POLITICA
Bienvenidos a Argenzuela
Para ello cuentan con la contribución, explícita o tácita, de una dirigencia política y social que se adapta perfectamente al concepto de casta y a las características que les viene escupiendo en su cara Javier Milei desde hace tiempo, y que son compartidas por la inmensa mayoría de los argentinos, incluso por quienes nunca lo votarían.
El discurso de apertura de sesiones nos mostró a un Milei en estado puro, que utilizó el 80 por ciento de su tiempo para difamar a la oposición kirchnerista, sostener argumentos falaces con datos incomprobables, e insistir con el rumbo de su plan, cuyo costo no es otro que instalar la paz de los cementerios. No hubo anuncio alguno en beneficio de los trabajadores, ni de jubilados y pensionados, ni de quienes sobreviven gracias a algún plan o ayuda social. El presidente y su banda no demuestran empatía alguna respecto de la sociedad que debe administrar, a la que deshumaniza e invisibiliza sus carencias, librándola a su propia suerte, actuando como una fuerza de ocupación más que como un representante del mandato popular que le fue conferido.
Quienes han decidido manifestarse en contra del saqueo han sido reprimidos mediante protocolos que contradicen los preceptos constitucionales y las normativas de las organizaciones internacionales, incluida la ONU. Esta estrategia se combina con su invisibilización, tal como volvió a suceder el pasado viernes, donde la transmisión oficial -y la de los medios aliados que promocionan y operan en beneficio de sus propios intereses y de la gestión actual- se desentendió de todo aquello que no expresara respaldo a Milei: ni los legisladores opositores, ni la calle, fueron registrados. Simplemente no existían, del mismo modo que no existe el sufrimiento popular que promueven las medidas adoptadas por el gobierno.
El otro 20 por ciento fue dedicado al chantaje. Si quieren recibir algunas monedas, como mendigos desharrapados que demandan la caridad del gobierno, los gobernadores deberán firmar el denominado Pacto de Mayo, previa aprobación legislativa del articulado de la ley Ómnibus y de cuanta normativa se le ocurra enviar al ejecutivo para su tratamiento legislativo. Mientras el malestar social crece, forma una nueva grieta compuesta por reptilianos fanáticos de un ajuste que los condena al suplicio y quienes han decidido posicionarse en defensa de su propia supervivencia, reivindicando las conquistas sociales que se les arrebatan cotidianamente y la vigencia de las normas republicanas y democráticas, y que no encuentran eco alguno en una dirigencia que mira su propio ombligo para tratar de conservar lo poco que sea de sus privilegios precedentes. En tal sentido, la actitud pasiva que adoptó la oposición ante el sopapeo autoritario al que la sometió Milei durante la apertura de sesiones sólo demuestra su degradación miserable y su definitiva claudicación moral.
Las declaraciones posteriores de los autodenominados “republicanos” y de la oposición que se nucleó tras la candidatura de Sergio Massa confirman ese estado de gracia que experimentan. Miguel Pichetto se limitó a afirmar que en la república no se impone, sino que se dialoga y se negocia; Martín Lousteau rezongó que “él pone las condiciones y nosotros sólo la firma”; y el salteñó Gustavo Sáenz declamó que “mientras que el gobierno dice que es innegociable el equilibrio fiscal, los gobernadores decimos que es innegocialble e irrenunciable la defensa del federalismo”. Todos saludos a la bandera, sin eficacia política alguna.
¿A dónde fue a parar esa dirigencia que quedó a menos de 3 puntos de llegar a la presidencia en la primera vuelta electoral? Cristina manda señales para propiciar el entendimiento con Milei, a cambio de preservar su situación judicial; Sergio Massa amaga con aparecer pero no lo hace. Los únicos que salen a oponerse abiertamente son dos actores todavía muy minoritarios dentro del campo popular, como Santiago Cúneo y Juan Grabois, y casi terminan a las piñas cuando se cruzaron días atrás. ¿Y la izquierda? Tal como es tradicional, vocifera pero no suma.
Mientras tanto, aprovechando el estado de descomposición y atomización de una dirigencia senil, el gobierno ya anunció que «el que no quiera acordar se quedará afuera», a través del ministro del Interior, Guillermo Francos, y que prepara sus dos primeros proyectos para enviar al Congreso: el cambio de la fórmula jubilatoria y el restablecimiento del impuesto a las Ganancias. Sumado a todos los incrementos de precios ya registrados y los que seguirán produciéndose, cualquier escenario de catástrofe que pueda imaginarse será acotado respecto de los que nos espera. El camino a la servidumbre y a Argenzuela finalmente llega a su etapa definitiva, propiciado por las “fuerzas del cielo” que, si bien manejan los hilos desde las alturas, son específicamente la expresión de todo lo peor de la condición humana. O inhumana. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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