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David Beckham cosechó sus primeras cebollas de verdeo, pero tuvo una inesperada interrupción

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Una de las últimas facetas de la estrella mundial del fútbol, David Beckham, es la de “granjero”. En sus redes sociales, el exfutbolista del Real Madrid se ha mostrado con una manada de gallinas y un gallo que tiene en una casa de campo en Cotswolds, Inglaterra, no obstante, ahora parece haber ampliado su táctica y está incursionando de lleno en la huerta familiar. Esta vez contó que cosechó cebollines orgánicos para la ensalada de su esposa Victoria Beckham.

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En un video, Beckham se dejó ver en plena cosecha de cebollas de verdeo y contó el destino que tendría la hortaliza. Con una pala en mano y ataviado de un sombrero para cubrirse de la llovizna, el empresario registró las imágenes y las publicó en sus redes sociales. Para mostrar su resultado, el dueño del Inter de Miami C.F., levanta un manojo de la producción y agrega que ha tenido una buena cosecha de “cebollas de primavera”. Con visible alegría, muestra las cebollas una a una frente a la cámara. “Nada mal para ser mi primera vez. ¡Miren lo que es esto!”, lanza.

A continuación y luego de sacar los primeros brotes, el exfutbolista surgido de las inferiores del Tottenham Hotspur, continúa las labores en la huerta que tiene en el patio trasero de la propiedad, pero recibe la visita inesperada de una de sus gallinas. Curiosa por saber lo que pasaba, la gallina se acerca al teléfono, da vueltas en la zona y comienza a picotear en la tierra recién removida.

Hay Fever Kicking In A Little Tickle In The Throat But A Little Will Solve That… Looks Like @Victoriabeckham Has A Few Spring Onions For Lunch And Dinner For The Next Few Weeks How Am I Doing @Alantitchmar

“¿En serio?”, le dice el exfutbolista al ave porque la gallina picotea las larvas recién removidas. Al notar la situación, Beckham deja que el animal haga lo suyo por unos seguidos hasta que decide continuar con la cosecha de los cebollines. Después, el exfutbolista intenta darle un tallo a uno de los animales para mostrar su reacción. Los animales, una vez más, hacen de las suyas en su ausencia. Para finalizar, Beckham vuelve a contar que ha tenido una cosecha de cebollas.

Parece que Victoria Beckham tiene algunas cebollas para el almuerzo y la cena durante las próximas semanas”, escribió. En la publicación también etiquetó a Alan Tichmarsh, un conocido jardinero y novelista, miembro de la Orden del Imperio Británico, para pedir su opinión: “¿Cómo lo estoy haciendo?“ .

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El año pasado, el exfutbolista dijo que las gallinas y el gallo fueron un regalo de Navidad de su esposa Victoria Beckham en diciembre pasado. De esta manera, y a través de un video, la diseñadora de modas y Space girl, registró el momento en el que hacía entrega de los animales que salían uno a uno de un pequeño gallinero. En esa oportunidad y motivado por la fecha festiva, el exfutbolista se dejó ver con un sombrero de Papá Noel en el exterior de la vivienda y viendo con alegría las gallinas de las que ahora está a cargo.

Evidentemente, Beckham cambió el paradigma de los futbolistas y más allá de su agenda empresarial y las cámaras de televisión, se toma su tiempo para dedicarse a la granja familiar. Semanas atrás, en esa misma red social, también se mostró trasplantando unas rosas en el ingreso a la propiedad y a lo largo de un camino de piedras. En esa oportunidad, la publicación generó controversia porque se lo veía descalzo, de rodillas y tomándose una cerveza.

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El capitalismo despliega sus alas

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La burguesía logró controlar las insurrecciones y aun cuando en algunas partes debieron ceder ante ciertos y acotados reclamos republicanos y democráticos, pocos meses más tarde la rebelión sólo era una vieja pesadilla y persistía exclusivamente en aquellos lugares donde las demandas se vinculaban más con cuestiones de identidad nacional que con una lucha de clases. En esta época los países industriales incrementaron su producción en forma extraordinaria y ampliaron sus mercados acompañando la dinámica del capital, la cual sugería una lógica de intercambio cada vez más global. 

Muchos países europeos no industrializados hasta ese momento comenzaron a adoptar patrones tecnológicos de los países pioneros en la industria y en muchos casos transitaron un camino sostenido de industrialización. Otras regiones, en cambio, se integraron a la economía internacionalizada por su características subsidiarias respecto de las necesidades de las naciones industriales. América Latina y Canadá, Nueva Zelanda, Australia, entre otros, se enmarcaron en ese tópico como productores de materias primas en un mundo donde la especialización productiva fue la variable más predominante. Mayores exportaciones y libertad de empresa fueron la fórmula de la consolidación del orden capitalista. 

La propiedad de las industrias generalmente coincidió con las familias que le habían dado origen, como los Dollfus, los Koechlin, los Krupp, los Rothschild, los Forsty, considerados como ejemplos a emular en un mundo abierto al talento. Y es que eran las habilidades para hacer negocios las que abrían las puertas al éxito. El capital inicial podía dar un mejor handicap a la hora de iniciar la empresa pero no constituía un elemento excluyente. Aun así la procedencia social de estos hombres emprendedores era la clase media.

Estos individuos se creían a sí mismos dotados de dones especiales para la vida empresarial y consideraban justificadas sus ganancias en razón de sus propios méritos. Lejos estaba de sus conciencias considerar que existiera explotación alguna hacia los obreros de sus talleres o industrias y menos aún que el estado hubiera generado condición alguna para la acumulación del capital. 

En el razonamiento burgués, los obreros se circunscribían a dos categorías: los buenos trabajadores que consustanciados con la esencia misma de la empresa la sentían como propia y no escatimaban esfuerzos para aumentar su productividad y eficiencia; y el resto –la mayoría– ociosos empedernidos que eran parias inútiles para la sociedad, y a los cuales sólo la inanición y la coerción los obligaba a desempeñar, de mala gana, su tarea. Por supuesto, que los primeros aglutinaban a los trabajadores calificados, con salarios diferenciales y cuyos saberes eran esenciales en el proceso de producción, mientras que los segundos eran un conjunto de trabajadores no calificados –peones, auxiliares, maestranzas, cargadores, jornaleros– con salarios muy reducidos, condiciones laborales insalubres y jornadas interminables.

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Estos últimos podían ser fácilmente reemplazables, pero igualmente este asunto siempre preocupó a los empresarios. Seguramente, porque la mayoría de este proletariado constituía la primera generación familiar de asalariados urbanos y en consecuencia no se habían consolidado las prácticas culturales y sociales en las familias, sobre las rutinas de la vida capitalista

De hecho, durante mucho tiempo, en algunos países algunos trabajadores urbanos mantuvieron sus mecanismos de subsistencia alternativos a través del cultivo en quintas domésticas. La acelerada urbanización, que para los sectores pobres significó hacinamiento, fue destruyendo estas prácticas. La permanencia de antiguas tradiciones no era propiedad exclusiva de la clase trabajadora; la ascendente burguesía, si bien parecía pronta a disfrutar de los beneficios que le obsequiaban los nuevos tiempos, era más reacia a los cambios culturales en el interior del seno familiar. La unidad doméstica se concebía como la familia tradicional, nuclear, monogámica, y donde los roles masculinos marcaban una gran superioridad respecto del resto de los miembros

Las costumbres religiosas, lejos de distenderse, se fortalecieron y los valores morales rigurosos fueron la idiosincrasia de los estratos medios y altos. El recato, la austeridad y el conservadurismo marcaban desde el nacimiento a estos hombres, por lo menos como puesta en escena para sus relaciones sociales. En la práctica, la hipocresía era el signo de una clase dominante que no quería legitimar en público las prácticas que despreciaban de sus subordinados. Una vida abocada al esfuerzo, el trabajo y a la familia no podía destruirse por alguna debilidad  considerada natural para un hombre que se preciara de su condición. El éxito en el ámbito de la sociedad civil –y particularmente en el mundo económico– podía obviar estos detalles.

Esos límites laxos se contraponían con la férrea ideología que profesaron estos hombres con una unanimidad que difícilmente volvió a observarse en el siglo XX, aunque tal vez un espectro de este consenso se reprodujo en los últimos 30 años, con la globalización y irrupción de la ideología neoliberal. (www.REALPOLITIK.com.ar) 

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