Para entender lo que pasó en diciembre de 2024 vale remontarse a diciembre de 2023. Más precisamente al miércoles 20 de aquel mes. Javier Milei llevaba 10 días como presidente y las organizaciones piqueteras lanzaron su desafío bautismal. Pese a que el Gobierno había alertado que no toleraría cortes de calle y que les quitaría los planes a los que incumplieran esa orden, los grupos de izquierda convocaron a una mega marcha para recordar el «Argentinazo de 2001». ¿Resultado? Si bien hubo interrupciones de tránsito e incidentes aislados, fue tal la cantidad de policías federales y porteños afectados al operativo que la protesta se vio realmente limitada.

Desde entonces, el Gobierno avanzó con dos medidas básicas, de dos ministerios distintos comandados por mujeres: con Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich, mantuvo la firmeza para impedir los cortes y alertar por las consecuencias ante cada anuncio de piquetes; con Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello, fue vaciando de poder (plata) a los referentes de las organizaciones sociales y los denunciaron en la Justicia ante cada presunta extorsión. Todo en un contexto de severísimo ajuste en la economía y con la pobreza trepando por encima del 50%.

Así se llegó a un diciembre 2024 que fue récord en términos de cortes. Pero por la razón inversa a la de décadas atrás, cuando era sinónimo de caos social. Se trató del mes con menos piquetes en el año y se si lo compara con otros diciembres, el más tranquilo desde 2011.

Según la consultora Diagnóstico Político, el mes pasado hubo 324 cortes en todo el país, menos de uno por día. Desde 2009, la firma que dirige el analista Patricio Giusto releva los cortes en el territorio nacional, en base a las publicaciones de más de 100 medios y se convirtió en un referente en el tema. Los peores diciembre fueron con el kirchnerismo en el poder: 921 cortes a nivel nacional en 2013 (Cristina presidenta) y 917 en 2022 (Alberto presidente).

El impacto de las políticas más duras se sintió en particular en la Ciudad de Buenos Aires, donde hubo una reducción de piquetes del 51% respecto al año anterior. Ocurre que si bien para el común de los porteños, los cortes casi desaparecieron por completo, el informe incluye cortes de todo tipo.

A nivel nacional, por ejemplo, sólo el 21% de las protestas con interrupciones en las calles fueron de grupos piqueteros. El resto se repartió entre trabajadores estatales (20%), vecinos (19%), trabajadores privados (15%), fuerzas políticas (13%), desocupados (7%) y otros grupos (5%.

Otro dato fuerte de CABA: en diciembre 2024, la Ciudad quedó en el puesto 14 sobre 24 provincias en cantidad de piquetes: hubo sólo 11, contra 12 en Tucumán, Entre Ríos y Chubut; 13 en Mendoza, 14 en Santa Cruz, 15 en Formosa y Jujuy, 19 en Salta, 26 en Río Negro y Santa Fe, 30 en Misiones, 32 en Neuquén y 34 en Buenos Aires.

Giusto lo resume así: «Donde más bajaron los piquetes fue en la Ciudad de Buenos Aires, con una caída del 51%. Esto puede explicarse por el alineamiento del distrito con el nuevo protocolo antipiquetes promovido por el Gobierno nacional, con frecuente uso de fuerzas federales. En el resto del país, si bien los piquetes bajaron en líneas generales, el panorama no fue muy diferente al de años anteriores».

A nivel global, agrega el analista, «el año 2024 culminó con una baja del 27% en los piquetes, respecto al año anterior. Se registraron 5.996, la menor cifra en cuatro años».

Como se explicó de arranque, en paralelo al ajuste económico, el cambio en la política de control de la calle se convirtió en un hit libertario respecto a las gestiones K y de Cambiemos.

Con un detalle sensible: la ministra de Seguridad (Bullrich) es la misma que la del períodos 2015 a 2019. ¿Qué cambió? Más bien, quiénes cambiaron: entraron Javier Milei y Jorge Macri como presidente y jefe de Gobierno y salieron Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta.

Milei y Jorge Macri se alinearon enseguida para combatir los cortes y percibieron rápidamente el apoyo de la sociedad. Mientras Mauricio Macri y Larreta aún se acusan mutuamente por aquel fracaso en la calle, pese a que se aumentó exponencialmente el gasto en el área.

Los números son llamativos. Pero algunas noticias que publicó recientemente Clarín ayudan a entender el fenómeno. En 2024, el Gobierno nacional aumentó el gasto en planes un 56%, la mitad que la inflación, aunque modificó las ventanillas: se duplicaron los fondos para la Tarjeta Alimentar, que llega directo a los beneficiarios; y redujo el peso de los programas de empleo, que tenían el filtro de las cooperativas dependientes de las organizaciones sociales.

Una «doble Nelson» en términos políticos y económicos: sostuvo el gasto por abajo y desfinanció a las cúpulas, que es lo mismo (o muy parecido) que desfinanciar las marchas. Con un paso más, en la Justicia: el líder del Polo Obrero, Eduardo Belliboni, por ejemplo, quedó al borde del juicio oral por desviar fondos de los planes.

Otro movimiento clave fue sacar a las organizaciones sociales del (ex) Ministerio de Desarrollo Social, para romper con una lógica tramposa: piqueteros reclamando en la calle y piqueteros otorgando mejoras del otro lado del mostrador.