluidos en el texto. La falta de precisiones impide hacer un análisis exhaustivo de qué sectores se beneficiarán o perjudicarán más. Como dice el mentor intelectual de los aranceles de Trump, el exsecretario de Comercio Robert Lighthizer, “no trade is free” (no hay comercio gratis).
El especialista en comercio internacional Marcelo Elizondo sugiere ubicar el acuerdo dentro de un marco general de las relaciones con EE.UU. “Es una parte más de una cadena de gestos y decisiones, que incluyen el apoyo dentro del FMI, el swap, la intervención en el mercado cambiario y la posibilidad de un aporte de US$20.000 millones adicionales a través de un grupo de bancos. Si uno mira la letra del joint statement, se nota una asimetría, pero creo que igual beneficia a la Argentina porque Estados Unidos es el principal importador del mundo y también el primer inversor externo. Creo que hay que tener una mirada integral”.
Ese universo al que Trump invita a la Argentina a veces hasta permite pases de magia, como el que registró esta semana Financial Times. El diario británico detectó que la cuenta de Derechos Especiales de Giro (los DEG que tienen los países en el FMI) de Estados Unidos se retrajo en US$870 millones, y que al mismo tiempo la cuenta de la Argentina se ensanchó en una cifra similar, y que de ese modo se le pagó el vencimiento de noviembre al Fondo, donde justamente EE.UU. es el principal accionista. Una triangulación perfecta.
El segundo plano de análisis es el estratégico. Por primera vez desde la finalización de la guerra fría, Estados Unidos tiene un plan para América latina, que apunta a recuperar su influencia en una región de la que se había retirado por décadas y, de ese modo, diluir el protagonismo chino.
Con ese objetivo, Trump busca generar un anillo de gobiernos afines que hagan girar a la región hacia la derecha. Milei es su aliado principal, pero también suma a la cuenta a Santiago Peña, de Paraguay; a Daniel Noboa, de Ecuador; a Rodrigo Paz, de Bolivia; y a Nayib Bukele, de El Salvador. En la ronda de elecciones que se inicia hoy en Chile, y que continúa el próximo año en Perú, Colombia y Brasil, espera sumar más socios de derecha.
Esta actualización de la “doctrina Monroe” pone a Latinoamérica en un lugar de relieve para Washington que hace tiempo no tenía, porque le permitiría a Trump demostrar que está en capacidad de disciplinar y ordenar lo que EE.UU. entiende que es su espacio natural de influencia. En esta lógica hay que interpretar el cerco sobre el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. La Casa Blanca pasó a una fase activa en lo económico, pero también en materia de seguridad y defensa. En Washington pronostican una pronta definición sobre Maduro.
Este viraje queda ilustrado con el áspero debate que se está dando dentro de la administración Trump por la nueva Estrategia Nacional de Defensa, el documento que define los principales lineamientos de cada gestión, que desde septiembre viene demorado. En ese texto América latina y el Caribe tienen un papel inusualmente destacado como parte del entorno de seguridad de Estados Unidos, y con relieve estratégico en su objetivo principal, que es contener el avance de China.
Algunos académicos atentos prestaron atención a la votación de la semana pasada en la cumbre Unión Europea-Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), a la que no asistió Milei por considerarlo un ámbito de izquierda. Allí la Argentina, junto con países como Ecuador, Paraguay, El Salvador, Costa Rica y Trinidad y Tobago (crucial para el despliegue militar norteamericano sobre Caracas), se corrió del párrafo 10, en el que se define a América latina como una “zona de paz” y habla de la seguridad marítima en el Caribe, es decir, Venezuela. No hubo aval argentino a esas garantías.
Así como Estados Unidos ha resuelto implementar una estrategia definida para América latina, también la Argentina adoptó un replanteo de su política exterior que tiene implicancias más profundas que la mera negociación arancelaria. Con su encolumnamiento profundo con Washington, Milei se aparta de una tradición histórica ligada a conceptos clásicos como el de “no alineados” o el de las miradas multipolares. Hoy hasta las “relaciones carnales” del menemismo pierden su carácter pecaminoso en comparación con la posición de los libertarios.
Milei está poniendo a la Argentina estructuralmente en una dirección, que es la que lidera Estados Unidos. Esto implica una reorientación que impacta en la composición productiva del país (probablemente con mucha mayor incidencia de las empresas norteamericanas en áreas sensibles como energía y minería), en sus posicionamientos externos, en su seguridad y en su defensa. No es sólo la carne y el acero; es el lugar que ocupa la Argentina en el mundo.
El Presidente cambia la lógica tradicional de ordenamiento de un país complacido con sus particularidades, y muchas veces también con sus desvíos. A partir de ahora la Argentina empieza a moldearse desde afuera hacia adentro, bajo el paraguas rector de Washington. Con todas las fragilidades de un viraje que no fue consensuado internamente con el resto de los actores políticos y económicos, y con la imprevisibilidad que supone depender del humor de Trump. No sería un problema para Milei, un presidente que se siente orgulloso de la relación de confianza que trabó con la temeridad.
El alineamiento con Estados Unidos va de la mano también con cierta retracción de los ámbitos multilaterales. Por ejemplo, esta semana la Argentina se apartó de su historial en materia de derechos humanos y fue uno de los diez países que en la ONU votó en contra del informe anual de la Corte Penal Internacional, el máximo tribunal que condena los delitos de guerra, genocidio y lesa humanidad. Lo hizo en sintonía sólo con Estados Unidos, Rusia, Israel (no firmantes del Tratado de Roma), Paraguay, Corea del Norte, Burkina Faso, Bielorrusia, Nicaragua y Níger.
El mismo razonamiento está detrás de la decisión de Milei de no ir a la cumbre del G-20 en Sudáfrica, después de que Trump boicoteara el encuentro porque, afirma, el presidente Cyril Ramaphosa no brinda protección a los afrikáneres, la minoría blanca que gobernó Sudáfrica durante el apartheid.
Federico Pinedo, sherpa del G-20, publicó en septiembre un artículo en el CARI que se llama “Los tres multilateralismos”. Allí se refiere a los aspectos políticos (sostenimiento de la paz, por ejemplo), a los asuntos económicos (apertura comercial, estabilidad financiera), y finalmente a los temas culturales, “que es la pretensión de imponer visiones similares en todo el mundo”. El desacuerdo con esta última agenda sería la que justifica la ausencia de Milei en la devaluada cumbre de Johannesburgo (además de Trump, tampoco concurrirán Xi Jinping ni Vladimir Putin).
Estos movimientos darían cuenta de una tendencia clara hacia el alineamiento (con EE.UU.) y hacia el aislamiento (del multilateralismo). Sin embargo, hay dos señales importantes en el horizonte que pueden demostrar que hay atenuantes, y que en realidad la Argentina está en la senda de una occidentalización más profunda que la mera pasión trumpista.
Uno de esos datos se produjo esta semana, con la visita del secretario General de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), Mathias Cormann, con quien la Argentina firmó un demorado Memorándum Inicial de Adhesión (el gobierno de Alberto Fernández había frenado las conversaciones).
El proceso de incorporación va a llevar años y requiere de dinero y de un trabajo minucioso en muchas áreas. Pertenecer a la OCDE implica haber cumplido con una serie de estándares muy exigentes en aspectos tan disímiles como comercio, seguridad, institucionalidad, educación, salud y equilibrio social. Es la entidad más sofisticada y reglada, casi una contradicción con el espíritu caprichoso de los acuerdos con Trump. ¿Está la Argentina en condiciones de hacer ese ejercicio profundo de adaptación a parámetros de los países más desarrollados?
durante la cumbre del Mercosur en UruguayMatilde Campodonico – AP
El otro dato gira en torno de la posibilidad de avanzar en el ya mítico pacto Unión Europea-Mercosur (los europeos juran que este es el último que harán con estas características). Según algunos diplomáticos, podría firmarse en diciembre en la cumbre regional de Foz de Iguazú, aunque aún persisten dudas en países como Francia, Polonia y Austria. Su conclusión significaría cerrar un proceso que ya lleva más de 20 años y cuya implementación, también a diferencia del pacto con EE.UU., tiene un nivel de detalle y un cronograma muy bien definidos.
En el Gobierno trascendió que Milei podría no concurrir, desinteresado en volver a cruzarse con Lula, pero dicen que lo están tratando de convencer para que vaya. Mientras tanto les dijeron a los organizadores que el problema es la fecha del 20 de diciembre, así que están buscando alternativas. Pero como todos sospechan que es una excusa, al mismo tiempo están viendo si pueden decorar el encuentro con algún anuncio bilateral Argentina-Brasil que sirva de incentivo adicional.
Como la Argentina había solicitado exenciones arancelarias para unos 150 productos, en Brasil dicen que no ven incompatibilidades entre el acuerdo con EE.UU. y el Mercosur (aunque una fuente de Itamaraty admitió que no le habían anticipado el anuncio y tampoco recibieron precisiones posteriores). Además, Lula también está en un período de recomposición con Trump, tras su última reunión. De hecho el canciller Mauro Vieira se vio con Marco Rubio horas después de que lo hiciera Pablo Quirno, con el mismo objetivo: negociar aranceles.
El acceso a la OCDE y el entendimiento UE-Mercosur, así como el acuerdo comercial con EE.UU. y el pacto con el FMI, podrían indicar que Milei auspicia una lógica de disciplinamiento externo; apegarse a países o instituciones que le puedan aportar a la Argentina un orden y una proyección que no puede darse a sí misma. Es un golpe muy duro para los soberanistas, que priorizan la autonomía del país en su política exterior y su capacidad para administrar tensiones en un mundo complejo. Entre sus crisis recurrentes y el carácter refundacional de Milei, la Argentina experimenta un profundo cambio en su relación con el mundo.
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