POLITICA
Cómo los juegos de azar se convirtieron en parte de la cultura de Argentina
Este artículo explora cómo los juegos de azar se han integrado en la cultura argentina, su evolución histórica y las tendencias actuales, como el crecimiento de los casinos online, con mención a plataformas como Bet30 y Celuapuestas.
Los Primeros Pasos de los Juegos de Azar en Argentina
La historia de los juegos de azar en Argentina comenzó con la llegada de las loterías en el siglo XIX. Estas eran una forma de recaudar fondos para el gobierno, y a medida que el país se desarrollaba, las apuestas fueron ganando popularidad. El primer casino en Argentina se estableció en la ciudad de Montevideo (actual Uruguay), pero fue en Buenos Aires donde los juegos de azar realmente empezaron a arraigarse. A lo largo de los años, los casinos comenzaron a proliferar, convirtiéndose en centros de entretenimiento para las clases altas.
Durante el siglo XX, con la expansión de los casinos en ciudades como Mar del Plata, Córdoba y Mendoza, los juegos de azar fueron adquiriendo una mayor aceptación en la sociedad argentina. Además, las apuestas en deportes, especialmente el fútbol, comenzaron a ser una forma popular de entretenimiento. Esto permitió que las apuestas se integraran más en la vida diaria de los argentinos, generando una cultura de juego que ha evolucionado hasta nuestros días.
La Regulación y Expansión de los Juegos de Azar
Con el tiempo, el gobierno argentino reguló los juegos de azar para evitar el abuso y la manipulación. En 1973, se creó la Lotería Nacional, que permitió controlar las apuestas en el país. A partir de allí, las loterías y las apuestas en carreras de caballos se convirtieron en las formas de juego más comunes. A finales del siglo XX, sin embargo, los casinos empezaron a diversificarse y modernizarse, con la aparición de nuevas formas de juego y apuestas, lo que contribuyó al crecimiento de esta industria.
Además, con la llegada de internet, los juegos de azar en línea comenzaron a hacer su aparición, abriendo nuevas oportunidades para los jugadores argentinos. Las plataformas de apuestas online empezaron a ofrecer experiencias de juego en línea que competían directamente con los casinos tradicionales.
El Crecimiento de los Casinos Online
En los últimos años, los casinos online han experimentado un enorme crecimiento en Argentina, impulsados por la expansión del acceso a internet y la popularidad de los dispositivos móviles. Los casinos online ofrecen la comodidad de jugar desde casa, sin necesidad de desplazarse a un casino físico. Además, las plataformas de apuestas online han comenzado a ofrecer una experiencia más dinámica y variada, con juegos de casino, apuestas deportivas y tragamonedas.
Entre los casinos online más destacados en Argentina se encuentran Bet30 y Celuapuestas, que han sabido adaptarse a las necesidades de los jugadores. Bet 30 ofrece una amplia gama de juegos de casino, como ruleta, blackjack, póker y tragamonedas, y se ha ganado una sólida reputación por su seguridad y facilidad de uso. Además, su servicio de atención al cliente y las promociones atractivas han hecho que muchos jugadores en Argentina opten por esta plataforma.
Por otro lado, Celuapuestas casino también ha ganado terreno, especialmente por su enfoque en el mercado móvil. La aplicación de Celuapuestas permite a los jugadores disfrutar de una experiencia de casino en sus teléfonos inteligentes, lo que ofrece una mayor comodidad para quienes prefieren jugar mientras están en movimiento. Al igual que Bet30, Celuapuestas ofrece una variedad de juegos de casino y apuestas deportivas, lo que atrae a un público diverso.
El crecimiento de los casinos online ha transformado la forma en que los argentinos interactúan con el juego, proporcionando acceso a plataformas seguras y reguladas que permiten disfrutar de la emoción del casino sin salir de casa.
El Impacto de los Juegos de Azar en la Cultura Argentina
Los juegos de azar se han integrado profundamente en la cultura argentina, especialmente en las relaciones sociales. Las reuniones para jugar al póker o a las tragamonedas se han vuelto comunes en muchos hogares, mientras que los casinos físicos siguen siendo un destino popular para quienes buscan un ambiente de lujo y diversión.
Además, los juegos de azar se han convertido en un tema recurrente en la cultura popular. Las películas, las series de televisión y los medios de comunicación suelen retratar a personajes involucrados en el mundo del juego, lo que ha contribuido a normalizar esta actividad. Las apuestas deportivas, especialmente en el fútbol, también tienen un lugar destacado en la cultura argentina. Las casas de apuestas, como Bet30 y Celuapuestas, permiten a los jugadores apostar por sus equipos favoritos y disfrutar de la emoción del deporte de una manera diferente.
El auge de las plataformas online ha hecho que los juegos de azar sean más accesibles y estén más presentes en la vida diaria de los argentinos. Hoy en día, las apuestas deportivas, los juegos de casino y las loterías son actividades que muchos argentinos disfrutan, ya sea en un casino físico o a través de plataformas online.
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POLITICA
Fragilidad
Cuando el gobierno nacional celebraba el cierre de un año exitoso, con la inflación contenida y un dólar domado, la disparada de la cotización de las divisas alternativas norteamericanas –tanto el blue, como el CCL y el MEP- volvieron a explicitar, con dramática actualidad, la fragilidad de la política económica del gobierno nacional. Hasta entonces, las autoridades habían tenido éxito al controlar la clave de la gobernabilidad argentina -la cotización del dólar- y conseguido éxito en la disminución significativa de los indicadores inflacionarios, esto es, la variable que habían elegido para evaluar los logros de su gestión.
Pero, de golpe y sin avisar, el sector externo encendió la luz de alarma. A lo largo del año que pasó las políticas del gobierno se ocuparon de desmentir todas las promesas electorales del Javier Milei candidato. No hubo dolarización, el peso-excremento fue la moneda que más se fortaleció a escala mundial durante el período, y, tras una violenta e inédita devaluación inicial de nuestra moneda, recuperó el terreno a costa de imponer un atraso cambiario que pretendió instalar un inconsistente efecto riqueza, trazando un paralelo ficticio con el uno a uno de la convertibilidad menemista. Para que funcionara el plan resultaba indispensable que aparecieran los dólares pero, a diferencia de aquellos momentos en los que se implementaron planes similares, no se consiguieron créditos externos ni se concretaron privatizaciones, por lo que la economía funcionó a costa de que los argentinos se desprendieran de sus dólares para llegar a fin de mes, o para jugar en el negocio del «carry trade».
Con tablita devaluatoria para el dólar y tasa de interés atractiva, desprenderse de los dólares para hacer tasa en pesos con vista a una recompra posterior resultó muy atractivo, y generó un fabuloso proceso de transferencia de recursos hacia los sectores más concentrados de la economía. La destrucción de empleos y de pymes, acompañada de la devaluación inédita de la capacidad de compra de los ingresos, deprimió la economía y planteó enormes dificultades para llegar a fin de mes de una clase media en vías de extinción. No hubo reacciones sociales significativas por diversas razones: la ilusión de la domesticación de la inflación -de todas maneras, altísima a nivel mundial-, y la posibilidad de acceder a dólares baratos adormeció a los sectores medios, mientras que el gobierno duplicó la ayuda social hacia los pobres e indigentes, mientras que los más ricos hacían su agosto. En este contexto, las alquimias financieras del ministro Luis “Toto” Caputo incrementaron la deuda argentina entre 93.000 y 115.000 millones de dólares, según las diversas estimaciones. Pero esto quedó soterrado por el blindaje que brindó el financiamiento de medios y comunicadores amigos, la persecución de los periodistas críticos y el ejército de trolls de Santiago Caputo, y la implosión de la oposición. Se gastaron fortunas de pauta pública para ocultar o distorsionar la realidad apelando a estadísticas y datos incomprobables o directamente falsos.
Luis Caputo.
Pero hacia fines del año, tanto el affaire de Edgardo Kueider, como el incremento de la conflictividad entre el gobierno de un lado y la vicepresidenta Victoria Villarruel y el expresidente Mauricio Macri del otro encendieron las primeras alarmas sobre una fragilidad política del gobierno que había sido disimulada merced a prácticas que podrían terminar detonándole en su cara, como los medios a los que se recurrió para conseguir la aprobación de la ley Bases o los vetos a los aumentos de jubilados o del presupuesto universitario.
Es en estas circunstancias cuando el ministro Caputo salió a celebrar el éxito de sus políticas, y anunció la baja de la tasa de interés y la disminución, a partir del año próximo, del porcentaje de devaluación del peso respecto del dólar bajaría al 1 por ciento. Estos adelantos fueron muy negativos, ya que se formularon en un contexto de devaluación de las monedas de la mayoría de los países latinoamericanos y, en particular, de nuestros principales socios comerciales, como Brasil y China. Tampoco los anuncios de Donald Trump sobre encarecimiento de la tasa de interés en los Estados Unidos y el inicio de una guerra comercial con China beneficiaron el programa de apertura de importaciones que promueve el gobierno de Milei, y ni qué decir de la presión de los turistas argentinos, ávidos de conseguir dólares baratos para vacacionar en Brasil y otros destinos turísticos. Si a esto se le suma el fin del dólar turista, con su impacto en la recaudación pública, y una cotización del dólar que ahuyenta al turismo receptivo y encarece sensiblemente nuestras exportaciones, podría afirmarse que el gobierno diseñó su propia tormenta perfecta.
En este contexto, el incremento de las cotizaciones de los dólares alternativos exigió que Caputo saliera a vender divisas y títulos para tratar de contenerlo. Sólo durante este lunes el Banco Central finalizó la rueda con un saldo negativo de 179 millones de dólares y las reservas cayeron 316 millones de dólares. Con este alza, que llevó al blue a cotizar por encima de los 1.200, la brecha cambiaria, que arrancó diciembre cerca del 5 por ciento, se amplió al 13 por ciento. Con estos indicadores, el carry trade dejó de ser negocio y quienes lo practicaban encuentran ahora razones de fuste para acelerar la corrida, convirtiendo sus acreencias a dólares para realizar las ganancias generadas durante los meses previos.
Queda claro que ni los turistas argentinos dejarán de viajar al exterior durante el verano, y que el proteccionismo y la devaluación de monedas a lo largo del mundo continuarán su curso. Si la Argentina sigue a contramano de lo que sucede en la economía global, corre serio riesgo de experimentar un choque frontal de impredecibles consecuencias, a lo que se le sumarán las tensiones propias de un año electoral, con las dudas consiguientes sobre sus eventuales resultados. No parece ser momento de especular con la competencia de monedas ni el carry trade, sino de refugiarse en el tradicional y siempre redituable dólar americano.
Donald Trump y Javier Milei.
¿Tiene el gobierno la posibilidad de salir airoso? Sí, si Donald Trump accede a presionar al FMI para otorgarle un nuevo préstamo en los términos en que se le concedió a Mauricio Macri, por un monto de entre 10.000 y 20.000 millones de dólares, que permita a las autoridades argentinas transitar sin mayores sobresaltos hasta las elecciones de octubre. A partir de entonces, o de 2026, se confía en que los ingresos por el RIGI, las exportaciones de combustibles y minerales, y la asistencia de renovadas líneas de crédito externos montadas en la caída aún más sustancial del riesgo país permitan revertir la ecuación. Pero el problema radica en la fragilidad de un programa económico diseñado a contracara de la marcha de la economía mundial.
Por último, la designación de Mauricio Claver Carone como su hombre clave en las relaciones con América Latina plantea algunas dudas. El cubano fue la pieza clave para el otorgamiento del crédito del FMI a Mauricio Macri, pero también quien luego destruyó a ese gobierno y a su ministro de Finanzas, el inefable “Toto” Caputo, denunciando que había sido aplicado a la fuga de divisas. Claver Carone no tiene una buena relación con la Argentina, destruyó a Caputo y al plan económico del gobierno de Milei, y está enfrentado con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Seguramente muchas de estas cuestiones desaparecerán ante una señal explícita de Donald Trump, pero resta saber si, para implementar esa ayuda, el gobierno deberá implementar cambios de nombres en sus cargos más estratégicos. Y, de ser así, en qué medida eso afectará una gobernabilidad que, por cierto, aún no resulta demasiado consolidada. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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