POLITICA
Un grito de remordimiento y un aviador fantasma: qué pasó con los pilotos que tiraron la bomba de Hiroshima

Tres pilotos y un fantasma.
El 6 de agosto de 1945, el mundo cambiaba para siempre. La bomba atómica destruía Hiroshima y a su gente. Tres días después, Nagasaki. Más, mucha más muerte.
La rendición japonesa, la victoria de los Aliados. El fin de la Segunda Guerra. El comienzo de la era atómica.
La historia y la vida de los tripulantes de los aviones que participaron en ambas misiones fue diferente. Muchos permanecieron toda su vida como miembros de las fuerzas armadas. Otros tuvieron severos problemas al regresar a la vida civil: detenciones, internaciones, soledad.
Algunos se mostraron -al menos públicamente- muy orgullosos de lo hecho; otros no pudieron manejar el remordimiento y el cargo de conciencia.
Y también hay un fantasma, una persona misteriosa, que suele ser mencionada como ejemplo del terrible peso en la conciencia de los aviadores por sus actos pero que en realidad, no parece haber participado de las misiones atómicas.
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En cada aniversario de Hiroshima y Nagasaki, se habla de Paul Bregman, el aviador que integró la segunda misión, que fue parte de la tripulación del Bockscar, el avión que lanzó la bomba que aniquiló Nagasaki, y que se afirma se suicidó el día que se cumplían los cuarenta años del hecho.
La bomba de Hiroshima fue lanzada desde un b-29, el Enola Gay, comandado por Paul Tibbets. Aunque del operativo participaron varios aviones, meteorológicos y escoltas. Solo la tripulación del que llevaría la bomba constaba de once hombres.
Todos los participantes sabían que esa era una misión diferente a las demás. El silencio, el entrenamiento, los días previos sin actividad, la carga misteriosa, la compañía: ellos sabían que eran los mejores pilotos de su generación. El Grupo de Operaciones 509, el encargado de la misión, se había conformado pocos meses antes en Utah y recién a comienzos de mayo de 1945 fueron trasladados a la base de Tinian. Se necesitaba experiencia, habilidad, coraje y templanza. No había margen de error.
Paul Tibbets como piloto de la nave principal decidió bautizarla. Le puso Enola Gay, el nombre de su madre: “Me acordé de ella, una pelirroja valiente, que siempre me había apoyado y que soportó que abandonara medicina para ser piloto de guerra”. La noche previa pintaron esas dos palabras en el fuselaje.
El despegue, de madrugada, fue filmado. Para eso la pista fue iluminada con reflectores. La comandancia quería dejar registro de todo lo que pudiera. Uno de los aviones de la escuadra tenía como misión filmar y fotografiar. De él surgió la imagen del hongo atómico.
La bomba se terminó de ensamblar durante el vuelo para evitar riesgos innecesarios en el despegue.
A la vanguardia iba el Straight Flush, el avión meteorológico, con su piloto Claude Eatherly. debía comprobar que las condiciones de clima y la visibilidad fueran óptimas (tres días después por la labor del avión encargado de esa tarea y por las nubes que informó se cambió el objetivo y Fat Boy en vez de destruir la ciudad de Kokura, objetivo original, cayó sobre Nagasaki).
El Enola Gay estuvo sobre el objetivo a las 8:15. Y la bomba fue lanzada. Emprendieron la vuelta. Sabían que debían alejarse del lugar lo más rápido posible.

El sacudón del avión los asustó por unos segundos. Paul Tibbets contó que el ruido que escucharon fue como si estuvieran envueltos en cilindros de latón y alguien golpeara insistentemente con un martillo sobre la chapa. Nunca habían sentido algo igual. A esa altura sabían que esa bomba era diferente al resto, pero no la creyeron tan poderosamente destructora.
El copiloto Robert Lewis, que había aspirado a comandar la misión, dijo entre dientes: “¡Dios mío! ¿Qué hicimos?”. Después contó: “Ahí abajo había una ciudad y de pronto no estuvo más. Fue como si una boca gigante la hubiese aspirado en un segundo”.
Paul Tibbets, el piloto de la nave, murió muy anciano y fue enterrado con honores. Después de la Segunda Guerra fue considerado un héroe nacional y durante décadas disfrutó del prestigio y los reconocimientos (la leyenda asume que Tibbets fue condecorado apenas puso un pie en la pista). Escribió unas memorias que se vendieron muy bien. Nunca sintió culpa. El remordimiento no fue parte de su catálogo de emociones. O al menos así lo expresó en público: “No tengo nada de qué arrepentirme. Yo duermo tranquilo y profundo cada noche de mi vida”.
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Tampoco lo hicieron los demás tripulantes del Enola Gay. Para ellos fue un acto de guerra, una misión que supieron cumplir con probidad. Eran veteranos en este asunto de lanzar bombas desde el cielo. El poder destructor de esta no les interesó demasiado más que para aprovechar la posterior celebridad que les brindó.
Charles Sweeney fue el piloto del Bockscar, el avión que lanzó la bomba que destruyó Nagasaki tres días después del desastre de Hiroshima. Él tampoco mostró demasiado pesar ni remordimiento. También escribió sus memorias (aunque más polémicas que las de Tibbett porque criticaba a algunos compañeros e inventaba algunas circunstancias sobre la misión). Y, también, fue despedido con honores tras su muerte en 2004. Él estaba convencido de que la bomba atómica fue necesaria para terminar con la guerra: “Yo vi esos hermosos jóvenes siendo maltratados y asesinados por esa fuerza militar maléfica que era el enemigo. No tengo la menor duda de que el presidente Truman tomó la mejor decisión posible al ordenar que se tiraran las bombas atómicas”, escribió. Y agregó: “Eso sí espero y rezo para que el título de comandante de la última misión atómica no me lo saquen nunca. Que no sea necesario lanzarla nunca más”.
La resistencia japonesa y las muertes que acarrearía, la entrada de los soviéticos a Japón, el efecto aleccionador para el resto de las potencias sobre el poder atómico. Cada uno, según el momento, fue eligiendo del elenco de justificaciones y argumentos el que mejor le venía.
Sin embargo, cientos de rumores y leyendas se instalaron sobre Tibbets, Sweeney y otros tripulantes. Suicidios, internaciones en psiquiátricos, delitos aberrantes. Pero en el caso suyo y de la mayoría de sus compañeros nada de eso fue cierto.
Sí lo fue en el de Claude Eatherly, el piloto del avión que antecedió la misión, el Straight Flush, el que avisó que el cielo estaba suficientemente despejado. Él sufrió mucho. La baja sin honores, descrédito, estadía en varias cárceles y la última década de su vida la pasó internado en una institución psiquiátrica. No vivió tanto, ni tan bien. A su muerte nadie lo homenajeó.
Una misma misión, dos pilotos, actitudes y consecuencias diferentes
La historia de Eatherly se hizo muy conocida. Sus detractores hicieron todo lo posible por desprestigiarlo. Se convirtió en un hombre de vida díscola, propenso al crimen, fuera de sus cabales. Alguien que, se decía, estaba mal desde antes. Por eso su prontuario, las internaciones psiquiátricas y, en especial, su postura en contra del uso de armas atómicas.
Claude Eatherly fue dado de baja de la Fuerza Aérea en 1947. Su descenso fue vertiginoso. Su vida después de la guerra siguió un patrón. Detenciones por delitos menores, trabajos en los que duraba muy poco, alguna internación de unos pocos días para monitorear su salud mental. Luego de esos días en el hospital, Eatherly salía, conseguía trabajo y se volvía a repetir el circuito aunque todo era mucho más rápido. Sólo se incrementaba la gravedad de los delitos cometidos y la duración de las internaciones. En el medio un divorcio, los hijos que no lo quisieron ver más, un par de intentos de suicidio fallidos. Hasta que un momento se dispuso que permaneciera de manera permanente en el Hospital Psiquiátrico de Waco.
En ese entonces su prédica antibelicista había comenzado. En muchos lugares del mundo se contaba su historia y se reproducían sus declaraciones. Había sido parte del horror y eso pesaba en su conciencia. Y se lo hacía saber al mundo. No quería que lo de Hiroshima y Nagasaki se repitiera. Se convirtió en un símbolo.
Voces oficiales en Estados Unidos y antiguos compañeros del Cuerpo 509 de Operaciones trataron de quitarle trascendencia y autoridad a su postura. Sostuvieron que se trataba de un juerguista, que su disciplina era muy deficiente (esto sería difícil de creer: era muy riguroso el ingreso al grupo exclusivo que estaba involucrado en el lanzamiento de la bomba atómica; no se hubieran arriesgado a tener en el equipo a alguien inestable), que sus problemas mentales habían empezado antes de la guerra. Paul Tibbets, en sus memorias, sostuvo: “No entiendo por qué está tan afectado. Él estuvo una hora antes que el Enola Gay, no soltó la bomba, ni siquiera vio la explosión o sus consecuencias. Cuando la dejamos caer, él ya estaba regresando a la base”. Otros hablaron de celos, de búsqueda de protagonismo, de malas decisiones posteriores que lo llevaron a ponerse en el papel de la víctima.
Sin embargo nadie puede dudar que, haya sido la bomba de Hiroshima o el cúmulo de su accionar bélico, Eatherly sufrió un daño. Estrés postraumático. Vio y vivió algo insoportable. Participó de actos atroces que pesaban sobre su conciencia, que no podía dejar atrás. La guerra había arrasado también con él. Que él clamara por el desarme nuclear, por el control de esa fuerza incontrolable, era de una potencia mayor a que lo hiciera otro.
El filósofo Gunther Anders, discípulo de Heidegger y exmarido de Hannah Arendt, le escribió una carta al enterarse de su historia. Eatherly contestó. Eso dio comienzo a un largo intercambio epistolar que se extendió más de una década y que constó de más de sesenta cartas. Esa conversación, el registro de esas cartas se encuentra en El piloto de Hiroshima, un libro que publicó en español hace unos años Paidós. Anders le escribe: “El que usted, entre otros tantos miles de millones de contemporáneos, se haya condenado a ser un símbolo, no es culpa suya, y es ciertamente horrible. Pero así es. También usted, Eatherly, es una víctima de Hiroshima”. (Debe reconocerse, también, que Anders mostraba una extraña propensión a las cartas públicas: unos años después tras el juicio a Eichmann, le escribió varias al hijo del criminal nazi).
Anders comienza dando su visión antibelicista, pero enseguida se entabla una relación en la que se preocupa por la salud de Eatherly. Le envía cartas al médico del piloto y le manda libros al hospital psiquiátrico en el que está internado.
“El único error de Eatherly fue arrepentirse de su participación relativamente inocente en una brutal masacre. Es posible que los métodos que siguió para despertar la conciencia de sus contemporáneos sobre el delirio de nuestra época no fueran siempre los más acertados, pero los motivos de su acción merecen la admiración de todos aquellos que todavía son capaces de albergar sentimientos humanos. Sus contemporáneos estaban dispuestos a honrarle por su participación en la masacre, pero, cuando se mostró arrepentido, arremetieron contra él, reconociendo en este arrepentimiento su propia condena” escribió Bertrand Russell, uno de los mayores luchadores por el desarme atómico durante las décadas posteriores a la guerra.
Claude Eatherly murió en 1978 por un cáncer en la garganta. Durante sus últimos años su morada fue un hospital psiquiátrico. A diferencia del de Tibbets, el suyo fue un funeral poco concurrido y sin honores. Su necrológica no ocupó páginas enteras de diarios.
Ahora, la historia del fantasma
En 1985, un día antes de cumplirse el 40 aniversario de los bombardeos, Paul Bregman se suicidó en su casa. Tenía 60 años y atravesaba una profunda depresión. Sus familiares informaron que el expiloto nunca había podido superar lo vivido en la Segunda Guerra y en especial el peso que cargaba en su conciencia por haber integrado la tripulación del Bockscar, el avión que lanzó la bomba atómica sobre Nagasaki el 9 de agosto de 1945.
La noticia se dispersó y se siguió repitiendo en cada aniversario. “Se suicidó el hombre que lanzó la bomba de Nagasaki”, decían los titulares. Una búsqueda por Google lo comprueba. Su muerte hasta figura en las listas de efemérides más consultadas, la de Wikipedia por ejemplo. Sin embargo, al rastrear más información sobre Bregman, el investigador se sorprende. No existen antecedentes de su participación en la misión del 9 de agosto. Se conservan algunas fotos de la tripulación formada como un viejo equipo de fútbol (dos hileras: parados y agachados) y en ninguna aparece Bregman. Un vocero de la fuerza aérea norteamericana debió aclarar la cuestión. Afirmó que Bregman era aviador, participó de la Segunda Guerra y hasta estuvo destinado en el Pacífico. Pero nunca participó de los bombardeos atómicos. El 9 de agosto, día de la masacre de Nagasaki, no se encontraba en Tinian sino en Guam, otra isla en la que Estados Unidos tenía base. Eso no quita que el aviador también pudiera sufrir de estrés postraumático.
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POLITICA
Mauricio Macri cruzó a los libertarios por el acuerdo electoral: “Quieren tomar una posición dominante”

En medio de las negociaciones entre el PRO y La Libertad Avanza (LLA), de cara a las próximas elecciones legislativas, tanto a nivel nacional como en la provincia de Buenos Aires (PBA), el expresidente Mauricio Macri, cuestionó la posición inflexible del partido que comanda Karina Milei.
“No hay temor, hay una confirmación. Está fuera de discusión que ellos quieren tomar una posición totalmente dominante. La prioridad del PRO desde hace casi dos años ha sido ayudarlos a generar gobernabilidad, lamentablemente no fue el nivel de gobernabilidad que necesitaba el país, por eso tenemos este nivel de riesgo país”, indicó el titular del partido amarillo.
Milei oficializó el veto al aumento a los jubilados, la moratoria previsional y la ley de emergencia en discapacidad
En la previa al encuentro con dirigentes nacionales del PRO, el exmandatario sostuvo que la intención del bloque es “encontrar un lugar de comodidad para ambas partes”, ante lo que remarcó que se encontraban conversando con el oficialismo para poder cerrar las listas de cara al próximo 26 de octubre.
Por otra parte, Macri aprovechó para cuestionar el rumbo que tomó el gobierno de Javier Milei, indicado que el país no alcanzó el “nivel de gobernabilidad que necesitaba”, lo que desencadenó en “este nivel de riesgo país, con problemas para que Argentina vuelva a crecer a un ritmo que puede volver a incluir a todos los argentinos”.
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POLITICA
Secretos del acuerdo contra reloj entre LLA y el PRO en CABA: las razones de Mauricio Macri para aceptar la última oferta

Anoche, La Libertad Avanza (LLA) y el PRO habían avanzado un paso más en el probable acuerdo electoral de la capital para las elecciones de octubre, impensado hace pocas semanas atrás. La última oferta libertaria, de dos diputados en la lista con chances casi seguras de ser electos, en el cuarto y el sexto lugar, parecía la definitiva y los negociadores macristas se encaminaban a aceptar el pliego de condiciones impuesto por Karina Milei, dispuesta a incorporar a dirigentes de ese sector a cambio de invisibilizar el color amarillo.
Los Macri, Mauricio y Jorge, a quienes se les atribuye una disputa política de larga data pero que se agudizó en los últimos tiempos, en especial tras la derrota local del 18 de mayo, habían dado ayer por la noche el visto bueno para terminar de sellar el acuerdo, después de la reunión en la sede partidaria del mediodía que tuvo picos de desconcierto. “Primero se comunicó que LLA hizo una propuesta razonable, después se dijo que no había posibilidad de hacer ningún tipo de alianza y al final se habló de que seguiríamos escuchando para hacer el acuerdo: recién prendí la tele y decían que Jorge había aceptado la propuesta. Todo eso en menos de diez horas”, resumió por la tarde-noche un dirigente con cargo que participó del encuentro.
El fin de semana, desde el PRO se activaron en paralelo conversaciones con otros sectores por si las tratativas de Ezequiel Sabor -colaboró, en el inicio, Cristian Ritondo-, al frente de las negociaciones con Pilar Ramírez, la delegada libertaria que responde a la hermana presidencial, naufragaban en el camino. Experimentado, Sabor, con terminales en los dos Macri y buen vínculo con Daniel Angelici, fue fundamental para la sanción del presupuesto a través de gestiones eficaces en la Legislatura. Se abrió el fin de semana una instancia de diálogo con la Coalición Cívica, con el radicalismo y con Ricardo López Murphy, y se analizó la opción de recrear otra vez la coalición de partidos que llevó a Macri a la Presidencia en el 2015 y a su primo a la Jefatura de Gobierno porteña en el 2023, hasta que Milei alcanzó ese año el balotaje, el PRO se dividió y esa alianza multipartidaria explotó por los aires.
Los Macri entonces hicieron cuentas, en especial el ex presidente, que no solo aceptó los condicionamientos de Karina Milei, “una posición dominante”, como lo definió ayer antes de entrar a la reunión en la sede de Balcarce, si no que reafirmó, en esa misma cumbre, que sigue dispuesto a apoyar el blindaje a los vetos a la actualización de las jubilaciones y la ley de discapacidad en el Congreso. El ex presidente entabló algún debate con los diputados presentes, volvió a insistir con la necesidad de colaborar con el gobierno, hizo una nueva referencia a las gestiones en Vialidad y en la hidrovía y hasta contó una conversación con un periodista cercano que, según él, insistió en privado para cerrar el acuerdo público con LLA.
El expresidente hizo cuentas. Anoche, en su entorno analizaban que aceptar dos lugares “entrables” en la lista de diputados, sin ninguna posibilidad de negociar las postulaciones al Senado, reservadas para candidatos del Gobierno, era un negocio mucho más rentable que reeditar Juntos por el Cambio o, peor aún, armar listas en soledad desde el PRO y levantar una cosecha legislativa mucho menos redituable.
Había sido, de todos modos, la posición minoritaria planteada por algunos dirigentes, en particular la ex gobernadora María Eugenia Vidal, que tuvo en las últimas semanas críticas declaraciones contra el oficialismo. El nombre de Vidal fue puesto en la mesa por LLA en el pliego de condiciones: la vetaron como posible postulante. También fue vetado como negociador el jefe de Gobierno, que trató hace algunas semanas de tender un puente, sin éxito, con la hermana del presidente. La diputada, que intentó convencer a algunos colegas para que la acompañen en la eventual abstención a los vetos que se pongan en debate próximamente en el Congreso, sonaba como potencial candidata en caso de una reedición de la coalición de partidos bajo el paraguas de JxC, o del PRO en soledad. “Hay que mandarle a tomar el pulso al PRO, a ver si está vivo…”, ironizó ayer un dirigente cercano a la ex gobernadora.
Anoche, en despachos macristas, se empezaron a mencionar, en simultáneo, los nombres de algunos dirigentes como potenciales postulantes, convencidos de que, como trascendió, la lista del frente LLA estaría encabezada por una mujer, por lo cual, según el orden, le correspondería al PRO el cupo masculino. Sonó, con insistencia, Fernando de Andreis, muy cercano al ex presidente y con despacho en la sede de Uspallata, que incluso ocupó ayer por la tarde. También corrió el nombre de Darío Nieto, legislador porteño y electo nuevamente en mayo que, de confirmarse, le resolvería una demanda a “El Tano” Angelici -coadministrador de la capital-, que espera por alguna baja para conseguir un lugar para algunos de sus candidatos que, por la pésima performance de mayo, quedaron fuera de juego.
De confirmarse el acuerdo -aún restaba resolverse la letra chica, los detalles finales y el visto bueno de todas las partes-, el Gobierno comenzaba por estas horas a terminar de absorberse al PRO en el afán de los hermanos Milei por instalar de manera definitiva al sello La Libertad Avanza como única oferta del electorado de la derecha y la centroderecha. Con el acuerdo sellado en la provincia de Buenos Aires para las elecciones provinciales del 7 de septiembre, negociaciones muy avanzadas en Entre Ríos, un nuevo frente con otro signo en Chubut y la alianza bonaerense para la elección de octubre también casi lista, el PRO empezaba anoche a despedirse de su identidad tal cual se lo conoció hasta ahora. “Habrá que encontrar ahora una buena narrativa para explicar el acuerdo y la etapa que se viene”, sintetizó un dirigente amarillo.
¿Puede el PRO convertirse después de octubre en un aliado minoritario del gobierno como lo fue la UCR durante la gestión de Cambiemos? Dependerá de varios factores, pero antes que nada de las ganas de LLA para que así sea.
El posible acuerdo en la capital era una noticia muy buscaba por Patricia Bullrich, la ex presidenta del PRO que se abrazó a las ideas libertarias y que propició en estas semanas una alianza con el macrismo en el intento por obtener, en octubre, un resultado lo más abultado posible, y posicionarse de esa manera en carrera para el 2027. Sin embargo, la ministra aún espera una confirmación de los hermanos Milei, a los que les pidió asegurarse el control de Seguridad en caso de ser candidata. “Lo planteó como un acuerdo, no como una extorsión”, explicaron. Bullrich quiere a Alejandra Monteoliva como sucesora. Es un sillón que tiene varios interesados. Uno de ellos es Diego Valenzuela, candidato a senador provincial por la primera sección, que podría recibir a Milei esta semana para una foto con el resto de los primeros postulantes de las siete secciones. El gobierno prevé privilegiar la primera sección, para tratar de tener una buena cosecha de votos y compensar una derrota holgada en la tercera sección. También en el interior. Ese resultado podría impactar directamente en el futuro del intendente de Tres de Febrero, a quien le dieron alguna promesa para recalar después en el Ejecutivo. La elección provincial asoma con un enorme signo de interrogación para Milei y LLA.
Ayer, en una visita a Córdoba, Bullrich se refirió además a la nueva liga de gobernadores que la semana hicieron su presentación en sociedad, bajo el slogan de “Grito federal”, y que compartirían en octubre listas conjuntas en esas provincias en un intento por revitalizar una opción moderada que tuvo escasa demanda en las últimas elecciones. “Dicen que son del medio, pero ahí hay uno peronista, un kirchnerista, un radical, uno del PRO. ¿Dónde están los del medio?Es un kirchnerismo de baja intensidad, una especie de kirchnerismo suplente”, dijo, irónica, la ministra.
El gobierno sigue con atención ese bloque de gobernadores fundado por Martín Llaryora, Claudio Vidal, Ignacio Torres, Maximiliano Pullaro y Carlos Sadir, que busca alargar la existencia después del 10 de diciembre y que podría proponer además una oferta electoral en octubre en la provincia de Buenos Aires. Es, en principio, una noticia auspiciosa para el Ejecutivo, que se ilusiona con ganar en las nacionales la disputa bonaerense. Hay operadores de LLA muy interesados incluso en auspiciar esa propuesta.
“Las experiencias pasadas fracasaron porque eran un rejunte electoral. Ahora hay una visión federal y productiva”, explicaron ayer cerca de uno de esos gobernadores. Dicen que ya no hay consultores a cargo de la estrategia electoral y el armado político, como en otros intentos recientes de centro. Ese trabajo, dicen, está ahora a cargo de Sebastián García de Luca, ex viceministro del Interior de Cambiemos, otro dirigente del viejo PRO ilusionado con dar vuelta la página.
POLITICA
Con un nuevo proyecto de UxP, se retoma el debate para elevar el número de miembros de la Corte Suprema

Con la convocatoria de una jueza, un catedrático y un constitucionalista, el plenario de las comisiones de Asuntos Constitucionales y de Justicia del Senado, encabezadas por Alejandra Vigo, de Córdoba Federal y por Juan Carlos Pagotto del oficialismo, retomará el tratamiento de los proyectos de ley que elevan el número de integrantes de la Corte Suprema de Justicia. Ya hay diez iniciativas en discusión.
Será el tercer encuentro que lleve adelante la senadora Alejandra Vigo, con la novedad del ingreso para su tratamiento de un proyecto de la senadora Juliana Di Tullio de UxP, que busca una Corte de nueve miembros.
Se espera para la discusión las exposiciones de la jueza del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Aída Tarditti; el académico Marcelo López Mesa y el constitucionalista Diego Armesto. El debate se llevará a cabo en el Salón Illia del palacio legislativo a partir de las 14:30.
En la última reunión, celebrada el pasado 25 de junio, la senadora Alejandra Vigo le adelantó a TN la intención de la Comisión de citar al ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, para conocer la opinión del Poder Ejecutivo. Invitación que podría concretarse en las próximas semanas. Hasta el momento el debate transcurre con cierta lentitud, pero con la intención de buscar el mayor consenso entre los diez expedientes que contienen las diferentes iniciativas.
De acuerdo a la Constitución, la designación de los jueces de la Corte Suprema de Justicia requiere del voto positivo de dos tercios de los presentes del Senado, un trámite que es imposible llevar adelante sin un acuerdo del oficialismo con la oposición.
La falta de consenso político entre los libertarios y Unión por la Patria (UxP), hicieron naufragar las postulaciones del presidente Javier Milei de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla en la Corte Suprema de Justicia. El Senado rechazó sus pliegos, en la sesión del pasado 4 de abril. Hoy el Máximo Tribunal funciona en la actualidad con solo 3 de los 5 jueces, Carlos Rosenkrantz, Horacio Rosatti y Ricardo Lorenzetti.
Las propuestas legislativas para reformar la Corte Suprema
El senador Juan Carlos Romero (Cambio Federal) plantea un tribunal de siete cortesanos y que no más de cinco sean del mismo sexo. La legisladora Silvia Sapag (UxP) propone la paridad de género, llevando a una proporción mínima de mujeres a un 40% en la integración de la Corte. En tanto, el proyecto del senador Flavio Fama (UCR), que es acompañado por las legisladoras Edith Terenzi, Carolina Losada, Stella Olalla y Mercedes Valenzuela, amplía la paridad de género a los Tribunales Federales Colegiados de Justicia de la Nación.
La legisladora de Neuquén, Lucila Crexell (Provincias Unidas) busca una Corte de nueve magistrados, del mismo modo que Mónica Silva (Juntos Somos Río Negro). La cordobesa Alejandra Vigo (Provincias Unidas) y la salteña Nora del Valle (UxP) solicitan cinco jueces en la Corte Suprema, con representación federal y conformada por un mínimo dos mujeres.
Juliana Di Tullio (UxP) propone en su proyecto elevar el número de integrantes del máximo tribunal, llevarlo de cinco a nueve miembros, estableciendo que “a efectos de asegurar la diversidad de género, la Corte no podrá integrarse por más de cinco jueces del mismo género”.
Juliana a Di Tullio cerró su iniciativa con la intención de “dotar a la cabeza de uno de los poderes del Estado de mayor representación federal, equilibrio de género y de juristas de distintas especialidades; y con ello, mejorar la calidad institucional de nuestra República”.
En la Cámara de Diputados, la libertaria Marcela Pagano también presentó un proyecto para ampliar la Corte Suprema: propone 21 integrantes, que trabajarían en siete salas especializadas, compuestas por tres miembros cada una. Estarían organizadas por materias de Derecho Penal, Civil, Comercial y Societario, Laboral y de la Seguridad social, Administrativo y Tributario, Ambiental y derecho Público General.
Corte Suprema de Justicia, Senado, Alejandra Vigo
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