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Los datos desconocidos del día en que Jorge Luis Borges presenció el Juicio a las Juntas

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Hace 40 años, el 22 de julio de 1985, Jorge Luis Borges subía con lentitud las escaleras de Tribunales para presenciar una de las audiencias del Juicio a las Juntas. Como cada movimiento suyo de esos años, la visita atrajo a la prensa, interesó al público. Como casi todo hecho trascendente de su vida, este momento se tradujo en un gran texto. Como pocas veces, a la salida, se lo vio conmovido, abatido por lo que acababa de escuchar.

Tal vez lo que terminó de convencer a Borges de que tenía que ir a una audiencia fue el llamado de un periodista radial para preguntarle qué opinaba de haber sido parafraseado en el Juicio. Borges no sabía de qué le estaban hablando y cortó la comunicación.

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Era raro que sucediera eso. El de esos años, el de esa última década, era un Borges abierto a la charla con cualquiera, que aparecía en las revistas y en los diarios semanalmente. Un Borges al que le preguntaban sobre hábitos que se ponían de moda, triunfos deportivos y avatares políticos, que en cada conferencia convocaba pequeñas multitudes: un Borges Superstar. A su departamento de Maipú acudía mucha gente sin cita previa. Lo entrevistaban, le leían o charlaban un rato con él. Se había convertido en una de las grandes atracciones turísticas de Buenos Aires.

En una de las audiencias iniciales en las que altos mandos militares declararon ante los jueces, uno de ellos dijo: “El olvido es el único poder ante la venganza”. Lo dijo con gesto afectado y aclarando que estaba citando a Borges. Sin sorpresa, el general había empeorado el verso original que pertenece a Fragmentos de un evangelio apócrifo que estaba incluido en Elogio de la Sombra. “El olvido es la única venganza y el único perdón”, había escrito (dictado) Borges.

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Lo que le molestó fue ser citado como coartada: “Lo que sucede es que ese general se acogió al beneficio del olvido. Es muy cómodo usar mi frase desde el punto de vista de un culpable. Es como decir bueno, tapemos todo, echemos tierra”, dijo Borges.

El 22 de julio de 1985, Jorge Luis Borges asistió a una audiencia del Juicio a las Juntas Militares. (Foto: Juan Carlos Piovano / Agencia Télam)

El 22 de julio (sabemos que era lunes sin consultar el almanaque por el título del texto que escribió unos horas después) al mediodía, Néstor Montenegro, periodista de la revista Gente, lo pasó a buscar por su casa. Fue a almorzar al restaurante de siempre; comió lo de siempre: arroz con queso y un vaso de jugo de naranja. Pero estaba algo nervioso, ensimismado. El Juicio a las Juntas y lo que podría encontrar en él, lo preocupaban. Al periodista de la revista Gente que lo acompañaba le expresó uno de sus temores: “Hace un tiempo vino un fiscal a mi casa a visitarme. Me aseguró que no iba a haber condenas porque no había pruebas, todas habían sido destruidas”.

Quiso ir caminando. Tenían tiempo. Casi una hora para su cita y solo siete cuadras de distancia. El paso fue lento. No solo por su edad y por la ceguera. En cada cuadra tres o cuatro personas lo detenían para saludarlo, comentarle alguna de sus últimas apariciones públicas o tan solo tocarlo. «Grande, Maestro», le gritaban desde los autos al cruzar la Avenida 9 de Julio. Borges disfrutaba serenamente y con falso pudor la celebridad, estas muestras de afecto.

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Julio César Strassera lo esperaba en la fiscalía a las 14.30. Esa tarde, el escritor fue su invitado a la audiencia. Antes, mientras subía con dificultad la escalinata de Tribunales, los periodistas lo rodearon. Un aluvión de preguntas. Borges dio una respuesta genérica citando a Almafuerte: “Solo pide justicia. Pero será mejor que no pidas nada”. Y no se detuvo.

“Un hombre valiente”: la reflexión de Borges sobre Strassera

En la fiscalía lo esperaban Strassera, Luis Moreno Ocampo y Carlos Somigliana, el dramaturgo que colaboraba con la fiscalía y terminaría escribiendo buena parte del célebre alegato fiscal. Lo hicieron pasar al despacho de Strassera atiborrado de carpetas y expedientes. El frío invernal se hacía notar: alguien había dejado una ventana apenas abierta para que se disipara el olor a cigarrillo. Pero Strassera, fiel a su hábito, esclavo de su adicción, encendió uno tras otro durante la conversación.

Borges le dijo: “Usted es un hombre valiente. Lo mismo que las víctimas que declaran todos los días”. Luego le preguntó sobre la posibilidad de que los comandantes fueran condenados, su verdadera preocupación. No quería que los crímenes quedaran sin castigo. “No condenar el crimen sería fomentar la impunidad y convertirse, de algún modo, en su cómplice”, escribió después.

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Hay una foto del encuentro. Borges, sentado en un sillón, con el bastón en su mano derecha y el sobretodo puesto –no se lo quitó en toda la jornada-, escucha muy serio y concentrado al fiscal. Strassera, en un silla que está a muy poco distancia del escritor, con un traje con chaleco, con una pierna cruzada sobre la otra casi en ángulo recto, agita una mano mientras en la otra sostiene un cigarrillo. Se lo adivina enfático y decidido.

Uno de los jóvenes del equipo fiscal se asomó y con una seña leve indicó que era la hora de dirigirse a la audiencia. En ese momento, Borges escuchaba con interés a Somigliana. Con algo de vergüenza, Strassera le pidió a Borges que le autografiara un libro, una de esas ediciones de tapas lisas y monocordes de Emecé de los ochenta, esas que se deshojaban con una lectura intensa.

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Mientras se dirigía a la sala, Borges le dio su parecer sobre el fiscal a su acompañante: “Es un hombre simpático. Y, además, parece honesto”.

Lo que dejó la audiencia del Juicio a las Juntas que Borges presenció

La audiencia de ese día estaba algo demorada. Borges esperaba sentado. Varios de los presentes se acercaban a saludarlo. Se lo veía inquieto, molesto, como si supiera lo que iba a presenciar minutos después, como si saludarse e intercambiar cortesías sociales fuera un gesto frívolo frente a la tragedia que se iba a revivir. Un hombre de traje hizo chocar su mano con la de Borges, al tiempo que con la otra tomaba su hombro mientras cerraba el apretón. La mano de Borges pareció de gelatina, más por ser renuente a saludar a este interlocutor que por debilidad física. Sin ver, presintió la incomodidad. Alguien, seguramente Néstor Montenegro, el periodista de la revista Gente que lo acompañó toda la jornada, le dijo al oído de quién se trataba: Héctor Ramos, el defensor del Almirante Anaya. La boca de Borges se torció en un gesto amargo.

Ramos: Para mí es un honor saludarlo.

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Borges: Gracias.

Ramos: Yo quisiera explicarle por qué soy defensor…

Borges: No me explique.

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Ramos: Pero usted se preguntará…

Borges: No, no me explique.

Ramos: Pero yo le puedo contestar…

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Borges: Usted mismo se pregunta y se contesta. Yo no lo he hecho. A mí no me interesa por qué lo hace.

Como la audiencia seguía sin comenzar, los saludos continuaron. El siguiente en acercarse fue Miguel Ángel Buero, el otro defensor de Anaya. Borges tuvo la precaución de finalizar la conversación antes de que empezara. Se lamentó en voz alta, como hablando con él mismo: “No sé por qué quieren saludarme y darme explicaciones. Si yo no los conozco”.

El exdetenido desaparecido de la ESMA, Víctor Basterra, dio testimonio en el Juicio a las Juntas el día que Borges presenció la audiencia. (Foto: Museo de la Memoria ESMA / X: @espacio_memoria)
El exdetenido desaparecido de la ESMA, Víctor Basterra, dio testimonio en el Juicio a las Juntas el día que Borges presenció la audiencia. (Foto: Museo de la Memoria ESMA / X: @espacio_memoria)

Ese día Borges solo escuchó a un testigo. Una larga y detallada declaración. Víctor Melchor Basterra, un obrero gráfico que fue secuestrado por un grupo de tareas de la ESMA el 10 de agosto de 1979. Estuvo privado de su libertad hasta agosto de 1984. Basterra en su declaración explicó las fechas. El 3 de diciembre de 1983, una semana antes del regreso democrático fue liberado de la ESMA y enviado a su casa. Pero él se consideraba privado de su libertad hasta agosto del 84 porque hasta esa fecha recibió semanalmente visitas y amenazas de sus captores que todo el tiempo le recordaban que lo estaban controlando.

El interrogatorio lo comandó quien ejercía esa semana la presidencia del tribunal, el Dr. Guillermo Ledesma.

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“Dijeron: ‘Éste va a la huevera’. Me llevaron a un lugar que se sentía así: muy hermético, muy cerrado. Yo tenía una capucha puesta, entonces me sacaron las esposas y me dijeron que comenzara a desnudarme; mientras me sacaba la ropa, me golpeaban, me golpeaban mucho, me golpeaban y caía contra las paredes. Luego de estar totalmente desnudo, me ataron los tobillos y las muñecas a una cama, y un cablecito a un dedo del pie derecho, y ahí comenzaron a aplicarme lo que ellos llamaban la máquina: la picana eléctrica. Eso era permanentemente, me lo hacían con preguntas y sin preguntas”, declaró Basterra.

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Desde una de las 200 butacas disponibles, Borges, entre el público, escuchaba azorado a Basterra. Un hombre simple y claro. Que narraba desapasionadamente su tormento. Se detenía en cada circunstancia, obligado por las preguntas, para narrar su martirio.

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“Yo estaba muy entumecido, apenas podía levantar el brazo o mover la pierna. Cuando abro los ojos veo que mi señora estaba sentada delante mío. Vi que también había sido torturada. Había sido golpeada; después ella me dijo que también la habían picaneado. Yo había sentido gritos y también estaba mi, mi niñita, mi… Trajeron a mi hija después y me dijeron que me la iban a poner en el pecho mientras me daban máquina”, prosiguió Basterra en la declaración que se extendió por muchas horas.

Borges masticaba unas pastillas de menta y murmuraba, cada tanto qué horror, qué horror. Montenegro, el periodista que lo había acompañado le preguntó en varias ocasiones si deseaba irse. Borges no respondía.

Basterra fue obligado a delatar a algún compañero. “Me quiero morir. Es terrible lo que te hice. Estás acá por mi culpa”, le dijo a Juan Aronzena, otro detenido desaparecido de la ESMA. “No te preocupes. Yo hubiera hecho lo mismo”, le respondió el otro.

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Año 1985: Jorge Rafael Videla, Emilio Massera, Armando Lambruschini y Omar Grafigna durante el Juicio a las Juntas Militares. (Foto: DyN)
Año 1985: Jorge Rafael Videla, Emilio Massera, Armando Lambruschini y Omar Grafigna durante el Juicio a las Juntas Militares. (Foto: DyN)

Borges escribió un breve artículo para la Agencia EFE en el que relató su experiencia ese día: “He asistido, por primera y última vez, a un juicio oral. Un juicio oral a un hombre que había sufrido unos cuatro años de prisión, de azotes, de vejámenes y de cotidiana tortura. Yo esperaba oír quejas, denuestos y la indignación de la carne humana interminablemente sometida a ese milagro atroz que es el dolor físico. Ocurrió algo distinto. Ocurrió algo peor. El réprobo había entrado enteramente en la rutina de su infierno. Hablaba con simplicidad, casi con indiferencia, de la picana eléctrica, de la represión, de la logística, de los turnos, del calabozo, de las esposas y de los grillos. También de la capucha. No había odio en su voz. Bajo el suplicio, había delatado a sus camaradas; éstos lo acompañarían después y le dirían que no se hiciera mala sangre, porque al cabo de unas ‘sesiones’ cualquier hombre declara cualquier cosa. Ante el fiscal y ante nosotros, enumeraba con valentía y con precisión los castigos corporales que fueron su pan nuestro de cada día. Doscientas personas lo oíamos, pero sentí que estaba en la cárcel”.

Un momento particular, un momento que mostraba la extravagante crueldad desde otro punto de vista se dio cuando el testigo relató lo ocurrido la noche previa a una de las navidades que pasó en cautiverio.

“De pronto, el 24 de diciembre a la noche nos bajaron a todos los Capuchas; creo que quedaron nada más la Tía Irene y Juan Carlos Chiaravalle. Nos pusieron frente a una mesa servida con manjares y bebidas y dijeron que íbamos a festejar la Navidad. Yo no entendía nada. Estábamos con grilletes que nos hicieron sacar en uno de los cubículos de la huevera (…) Seríamos 17 personas. El que llevaba adelante la ceremonia era el Capitán D’Imperio. (…) En un momento dado se produjo un silencio grande, como una orden militar, y vino una persona mayor que posteriormente supe que era el director de la ESMA, capitán de navío Supisiche. Se puso frente a nosotros y dijo: ‘Señores buenas noches: les deseo una feliz Navidad. Dijo eso y se fue”, relato Basterra.

Borges en su artículo escribió sobre esta escena:

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“De las muchas cosas que oí esa tarde y que espero olvidar, referiré la que más me marcó, para librarme de ella. Ocurrió un 24 de diciembre. Llevaron a todos los presos a una sala donde no habían estado nunca. No sin algún asombro vieron una larga mesa tendida. Vieron manteles, platos de porcelana, cubiertos y botellas de vino. Después llegaron los manjares (repito las palabras del huésped). Era la cena de Nochebuena. Habían sido torturados y no ignoraban que los torturarían al día siguiente. Apareció el Señor de ese Infierno y les deseó Feliz Navidad. No era una burla, no era una manifestación de cinismo, no era un remordimiento. Era, como ya dije, una suerte de inocencia del mal”.

Por un momento creyó que se había perdido algo de lo dicho esa tarde. No podía entender la lógica de lo actuado por los militares. ¿Para qué secuestrar a alguien cuatro años y torturarlo para luego dejarlo libre?, se preguntaba. Uno de los periodistas presentes le explicó el concepto de “recuperación” según Emilio Massera y la ESMA. La intención de hacer trabajar a esas personas para el proyecto político del exjefe de la Armada y al mismo tiempo captarlos. “Pero ¿De qué recuperación me habla?”, dijo enojado Borges. “No buscaban la recuperación física y mental de nadie ahí”.

Su opinión sobre Massera era contundente: “Un asesino, una de las personas más siniestras del país”.

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La tapa del Diario Clarín del 23 de julio de 1985, que destaca la presencia de Jorge Luis Borges en el Juicio a las Juntas.
La tapa del Diario Clarín del 23 de julio de 1985, que destaca la presencia de Jorge Luis Borges en el Juicio a las Juntas.

La presencia de Borges en la sala de audiencias no pasó desapercibida para nadie. Todos miraban sus movimientos y sus reacciones. Al día siguiente llegó a la tapa de los diarios. Fueron muchas las personalidades que presenciaron el Juicio en las diferentes jornadas. Pero el escritor logró una atención que los demás no consiguieron.

Para los jueces tampoco el escritor pasó inadvertido. A pesar de físicamente ser una figura tenue, con su paso lento y encorvado, nadie podía ignorar que Borges, el mayor escritor del país y una de sus figuras más reconocidas, iba a escuchar los testimonios de ese día.

Los jueces a cargo del proceso se valían de unas tiras de papel prolijamente cortadas en las que escribían las preguntas que se les iban ocurriendo en medio de las declaraciones. Esos apuntes se los pasaban con discreción al magistrado que comandaba el interrogatorio (la presidencia rotaba semanalmente) para que fuera una sola voz la que preguntara. Pero el 22 de julio, el día de la presencia de Borges, esos papelitos tuvieron una función más literaria. “Carlos Arslanián, con una inteligencia y un ingenio notables, empezó a escribir en el momento (¿cuánto habrá tardado? Cinco, diez minutos). Redactó en un papelito lo que podría ser un cuento de Borges, relacionando lo sucedido con uno de sus cuentos de cuchilleros”, contó Jorge Valerga Aráoz, uno de los magistrados integrantes de la Cámara Federal.

Los jueces luego le hacían leer el breve texto a Arslanián que remedaba a la perfección la voz balbuceante del escritor. Valerga Aráoz le explicó a Jose Eliaschev en su libro Los Hombres del Juicio que este fue un pasajero momento de distensión dentro de ese mundo tenebroso que estaban investigando, en el que estaban inmersos.

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Luego de las preguntas, detalladas y precisas del tribunal, fue el turno de los abogados defensores que se esforzaban por encontrar fisuras en el testimonio del testigo, pretendían hacerlo caer en contradicciones y generar sospechas sobre sus actividades. El Dr. Ledesma debió intervenir varias veces para que el interrogatorio no se saliera de cauce y, con firmeza y mucha paciencia, negó la pertinencia de muchas preguntas improcedentes de las defensas.

En 1980, Borges firmó una solicitada en la que se reclamaba por la situación de los desaparecidos. (Foto: diario Clarín)
En 1980, Borges firmó una solicitada en la que se reclamaba por la situación de los desaparecidos. (Foto: diario Clarín)

A Borges hubo otro aspecto que le llamó la atención. La contradicción entre lo que hicieron los militares cuando ostentaban el poder y la actitud que tomaban cuando eran los acusados. Lo maravillaba esa creencia súbita en el ordenamiento jurídico y en sus garantías.

“Es de curiosa observación que los militares, que abolieron el Código Civil y prefirieron el secuestro, la tortura y la ejecución clandestina al ejercicio público de la ley, quieran acogerse ahora a los beneficios de esa antigualla y busquen buenos defensores. No menos admirable es que haya abogados que, desinteresadamente sin duda, se dediquen a resguardar de todo peligro a sus negadores de ayer”.

Al abandonar la sala y mientras se dirigía a la salida del Palacio de Justicia, Borges no se podía convencer de que ese no fuera el peor de los testimonios brindados en las audiencias. De hecho, le aseguraron, había otros mucho más graves, muchos más atroces. El viejo escritor no pudo ocultar su impresionada sorpresa.

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Era la primera vez que Borges en su larga vida presenciaba un juicio oral. Sería también la última. La experiencia había sido tan intensa que no deseaba repetirla. Sin embargo poco después afirmó: “Convendría que cada persona asista a este juicio al menos una vez. Es necesario. Pero debo confesar que no pienso volver porque quedé muy impresionado”.

A la salida, otra vez las escalinatas, ahora en descenso. Y otra vez los periodistas. Hablaba mientras bajaba la escalera con mayor lentitud a la habitual, como si el brazo que le ofrecía Montenegro y el bastón en la otra mano fueran imprescindibles para mantenerlo en pie. En ese momento se notaron sus 86 años. Había abandonado esa vitalidad sarcástica, ese titubeo urdido para soltar frases brillantes, precisas y algo maliciosas. No era el cansancio del paso de las horas sino la tristeza, la cercanía del horror, haber entendido el infierno en el que habían sumergido a Basterra.

Antes de subirse a un taxi –ya no tenía fuerzas para caminar- Borges, evidentemente conmovido y triste, dijo: “Tengo la sensación de que he asistido a una de las cosas más horrendas de mi vida. Espero que la sentencia sea ejemplar. Siento que he salido del infierno”. Y luego aseveró: “Este hecho no puede, no va a quedar impune”.

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Jorge Luis Borges, Julio Cesar Strassera, dictadura militar

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El oficialismo alinea su discurso y apunta contra Kicillof por el triple femicidio en Florencio Varela

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El aberrante caso de las tres jóvenes asesinadas en Florencio Varela no pasó desapercibido en la política nacional y provincial, con distintas repercusiones y acusaciones cruzadas. En este sentido, en el oficialismo hubo un claro alineamiento para apuntar las críticas hacia el gobernador bonaerense Axel Kicillof.

El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, apuntó: “Después de haber ganado en La Matanza el peronismo, la gente que lo votó, ¿qué piensa ahora sobre este episodio del crimen de las tres chicas que demuestra a una organización criminal absolutamente desbandada que está haciendo lo que quiere con una impunidad total?”. Y redobló la apuesta: “¿Qué dirán los que votaron al intendente (Fernando Espinoza) o la dirigente de La Matanza, a (la vicegobernadora, Verónica) Magario?“.

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En comunicación con Radio Mitre, Francos expresó: “En este caso la provincia de Buenos Aires y La Matanza no están dando soluciones en el tema grave de la seguridad y en la lucha contra el narcotráfico”. Y sentenció: “Lo dijimos varias veces, si la provincia nos necesita para combatir el narcotráfico como hicimos en Rosario, estamos a disposición”.

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, cuestionó con dureza al mandatario provincial en las últimas horas. “Kicillof tiene que hacerse cargo del problema enorme de inseguridad que hay en la provincia de Buenos Aires”, afirmó la funcionaria clave del gobierno de Javier Milei en diálogo con Radio Mitre.

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En la misma línea, agregó: “Yo no voy a politizar este caso ni echarle la culpa al gobernador. Mucho menos haría lo que él hizo, escribir un aberrante comunicado en el que señala a una organización con base en la Ciudad cuando todavía no tiene la más mínima información”. Bullrich consideró que la causa del triple asesinato está vinculada con “la destrucción del tejido social en la provincia de Buenos Aires”.

La relación entre el gobierno nacional y la gestión de Axel Kicillof es tensa desde el inicio. (Foto: Gobierno de PBA)

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En declaraciones al mismo medio, el diputado nacional Diego Santilli fue tajante: “Es un colador la provincia de Buenos Aires”. Además, criticó la gestión de Kicillof: “No hay un trabajo mancomunado porque la Provincia no lo pide, no lo reclama, no lo trabaja en conjunto”.

“Está abandonada la sociedad, es un colador la provincia de Buenos Aires constantemente y lo vemos. Cuando vos mirás diferentes distritos, para no dar nombre y apellido en cada uno de los lugares, esto está pasando y de manera agravada”, enfatizó Santilli.

Por su parte, el diputado nacional y primer candidato de La Libertad Avanza en este turno electoral, José Luis Espert, cruzó con dureza a Kicillof y aseguró que la provincia está “ensangrentada de inocentes” y afirmó que el Gobernador “no se compromete con el combate contra el narcomenudeo”.

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En diálogo con Radio Rivadavia, el referente libertario, apuntó de manera directa contra el mandatario provincial: “El hecho de que tu concepto sobre el criminal sea que es una víctima del sistema te hace terminar con una provincia ensangrentada de inocentes”.

En tanto, Espert aseguró que este crimen “horroriza y mete miedo”, al tiempo que señaló: “No se puede creer el nivel de violencia. Hay una preocupación por la marginalidad que hay en la Argentina. La gente que pierde la droga la va a buscar de manera violenta”.

La palabra de Kicillof sobre el triple crimen

En medio de la conmoción en Florencio Varela por el hallazgo de los cuerpos de las tres jóvenes que habían desaparecido días atrás en La Matanza, Axel Kicillof se refirió al caso a través de un posteo en sus redes sociales.

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El Gobernador Axel Kicillof se refirió al triple crimen de Florencio Varela en sus redes sociales. (Foto: captura X @Kicillofok)
El Gobernador Axel Kicillof se refirió al triple crimen de Florencio Varela en sus redes sociales. (Foto: captura X @Kicillofok)

“Avanza la investigación sobre los aberrantes asesinatos de Brenda del Castillo, Lara Gutiérrez y Morena Verdi. El ministro de Seguridad, Javier Alonso, explicó que todo indica que fue un acto de venganza de un grupo narco internacional con base operativa en CABA“, expresó el gobernador.

“Ante un hecho de esta naturaleza tenemos que ser serios y responsables para que se comprenda que el narcotráfico no conoce de fronteras ni jurisdicciones, y ejerce además todas las formas de la violencia machista -pidió-. Tenemos que involucrarnos todos en la lucha para erradicar al narcotráfico. De lo contrario se fortalece y se vuelve impune”.

Kicillof se encontraba en Nueva York en el momento en el que se encontraron los cuerpos de las jóvenes. Tenía un viaje programado para participar de a un homenaje a José Mujica, el expresidente de Uruguay que murió el último 13 de mayo.

Axel Kicillof, Gobierno, triple crimen, Patricia Bullrich

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Ciudad vs. provincia. Los recelos y los negocios que reveló el triple crimen de Florencio Varela

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Los narcos operaban desde una villa porteña, levantaron a las tres mujeres en La Tablada y las masacraron en Florencio Varela. Otro dealer vivía en Barracas y lo asesinaron en Merlo. Otra banda ocultaba la cocaína en una fosa de General Rodríguez, la llevaba a un departamento cerca del Obelisco y generaba desde ahí un estropicio en todo el Conurbano. Y los ejemplos se amontonan, contradiciendo a los políticos que durante días descargaron las responsabilidades por delitos y cadáveres al lado opuesto de la General Paz. Funcionarios bonaerenses acusando a los porteños y porteños devolviendo las vilezas. Pero el área metropolitana es un universo por el que circulan millones de personas y mercaderías cada día, entre los recelos mutuos de las autoridades y las peleas por negocios de las policías bonaerense y metropolitana.

La connivencia entre la Policía metropolitana y los narcos es innegable”, dice un alto funcionario del Ministerio de Seguridad bonaerense a . “¿Vos querés que un operativo antidrogas fracase? Hacelo con la Policía bonaerense”, retruca un veterano del Ministerio de Seguridad porteño ante este diario. Pero ambos, pese a todo, coinciden en un punto: falta trabajo conjunto; falta confianza.

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“Empecemos por lo evidente”, plantea un exfuncionario porteño de peso. “La ciudad de Buenos Aires es como un acordeón en el que viven 3 millones de personas y al que entran y salen 3,5 millones de personas más todos los días. Hacés un retén en algún punto estratégico y podés terminar secuestrando 3 o 5 kilos de droga. ¡Imaginate la que circulará!”.

No exagera. En febrero, un auto pasó una luz roja, la policía metropolitana lo persiguió hasta que chocó en Belgrano. Tenía cinco kilos de cocaína en el baúl. Un mes antes, un retén policial en el barrio de Almagro había detenido una camioneta. ¿A bordo? 14 panes de cocaína y 130 dosis listas para su comercialización. ¿Total? 17 kilos.

Entierro de Brenda y Morena en el cementerio Las Praderas en Lomas de ZamoraRicardo Pristupluk

Notable o patético –o ambas a la vez-, los funcionarios, jueces, fiscales, expertos y académicos consultados por coinciden al identificar los fuelles del “acordeón”. Son las avenidas y autopistas que entran y salen de la ciudad, con el camino del Buen Ayre y, más aún, la autopista Presidente Perón como la gran “ruta de la droga” del área metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

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Un informe reservado de la Policía bonaerense desgrana esa autopista en cuatro tramos, según consta en la copia que obtuvo . ¿Tramo 1? Ituzaingó, Merlo y La Matanza (Virrey del Pino, González Catán, Ciudad Evita y Laferrere). ¿Tramo 2? Ezeiza (Spegazzini, Tristán Suárez, Santa María y San Andrés). ¿Tramo 3? Cañuelas, San Vicente y Presidente Perón. ¿Tramo 4? Florencio Varela (Ingeniero Allan, Villa Brown, San Rudecindo, Barrio Pepsi, Pico de Oro y Santa Rosa) y Berazategui (Gutiérrez, El Pato y Hudson).

El triple crimen que dominó las noticias esta semana registró momentos clave en los tramos 1 y 4. Porque los sicarios de la banda que medra en la villa 1.11.14 del porteño Bajo Flores salieron de la ciudad, buscaron a las tres mujeres por una rotonda de La Tablada, en La Matanza, y completaron la tragedia en Villa Vatteone, en Varela. Pero el triple crimen distó de ser el primer episodio con características tan atroces.

En octubre de 2023, por ejemplo, Alberto Maycoll Guzmán Sánchez, peruano domiciliado en el barrio porteño de Barracas, apareció muerto, semidesnudo y atado de manos y pies con precintos y alambres, en un descampado de Merlo. Lo mataron a golpes. Venganza narco. Y al igual que en el triple crimen más reciente, el asesinato incluyó una fase previa en la villa 1.11.14 y negocios ilegales liderados por peruanos.

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Dos años y dos meses antes, en agosto de 2021, Florencia Varela había registrado cuatro muertos en un solo choque entre bandas narco. Fue por el control de la zona que supo ser de “Los Paisa”. Y lo definieron en minutos y con más de 50 balazos, en el barrio San Rudecindo, a siete kilómetros de la casa donde ocurrió la masacre más reciente.

La autopista Presidente Perón es la clave para entender el narcotráfico en el AMBA, con sus nodos para el mercado ilegal, por las bajadas clandestinas que tiene a lo largo del recorrido, y porque en varios tramos no tiene luces, ni cámaras de vigilancia”, resume el alto funcionario del Ministerio de Seguridad bonaerense, que apuntó contra la Casa Rosada. ¿Por qué? Porque el presidente Javier Milei suspendió todos los proyectos de obra pública, incluida la necesario para concluir esta autovía, y tampoco cede a la provincia la responsabilidad para terminarla.

Desde el Ministerio de Seguridad que lidera Javier Alonso también se despachan contra los porteños. “Nos miran mal a nosotros, sí, pero ellos tienen el nivel delictivo más alto del país”, desafían, lo que es parcialmente cierto. La ciudad registra la tasa más alta de robos (2232) cada 100.000 habitantes, pero Santa Fe y Chaco lideran la tasa de homicidios en función de su población, según datos que compulsó el portal Chequeado en mayo.

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El exfuncionario porteño de peso reparte críticas a los bonaerenses, aunque también mira en el espejo. “La ciudad es donde probablemente más cocaína se consume de todo el país; entre otros motivos, por el poder adquisitivo que tienen sus habitantes, en un contexto donde no hay una montaña o un mar que separe a la ciudad de la provincia: apenas una autopista”, planteó, en alusión a la General Paz. “Las bandas son interjurisdiccionales, con hermanos, primos y amigos que viven de uno y otro lado, mientras que CABA y provincia no coordinan políticas públicas, tareas de inteligencia criminal, ni operativos”, reconoció.

Los recelos y desconfianzas que imperan entre las huestes de Axel Kicillof y Jorge Macri no impiden, sin embargo, las investigaciones de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), que lidera el fiscal Diego Iglesias. Participa ahora en la investigación por el triple crimen, por ejemplo, como antes fue parte de la pesquisa que hace poco más de una semana generó allanamientos en la ciudad de Buenos Aires, La Plata, el Conurbano y las cárceles de Sierra Chica y Florencio Varela.

Entre las fuerzas, los recelos sólo ceden en casos excepcionales. Ocurrió esta semana, cuando efectivos de la Policía bonaerense irrumpieron en la villa 21-24 de Barracas, con efectivos de la Metropolitana como “acompañantes”, sin intervenir en los operativos. Pero la mayoría de las veces, una y otra fuerza actúan a espaldas (o casi) de la otra. ¿Ejemplo? En mayo de 2022, la Policía porteña secuestró más de 100 kilos en Lomas de Zamora, bajo las órdenes del juez federal Ariel Lijo.

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Pero los cortocircuitos a nivel político y los recelos y las disputas por negocios entre las fuerzas son apenas tres de los factores que explican el avance narco en el AMBA, entre muchos otros. “La constante ausencia del Estado en sus distintos niveles permite que esta cultura de la destrucción y la muerte crezca y avance sin freno”, lamentó el obispo de San Justo, Eduardo García, al frente de la diócesis donde viven las familias de las tres mujeres asesinadas. “La falta reiterada de políticas públicas se convierte, en la práctica, en complicidad”.

Ese vacío comenzó a llenarlo el narco, alertó el equipo de sacerdotes desplegados en villas y barrios populares, como aquel donde vivían las tres mujeres asesinadas. “Empieza a tomar un lugar protagónico en la vida de nuestros barrios, con prestamistas, trata, soldaditos y muchas otras realidades”, desgranó. “Necesitamos un Estado presente, inteligente y efectivo”.


Hugo Alconada Mon,Triple crimen,La Matanza,narcotráfico en el conurbano,Conforme a,Triple crimen,,El triple crimen. La Iglesia denunció “zonas liberadas a merced de mafias narcos” y lamentó “la ausencia del Estado”,,Masacre por codicia. El tribunal que condenó a los asesinos de Fernando Báez Sosa juzgará al sospechoso del triple crimen de Chascomús,,Investigación. Celos, desesperado por el dinero y otros detalles del acusado del triple crimen de Chascomús

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Emotivos, divertidos o nostálgicos: cómo son los primeros spots de los candidatos para las elecciones legislativas de octubre

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Tras el impacto de las elecciones legislativas bonaerenses, y con septiembre en su ocaso, los candidatos y los partidos políticos comenzaron la campaña electoral para las legislativas nacionales del 26 de octubre.

Además del incremento de participaciones en programas periodísticos de streaming, radio y TV, muchos ya lanzaron sus primeras piezas audiovisuales en redes sociales para tratar de enganchar nuevos votantes o consolidar sus núcleos duros. Hay material que apela al humor o la gracia, la emoción, la identidad, la lucha o la resistencia.

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“Javier Milei es la esperanza del país”, reza el primer anuncio de La Libertad Avanza para promocionar la candidatura de José Luis Espert que, curiosamente, no aparece en el spot, donde el protagonista exclusivo es el presidente de la Nación.

El economista, primer candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires y promotor de la frase “cárcel o bala”, está en la boleta pero no está en el anuncio, que apela a lo emotivo.

En los 26 segundos que dura el video, puede verse una caravana de gente siguiendo el camión donde Javier Milei recorre algunos puntos del país. Las imágenes combinan al presidente con jóvenes que lo adoran. Un adolescente corre el camión, le toma las manos al mandatario y le suplica: “Por favor, salvá a este país”.

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El presidente le responde que “estamos en eso” y avisa que “lo vamos a lograr” mientras se funde en una imagen en la que Milei, emocionado, abraza a un niño con la camiseta de Messi del Inter Miami que llora al tenerlo cerca.

El aviso termina con una voz en off que dice “Javier Milei es la esperanza del país, Javier Milei es La Libertad Avanza” y recién ahí aparece una foto del candidato Espert, tal como se verá en la boleta que encabeza junto a la conductora del programa sobre perros en la TV Pública Karen Reichardt.

Quien sí aparece en su propio spot de campaña es el referente de La Cámpora y Fuerza Patria Mariano Recalde, primer candidato a senador peronista en CABA. La pieza dura 1.41 minuto y se ancla en la emoción a partir de la canción Inconsciente colectivo, de Charly García, con imágenes aéreas de Buenos Aires, trabajadores, jubilados, vecinos de barrios populares, mascotas y niños combinados con jubilados reprimidos por la policía en la Plaza del Congreso y marchas por la Educación y los médicos del Garrahan.

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El spot de Recalde, que aparece en determinados momentos, hace un juego irónico con la letra del tema de García, que en el estribillo dice “mama la libertad, siempre la llevarás dentro del corazón” y se combina con imágenes del presidente Milei, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei o la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich cuando Charly canta “te pueden corromper, te puedes olvidar, pero ella siempre está”, para fundirse con imágenes de las Madres del Plaza de Mayo, los pañuelos blancos y la ex ESMA.

En una clara apuesta a la memoria colectiva, y con referencias de archivo a la represión de diciembre de 2001, el video recuerda a Néstor Kirchner, a Diego Armando Maradona y a Cristina Kirchner cuando García canta “los que se fueron, los que están en prisión” y cierra con una frase que apunta a otro concepto de “libertad” y a la diferenciación con el uso que La Libertad Avanza y Milei le dan a esa misma palabra: “Con el valor de ser libres de verdad”.

El diputado republicano Ricardo Hipólito López Murphy, que irá por un nuevo mandato en la Cámara Baja, lanzó su primer spot con una referencia a su propia candidatura para presidente de la Nación en 2003. De hecho, el video arranca con un plano cerrado suyo en el que hace referencia a la pieza audiovisual de aquella campaña y una imagen de una vieja TV que proyecta el mismo plano y el mismo gesto pero 22 años atrás (y con bigotes).

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“En 2003 yo preguntaba ‘¿usted mandaría a la escuela a su hijo si el profesor fuera Menem?’” arranca el López Murphy versión 2025 para dejar claro que esta vez repetirá aquella fórmula.

“¿Llevaría a su mamá al médico si el médico es Kirchner?“. Entonces apela a la actualidad: ”¿Dejaría que la niñera de su nieto sea Karina o que el psicólogo fuera Javier?“.

“Qué tranquilidad saber que siempre estuvimos y estaremos en el lado correcto de la historia”, reflexiona en el final del spot el principal candidato de la Alianza Potencia y cierra con la idea de que “la lista única es trapo y lavandina para limpiar la política”.

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Martín Lousteau buscó con su primer spot que promociona su candidatura a senador en CABA y el de Graciela Ocaña para diputada nacional un golpe emotivo impregnado de cierta nostalgia, tristeza y desazón al asociar esos sentimientos al momento actual del país: un padre joven que mientras mira a su hijo jugar al fútbol se dice, en su monólogo interior, que “así como están las cosas” el año que viene tendrá que cambiarlo de colegio; una joven inquilina que no cobró su salario y le va a tener que pedir a la dueña del departamento que habita que no suba el alquiler; una jubilada que mientras cuida a su nieto bebé deja de tomar medicación porque no le alcanza la mínima; una docente que se dice a sí misma que tendrá que buscar “un segundo laburo”, entre otras escenas de similar características.

“Para que vos puedas estar donde tenés que estar hay otra manera de salir adelante”, concluye una voz en off que muestra a los candidatos de Unidos en la Ciudad de Buenos Aires.

Uno de las secuencias más creativas hasta el momento es la que lanzó Ricardo Alfonsín, candidato a diputado nacional de Proyecto Sur por la provincia de Buenos Aires.

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Con una estética de colores cálidos y planos que recuerdan a las películas del director estadounidense Wes Anderson, el exembajador en España durante el gobierno de Alberto Fernández, parece hablarle a los más jóvenes con una muletilla que repite en cada pieza: “¿Qué hacés, muñeco?“.

En uno de los más divertidos, Alfonsín aparece mirando por binoculares con un gorro piluso rojo (que recuerda la paleta cromática de la UCR, el partido que lideró su padre, Raúl, y también los colores de su equipo, Independiente) debajo de una sombrilla pero finalmente mientras canta una parte de “Me gusta el mar”, de Palito Ortega. Pero al abrirse el plano, se ve que está en la ciudad y explica que en realidad va a salir de gira electoral por la costa atlántica.

Otro video, un poco más extenso, se presenta como “Manual Ilustrado Ricardo Alfonsín en la Boleta Única de Papel” y, siempre con un estilo que oscila entre Wes Anderson y Pedro Saborido, el candidato a diputado nacional explica cómo se vota con el nuevo sistema: “¿Qué hacés, muñeco? No paran de llamarme para saber como hay que vota en octubre».

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Fiel a su estilo combativo, el spot que eligió presentar esta semana el Frente de Izquierda con Myriam Bregman, Nicolás del Caño, Cristian Castillo y el jujeño Alejandro Vilca dura casi dos minutos y arranca con Bregman caminando de espaldas hacia el Congreso, cuya cúpula se ve de fondo, fuera de foco.

Luego repasa imágenes de protestas combinadas con testimonios de jubilados en la calle, una secuencia de Martín Menem en el recinto y distintos fragmentos de discursos de los referentes de la izquierda. También incluye el reclamo por el “genocidio en Palestina”, el derecho de las mujeres y la frase que Bregman logró viralizar en la campaña de 2023: “Gatito mimoso”.

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