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POLITICA

Dos películas en Japón, la música y los autos

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Los dos finales se parecen tanto como un primer plano de dos japoneses (un hombre de más de cincuenta años y una chica de menos de treinta) manejando en el amanecer de un nuevo día que limpia y a la vez está impregnado de todos los anteriores. Lo sabían Freud con la función del sueño y los ingenieros de Ford que introdujeron el limpiaparabrisas en 1905 siguiendo un diseño de Mary Anderson, la gran olvidada en la historia del automóvil. El limpiaparabrisas tiene esa misma particularidad de barrer e impregnarse con lo ya acontecido que viene a ser la lluvia (ahora que no ha dejado llover desde hace tres días en una Venecia desquiciada) golpeando contra el vidrio en el que siempre es mañana.

Estas películas parecen decir que detrás de toda gran historia del siglo XX (y lo que va del XXI) hay siempre un gran auto

Tanto Perfect Days (Win Wenders, 2022) como Drive My Car (Ryüsuke Hamaguchi, 2021) son películas con nombres de grandes canciones pop (Lou Reed en el caso del alemán; Los Beatles en la adaptación de un cuento de Murakami). Pero hay todavía más que eso en esta coincidencia de dos películas que por muy pocos días no convivieron o que más bien se sucedieron: Perfect Days salía de la cartelera para cuando Drive My Car llegaba al streaming de Netflix (su estreno en el San Martín había sido uno de esos fenómenos cinéfilos porteños que tienen su ADN en las sombras del cine Lorraine). En muy pocos días mi japonesismo (de Astroboy a Ryuichi Sakamoto; de Yoko Ono a Murakami) se había despertado de una larga siesta.

Los dos autos que se roban sendos planos finales (una furgoneta y un bellísimo Saab 800 Turbo) son las máquinas detrás de los protagonistas. Como si se dijera en estas películas que detrás de toda gran historia del siglo XX (y lo que va del XXI) hay siempre un gran auto. Pero tanto Wenders como Hamaguchi le agregan una función esencial que revela otra capa de protagonismo. La furgoneta y el Saab sueco (la fábrica chica que más autos vendió en toda Europa) parecen ser, antes que nada, enormes equipos pasacassettes móviles: lo que los inmigrantes jamaiquinos en Londres popularizaron como sound system pasando reggae y ska en camionetas en los carnavales de Notting Hill en los 70 plegados a la revuelta punk.

Perfect Days, de Wim Wenders

Hirayama (Koji Yakusho) lleva en la furgoneta donde carga los elementos para la limpieza de baños públicos cassettes con música que le gusta (a Wenders): Van Morrison, Lou Reed, Patti Smith, Velvet Underground, Los Kinks, los Stones menos esperados. En Drive My Car Watari (Toko Miura), que tiene algo masculino, algo de Marilina Ross en Raulito, es chofer de un director de teatro que llega a Hiroshima para montar una adaptación de Chejov. En cada viaje tiene que poner los cassettes con los que este repasa las partes del guión y de tanto escucharlo termina familiarizada con el universo de los detalles del dramaturgo ruso. Y entonces son los cassettes los que están por detrás de Tokyo, Hiroshima, los autos, las lágrimas contenidas detrás de un vidrio empañado. Y en los dos casos como un anacronismo excéntrico, ya que ninguna de las películas es una reconstrucción de época. Así es como el Saab 800 Turbo rojo se desplaza cómodo en un parque automotor contemporáneo. Su diseño lo ha vuelto atemporal antes que clásico. Como la música que escucha Hirayama (ajeno a las plataformas y los formatos digitales). O acaso alguien puede creer que decir “just a perfect day/you make me forget myself/I thought I was someone else, someone good” (solo un día perfecto/has hecho que me olvide de mí mismo/Creí que era otro, alguien bueno) es un asunto del pasado. A esta altura Lou Reed ya es como Chejov; el drama humano cambia de forma pero lo esencial permanece guardado con celo en cintas japonesas para recordarnos quiénes somos y fuimos.

(Estas historias y esta columna serían imposibles en The Line, la ciudad de lujo y energía renovable en una línea de 170 kilómetros a través del desierto que el Reino de Arabia Saudita proyecta estrenar para 2030. En The Line no habrá autos y nadie que necesite escuchar cassettes mientras maneje. Qué triste.)


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POLITICA

Victoria Villarruel desmintió rumores de ruptura y reafirmó su apoyo a Milei: “Solo me iré si él me lo pide”

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La vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, desmintió categóricamente los rumores que señalaban una posible fractura con el presidente Javier Milei y su intención de formar un nuevo partido político. En un mensaje publicado en su cuenta oficial de X (anteriormente Twitter), Villarruel aclaró que “solo lo haría si el presidente Milei me lo pide”, reafirmando su lealtad y apoyo al mandatario.

La dirigente de La Libertad Avanza explicó que sigue siendo una parte fundamental del espacio político que actualmente gobierna el país, recordando sus inicios junto a Milei, cuando apenas eran dos diputados enfrentándose al kirchnerismo.

“Nos hacían la vida imposible, nos destrataban e intentaban denigrarnos en cada oportunidad, pero a pesar de todo, nos acompañamos sabiendo que el destino de la Argentina era brillante”, escribió Villarruel, aludiendo a los primeros días de su carrera política en conjunto con el presidente.

La polémica surgió a raíz de rumores sobre un posible distanciamiento entre Villarruel y Milei, especialmente luego de declaraciones en las que la vicepresidenta hizo alusión a la falta de “moderación” en la política argentina y la necesidad de mantenerse firmes en las convicciones de la coalición que encabeza el mandatario. Sin embargo, Villarruel se apresuró a aclarar que no participaba en ningún tipo de “armado político” por fuera de La Libertad Avanza, y que no tenía intenciones de crear un nuevo partido a menos que el presidente lo solicitara explícitamente.

“No hay lugar para la moderación”, expresó la vicepresidenta, al referirse a los intentos de algunos sectores políticos por suavizar las posturas del gobierno, una postura que muchos de sus seguidores y detractores han identificado con la figura de Villarruel, quien se ha destacado por su firmeza en temas como la seguridad y la defensa de los valores más conservadores.

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Villarruel también se refirió a los “comunicados recientes de algunos partidos políticos”, que, según ella, intentaron apropiarse de su imagen y sus ideas. En este sentido, destacó que su lugar sigue siendo en La Libertad Avanza, el espacio que ayudó a fundar y que, en su opinión, representa la verdadera alternativa para el país.

La vicepresidenta hizo hincapié en la lealtad que tiene con Milei, con quien comparte no solo un proyecto político, sino también un camino ideológico que busca un cambio radical en la política argentina. La relación entre ambos ha sido objeto de especulaciones en diversas ocasiones, sobre todo por la cercanía de Villarruel a posturas de derecha más extrema, pero, a pesar de los rumores, ella reiteró su compromiso con el proyecto de gobierno de Milei.

Aislada del Gobierno, Victoria Villarruel publicó un video de su propio primer año de gestión

Con este mensaje, Villarruel intentó disipar cualquier duda sobre su relación con el presidente y sentó un firme precedente de su lealtad política. “No estoy participando de ningún armado político y cuando lo haga, lo haré donde el presidente Milei me lo pida”, reiteró, dejando claro que cualquier movimiento fuera de La Libertad Avanza se daría solo si el presidente lo considerara necesario.

A medida que el gobierno avanza en sus reformas económicas y políticas, las declaraciones de Villarruel también abren un debate sobre el futuro de la coalición y las tensiones internas que podrían surgir en un contexto de gobierno desafiante y polémico. La figura de la vicepresidenta, sin dudas, continuará siendo clave en la política argentina, no solo por su rol institucional, sino también por su capacidad de liderazgo y su influencia sobre sectores que reclaman un cambio más profundo en la sociedad.

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