POLITICA
Cinco gobernadores negocian el armado de un frente en el Congreso y debilitan al peronismo

Son cinco gobernadores de diferentes extracciones partidarias, pero con objetivos concurrentes: conseguir obras y recursos para sus provincias, despegarse de la oposición a ultranza que plantea el peronismo alineado con Cristina Kirchner, y apoyar las reformas que propuso Javier Milei para llevar al Congreso, según pudo confirmar Infobae.
Los peronistas Gustavo Sáenz (Salta), Raúl Jalil (Catamarca) y el tucumano Osvaldo Jaldo, más el misionero Hugo Passalacqua (que responde al caudillo Carlos Rovira) y el neuquino Rolando “Rolo” Figueroa podrían integrar este frente, que tendría una traducción en el Congreso, con un formato que todavía no está resuelto.
“Puede ser un bloque único o un interbloque. Todavía se está definiendo”, reveló anoche una fuente con acceso a varios de los mandatarios mencionados. Aunque tentaron al santiagueño Gerardo Zamora, hasta ahora el gobernador y futuro senador se mantiene orbitando en el kirchnerismo. “Es un hombre de Estado. Nadie piensa que vaya a hacer lo que quieren en San José 1111″, admitió a Infobae una fuente cercana a Cristina Kirchner.

La versión trascendió antes de la reunión que esta mañana tuvo Sáez con el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, y el ministro del Interior, Diego Santilli, que concluirá la semana que viene el recorrido por las provincias con gobernadores dispuestos a negociar acuerdos perdurables con la Casa Rosada.
Jaldo ya tiene un bloque propio, denominado Independencia, que está corrido Unión por la Patria, que ayer perdió dos diputados por San Luis. El armado de esta nueva bancada “federal” convivirá con otro sector, también dialoguista, que es Provincias Unidas. “No está prevista una integración con ellos, más allá de que podamos votar en el mismo sentido”, abundó el portavoz.
El gobierno de Milei ya tiene garantizada una bancada oficialista que orilla los 100 diputados, junto con el PRO, que después de la reunión de Mauricio Macri confirmó que tendrá un bloque propio, aunque apoyará las reformas que anunció la Casa Rosada para ser tratadas en sesiones extraordinarias, entre diciembre y febrero.
El nuevo sector de esos cinco gobernadores podría aportar entre 25 y 30 diputados y senadores. “Las cuentas se van a poder hacer cuando haya una decisión definitiva y se saquen la foto”, consignaron las fuentes partidarias.

Las cinco provincias estuvieron representadas en la reunión que encabezó Javier Milei después de la victoria categórica en las elecciones y tuvieron contactos formales e informales con el Gobierno, que tiene como prioridad la aprobación del Presupuesto, la modernización laboral, la reforma tributaria y el endurecimiento del Código Penal.
Son iniciativas que requerirán de una mayoría de, al menos, 129 diputados y 37 senadores, un número que está al alcance de la Casa Rosada. Más lejos quedó el núcleo más duro del peronismo, que se opone a las reformas.
En las últimas horas, hubo una declaración pública que abonó la posibilidad de la construcción de ese frente. Si bien no se refirió al tema, en una entrevista con LN+, Jalil se mostró en contra de que “la agenda política la vaya a manejar el Conurbano” y recordó que Osvaldo Jaldo ya tiene un bloque propio. “Nos tienen que dejar a los gobernadores la posibilidad de negociar”, afirmó.
“A mí me gustaría que un presidente del bloque sea del interior y que el diálogo sea parte de la política y el consenso. No hay una sola verdad, sino que la verdad se ha demostrado cuando se vota. Cuando pasa la votación, uno tiene que escuchar al pueblo, a quien ha votado, y tomar las decisiones”, afirmó.
Cuando habló Jalil, todavía no había trascendido la negociación entre los cinco gobernadores.
POLITICA
Ricardo Lorenzetti presenta su nuevo libro “El liderazgo del caos”

“La propuesta de estas páginas es concreta: una nueva narrativa humanista que consiste en una revolución que permita poner de acuerdo el desarrollo económico, social y ambiental con lo humano; un nuevo liderazgo que no pretenda el orden basado en poderes concentrados para controlar autoritariamente todas las variables; un liderazgo del caos que permita la diversidad democrática y la innovación mediante la descentralización de las decisiones, basándolas en emociones que convoquen a un proyecto común”.
Esto escribe el autor, Ricardo Lorenzetti, en la introducción de su nuevo libro, “El liderazgo del caos: cómo reconstruir un proyecto común en un mundo fragmentado”, publicado por Siglo Veintiuno Editores, estableciendo desde el principio hacia dónde nos va a llevar a lo largo de estas páginas: un recorrido por las crisis políticas, sociales y tecnológicas que atraviesan nuestro tiempo, y una invitación a repensar el liderazgo, la democracia y el sentido de comunidad como bases para reconstruir un proyecto común.
En tiempos de incertidumbre, polarización y desencanto, este libro se atreve a mirar más allá del ruido. Con una prosa tan clara como inquieta, Ricardo Lorenzetti ensaya un diagnóstico profundo de nuestra época —sus crisis múltiples, la distancia entre dirigentes y ciudadanos, la sensación de agotamiento del sistema— para proponer algo que parece radical en su simpleza: reconstruir el sentido común desde el humanismo y la comunidad.
Entre la lucidez del análisis y la apuesta por la esperanza, el autor invita a repensar los términos del liderazgo social y político. Plantea la necesidad de desconcentrar el poder, abrir las instituciones a la innovación, escuchar a los movimientos sociales y recrear una narrativa común que ponga en el centro la dignidad humana. Lejos de la mirada apocalíptica, este libro encuentra en las calles y en las redes —en las ideas dispersas de una ciudadanía cansada pero viva— las semillas de un nuevo comienzo.
Dividido en dos grandes secciones, el recorrido parte de un diagnóstico agudo: “Ellos y nosotros” analiza las múltiples crisis que atraviesan a las sociedades contemporáneas, la desconexión entre dirigencia y ciudadanía, el colapso ambiental, las tensiones sociales y económicas de la modernidad tardía, y la revolución tecnológica que redefine la identidad, el trabajo y los vínculos humanos. Desde la inteligencia artificial hasta la fragilidad emocional de las comunidades hiperconectadas, el autor traza un mapa del presente donde la sensación de pérdida convive con nuevas posibilidades de cambio. Y “Hacia una democracia reflexiva”, donde se aventuran respuestas, caminos para reconstruir el contrato social: un rediseño institucional que permita hacer trabajar a la democracia, liderazgos que conduzcan la complejidad sin autoritarismo y un relato colectivo que devuelva al futuro su potencia imaginativa.
“Vincular la frustración de un modelo con un oponente, competidor o adversario singular es identificar y describir erróneamente las causas del problema, porque no se trata del fracaso de un dirigente o de un partido político, sino de un fin de ciclo. Ante este escenario, la única respuesta posible surgirá de una cultura, una economía y una política basadas en nuevas ideas, porque la repetición de los métodos conocidos nos devolverá los fracasos que queremos superar. Este libro busca hacer un aporte en ese sentido”. Así comenta Lorenzetti uno de los núcleos conceptuales de su obra y marca el pulso de su propuesta: abandonar la lógica del enemigo, superar la mirada corta de la coyuntura y animarse a pensar transformaciones de fondo. Para el autor, la salida no vendrá de grandes figuras ni de soluciones improvisadas, sino de un cambio profundo en la forma de comprender el poder, la cooperación y la vida en común. Es un llamado a ensayar una imaginación política renovada que permita reconstruir un horizonte compartido en medio del desconcierto contemporáneo.

“Gobernar la tecnología, la economía y la cultura requiere un sistema de valores que funcionen como límites dentro de los cuales estas áreas pueden desarrollarse. Vamos a toda velocidad, sin conocer el destino: al menos necesitamos guardarraíles para no despistar. Gobernar en el siglo XXI es liderar el caos, es saber ubicarse en un plano diferente, que permita tener una visión estratégica, para poder conducir la multiplicidad de conflictos como un narrador moral que guía el relato de una nación”.
Con esta imagen, Lorenzetti subraya el corazón de su propuesta: la idea de que, en tiempos donde la complejidad se multiplica, el liderazgo no consiste en controlar cada variable, sino en ofrecer un marco ético que ordene el sentido colectivo. La figura del “narrador moral” no alude a una autoridad paternalista, sino a una guía capaz de articular las tensiones de la época, darles coherencia y proyectarlas hacia un horizonte común. En un contexto donde la tecnología acelera más rápido que las instituciones y la economía se mueve por impulsos globales, el autor insiste en que sin valores compartidos —esos guardarraíles mínimos— cualquier proyecto político corre el riesgo de derrapar.
El cierre es una apuesta por el porvenir, con la elaboración de una serie de propuestas concretas para transformar el sistema político y tecnológico, apostando por una “sociedad de soñadores” que recupere el sentido de comunidad, la creatividad y la esperanza en el futuro compartido, donde la creatividad y la solidaridad vuelvan a ser los motores de una democracia viva y del futuro que todavía podemos escribir juntos.
A continuación, un adelanto de la obra “El liderazgo del caos: cómo reconstruir un proyecto común en un mundo fragmentado”.
Introducción
El liderazgo político y social actual se basa en la construcción permanente de enemigos como exclusivos culpables de los sufrimientos ciudadanos, cuya derrota sería una solución. Es un mal camino para construir un futuro promisorio. La historia demuestra que es peligroso, porque sus beneficios han sido transitorios y sus costos permanentes, con divisiones irreversibles, deterioro democrático y prácticas autoritarias.
Vincular la frustración de un modelo con un oponente, competidor o adversario singular es identificar y describir erróneamente las causas del problema, porque no se trata del fracaso de un dirigente o de un partido político, sino de un fin de ciclo. Ante este escenario, la única respuesta posible surgirá de una cultura, una economía y una política basadas en nuevas ideas, porque la repetición de los métodos conocidos nos devolverá los fracasos que queremos superar. Este libro busca hacer un aporte en ese sentido.
Un diagnóstico correcto debe empezar por describir el agotamiento del modelo. El liderazgo político y social de los últimos trescientos años se basó en la centralización del poder, en la dominación de la naturaleza que permitió la Revolución Industrial y en los modelos culturales estables que ordenaron el comportamiento social. Como veremos, el liderazgo sigue igual, pero los presupuestos que lo hicieron posible cambiaron; esto produce una gran desconexión entre la dirigencia y la sociedad: se habla un lenguaje gastado, que no coincide con lo que ocurre en la materialidad de los acontecimientos.
Esa desconexión tiene un efecto directo sobre las conductas humanas porque se siente una verdadera orfandad, una ausencia total de estadistas que sepan guiar a los pueblos. Vivimos con incertidumbre.
Hay varias revoluciones en simultáneo: las nuevas tecnologías que pueden programar la vida humana, la inteligencia artificial, la perspectiva del desempleo masivo, el control social, la amenaza sobre el libre albedrío, la colisión de la economía con la naturaleza, los cambios sociales derivados de la longevidad, las migraciones masivas, el fraccionamiento político, los conflictos globales que crecen ante la ineficacia de los instrumentos nacionales. La combinación de estos factores hace imposible anticipar el futuro de la civilización.
Vivimos con la amenaza de una posible crisis existencial de la humanidad. El efecto acumulativo de la crisis ambiental, la pérdida de control sobre las tecnologías, la asfixia de la libertad y la posible insignificancia de lo humano presentan un escenario apocalíptico.
Vivimos con temor y frustración porque la desigualdad global se ha acentuado en los últimos veinte años. La riqueza se exhibe sin pudor en las redes sociales, lo que genera un deseo de imitarla, y nos agobia la frustración por no poder lograrlo. Es cada vez más evidente que los hijos van a estar peor que sus padres.
Vivimos con desilusión, porque ya no hay grandes proyectos de desarrollo social, ni tampoco una reflexión sobre por qué fracasaron. La pasión revolucionaria ha sido reemplazada por la melancolía y el desencanto.
Vivimos aislados pero conectados, buscando microidentidades en temáticas específicas que solo brindan una tranquilidad pasajera. Estas emociones personales tienen un reflejo en la crisis de la política como modo de organización de la sociedad. En algunos casos, asistimos al fracaso de años de gobiernos progresistas o socialdemócratas; en otros, vemos la reacción hacia la extrema derecha o al autoritarismo; algunos otros muestran turbulencias permanentes, y hay incluso Estados fallidos que están en manos de grupos delictivos.
Aunque contamos con información sobre cada uno de estos cambios, estos ofrecen un panorama muy distinto cuando los podemos observar en conjunto. La fotografía que permite conocer cada uno de esos factores, sumada a la película que podría suministrarnos alguna idea de lo que significa la interacción permanente de todas estas revoluciones en movimiento, es preocupante.
Las respuestas se encuentran aún en proceso de diseño. Una de las ideas más difundidas es que, frente a la emergencia, hay que dar un poder absoluto a alguien que se presenta como la única solución para enfrentar la incertidumbre y, en algunos casos, se dice que estamos frente a un precipicio, similar al apocalipsis.
El apocalipsis es uno de los acontecimientos más anunciados en la historia de la humanidad; en los comienzos de la era cristiana, ante cada enfermedad masiva, cada guerra, cada terremoto o huracán, se proclamó el fin de los tiempos. En la modernidad ha sido la razón principal que ha permitido que se eligieran gobiernos autoritarios y se permitieran medidas excepcionales. La historia enseña que el apocalipsis no se produjo y que los peores daños fueron provocados por los poderes ilimitados que se otorgaron para evitarlo. Esta alternativa, entonces, no impedirá la crisis; por el contrario, es más probable que la acelere, porque solo aumentará las tensiones existentes.
También hay propuestas que consisten en hacer pausas en el ritmo del cambio, poner al mundo en cámara lenta para pensar hacia dónde vamos y meditar. La espera es un instrumento razonable, pero solo si se integra en una estrategia más amplia de cambios profundos. Lo que no es adecuado es predicar la pasividad en un mundo donde innumerables factores interactúan entre sí sin que sepamos adónde nos conducen, lo que incrementa los riesgos de una crisis.
La solución puede encontrarse si miramos el problema desde las grandes enseñanzas de la historia y la política. El siglo XXI se encuentra en una situación que, en varios aspectos, es similar al final de la Edad Media. En aquel momento, las personas vivían con miedo y algunos optaban por retirarse del mundo, mientras que otros se entregaban al fanatismo. Eso es lo que ocurre cuando hay un proceso que pierde su capacidad de generar expectativas y cambios.
La dirigencia de entonces estaba enamorada de un discurso agotado. Foucault, en relación con la Edad Media, escribió que “Don Quijote lee el mundo para demostrar los libros” y que “la escritura ha dejado de ser la prosa del mundo, las semejanzas y los signos han roto su viejo compromiso; las similitudes engañan, llevan a la visión y al delirio; las cosas permanecen obstinadamente en su identidad irónica”. La voz de la gobernabilidad moderna también lucha contra el mundo para imponer los textos aprendidos hace años, con el mismo lenguaje y las mismas ideas, pero ya nadie los escucha.
La Edad Media asistió a la ruptura del relato unificado, y eso fue evidente en la división entre protestantes y cristianos. En nuestro siglo también hay una verdadera fractura del consenso porque no hay un relato unificador que facilite la gobernabilidad social.
El otoño de la Edad Media no fue transitorio, sino que se profundizó en un invierno que era puro sufrimiento. En nuestro siglo, vemos también que los fenómenos que nos preocupan tienen un grado de generalidad y de permanencia que nos obliga a pensar que no estamos frente a cambios de gobiernos dentro del normal funcionamiento democrático, sino ante algo más profundo.
Todo cambió cuando los humanistas impulsaron el Renacimiento alimentado con el goce que produjo la sabiduría antigua renovada. Por eso, la propuesta de estas páginas es concreta:
• Una nueva narrativa humanista que consiste en una revolución que permita poner de acuerdo el desarrollo económico, social y ambiental con lo humano.
• Un nuevo liderazgo que no pretenda el orden basado en poderes concentrados para controlar autoritariamente todas las variables.
• Un liderazgo del caos que permita la diversidad democrática y la innovación mediante la descentralización de las decisiones, basándolas en emociones que convoquen a un proyecto común.
Los pueblos necesitan reconstruir la esperanza fundada en que algo está naciendo, con la convicción de que la solución no es un resultado a lograr sino un procedimiento a seguir. El líder tradicional busca un resultado concreto, que puede consistir en una obra pública o una transformación social o económica. Es razonable si debe enfrentar un problema específico, pero querer encerrar todo lo que hoy sucede dentro de un esquema de decisión centralizado solo lleva al autoritarismo y luego al fracaso.
El liderazgo del caos que aquí proponemos deja libertad para que la multiplicidad de fuerzas actúe, lo que facilita la experimentación institucional, social y económica. Dado que la fragmentación ya es inevitable, se debe crear un nuevo sistema institucional descentralizado, organizado en torno a un sistema de valores unificadores del relato: un humanismo en armonía con el sistema. El líder del caos debe ser un “narrador moral de la nación”, capaz de presentar ideales que provean los incentivos para que los movimientos sociales e individuales tengan una conexión con el conjunto.
Este esquema conceptual permite desarrollar una serie de propuestas concretas que presentamos al final de este libro y que se pueden aplicar en varios planos. En la economía ya es visible un cambio de dirección, porque se ha advertido que los costos de seguir en este camino superan a los beneficios. Con avances y retrocesos, aparecen las energías renovables, los financiamientos de proyectos de sustentabilidad, los alimentos orgánicos y una multiplicidad de sectores que se suman progresivamente a un modelo económico distinto, compatible con la naturaleza y sustentable en el mediano plazo. En la sociedad, poco a poco, se huele ese perfume de epopeya que nace en las calles, donde comienzan los verdaderos movimientos de transformación. Enojados con los negligentes que nos trajeron hasta esta situación (ellos), distintos grupos pretendemos construir una nueva identidad (nosotros), un idealismo de transformación.
Como lo han repetido distintos líderes globales en los últimos tiempos, somos la primera generación que tiene consciencia de la crisis y la última que puede hacer algo para evitarla. Nace una nueva esperanza.
A los lectores
Este libro nace del corazón más que de la mente; de las emociones más que de la razón.
Ha nacido mi primer nieto, a quien dedico este libro, y temo por el futuro que deberá enfrentar. Siento que debo hacer algo más allá de mis obligaciones cotidianas. Mi humilde aporte empieza por lo que hago, que es leer y escribir como un intelectual preocupado por el mundo.
Estudié derecho, pero lo hice en una universidad en la que, además, se enseñaban ciencias sociales. Es por eso que todos mis libros jurídicos tienen un contenido que excede el mundo del derecho. Mientras estudiaba, empecé a dictar cursos sobre distintos movimientos culturales (el surrealismo, por ejemplo), y sobre cómo ideas similares se manifestaban en la música, la pintura, la sociología y la filosofía en simultáneo. Con esos ejercicios, desarrollé un tipo de análisis que se enfoca más en la comprensión del sistema en su totalidad que en la de cada una de sus partes.
Como muchas personas interesadas por la época en la que vivimos, he leído sobre inteligencia artificial, bioingeniería, derecho, economía, sociología, literatura, y en cada uno de esos textos he encontrado un aporte valioso, pero aislado. Es como caminar perdido por una senda sin saber a dónde nos lleva ese camino, y sin mirar el paisaje alrededor o las estrellas en el cielo.
Por esta razón, lo primero que encontrarán en este libro es una descripción de las principales partes del rompecabezas; les servirá para ahorrarse lecturas, pero también para comprender el conjunto. Es una exposición de la multiplicidad de causas que se entrecruzan para formar un sistema y de las intersecciones que se pueden identificar para extraer líneas de acción.
He advertido que mucho de lo que en este libro aparece sobre la ruptura de la homogeneidad y la dispersión, fenómenos que hoy están tan presentes, ya lo había abordado en Las normas fundamentales de derecho privado, un libro que publiqué en 1995. Eso me hizo acordar a Borges, que dice que uno puede escribir sobre muchos temas durante toda la vida, pero al final es posible detectar una idea propia que subyace en la identidad que uno se ha formado.
El segundo punto es que, aunque el diagnóstico sobre el estado actual del mundo es claro en la enorme cantidad de libros que se han escrito al respecto, no hay demasiado sobre cómo curar la enfermedad. Por eso en estas páginas traté de enfocarme en algunas líneas positivas sobre el futuro.
Lo que realmente interesa a todos los habitantes de este planeta es cómo gobernar. Como sugiere Shakespeare en Rey Lear, es triste que el mundo esté dirigido por ciegos asistidos por locos. Hoy hay ceguera en los gobernantes y las élites, incapaces de ver las consecuencias de sus acciones, y una imprudencia cercana a la locura.
¿Quién nos salvará y cómo?
Gobernar la tecnología, la economía y la cultura requiere un sistema de valores que funcionen como límites dentro de los cuales estas áreas puedan desarrollarse. Vamos a toda velocidad, sin conocer el destino: al menos necesitamos guardarraíles para no despistar.
Gobernar en el siglo XXI es liderar el caos, es saber ubicarse en un plano diferente, que permita tener una visión estratégica, para poder conducir la multiplicidad de conflictos como un narrador moral que guía el relato de una nación.
POLITICA
Macri y su nuevo libro Franco, sobre la vida de su padre: “Me amaba pero a la vez me quería destruir”

El expresidente Mauricio Macri anunció esta semana la salida de su nuevo libro Franco, un texto dedicado a la vida de su padre, Franco Macri. Allí, relató la trayectoria empresarial de “su gran maestro”, como lo llamó, y cómo cambió la relación entre ambos cuando el titular de Pro fue secuestrado a principios de la década del 90. “Me amaba pero a la vez me quería destruir”, dijo, sobre su vínculo. El libro, editado por Planeta, estará a la venta el 26 de noviembre y tiene una extensión de 224 páginas.
“Él fue mi primer gran maestro, hasta que me puso donde me puso, yo era su segundo. Un amigo le dijo un día: ‘Está listo para reemplazarte’ y ahí fue el principio del fin. Mi padre tenía un agujero emocional y en el mundo afectivo hacía cosas muy dañinas. Me amaba con locura pero a la vez me quería destruir como a nadie en este mundo, era algo asfixiante”, indicó Macri en diálogo con radio Mitre.
A su vez, en el libro también abordó cómo cambió su vida y su relación con Franco tras su secuestro en 1991 por parte de “la Banda de los Comisarios”, que duró 12 días. “Se me disparó algo de que mi vida era frágil, si salía de ese agujero [el cautiverio] tenía que hacer algo que me apasionara y no tener que lidiar con una pelea sistemática con mi padre, a quien amaba, pero me estaba llevando a un lugar donde no podía vivir”, continuó.
Luego, sumó: “Así que empecé a decirle que me iba a ir, que no me gustaba lo que hacía. Yo quería ser presidente de Boca, él no me creía. Y cuando me fui, se enojó más. Empezó esta comunicación pública que se generó a partir del secuestro, porque cambió la dinámica de la familia, mi secuestro fue muy emblemático. Él cambió su perfil”.
Noticia en desarrollo
pic.twitter.com/4O7g81nXw1,November 13, 2025,Mauricio Macri,Franco Macri,Conforme a,,Investigación. Una empresa de Piccirillo vendió US$250 millones en un año: el “pasa manos” y los secretos del blue,,Los audios de Spagnuolo. Cómo funcionaba el esquema que desvió más de $43.000 millones de la Agencia de Discapacidad,,Optimismo. Milei podría viajar a Estados Unidos antes del fin de año para sellar el acuerdo comercial,Mauricio Macri,,Realineamientos. Alerta en Pro por la posible salida de otras dos legisladoras,,Apoyo a las reformas. Con Macri a la cabeza, Pro descartó conformar un interbloque con La Libertad Avanza,,LN+. Jorge Macri dijo que ve «mucho exitismo» en el gobierno de Milei y consideró que el resultado no es «un cheque en blanco»
POLITICA
Un gobernador opositor a Milei presentó un “presupuesto de resistencia” y negocia el pago de deuda con Nación

El pampeano Sergio Ziliotto, uno de los gobernadores peronistas opositores a Javier Milei, presentó un “presupuesto de resistencia” para los gastos provinciales, forzado por los recortes en los recursos por segundo año consecutivo. Mientras el Gobierno negocia con las provincias fondos a cambio de apoyo en el Congreso, el mandatario apuntala el orden interno y espera una resolución favorable ante la Corte Suprema, tras la primera audiencia para tratar la deuda previsional que impulsa contra la gestión de La Libertad Avanza (LLA).
Ayer, Ziliotto envió a la Legislatura pampeana su ministro de Hacienda y Finanzas, Guido Bisterfeld, que defendió la hoja de ruta económica ante las comisiones como “un presupuesto equilibrado”. Y marcó las diferencias de rumbo con otros gobernadores y el Estado nacional, ante la caída de la actividad económica y el ajuste. “Somos casi la única provincia que no está tomando deuda para sostener servicios o pagar salarios”, definió Bisterfeld.
“Un presupuesto de resistencia, podemos decir. A pesar de la merma en la llegada de recursos nacionales, seguimos manteniendo los servicios esenciales del Estado, pero por supuesto, con recortes en algunas áreas”, resumió.
La discusión comenzó en la comisión de Hacienda y Presupuesto que preside Daniel Lovera (Frente Justicialista Pampeano), en la Cámara de Diputados. Bisterfeld reiteró que es “una de las pocas provincias que no toma deuda para sostener gastos esenciales”. “Fue el presupuesto más difícil de elaborar en los últimos años, principalmente por la incertidumbre. Las pautas del presupuesto nacional no coinciden con la realidad, no sabemos qué recursos llegarán o no. El presupuesto está en tratamiento y el Gobierno nacional anunció una reforma tributaria”, describió, al analizar la coyuntura cambiante.
La estrategia de Zillioto de judicializar los reclamos provinciales está cerca de dar resultado. La Corte Suprema resolvió habilitar la demanda de La Pampa por la deuda de la caja previsional provincial, al fallar que el conflicto es de su competencia originaria. También dictó la misma medida en el litigio de la provincia de Entre Ríos.
Esta semana, se produjo la primera reunión conciliatoria. El gobierno encabezado por Sergio Ziliotto calcula que la deuda de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) con la provincia asciende a $320.000 millones. “Tuvimos una muy buena reunión con la Corte el miércoles pasado. Las áreas técnicas ya se reunieron y estamos en contacto diario intercambiando números”, contó Bisterfeld a la prensa.
Según la provincia, el origen del conflicto parte de los compromisos establecidos en el Consenso Fiscal de 2017, firmado entre el gobierno de la entonces presidencia de Mauricio Macri y los distritos. Aquel acuerdo incluía partidas presupuestarias actualizadas, anticipos automáticos y la implementación de un sistema simplificado de información para las cajas previsionales provinciales que no fueron transferidas al sistema nacional.

Sin embargo, aún restan precisiones. “La Corte llamó a las partes por el pedido de amparo de la provincia de La Pampa. Quedaron en hacer una auditoría para estimar los montos para activar alguna compensación o algún pago”, señalaron a Infobae fuentes oficiales de la gobernación.
La Pampa quedó a las puertas de convertirse en la primera provincia gobernada por el peronismo en sellar un acuerdo de estas características con la Casa Rosada.
La convocatoria de Milei a negociar
En medio de estas restricciones, el gobierno pampeano admitió tras la presentación del presupuesto que se vieron obligados a “recortar más del 90% de las obras solicitadas por las jurisdicciones”, entre ellas, la construcción de viviendas, que estimó que se cumplirá menos del 10% de los proyectos reclamados, y la reducción de cargos políticos. El rediseño incluye una suba en las partidas de Salud de 30%, con un ajuste de 48% para medicamentos; y en Educación, de 60 por ciento, entre otras partidas.
También fueron críticos del acuerdo comercial entre Argentina y Estados Unidos. “No es un acuerdo entre pares y en varios rubros somos competidores. El sector agrícola, incluido el porcino, puede verse muy perjudicado. No creo que Argentina salga ganando negociando mano a mano con Estados Unidos”, advirtió el ministro.

Ahora bien, a diferencia de lo que ocurrió con sus pares peronistas Axel Kicillof (Buenos Aires), Gildo Insfrán (Formosa), Ricardo Quintela (La Rioja) y Gustavo Melella (Tierra del Fuego), el gobierno de Milei invitó a Zillioto a negociar. En ese marco, Bisterfeld valoró la convocatoria al distrito, pese a que el gobernador evitó adherir al Pacto de Mayo. “Seguimos negociando con Nación y nunca se puso como condición haber firmado el Pacto de Mayo”, consideró Bisterfeld.
“Fue una buena señal del Gobierno nacional. Lamentablemente, al día siguiente renunciaron el jefe de Gabinete y el ministro del Interior, pero igual creemos que fue una apertura positiva. Hubiera sido mejor que estuvieran todas las provincias, pero que el Presidente se reúna casi tres horas con todos los gobernadores es un buen punto de partida”, remarcó.
Sin embargo, como distrito aliado a Fuerza Patria, el gobierno de La Pampa ya tiene definido no acompañar el Presupuesto 2026 avalado por Javier Milei, y diseñado por el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo. Aún se especula si la apertura al diálogo con el mandatario continuará abierto, con la llegada del nuevo ministro del Interior, Diego Santilli.
“Para las provincias, es invotable. No hay obra pública, en las 13 provincias con caja previsional no transferida el artículo correspondiente, lo que incluye condicionamientos que impiden acceder. Además está el subsidio a la zona fría, que discuten los diputados (Ariel) Rauschenberger y (Varinia) Marín. En estas condiciones es imposible votarlo”, concluyó Bisterfeld ante la prensa.
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