POLITICA
En la antesala del Congreso del PJ, crece la tensión en el peronismo y permanece el fantasma de la ruptura

Mañana, en Merlo, la dirigencia del peronismo bonaerense se encontrará en el Congreso del PJ provincial, que será liderado por su presidente, Máximo Kirchner, y que tendrá como principal objetivo acordar que el partido autorice una nueva alianza para presentar un frente electoral de unidad el 9 de julio.
Si no sucede nada extraño, el congreso debería ser una formalidad. Una conversación previa para llegar con un preacuerdo sobre lo que va a suceder, manos arribas para votar afirmativamente la petición y final del día. No mucho más.
El margen para que suceda otra cosa tiene que ver con la posibilidad de que algún congresal pida la palabra, confronte con las posturas del cristinismo o el kicillofismo en la interna que se está desarrollando hace un año y medio, y que lo que debería ser un trámite partidario, se convierta en un nuevo foco de conflicto.
Los niveles de tensión son tan altos en todas las tribus del peronismo bonaerense que nadie descarta que ese estilo de cruces puedan tener lugar. “Está muy difícil el panorama. Muy complejo la negociación para un acuerdo, pero todavía falta”, asumió un intendente del Movimiento Derecho al Futuro (MDF). No hay clima para cerrar la unidad.
Tanto en el cristinismo como en el kicillofismo hay una certeza que comparten: es imposible lograr una unidad política. En el mejor de los casos, tal vez lleguen a algún tipo de acuerdo de fondo en el camino hacia el 2027, cuando tengan que enfrentar las elecciones presidenciales. Armar un proyecto común, coincidir en un plan de acción, alinear voluntades sobre cómo defender a los principales referentes del espacio y tener una línea de comunicación clara y concisa. Todo eso es imposible en este momento. El acuerdo que se trabaja ahora es puramente circunstancial.
Hay diferencias irreconciliables. En el camporismo creen que si el peronismo pierde las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre, Kicillof los va a responsabilizar a ellos. “Se va a poner en víctima y va a empezar a decir que nosotros le pusimos trabas. La culpa de todo siempre la tiene La Cámpora”, aseguró un importante dirigente de ese espacio. Le siguen reprochando el desdoblamiento y auguran un final negativo.
En el MDF los intendentes conviven con la idea de una posible ruptura. El fantasma sobrevuela todo el tiempo. En los últimos días, varios de ellos que estuvieron en La Plata se volvieron a sus municipios con la sensación de que será muy difícil alcanzar un acuerdo para cerrar las listas. “Todo está muy trabado y la reunión entre Axel, Massa y Máximo no terminó bien”, sostuvo un dirigente importante dentro de la estructura del kicillofismo. Hay dudas e hipótesis por doquier.
“Solo hay una forma de que esto se rompa y es que Cristina se canse de todo este lío y mande a armar listas separadas de Axel. Que golpee ella primero. Ahí estaríamos frente a un problema”, admitió un intendente con larga trayectoria en el conurbano bonaerense. Esa posibilidad no está en línea con los reiterados pedidos de CFK a sus interlocutores para que se trabaje, aún en un clima hostil, en un acuerdo de unidad.
En la agrupación de Máximo Kirchner desbloquearon un nivel más en la confrontación con el Gobernador. Hay muchos desencantados y enojados. Eso no cambia con el paso del tiempo. Todo lo contrario. “No existe Axel sin Cristina. Si ella un día decide desconocerlo en público, decir que ya no tiene nada que ver con él, Kicillof se queda sin todos los votos que cree tener”, sentenció un dirigente fuerte del armado camporista.
Las arterias del peronismo bonaerense están llenas de dirigentes hartos de Axel Kicillof y Máximo Kirchner. Están los que creen que el Gobernador se victimiza y los que están convencidos de que el hijo de CFK rompe todo lo que toca. Si existe alguna posibilidad de lograr un acuerdo, tiene que ver con la necesidad de ser competitivos en la elección. Tal como están ahora, la mayoría asume una derrota con anticipación. Entonces, para evitarlo o, en el mejor de los casos, para dar un batacazo, la unidad forzada es la única opción.
A diferencia del 2019, donde toda la dirigencia trabajaba en un armado político de coalición que hiciera que el peronismo vuelva al poder, en esta etapa de negociaciones electorales, nadie ve con claridad los deseos unificadores de los otros. Todo lo contrario. Se acusan, unos a otros, de poner piedras en el camino o de tener segundas intenciones detrás de cada palabra, de cada comportamiento.
Un día menos para el momento de las definiciones de fondo. Un día menos de interna y discusiones que desgastan, degradan y alejan de la realidad de la gente al espacio más importante de la oposición.
POLITICA
El oficialismo atribuye la derrota en Diputados a las elecciones y asegura que no se repetirá con los vetos

El gobierno de Javier Milei sufrió el miércoles pasado una jornada para el olvido en la Cámara de Diputados en la que la oposición aprobó proyectos con alto costo fiscal sobre salud y universidades, avanzó con el reclamo de fondos de las provincias y rechazó media docena de decretos de desregulación del Estado. Sin embargo, los libertarios atribuyen el traspié a una combinación del cierre de alianzas y temáticas sensibles en un contexto electoral. Y aseguran que no se repetirá cuando se traten los vetos presidenciales.
“En esta época del año todos quieren votar causas nobles y cuando ya sabían que iban a aprobarse algunos proyectos muchos no querían quedarse afuera”, ironizaban cerca de Martín Menem, uno de los señalados como responsable de las derrotas, por su doble rol de armador político en las provincias y titular de la Cámara de Diputados.
Entre el “cúmulo de factores” que -según su visión- terminó desencadenando la racha de votaciones en contra se destacó la pelea electoral en Córdoba, donde los libertarios competirán contra el armado de Martín Llaryora y Juan Schiaretti. “Tuvo mucho impacto esa interna porque hizo que los diputados de Llaryora no se quisieran levantar porque De Loredo seguía sentado y también impedía que De Loredo se pare”, explicaron. Los cuatro diputados del peronismo cordobés no sólo votaron a favor de los proyectos sino que tuvieron un rol clave para garantizar el quórum.
Pero no todos en las filas libertarias comparten el mismo diagnóstico. Dentro del bloque varios diputados expresan en privado preocupación ante la estrategia de confrontación con los gobernadores en sus distritos porque podría causar la pérdida de aliados clave. Al igual que con los diputados de Córdoba, los salteños que responden a Gustavo Sáenz y los peronistas disidentes de Tucumán de Osvaldo Jaldo votaron a favor del financiamiento universitario y de la emergencia en pediatría. Ambos espacios habían sido aliados del oficialismo durante el año pasado.
El caso del tucumano Jaldo es aún más relevante ya que sus tres diputados (Agustín Fernández, Elía Marina Fernández y Gladys Medina) formaron parte de los “87 héroes” que vetaron el aumento de las jubilaciones.
El diagnóstico sobre cuál fue la causa de la debacle legislativa no es menor, ya que se avecinan semanas de máxima tensión en el Congreso y el Gobierno no puede darse el lujo de sufrir nuevas derrotas parlamentarias en plena campaña. Primero con el debate en comisión para destrabar la comisión investigadora de $Libra -tema que siguen con preocupación en la Casa Rosada y avanza en los tribunales de Estados Unidos- y de los proyectos impulsados por los gobernadores para repartir automáticamente los ATN y coparticipar el impuesto a los combustibles líquidos con las provincias.
Luego, seguirá el tratamiento en el Senado de los proyectos sobre financiamiento universitario, la emergencia en pediatría (por la crisis del hospital Garrahan) y el rechazo a los seis decretos delegados. Tras la media sanción en Diputados, el peronismo ya adelantó que buscará aprobarlos lo antes posible. Por su parte, la Casa Rosada confirmó que los vetará por poner en riesgo el equilibrio fiscal. Respecto a los decretos delegados para “desregular” organismos como el INTI o Vialidad Nacional, incluso aseguran que ya no se puede dar marcha atrás con las estructuras que fueron modificadas, por lo que le restan importancia.
Finalmente, la oposición intentará llevar al recinto antes de que termine agosto los proyectos impulsados por los gobernadores para garantizar fondos a las provincias. Desde el peronismo también deslizaron que podría convertirse en una nueva mega sesión que también incluya la insistencia a las leyes vetadas por Milei sobre aumento jubilatorio, moratoria previsional, emergencia en discapacidad y emergencia en Bahía Blanca. Una estrategia para engrosar el quórum y aumentar el costo político de jugar con el Gobierno.
Pero no tienen apuro, la oposición sabe que no puede regalar una sesión donde no llegue con los dos tercios para insistir con las leyes vetadas. De hecho, esperan que los cierres de listas contribuyan a aumentar el número. Por ejemplo, siguen con atención la interna del PRO en CABA, que podría hacer que María Eugenia Vidal y Silvia Lospennato ya no sean parte de los “87 héroes” que blindaron los vetos el año pasado.
En el entorno de Menem aseguran que el titular de Diputados no recibió ningún tipo de crítica o reprimenda de Casa Rosada, a diferencia de Victoria Villarruel, que fue hostigada tras la última sesión del Senado.
“Vamos a poder sostener los vetos. De los que estuvieron ausentes en la última sesión la mayoría son ‘heroes’ que nos van a acompañar. Hubo mucho principio de revelación y hay que ver cómo se paran después del mensaje de Milei”, insisten los libertarios.
El viernes por la noche el presidente Milei habló por cadena nacional y explicó a la ciudadanía por qué vetará todos los proyectos aprobados por la oposición. “Aprobar estos proyectos implica tirar a la basura todo el sacrificio de este año y medio”, dijo.
También desafió al Congreso y redobló la apuesta con el anuncio de proyecto de ley para penalizar la aprobación de presupuestos nacionales con déficit fiscal. Según detalló, la regla fiscal exigirá equilibrio o superávit y toda modificación deberá estar respaldada por recortes equivalentes. La iniciativa incluirá sanciones penales para los legisladores y funcionarios que no cumplan con las nuevas normas.
“Cada peso nuevo que quieran gastar tiene que tener un nombre y un apellido, tienen que decir de dónde sale y a quién se le quita”, precisó. Y sobre el final del discurso instó a los legisladores a “estar a la altura” de las circunstancias.
POLITICA
Fantasmas y luces rojas: en el Gobierno reconocen la dificultad de la elección bonaerense

La máquina electoral libertaria, que irrumpió con tanta potencia en las PASO del 2023, enfrenta un test muy difícil en las elecciones desdobladas del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, donde se votarán legisladores y concejales. En el arranque de la campaña, los primeros sondeos e investigaciones que leen en la Casa Rosada aparecen luces rojas. Hoy no está tan claro que la fuerza de Javier Milei pueda salir airosa de la contienda bonaerense, la escala previa a los comicios nacionales de octubre.
El bajo interés de la ciudadanía en la elección bonaerense que exhiben las encuestas es el principal fantasma de la campaña electoral para Javier Milei: si hay baja participación (hoy se calcula en no más del 50% de los electores), pesará más el aparato territorial de los intendentes, que son los que tienen poder de movilización y los principales interesados en estas elecciones locales. “No es solamente que hay poco interés en participar, la gente ni siquiera sabe que tiene que ir a votar”, se alarmaba esta semana uno de los principales candidatos de las boletas libertarias.
A ese panorama se le suma la dificultad de los candidatos bajo perfil que encabezan las boletas violetas en la mayoría de las secciones electorales. A excepción del intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela (cabeza de lista en la primera sección) y del intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro (primer candidato seccional en la quinta sección), el resto de los postulantes no tiene un amplio nivel de conocimiento, ni aparato propio o capacidad de movilización.
La preocupación que se palpa en la Casa Rosada y en los búnkeres libertarios dista mucho de la hipótesis que reinaba hace algunas semanas La Libertad Avanza, en la previa al armado de las listas: que alcanzaba con el violeta y con el apellido Milei para dar la pelea en el territorio históricamente gobernado por el peronismo.
Para definir la estrategia electoral, asoman varias dudas. No está tan claro si el encuadre de la campaña debe estar únicamente en “nacionalizar” la elección como se hizo, por ejemplo, en la campaña local en la Capital Federal en mayo, cuando el libertario Manuel Adorni se impuso sobre el PJ y sobre Pro con el eslogan “kirchnerismo o libertad”. “La pregunta es si se puede nacionalizar una elección que se va a territorializar, y que se celebra poco antes de que se defina la verdadera elección nacional”, resumió un colaborador que trabaja en la campaña bonaerense.
Hay, de todas formas, una convicción puesta en que es necesario enmarcar la disputa como una polarización con el kirchnerismo y con la gestión de Axel Kicillof. “En la Ciudad partíamos de otra investigación. Ahora no está tan claro que solo alcance con nacionalizar la elección. El marco narrativo debe estar puesto en el nivel de atraso de la provincia de Buenos Aires versus el futuro que propone Milei”, resumió un colaborador muy al tanto de la estrategia que se está diseñando en la mesa de campaña, en donde participa el estratega Santiago Caputo y los armadores que responden a Karina Milei, con Sebastián Pareja como “jefe de campaña”.
Los ejes de la seguridad y de la baja de impuestos para los sectores productivos serán parte de las consignas de los candidatos violetas.
El otro punto de debate es el rol que debe ocupar Javier Milei, el gran elector del oficialismo. Se palparon inquietudes esta semana con las idas y venidas en torno a la foto del Presidente con los cabeza de lista de las ocho secciones electorales. Originalmente, se había dicho que la foto se haría el miércoles, posiblemente en la Casa Rosada. Pero la puesta en escena se postergó. “No es fácil que Javier se involucre si no lo siente, si no conoce a los candidatos”, reconoció un colaborador de la Casa Rosada.
Finalmente se apeló al factor sorpresa: el jueves, Milei hizo su primera bajada a La Matanza, en un descampado de Villa Celina, junto a Karina Milei, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich (que será una de las principales protagonistas de la campaña), Sebastián Pareja y Cristian Ritondo (presidente de Pro bonaerense), además de los ocho cabeza de lista distritales.
La comitiva estuvo en el lugar poco más de veinte minutos. Alcanzó para que Milei saludara a algunos vecinos en el marco de un fuerte dispositivo de seguridad. Y para hacer la primera foto de campaña con la bandera “Kirchnerismo Nunca Más”, con la tipografía del informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) de 1984. La provocación suscitó una fuerte polémica por la utilización de un símbolo del retorno democrático con fines electoralistas. Pero en la Casa Rosada ni se inmutaron por la controversia. El objetivo de la mesa de campaña ahora es llamar la atención y agitar el avispero de la elección provincial.
Quedó pendiente, en tanto, la visita de Milei al nuevo centro de distribución de Mercado Libre en el Parque Logístico del Buen Ayre, en Tres de Febrero, el municipio comandado por Valenzuela. La idea era que el Presidente se mostrara allí con Marcos Galperín. “Hay que ver qué queremos transmitir con Milei inaugurando un galpón. Hay bajadas que no son aconsejables”, puso en duda un funcionario en Balcarce 50.
Se verá si el Presidente sigue poniendo el cuerpo a la campaña en el territorio o si espera un poco más, a que esté lanzada también la contienda nacional, luego del cierre de listas del 17 de agosto. A partir de ese día, hay tres semanas en las que la campaña bonaerense y al se solapan.
La otra clave de la elección pasará por instalar “la medida del éxito”. ¿Ganará la fuerza que sume más sufragios totales (“el voto popular”)? ¿La que se imponga en más secciones electorales? ¿O la opción que se haga de más bancas en la Legislatura bonaerense?
Si se mide por cantidad de secciones, los libertarios entienden que hay desafíos en varios distritos. Se sienten confiados en la primera sección electoral, que asoma como la batalla crucial de la elección. Con 4.988.779 de electores, es prácticamente tan populosa como la tercera y elige 8 senadores provinciales. Esa porción del territorio contiene al corredor de la zona norte y oeste del conurbano (Vicente López, San Isidro, Tigre, San Fernando y Tres de Febrero). Incluye distritos donde gobierna el peronismo como San Martín, José C. Paz, Merlo, Moreno y Morón. LLA también cree que podrá imponerse en la quinta sección de la mano de Montenegro, por el peso de Mar del Plata.
En la tercera sección electoral (el corazón del kirchnerismo, con municipios como La Matanza y Lomas de Zamora,) los libertarios saben que arrancan muy de atrás. Los primeros sondeos hablan de una ventaja considerable del PJ sobre LLA en el distrito más poblado de la provincia. Dicho de otro modo: para ganar el “voto popular” los libertarios deben compensar la preponderancia del kirchnerismo en la tercera.
La segunda, la cuarta y la séptima sección son, en tanto, un interrogante: aún no se sabe cómo impactará en el reparto del voto la “tercera vía” que encarnan las fuerzas Hechos y Somos, donde pesan las fuerzas localistas. La sexta sección tiene sus desafíos: si bien suele gravitar el votante de centroderecha, su cabecera, Bahía Blanca, está gobernada por el peronista Federico Susbielles, y hay dudas por el impacto del veto presidencial a la ley de emergencia en la ciudad, que buscaba volcar fondos luego de la inundación de marzo. En la octava sección, la de la ciudad de La Plata, los libertarios postularon a Francisco Adorni, hermano del vocero presidencial. Deberá darle pelea a las estructuras de Kicillof y del intendente peronista Julio Alak, con peso en la administración pública de la capital provincial.
“Hay que elegir dónde laburar la campaña y empujar nuestros techos”, señaló un colaborador de la Casa Rosada. Y agregó: “Si nos va mal en septiembre quizás nos ayude a movilizar a la opinión pública para octubre, que es la elección que verdaderamente nos importa”. De antemano, asoma la narrativa libertaria que habla de ganar siempre, aún perdiendo.
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POLITICA
La debacle final del PRO, la poca atracción de la oferta moderada y un gobierno que busca oxígeno

“Si con el presidente habíamos construido todas las políticas, ¿cómo hacíamos nosotros para decir que estaban mal?“, se preguntó en su momento José María Díaz Bancalari, el jefe del bloque peronista en Diputados y del PJ bonaerense. Días antes, octubre del 2005, los Duhalde habían intentado contener el avance del kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires con la postulación de ”Chiche», con listas separadas, frente a una Cristina Kirchner que, en cabeza de la lista de senadores del Frente para la Victoria, ejecutaba la decisión compartida con el presidente Néstor Kirchner de abalanzarse sobre el peronismo provincial, apropiarse de los intendentes duhaldistas y adueñarse del liderazgo. “Parecíamos una pareja inseparable desde el punto de vista del bloque legislativo y el Ejecutivo, ¿cómo íbamos nosotros a explicarlo en la forma en que se había instalado la contienda electoral?“, insistió Díaz Bancalari, que secundó a ”Chiche» en la boleta y perdieron de manera categórica frente a la ex presidenta, por más de 20 puntos en el último bastión duhaldista. “El Mono”, histórico dirigente, fallecido en el verano del 2017, ventilaría además que el ex presidente Eduardo Duhalde se retiraría, tras la derrota, de la “política activa”.
Mauricio Macri, que siempre tuvo afecto por él, no quiso correr la misma suerte de Duhalde, al menos no en los papeles, mostró bandera blanca y cedió en la mesa de negociaciones la escritura de la casa matriz del PRO que, en el 2027, corre chances muy serias de cambiar de dueños por el acuerdo electoral que el ex presidente selló en los últimos días con Karina Milei para evitar un papelón aún mayor que haber sucumbido a la “posición dominante” de La Libertad Avanza en la confección de las listas que cierran el próximo domingo.
Veinte años después, Macri no quiso ser Duhalde, no logró disociar al electorado de la derecha y la centroderecha por el apoyo a libro cerrado de sus legisladores al plan de gobierno, y se resistió a ser derrotado en las urnas, a pesar de los consejeros internos que le proponían poner el cuerpo y postularse en octubre. Pero dejó al PRO al borde de la extinción, con su cúpula quebrada, los principales dirigentes desparramados en proyectos diferentes y sus exponentes en territorio bonaerense disfrazados de violeta para una campaña que, en ningún distrito, tendrá ni un solo atisbo amarillo. Diego Santilli, decididamente libertario, había jugueteado hace algunos meses con la franquicia de Los Ángeles Lakers de la NBA norteamericana que lleva ambos colores en su marca distintiva. El PRO resultó ser Villa Dálmine, el club del ascenso, full violeta, de la ciudad de Campana.
“No entiendo a Mauricio”, la escucharon en privado a María Eugenia Vidal, una de las más encumbradas dirigentes amarillas, de la primera hora, que hizo público su rechazo al acuerdo con el gobierno. Antes del cierre de alianzas de la semana pasada, la ex gobernadora telefoneó a Horacio Rodríguez Larreta para preguntarle si estaba dispuesto a armar una alternativa de centro en caso de que, como sucedió, La Libertad Avanza y el PRO terminaran por sellar un frente común. La mesa chica que alguna vez llevó al PRO a su era dorada se desarmó desde la derrota del 2019, y cada uno armó su propia mueblería. Cuando Macri intentó volver a armarla, en la previa de la elección de mayo que decretó el traspié partidario más duro de las últimas dos décadas, ya era tarde. Puertas adentro cargaron culpas contra el jefe de gobierno porteño, por la decisión de separar y adelantar la elección local, una definición que, a todas luces, resultó, cuanto menos, equivocada. “Sin esa elección, podríamos haber negociado un paquete más amplio. Jorge nos deschavó: el gobierno supo en mayo que valíamos solo 16 puntos en nuestra casa matriz”, reconoció un histórico dirigente. Según trascendió, a fines del año pasado, Cristian Ritondo conversó con Karina Milei sobre la posibilidad de repartir en mitades iguales las listas legislativas, pero fue desautorizado por el jefe porteño, que siempre vio a los Milei como una amenaza.
Esa noche, Mauricio y Jorge Macri discutieron feo. Semanas atrás, el ex presidente había intentado convencer a Larreta de declinar su candidatura que fue clave para la derrota del PRO. Después del triunfo de LLA, y de que el macrismo no lograra ganar ni una sola comuna por primera vez en veinte años, los primos se distanciaron, a tal punto que tuvo que intervenir Daniel Angelici, no solo como consigliere familiar, sino como coadministrador político de la gestión local frente a una suerte de amenaza de gobernabilidad desde la Legislatura, una situación inédita para un partido que se acostumbró en los últimos tiempos a legislar a los empujones. “El Tano” también trató de acercar posiciones entre el jefe de gobierno y Larreta, en al menos dos oportunidades, sin aparente éxito.
El ex presidente Macri, que hace algunas semanas se manifestó muy fastidioso por su cargo de jefe del PRO en una reunión federal del partido, había sido decisivo para que su primo Jorge se quedara con la Jefatura de Gobierno porteño en el 2023. Igual de influyente para erosionar primero a Rodríguez Larreta en la carrera presidencial de ese año y coquetear con Javier Milei mientras Patricia Bullrich intentaba darle sentido a una candidatura que se encaminaba a una segura derrota. Una catarata de pésimas decisiones, tan destacadas como la sucesión de aciertos que lo llevaron desde Boca a la capital y de allí a la Presidencia.
En los primeros meses del año, mientras redoblaba sus críticas al programa económico y político del gobierno que acompañó de manera casi irrestricta desde el Parlamento, el ex presidente se mandó a medir, para analizar sí, a pesar de su rechazo, valía la pena postularse como último plan para resguardar al PRO de la debacle final. La consultora Isonomía, que hizo trabajos para los Macri durante años, midió a los principales dirigentes nacionales y concluyó que el expresidente registra un diferencial negativo del 33%, por debajo incluso de Cristina Kirchner. Hay que remontarse a principios del 2019, en la crisis del programa económico de Cambiemos, para cotejar números tan malos.
Patricia Bullrich, casi segura candidata a senadora, también se mandó a medir en una hipotética contienda electoral contra Macri. Según su entorno, el ex presidente solo arrojó 7 puntos de intención de voto en el distrito que gobernó, con un éxito arrollador y comprobable, durante ocho años.
Desde el Pacto de Acassuso, Macri pasó por todos los estados. Intentó cogobernar, pidió lugares y acercó dirigentes y funcionarios, y auxilió al Gobierno desde el Parlamento hasta que entendió que los Milei planeaban absorber al PRO y ungir al Presidente como el único líder de la derecha y la centroderecha antes que avanzar sobre el kirchnerismo. Entonces se paró en la vereda de enfrente y tiró piedras hasta que cayó en la cuenta de que buena parte de la dirigencia que antes se referenciaba en él empezó a hacer su camino, y ya no tenía más escapatoria que aferrarse al proyecto de La Libertad Avanza como único mecanismo de supervivencia. Ser lo que fue el radicalismo al PRO durante la gestión de Cambiemos, aunque para eso los hermanos Milei deberían aceptar la formalización de una coalición de gobierno. Resulta improbable. Macri solo rescató, por ahora, un comunicado conjunto que vio la luz el jueves, y que resaltó un trabajo conjunto en el Congreso hacia el 2027. Una vez allanado el camino, el Presidente recién se dedicó al peronismo K, tras derrotar al macrismo en su distrito emblema y ganarse la atracción de los principales dirigentes bonaerenses, con Ritondo y Santilli a la cabeza, que sellaron una alianza provincial sin esperar la opinión de Macri.
La crisis terminal del PRO -en un artículo de junio de la revista Seúl, el diputado Martín Yeza analizó, en clave premonitoria, sobre los “riesgos” de que el partido se convierta en “Blackberry” y quedara “fuera de juego”- está extendida, de todos modos, a todo el sistema político que implosionó en 2023 con el triunfo de Milei, y cuya reconstrucción todavía naufraga en un océano plagado de interrogantes.
En ese interregno, por fuera del peronismo y de la disputa bonaerense aún no saldada entre el gobernador y el kirchnerismo, las estructuras tradicionales entraron en colapso, y la conformación de una opción de centro moderada por fuera de los polos opositores todavía no logró suficiente atracción.
No solo eso: el cierre de alianzas del pasado jueves exhibió una dispersión abrumadora de la oferta y la incertidumbre en torno a nuevas-viejas alianzas que se presentaron a contrarreloj con un futuro muy incierto.
El frente Somos que se conformó para la elección legislativa de septiembre en territorio bonaerense perdió dirigentes antes de que empiece la campaña. Por ejemplo, Emilio Monzó y Margarita Stolbizer. Ahora podría ser el turno de Florencio Randazzo, a quien desde usinas oficiales no ven con tan malos ojos si se reedita, de cara a octubre, un espacio lo suficientemente redituable para birlarle algunos puntos al kirchnerismo. Fue lo que sucedió en el 2017. Es lo que querrían ensayar otra vez desde sectores del Ejecutivo.
Facundo Manes, que se presentó públicamente en Tigre para tratar de quebrar la polarización bonaerense, analizaba por estas horas inscribir su candidatura a senador en la ciudad de Buenos Aires. La UCR se desperdiga en buena parte del país. Por ejemplo, en Córdoba y en PBA, dos distritos clave. En la capital, Elisa Carrió y Graciela Ocaña volvieron a encontrarse después de muchos años, para disputar en ese territorio. “Un reencuentro cariñoso”, describieron. Ricardo López Murphy competiría solo, por fuera. Esteban Paulón, diputado por Santa Fe, también haría lo propio, en la ciudad de Buenos Aires y en la boleta para el Senado, producto de algunas tratativas irresueltas en su provincia, con la coalición que lidera Maximiliano Pullaro.
El gobernador es parte de una nuevo grupo de mandatarios a los que todavía les cuesta demasiado la cohesión y la exhibición de una propuesta convocante. El miércoles, en la sesión que le propinó al Gobierno una contundente derrota, algunos dieron quórum con sus diputados, otros de manera parcial e Ignacio Torres, de Chubut, no movió a ninguno de los legisladores.
La escasa atracción de la oferta electoral de centro y la fagocitosis del PRO le proporcionan al Gobierno una soga electoral para oxigenarse en octubre en un tramo bravo de la gestión, acuciado por una batería de derrotas legislativas que volvieron a poner el foco en la mala praxis parlamentaria. El sistema de toma de decisiones libertario luce agotado, y llega con el tanque en reserva a una campaña electoral que, según los analistas, arrojaría para Milei un resultado favorable, a pesar de los evidentes signos de fatiga del programa económico y el sacudón financiero que se inició tras el desarme desordenado de las LEFIs. Según los economistas, la suba de tasas tendrá en estos meses efectos reales sobre la actividad. “En una economía que ya venía con una dinámica de ‘serrucho’ -a la que le costaba encadenar dos meses consecutivos de crecimiento incluso antes de este nuevo shock-, la probabilidad de enfriamiento aumenta de manera significativa”, resumió a mediados de semana un informe privado destinado a inversores.
Según diversos estudios, en los últimos tres meses el humor social empeoró y las expectativas a futuro evidenciaron una caída leve pero sostenida. En el Gran Buenos Aires, esa tendencia está aún más acentuada: los intendentes del conurbano están desesperados por la caída del consumo y del poder adquisitivo, y la incertidumbre por la apatía electoral que hace difícil pronosticar un resultado para el 7 de septiembre, a pesar del pesimismo que reina en Casa Rosada. Aún así, hay una porción de la sociedad que todavía está dispuesta a concederle al Gobierno un tiempo prudencial para mostrar aciertos más allá de la estabilidad macroeconómica.
Puertas adentro del Ejecutivo reconocen las luces de alerta. “Hay que relanzar el gobierno después de las elecciones”, es una de las frases que más resuena en algunos despachos. Hasta qué punto Javier y Karina Milei están dispuestos es la gran pregunta.
Mientras tanto, el Gobierno se aprovecha de la crisis en el sistema político y los aliados en el tránsito hacia octubre. El cierre de alianzas del jueves fue un reflejo fiel de que, a pesar de las luces de alerta en el tablero de gestión de la administración, LLA se sigue moviendo en el escenario de la política como la referencia central del sistema. Aún a pesar de la falta de respuestas a los gobernadores, que se vio reflejada en las últimas dos sesiones, del Senado y de Diputados, con durísimas derrotas consecutivas para la Casa Rosada.
A pesar de eso, un buen grupo de gobernadores busca refugio en sus provincias: pretenden priorizar sus distritos. El 2027 todavía queda lejos, para todos. “La política cambió mucho. Antes, tener diputados y senadores te garantizaba en la relación con Nación que te lleguen recursos, con Milei cambió esa lógica. Nosotros teníamos un montón de diputados y nos los metimos ya sabes dónde. Hoy priorizo poder sacar algo en Nación e impedir que tengamos una elección que nos complique la gestión al final del mandato”, explicaron, en medio de la negociación por las listas, en el despacho de un gobernador de la zona centro.
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