SOCIEDAD
Crisis en las aulas: las cuatro razones detrás del aumento de la violencia escolar

Era un día de paro general, pero Cinzia Pellegrini, entonces vicedirectora de la escuela N° 503 de San Fernando decidió abrir las puertas de todas formas. La mañana transcurrió igual que las otras. Al mediodía, los padres retiraron a los alumnos tal como se les había solicitado ante la suspensión de los talleres vespertinos. Diez minutos después, el sonido del timbre interrumpió el almuerzo del grupo reducido de maestros y auxiliares. Uno de ellos abrió la puerta: era un padre que quería hablar con la máxima autoridad presente. No explicó el motivo. La docente cruzó el patio para recibirlo. Extendió la mano pero no hubo respuesta. El golpe llegó antes que cualquier palabra.
“Vi todo negro”, recordó Pellegrini. Según reconstruyeron luego sus colegas, el hombre la derribó de un puñetazo y continuó golpeándola a patadas, con botas de punta de acero, en la cabeza, los hombros y las costillas. Fueron las maestras quienes arrastraron su cuerpo inconsciente y, con gran esfuerzo, lograron sacar al agresor de la escuela. La docente sufrió fracturas en la órbita ocular, el cráneo y el tabique nasal. Pasó por terapia intensiva, fue operada varias veces, acudió a varias sesiones de psicoterapia y se vio obligada a jubilarse de manera anticipada. Hoy convive con dolores cervicales permanentes y una pena inmensa: “No poder volver a mi trabajo. Haberme ido en una camilla de la escuela y no poder volver nunca más”.
Aquel fue el primer día de clase lectivo de 2015 y, al mismo tiempo, el último de Pellegrini dentro de una institución educativa. Si bien celebró en su momento la condena a ocho años de prisión de su agresor, aún hoy espera la reparación civil por los daños sufridos y describe al sistema educativo como lento y evasivo.
El episodio ocurrió hace una década, cuando la violencia escolar se leía aún como un fenómeno aislado. Hoy, en cambio, irrumpe con mayor frecuencia y con formas incluso más agresivas y extremas. En el último año, los pasillos, las aulas y los patios de diversas instituciones se tornaron en escenarios de amenazas, golpes y estallidos de furia que exhibieron un clima de impunidad nutrido por la ausencia de sanciones disciplinarias claras.
La brutal golpiza que recibió una docente de la escuela N.º 84 Benjamín Matienzo en San Martín -que terminó con un daño severo en su visión- a manos de la madre de un alumno es solo uno de los casos paradigmáticos de las últimas semanas. Al cabo de tres meses se sucedieron episodios similares en distintos puntos del país como La Plata, Mar del Plata, San Martín, Pablo Nogués, Ciudad de Buenos Aires, Mendoza y Córdoba, que acabaron con docentes heridos, adolescentes detenidos y escuelas vandalizadas; escenas de un fenómeno extendido.

Aunque no hay instrumentos estables para medir la violencia escolar, un informe de la UNESCO de 2024 estima que alrededor de 3 de cada 10 estudiantes sufre acoso a nivel mundial. En la Argentina las cifras son aún más elevadas. Los resultados de los cuestionarios de las Pruebas Aprender de 2023 otorgan una referencia reveladora. A nivel nacional, seis de cada diez alumnos de sexto grado de primaria reportaron haber sido víctimas de una agresión escolar o digital. Asimismo, un informe de la Organización Mundial Bullying Sin Fronteras, sitúa a la Argentina entre los primeros diez países con mayor cantidad de casos de bullying y ciberbullying a nivel mundial.
Detrás de ese escenario, cuatro factores clave emergen en el diagnóstico de expertos y docentes: la falta de programas preventivos sólidos, la subestimación del clima escolar, la violencia social que se filtra en las aulas y la pérdida de autoridad pedagógica.
Déficit de prevención y el debate sobre las sanciones disciplinarias
Los especialistas coinciden: el sistema educativo llega tarde. Las medidas son reactivas, los protocolos no bastan y las sanciones perdieron fuerza.
“Te puedo asegurar que hay muchísimos más casos que no conocemos. Generalmente la violencia a la que estamos acostumbrados es a peleas entre los chicos, acoso en redes sociales y a la salida del colegio. Eso es atípico”, reflexionó Alejandro Castro Santander, director del Observatorio de la Convivencia Escolar (UCA) y miembro fundador de Alianza Antibullying Argentina, sobre el caso de una chica de 14 años que en septiembre pasado efectuó varios disparos y se atrincheró armada durante horas en la Escuela Marcelino Blanco, en el departamento mendocino de la Paz, y el hecho del adolescente detenido en noviembre en Caballito tras amenazar en redes sociales con cometer una masacre en el colegio.
“Cuando se corre el límite, cuando se relaja, te encontrás con todo eso. El docente se siente como un observador de lo que está pasando. La violencia es mimética, se va contagiando, si no ponés un límite en el momento y lugar que correspondía y bueno luego tenés un fenómeno muy difícil de controlar”, sostuvo el psicopedagogo.
Silvia Grinberg, especialista en sociología de la educación y directora e investigadora del Laboratorio en Ciencias Humanas (LICH- CONICET/UNSAM), coincidió: “Claro que está creciendo, porque está creciendo el odio, los discursos de odio están creciendo en la sociedad. Entonces llega a la escuela”.
“El problema es el modo en que, como sociedad, estamos dirimiendo los conflictos y sobre todo en las redes sociales. Todo es amigo-enemigo. Es like o dislike. No hay nada en el medio. Los chicos llegan a las escuelas con todo eso, y hay una dificultad de pasar a palabras. Es ‘te amo’, ‘te odio’ o ‘te reviento’”.
Casos de violencia escolar que sucedieron en el último tiempo en diferentes puntos del país evidencian la creciente violencia contra el cuerpo docente. En Mar del Plata, un grupo de padres incendió la casa de la familia de un chico acusado de abusar de dos niñas luego de intentar tomar el establecimiento. En La Plata, en tanto, una preceptora sufrió un corte en la frente por intentar frenar una pelea entre dos alumnos. Mientras que en Río Cuarto, un alumno arrojó agua hirviendo a un preceptor durante una clase. En esos sitios, se percibieron reacciones de una comunidad que no sólo exhibía su conocimiento del fenómeno sino que exigía protección y medidas más duras y eficientes.
El desamparo que denuncian los docentes se oyó en una reciente movilización en San Martín, donde los docentes debatieron sobre cómo reforzar la autoridad en la escuela, prevenir la violencia, y sobre el rol “alterado” del maestro o profesor, alguien que ya no solo colabora en la instrucción sino que está, en palabras suyas, “desdibujado para otras cosas”. En la marcha cientos de docentes reclamaron por medidas urgentes con carteles que detallaban: “Las escuelas son territorios de paz”.
El diputado nacional Maximiliano Ferraro -autor y promotor de varias leyes educativas en la Ciudad de Buenos Aires- remarcó, sobre este punto, que las escuelas “operan en un contexto donde los límites resultan más difíciles de sostener”. “La sensación de desprotección es, en gran medida, el efecto de ese desdibujamiento del rol adulto, que vuelve más compleja cualquier intervención educativa”, aseguró.
En muchos establecimientos los protocolos están desactualizados o se aplican de manera laxa. Docentes y gremios denuncian que las agresiones rara vez reciben respuestas institucionales claras y que los mecanismos de reparo y resguardo nunca se cumplen.
“Es un papel pintado. La Dirección General de Escuelas no se hace cargo”, recriminó un colega que participó de la marcha en San Martín, en diálogo con LN+. “Estamos siendo agredidos sistemáticamente en todas las escuelas. Cada uno de nosotros puede contar una historia personal de agresiones que no fueron respondidas», manifestó.
Frente a este vacío, en La Plata, los padres y docentes, horrorizados por la imagen de la preceptora del Colegio Normal 2 con un corte en la frente, exigieron el regreso de sanciones disciplinarias claras: “Pedimos a las autoridades que busquen la manera de volver al régimen de antes cuando había sanciones, amonestaciones. Ahora los chicos pueden hacer lo que quieran y tenemos que quedarnos de brazos cruzados”, reprochó ante los medios Mónica, una compañera de la auxiliar lesionada.
En sintonía, gremios y docentes en Mar del Plata convocaron a un paro de 24 horas luego de que un grupo de padres lanzara piedrazos contra la Escuela Primaria 21 e incendiara la casa de un niño de 10 años acusado de manosear a dos alumnas ante la presunta inacción de los directivos del establecimiento educativo.
Políticas “reactivas”
Tras los incidentes, algunas escuelas organizaron jornadas de reflexión junto familias y equipos educativos. Sin embargo, especialistas advierten que hay que actuar antes del daño.
Las políticas actuales son menos proactivas que reactivas en la Argentina. La provincia de Buenos Aires -el distrito donde se registraron los casos más notorios de violencia escolar este año- por ejemplo, aborda a los alumnos conflictivos con talleres obligatorios, cambios de turnos y relativa expulsión con la condición de que se garantice un lugar en otra institución para que continúe sus estudios. Medidas que funcionan como parches administrativos antes que estrategias preventivas.
A nivel nacional, el proyecto de Ley Sobre Libertad Educativa impulsado por el gobierno de Javier Milei, amplia la libertad pedagógica y autonomía institucional “conforme a su ideario y proyecto educativo”, pero no impone un programa preventivo sólido como exigen los especialistas. Bajo un enfoque más flexible y descentralizado, concede a la “autoridad nacional de aplicación” (y a las autoridades jurisdiccionales) la opción de “incorporar indicadores complementarios” relacionados con la convivencia escolar y el bienestar socioemocional.
Desde la Secretaría de Educación nacional no hubo respuesta a la consulta de LA NACION para este artículo.

Aunque existe la Ley nacional 26.892 de Convivencia escolar, los expertos sostienen que no alcanza. Santander la definió como una “vieja” norma, “dirigida más al conflicto que a la prevención”.
En su lugar, defendió la instauración de un programa cautelar de violencia escolar, más allá de los protocolos y guía de actuación en manos de las escuelas que permitan anticipar, detectar señales, acompañar, acciones de seguimientos, conversación y entrevistas con familias y los alumnos.
El diputado Ferraro compartió ese diagnóstico: “La normativa vigente, en general, opera ante el conflicto ya desatado, con dispositivos que tienden a lo punitivo y no a lo preventivo”.
Según explicó, existen discusiones en curso en el Congreso en torno al “modelo de escuela cuidada” para combatir la violencia escolar. En este esquema, la autoridad se construye de forma colectiva y las instituciones disponen de herramientas efectivas para acompañar tanto a docentes como a estudiantes.
Subestimar la convivencia escolar
Los especialistas remarcan algo obvio que, sin embargo, parece haberse olvidado: la escuela es mucho más que un espacio donde se transmiten conocimientos. Es un ámbito de una socialización crucial donde se aprenden normas, respeto y convivencia.
La profesora en sociología de la educación Grinberg resaltó que es perentorio entender el lugar clave que ocupa: “De enseñarnos a estar con otros, de convivir”.
Uno de los mayores problemas es que el clima escolar no figura entre las prioridades educativas del país, “uno de los factores más condicionantes de la calidad educativa”, a juicio de Santander. El especialista plantea la importancia de renovar la arquitectura educativa y la organización de los ambientes para crear un mejor clima pedagógico en su libro El espacio como tercer educador.
“En la agenda educativa argentina, la convivencia escolar ha sido históricamente considerada un tema accesorio, cuando en realidad constituye una condición indispensable para enseñar y aprender”, acordó el diputado de Coalición Cívica Ferraro.
La vandalización del colegio Universitario Santa María ubicado en la localidad mendocina de Godoy Cruz a manos de más de cien alumnos de quinto año – muchos de ellos integrantes de la institución desde el nivel inicial- luego de que las autoridades no le concedieron el último día de clases libre antes de recibirse, es el caso más ilustrativo. A pesar de acompañar el proceso formativo durante años, egresaron destruyendo las instalaciones del establecimiento.

En países con sistemas educativos exitosos, la convivencia es un eje central, no secundario. Lo confirman la evidencia internacional y los resultados de las pruebas Aprender que indican que las escuelas con altos índices de conflicto tienen mayores tasas de ausentismo y repitencia. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que el sentido de pertenencia es un requisito previo para la disposición al aprendizaje, y el Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE) de la UNESCO-LLECE demuestra que el clima escolar positivo es la variable que más incide en el logro académico superando incluso al nivel socioeconómico de las familias.
Finlandia, por ejemplo, aborda sistemáticamente el caso mediante el Modelo KiVa, un enfoque donde se trabaja con el grupo de “espectadores”. Si el entorno social deja de validar la agresión, ésta desaparece, un tratamiento que intenta transformar la cultura escolar desde la base. Singapur y Reino Unido, por su parte, implementan sistemas de tutorías entre pares (alumnos mayores guiando a menores) para fortalecer el tejido social bajo un abordaje socio afectivo.
Casos crecientes y nuevas formas de violencia
Poseer datos concretos sobre la casos de violencia escolar es casi imposible: no hay instrumentos estables ni continuidad o seguimiento para efectuar estudios anuales y sistemáticos.
En los anexos de las pruebas Aprender 2024, cuatro de cada diez alumnos afirmaron haber atestiguado situaciones de agresión. Pero las evaluaciones no siempre incluyen esas preguntas a través del tiempo.

En ese contexto, las autoridades educativas deben lidiar con problemáticas más complejas con normas actuales concebidas para problemas del siglo pasado que hoy se revelan desactualizadas, impotentes, “suaves” o insuficientes ante la viralización del odio, el grooming y el ciberacoso.
“Estamos viviendo otra sociedad. Los problemas que estamos teniendo hoy con los jóvenes no son los de hace 40 o 50 años. Le estamos pidiendo a la escuela que haga lo que hacía hace 50 años”, resaltó Grinberg.
Las evaluaciones nacionales además muestran una naturalización inquietante de la violencia por parte de los chicos y de los directivos. Si bien los alumnos reportaron agresiones, también se halló un porcentaje altísimo que decía “sentirse bien” en la escuela. “Eso pasa porque se naturaliza, como diciendo ‘forma parte de la vida, de la cultura’”, reflexionó Santander. Entre los directivos, el 80% consideró la convivencia como “un problema menor”. El resultado genera, se advierte, un clima escolar minimizado, frágil, sin seguimiento ni herramientas sólidas.
Violencia potenciada por las redes
Los especialistas en convivencia escolar y los docentes asocian la tendencia agresiva en las escuelas con un declive social.
En los barrios empobrecidos, los conflictos domésticos, la precarización y la falta de contención familiar agrava aún más el panorama impactando en el comportamiento del alumnado. “A la escuela todo eso llega”, remarcó Grinberg.

Ferraro, por su parte, opinó: “La escuela, como institución pública de referencia, funciona como un espacio de resonancia de las tensiones que atraviesan a las familias y a las comunidades. Hoy muchas familias conviven con desocupación, pobreza, falta de expectativas y un horizonte vital profundamente incierto. Este contexto genera altos niveles de fragilidad emocional, especialmente en niños, niñas y adolescentes. En consecuencia, la capacidad para procesar conflictos por vías no violentas se ve seriamente afectada”.
Muchas disputas escolares se originan o potencian fuera del establecimiento, en un espacio que los adultos no dominan: las redes sociales con sus peculiares jergas, que potencian la violencia social generalizada.
Lucía Fainboim, especialista en ciudadanía y crianza digital, sobre este punto, analizó: “Estamos en un momento de mucha crispación, en las redes cambian las lógicas de cómo nos vinculamos, mucho de lo vincular de lo humano está en torno al registro de la otra persona, y en las redes no está. Hoy todo está cambiando tan drásticamente, nos escondemos detrás del anonimato, potenciadas por las redes donde se premia la polarización, los mensajes más agresivos, los de más interacción”.
Asimismo, alertó por la habituación temprana a los violentos discursos virales en las plataformas.
“En las redes hay contenidos de desensibilización donde los chicos se acostumbran al contenido violento y empiezan a naturalizar esas formas de comunicarse. No les parece una excepción, sino una regla. Es algo cotidiano que ya no le llama la atención, las lógicas de agresividad, de hostigamiento y polarización rinde mucho en redes. Se ponen más violentos con la búsqueda de likes”, reflexionó.
Pérdida de autoridad
El escenario educativo resuena en Adolescencia, la serie de Netflix, donde el asesinato brutal de una alumna destapa un clima escolar destrozado. La ficción retrata el abismo generacional: docentes desbordados y padres perdidos ante estudiantes rebeldes inmersos en conflictos que se amplifican en redes.
Los especialistas sostienen que el debilitamiento de la figura de los mayores es otra clave para comprender el aumento de casos de violencia escolar. Remarcan que la pérdida de autoridad del docente suele comenzar por la desautorización dentro de la propia familia en un contexto de crisis de legitimidad en diversos ámbitos.
“Vivimos en un momento en que se pone en duda la autoridad. En general están cayendo las figuras de respeto y esto repercute en la escuela donde todo está estructurado en torno a la autoridad”, ilustró Fainboim.

En los episodios de agresión escolar se observa una tendencia extendida entre ciertos padres y alumnos de recurrir a la intimidación o violencia para resolver conflictos cotidianos -bullying, robos de pertenencias, una mala calificación- o para impugnar decisiones institucionales.
“Lo preocupante es que no solo los viven los chicos sino las propias familias. En lugar de tomar lo que les da la escuela como un tema para indagar, la reacción es dudar de la autoridad bajo una mirada muy individualista”, señaló Fainbom, también directora de Bienestar Digital Fainmbom.
Ante esto propuso “humanizar los vínculos” mediante espacios de reflexión con familias y chicos. “Hay que sensibilizar para que los chicos materialicen la situación. Si les mostramos cómo una persona real de carne y hueso se pone mal por algo que le pasó en internet tiene otro efecto”.
“Asistimos a una especie de mutilación”
El psicopedagogo Santander advirtió sobre otro punto crítico en el sistema educativo nacional: la reducción gradual del área humanística en el currículo escolar.
“Asistimos a una especie de mutilación del área humanística en momentos en los que más se lo necesita. Mucho tiene que ver con haber aumentado los espacios curriculares en áreas como lengua, matemática, robótica, inteligencia artificial, pero el problema es que cada vez que se mete algo nuevo, se saca algo y eso es porque tenemos un currículum rígido y siempre eligen sacar el área humanística”, recriminó.
Por eso propone incluir en el plan de estudios contenidos centrados en la formación ciudadana y el desarrollo socioafectivo como parte de un programa preventivo de violencia escolar con contenidos que se adapten a la edad. “Todo lo que tiene que ver con las habilidades socio-afectivas, el tema de la empatía”, remarca. Y añade: «Hay que repensar el currículum de la Argentina y que las provincias los adopten“.
Medidas
El grave deterioro educativo ha obligado a distintas jurisdicciones a tomar ciertas acciones. La Ciudad de Buenos Aires lanzó a mediados de noviembre un protocolo de prevención y actuación contra el bullying en las escuelas en reemplazo de un documento con lineamientos generales. El protocolo, de un total de 20 carillas, promueve la creación de Consejos Escolares de Convivencia, acuerdos de convivencia en cada escuela y aula, organización de jornadas de reflexión y campañas de sensibilización, espacios seguros de escucha individual de estudiantes y al menos una reunión por cuatrimestre con cada familia.
Por su parte, el legislador Ferraro sugirió ampliar el enfoque de la ley porteña 6774 de promoción del bienestar escolar, “una normativa que reconoce que las habilidades socioemocionales, la gestión del clima escolar y el fortalecimiento de la cultura del cuidado no son elementos periféricos, sino componentes estructurales de la experiencia educativa”.
Mendoza, por ejemplo, tras el incidente de la niña armada, decidió involucrar a toda la comunidad para abordar la problemática. Su reforma educativa incorpora la figura del Bullying en el Código Contravencional, con sanciones para los adultos responsables (trabajo comunitario y multas de hasta 2 millones de dólares) y medidas orientadas a la prevención, como instancias de mediación y talleres de parentalidad para prevenir la reincidencia. Entre los puntos novedosos de la reforma, destacan la reintroducción de materias optativas – Santander sugiere aquí la inclusión de al menos un materia con la carga humanística social- y la posibilidad de incluir el homeschooling bajo marcos precisos.
San Luis, por su parte, aplicó semanas atrás una iniciativa que busca disuadir comportamientos agresivos mediante la posibilidad de perder beneficios económicos. El gobierno provincial estableció que se retirará las Estampillas Escolares de Ahorro a los alumnos que ejerzan bullying u otras formas de violencia en las escuelas de la provincia.
Estas propuestas incipientes, formuladas ante la gravedad de los episodios, evidencian que algunas jurisdicciones comenzaron a leer la violencia escolar como algo más que una sucesión de hechos aislados. LA NACION consultó también a la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense, pero no recibió respuestas al momento del cierre de este artículo.
Sin embargo, trascender el abordaje fragmentario y reactivo, con un estrategia integral, preventiva y sostenida, continúa siendo un desafío pendiente.
Santander lo expresa con claridad: la buena convivencia, lejos de ser un ideal romántico, se enseña: “La calidad educativa no puede prosperar en un terreno hostil”.
raúl alonso, matemático, sociedad
SOCIEDAD
Este es el responsable de casi todos los cánceres de ano y garganta, que se asocia sólo con las mujeres

“La vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (HPV) no es exclusiva de mujeres: es un mito falso”. De esa forma, el médico Jorge Tartaglione desterró en LN+ una creencia sobre esta enfermedad compuesta por una familia de virus que afecta a todas las personas, independientemente de su género.
“Se transmite sexualmente y la vacunación se da en niños y niñas de 11 años”, detalló Tartaglione. Además, detalló que la dosis figura dentro del almanaque nacional. En el estudio de LN+, el médico agregó: “Todos los que estamos acá tenemos HPV, porque existen más de cien tipos”.
Según el Ministerio de Salud de la Nación, el HPV se clasifica en dos grandes grupos.
- De bajo riesgo oncogénico: generalmente se asocian con lesiones benignas, como verrugas y lesiones de bajo grado.
- De alto riesgo oncogénico: son alrededor de 15 tipos y los más comunes son el 16 y el 18.
En relación a la cuestión etaria, el especialista expuso: “Si alguien viene y me dice: ‘Tengo 25 años y me quiero vacunar contra el HPV, ¿puedo?’ Podés. Pero la palabra final siempre la tiene tu médico de cabecera».
El HPV y sus consecuencias
“Esta enfermedad es responsable de casi el 100% de los cánceres de cuello uterino, de ano y de garganta”, explicó Tartaglione, y agregó: “Si el cáncer se contagia, esta es una forma”.
Pese a recalcar que el HPV afecta a ambos géneros, el médico apuntó: “La peor parte se la llevan las mujeres”.
Límites y alcances de la vacuna
Cuando se administra en las edades recomendadas, la vacunación protege contra la infección por el HPV, previniendo el desarrollo de enfermedades asociadas como verrugas genitales y cánceres. La estrategia de vacunación más recomendada es una única dosis a los 11 años.
En caso de no haber recibido la vacuna a la edad correspondiente, la misma está disponible para las mujeres nacidas a partir del año 2000 y los varones nacidos a partir del año 2006 y que tengan menos de 26 años al momento de la vacunación.
En caso de no haber realizado o completado el esquema de vacunación:
- Única dosis de vacuna hasta los 20 años.
- Dos dosis (0 y 6 meses), en caso de inicio de esquema entre los 21 a 26 años.
Como estrategia adicional se recomienda la vacunación contra el HPV para personas que tengan entre 11 y 26 años y que se encuentren en alguna de las siguientes situaciones:
- Tener VIH
- Haber sido trasplantadas
- Lupus Eritematoso Sistémico (LES)
- Artritis Idiopática Juvenil (AIJ)
- Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII)
- Con Dermatomiositis (DM)
- Con otras enfermedades autoinmunes en plan de recibir drogas inmunosupresoras
El esquema para estas personas es de 3 dosis (0, 2 y 6 meses).
SOCIEDAD
Una de las mejores aventuras gráficas de los últimos 10 años es el mejor ejemplo, en las Rebajas de Steam, de por qué este género no ha muerto

Que estamos viviendo una resurgencia del -en su día- moribundo género de las Aventuras Gráficas no es noticia para nadie. En los meses recientes, hemos sabido de pequeñas joyas como Shadows of the Afterland, el enigmático Chronicles of Insmouth, o el lovecraftiano Dark Rites of Arkham pero incluso antes de esos juegos, ya existían señales de esta vuelta a la acción del género que fue uno de los abanderados del PC Gaming allá por los 80 y principios de los 90. De hecho, en 2022, salió uno que, si no nos suena tanto, es porque tuvo que competir con un titán que además hizo el inmortal Ron Gilbert.
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Os estoy hablando de The Excavation of Hob’s Barrow, una aventura gráfica con el siempre atrayente e infalible pixel art, y desarrollada por el pequeño estudio de Cloak and Dagger, especializado en aventuras narrativas con sus puzles y acertijos; seña de identidad de este género que nos ocupa. Y con la coyuntura de nuestras Super Ofertas Diarias, no hay mejor momento para que repasemos una de esas aventuras gráficas que fueron emisarias del resurgimiento de este género que atrae tanto a nostálgicos como a nuevos creyentes en este tipo de juegos.
Una inquietante excavación para hacernos sentir vulnerables
Yendo al grano, encarnamos a Thomasina Bateman, una joven arqueóloga de la Inglaterra victoriana que viaja a una remota aldea rural tras recibir una carta en la que se le pide investigar un antiguo túmulo funerario conocido como Hob’s Barrow. Pero nuestra curiosa protagonista pronto descubrirá que lo que sucede en la aldea rural de Bewlay -Inglaterra- a la que la han enviado a investigar el hallazgo arqueológico, nadie parece querer cooperar con ella, e inquietantes acontecimientos se van sucediendo mientras trata de averiguar qué ocurre exactamente con este lugar.

Esta premisa juega en contra del jugador pero por un motivo de peso: el de transmitir la sensación de soledad y desamparo ante estar en un entorno que no conocemos. La mayoría de aventuras gráficas siempre se han centrado en personajes que inician su «viaje» en uno que conocen, o les preparan debidamente. Bateman tiene que enfrentarse primero a la hostilidad pasiva de los habitantes de la bucólica localidad campestre, y luego a los horrores que poco a poco irá descubriendo en sus investigaciones.
Esa sensación de terror psicológico y de no saber qué ocurre es la gran fuerza de esta aventura gráfica que «engaña» con su pixel art al jugador al principio. Algunas de las escenas que están construidas a modo de progresión cuando avanzamos en sus puzles son realmente perturbadoras, con un uso magistral de paletas monocromáticas.

A esto hay que añadirle el claro apoyo del juego en el folklore británico, en las supersticiones rurales y en esa desconfianza tan característica de los pueblos cerrados ante el forastero. No busca enseñarnos el miedo, busca sugerirlo, y eso puede ser más perturbador que presenciarlo. Es una muestra clara de que el retorno de las aventuras gráficas no se está apoyando solamente en el humor, como sí lo hizo el juego que eclipsó en 2022 a este que nos ocupa, Return to Monkey Island. Sino en situaciones más tensas, lógicas, y frías, todo pensado para azuzar la imaginación y la inventiva del jugador ante sus puzles.
Puzles lógicos, audio con gran papel, y protagonista moderna
En ese sentido, The Excavation of Hob’s Barrow no es un juego que innove por su aspecto o por su planteamiento. Ninguno de los elementos que presenta a lo largo de sus aproximadamente ocho horas de juego total es algo que no hayamos visto ya. En realidad apuesta por la simplificación de sus elementos: no hay un sistema reminiscente al SCUMM (con los clásicos coger, empujar, hablar, usar etc.); las opciones de diálogo no transcriben la primera frase de nuestra protagonista, sólo señalan el tema que quiere discutir con sus interlocutores; y el inventario es compacto y solo aparece cuando paseamos el ratón por la parte superior.

Resulta curiosa la implementación de una lista de tareas «a lo to-do», pero considerando el trasfondo y personalidad minuciosa y analítica de Thomasina, es un elemento que casa a la perfección para introducirnos más en el juego. El resultado de todos estos elementos da como fruto una aventura que debemos afrontar con lógica, no con experimentación como si ocurre con muchas otras del género.
De lo que no os puedo poner un ejemplo tan preciso aquí es de su música o de sus efectos sonoros. Incluso eso elementos que suelen sólo aderezar la experiencia en otras obras, aquí juegan un papel pivotal para entender no sólo la ambientación, también para resolver o intuir algunas soluciones a sus desafíos. Vale que están más para reforzar la atmósfera, pero consiguen el propósito de cualquier aventura gráfica con nota: reforzar su atmósfera -en este caso, opresiva- sin necesidad de recurrir a elementos gráficos más explícitos. O dicho de otro modo, rehúye de los sustos fáciles en tramas de este tipo.
Pero en el fondo, toda buena aventura gráfica basa su atractivo y rejugabilidad en los puzles que plantea. Estos consiguen que Bateman brille como nuestro avatar en The Excavation of Hob’s Barrow. No es que sean de una complejidad extrema, ni tampoco que no sigan una fría lógica, sino porque todos están integrados en la trama del juego, y su resolución forma parte de la narrativa, no son simples frenos a la siguiente escena, revelación, o paso a la siguiente área nueva para explorar.

Por poneros un ejemplo, hay algunos que consisten en interpretar textos antiguos mediante elementos que hay en su entorno; pura lógica. Otros son desencadenados por alguna acción que realizamos en el entorno, los objetos o incluso los personajes con los que interactuamos. A lo mejor es difícil entenderlo sobre estas líneas, pero os aseguro que es un desarrollo lógico y orgánico como en pocos juegos de este tipo se ha visto.
Lo importante es que ninguno de ellos se siente fuera de lugar: cada puzle refuerza la sensación de estar desentrañando un misterio, no de estar resolviendo un problema abstracto para ver la siguiente «cutscene» o dialogo. Y que no os engañe su «escasa» duración: no son puzles evidentes, sino con un diseño que casa con la personalidad de Thomasina Bateman; se debe investigar y pensar lógicamente y repasando ciertos conocimientos para resolverlos.
En resumen, lo que The Excavation of Hob’s Barrow quiere ofrecer son sensaciones que se descubren con nuestro raciocinio, que una vez estimulado por el uso de la materia gris para resolver sus acertijos, nos recompensa con revelaciones pensadas para estimular ahora nuestra parte irracional, de hacernos sentir inquietud o miedo (según lo aprensivos que seamos). Eso, combinado con su precio actual en las Rebajas de Invierno de Steam nos han hecho seleccionarlo para recomendároslo: porque es una aventura coherente, inquietante, y muestra de que este género está regresando poco a a poco los PC de miles de mitómanos de un tipo de juego que se resiste con uñas y dientes a morir.
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Una de las mejores aventuras gráficas de los últimos 10 años es el mejor ejemplo, en las Rebajas de Steam, de por qué este género no ha muerto
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por
Alberto Moral
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Sorprendieron y marcaron agenda en 2025: completá la trivia y fijate cuánto sabes de los personajes del año

Desde la política y el deporte hasta la tecnología, la gestión pública y las redes sociales, algunas figuras lograron destacarse por su influencia, su exposición y el lugar que ocuparon en la conversación del 2025.
La lista que sigue no responde a un único criterio ni a un solo sector. Reúne dirigentes, referentes políticos, empresarios tecnológicos y fenómenos culturales que, por distintos motivos, estuvieron en el centro de la escena durante este año.
Más que un ranking, esta selección busca reflejar el pulso del año: quiénes fueron protagonistas, quiénes generaron impacto y quiénes, desde lugares muy distintos, lograron captar la atención pública y marcar la agenda.
TN salió a la calle a preguntar quién fue el personaje del año y las respuestas fueron muy variadas: desde Messi y Wanda Nara hasta el boxeador Maravilla Martínez o los influencers Tomás Mazza y Momo.
Incluso, algunos entrevistados sorprendieron con una respuesta: “El personaje del año soy yo”.
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