POLITICA
Jubilaciones de privilegio: Adolfo Rodríguez Saá fue presidente una semana y cobra más de $ 14 millones

Las pensiones vitalicias o de privilegio siempre han sido tema de debate en la política y más cuando se conocen los montos que paga el Estado. Pero también hay datos que no dejan de llamar la atención, como el caso del ex senador Adolfo Rodríguez Saá, quien por haber sido presidente una semana cobra una jubilación de más de 14 millones de pesos, lo que representa 47 jubilaciones mínimas.
Para quienes no lo recuerdan, Rodríguez Saá era gobernador de San Luis cuando estalló la crisis de 2001 y fue elegido presidente interino el 23 de diciembre de 2001, en el marco de la Asamblea Legislativa convocada tras la caída de Fernando de la Rúa. Pero con escaso apoyo político, no sólo de la oposición sino del propio peronismo, renunció a la presidencia una semana después y abrió un proceso que terminó llevando al poder a Eduardo Duhalde.
Esa semana en la Casa Rosada le permitió al puntano y ex gobernador acceder a una jubilación de 14.525.098 pesos, según se detalla en el informe de gestión presentado recientemente por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en la Cámara de Diputados. De acuerdo a los datos del Ministerio de Capital Humano, en la actualidad se pagan once asignaciones vitalicias, entre jubilaciones y pensiones, lo que representa un total de más de 123 millones de pesos.
En la nómina no están la ex presidenta Cristina Kirchner, a quien se le quitó la jubilación y pensión luego de que la Cámara Federal de Casación Penal confirmara la condena a 6 años de prisión en una causa por corrupción, ni tampoco el ex vicepresidente Amado Boudou, también condenado y que estuvo detenido por cohecho pasivo y negociaciones incompatibles con la función pública.
En cambio, sí está el secretario de Turismo, Ambiente y Deportes, Daniel Scioli, quien a diferencia de lo que predica Javier Milei -dijo que no tendría que haber jubilaciones- optó por cobrar la asignación vitalicia a su sueldo como funcionario del Estado. Lo curioso del ex vicepresidente de Néstor Kirchner es que había renunciado a la jubilación cuando asumió como embajador en Brasil, durante el gobierno de Alberto Fernández, ya que era más tentador el sueldo en dólares.
Tras asumir ad honorem en la administración libertaria, Scioli pidió que le activen la jubilación, que asciende a 7.557.475 pesos, según los datos publicados en el informe de gestión del Gobierno.
En la actualidad, la jubilación más alta la percibe Alberto Fernández con un haber de 15.791.896 pesos y luego se ubica Mauricio Macri con 15.156.865 pesos, mientras que el podio se completa con Rodríguez Saá. A ellos se agrega María Estela Martínez de Perón, con una asignación de 7.829.934 pesos. Mientras que cobran una pensión las viudas de Fernando de la Rúa, Inés Pertiné; de Carlos Menem, Zulema Yoma; de Marcelo Levingston (presidente de facto), Bety Andrés; y la hija de José María Guido, Amalia Guido.
Además de Scioli también cobran la jubilación de privilegio los ex vicepresidentes Gabriela Michetti y Julio Cobos, quien obviamente renunció a su dieta como diputado.
El año pasado hubo un intento fallido en la Cámara Baja de eliminar el régimen de jubilaciones de privilegio para los presidentes y vicepresidentes a partir de un proyecto impulsado por María Eugenia Vidal, medida que fue incluida en un proyecto de modificación del sistema de movilidad jubilatoria. Sin embargo, ese artículo no prosperó pese a que el proyecto de actualización fue aprobado y luego vetado por Milei.
A la propuesta de Vidal se suman un proyecto de la salteña Pamela Calletti (Innovación Federal), otro de la radical Carla Carrizo y hasta una iniciativa de la diputada K Gisela Marziotta. Todas las propuestas tienen estado parlamentario con giro a las comisiones.
También hubo un intento de un grupo de diputados del PRO, encabezados por Silvana Giudici y Damián Arabia, con el fin de quitarle a Alberto Fernández la asignación de privilegio y la custodia que tiene por haber sido Presidente tras la denuncia presentada por la ex primera dama Fabiola Yánez por violencia de género.
En consecuencia se mantiene la Ley 24.018 -aprobada en noviembre de 1991-, que impulsa la jubilación de presidentes y vice pero también alcanza a los jueces y fiscales. En octubre de 2002 el Congreso derogó la ley, pero el entonces presidente Eduardo Duhalde vetó la iniciativa y sólo dejó en pie la eliminación de las asignaciones vitalicias para diputados y senadores.
De acuerdo a lo reglamentado los presidentes cobran el equivalente al sueldo de un juez de la Corte Suprema, mientras que a los vice se les asigna el 75% de ese monto. En el caso de las viudas e hijos menores o discapacitados cobran una pensión equivalente al 75% del haber original.
Adolfo Rodríguez Saá,Daniel Scioli,Cristina Kirchner
POLITICA
Qué se sabe sobre la explosión en Ezeiza: las claves del accidente que dejó 20 heridos y el Gobierno investigará

Un incendio de enormes proporciones desató el pánico anoche en el Polígono Industrial de Carlos Spegazzini, partido de Ezeiza, y todavía mantiene en alerta máxima a las autoridades y a los vecinos de la región.
Todo comenzó cerca de las 21 del viernes, cuando un incendio seguido de una explosión sacudió la planta de Logischem, una empresa dedicada al almacenamiento y distribución de productos químicos, según indicó la Municipalidad de Ezeiza en un comunicado.
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El fuego se propagó rápidamente y alcanzó a varias firmas vecinas, lo que generó una situación crítica que obligó a desplegar un operativo de emergencia sin precedentes.
Heridos y evacuados: el saldo humano del siniestro
Como consecuencia del incendio y la detonación, ocho personas debieron ser trasladadas al Hospital de Ezeiza: se trata de dos efectivos policiales y seis civiles. Según informaron fuentes oficiales, todos se encuentran fuera de peligro.
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Empresas afectadas y el temor a una tragedia mayor
El avance de las llamas no se detuvo en Logischem. El fuego alcanzó a Iron Mountain, Larroca Minera, Almacén de Frío, Aditivos Alimentarios y la distribuidora Salón.
El foco de preocupación principal está puesto ahora en la empresa Flamia, que almacena productos altamente inflamables. Los bomberos trabajan contrarreloj para evitar que el fuego llegue a ese sector y provoque una catástrofe aún mayor.
Por el momento, Sinteplast y Molinos Cañuelas, otras firmas que manejan materiales inflamables, no corren riesgo, según el último parte oficial.
Un operativo sin descanso y la autopista cerrada
El operativo está coordinado por el Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires y se espera que las tareas de extinción se prolonguen entre 24 y 36 horas más.
En el lugar trabajan dotaciones de bomberos de Ezeiza, Esteban Echeverría, La Matanza, Cañuelas, San Vicente, Marcos Paz, Morón, Tres de Febrero, Brandsen y otros distritos.
También colaboran la Cruz Roja, Policía Federal, el Ministerio de Salud bonaerense, Defensa Civil y personal de municipios vecinos. El municipio de Ezeiza asiste a los equipos de emergencia y trabajadores con agua, comida y barbijos.

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Para facilitar el trabajo de los rescatistas, la Autopista Ezeiza-Cañuelas permanece cerrada en ambos sentidos (desde Ezeiza hasta Spegazzini) hasta nuevo aviso. Se pide a la población no acercarse a la zona y mantenerse informada por los canales oficiales.
¿Hay riesgo de contaminación química?
Por ahora, no se detectaron signos de contaminación química en el aire ni se recibieron llamados por síntomas de intoxicación en la población. La densa nube negra que cubre la zona es producto de la combustión de neumáticos en la planta de Larroca Minera.
Investigación en marcha y llamado a la calma
Todavía no hay hipótesis firmes sobre el origen del incendio ni de la explosión inicial.
“Tenemos que ver primero qué es lo que pasó para definir cómo avanzar”, expresaron a TN desde Nación. La Casa Rosada está a la espera de la determinación de la Justicia sobre el proceso de investigación y asegura que colaborará con “todo lo que pidan”
El Ministerio de Seguridad -que encabeza Patricia Bullrich- le dio curso a la Agencia Federal de Emergencias para que colabore en el operativo junto con el gobierno de la provincia de Buenos Aires.
La Municipalidad de Ezeiza agradeció el esfuerzo de todos los organismos que intervienen y pidió a los vecinos evitar circular por la zona para no entorpecer las tareas de los equipos de emergencia.
Ezeiza, Explosión, Incendio, Provincia de Buenos Aires
POLITICA
Ricardo Lorenzetti presenta su nuevo libro “El liderazgo del caos”

“La propuesta de estas páginas es concreta: una nueva narrativa humanista que consiste en una revolución que permita poner de acuerdo el desarrollo económico, social y ambiental con lo humano; un nuevo liderazgo que no pretenda el orden basado en poderes concentrados para controlar autoritariamente todas las variables; un liderazgo del caos que permita la diversidad democrática y la innovación mediante la descentralización de las decisiones, basándolas en emociones que convoquen a un proyecto común”.
Esto escribe el autor, Ricardo Lorenzetti, en la introducción de su nuevo libro, “El liderazgo del caos: cómo reconstruir un proyecto común en un mundo fragmentado”, publicado por Siglo Veintiuno Editores, estableciendo desde el principio hacia dónde nos va a llevar a lo largo de estas páginas: un recorrido por las crisis políticas, sociales y tecnológicas que atraviesan nuestro tiempo, y una invitación a repensar el liderazgo, la democracia y el sentido de comunidad como bases para reconstruir un proyecto común.
En tiempos de incertidumbre, polarización y desencanto, este libro se atreve a mirar más allá del ruido. Con una prosa tan clara como inquieta, Ricardo Lorenzetti ensaya un diagnóstico profundo de nuestra época —sus crisis múltiples, la distancia entre dirigentes y ciudadanos, la sensación de agotamiento del sistema— para proponer algo que parece radical en su simpleza: reconstruir el sentido común desde el humanismo y la comunidad.
Entre la lucidez del análisis y la apuesta por la esperanza, el autor invita a repensar los términos del liderazgo social y político. Plantea la necesidad de desconcentrar el poder, abrir las instituciones a la innovación, escuchar a los movimientos sociales y recrear una narrativa común que ponga en el centro la dignidad humana. Lejos de la mirada apocalíptica, este libro encuentra en las calles y en las redes —en las ideas dispersas de una ciudadanía cansada pero viva— las semillas de un nuevo comienzo.
Dividido en dos grandes secciones, el recorrido parte de un diagnóstico agudo: “Ellos y nosotros” analiza las múltiples crisis que atraviesan a las sociedades contemporáneas, la desconexión entre dirigencia y ciudadanía, el colapso ambiental, las tensiones sociales y económicas de la modernidad tardía, y la revolución tecnológica que redefine la identidad, el trabajo y los vínculos humanos. Desde la inteligencia artificial hasta la fragilidad emocional de las comunidades hiperconectadas, el autor traza un mapa del presente donde la sensación de pérdida convive con nuevas posibilidades de cambio. Y “Hacia una democracia reflexiva”, donde se aventuran respuestas, caminos para reconstruir el contrato social: un rediseño institucional que permita hacer trabajar a la democracia, liderazgos que conduzcan la complejidad sin autoritarismo y un relato colectivo que devuelva al futuro su potencia imaginativa.
“Vincular la frustración de un modelo con un oponente, competidor o adversario singular es identificar y describir erróneamente las causas del problema, porque no se trata del fracaso de un dirigente o de un partido político, sino de un fin de ciclo. Ante este escenario, la única respuesta posible surgirá de una cultura, una economía y una política basadas en nuevas ideas, porque la repetición de los métodos conocidos nos devolverá los fracasos que queremos superar. Este libro busca hacer un aporte en ese sentido”. Así comenta Lorenzetti uno de los núcleos conceptuales de su obra y marca el pulso de su propuesta: abandonar la lógica del enemigo, superar la mirada corta de la coyuntura y animarse a pensar transformaciones de fondo. Para el autor, la salida no vendrá de grandes figuras ni de soluciones improvisadas, sino de un cambio profundo en la forma de comprender el poder, la cooperación y la vida en común. Es un llamado a ensayar una imaginación política renovada que permita reconstruir un horizonte compartido en medio del desconcierto contemporáneo.

“Gobernar la tecnología, la economía y la cultura requiere un sistema de valores que funcionen como límites dentro de los cuales estas áreas pueden desarrollarse. Vamos a toda velocidad, sin conocer el destino: al menos necesitamos guardarraíles para no despistar. Gobernar en el siglo XXI es liderar el caos, es saber ubicarse en un plano diferente, que permita tener una visión estratégica, para poder conducir la multiplicidad de conflictos como un narrador moral que guía el relato de una nación”.
Con esta imagen, Lorenzetti subraya el corazón de su propuesta: la idea de que, en tiempos donde la complejidad se multiplica, el liderazgo no consiste en controlar cada variable, sino en ofrecer un marco ético que ordene el sentido colectivo. La figura del “narrador moral” no alude a una autoridad paternalista, sino a una guía capaz de articular las tensiones de la época, darles coherencia y proyectarlas hacia un horizonte común. En un contexto donde la tecnología acelera más rápido que las instituciones y la economía se mueve por impulsos globales, el autor insiste en que sin valores compartidos —esos guardarraíles mínimos— cualquier proyecto político corre el riesgo de derrapar.
El cierre es una apuesta por el porvenir, con la elaboración de una serie de propuestas concretas para transformar el sistema político y tecnológico, apostando por una “sociedad de soñadores” que recupere el sentido de comunidad, la creatividad y la esperanza en el futuro compartido, donde la creatividad y la solidaridad vuelvan a ser los motores de una democracia viva y del futuro que todavía podemos escribir juntos.
A continuación, un adelanto de la obra “El liderazgo del caos: cómo reconstruir un proyecto común en un mundo fragmentado”.
Introducción
El liderazgo político y social actual se basa en la construcción permanente de enemigos como exclusivos culpables de los sufrimientos ciudadanos, cuya derrota sería una solución. Es un mal camino para construir un futuro promisorio. La historia demuestra que es peligroso, porque sus beneficios han sido transitorios y sus costos permanentes, con divisiones irreversibles, deterioro democrático y prácticas autoritarias.
Vincular la frustración de un modelo con un oponente, competidor o adversario singular es identificar y describir erróneamente las causas del problema, porque no se trata del fracaso de un dirigente o de un partido político, sino de un fin de ciclo. Ante este escenario, la única respuesta posible surgirá de una cultura, una economía y una política basadas en nuevas ideas, porque la repetición de los métodos conocidos nos devolverá los fracasos que queremos superar. Este libro busca hacer un aporte en ese sentido.
Un diagnóstico correcto debe empezar por describir el agotamiento del modelo. El liderazgo político y social de los últimos trescientos años se basó en la centralización del poder, en la dominación de la naturaleza que permitió la Revolución Industrial y en los modelos culturales estables que ordenaron el comportamiento social. Como veremos, el liderazgo sigue igual, pero los presupuestos que lo hicieron posible cambiaron; esto produce una gran desconexión entre la dirigencia y la sociedad: se habla un lenguaje gastado, que no coincide con lo que ocurre en la materialidad de los acontecimientos.
Esa desconexión tiene un efecto directo sobre las conductas humanas porque se siente una verdadera orfandad, una ausencia total de estadistas que sepan guiar a los pueblos. Vivimos con incertidumbre.
Hay varias revoluciones en simultáneo: las nuevas tecnologías que pueden programar la vida humana, la inteligencia artificial, la perspectiva del desempleo masivo, el control social, la amenaza sobre el libre albedrío, la colisión de la economía con la naturaleza, los cambios sociales derivados de la longevidad, las migraciones masivas, el fraccionamiento político, los conflictos globales que crecen ante la ineficacia de los instrumentos nacionales. La combinación de estos factores hace imposible anticipar el futuro de la civilización.
Vivimos con la amenaza de una posible crisis existencial de la humanidad. El efecto acumulativo de la crisis ambiental, la pérdida de control sobre las tecnologías, la asfixia de la libertad y la posible insignificancia de lo humano presentan un escenario apocalíptico.
Vivimos con temor y frustración porque la desigualdad global se ha acentuado en los últimos veinte años. La riqueza se exhibe sin pudor en las redes sociales, lo que genera un deseo de imitarla, y nos agobia la frustración por no poder lograrlo. Es cada vez más evidente que los hijos van a estar peor que sus padres.
Vivimos con desilusión, porque ya no hay grandes proyectos de desarrollo social, ni tampoco una reflexión sobre por qué fracasaron. La pasión revolucionaria ha sido reemplazada por la melancolía y el desencanto.
Vivimos aislados pero conectados, buscando microidentidades en temáticas específicas que solo brindan una tranquilidad pasajera. Estas emociones personales tienen un reflejo en la crisis de la política como modo de organización de la sociedad. En algunos casos, asistimos al fracaso de años de gobiernos progresistas o socialdemócratas; en otros, vemos la reacción hacia la extrema derecha o al autoritarismo; algunos otros muestran turbulencias permanentes, y hay incluso Estados fallidos que están en manos de grupos delictivos.
Aunque contamos con información sobre cada uno de estos cambios, estos ofrecen un panorama muy distinto cuando los podemos observar en conjunto. La fotografía que permite conocer cada uno de esos factores, sumada a la película que podría suministrarnos alguna idea de lo que significa la interacción permanente de todas estas revoluciones en movimiento, es preocupante.
Las respuestas se encuentran aún en proceso de diseño. Una de las ideas más difundidas es que, frente a la emergencia, hay que dar un poder absoluto a alguien que se presenta como la única solución para enfrentar la incertidumbre y, en algunos casos, se dice que estamos frente a un precipicio, similar al apocalipsis.
El apocalipsis es uno de los acontecimientos más anunciados en la historia de la humanidad; en los comienzos de la era cristiana, ante cada enfermedad masiva, cada guerra, cada terremoto o huracán, se proclamó el fin de los tiempos. En la modernidad ha sido la razón principal que ha permitido que se eligieran gobiernos autoritarios y se permitieran medidas excepcionales. La historia enseña que el apocalipsis no se produjo y que los peores daños fueron provocados por los poderes ilimitados que se otorgaron para evitarlo. Esta alternativa, entonces, no impedirá la crisis; por el contrario, es más probable que la acelere, porque solo aumentará las tensiones existentes.
También hay propuestas que consisten en hacer pausas en el ritmo del cambio, poner al mundo en cámara lenta para pensar hacia dónde vamos y meditar. La espera es un instrumento razonable, pero solo si se integra en una estrategia más amplia de cambios profundos. Lo que no es adecuado es predicar la pasividad en un mundo donde innumerables factores interactúan entre sí sin que sepamos adónde nos conducen, lo que incrementa los riesgos de una crisis.
La solución puede encontrarse si miramos el problema desde las grandes enseñanzas de la historia y la política. El siglo XXI se encuentra en una situación que, en varios aspectos, es similar al final de la Edad Media. En aquel momento, las personas vivían con miedo y algunos optaban por retirarse del mundo, mientras que otros se entregaban al fanatismo. Eso es lo que ocurre cuando hay un proceso que pierde su capacidad de generar expectativas y cambios.
La dirigencia de entonces estaba enamorada de un discurso agotado. Foucault, en relación con la Edad Media, escribió que “Don Quijote lee el mundo para demostrar los libros” y que “la escritura ha dejado de ser la prosa del mundo, las semejanzas y los signos han roto su viejo compromiso; las similitudes engañan, llevan a la visión y al delirio; las cosas permanecen obstinadamente en su identidad irónica”. La voz de la gobernabilidad moderna también lucha contra el mundo para imponer los textos aprendidos hace años, con el mismo lenguaje y las mismas ideas, pero ya nadie los escucha.
La Edad Media asistió a la ruptura del relato unificado, y eso fue evidente en la división entre protestantes y cristianos. En nuestro siglo también hay una verdadera fractura del consenso porque no hay un relato unificador que facilite la gobernabilidad social.
El otoño de la Edad Media no fue transitorio, sino que se profundizó en un invierno que era puro sufrimiento. En nuestro siglo, vemos también que los fenómenos que nos preocupan tienen un grado de generalidad y de permanencia que nos obliga a pensar que no estamos frente a cambios de gobiernos dentro del normal funcionamiento democrático, sino ante algo más profundo.
Todo cambió cuando los humanistas impulsaron el Renacimiento alimentado con el goce que produjo la sabiduría antigua renovada. Por eso, la propuesta de estas páginas es concreta:
• Una nueva narrativa humanista que consiste en una revolución que permita poner de acuerdo el desarrollo económico, social y ambiental con lo humano.
• Un nuevo liderazgo que no pretenda el orden basado en poderes concentrados para controlar autoritariamente todas las variables.
• Un liderazgo del caos que permita la diversidad democrática y la innovación mediante la descentralización de las decisiones, basándolas en emociones que convoquen a un proyecto común.
Los pueblos necesitan reconstruir la esperanza fundada en que algo está naciendo, con la convicción de que la solución no es un resultado a lograr sino un procedimiento a seguir. El líder tradicional busca un resultado concreto, que puede consistir en una obra pública o una transformación social o económica. Es razonable si debe enfrentar un problema específico, pero querer encerrar todo lo que hoy sucede dentro de un esquema de decisión centralizado solo lleva al autoritarismo y luego al fracaso.
El liderazgo del caos que aquí proponemos deja libertad para que la multiplicidad de fuerzas actúe, lo que facilita la experimentación institucional, social y económica. Dado que la fragmentación ya es inevitable, se debe crear un nuevo sistema institucional descentralizado, organizado en torno a un sistema de valores unificadores del relato: un humanismo en armonía con el sistema. El líder del caos debe ser un “narrador moral de la nación”, capaz de presentar ideales que provean los incentivos para que los movimientos sociales e individuales tengan una conexión con el conjunto.
Este esquema conceptual permite desarrollar una serie de propuestas concretas que presentamos al final de este libro y que se pueden aplicar en varios planos. En la economía ya es visible un cambio de dirección, porque se ha advertido que los costos de seguir en este camino superan a los beneficios. Con avances y retrocesos, aparecen las energías renovables, los financiamientos de proyectos de sustentabilidad, los alimentos orgánicos y una multiplicidad de sectores que se suman progresivamente a un modelo económico distinto, compatible con la naturaleza y sustentable en el mediano plazo. En la sociedad, poco a poco, se huele ese perfume de epopeya que nace en las calles, donde comienzan los verdaderos movimientos de transformación. Enojados con los negligentes que nos trajeron hasta esta situación (ellos), distintos grupos pretendemos construir una nueva identidad (nosotros), un idealismo de transformación.
Como lo han repetido distintos líderes globales en los últimos tiempos, somos la primera generación que tiene consciencia de la crisis y la última que puede hacer algo para evitarla. Nace una nueva esperanza.
A los lectores
Este libro nace del corazón más que de la mente; de las emociones más que de la razón.
Ha nacido mi primer nieto, a quien dedico este libro, y temo por el futuro que deberá enfrentar. Siento que debo hacer algo más allá de mis obligaciones cotidianas. Mi humilde aporte empieza por lo que hago, que es leer y escribir como un intelectual preocupado por el mundo.
Estudié derecho, pero lo hice en una universidad en la que, además, se enseñaban ciencias sociales. Es por eso que todos mis libros jurídicos tienen un contenido que excede el mundo del derecho. Mientras estudiaba, empecé a dictar cursos sobre distintos movimientos culturales (el surrealismo, por ejemplo), y sobre cómo ideas similares se manifestaban en la música, la pintura, la sociología y la filosofía en simultáneo. Con esos ejercicios, desarrollé un tipo de análisis que se enfoca más en la comprensión del sistema en su totalidad que en la de cada una de sus partes.
Como muchas personas interesadas por la época en la que vivimos, he leído sobre inteligencia artificial, bioingeniería, derecho, economía, sociología, literatura, y en cada uno de esos textos he encontrado un aporte valioso, pero aislado. Es como caminar perdido por una senda sin saber a dónde nos lleva ese camino, y sin mirar el paisaje alrededor o las estrellas en el cielo.
Por esta razón, lo primero que encontrarán en este libro es una descripción de las principales partes del rompecabezas; les servirá para ahorrarse lecturas, pero también para comprender el conjunto. Es una exposición de la multiplicidad de causas que se entrecruzan para formar un sistema y de las intersecciones que se pueden identificar para extraer líneas de acción.
He advertido que mucho de lo que en este libro aparece sobre la ruptura de la homogeneidad y la dispersión, fenómenos que hoy están tan presentes, ya lo había abordado en Las normas fundamentales de derecho privado, un libro que publiqué en 1995. Eso me hizo acordar a Borges, que dice que uno puede escribir sobre muchos temas durante toda la vida, pero al final es posible detectar una idea propia que subyace en la identidad que uno se ha formado.
El segundo punto es que, aunque el diagnóstico sobre el estado actual del mundo es claro en la enorme cantidad de libros que se han escrito al respecto, no hay demasiado sobre cómo curar la enfermedad. Por eso en estas páginas traté de enfocarme en algunas líneas positivas sobre el futuro.
Lo que realmente interesa a todos los habitantes de este planeta es cómo gobernar. Como sugiere Shakespeare en Rey Lear, es triste que el mundo esté dirigido por ciegos asistidos por locos. Hoy hay ceguera en los gobernantes y las élites, incapaces de ver las consecuencias de sus acciones, y una imprudencia cercana a la locura.
¿Quién nos salvará y cómo?
Gobernar la tecnología, la economía y la cultura requiere un sistema de valores que funcionen como límites dentro de los cuales estas áreas puedan desarrollarse. Vamos a toda velocidad, sin conocer el destino: al menos necesitamos guardarraíles para no despistar.
Gobernar en el siglo XXI es liderar el caos, es saber ubicarse en un plano diferente, que permita tener una visión estratégica, para poder conducir la multiplicidad de conflictos como un narrador moral que guía el relato de una nación.
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Macri y su nuevo libro Franco, sobre la vida de su padre: “Me amaba pero a la vez me quería destruir”

El expresidente Mauricio Macri anunció esta semana la salida de su nuevo libro Franco, un texto dedicado a la vida de su padre, Franco Macri. Allí, relató la trayectoria empresarial de “su gran maestro”, como lo llamó, y cómo cambió la relación entre ambos cuando el titular de Pro fue secuestrado a principios de la década del 90. “Me amaba pero a la vez me quería destruir”, dijo, sobre su vínculo. El libro, editado por Planeta, estará a la venta el 26 de noviembre y tiene una extensión de 224 páginas.
“Él fue mi primer gran maestro, hasta que me puso donde me puso, yo era su segundo. Un amigo le dijo un día: ‘Está listo para reemplazarte’ y ahí fue el principio del fin. Mi padre tenía un agujero emocional y en el mundo afectivo hacía cosas muy dañinas. Me amaba con locura pero a la vez me quería destruir como a nadie en este mundo, era algo asfixiante”, indicó Macri en diálogo con radio Mitre.
A su vez, en el libro también abordó cómo cambió su vida y su relación con Franco tras su secuestro en 1991 por parte de “la Banda de los Comisarios”, que duró 12 días. “Se me disparó algo de que mi vida era frágil, si salía de ese agujero [el cautiverio] tenía que hacer algo que me apasionara y no tener que lidiar con una pelea sistemática con mi padre, a quien amaba, pero me estaba llevando a un lugar donde no podía vivir”, continuó.
Luego, sumó: “Así que empecé a decirle que me iba a ir, que no me gustaba lo que hacía. Yo quería ser presidente de Boca, él no me creía. Y cuando me fui, se enojó más. Empezó esta comunicación pública que se generó a partir del secuestro, porque cambió la dinámica de la familia, mi secuestro fue muy emblemático. Él cambió su perfil”.
Noticia en desarrollo
pic.twitter.com/4O7g81nXw1,November 13, 2025,Mauricio Macri,Franco Macri,Conforme a,,Investigación. Una empresa de Piccirillo vendió US$250 millones en un año: el “pasa manos” y los secretos del blue,,Los audios de Spagnuolo. Cómo funcionaba el esquema que desvió más de $43.000 millones de la Agencia de Discapacidad,,Optimismo. Milei podría viajar a Estados Unidos antes del fin de año para sellar el acuerdo comercial,Mauricio Macri,,Realineamientos. Alerta en Pro por la posible salida de otras dos legisladoras,,Apoyo a las reformas. Con Macri a la cabeza, Pro descartó conformar un interbloque con La Libertad Avanza,,LN+. Jorge Macri dijo que ve «mucho exitismo» en el gobierno de Milei y consideró que el resultado no es «un cheque en blanco»
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