A la hora de elegir un colchón para que tus hijos descansen hay varios aspectos que a considerar y que se detallan a continuación.

Es clave que sea firme y cómodo, nunca blando. Uno bueno con la firmeza adecuada previene problemas como la muerte súbita del lactante. Además, ha de estar fabricado con materiales transpirables e hipoalergénicos, para evitar que pueda desarrollar alergias y problemas respiratorios. Un buen tratamiento antiácaros es otro de los requisitos que debe cumplir.

Cuando ya sea demasiado grande para dormir en la cuna y tenga que pasar a una cama adecuada, que en general ocurre entre los 18 meses y los dos años, más importante que la cama en sí, es encontrar el colchón adecuado que le servirá, por regla general, hasta los diez años aproximadamente.

– Debe tener una firmeza alta y ofrecer un buen nivel de confort. De esta forma la postura de la espalda será la adecuada y se adaptará a su cuerpo garantizando un correcto desarrollo.

– Tiene que ser muy transpirable, para ofrecer una buena sensación térmica.

– En cuanto a las medidas, no hace falta que tenga el grosor de los de las camas de adultos (entre 12 y 18 cm es suficiente). Una opción es buscar un modelo extensible que irá aumentando de tamaño en función de las necesidades de la criatura.

Uno de los aspectos importantes es el material con el que está fabricado, y en base a eso valorar determinados aspectos: la firmeza, el confort, la transpirabilidad, el presupuesto, etc.

Aunque existen colchones de látex para niños, este material es el menos elegido, ya que hay otras opciones que responden a las necesidades infantiles: firmeza adecuada, mayor ventilación y regulación térmica, etc.

Los de muelles evolucionaron considerablemente con el paso del tiempo. Hoy día los mejores modelos de este apartado son de muebles ensacados, lo que quiere decir que cada uno de los muelles va encapsulado de forma independiente, lo que favorece la adaptabilidad del colchón al cuerpo de los niños.

Elegí un modelo que sea firme, aunque no en exceso, y que lleve un acolchado de calidad (de viscoelástica, de ser posible) que garantice un mayor confort. Una de las mayores ventajas de este tipo de colchones es su gran transpirabilidad.

Si estás buscando uno confortable, la espuma viscoelástica puede ser la alternativa perfecta, ya que ofrece una superficie de apoyo muy cómoda. Sin embargo, es importante que tenga también la suficiente firmeza que los niños y adolescentes necesitan, con un núcleo de alta densidad.

Como principal inconveniente habría que destacar que no resultan demasiado transpirables, aunque los modelos más innovadores van dotados con tratamientos termorreguladores que solucionan parcialmente el problema.

Recordá colocar una funda que lo proteja y que evite que se ensucie en poco tiempo. Con los niños es prácticamente imposible que no se produzcan manchas, por lo que es necesario optar por una funda de calidad. Debe ser impermeable y transpirable.

Por otro lado, es importante cuidarlo limpiándolo a fondo y airéalo cuando lo necesite. También girarlo y darle la vuelta cada cierto tiempo, aunque es difícil que el colchón se deforme bajo el peso liviano del niño.

Fuente: Hola