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La historia de la primera gran privatización menemista: Entel y la caída en desgracia de María Julia Alsogaray

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El programa empezó con un primer plano de un teléfono de línea. Esos aparatos con el hilo en tirabuzón, el disco con los números, el auricular pesado. Era de los más viejos, los más ampulosos. Negro y grandote. La particularidad era que estaba desarmado. Sobre una mesa, todas sus partes separadas. Y el conductor del programa, el periodista político más influyente de su tiempo (y uno de los más influyentes de la historia) inspeccionaba con curiosidad cada pieza suelta. Parecía buscar algo. Hasta que después de más de un minuto, levantó la cabeza, miró de frente a cámara -cómo solía hacerlo- y preguntó hablándole personalmente a cada uno de sus millones de espectadores: “La verdad por más que busco, yo no encuentro la soberanía por ningún lado ¿Dónde está la soberanía en un teléfono?”. Recién estaba empezando el primer gobierno de Carlos Menem y Bernardo Neustadt había dado uno de sus acostumbrados y eficaces golpes de efecto.

Hace 35 años, el 8 de noviembre de 1990, se privatizaban los teléfonos en Argentina. Telecom de Francia y Telefónica de España se hacían cargo del servicio telefónico en el país. El estado dejaría de manejarlo.

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“Entel ya no existe como prestadora de servicios. Los teléfonos están en nuevas manos. La privatización llegó. Una nueva era ha comenzado. Una nueva forma de vivir y de pensar. Aunque todos parezcamos los mismos, un cambio decisivo y fundamental se ha instalado entre nosotros. Por primera vez, tras un esfuerzo denodado pero fructífero, hemos logrado superar una larga historia de frustraciones” dijo María Julia Alsogaray, la interventora de la empresa estatal en el acto de entrega. Estaba vestida con un trajecito fucsia y el pelo batido y abultado. Fue la primera de los tres oradores. Le siguió Roberto Dromi, el Ministro de Obras Públicas y cerró Carlos Menem, presidente de la Nación. Ese día Dromi no cometió ningún furcio tampoco un fallido como cuando lanzó la Ley de Reforma del Estado al principio de la gestión: “Nada de lo que deba ser estatal, permanecerá en manos del estado”, había dicho.

Era cierto lo de la nueva era. La de Entel fue la primera de una ola de privatizaciones de servicios públicos que marcó el cambio de paradigma que, junto a la convertibilidad y los resonantes casos de corrupción, caracterizarían a la década menemista.

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La de empezar por los teléfonos fue una buena decisión del gobierno; al menos, una inteligente. El servicio era muy malo. Más allá de lo que inclinaciones o convicciones ideológicas hicieran declarar a los representantes de los diferentes sectores, nadie en su sano juicio podía afirmar que los teléfonos funcionaran ni siquiera decentemente o que el estado los había gestionado de una manera eficaz.

Lo que dejó la emblemática foto «desnuda» de María Julia Alsogaray: un juicio perdido y fuertes críticas

Durante años fue una odisea conseguir una línea para una casa. La espera podía superar una década. Las propiedades salían varios miles de dólares más si ya poseían teléfono porque de otro modo era muy complicado conseguirlo después. Los que contaban con una línea debían soportar que las comunicaciones se cortaran todo el tiempo o, peor aún, que se ligaran (un término y una situación muy complicada de explicar a las nuevas generaciones: de pronto alguien estaba hablando y otra conversación, de otras líneas, se inmiscuía). El Plan Megatel de Alfonsín había logrado que se multiplicara la instalación de líneas pero por momentos el servicio colapsaba. Terragno, como ministro del gobierno radical, había presentado un plan (y hasta iniciado) la privatización: una empresa mixta junto a Telefónica -40% de las acciones- pero Foetra, el sindicato del sector, lo evitó. Menem con inteligencia decidió empezar a privatizar por la empresa que el gobierno anterior había intentado sacar de la esfera estatal (lo otro que vendió enseguida fueron los canales de televisión porque había consenso en que no tenía sentido que estuvieran en manos estatales y, por supuesto, para que los favorecidos le debieran gratitud y acompañaran, al menos por un tiempo, a su gobierno).

El día que Menem se impuso en las elecciones del 89, María Julia lo llamó por teléfono para felicitarlo. Un saludo protocolar, un gesto elegante. Después vinieron las rápidas negociaciones para que en el Colegio Electoral la UCeDe diera su apoyo al peronismo para que De La Rúa no fuera senador por Capital Federal y que Eduardo Vaca, candidato del peronismo porteño, con menos votos, se quedara con la banca. Consumado el acuerdo y un poco más expuesto el ideario liberal que ejecutaría Menem en su gestión, el que llamó esta vez fue el presidente a María Julia. La propuesta fue concreta, sin dilaciones: “¿Qué puesto querés ocupar? Elegí”, dijo Menem. María Julia quedó en pensarlo. Pero antes de que lo hiciera le llegó la oferta concreta de convertirse en interventora de ENTEL. Aceptó de inmediato. Por un lado ese era un viejo anhelo de su padre, Álvaro Alsogaray; por el otro, ella sabía que Entel sería el mascarón de proa de la ola privatizadora y que quedaría convertida en una pionera si su gestión terminaba de manera positiva (todavía faltaba mucho para que supiera que terminaría siendo el símbolo de otra cosa).

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Pero María Julia no fue la única que cambió en esta historia -era conocida la repugnancia de la familia Alsogaray por toda lo que fuera o se asemejara a Peronismo-. Julio Guillán, el sindicalista de Foetra que había movilizado los escraches a Neustadt, denostado a Terragno e imposibilitado la privatización mixta de los radicales, dio un giro en el aire y se convirtió en el secretario de telecomunicaciones del menemismo; es decir en uno de los funcionarios claves en la privatización de Entel. Piruetas épicas que sólo permite la política.

La fecha clave parecía el 8 de octubre. No por ser ese el día del nacimiento de Perón, sino porque era el cumpleaños de María Julia. En 1989, en medio del país hiperinflacionario, ya ungida interventora de Entel pero no todavía metamorfoseada en femme fatale, María Julia organizó una fastuosa fiesta de cumpleaños para autocelebrarse en el Alvear Hotel. 1.300 invitados y varios salones. Lo de invitados fue un eufemismo: excepto los vips, el resto pagó su entrada. Ese día María Julia entró de la mano de Francisco Erize, todavía su esposo. Y quedó esperando la presencia del presidente que sólo mando saludos y un regalo. Además de la cumpleañera, el otro gran centro de atención de la celebración fue una torta gigantesca que emulaba un teléfono rojo. María Julia comenzaba a tomar protagonismo.

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Unos meses después, en julio de 1990, su fama y exposición alcanzaría su apogeo con la tapa de la revista Noticias, el tapado de piel y su presunta desnudez.

María Julia Alsogaray brinda una conferencia de prensa desde la Quinta de Olivos. (Presidencia)
María Julia Alsogaray brinda una conferencia de prensa desde la Quinta de Olivos. (Presidencia)

La fecha de traspaso de la empresa se había fijado el 8 de octubre de 1990 para que coincidiera con un nuevo cumpleaños de su interventora. Pero no se llegó y debió postergarse un mes para frustración de María Julia que ese año tuvo que festejar su cumpleaños 48 con un festejo más íntimo. El consuelo fue que esta vez el presidente sí estuvo (por esa época se rumoreaba que mantenían un romance, aunque años después se dijo que en realidad María Julia salía con Miguel Ángel Vicco, secretario privado de Menem)

Los planes de privatización no avanzaron serenamente. Tiempo antes los sindicalistas de la telefónica estatal habían atacado a Bernardo Neustadt a la salida de su programa de radio cubriéndolo de engrudo debido a su prédica privatizadora.

Después del anuncio de la privatización en las primeras semanas de la gestión de Menem y de meses de trabajar en los pliegos, en enero de 1990 se lanzó la licitación. Hubo 7 ofertas. En octubre debía estar la respuesta.

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El trabajo de María Julia era conseguir que empresas extranjeras se interesaran en manejar los teléfonos argentinos. Para eso debía combinar la delicadeza de un equilibrista con la sangre fría y la impiedad de un asesino serial. Si bien técnicamente la empresa dejaba mucho que desear y su desarrollo tecnológico tenía un retraso de décadas, con las inversiones adecuadas podía resultar un buen negocio. Pero antes, para que fuera un negocio atractivo para los extranjeros, había que hacer el trabajo sucio. Por un lado lidiar con el sindicalismo y la cantidad de personal que para los ofertantes parecía desmesurada e ineficiente (en los siguientes años entre despidos y retiros voluntarios se redujo el plantel de la empresa más de un 65%). Por el otro, la actualización de tarifas que habían quedado pulverizadas por la inflación (y en especial por la híper). Eran medidas muy poco populares pero que los futuros compradores exigían. María Julia hizo su trabajo.

Pero había otros problemas. Y esos eran internos. La codicia del círculo cercano a Menem ya había empezado a manifestarse. Todos parecían querer una tajada. Así había ministros, legisladores y lobbystas aventajados y con acceso directo a Olivos que defendían los intereses de diferentes empresas de distintas partes del mundo. Un puja feroz y corrupta.

Se anunció, antes de que se formalizara la apertura de sobres y la adjudicación, que se daría el servicio a dos prestadoras. Una se quedaría con la zona norte, la otra con la sur del país. Y se dio el nombre de los ganadores: la norteamericana Bell y la española Telefónica. Pero Bell, la favorita de María Julia, nunca llegó a ser la ganadora. Sorpresivamente, sus directivos retiraron la oferta el mismo 8 de octubre. Se habló de coimas, presiones y hasta de extorsión. Todo estuvo listo en un mes.

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Mientras el progresismo, el sindicalismo y la mayoría de la oposición hablaban de entrega, de falta de soberanía y denunciaban corrupción, el gobierno se vanagloriaba del nuevo paso, hablaba de modernidad y prometía nuevos procesos privatizadores.

María Julia Alsogaray decía que la gestión había sido muy ardua pero al mismo tiempo terriblemente exitosa. Aseguraba que se habían conseguido todos los objetivos propuestos al inicio: privatizar con operadores idóneos, a través de un proceso de licitación (y no a dedo), un plan de inversiones, dinero en efectivo para las arcas estatales y la recuperación de deuda.

Quedó, por un tiempo a cargo de Entel Residual, que fue quien quedó con gran parte de las deudas de la empresa. Luego María Julia, fue privatizadora de Somisa y Secretaria de Medio Ambiente, con promesa de limpieza del Riachuelo en mil días mediante.

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De a poco fue perdiendo influencia en el círculo íntimo presidencial.

Después de la salida del gobierno comenzaron sus problemas judiciales. Decenas y decenas de causas en su contra. Varias con condenas. Pasó muchos días detenida. Por Entel la acusaron de Peculado por la entrega de unos terrenos de radio Nacional a Telecom y por administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública. La condena fue de 4 años de prisión. La primera reina del menemismo -que provenía de otra casa real- fue casi la única en caer en desgracia.

Aquello que ella pensó que se convertiría en su marca en la historia en su legado terminó siendo su condena.

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María Julia Alsogaray, Carlos Menem, privatización, Corrupción

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El Gobierno investiga el descarrilamiento del Sarmiento y refuerza la decisión de privatizar los trenes

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El día después del descarrilamiento del tren Sarmiento en las inmediaciones de la estación Liniers, que dejó el saldo de más de 20 heridos, el Gobierno asegura que se trata de una consecuencia de “20 años de desinversión” y da lugar a una investigación interna a través de la Junta de Seguridad en el Transporte (JST) para determinar en detalle lo sucedido.

El descarrilamiento de la formación 3358 que se dirigía de Moreno a Once y que dejó 20 heridos, diez de ellos con politraumatismos, refuerza además la idea de la administración de avanzar en la privatización de Trenes Argentinos Operaciones (SOF)

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“La Junta de Seguridad en el Transporte está investigando. También la justicia. El problema es histórico, los trenes y las vías están en mal estado desde hace años”, sintetizó a Infobae un importante funcionario.

El accidente dio lugar a la apertura de una causa judicial, que incluyó la realización de exámenes toxicológicos al conductor de la formación. El juez Julián Ercolini, a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N° 12, inició el expediente por “interrupción a los medios de transporte” tras la intervención de la Policía Federal.

En paralelo, la JST, organismo descentralizado bajo la órbita del Ministerio de Economía, lleva adelante el debido proceso de investigación que concluirá con un análisis del suceso para determinar los hechos y supervisar las medidas de seguridad operacional implementadas. Según supo Infobae, los resultados de la investigación serán aportados a la Justicia y evaluados internamente.

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El descarrilamiento de la formación 3358 que se dirigía de Moreno a Once, dejó 20 heridos, diez de ellos con politraumatismos.

“El accidente no tiene que pasar y se hace todo lo posible para que no suceda. Fue raro, se dio en un cambio de señalización en plena modernización del sistema y pasó esto por una situación de incompatibilidad”, admitieron a Infobae por los pasillos de Balcarce 50, y añadieron: “Hoy estamos ante un sistema hibrido entre lo viejo y lo nuevo. Los sindicalistas dicen que hay que modernizar el sistema, pero sale fortunas”.

Si bien el presidente Javier Milei pregona la idea de avanzar con la privatización del servicio, no está en los planes de la administración hacerlo en el mediano y largo plazo. La compañía que gestiona las líneas urbanas (como el Belgrano Sur, Mitre, Roca, San Martín y Sarmiento), regionales y de larga distancia debe encarar un extenso proceso de “acomodamiento” para facilitar “el interés” de los privados. Para eso, aspiran a actualizar el nivel de las tarifas y a reducir la dotación de la compañía.

Tras una nueva falla ferroviaria que se suma al choque del Tren San Martin del año pasado, en Casa Rosada evitan hablar de un déficit de gestión y contraponen que el accidente surgió como consecuencia del deterioro del sistema, que se encuentra en estado de emergencia desde el 12 de junio del año 2024. “No es un tema de gestión sino de 20 años de desinversión”, aclararon a Infobae desde la mesa chica del presidente Javier Milei, y añadieron: “Siempre el mercado resuelve los problemas”.

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“Tuvimos muchos años de gobiernos peronistas que no han invertido un centavo en las vías. El sistema está destruido y no hay plata para sostenerlo”, remarcó una importante fuente, y sumó: “Mientras hay 30 mil empleados. Algo no está funcionando. Debe venir un privado a hacer las obras que hacen falta y a mantener las vías porque los que dicen sostener el sistema ferroviario no han invertido. La idea de privatizar está”.

Horas después del episodio, con el servicio normalizado, desde Trenes Argentinos aclararon a través de un comunicado que el hecho se produjo durante un cambio de vías, y que ante el descalce, el tren frenó “a tiempo según establece el protocolo de seguridad operacional”.

El titular de la Secretaría de Transporte, Luis Pierrini

A través del decreto 525/2024, el Poder Ejecutivo anunció el plan de emergencia ferroviaria por dos años en base a la evaluación de desempeño del año 2023, realizada por la Comisión Nacional de Regulación del Transporte, que evidenció “la delicada situación” y detectó un elevado porcentaje de descarrilamientos en el transporte ferroviario de cargas por el estado de la infraestructura.

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El diagnóstico admitía “deficiencias estructurales en la infraestructura y material rodante”, y preveía un trabajo coordinado entre la Operadora Ferroviaria Sociedad del Estado (SOFSE) y la Administración de Infraestructura Ferroviaria (ADIF) para ejecutar un plan de obras.

Desde la secretaria de Transporte que lidera Luis Pierrini revelaron a este medio que desde la declaración de la Emergencia Ferroviaria, el área desembolsó 530 mil millones de pesos en obras “de carácter urgentes y prioritarias” que integran las 226 contempladas en el Plan de Acción de Emergencia Ferroviaria. “Dentro de las erogaciones, el 37% de dicho monto fue dirigido a obras de vías (casi 200 mil millones); el 40% se destinó a la compra de repuestos ferroviarios y reparación de material rodante, luego de 9 años que no se hacía nada de este estilo; el 16% a la inversión en señalamiento ferroviario; entre otras”, especificaron además.

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Diego Santilli justificó la falta de convocatoria a Kicillof y le pidió ser “consecuentes” y “coherentes”

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CÓRDOBA.- El flamante ministro del Interior, Diego Santilli, puso primera en sus reuniones con gobernadores de cara a garantizar que el presupuesto se debatirá en sesiones extraordinarias del Congreso. En ese contexto, justificó desde Entre Ríos la falta de convocatoria al bonaerense Axel Kicillof: “Nuestra tarea es escuchar, hablar con todos los gobernadores. Yo digo lo que hago -respondió-. Seamos consecuentes y coherentes. Están en la lista los que firmaron el Pacto de Mayo. No adhirieron al Righi, a la ley de reiterancia y a la ley antimafias. ¿O acaso le tienen que pedir permiso a Cristina Kirchner?“, preguntó.

Santilli usó esa chicana en la conferencia de prensa que dio en Entre Ríos después del encuentro con el aliado electoral, Rogelio Frigerio. Indicó que el objetivo es construir “una agenda común” con los gobernadores y trabajar en conjunto.

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Esta mañana Carlos Bianco, ministro de Kicillof, a través de sus redes sociales le pidió una reunión al Ministro para “reclamar los fondos que el gobierno nacional le quitó a los bonaerenses”. También por las redes, Santilli le contestó “dale Carli, gracias. Tomo nota”.

En la conferencia de prensa el Ministro insistió que todas las negociaciones se hacen teniendo como premisa “el equilibrio fiscal, que es es central a la hora de discutir». Recalcó que “tener un presupuesto es clave, da previsibilidad”.

La conferencia conjuntaCaptura de Video

En esa línea deslizó que los temas que plantean los gobernadores “se irán resolviendo presupuesto tras presupuesto” y ratificó que lo más importante es que la Argentina crezca. También destacó la importancia de la baja del riesgo país para acceder a financiamiento internacional.

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Mañana recibirá en la Rosada al salteño Gustavo Sáenz y al tucumano Osvaldo Jaldo, dos mandatarios que fueron de los primeros aliados de los libertarios pero tomaron distancia en los últimos meses. El viernes estará en Mendoza con otro aliado electoral, Alfredo Cornejo, y el sábado en Neuquén, con Rolando Figueroa.

El Ministro planteó que los primeros dos años de gestión fueron de estabilización y que “ahora viene una etapa de crecimiento”. Confió en que esa dinámica provocará un “derrame” a los distintos sectores de la economía. Ratificó la necesidad de luchar contra la informalidad laboral y reducir la carga fiscal que “agobia”.

Frigerio, quien fue elogioso del “cambio de actitud” del Gobierno nacional y de la incorporación al gabinete de Santilli, coincidió en que la baja del riesgo país permitirá también a las provincias conseguir asistencia financiera con el aval de la Nación de organismos internacionales lo que provocará una “revolución” en el arreglo de las rutas provinciales, por ejemplo.

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“La gente es la que ha decidido que no tenemos que volver para atrás -dijo el Gobernador- Y a partir de ahí la política se tiene que poner a trabajar, es casi una obligación la que tiene la política de estar a la altura de lo que eligió la gente hace dos domingos”.

Ambos hablaron sobre la reforma laboral –la que el Presidente pretende que se trate en febrero- y apuntaron que la idea es “darles derechos a los que no los tienen”, para formalizar trabajadores y no para quitar derechos existentes.


Gabriela Origlia,Diego Santilli,Rogelio Frigerio,Reformas,Conforme a,Diego Santilli,,Puja con Bullrich. Santilli debuta en la mesa política y el gabinete, aunque sus funciones siguen recortadas,,Gobierno. Santilli jura como ministro del Interior en medio de una redefinición de la cartera, con recortes de funciones,,Acto oficial. A qué hora jura Diego Santilli como ministro del Interior

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Murió Dylan, el perro de Alberto Fernández: “Ahora correrás en algún paraíso”

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Dylan, el perro del expresidente Alberto Fernández que se había hecho viral en las redes sociales, murió este miércoles. Así lo confirmó el exmandatario a través de su cuenta de Instagram, en donde le dedicó unas sentidas palabras de despedida.

“Aunque tal vez nunca te lo dije, siempre esperé que llegaras. Fuiste parte de mi vida, dándome lealtad, alegría y ternura. Me regalaste una amistad incondicional que solo algunos humanos me han dado”, compartió Fernández.

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“Compartimos momentos maravillosos colmados de una silenciosa paz y otros llenos de alegría y bullicio”, sumó. En el posteo, contó además que Dylan ya venía sufriendo problemas de salud desde hacía tiempo. “En los últimos meses te fuiste apagando y hoy, con mucho dolor, te despido”, expresó.

“Dylan, mi entrañable amigo, gracias por tanto amor, que creo haber correspondido. Ahora correrás en algún paraíso en el que, seguramente, volveremos a encontrarnos. ¡Hasta siempre, amado Dylan!“, cerró la publicación.

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El sentido posteo de Alberto Fernández sobre la muerte de Dylan. (Foto: Instagram / alferdezok)

El perro de Alberto Fernández fue bautizado como Dylan en honor al compositor norteamericano Bob Dylan. Desde su presentación en las redes sociales con una cuenta propia, el Collie ganó popularidad entre los usuarios y sumó más de 180 mil seguidores en Instagram.

En los posteos, Alberto y Dylan se mostraban constantemente como compañeros del día a día, refiriéndose el uno al otro como “mejores amigos”.

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En septiembre, el expresidente compartió una publicación con la llegada de Lennon, un cachorro -también de raza Collie- que se sumó a la familia para acompañar a Dylan. “Les cuento que no ando bien de salud y llegó para hacerme compañía Lennon. ¡Dylan y Lennon juntos! El sueño de Alberto cumplido”, publicó.

Alberto Fernández, perro

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