POLITICA
Personas con discapacidad se concentran frente al Congreso para reclamar la ley de emergencia
Mientras el Senado debate la posibilidad de iniciar una sesión para tratar la ley de emergencia en discapacidad, en medio de la disputa política entre los gobernadores y el presidente Javier Milei, miles de familiares y personas afectadas por los recortes del Gobierno en el área, se manifiestan frente al Congreso.
La iniciativa que busca aprobar la oposición, y que ya cuenta con media sanción de la Cámara de Diputados, busca elevar los montos destinados al pago de asistencia para personas con discapacidad, así como también ampliar las partidas presupuestarias para las clínicas, centros de cuidado y personal de cuidado.
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Asimismo, el proyecto de ley sostiene que la gestión libertaria debe aumentar las pensiones por discapacidad, que están congeladas desde fines del 2023, y quedaron muy alejadas de la realidad económica e inflacionaria actual.
En la previa del inicio de la sesión en la Cámara alta, desde la Fundación de Desarrollo Humano Integral, indicaron que “la discapacidad está en una crisis al borde del colapso, no sólo por las asignaciones que muchas personas ya no reciben, sino también porque hay un vaciamiento en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS)”, institución que debe bregar por sus derechos.
Luis Caputo acusó a la oposición de buscar romper el déficit fiscal: “Quieren volver para seguir robando”
“En la ANDIS hubo 340 despidos y un retroceso al modelo médico, además de un recorte del 19% acumulado del presupuesto desde 2023. Las prestaciones están paralizadas, sin aumentos desde noviembre de 2024 y las obras sociales están desreguladas. Hay más de 500.000 personas afectadas y un millón auditadas sin garantías y sin nuevas pensiones”, destacaron.
En ese sentido, también remarcaron que hubo recortes en transporte y en tratamientos de salud mental y aseguraron que la discapacidad, “no puede ser una variable de ajuste. Le pedimos a la sociedad toda que nos ayude a visibilizar esta emergencia”, sostuvieron desde la entidad.
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POLITICA
El día que Menem echó a Zulema de la Quinta de Olivos: un matrimonio volcánico y la sospecha de cocodrilos en la pileta
27 de mayo de 1990. Raúl Granillo Ocampo le alcanzó la página que había terminado de redactar. Carlos Menem, el presidente de la Nación, a diferencia de lo que solía hacer, leyó con cuidadosa atención el texto.
Mientras avanzaba asentía convencido con un movimiento de cabeza. Tomó la lapicera y firmó el decreto 1026 con fuerza, como con bronca. Antes de levantarse del sillón dijo bien fuerte, sin dirigirse a nadie en específico, para que se entendiera que todos estaban involucrados en la orden: “Cuando vuelva quiero esto solucionado ¡Esta casa es mía!”. Luego se fue a preparar para partir de viaje.
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La de viajar era una costumbre que ya provocaba comentarios en la calle. A Menem le gustaba realizar giras presidenciales por el mundo (en menos de un año había recorrido cuatro continentes y más de 20 países). En esta oportunidad parecía más un gusto que una urgencia diplomática. El periplo incluía Malasia, Tahití, Polinesia, Paraguay (reunión de la OEA) e Italia. Allí asistiría al partido inaugural del Mundial 90 que Camerún le iba a ganar a nuestra Selección.
En este momento comenzó a tomar forma el final que ocurriría 15 días después y que quedó inmortalizado como El día que Menem echó de Olivos a Zulema Yoma.
El día que Menem echó a Zulema y sus hijos de la Quinta de Olivos
El matrimonio entre Carlos Menem y Zulema Yoma llevaba ya 24 volcánicos años.
Se habían conocido en Damasco por un acuerdo familiar. La familia Yoma también era de La Rioja y los padres concertaron la pareja. La madre de Menem estaba preocupada por la relación que su hijo abogado y promisorio político mantenía desde hacía años con Ana María Luján, una mujer separada y con dos hijos. Parecía un amor intenso y genuino que se mantuvo por muchísimo tiempo, aun después del casamiento entre Carlos y Zulema. Ana María Luján terminó trabajando en la presidencia de Menem en una oficina muy cercana a la del presidente. El vínculo perduró por décadas. La funcionaria le dijo a Olga Wornat que los dos días más tristes de su vida habían sido el de la muerte de su padre y el del casamiento de Carlos con Zulema.
Pero, se sabe, esa no fue la única relación extramatrimonial de Menem. A lo largo de los años hubo actrices, funcionarias, mujeres que vivían en los lugares en los que estuvo detenido durante la Dictadura como Martha Meza, madre de Carlos Nair. Era un mujeriego que no solía ocultarlo, que se vanagloriaba de sus conquistas. Los regresos a su hogar -casi siempre regresaba- se convertían en batallas campales porque Zulema no era una mujer de resignarse.
Ya lanzado a la campaña presidencial -primero la interna contra Cafiero, después la elección nacional- Menem parecía desbocado. Surgían rumores, la gran mayoría ciertos, en las revistas del corazón cada semana. Era como si no quisiera dejar pasar la oportunidad de estar con cada una de las vedettes que veía en la televisión o el teatro de revistas. En 1987, Zulema presentó el pedido de divorcio que Menem no contestó; con la ayuda de jueces amigos la causa languideció.
Al aproximarse la elección que determinaría el sucesor de Alfonsín, Menem le pidió a Zulema que volviera junto a él. Era una cuestión de votos, pero no matrimoniales. La sociedad no veía con buenos ojos a los candidatos separados. Zulema regresó a su lado. Las causas fueron varias: la idea de que se había casado para toda la vida pese a las discusiones, los engaños y hasta los golpes, los dos hijos en común, la avidez de poder y su poder de negociación/presión para ubicar a sus familiares más cercanos en lugares estratégicos de la gestión: los Yoma desembarcarían en el gobierno y rodearían a Menem.
La reconciliación “política” fue un fracaso. Las peleas eran cada vez más virulentas. En El Jefe, la biografía del expresidente que escribió Gabriela Cerruti, describe escenas de violencia de género. Otros aseguran que Carlitos Jr. llegó a amenazar con un arma a su padre si no dejaba de ejercer violencia sobre su madre, algunos dicen que no hubo arma pero sí una brutal pelea a golpes de puño entre padre e hijo por esta cuestión. Los más fantasiosos juran que Menem puso cocodrilos en la pileta de Olivos para que atacaran a su esposa.
Varios testigos dan cuenta de que ya como presidente, Menem quedó deslumbrado con la atracción que generaba el poder: “Soy mucho más lindo y alto que antes”, bromeaba. Las mujeres caían a sus pies. El Hotel Alvear de su amigo Mario Falak era la sede más habitual de esos encuentros clandestinos pero habituales.
Ya en 1990, antes de una recepción en la embajada paraguaya, cuentan que hubo una pelea feroz con Zulema en la que él le destrozó el vestido que ya tenía puesto para asistir a la gala y hasta la golpeó.
Una mañana de principios de mayo, Menem se levantó para ir a la Casa Rosada y ya no regresó. No le avisó nada a su Zulema, que pensó que a los pocos días se le pasaría.
La convivencia con Zulema Yoma, su esposa, se había tornado imposible. Nada nuevo. Lo había sido la mayoría de los 24 años que estuvieron casados. Las trifulcas eran constantes. Ahora, además, había un nuevo factor: las luchas de poder.
Después de pasar alguna noche en el Hotel Alvear y otras en casas de amigos, se había instalado en un departamento de Miguel Ángel Vicco, su secretario privado y empresario lechero.
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Zulema descubrió que tenía la posibilidad de propalar sus quejas y sus críticas por los medios nacionales. Los entuertos matrimoniales del presidente interesaban a todo el mundo. Zulema les daba material del bueno: “Se fue uno de los primeros días de mayo a trabajar y nunca más volvió. Nunca me llamó. No se fue por una discusión ni porque nos tiramos los platos por la cabeza como otras veces. Se fue sin explicaciones, sin un grito. Una mujer puede entender cuando un marido se va dando un portazo. Nuestra relación no es ideal, nuestro matrimonio no es perfecto. Está cambiado, algo le pasa”. Zulema decía eso en público mientras en privado jugaba otras cartas.
Habían aparecido por toda la Ciudad de Buenos Aires afiches que decían “Lealtad al Presidente, pero no a los delincuentes”. Los firmaba el Comando de Moralización Peronista. Junto a ellos, otros que individualizaban culpables: Eduardo Pan de Azúcar Menem, José Luis Petroquímica Manzano, Roberto Cometa Dromi, Eduardo Guardapolvo Bauza (los apodos eran los negociados o cuentas sin declarar que se les atribuían). Al entorno presidencial le pareció ver los rastros de Zulema detrás de la movida. Lograron que el juez Marquevich iniciara una causa y desplazaron a Fassi Lavalle, Alberto Mazuchelli y otros funcionarios dependientes de Zulema. Los afiches habían salido de la imprenta de Fassi Lavalle.
A mediados de mayo, la revista política Somos de Editorial Atlántida, propiedad de su amigo Constancio Vigil, publicó un suelto en tapa: “Menem se separa de Zulema”. Una jugada con múltiples efectos. El editor le estaba haciendo un favor a su amigo (era mutuo: Vigil obtenía una gran primicia), ponía de sobre aviso a Zulema para evitar tener que decírselo en él en la cara y también preparaba a la opinión pública.
“La casa es mía. No es un bien ganancial”
Para el Tedeum del 25 de mayo, el Presidente se dio cuenta de que los atributos presidenciales habían quedado en Olivos. Los mandó pedir y a preguntar, con cierto tacto, si Zulema acudiría a la Catedral. Zulema ni siquiera respondió. Menem fue solo y con banda y bastón presidencial mulettos. Esa noche ordenó a Granillo Ocampo que preparara el decreto.
Algo similar ocurrió un par de días después cuando preparaba el equipaje para la gira presidencial que terminaría en el partido inaugural del Mundial. No tenía camisas, ni corbatas, ni trajes. Se pensaron varias alternativas para ingresar subrepticiamente a Olivos, hasta que se escuchó la voz enojada de Menem: “Soy el presidente de la Nación, carajo. Me puedo comprar lo que quiera”. Sus secretarios consiguieron que abrieran una exclusiva sastrería de la calle Alvear en plena madrugada y se llevaron una veintena de trajes, camisas y corbatas (y un sastre en la comitiva para arreglarlos).
Para el momento del inicio de esa gira, ya hacía varias semanas que Menem había dejado de vivir en la Quinta de Olivos. Pero en especial había dejado de tener control de lo que sucedía allí.
Zulema creyó que la pelea definitiva se daría al regreso de Menem de Italia, en un cara a cara que sería muy tenso. Hasta mandó a Carlitos y a Zulemita a Paraguay para que se encontraran con su padre y les asegurara que regresaría. Él les juró que lo haría y se fue al Mundial.
Pero Menem le tenía reservada una sorpresa a su esposa. La noche del 11 de junio Zulema y Zulemita durmieron en el departamento de la calle Posadas -que le atribuían a Ramón Hernández, otro secretario presidencial, pero que era de Zulema-, porque bien temprano la Primera Dama debía declarar ante Marquevich en la causa de los afiches. Al salir del juzgado, cuando llegaron a la puerta de la Quinta de Olivos, descubrieron que había policías, fuerzas militares y muy serio y envarado, al frente de todos, el Brigadier Antonietti, Jefe de la Casa Militar, al que Menem le había encargado la delicada tarea de evitar que Zulema ingresara a la Quinta. Había también muchos medios ¿Estaban allí porque esperaban alguna declaración de la mujer luego de pasar por Tribunales? ¿Los había llamado ella previendo que esto sucedería? ¿O los había convocado alguna fuente secreta de Presidencia para que el escándalo quedara registrado y Zulema se pusiera límites?
Alguien leyó el texto del Decreto 1026, el que el presidente había firmado antes de partir: “El acceso, el uso y la permanencia en la Residencia Presidencial quedan al arbitrio exclusivo del Presidente de la Nación”. Menem decidía quién entraba. O cómo lo dijo él poco después: “La casa es mía. No es un bien ganancial”.
Zulema comenzó a gritar. “Abuso de poder” era lo que más repetía con su usual energía y dureza enfundada en un jogging azul y blanco. “Debe ser porque hablo mucho de la corrupción. Por eso no me deja pasar. A mí no me gusta la corrupción”, decía con su característico énfasis. Rodeada por los periodistas que casi no la dejaban moverse apeló al argumento nacionalista: “¡Chicos, está la imagen del país. Ustedes son argentinos. Respeten al país!”.
De pronto se acercó a la mirilla de la puerta mientras el Brigadier la miraba con atención y con un tubo de gas paralizante en su mano, y los periodistas estiraban cada vez más sus brazos para captar cada palabra con sus micrófonos y grabadores. Carlos Jr., su hijo, estaba dentro. “No me dejan salir, mamá” dijo el joven. Ella volvió a gritar: “¡Tienen secuestrado al hijo del presidente! ¡En democracia! ¡Es un escándalo”.
Tenía razón Zulema: era un gran escándalo. Su hija le dijo que se fueran de ahí. Había visto una ambulancia estacionada muy cerca y tenía temor de que la subieran a ella y la hicieran pasar por insana, que la internaran en una clínica psiquiátrica, amenaza que más de una vez había deslizado Menem. Ella, como antes su marido, se terminó yendo con lo puesto.
Apenas ellas se retiraron hacia el departamento de la calle Posadas en el auto en el que habían llegado, se abrió el portón de la Quinta. Y salió Carlos Jr., el supuesto secuestrado, manejando un auto de un rojo refulgente.
Menem volvió al país al día siguiente y esquivó las preguntas con su simpatía y liviandad habitual. Eran otros tiempos y nadie hablaba de violencia de género. En algún momento, en el programa de Neustadt, se puso solemne y quiso mostrarlo como un servicio público: “Entre mi familia y la patria, elijo a la patria”.
El portugués Fernando Pessoa alguna vez escribió que todas las cartas de amor son ridículas y que no serían cartas de amor si no fueran ridículas. En este caso podemos decir que los telegramas de desamor también lo son. Se cruzaron telegramas en medio de la batalla. Zulema lo acusó por medio fehaciente de abandono agravado, injuria gravísima y conducta ilícita. La respuesta de Menem fue acusarla de interferir en los asuntos del gobierno y condicionarlo políticamente: “Resulta inaceptable tu pertinaz interferencia, tus actitudes públicamente asumidas, sola o con terceros, desautorizando o poniendo en tela de juicio mi desempeño o la de colaboradores de gobierno”, decía otra parte del mensaje. Hubo una misiva más, la escrita por Carlitos. Le reprochaba al padre haberlos “echado como a un perro”.
El caso fue tan escandaloso que ocupó la portada de todas los diarios y revistas desplazando al Mundial 90 y al equipo recauchutado de Carlos Bilardo.
Muchos años después, en un almuerzo con Mirtha Legrand, Zulema Yoma dijo que no había tenido ni un día feliz en ese matrimonio, exceptuando los de los nacimientos de sus hijos. Al rato, como explicándose, concluyó: “La familia es sagrada”.
La pareja se terminó divorciando legalmente en 1995, después de la muerte de Carlos Junior. En esos trágicos momentos se los vio juntos y apoyándose. Luego Zulema acusaría a Menem de encubrir el asesinato de su hijo.
En 2020 poco antes de la muerte del expresidente un rumor recorrió las redacciones. Zulema y Menem volverían a casarse. Ella estaba viviendo en la casa de él y lo cuidaba dado su frágil estado de salud. Pero la boda no se consumó.
“Zulema, pese a todo, fue y será la mujer de mi vida. Nunca hubiera sido presidente si no fuera por ella”, les decía Menem a los pocos periodistas que lo visitaban. Ella afirmaba que él había sido su único amor.
Carlos Menem murió el 14 de febrero de 2021. Tenía 91 años. Y a su lado estaba Zulema Yoma.
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POLITICA
El duro discurso de Pablo Blanco contra Patricia Bullrich y Javier Milei
El senador nacional por la Unión Cívica Radical (UCR), Pablo Blanco, apuntó este jueves desde el Senado contra la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y el presidente Javier Milei. Durante su enardecido discurso en el recinto, el referente radical admitió estar arrepentido de haber acompañado a la actual funcionaria durante su candidatura a presidenta desde Juntos por el Cambio. Además, calificó a Milei como “rey” o “emperador”.
Las palabras de Blanco se dieron en el marco de una sesión cargada marcada por fuertes tensiones. Desde el oficialismo aseguran que aún cuando se consiguió quórum -42 senadores se sentaron en sus bancas- hoy para tratar distribución de fondos para las provincias, aumentos a jubilados, prórroga moratoria y emergencia por discapacidad, la convocatoria no fue oficializada por la titular de la Cámara, Victoria Villarruel.
Al hacer uso de la palabra, Blanco le respondió en principio a Ezequiel Atauche, jefe del bloque de La Libertad Avanza (LLA) en el Senado, quien aseguró que el actual encuentro es inválido: “Algunos son muy nuevos. Seguramente no han tenido tiempo de analizar un poco el funcionamiento del Senado desde la recuperación de la democracia. Si lo hubieran hecho, no pueden decir que es la primera vez que se autoconvoca a una sesión”.
“Yo trato siempre de ser respetuoso. Pero hay cosas que me sacan. No se puede ser tan cara de piedra de venir a plantear en este recinto que 70 senadores están avasallando una institución”, lanzó el diputado opositor. E ironizó, con un dardo a Milei: “Creo yo que estamos en democracia. Salvo que acá en noviembre del 2023 se haya cambiado el sistema de funcionamiento de la Argentina y vivamos con un emperador [Javier Milei]”.
Durante el resto de su discurso, Blanco puso el foco en Bullrich, quien minutos antes del arranque del debate había planteado en X: “Hoy el kirchnerismo planea un golpe institucional en el Senado, plantándole a la Vicepresidente una sesión autoconvocada para arrebatarle el poder a la Presidencia del Senado y agujerear los éxitos económicos del gobierno que tanto nos han costado a los argentinos. No se puede permitir. Están planteando un golpe institucional. Las instituciones, las normas y la República se respetan”.
“No podemos ser corresponsables de las barbaridades que dice alguien que yo apoyé para que sea presidenta. Dice que hoy estamos haciendo un golpe institucional al país. ¿De dónde salió Patricia Bullrich con esas apreciaciones de que el funcionamiento del Congreso es un golpe institucional? En todo caso, el golpe institucional lo están haciendo ellos, que hacen caso omiso a lo que lo que dice el Congreso de la Nación. Se aprueba una ley por unanimidad en Diputados y el Senado, y el rey del país“, le contestó el diputado de la UCR.
Y chicaneó: “¿De dónde salió Patricia Bullrich? ¿Quién se cree que es? Me arrepiento de haberla acompañado. No es la misma que hacía campaña, no era la que defendía el respeto a las instituciones y la división de poderes. La cambiaron. Ahora se puso violeta (en referencia a su paso del Pro a La Libertad Avanza)“.
“No voy a permitir que una ministra mienta. Nosotros tenemos que funcionar, nos quieren tapar la boca pero no pueden. Dicen ‘ahí están los kirchneristas’. Yo no soy kirchnerista. ¿Cuál es la diferencia con la gestión actual en el funcionamiento del Senado? Muy poca. En la gestión anterior, el Senado funcionaba cuando a la presidenta le interesaban los temas. Ahora cuando le interesa al Ejecutivo“, sostuvo sobre el final de su alocución.
Y completó: “Uno ya es grande. No estoy hasta esta altura de mi vida para que me venga a tomar el pelo alguien que vive renegando del kirchnerismo y de La Cámpora, y que hasta hace dos años atrás era integrante de La Cámpora. Que no me venga a faltar el respeto. Que no venga a decir que el Senado de la Nación está haciendo un golpe institucional. Que se ponga donde se tenga que poner y se haga cargo. Tiene que dar la cara y tener lo que hay que tener entre las piernas para defender a su gobierno y no esconderse detrás de las cortinas”.
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POLITICA
El Gobierno todavía no descarta hacer alianzas en algunas provincias: cuáles son y qué dilemas enfrenta
La sesión que tuvo lugar en el Senado el pasado jueves funcionó como una suerte de testeo de afinidad y fidelidad hacia el oficialismo. En la previa, los mismos alfiles del Gobierno afirmaban que tenían el panorama extremadamente difícil -en rigor, se sancionaron tres leyes, se les dio media sanción a otras dos y se rechazó un veto-, por lo que en varios despachos solo se resignaban a tomar nota de cómo era el sentido del voto de cada senador. Principio de revelación.
“Pone en evidencia a todos los políticos que quieren que vuelva la época de la emisión, la inflación descontrolada y el caos, con tal de tener alguna chance de volver al poder”, analizó la sesión desde el punto de vista político el ministro de Economía, Luis Caputo.
En el Gobierno desde el año pasado que está instalada la idea de que para estas elecciones quedó viejo el concepto de casta: al ser elecciones de medio término, la pregunta que impera es la de la continuidad de las políticas impulsadas por Milei. En las usinas del asesor presidencial, Santiago Caputo, definieron que entonces el dilema a proponerle a los electores debía ser “partido de la libertad” o “el partido del Estado”, siendo estos últimos todos aquellos que no acompañan a las reformas libertarias.
El Presidente fue más allá cuando acusó a los 23 gobernadores y al jefe de Gobierno porteño de querer “destruir el país” a través de la aprobación de los distintos proyectos que se iban a tratar al día siguiente en el Senado. Esto tuvo como efecto inmediato que los jefes provinciales que pertenecían al ya extinto Juntos por el Cambio se reunieran y acordaran no convalidar todas las iniciativas.
“Le queremos mostrar al Presidente que no queremos destruir su Gobierno ni que somos unos degenerados fiscales. Y plantearle también que no estamos reclamando ninguna locura [con el pedido de coparticipar las ATN y el impuesto a los combustibles líquidos]”, esgrimieron desde una de esas provincias. En otras no niegan que esto también se hizo para darle otra señal clara al Gobierno de alineamiento parcial con su programa. Hay gobernadores que quieren pactar con La Libertad Avanza en sus distritos, y buscan que las negociaciones no se caigan producto de una mala interpretación de los libertarios.
La prenda de muestra fue el senador Luis Juez (PRO-Córdoba), que votó a favor de la Emergencia en Discapacidad, interpelado por su conocida situación familiar. No bastó que después fuera el único en votar en contra del proyecto de reparto impulsado por los gobernadores: recibió una catarata de insultos de parte de cuentas libertarias, aunque cabe aclarar que no de aquellas que Milei suele retuitear. El factor del escrache en redes y del enojo a las bases libertarias no deja de ser menor para ciertos dirigentes que coquetean con el oficialismo. Juez aspira a jugar con los libertarios.
Tal y como lo contó Infobae, los responsables del partido nacional de La Libertad Avanza resaltan algunas provincias en el mapa donde les interesaría acordar con el oficialismo de turno. Este es el caso de Rogelio Frigerio en Entre Ríos, Alfredo Cornejo en Mendoza, Leandro Zdero en Chaco, Marcelo Orrego en San Juan, Raúl Jalil en Catamarca y Claudio Poggi en San Luis; por decir los más significativos. En las votaciones de jubilaciones todos ellos tuvieron ausentes o no tienen senadores propios.
En el Gobierno lo consideraron un buen gesto. “Sentarnos en la mesa a conversar si votaban a favor de todas las medidas hubiera sido muy difícil”, esgrimieron entre los armadores libertarios nacionales. Quien lleva adelante ese proceso es el armador nacional Eduardo “Lule” Menem, que responde directamente a Karina Milei, la líder del partido nacional de La Libertad Avanza.
Hay dos fechas en la mira. Desde ese sector miran con atención cuál será el comportamiento de esas provincias cuando Milei vete el aumento jubilatorio, la declaración de Emergencia en Discapacidad y la moratoria. “Esperamos la colaboración en la Cámara baja”, afirman. Sería un gesto definitivo para que la Casa Rosada se congracie con aquellos que aporten al escudo libertario. Resta menos de un mes. La próxima fecha clave que mira la política nacional es el 7 de agosto, el límite del plazo previsto por la Justicia Nacional Electoral para presentar alianzas para las elecciones nacionales.
Así, estas semanas se configuran como determinantes para saber cómo irá armada La Libertad Avanza en cada distrito provincial.
No son decisiones para tomarse a la ligera, ya que la estimación de cuánto se pueda sacar y cuántos diputados afines queden después de los comicios determinarán la facilidad o no con la que Milei pueda comenzar a sacar reformas el año próximo. Ahí es donde priman las diferencias en la cúpula del Gobierno sobre cuánto apostar por la autonomía libertaria o cuánto relegarla en pos de tener más aliados en las provincias.
Milei dio un golpe sobre la mesa al apuntar con vehemencia contra todos los gobernadores. La forma en la que salió tiene lecturas diversas en el Gobierno, donde saben que estos giros discursivos muchas veces no son planificados. Muchos recuerdan cuando en el marco de las elecciones porteñas los estrategas comunicacionales bajaron línea a los funcionarios para que no hablaran en público de Mauricio Macri. A las pocas horas, y sin haberle dicho, Milei figuraba en una entrevista tratándolo de “llorón”. Es decir, en el Gobierno hay asuntos más planificados que otros.
El Presidente está enojado de verdad con los gobernadores, pero también salió efusivamente en los medios para dar un mensaje contundente hacia los mercados. No resultó casual que el ministro Caputo lo haya felicitado por WhatsApp, particularmente por esa gestualidad. Aunque con sus acusaciones avala a que el ala “talibanizada” del Gobierno apunte contra los gobernadores, por lo bajo también deja que sus asesores determinen la mejor estrategia electoral o que se consensúe con parte de la oposición. No fue menor que volviera a destacar el rol del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, uno de los principales interlocutores con los gobernadores.
La estrategia electoral de La Libertad Avanza que lidera Karina Milei a través de los primos Menem trajo su correlato en enojos puntuales de algunos gobernadores. Esto no es visto con malos ojos incluso de sectores que no pertenecen al karinismo. “En algún momento hay que jugar fuerte. Si ahora decimos que necesitamos los números para 2026, en dos años vamos a decir que necesitamos los consensos para 2028. Ya que nunca vamos a tener una mayoría automática, necesitamos un grado de autonomía”.
En rigor, el denominador común del enojo de los 24 distritos subnacionales es que el Gobierno no le ofrece contraofertas económicas tentadoras, asunto en el que está involucrado el secretario de Hacienda, Carlos Guberman. El reclamo, por supuesto, se ve potenciado por el clima electoral.
Aunque disminuyó su interlocución con los gobernadores, el asesor presidencial Santiago Caputo continúa tejiendo lo que son los mejores escenarios que tiene La Libertad Avanza de cara a octubre. Quienes lo conocen afirman que los gobernadores del extinto Juntos por el Cambio acordaron no votar algunas propuestas en el Senado porque resulta un “costo quedarse votando junto al kirchnerismo y dañando la macroeconomía”. Su relación con los Menem está en su peor momento, pero indican que es “una pavada” que aquello implique que tiene menos injerencia en los asuntos políticos.
Mientras tanto, las internas al interior del Gobierno son evidentes y los gobernadores lo notan. Mientras el Senado sesionaba, había tres sectores del Ejecutivo hablando con los gobernadores al mismo tiempo: el mensaje no era el mismo en ningún caso. “Diría que es el momento de peor coordinación política que les hemos visto”, afirmó un gobernador.
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