POLITICA
Un presidente “mentiroso”, “cobarde” y “maltratador”: el retrato de la vocera de Alberto Fernández

La exvocera de Alberto Fernández habla de un presidente “cobarde, maltratador y mentiroso”, que tiene un comportamiento compulsivo con las mujeres, es “violento” con su pareja y fue llevado al poder por un expresidente que a la vez lo desprecia y no lo deja gobernar. Pero dice que no es Alberto Fernández, sino Salvador Gómez. No es “el hijo de un juez”, sino de un senador y ha sido jefe de Gabinete, pero no de Néstor y Cristina Kirchner, sino de Pedro Sacristán. Eso sí: es profesor de la Facultad de Derecho y no tiene casa propia. Un amigo le presta desde hace años un departamento en Puerto Madero.
Escudada en un relato de ficción, la exvocera Gabriela Cerruti traza el perfil de un presidente que se parece demasiado al que ella conoció de cerca y que, a pesar de la deliberada intención de desacomodar algunas piezas de la historia y distorsionar ciertas biografías, se lee como un relato crudo de un gobierno ineficaz y corrupto, plagado de bajezas, aprietes, negociados, abusos e internas despiadadas.
Cerruti acaba de presentar en la Feria del Libro su primera novela, titulada El veneno del poder (editorial Sudamericana). Había pasado justamente inadvertida desde su lanzamiento, hace varias semanas: no hace falta ser crítico literario para darse cuenta de que es una obra menor, escrita en prosa vulgar, con giros previsibles y un ritmo narrativo un tanto desarticulado y errático. Pero el libro merece alguna atención, no por sus cualidades literarias, sino por eventuales confirmaciones que podrían asomar bajo el disfraz de la imaginación novelesca. Aun con maniobras distractivas y desvíos descabellados, es una trama que nos resulta demasiado familiar y cercana.
Las coincidencias entre el presidente Fernández y el presidente Gómez son tantas, y tan evidentes que obligan a formular una pregunta: ¿se esconde debajo de la novela la confesión de una vocera “arrepentida”?; ¿es la forma que encontró la exfuncionaria de bajarse de un barco hundido definitivamente tras las denuncias de corrupción y de violencia de género? La ficción, en este caso, más que un ejercicio creativo podría verse como un refugio para la cobardía: ¿se dice bajo la apariencia de una trama imaginaria lo que no se anima a decir “a cara descubierta”?
Retratado en este plano de ambigüedad, donde se cuenta, pero con una máscara, y se insinúa, pero sin hacerse cargo de una denuncia, el libro también expone a Cerruti a interrogantes éticos, aunque eso remita, para el kirchnerismo, a un territorio difuso. ¿No viola un pacto tácito de confidencialidad al describir, aun detrás de un antifaz, intimidades a las que tuvo acceso por la función que desempeñaba? Es un género polémico. Algunos escritores lo han transitado sin demasiados escrúpulos, pero con más talento y originalidad. En un plano más espinoso, ¿no se apela a la ficción para relatar hechos que hubiera estado obligada a denunciar en su momento?
Cerruti describe muchas circunstancias que, con nombres y detalles cambiados, son prácticamente un calco de las que reflejaron las crónicas periodísticas en el gobierno de Fernández: hay reuniones, viajes, internaciones y crisis que enfrenta Gómez en la novela y que vivió Fernández durante su mandato. “La pandemia fue su mejor momento. Tenía ochenta por ciento de popularidad, creía que era Churchill”, se burla en la página 73. Unos párrafos antes lo describe como un fabulador y un mentiroso compulsivo, con una vida personal desordenada, y torturado psicológicamente por la relación de sometimiento que tiene con un expresidente que lo puso en el lugar en el que está.
Las similitudes son demasiadas. Y si esos hechos supuestamente novelados son un espejo de la realidad, ¿por qué no lo serían otros? Cerruti cuenta, durante “el gobierno de Gómez”, aprietes a jueces, negocios oscuros y “arreglos” con periodistas: ¿es imaginación o recuerdo?
Habla de una primera dama con problemas de alcoholismo y depresión en el marco de una relación patológica con el presidente. Se llama Samantha y muere envenenada: una licencia supuestamente literaria para retratar un final traumático y desolador. Antes de matarla, en la página 116, le hace decir en referencia a su pareja: “No lo aguanto más. A veces lo quiero matar; a veces me quiero morir. Se volvió un monstruo, alguien muy horrible. Siempre fue pajero, y agrandado y mentiroso. Pero era dulce, me cuidaba”. También reproduce un diálogo entre ella y el presidente: “Salvador, te estoy hablando bien. No podés insultarme y maltratarme todos los días, todo el tiempo”.
El relato parece, por momentos, escrito por una testigo que no se hace cargo, sin embargo, de haber estado ahí: toma distancia, incluso, del dogma kirchnerista y no está escrito en “lenguaje inclusivo”, aunque es el que la vocera utilizaba desde el atril oficial. ¿No había convicción en aquella jerga militante del “todos y todas”?
Hay una figura que, curiosamente, no existe en la novela: el presidente Gómez no tiene vocera ni tampoco portavoz, como a Cerruti le gustaba llamarse a sí misma. Se corre de una escena que ahora parece incomodarla, como si aparecer en la trama hubiera implicado una suerte de autoincriminación.
¿Hasta dónde sabía Cerruti lo que pasaba en el infierno de Olivos? “Se fueron consumiendo mutuamente en un círculo de violencia y humillación”, cuenta sobre la pareja presidencial en la página 152.
La autora apela a una especie de “licuadora” para mezclar la realidad y hacerla aparecer como ficción. El personaje que encarnaría a Javier Milei (Jaime Malson) surge de fusionar características e historias personales del propio Milei y de Mauricio Macri: en lugar de perros tiene gatos a los que adora como si fueran sus hijos. Fue arquero de un club de fútbol, pero también un playboy millonario que sufrió un secuestro extorsivo en los años noventa. La forma de enmascarar las cosas es un tanto obvia y rudimentaria. Eso hace que los personajes ficticios remitan a la realidad de un modo bastante lineal, aun cuando propone un cóctel de biografías entrecruzadas: Sacristán es Cristina, pero también es Néstor.
Hay un periodista (Leopoldo Valaguer) que juega su propio partido dentro del oficialismo: “Tiene hace muchos años un enfrentamiento público con el Cardenal por informaciones que esparció, pero que nunca pudo comprobar”. ¿Será una alusión a las falsas denuncias de Horacio Verbitsky contra Jorge Bergoglio? Siguen las referencias a ese mismo periodista “imaginario”: “Sus amigos dicen que fue un jefe guerrillero y sus enemigos, un colaboracionista con la dictadura militar. Lleva y trae entre Gómez y Sacristán (¿entre Alberto y Cristina?), como lo hizo entre el gobierno y la oposición más ferviente en los setenta, o entre los sindicatos y los intelectuales en los ochenta”. Después da más detalles: “Escribió algunos buenos libros y otros olvidables y una columna de opinión todos los domingos que en algunas épocas tuvo más impacto que en otras en los círculos de poder”. No es difícil imaginar a quién se refiere: “Tiene la imagen de sí mismo más generosa de todos los tiempos”. Lo más sabroso podría estar en esta línea: “Nunca habla de dinero, ni para él ni para sus medios. Para eso hay otros personajes menores”. ¿Había plata negra para los amigos? Como en el resto del libro, Cerruti parece saber de qué está hablando. También cuando lo presenta al periodista Valaguer como un influyente que ponía y sacaba funcionarios. Cuenta que al presidente le “vendieron” la idea de crear el Ministerio de la Mujer: “El problema vino cuando Gómez nombró en ese lugar a una abogada desconocida para el movimiento de mujeres: la propuso Valaguer porque era su amante”. ¿También hay mensajes e insinuaciones cifradas?
No cuenta nada que no se supiera o que no se sospechara. Pero lo cuenta alguien que estuvo ahí. Hace el retrato de un presidente pusilánime y entregado a cierto desenfreno adolescente, capaz de maltratar a otros, pero a la vez torturado por un sentimiento de inferioridad frente a alguien que lo llevó a la presidencia: “¿Por qué me importa tanto lo que piensa? Estoy a los abrazos con todos los presidentes del mundo, tengo las mujeres que se me antoja, gané con el setenta por ciento de los votos. Pero estoy esperando qué va a decir de mí. Obsesionado buscando que me elija, que me mire. Eso, solamente eso. Que Sacristán por fin, de una puta vez, me quiera”, dice el presidente Gómez en la página 214. “Gómez habla de Sacristán con el despecho del amor no correspondido”. Más adelante, en la página 285, lo cuenta la propia autora: “Sacristán lo detesta, lo desprecia profundamente. Al mirar a Salvador Gómez ve la confirmación de su mayor error: su incapacidad para dejar legado, para construir herederos”.
El libro desciende todo el tiempo a la melodía del folletín para describir uno de los costados más penosos del presidente: lo muestra inmaduro, irresponsable, adolescente, mientras chatea con mujeres a las que casi no conoce y a las que les pide fotos desnudas y las invita a Olivos: “¿Te gusto?”; “¿me querés?”, imagina (¿o reproduce?) Cerruti uno de esos chats.
“Gómez: un tibio, según sus enemigos; un moderado, de acuerdo con la visión de sus aliados; un conciliador, para los poderosos. Seguía siendo, sin embargo, el mismo mentiroso, mujeriego y desordenado hasta la estafa puertas adentro de su dormitorio”, lo describe en la primera parte del libro. Luego nos cuenta estos detalles: “La Agencia de Inteligencia sabe perfectamente cuáles son los puntos débiles de Gómez, y tiene registro pormenorizado de sus chats telefónicos, sus escapadas a la hora de la siesta y el desfile de personajes pintorescos por el despacho presidencial. Sabe perfectamente que allí graba videos, toca la guitarra, baila tangos, juega con los perros y posa disfrazado imitando a los próceres que lo miran desde los cuadros”. Parece agregarle detalles a aquel video de Alberto Fernández desde el sillón de Rivadavia: “Decime algo lindo”.
No es en esos penosos pormenores donde Cerruti aporta algo que pueda resultarnos novedoso, pero tal vez sí cuando habla de la relación entre Gómez y el dinero. Hay que prestarle atención a un personaje central de la novela a la que también es fácil asociar con la pura y triste realidad. En el libro se llama Diana: fue pareja del presidente durante muchos años y se convirtió en una de las principales funcionarias de su gobierno. Es, a diferencia de Samantha, una mujer intelectualmente formada y con una trayectoria política propia. En la página 234, Cerruti describe así los sentimientos de Diana: “No puede ni sonreír. Está demudada, aunque disimula con compostura. Al final, no conocía nada a Salvador Gómez. Podía imaginarse que tuviera una enorme gama de problemas con mujeres, pero jamás hubiera pensado que él también manejaba dinero en valijas. El hombre decente, el hijo del senador… Aceptaba favores, eso sí. Pero uno nunca conoce del todo a las personas”.
Cerruti niega que Salvador Gómez tenga algo que ver con Alberto Fernández. Recurre a la muletilla de siempre: “Cualquier semejanza con seres conocidos será, sencillamente, porque en estos tiempos la realidad se parece demasiado a la ficción”. Dice que ella ha visto a otros presidentes que tenían comportamientos abusivos con mujeres. Se ha ubicado incluso como víctima de hombres que ya no pueden defenderse. Es evidente, sin embargo, que hasta el propio Alberto Fernández, a punto de enfrentar un juicio oral por violencia de género contra Fabiola Yañez, vería mucho de sí mismo en el retrato de Salvador Gómez. Si piensa en su exvocera, que levantaba el dedo desde el atril como una albertista fanática, quizá murmuraría lo mismo que dice Diana en la novela: “Uno nunca conoce del todo a las personas”. El kirchnerismo chapotea en el barro de las traiciones.
El libro quedará, probablemente, arrinconado en la mesa de saldos de la pseudoliteratura oportunista. Cualquiera que lo ojee recordará aquellos tiempos en los que la autora defendía lo indefendible y el país se avergonzaba de aquel presidente olvidado: ¿Gómez? ¿Fernández? La ficción, las máscaras y la impostura fueron las marcas de esa época.
POLITICA
Marcelo Gallo-Tagle: “El poder político busca eliminar al Poder Judicial, domesticarlo”

El Poder Ejecutivo avanza sobre el Poder Judicial en Estados Unidos y en Europa, y la pelea que vienen dando los jueces latinoamericanos en defensa de su independencia es un ejemplo para el resto del mundo.
Así reflexiona el juez Marcelo Gallo Tagle, presidente de la Federación Latinoamericana de Magistrados (FLAM), que advirtió sobre un fenómeno creciente en la región y el mundo: el intento del poder político de “domesticar” a la justicia para eliminar los controles institucionales.
Según el juez argentino, que estará en la presidencia de la FLAM hasta mayo de 2026, cuando los gobiernos de turno buscan el poder absoluto y se encuentran con fallos de inconstitucionalidad que frenan sus reformas, pasan a ver al Poder Judicial como un obstáculo que debe ser removido o neutralizado.
Gallo Tagle destacó que, si bien en Argentina se logró frenar el avance de la “democratización de la justicia” en 2013, por el proyecto que impulsó Cristina Kirchner, ese modelo de cooptación política se concretó en México, donde se generó un precedente peligroso que otros mandatarios de la región observan con anhelo. En México, dijo, el narcotráfico cooptó la elección popular de los jueces.
Desde su rol regional, el juez señala con preocupación que incluso países con tradiciones democráticas sólidas, como Costa Rica o Estados Unidos, están experimentando ataques inéditos a la independencia judicial.
En este contexto, Gallo Tagle defendió la resistencia de la Asociación de Magistrados argentina como un modelo exitoso observado por sus pares internacionales, aunque admitió la necesidad de autocrítica frente a las deudas de la justicia con la sociedad, como la lentitud en los procesos.
Además, rechazó la elección popular de jueces −como se implementó en Bolivia y México−, argumentando que este sistema politiza la función judicial y favorece la llegada de magistrados alineados con el poder político o, peor aún, con el crimen organizado.
−¿Por qué es importante que un juez argentino presida la FLAM?
−Es un reconocimiento a la actividad que han desarrollado los jueces argentinos a través de la Asociación de Magistrados en la defensa de la independencia del Poder Judicial. Es una labor que hemos llevado a cabo con mucho esfuerzo y contratiempos, pero con resultados exitosos en general. Eso es muy mirado desde la región por otros países que integran la Federación, los cuales están sufriendo avasallamientos que nosotros logramos superar, mientras que ellos, en algunos casos, no han podido o se encuentran en situaciones de debilidad para enfrentarlos.
−¿Se refiere a la democratización de la justicia de 2013 o estás hablando de hechos más recientes?
−Hablo de todas esas situaciones. Logramos frenar en aquel momento un avance, que era la “domesticación” de la justicia. Sin embargo, eso es lo que logró el presidente de México el año pasado al reformar su Constitución con la elección popular de los jueces.
−¿O sea que lo que se intentó acá, allá se concretó?
−Sí. Cuando visité México, quince días antes de que se concretara la reforma, Cristina Kirchner había estado allí. Se reunió con Manuel López Obrador y lo felicitó porque él estaba logrando lo que ella no pudo en Argentina. Quince días después, yo desembarqué para intentar explicar el alcance negativo de esa reforma, pero mi discurso resultó insuficiente porque los votos ya existían y se aprobó.
−¿Hay riesgo de que ocurra lo mismo en otros países de América Latina?
−No de forma tan contundente como en México, pero más de un país ya mostró su beneplácito con el sistema aprobado allí. El presidente Gustavo Petro en Colombia hizo comentarios favorables a la reforma mexicana. Cuando la Justicia declara la inconstitucionalidad de esas reformas, el poder político ve al Poder Judicial como un obstáculo. Como no logran domesticarlo ni politizarlo, buscan sacarlo del medio porque es el “poder incómodo”.
−¿Cómo ve hoy la situación en la Argentina?
−Hoy en la Argentina no hemos tenido ningún tipo de presión externa por parte del Poder Ejecutivo sobre el funcionamiento de la Justicia. En el tiempo que lleva la actual presidencia no hubo ataques a la independencia judicial.
−¿Tienen temor de que si avanza una reforma previsional se intente cambiar el régimen jubilatorio de los jueces?
−Se habla mucho de eso, pero entendemos que, si se analiza racionalmente, no debería ocurrir. Hoy el sistema previsional de los jueces no solo se autosatisface, sino que aporta al sistema general de la Anses. Nuestro aporte es del 18% y sin tope, mucho más grande que el de cualquier ciudadano. Es un sistema especial, no de privilegio.
−¿En qué otros países de Latinoamérica hay riesgo o se está violando la independencia judicial?
−Costa Rica, un país que siempre fue muy respetuoso de la independencia judicial. El presidente Rodrigo Chaves Robles, está mutando esa costumbre y nos obligó como FLAM a pronunciarnos ante ataques personalizados contra magistrados que dictan fallos incómodos para el Poder Ejecutivo. Algo parecido ocurre en Perú, donde hay una persecución desde el Congreso a los magistrados que cuestionan ataques a la independencia. Lo que tienen en común, y que también tuvo la Argentina, es que el avasallamiento busca correr del medio al poder que pone límites.
−¿Sus colegas de otros países cómo valoran la situación argentina?
−Observan esa situación cambiante según el Poder Ejecutivo de turno. Ven que algunos gobiernos son reacios a tolerar la independencia y atacan a los jueces, mientras que en otros períodos hay respeto. Lo que ven con buenos ojos es el desempeño y la eficacia de nuestra Asociación de Magistrados para llevar adelante esa defensa.
−¿Y la sociedad? ¿Sale en defensa del Poder Judicial o es una defensa gremial?
−Generalmente, la sociedad no sale en defensa del Poder Judicial, salvo en casos excepcionales como fue el intento de juicio político a la Corte. Lo más frecuente es que compren la imagen negativa que se instala. El poder político, para limar la división de poderes, trata de desprestigiar nuestra imagen.
−Pero seguro tiene una autocrítica, no va a decir que todo es perfecto…
−Jamás. Hay deudas muy graves: causas que tardan 20 años, problemas en el fuero laboral y civil… Estoy absolutamente de acuerdo. Que yo defienda la independencia no significa que hagamos todo bien. De hecho, cuando un juez no se desempeña correctamente, somos los primeros interesados en que sea expulsado, porque es una mancha para todos.
−Usted que recorre Latinoamérica, ¿qué tenemos que importar y qué tenemos para exportar?
−Exportamos la fortaleza y el éxito en la defensa de la independencia judicial. ¿Qué importar? La convicción en la defensa de la independencia, compartimos los mismos principios. Incluso Estados Unidos, que siempre fue nuestro modelo doctrinal, hoy muestra defectos similares en su cúpula judicial, con alineamientos ideológicos y ataques del poder político. Europa también vive situaciones terribles en España, Francia e Italia. Es como si Latinoamérica hubiera tenido los problemas primero y ahora ellos nos miran para ver cómo respondimos.
−¿Cuál es el riesgo de la elección popular de los jueces?
−La elección popular, como se implementó en Bolivia y México, politiza la carrera judicial. Obliga al juez a buscar patrocinadores y hacer campaña, lo que elimina su independencia. ¿Cómo le explicás a un ciudadano que el juez será imparcial si la otra parte financió su campaña? Además, la participación en esas votaciones suele ser bajísima. En Bolivia, con menos del 10% de participación, terminaron designados jueces alineados con el poder de turno. En México, con un porcentaje similar, ganan jueces alineados con el narcotráfico. Solo en Suiza (para jueces vecinales) y en algunos estados de EE.UU. (que están retirando el sistema) tienen voto popular; no es un modelo comparable al que se intenta imponer en nuestra región.
−Mencionaba que incluso en Estados Unidos y Europa están apareciendo problemas que parecían exclusivos de nuestra región. ¿Sienten que ellos ahora nos miran para buscar soluciones?
−Sí, nos miran porque tuvimos los problemas primero y quieren ver qué respuestas planteamos para enfrentarlos. Integramos la Unión Internacional de Magistrados, que engloba a 93 países, y en las últimas asambleas hemos escuchado informes preocupantes sobre avasallamientos que antes no se conocían, como recortes salariales y ataques políticos. Es curioso, pero ocurre algo inverso a lo que pasaba antes con la moda, que salía allá y llegaba acá tiempo después. Ahora es al revés: estas circunstancias ocurrieron primero en Latinoamérica y están empezando a ocurrir allá. La causa es la misma: al ser un “poder incómodo” que pone límites, buscan domesticarlo.
Hernán Cappiello,Poder Judicial,Conforme a,Poder Judicial,,Cortocircuito. Tras un fallo de la Justicia, Agustín Almendra deberá pagarle una cifra millonaria a Boca,,»Como la Constitución marca». Un juez de Casación pidió que «se complete la Corte» y se nombre un procurador general de la Nación,,Inclusión escolar. La Justicia falló a favor de los hijos de Rodrigo Rey y marcó un precedente histórico para los niños con autismo
POLITICA
Gaza: Benjamín Netanyahu acelera la segunda fase de la tregua y viaja a Estados Unidos por apoyo político

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, adelantó que el país se encamina hacia una nueva etapa del frágil acuerdo de cese del fuego en la Franja de Gaza, con negociaciones que podrían marcar un punto de inflexión en uno de los conflictos más prolongados y sangrientos de Medio Oriente. Según expresó este domingo durante una declaración pública, el Gobierno israelí espera avanzar “en cuestión de días” hacia la segunda fase de la tregua, aunque reconoció que el proceso será complejo y estará atravesado por tensiones políticas y militares.
La tregua actual se mantiene vigente desde el 10 de octubre y permitió pausar los enfrentamientos desencadenados tras el ataque ejecutado por Hamas contra Israel el 7 de octubre de 2023. Desde entonces, el conflicto dejó miles de muertos y una profunda crisis humanitaria en Gaza, además de una escalada regional con impacto global. En ese contexto, la continuidad del alto el fuego aparece como una de las pocas vías posibles para evitar una reanudación de las hostilidades.
Uno de los puntos centrales del acuerdo inicial fue la liberación de los rehenes retenidos por el grupo islamista. En su discurso, Netanyahu confirmó que todos los cautivos con vida ya fueron puestos en libertad y que la mayoría de los cuerpos de los fallecidos también fueron restituidos, con excepción de un último ciudadano israelí cuyo caso continúa bajo revisión diplomática.
Según detallaron fuentes del gobierno israelí, la próxima etapa del acuerdo contempla aspectos de alta sensibilidad política: el desarme de Hamas, la conformación de una administración transitoria para el territorio palestino y el posible despliegue de una misión internacional destinada a garantizar la estabilidad en la zona una vez que se consolide el cese de las operaciones militares.
Netanyahu brindó estas declaraciones tras reunirse en Jerusalén con el canciller alemán, Friedrich Merz, quien realizó su primera visita oficial a Israel desde que asumió el cargo. Ambos mandatarios coincidieron en la necesidad de consolidar una salida diplomática duradera, aunque admitieron que el escenario sigue siendo extremadamente volátil.
Durante el encuentro, el jefe del gobierno israelí también confirmó que volverá a viajar a Washington antes de fin de mes para reunirse con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Según fuentes oficiales, la agenda incluirá conversaciones sobre la arquitectura de seguridad regional, el futuro político de Gaza y el involucramiento directo de la Casa Blanca en la supervisión del proceso de reconstrucción.
Por su parte, Merz reafirmó el respaldo histórico de Alemania a Israel, subrayando el compromiso de su país con la seguridad del Estado judío y recordando la responsabilidad moral derivada del Holocausto. En una ceremonia en el memorial Yad Vashem, el canciller señaló que la relación bilateral con Israel es una política de Estado inalterable para Berlín.
En paralelo, la comunidad internacional observa con cautela el desarrollo de las negociaciones. La posibilidad de una segunda fase efectiva de la tregua abre interrogantes sobre la gobernabilidad futura de Gaza, el rol que jugarán los países árabes moderados y el impacto que tendrá el proceso sobre las relaciones entre Israel y el mundo occidental.
Mientras tanto, Netanyahu enfrenta también presiones internas de sectores políticos que cuestionan el alcance de las concesiones, en especial en lo referido a la permanencia de Hamas como actor político en el enclave palestino.
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POLITICA
Sebastián Pareja criticó a los socios de LLA que votaron el endeudamiento de Kicillof: “Estuvieron flojos moralmente”

LA PLATA.- “Tuvimos una crisis. No es una ruptura”. El diputado nacional y presidente de La Libertad Avanza (LLA) en la provincia de Buenos Aires, Sebastián Pareja, ratificó la alianza electoral avalada por el presidente Javier Milei, tras la escandalosa sesión en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, que tuvo como blancos de críticas a los socios de Pro.
−¿Usted se reunió con Santilli antes de la votación de la Legislatura?
−Sí. Dos días antes, en la Casa Rosada. El motivo principal fue para hablar sobre el Ministerio del Interior. Habían quedado cargos residuales tras las renuncias de Guillermo Francos y Lisandro Catalán y el motivo principal del encuentro fue abordar si se iban a desplazar o no. Yo toqué allí el tema de la Legislatura: quería saber cuál iba a ser su posición. Santilli me anticipó que iban a apoyar el rollover de la deuda. No acordamos una estrategia conjunta. La estrategia de Pro fue de Pro. No fue armada por Santilli y Pareja.
−En la votación se notó una diferencia. El bloque de LLA no aprobó el endeudamiento. Y Pro acompañó parcialmente algunos puntos.
−Porque para nosotros el artículo dos de la ley de financiamiento no es claro. La redacción es confusa, discrecional y habilita fondos, que se suponían para el rollover, para uso del gobernador. Le termina dando vía libre a Kicillof [Axel, gobernador de la provincia de Buenos Aires] para que haga lo que quiere con ese dinero.
−Al menos un diputado y una senadora denunciaron en público que el voto de Pro correspondió a que el gobernador “pagó” con cargos del Estado.
−No tengo toda la información porque la votación no fue a mano alzada, fue por una máquina, no tengo el detalle nominal. Algo hubo y es condenable. No puedo precisar quién y cuánto “pagaron” ni a quién con certeza, porque nosotros no fuimos parte de la negociación. Primero, porque el endeudamiento no lo íbamos a votar. Y, luego, porque desde esa lógica no nos convocaron a negociar. Entonces, si “pagaron” con cargos para mí es radio pasillo. No obstante, la votación fue un desastre. Es tirar un bidón de nafta a una casa ya incendiada que es la provincia de Buenos Aires, con complicidades que no puedo precisar.
−Un diputado y una senadora hablaron en concreto de reparto de cargos por parte del Poder Ejecutivo en el directorio del Banco Provincia.
−En esa votación la rosca le ganó a la política. Pero hay algunas cuestiones personales que influyeron en quienes denunciaron que “le pagaron”. Guillermo Castello está dejando la Cámara de Diputados. Y Florencia Arietto viene de una disputa con algunos de Pro. Pero es un error atacar a un cómplice y no dar directo al culpable. Pese que sí, hubo varios que estuvieron flojos moralmente.
−¿Quiénes?
−Los que votaron a favor de este endeudamiento [los diputados del Pro Agustín Forchieri, Matías Ranzini, María Fernanda Antonijevic, Gustavo Coria, María Paula Bustos, Martín Endere, Julieta Quintero Chasman, María Laura Richini, Fernando Rovello, María Rita Sallaverry y Adrián Ulerri. De entre estos Ranzini y Urelli fueron nombrados en el directorio del Banco Provincia como parte del acuerdo para votar el endeudamiento. En el Senado acompañaron Alejandro Rabinovich, Christian Gribaudo, Alex Campbell, Aldana Ahumada, Yamila Alonso, Marcelo Leguizamón, Juan Manuel Rico Zini y Jorge Schiavone]. Es alarmante .
−¿Estas diferencias a la hora de votar ponen en crisis la alianza electoral con Pro?
−La alianza electoral cumplió su propósito en septiembre. Y en octubre. Ahora hay un entendimiento, que tiene como fin principal el trabajo articulado en el Congreso de la Nación. Luego en provincia. Entiendo que no se desnaturaliza. Pese a que sí, tuvimos diferencias, es una crisis. No es una ruptura.
−¿Aleja la posibilidad de un interbloque en la Legislatura?
−Nunca hablé con Alejandro Rabinovich, Diego Santilli ni Cristian Ritondo en ese sentido. Tampoco podríamos haberlo hecho ahora con legisladores que estaban desde 2021. Recién la semana que viene se va a conformar de una manera distinta. Pero es cierto que no funcionó en la práctica el objetivo de ponerle un freno a Kicillof.
−¿Por qué no pudieron articular?
−Nosotros tenemos dos intendentes: el de Capitán Sarmiento y el de Tres de Febrero. Pro tiene trece o catorce. La ley de financiamiento incluyó un Fondo de Fortalecimiento de Inversión Municipal [$350.000 millones a repartir en 135 municipios], ellos tenían que ver eso.
−¿Cómo sigue el acuerdo entre LLA y Pro luego de este fallido?
−Somos dos partidos distintos. Pero en 2027 vamos a ganar la provincia de Buenos Aires.
−¿Con qué candidatos?
−Lo va a decidir el Presidente de la Nación Yo tengo el mandato de armar y agrandar el espacio para luego trabajar con el candidato que fuese.
−¿Aún pueden trabajar juntos para ganar la Provincia?
−Por ahora, la prioridad es el Congreso de la Nación. Nuestros socios tendrán que dar sus explicaciones sobre la votación a favor del endeudamiento de Kicillof. El gobernador puso toda la carne en el asador para tener una provincia endeudada dos años y tener así su carrera presidencial. Ellos deberán dar explicaciones sobre por qué lo votaron.
La Libertad Avanza,Conforme a,La Libertad Avanza,,Análisis. Escándalos y oportunismo en la mejor hora,,Tras largas negociaciones. Kicillof logró esta madrugada la ley de Financiamiento que lo autorizó para tomar nueva deuda,,Presa y condenada. Cómo fue el derrotero judicial por narcotráfico de la senadora electa Villaverde en EE.UU.
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