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POLITICA

Colo Colo vs. River, en vivo

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PT, 14′ Gil, al travesaño

Correa baja el balón y Gil remata con alma y vida: la pelota choca contra el travesaño, el vuelo de Armani no alcanzaba a despejar el peligro. Combinación 100 por ciento argentina.

PT, 13′ Clima caliente

El estadio está lleno y el clima es muy caliente. Primero, hubo pedradas al ómnibus de River. Durante todo el contexto, se siente la presión de los hinchas. Una bandera reza: “Este Monumental no sabe de descenso” (en letras rojas, bajo un fondo blanco).

PT, 7′ Presión alta

Con avances por el sector derecho, allí en donde está estacionado Meza, River busca el control del partido. Presión alta, en los primeros instantes. Un remate de Borja se va desviado.

Empieza el partido

Colo Colo y River juegan desde las 21.30, en Santiago, por el primer partido de los cuartos de final de la Copa Libertadores.

21.10 Los 100 de Gallardo

Con el encuentro de esta noche frente a Colo Colo, Marcelo Gallardo completará 100 encuentros como entrenador en la Copa Libertadores y será el primer argentino en alcanzar esta cifra. Quedará muy cerca del uruguayo Luis Cubilla (104), y algo más lejos del colombiano Gabriel Ochoa Uribe, DT en 115 cotejos.

21.03 Agresión al micro de River

Hinchas de Colo Colo atacaron a piedrazos y objetos contundentes el micro que transportaba al plantel de River, cuando este llegó al estadio Monumental de Santiago. Rompieron vidrios del transporte, pero no se registraron heridos.

20.48 Los once del Cacique

Colo Colo formará frente a River con Brayan Cortés; Alan Saldivia, Mauricio Isla, Maximiliano Falcón y Erick Wiemberg; Esteban Pavez, Arturo Vidal y Leonardo Gil; Carlos Palacios, Javier Correa y Lucas Cepeda.

20.45 Formación confirmada

River entrará a jugar en Santiago con Franco Armani (capitán); Fabricio Bustos, Germán Pezzella, Paulo Díaz y Marcos Acuña; Matías Kranevitter; Nacho Fernández, Santiago Simón, Maximiliano Meza y Claudio Echeverri; Miguel Borja. Los suplentes: Ledesma, Gattoni, González Pirez, Casco, Enzo Díaz, Fonseca, Villagra, Lanzini, Mastantuono, Solari, Colidio y Bareiro.

20.42 Choque de técnicos

El historial de enfrentamientos entre Marcelo Gallardo y Jorge Almirón tuvo su primer capítulo en el Torneo de Transición 2014 con una contundente goleada del Millonario por 4-1 ante Independiente. Sin embargo, la mayoría de los duelos entre ambos conductores se dio en 2017, con cuatro cruces, en los que Almirón festejó dos veces. Lanús goleó por 3-0 a River para quedarse con la Supercopa Argentina. Hubo un triunfo por 3-1 del conjunto de Núñez por el torneo local en La Fortaleza, pero los choques más importantes se produjeron ese año por las semifinales de la Copa Libertadores. En la ida, River se impuso 1 a 0 en el Monumental y en el desquite, el Granate ganó por 4-2.

20.38 Sin presiones

En la conferencia previa al duelo en Santiago de Chile, el volante colocolino Esteban Pavez le cargó toda la responsabilidad a River. “Nosotros sabemos que somos un equipo fuerte, pero ellos son los favoritos, por las contrataciones que hicieron y el dinero que gastaron. Además, tienen un gran técnico como Marcelo Gallardo, que el profe lo conoce bastante bien”, sostuvo.

20.31 La mística de Gallardo

Marcelo Gallardo sueña con ganar su tercera Libertadores como DT del Millonario, tras las conquistas en 2015 y 2018. En ese contexto, armará el once titular de atrás para adelante. Primero, priorizará la solidez defensiva. Luego, el juego. Por ese motivo pidió reforzar el plantel con tres defensores que llegaron para ser titulares: Fabricio Bustos, Germán Pezzella y Marcos Acuña. Los primeros dos ya jugaron en octavos de final ante Talleres, mientras que el Huevo, ovacionado en Núñez en el 4-1 sobre Atlético Tucumán, debutará en la competencia con la banda roja.

Jorge Almirón, el DT de Colo Colo

20.25 La campaña de Almirón

Jorge Almirón asumió el 4 de enero pasado en Colo Colo. En la liga chilena suma 45 puntos y está a siete de Universidad de Chile, el líder, aunque tiene dos partidos menos. Exhibe un estilo de juego marcado: un 4-4-2 clásico que ya acumula seis triunfos consecutivos y nueve partidos sin derrotas. El exconductor de Boca busca volver a depositar al Cacique en lo más alto del plano sudamericano por segunda vez, ya que fue campeón de la Libertadores en 1991. Es la segunda ocasión en la que llega a cuartos de final en lo que va del siglo: la anterior fue en 2007, edición en la que no logró avanzar a las semifinales

20.19 Cómo llegan

Colo Colo dejó atrás en los octavos de final de la Libertadores -primera instancia de eliminación directa- a Junior de Barranquilla por un resultado global de 3 a 1: lo venció por 1 a 0 como local, con un gol de Vicente Pizarro, y 2 a 1 de visitante, con los tantos de Lucas Cepeda y Maximiliano Falcón (Carlos Bacca había empatado para el conjunto cafetero). River eliminó a Talleres de Córdoba también por un global de 3 a 1, tras la victoria por 1 a 0 como visitante con un gol de Paulo Díaz y por 2 a 1 en Núñez, con tantos de Miguel Borja y Santiago Simón (Federico Girotti convirtió para la T).

Siempre Borja, también contra Talleres

20.09 Por TV y cómo ver online

El encuentro se podrá ver en vivo por televisión a través de Telefé y Fox Sports, como también por streaming, a través de la plataforma Disney+. Por su parte, quienes cuenten con Flow, Telecentro Play o DGO, pueden sintonizar alguna de las señales directamente a través del cableoperador (en todos los casos se requiere una suscripción activa). El minuto a minuto con estadísticas actualizadas en tiempo real está disponible en canchallena.com.

20 Bienvenidos a la cobertura

Bienvenidos al seguimiento en vivo de River contra Colo Colo, un encuentro correspondiente a los cuartos de final de la Copa Libertadores. La pelota empezará a rodar a las 21.30 de nuestro país y el escenario será el estadio Monumental David Arellano de Macul, en Santiago de Chile, con el arbitraje del brasileño Raphael Clauss.

POLITICA

La cabeza de un inversor, entre el entusiasmo y la desconfianza

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Imaginemos la escena: empresarios internacionales sentados a una gran mesa de directorio. Se han convocado para analizar “el caso argentino” y definir, a partir de esa evaluación, si se embarcan en grandes inversiones en un país que promete un nuevo rumbo. ¿Qué pesará más? ¿El entusiasmo o las dudas? ¿El optimismo o la cautela? En palabras de Borges, ¿el amor o el espanto?

Si nos permitieran ser testigos de ese debate, seguramente escucharíamos argumentos alentadores y también muchos interrogantes sobre el futuro de la Argentina.

Los inversores ven la orientación general de la política económica con expectativas bien favorables. Anotan muchos datos saludables: la baja de la inflación, el achicamiento del déficit, la estabilidad cambiaria y los avances para una administración más racional y responsable del gasto público. También apuntan algunas dudas sobre la solidez de esos indicadores. El drástico descenso de la inflación, por ejemplo, no parece todavía a salvo de nuevos fogonazos y recaídas. Para algunos economistas, la calma del dólar “está atada con alambre”. Pero se reconocen los resultados en tiempo récord y se evalúan como muy positivos los logros de una gestión que se encontró, en diciembre del año pasado, con una economía arrasada. Ponderan, además, lo que parecería ser un aprendizaje social: no se puede gastar más de lo que se recauda.

Ven con definitivo entusiasmo el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), la reforma laboral y el ambicioso programa de desregulación que lleva adelante Federico Sturzenegger. El esfuerzo por destejer la inmensa madeja normativa que burocratiza, encarece y corrompe, en todos los niveles, la vida económica de los argentinos se evalúa como uno de los objetivos más estimulantes de esta nueva etapa. Observan, sin embargo, una brecha entre los anuncios y las concreciones. Por supuesto que estos procesos son arduos y trabajosos. No se desarma en seis meses lo que se tejió durante décadas. Pero basta con ir hoy a cualquier registro automotor para comprobar, por ejemplo, que siguen atiborrados de gente, de empleados y de expedientes, sin muchas señales visibles de un proceso efectivo de desmantelamiento como el que se ha prometido.

En esa imaginaria reunión de inversores también se celebra el realineamiento internacional de la Argentina, aunque despierta dudas cierta “heterodoxia” y hasta una marcada prepotencia en las relaciones del Gobierno con el mundo. Aun empresarios que tienen una pésima opinión del gobierno de Pedro Sánchez en España, ven con incredulidad, cuando no con estupor, la extrema agresividad con la que el presidente argentino ha vapuleado al jefe de Estado de una nación con la que nos unen lazos históricos y entrañables y de la que provienen inversiones en sectores estratégicos. Se evalúa con alivio y satisfacción que la Argentina haya abandonado la complicidad con el chavismo y con las dictaduras castrista y nicaragüense que cultivó durante el largo ciclo kirchnerista, pero se ve con preocupación la dificultad para el diálogo con líderes de distinto signo ideológico, así como la embestida contra un funcionario técnico del FMI, con el que el Presidente bordeó la descalificación y el agravio. Los inversores suelen valorar el pragmatismo y, sobre todo, las reglas de la diplomacia profesional. Cuando observan comportamientos extravagantes y posiciones dogmáticas, se activan en sus cabezas fuertes señales de alerta. Algo de eso ya había ocurrido en el Foro de Davos, donde Javier Milei fue a dar cátedra de capitalismo. Esos auditorios celebran los discursos claros, firmes e incluso disruptivos, pero los incomoda, como mínimo, la dialéctica altisonante y megalómana, sobre todo cuando viene de países que no están precisamente en condiciones de dar lecciones al mundo.

Los inversores, sin embargo, están acostumbrados a mirar los hechos más que las palabras. En el plano económico, lo que más ruido les hace es la continuidad del cepo. Entienden los riesgos de un levantamiento apresurado, pero ven con inquietud que no aparezca una hoja de ruta para normalizar el mercado de cambios. También ponen un signo de interrogación ante la ausencia de un proyecto nítido de reforma impositiva.

Hasta acá, ese directorio imaginario hace, aun con algunos reparos, una evaluación alentadora. La balanza parecería inclinarse a favor de invertir y arriesgar en la Argentina. Pero nadie que haya hablado con empresarios de talla internacional puede imaginar que solo miran la economía y las planillas de Excel a la hora de apostar por un país o por otro. Por el contrario, prestan especial atención a la calidad institucional, al clima general de negocios, a los indicadores de transparencia y de convivencia política, al respeto por las normas y por la división de poderes y a conceptos que pueden parecer abstractos, pero que son esenciales: seguridad jurídica y, sobre todo, previsibilidad. Miran la coyuntura, claro, pero también el largo plazo.

Cuando aquella mesa de directorio empieza a analizar los factores “cualitativos” que ofrece la Argentina poskirchnerista, se encuentra con muchas cosas que no han cambiado, incluso aquellas que serían más fáciles de modificar. La atmósfera de crispación, lejos de disiparse, se ha exacerbado. Los ataques a la prensa independiente se reproducen con metodologías distintas, pero con una virulencia equivalente a la que empuñaba el populismo de izquierda: ya no está 6,7,8, el programa ultrakirchnerista que se ocupaba, desde la TV Pública, de denostar a empresarios, periodistas y dirigentes opositores, pero ahora hay batallones digitales que, orquestados desde el poder, funcionan con la misma lógica.

Los inversores ven a un gobierno que exhibe serias dificultades para lidiar con la crítica y con las diferencias. Al que plantea reparos o matices se lo atropella desde la cima del poder con una violencia verbal que registra pocos antecedentes. El discurso político ha incorporado el insulto y la descalificación grosera como si fueran códigos aceptables del debate público. Los desbordes de intolerancia, que suelen copiar modelos de otros liderazgos populistas, se hacen cada vez más burdos. ¿Puede haber una deriva autoritaria en la Argentina?, se preguntan analistas globales cuando ven que el Gobierno, por ejemplo, acaba de limitar por decreto el acceso a la información pública.

Entre los inversores aparecen dudas cuando observan la extrema fragilidad parlamentaria del oficialismo, pero esas dudas se convierten en preocupación y temor cuando ven que el Presidente, lejos de tender puentes y propiciar el diálogo, descalifica a los legisladores con generalizaciones insultantes. Observan a un gobierno con dificultades, incluso, para dejarse ayudar, que muchas veces desprecia a sus propios aliados y que, lejos de reforzar su estructura de sostén político, deja todo librado a un combate permanente de resultado incierto. En un almuerzo de empresarios extranjeros con diplomáticos de su país, buena parte de la sobremesa se la llevaron las preguntas sobre por qué Milei rompió relaciones con un aliado natural como debería haber sido Ricardo López Murphy y sobre cuánto resiste el precario equilibrio en el que parece balancearse la relación con Mauricio Macri. También sobre la inestabilidad que parece exhibir el vínculo del Presidente con su vicepresidenta. Tal vez los participantes de aquella sobremesa hayan evaluado con alivio algunas señales políticas de los últimos días, con una mayor apertura del Presidente para construir alianzas y proponer un diálogo con legisladores que ascendieron, sin escalas, del sótano de las “ratas” al pedestal de los “héroes”.

Los potenciales inversores encargan informes sobre la situación argentina. Y en esos papers reservados, la candidatura de Ariel Lijo a la Corte aparece marcada con resaltador. ¿Qué confianza puede generar en esos sectores la incorporación al máximo tribunal de un magistrado que enfrenta un récord de impugnaciones por razones técnicas y morales? ¿Qué seguridad jurídica pueden sentir los inversores cuando se habilita una negociación oscura en la que todas las posibilidades parecen abiertas, hasta un pacto con el kirchnerismo para una ampliación de la Corte que favorezca su politización y el toma y daca?

El juez Ariel Lijo, una postulación a la Corte que genera dudas entre los inversores

Los inversores también ven con preocupación que un organismo tan sensible y estratégico como la SIDE esté manejado por una especie de “monje negro” al que el Presidente le ha delegado una enorme cuota de poder, pero sin ninguna responsabilidad formal en la estructura de gobierno. Para los estándares internacionales, eso remite a un país institucionalmente débil, con interlocutores confusos y mecanismos poco transparentes. ¿Quién decide? ¿El ministro o el asesor? Son dudas que debilitan la confianza y generan incertidumbre.

En el plano cualitativo, seguramente se apuntarán también algunos logros significativos: ningún inversor dejaría de valorar la firmeza que ha exhibido el Gobierno frente a la extorsión sindical de los gremios aeronáuticos, ni los avances para reponer el imperio de la ley en la vía pública, con la eficaz aplicación de un protocolo antipiquetes, o la denuncia contra los “gerentes” de la pobreza, que ha permitido transparentar la ayuda social con la eliminación de “intermediarios”. La aprobación de la boleta única y el impulso a la ley de ficha limpia son progresos que tampoco pasan inadvertidos para los actores internacionales que miran la calidad institucional de la Argentina.

Es probable que, a esta altura, aquel directorio imaginario decida pasar a un cuarto intermedio. Hay entusiasmo, pero también hay dudas: “Wait and see”, dicen los estadounidenses. Esperar y ver. En los próximos meses tal vez quede más claro si el Gobierno aprende de sus propios errores y consolida un rumbo virtuoso o, por el contrario, acentúa su beligerancia y su iracundia con métodos que, inevitablemente, debilitan la convivencia y la institucionalidad. La inversión, después de todo, será el verdadero termómetro de la confianza que inspire la Argentina. La inversión es trabajo, es crecimiento, es desarrollo, es futuro para las nuevas generaciones. Y a esta altura del siglo XXI va donde pueda ser rentable, por supuesto, pero también donde encuentre un clima de armonía, transparencia y previsibilidad. Hoy están mirando a la Argentina con esperanza y con dudas. Será la calidad institucional la que tal vez incline la balanza.

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