SOCIEDAD
Caravana del adiós. Fieles de los barrios populares despidieron a Francisco con un recorrido por Constitución, hospitales y las villas del sur porteño

“En casa teníamos un dicho, que el papa Francisco era un ‘cura pata de perro’ porque, como se dice, pasaba mucho tiempo recorriendo la calle. Por eso lo amamos, porque sirvió a los pobres, a los que menos tienen. Fue un cura callejero”, define Julio Néstor Sosa, enfermero de 62 años y vecino de la villa 21-24, donde vive entre las calles Luna y Aldo Cruz, al pie del inicio de este asentamiento del barrio porteño de Barracas, uno de los epicentros de los homenajes finales al Sumo Pontífice en la ciudad de Buenos Aires. “Lo conocí porque se la pasó ayudando a este lugar, llegaba todos los domingos a dar la misa. Yo siempre salía a jugar con mis amigos cuando era chico y él solía cruzar por esta calle, que aún era de tierra, y venirnos a saludar”, agrega.
A su lado están su esposa, Norma Peloza (54), y su madre Yolanda, quien rompe en llanto. “Por las mañanas temprano yo iba a trabajar y solía encontrarlo en la parada del colectivo. Ambos nos tomábamos el 70. Siempre andaba con su sotana negra, sus zapatitos negros y una carterita”, recuerda esta señora de 87 años, exmucama del Hospital Británico y una de las primeras habitantes del asentamiento más grande de la zona sur porteña.
Mientras dialogan con LA NACION, delante suyo cientos de fieles –en su mayoría de barrios populares– marchan a la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, la última de las seis postas de la peregrinación porteña que los párrocos villeros del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) vinculados con el Santo Padre hicieron en el marco de las ceremonias de su último adiós.
Luego de la misa en la catedral metropolitana, la primera parada fue en Independencia y Salta, donde se montó un altar en homenaje en la Casa Mama Antula, como se conoció a la primera beata argentina, María Antonia de Paz y Figueroa, canonizada por Francisco en 2024.

El cordón de feligreses llegó a extenderse hasta cinco cuadras entre pancartas, cánticos y símbolos religiosos con la estampita de Francisco. Desde Mataderos, Norma Lidia (77) se trasladó hasta allí para rezar en compañía de su nieto Franco (22). “La de Francisco es una pérdida enorme para la historia de la humanidad, por la humildad que tenía. Vine con él (por su nieto) porque como dijo el Papa ‘mientras los jóvenes caminan rápido, los viejos hacemos el camino’”, resume.

Constitución, con el sello del “padre Jorge”
Antes de convertirse en Papa, Francisco fue Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires. Ese cargo lo ocupó desde febrero de 1998 hasta marzo de 2013, cuando tomó un vuelo a Roma, como uno más de los tantos candidatos a ocupar la máxima prelatura de la Iglesia; un viaje que no tuvo pasaje de regreso.

Durante su época de cardenal porteño construyó una estrecha conexión con el barrio de Constitución, un emblema de los trabajadores y también epicentro del aumento de la marginalidad social en sus alrededores. Son recordadas sus misas abiertas a metros de la estación ferroviaria a comienzos de los 2000, donde exponía las redes de trata de la prostitución, el consumo de drogas y la explotación laboral en la producción textil.

“Francisco hacía acá misas contra el trabajo esclavo, contra la trata. Desde acá denunció a los talleres clandestinos que explotan a la gente, a los prostíbulos que también tienen trabajo esclavo y a tantos que a través de la venta de drogas también esclavizan a la gente”, responde desde la columna de la Iglesia Caacupé, su párroco Lorenzo “padre Toto” de Vedia, que se define como “compañero de ruta de Francisco” y quien aún mantiene vivo el legado de las ceremonias en Constitución.
“Que los descartables sean prioridad”
“En esta peregrinación hay mucho más de miles de personas, principalmente de los barrios populares, las villas, las comunidades de nuestros barrios y también muchos amigos que se sumaron y gente que adhiere a esta propuesta de Francisco de que los descartables sean la prioridad”, completa.

En Constitución, muchos recuerdan el 12 de julio de 2010, cuando Bergoglio encabezó una misa por las víctimas de la trata y brindó uno de sus discursos más potentes. “Hoy vinimos acá a pedirle a Dios la compasión de sus hijos y a pedir por nosotros, para que no nos hagamos los distraídos. Somos campeones en mirar para otro lado y dar un rodeo cuando no nos conviene. ¡No te metás! No nos hagamos los distraídos y señalemos dónde están los focos de sometimiento, de esclavitud, de corrupción, dónde están las picadoras de carne, los altares donde se ofrecen esos sacrificios humanos y se les quiebra la voluntad a las personas”, expresó el por entonces arzobispo en aquella jornada, cuyas frases fueron rememoradas por los altoparlantes que encabezaron la caravana esta tarde.
No solo los párrocos villeros de la ciudad de Buenos Aires asistieron a la actividad. Desde Puerta de Hierro y San Petersburgo, también lo hizo Nicolás Angelotti, al que todos conocen como “padre Tano”, acompañado de unos cien fieles que asisten en la parroquia San José de La Matanza, ubicada en la zona donde en los últimos días propuso fundar la zona como “Papa Francisco”. “Ese sueño surge de reconocer lo que ya se da en la realidad. No es inventar nada nuevo, es reconocer la cercanía del papa Francisco con una porción del pueblo de Dios en estos años de pontificado y antes también. Creo que toda la política va a acompañar, porque no lo podemos meter en el barro de la política, o de la interna, o de la grieta, o como lo queramos llamar. Es una realidad que existe y lo que falta es reconocerla”, remarca.
“Nos regaló camisetas”
La peregrinación, que se extendió durante más de cinco horas, contó con otro componente: la inmigración. Como arzobispo, Bergoglio supo hacer foco en las problemáticas de las comunidades vulnerables. En especial, la paraguaya. El país vecino, de hecho, fue el primero a nivel sudamericano que en calidad de jefe de Estado del Vaticano y de la Iglesia Católica visitó a mitades del 2015. Pablo Ramos llegó a Buenos Aires desde Asunción hace 35 años y supo tratarlo cuando comenzó a vivir en las periferias del sur de la Capital. Sobre la calle Lima, casi debajo de la Autopista 25 de Mayo, porta un cuadro con una foto donde se lo ve junto al por entonces “padre Jorge” y a un equipo de fútbol de amigos en una especie de parroquia.
“La foto es de 2002 durante la inauguración de la Capilla San Blas de la villa 21 (cuando todavía estaba dividida de la 24). La construimos varios paraguayos y él, que sabía que nos gustaba jugar a la pelota, ese día nos regaló camisetas para el equipo de fútbol que teníamos en la parroquia, el que se llamaba Sport San Blas. Es todo lo que se ve en la foto”, rememora. Según Pablo, de 64 años, “Francisco siempre se ocupaba de la gente, del lado más humilde, para que estemos más unidos en la sociedad, para que trabajemos juntos”. Lo vio por última personalmente en Paraguay, a donde viajó durante la visita papal que tuvo lugar hace una década. “Te hablaba como gente normal sin distancias”, añade.
Más adelante, Ruth Ortiz está vestida con un conjunto del Club Atlético Virgen Inmaculada (CAVI), donde es profesora y que depende de la parroquia de Villa Soldati, el barrio en donde vive. Al igual que Pablo, es de la comunidad paraguaya. “Francisco siempre estuvo presente, estamos más que nada para agradecerle. Muy contentas por todo lo que nos enseñó, por su humildad, por su fe. Estuvo en mi país que fue Paraguay, caminó por la calle en mi país y estoy muy agradecida”. En ese sentido, destaca la impronta que marcó Francisco a las costumbres de la Iglesia. “A diferencia del pasado, ayudó mucho en la aceptación de las personas. Aceptar tal cual como es uno. Aceptar al otro, ser aceptado y mirar al otro, mirar al otro, acompañando, pasar la mano. Si alguien necesita, no mirar al otro lado, que es algo que puede llegar a pasar mucho. Entonces, más que nada eso, mirar al otro y aceptar tal cual como es”, entiende.
El Hospital Muñiz, especializado en enfermedades infecciosas, está en Uspallata al 2200. Bergoglio solía visitar allí a pacientes internados y mantuvo contacto estrecho hasta último momento. “Tengo 17 años y soy de Villa Soldati. En los hogares de Cristo del barrio es donde estoy viviendo hoy, lo que me está ayudando a salir del consumo y de todas estas cosas”, relata Lucas Tamaño, que en ese punto donde se detuvo nuevamente la peregrinación (que completó sus paradas con el Hospital Borda y el Hogar de Cristo) leyó un testamento (“La vida aún sufrida, merece ser vivida”) con frases de Francisco para los jóvenes con problemas de adicciones que viven en la calle.
Sobre la vida en los barrios más marginados, Lucas asegura: “Es muy difícil desde adentro, hay mucho choreo, problemas de adicciones y malas cosas, pero siempre es necesario verle el lado positivo e ir para adelante siempre”. En esa postura se vio inspirado por la figura de Francisco. “Siempre nos dio el ejemplo de que vayamos para adelante, que ni por estar en el barrio ni por ser pobres, somos menos que nadie”, valora.
Mirta Iris Alonso también es de Vill Soldati. Tiene 75 años y lleva levantada una bandera de La Legión de María, la organización apostólica de laicos más grande de la Iglesia, con aproximadamente 3 millones de miembros a nivel global. “Él ha venido al barrio, ha tenido un contacto muy, muy especial con el padre párroco de la Iglesia de Soldati, ‘el padre Andrés’. Hemos ido al santuario donde estaba él, la Basílica de San José de Flores. Fue una persona muy simple, muy directa, franca, y muy sensible a la mirada del otro, muy atento a cada persona y a las situaciones que planteaba”, rememora.
En el diálogo con este medio, esta docente jubilada repasó las principales banderas que levantó Francisco al frente del Vaticano, donde destacó su espíritu para restructurarlo internamente y las prioridades que les exigió a los líderes mundiales. “Dejó mensajes para cada gobernante diciéndole que se preocupara por los pobres, por los ancianos, por los niños y por los migrantes. Por otro lado, le exigió a políticos del mundo que trataran de tener mucho más alimento y que no produjeran más armas para terminar con la guerra”, enumera. Y cierra: “Es la persona más importante porque llegó a ocupar el cargo más importante que puede llegar una persona dentro de la fe que yo profeso”.
Pasadas las 18, el volumen de asistentes se mantenía casi intacto, mientras que los bombos y las consignas por el altoparlante seguían su rumbo entre los interiores de la villa 21-24, la parada final de la peregrinación. “Él se fue con lo que tiene puesto, nada más. Su legado lo deja acá en la tierra y es lo más importante que hay en el mundo, es él. No hay más nadie más. Renunció a las riquezas. Y se va como vino. Salió de este barrio, la villa 21-24 de Barracas, estuvo en Bajo Flores, Constitución, en el Borda. Esa era su ruta”, concluye Julio Néstor Sosa, desde la puerta de su casa en el asentamiento de Barracas, al que llegaba en colectivo de línea e ingresaba caminando por calles de tierra para dar la misa en sus tiempos de arzobispo Jorge Bergoglio.
SOCIEDAD
Le he pedido a ChatGPT que me organice el menú de Navidad. Dudo que mi familia vuelva el año que viene

Me encanta la Navidad. Mientras a otros les repele la idea de empezar a ver luces y árboles adornados, yo me siento como un niño chico. Ya era así desde pequeño, pero reconozco que el tener críos ha conseguido que me guste aún más todo lo que rodea a estas fechas. Eso no quita que, igual que ocurre en verano, ser pobre como una rata le quite algo de gracia al asunto.
Siempre digo que soy del team frío porque el ser del team verano es para los ricos que pueden permitirse estar en un barco en la playa y tener el aire acondicionado en modo criadero de pingüinos todo el día, pero la verdad es que el invierno y la Navidad no se escapan tampoco de esa dicotomía. Hacer equilibrios entre los sobornos a Papa Noel y los Reyes Magos para que traigan los mejores regalos posibles y preparar una comilonas de escándalo es, con los precios de ahora, cada vez más difícil. Y con esa idea en mente, me asomé a ChatGPT para descubrir si me podía echar un cable con el menú de Navidad de este año.
Bueno, bonito y barato
Lo de ser animales de costumbres nos ha llevado a tener una pequeña tradición para la comida de Navidad en mi casa. Tras descubrir la sopa de almejas servida en bollo de pan, un plato típico de San Francisco que desde que lo probé la primera vez se ha convertido en una de las cosas favoritas de mi estómago, prepararlo para estas fiestas se ha convertido en una suerte de marca de nuestra casa.
El problema es que prepararlo suele ser un suplicio antológico, y hacerlo para 20 personas elevara aún más el entusiasmo. Además, encontrar los dichosos bollos, que sean lo suficientemente grandes para hacer un bol de sopa, pero lo suficientemente pequeños para que no parezca una ensaladera, es tan difícil como caro.

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Mientras hablaba con mi mujer del menú de Navidad de este año, no pude evitar recordar el suplicio que supone el tema cada año en la cocina y en el bolsillo y pensé: «pues igual le pueden ir dando por el culo a la tradición». Igual había que tirar de algo más barato, más fácil de preparar y más resultón, así que con la idea de encontrar inspiración acudí a ChatGPT con esa misma pregunta.
«Organízame la comida de Navidad para 20 personas, gastándome lo mínimo posible, sin que cueste mucho de hacer y que quede todo genial». Fácil, sencillo y para toda la familia, ¿no? Pues menudo mustio agarrado ha resultado ser ChatGPT. Tras el mensaje inicial de «qué buena idea», llegó el menú de Navidad más desastroso que he visto jamás.
El menú de Navidad más triste
Dice que me va a ofrecer un menú completo para 20 personas con entrantes, plato principal y postre. Ojo a la selección. ¿Entrantes al centro baratos y lucidos? «Hummus, tortilla de patatas y empanada de atún». Espérate, que no acaba ahí la cosa. ¿De plato principal? «Muslos de pollo al horno con patatas». ¿Y de postre? «Fruta fresca bonita». Por si te pica la curiosidad, por «fruta fresca bonita» entiende colocar mandarinas en una fuente. Me vais a perdonar las formas, pero no pude evitar responderle: «Valiente mierda de comida de Navidad, ChatGPT».
Como entiendo que igual ha confundido la Navidad con una fiesta de cumpleaños del niño del vecino, intento indagar más en qué parte de mi mensaje le ha llevado a ser el cocinero más cutre y vago de la historia. Igual lo de ahorrar al máximo era el problema y, por aquello de que la comida de Navidad es sólo una vez al año, debería eliminar esa parte: «Qué me habrías contestado si te hubiese preguntado: organízame la comida de Navidad para 20 personas sin que cueste mucho de hacer y que quede todo genial».

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Su respuesta se resume en una tabla de embutidos, canapés de paté (con rodajita de pepinillo, eso sí), lomos de cerdo con patatas, y de postre una bandeja de turrones y polvorones acompañados de, evidentemente, unas ricas mandarinas en una fuente. Llegados a este punto empiezo a pensar que igual me estoy perdiendo algo, que igual en Villa Robot la vida es más triste que en el cuento de La vendedora de cerillas y por eso me está dando esas respuestas. Digo, vamos a hacer una cosa, vamos a dejar la pregunta sólo en que quede todo genial.
«Jamón ibérico en pan de cristal, croquetas variadas, crema suave elegante de calabaza y cordero lechal con patatas» ¿De postre? «Tronco de Navidad, sorbete y bandeja de dulces». Reconozco que llegados a este punto habría deseado que hablase de un sorbete de mandarina, pero no, es de limón. En cualquier caso, si lo máximo a lo que puede llegar sin tener limitaciones de por medio es a servirle unas croquetas a 20 personas durante la comida de Navidad, pues igual me quedo con mi sopa. «Oye, ChatGPT, por casualidad tú no sabrás dónde encontrar bollos baratos, ¿verdad?»…
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La noticia
Le he pedido a ChatGPT que me organice el menú de Navidad. Dudo que mi familia vuelva el año que viene
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3DJuegos
por
Rubén Márquez
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SOCIEDAD
Escándalo inmobiliario en CABA: comprar un departamento ya cuesta lo mismo que en Estados Unidos

El mercado inmobiliario porteño acaba de tocar un nivel que para muchos resulta directamente inentendible. En medio de una economía frágil, salarios estancados y un sistema de crédito hipotecario prácticamente inaccesible, los precios para comprar o incluso alquilar una vivienda en Capital Federal se dispararon al punto de volverse un problema estructural que afecta a todo el país.
Y acá aparece el dato más insólito, casi absurdo, que desnuda el problema de fondo: el metro cuadrado en Buenos Aires cuesta prácticamente lo mismo —e incluso más barato en algunos casos— que en ciudades de países del primer mundo como Estados Unidos y España.
¿Cómo se explica que en un país con inflación crónica, salarios bajos, ciclos de devaluación permanente y ausencia de crédito accesible, los departamentos se comercialicen a valores similares a los de dos potencias económicas? ¿Cómo puede sostenerse esto sin que sea una burbuja o una distorsión extrema del mercado?
En Madrid, una capital europea con estabilidad, poder adquisitivo y créditos accesibles, el precio promedio del metro cuadrado ronda los €2.093.
En Estados Unidos, el valor promedio está cerca de los US$ 2.000/m², según portales especializados.
Mientras tanto, en Buenos Aires, un departamento estándar promedia entre US$ 2.300 y US$ 2.400/m², y en barrios premium la cifra escala a US$ 3.000 a US$ 6.000/m², valores que compiten directamente con ciudades donde los salarios son cinco o seis veces más altos.
La pregunta que cualquier argentino debería hacerse es obvia —y preocupante—:
¿Qué lógica tiene pagar precios de “primer mundo” con ingresos de país empobrecido?
Créditos hipotecarios: una ilusión que se vuelve inaccesible
Para quienes sueñan con dejar de alquilar, los créditos hipotecarios tampoco ofrecen una salida realista. Las tasas de interés y las condiciones de acceso se volvieron un escollo insalvable para la mayoría de los hogares:
El Banco Nación elevó su tasa para créditos UVA del 4,5% al 6% TNA, incluso para clientes que cobran sus haberes allí.
Algunos bancos privados ofrecen tasas de entre 7% y 9,5%, lo que convierte las cuotas iniciales en montos difíciles de afrontar.
Los requisitos de ingreso son prohibitivos: para cubrir cuotas superiores a $200.000 mensuales, se exigen ingresos familiares cercanos a $800.000–900.000, un monto lejísimo del salario promedio.
A ello se suma el ajuste por UVA, que hace que la cuota aumente con la inflación, generando inseguridad financiera.
En resumen: los créditos existen, pero no son para la clase media, sino para un grupo reducido con ingresos muy por encima del promedio.
Alquileres por las nubes: mudanzas forzadas y un mercado asfixiante
Si comprar es imposible, alquilar tampoco es una alternativa saludable.
Los alquileres aumentaron tanto que, según relevamientos recientes:
Casi un 30% de los inquilinos tuvo que mudarse porque no podía sostener los aumentos.
Entre el 30% y el 50% de los ingresos familiares se destinan exclusivamente al alquiler; un 14% destina más del 60%.
En CABA, el informe del CESO marca que el costo del alquiler se volvió la primera barrera de ingreso para jóvenes y familias.
A los alquileres se suman depósitos, seguros de caución, comisiones, mudanzas y gastos iniciales que pueden superar fácilmente el millón de pesos, obligando a muchos a pedir préstamos sólo para poder mudarse.
Esto genera un fenómeno creciente: la rotación compulsiva de inquilinos, que no se mudan por elección sino por obligación, atrapados en un ciclo de aumentos y nuevos gastos.
Un círculo vicioso que golpea a la clase media
El cuadro general es claro y preocupante:
- Comprar cuesta lo mismo que en el primer mundo, pero sin salarios ni créditos del primer mundo.
- Los créditos hipotecarios no acercan a la vivienda: alejan.
- Alquilar agota financieramente a millones de personas, que destinan la mitad de sus ingresos al techo.
- Mudarse implica nuevos gastos millonarios, que empujan a la clase media a endeudarse.
Reflexión final: una crisis habitacional que pide acción urgente
Lo que está pasando en Buenos Aires no es una anécdota ni una tendencia pasajera: es una crisis habitacional estructural.
Los precios no acompañan el contexto, no reflejan los salarios y no se corresponden con la realidad económica argentina. Parecen desconectados, como si el mercado inmobiliario funcionara en un país paralelo.
La vivienda —un derecho básico— se está transformando en un privilegio.
El Estado, la sociedad y los actores del sector deberían preguntarse si este modelo es sostenible y hacia dónde conduce:
un país donde una generación entera no puede alquilar dignamente ni comprar jamás.
SOCIEDAD
La revolución silenciosa en la alimentación: más sano, más simple y al alcance de todos

En los últimos años se aceleró un cambio de paradigma: las generaciones más jóvenes empezaron a valorar la longevidad, la energía diaria y la calidad de vida, y descubrieron que la alimentación es una de las llaves más concretas para alcanzarlas.
La Argentina no fue la excepción. Primero crecieron la conciencia y la curiosidad por comer mejor; después llegó la respuesta de la industria, que comenzó a ofrecer productos con menos azúcares, sal, grasas o harinas, y sumó etiquetas como “natural”, “orgánico” o “libre de gluten” para acompañar una demanda que ya estaba instalada.
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En diálogo con TN, la licenciada en Nutrición Alejandra Raichuni (MN 931) explicó cómo evolucionó esta tendencia y por qué la idea de que “comer sano es caro” no siempre se condice con la realidad. “La creencia de que solo la gente adinerada come saludable surge del consumo de ciertos productos específicos, como suplementos o comidas gourmet”, señaló. Esa percepción, dice, tiene algo de cierto, pero no es condicionante de una alimentación equilibrada.
Según Raichuni, “una dieta basada en alimentos esenciales (como legumbres, cereales integrales, frutas y verduras de estación, huevos) suele ser más económica y sostenible que una basada en ultraprocesados o comidas rápidas. El obstáculo principal no pasa por el dinero, sino por otros dos factores que pesan más: el tiempo para cocinar y la falta de educación alimentaria”.
“El principal obstáculo no es sólo el dinero, sino el tiempo para cocinar y la educación alimentaria” contó la necesidad de tener una educación alimentaria básica, no sólo para concientizar sobre la alimentación, sino también para saber reemplazar alimentos.
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Entender cómo reemplazar ingredientes es clave. Por ejemplo: el salmón puede sustituirse por sardinas, caballa o semillas de chía; los frutos del bosque por frutas de estación; las harinas especiales por harina integral o avena molida; y los snacks energéticos por frutos secos o yogur natural.
Las opciones low cost
A la hora de elegir, el presupuesto, el conocimiento y el tiempo disponible terminan marcando el rumbo. Los alimentos frescos requieren cierta planificación; los ultraprocesados, en cambio, ofrecen inmediatez.
Sin embargo, existen opciones accesibles que funcionan como base de una alimentación nutritiva. Algunos ejemplos son:
- Legumbres: lentejas, garbanzos, porotos, soja, frijoles.
- Cereales integrales: arroz integral, avena, fideos integrales.
- Tubérculos: Papa, Batata, Boniato.
- Huevos (son una fuente de proteína altísima y económica).
- Frutas y verduras de estación.
- Aceites esenciales: Oliva, Girasol o Maíz (para cocinar).
Para Raichuni, todo este movimiento dio lugar a un fenómeno evidente: “Este es el boom comercial que vemos hoy”. La industria detectó el potencial del cambio cultural y amplió su oferta, con productos “saludables” para satisfacer la demanda de aquellos que comenzaron a preguntarse cómo vivir más y mejor.
La oferta se transforma
La mutación no solo ocurre en los hogares: también se refleja en las góndolas. Las empresas del sector ampliaron su propuesta para acompañar un cambio de hábitos que ya es evidente entre los consumidores. Distintas marcas incorporaron opciones más prácticas, accesibles y nutritivas para quienes quieren mejorar su alimentación sin complicarse.
Marcas como Bimbo sumaron productos alineados con esta tendencia, como pan integral sin azúcares ni grasas añadidas.
Para los defensores del “picoteo” entre comidas, también hay novedades. Mientras antes las únicas opciones rápidas solían ser papas fritas, galletitas o productos ultraprocesados con más grasas trans y azúcares que nutrientes, ahora el antojo culposo también tiene su versión renovada: los snacks saludables.
En ese contexto surgen propuestas como las de Nutriveg, una empresa argentina que asegura que snackear también puede ser sinónimo de alimentarse bien. Sus productos van desde barras de frutos secos hasta granolas y pochoclos sin TACC, sin conservantes y 100 % vegetales.
Los supermercados también cumplen un rol clave. Carrefour consolidó su espacio “La Dietética”, que ya incluye más de 1900 productos (200 de ellos desarrollados bajo marcas propias) con alternativas sin gluten, sin lactosa, reducidas en sodio y azúcar, veganas y orgánicas. En paralelo, DIA expandió su línea de alimentos listos y económicos: vegetales congelados, ensaladas frescas y wraps integrales que permiten resolver comidas rápidas.

En las estaciones de servicio como Spot! de AXION también se observa el cambio: incorporaron platos listos sin TACC elaborados bajo protocolos estrictos, sumaron yogures con granola y frutas listas, y reorganizaron su góndola para destacar opciones saludables para quienes están de paso y necesitan resolver su alimentación rápido y fácil.
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El fenómeno alcanza incluso a productos que antes eran considerados gourmet. Los hongos ganan espacio en la mesa diaria: productores como Hongos del Pilar señalan que champiñones y portobellos se popularizaron por su aporte nutricional —proteínas, vitaminas del grupo B y fibra— y su versatilidad en la cocina. El crecimiento sostenido del consumo refleja un cambio cultural que la industria acompaña con más variedad y precios accesibles.
La clave: el equilibrio alimentario
“La alimentación es la medicina preventiva más efectiva. Es vital por las funciones que provee”, sostiene Raichuni. Entre ellas, menciona la cognición, el estado de ánimo, el sistema inmunológico y la prevención de enfermedades crónicas. “Cambiar la forma de alimentarse impacta de manera directa en la energía diaria, en la salud digestiva y en la construcción de una relación más positiva y menos adictiva con la comida”, enumera.

La nutricionista insiste en que la sostenibilidad a largo plazo no se logra con prohibiciones estrictas, sino con equilibrio y moderación. “Está bien darse gustos de vez en cuando”, apunta. Dietas demasiado rígidas suelen derivar en culpa, frustración y atracones; el objetivo, en cambio, es que la alimentación sea un hábito posible de sostener en el tiempo.
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En un contexto donde la información es accesible y las alternativas crecen, la alimentación saludable dejó de ser una moda para convertirse en una decisión consciente. La industria acompaña, pero el cambio empieza en cada persona: entender qué comer, cómo hacerlo y por qué importa.
Con educación alimentaria, planificación y equilibrio, es posible sostener una dieta más accesible y compatible con la vida diaria. Comer mejor no solo transforma el presente: es una inversión en salud futura.
Informe: Constanza Macieri
Nutrición, Alimentación saludable, Hábitos saludables, Sumario
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