Si bien achicó efectivamente las dependencias oficiales, tuvo que dar marcha atrás en la disminución del número de ministerios, elevando a cuatro secretarios a rango ministerial, entre ellos su hermana y su vocero Adorni. Pero el problema subsiste, ya que hay muchísimas dependencias sin designación de funcionarios a cargo y, lo que es peor, la sangría entre los ya designados, no cesa, al punto de haber alcanzado el récord de una renuncia por semana en los cuatro meses de su gobierno.

El último en presentar su dimisión fue Maximiliano Keczeli, el número dos de la ministra Sandra Pettovello, que experimentó un verdadero aluvión de alejamientos en el marco de la ofensiva de desfinanciamiento de la universidad pública. No es el único. También este miércoles dio un paso al costado Mariana Hortal Sueldo de su cargo de subsecretaria de Relaciones del Trabajo de la secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad, que también depende del ministerio de Capital Humano. La ahora ex funcionaria se desempeñaba en la órbita del ex secretario de Trabajo, Omar Yasín, y había sido nombrada el 15 de febrero pasado tras el desplazamiento de su antecesor, Horacio Pitrau, quien fue removido acusado de promover una estrategia negociadora con el sindicalismo. Si bien achicó efectivamente las dependencias oficiales, tuvo que dar marcha atrás en la disminución del número de ministerios, elevando a cuatro secretarios a rango ministerial, entre ellos su hermana y su vocero Adorni.

En el marco de varias polémicas, el secretario de Transformación del Estado y Función Pública, Armando Guibert, y la militante libertaria Geraldine Calvella designada en el Registro Nacional de las Personas (RENAPER), también debieron presentar sus renuncias. Guibert había sido responsabilizado por la firma de Milei en el decreto que aumentaba el salario presidencial, de la vicepresidenta, ministros y secretarios, en un 48 por ciento. Si bien, en un principio, se había despedido al secretario de Trabajo, Omar Yasín, que nada había tenido que ver con el tema, para proteger a Armando Guibert -un hombre de Nicolás Posse y Federico Sturzenegger-, finalmente terminó quedando fuera de la gestión. En cuanto a Geraldine Calvella, de sólo 23 años y sin antecedentes adecuados, su designación al frente del RENAPER con un salario millonario motivó críticas de todo tipo, por lo que fue desplazada de ese cargo.

Asimismo, el gobierno dio de baja a Alejandro Guglielmi, jefe de la Casa Militar -órgano mixto de militares y civiles que se encarga de la seguridad presidencial, la Casa Rosada y la residencia oficial de Olivos-, no por desidia sino por su eficaz tarea de registro y control de visitas, algo que al gobierno desea dejar en un cono de sombras. Karina Milei fue quien le bajó el pulgar, aunque todavía no tiene reemplazo.

Quien también presentó su renuncia fue el director de Control y Fiscalización Pesquera, Julián Suárez, tras el escándalo del buque Tai An, cuando recibió amenazas de la Cancillería para impedir su retorno a puerto para así evitar que saltara a la luz qué clase de mercancías transportaba. Además le exigieron confeccionar un listado de cincuenta trabajadores a despedir, a lo que se negó, y pegó el portazo.

Estas recientes renuncias y desplazamientos se suman a los anteriores de Omar Yasín en Trabajo; Eduardo Roust en la subsecretaría de Comunicación; Juan Caruso como director de Comunicación nacional; Belén Stettler, en la ex secretaria de Medios; Guillermo Ferraro, del ministerio de Infraestructura; Ricardo Schlieper, de la subsecretaría de Deportes; Flavia Royón, Minería, y Osvaldo Giordano, ANSES, por el fracaso de la aprobación de la ley Ómnibus; Sebastián García de Luca, hombre de confianza de Bullrich que renunció en Seguridad; y Ricardo Spartano, a cargo de la subsecretaría de Políticas Sociales de la secretaría de Niñez y Familia, Pablo Rodrigué, de la distribución de los alimentos para los comedores, ambos en Capital Humano.

Las disputas facciosas y la negativa a aplicar las políticas de destrucción estatal y despidos sin justificación crearon una puerta giratoria en la que entran y salen funcionarios que no consiguen hacer pie. Queda planteado el interrogante de quiénes serán los próximos, pero el gobierno se asemeja a un recipiente agujereado, que nunca consigue llenarse del todo. Y la pésima calidad de la gestión es su consecuencia más evidente. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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