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Bubble tea: qué contiene la bebida taiwanesa de moda

Qué tiene de característico esta preparación dulce

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El bubble tea es un té, pero no es gaseoso -las burbujas no son de gas, sino que son “perlas” o “bolitas”-. Existe una buena variedad con jugos de fruta, leche y toppings.

Apareció en Taiwán a finales de los años ochenta. Una de las recetas originales de esta bebida consiste en una mezcla de té negro, pequeñas perlas, leche condensada y jarabe o miel.

Luego se popularizó en los países vecinos del este asiático, para migrar luego a Canadá y al barrio chino de Nueva York, y de allí extenderse a toda América y a Europa. La receta original evolucionó para dar paso a una multitud de variantes y hoy en día se puede encontrar con té negro, rojo, verde o infusiones.

Es frío, dulce y se lo suele rebajar con leche, yogur o algún jugo de frutas, según lo que guste. Su elaboración es muy personalizada, pero siempre tiene que contar las burbujas que son tapiocas gomosas endulzadas con miel o jarabe frutal. La tapioca es una fécula granulada que se extrae de la raíz de la mandioca y tiene una consistencia gelatinosa.

Se sirve en un vaso alto transparente, para que las perlas, puedan lucirse y con un sorbete ancho, para que puedan subir por ahí.

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Cultura | 35 años de «Cómo conseguir chicas»

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Charly García grabó más de treinta discos a lo largo de medio siglo y todos tienen la particularidad de haber marcado un mojón en su carrera y también en su vida. «Cómo conseguir chicas», de 1989, marca un estado de lucidez suprema a la altura de la década que venía a cerrar, y acaso en el último momento de paz creativa antes del desborde que sobrevino a los 90. Ese Charly era el que en pleno clima electoral trataba de tontos a los votantes de «Nemem, o como sea que se llame». Cerca de cumplir 40 no quería verse como un dinosaurio.

Para 1988, cuando García comienza a grabar el disco, contaba con una base de músicos sólida y rodada, «Los Enfermeros», convoy conformado esencialmente por Hilda Lizarazu, Carlos García López, Fernando Lupano, Fabián Quintiero y Fernando Samalea. Era la primera vez en su carrera solista (iniciada en 1982 con «Yendo de la cama al living») que lograba estabilidad en su banda de acompañamiento después de los inicios junto a la base de Los Abuelos de la Nada o el inolvidable experimento con GIT más Fito Páez

Las canciones que trabajó este equipo para «Como conseguir chicas» no eran esencialmente composiciones nuevas, sino que surgieron en parte de rezagos de varias épocas. «Ella es bailarina», por ejemplo, era un outtake de La Máquina de Hacer Pájaros, mientras que «Zocacola» venía de 1982, aunque instrumental. Y «Suicida» era una que se había quedado afuera de «Parte de la religión», el álbum anterior.

Pero lo que hizo de «Cómo conseguir chicas» un disco orgánico, granítico y para siempre fue el aporte clave de Joe Blaney, productor estadounidense con experiencia junto a Ramones, The Clash y Prince. Blaney venía trabajando con Charly de manera ininterrumpida desde «Clics modernos» (1983) y fue el gran responsable del sonido que García adquirió e impuso a lo largo de toda esa década. Su principal mérito fue contener a un Charly voraz de información musical y tecnológica y marcarle ciertos límites para que la creatividad no se desparrame como ovejas en el monte. Y si bien siguieron vinculados hasta «El aguante» (1998), «Cómo conseguir chicas» estableció un punto alto en una dinámica de trabajo que nunca volvió a repetirse desde ese entonces. 

Blaney fue quien, entre otras cosas, le recomendó a Charly abortar una idea que lo tenía obsesionado: grabar algunas letras en inglés. El argumento de García era que en ese idioma las palabras suenan más «musicales» (opinión compartida por tantos otros colegas suyos). Sólo sobrevivió «Shisyastawuman», al final del álbum. Pero fueron reescritos otros que terminaron teniendo gran impacto en español. Como el furioso «No toquen», que abre el álbum. 

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A pesar del inicio a punta de guitarras de «No toquen» (en esa época Charly tocaba mucho la viola en vivo), la impronta que domina a «Cómo conseguir chicas» tiene más que ver con los teclados y cierta insistencia de un García todavía inclinado a los sonidos procesados (más allá de la participación de su banda «analógica», de carne y hueso). «Fantasy» es un ejemplo: bajo y batería sostienen un beat presente pero simple y la guitarra aporta apenas tamices en un entorno de pistas y pistas de teclas. Además claro, de una letra casi desgarrada («¡Ya mis pies congelados llegan aquí!»).

 

Porque si bien el disco es un compendio de retazos y resoluciones artísticas de urgencia (Charly contó en entrevistas de época que la discográfica lo estaba «apurando»), todo el material cobra un sentido global a través de una cierta atmósfera oscura y desaprensiva. Y aquí, nuevamente, la idea de cada disco de Charly como una postal de época: en 1989 el país se descascaraba en una posdictadura difícil y el mundo se preparaba para ver por televisión la caída el Muro de Berlín, al tiempo que García cerraba una década gloriosa (del lucimiento con Serú a su expansión solista) pero se anticipaba a una más espesa y difícil, llena de conflictos y declives. Los 90 y la era Say No More.  

¿Hay algún momento más triste en la historia de la música que cuando suena el violín en «No me verás en el subte»? Con un tono casi mántrico, Charly canta: «La llave que yo tengo puede abrir tan sólo el corazón de los extraños». Y luego avisa: «Jamás me encontrarás de nuevo aquí». Tal vez fue sólo poesía, aunque vuelve al asunto en otras canciones. Como en «Anhedonia», acerca de la incapacidad de sentir interés, satisfacción y placer. O «A punto de caer», en compañía de Fabiana Cantilo. Para Charly vendrían años aciagos en lo personal con caravanas de internaciones, algunas medidas judiciales interpuestas por parte de su familia, entornos inconvenientes y el escarnioso tratamiento que el amarillismo comenzó a darle a su figura.  

Por eso el «hit» que dejó «Cómo conseguir chicas» fue «Fanky», tal vez la canción de letra y música más sencilla, pero también más efectiva: el tema hace honor a su nombre y abre un paréntesis entre tantos mid-tempos y texturas densas para poner a Charly y sus Enfermeros en una frecuencia más radiable. Porque los 80 fueron oscuridad pero también baile. Y el disco con el que García cerraba esa década no podía obviar éste último detalle. 

«Gozar es tan parecido al amor» armoniza Charly en el principal «éxito» de su último gran disco vocal (en «Filosofía barata y zapatos de goma», el siguiente, ya se insinúa la vena raspada). El reiterativo «no puedo parar» se enlaza con «todo el tiempo vivo en éxtasis» de «En la ruta del tentempié», de «Parte de la religión»: en sus dos últimos discos de los 80 Charly despide la década con grandes dosis de belleza pero también algunas señales de algo que se presagiaba inminente. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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ETIQUETAS DE ESTA NOTA

Fito Páez, Charly García, Fabiana Cantilo, Juan Provéndola, The Clash, Hilda Lizarazu, Cómo conseguir chicas, Carlos García López, Fernando Lupano, Fabián Quintiero, Fernando Samalea, Joe Blaney, La Máquina de Hacer Pájaros, Ramones, Prince

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