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POLITICA

Dura acusación de un tenista argentino: “Federer y Nadal son cómplices de lo malo que es el sistema”

Es el jugador de menor ranking ATP y no se contuvo la ira al regresar a la actividad después de casi cinco años

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En febrero del año 2019, Marco Trungelliti fue noticia en la agenda de deportes por haber hecho una dura denuncia, cansado de las acusaciones que se efectuaban contra él en el mundo del tenis. Reveló todos los detalles de cómo fue el momento en el que rechazó un intento de soborno que tenía como finalidad perjudicar a tres tenistas argentinos: Patricio Heras, Nicolás Kicker y Federico Coria.

Aprovechando esto, el santiagueño tomó una clara postura crítica en contra de las autoridades y del sistema, el cual no está adaptado para los jugadores que se ubican por fuera del top 100, y se convirtió así en la cara visible de una nueva era en el tenis: la del juego limpio.

Desde el día en el que hizo aquella denuncia, donde cayó ante el italiano Alessandro Giannessi por 6-4 y 6-1 en la primera ronda de clasificación del ATP de Buenos Aires, Trungelliti pasó cuatro años y ocho meses sin jugar. Esa larga espera tuvo su fin en la jornada de ayer, cuando vio actividad por el Challenger de Buenos Aires en la qualy de singles ante el brasileño Pedro Boscardin Dias, y en el cuadro principal de dobles haciendo pareja con Federico Delbonis.

Como no podía ser de otra manera, luego de volver a las canchas, no dejó pasar la oportunidad de recordar su descontento contra el sistema, y en este caso, en diálogo con La Nación, apuntó directamente contra dos grandes del tenis: “A la gente le puede gustar o no, pero (Roger) Federer o (Rafael) Nadal nunca dijeron nada, son cómplices de lo malo que es el sistema, ya que no fueron capaces de abrir la boca ni siquiera una vez y luchar por los derechos de los jugadores. Como jugadores pueden ser geniales, pero como humanos tratando de mejorar el sistema me parecen muy pobres”, disparó.

Por el contrario, destacó la labor de Novak Djokovic -a quien conoció en el US Open- y Vasek Pospisil en ese sentido, asegurando que “les va tan bien” no solo por lo deportivo, sino también por todo lo que están haciendo por los jugadores.

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POLITICA

La leyenda del Baychimo, el barco fantasma que desapareció tras cuatro décadas de flotar a la deriva

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A lo largo de la historia, ocurrieron varios hechos misteriosos que hasta el día de hoy no tienen una respuesta lógica, a pesar de los avances de la tecnología. Estas insólitas historias suelen convertirse en leyendas que trascienden generaciones, las cuales no dejan de asombrarse con los diferentes relatos. Entre ellas existe una que se destaca por sus inexplicables características: la historia del SS Baychimo.

Este barco fantasma data de 1914, año en el que fue bautizado Ångermanelfven. Su construcción, a cargo de una empresa sueca, fue encargada por una compañía alemana con sede en Hamburgo. Al principio, se utilizó para trasladar mercadería entre ambos países, pero esto cambio radicalmente con el inicio de la Primera Guerra Mundial.

Cuando el conflicto bélico llegó a su fin, el barco quedó en manos del gobierno británico, ya que fue usado como parte de pago por los daños ocasionados durante la guerra de Alemania. En este momento, se vendió a la empresa Bahía de Hudson, la responsable en cambiarle el nombre al que se conoce hasta el día de hoy. Ellos lo volvieron a su función de barco mercante y lo pusieron a cargo de la ruta entre Escocia y Canadá, a través del Atlántico Norte.

En 1923, cuando empezó a navegar por el Ártico Occidental, añadió a su lista de tareas el transporte de pasajeros. Como el Baychimo no estaba autorizado para esta función, hacían pasar a todas las personas como parte de la tripulación. Durante varios años, funcionó con normalidad y solo presentó unos pocos inconvenientes que no fueron para nada grave.

La tragedia que cambió el destino del Baychimo

El 1 de octubre de 1931, ocurrió la tragedia que dio inicio a la leyenda del SS Baychimo. Cuando el barco estaba recorriendo su ruta habitual, fue sorprendido por una repentina y fuerte corriente de viento frío que lo dejó atrapado en el hielo, cerca de Alaska. Para sobrevivir, toda la tripulación bajó del barco y viajó un kilómetro hasta el puerto de Barrow.

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Como en aquella época era muy difícil liberar la embarcación del hielo, lo único que pudieron hacer sus dueños fue enviar a un grupo de marineros a quitárselo los dos días siguientes al accidente. Sin embargo, cuando volvieron al tercer día, el barco había desaparecido y, pese a su gran tamaño, no había rastros de él. Unos días después, el 8 de octubre de ese año, lograron encontrarlo, pero varios kilómetros más lejos de donde estaba originalmente.

Tras flotar a la deriva por cuatro décadas, desapareció

Para no perderlo de vista de nuevo, dejaron a un equipo de mantenimiento en unas cabañas cerca, quienes lo visitaban y lo acondicionaban a diario. Pero el 24 de noviembre, tras una fuerte tormenta, se vieron imposibilitados de ir hasta él. Cuando el temporal pasó y salieron al exterior, el Baychimo había desaparecido otra vez. Días más tarde, lo encontraron inexplicablemente a 70 kilómetros de distancia.

Entonces, el capitán decidió mandar a la tripulación a recuperar los objetos y las cargas más valiosas y lo dejaron abandonado. Por la cantidad de hielo que lo rodeaba, todos asumieron que simplemente se hundiría al descongelarse. A pesar de las predicciones, esto no sucedió: el barco quedó libre al poco tiempo y navegó a la deriva durante cuatro décadas.

La desaparición del Baychimo

En 1932, un hombre llamado Leslie Melvin lo visitó y tomó algunas de las pieles que habían quedado a bordo. En 1933, un grupo de esquimales lo abordó y lo usó como refugio para protegerse del frío. A partir de ahí, el barco apareció en varias ocasiones y fue visto por distintas personas y navíos que pasaban por el lugar.

Si bien el gobierno lo buscó por las profundidades, nunca encontraron rastros de Baychimo

En 1939, fue abordado por el capitán Hugh Polson, quien quiso remolcarlo hasta el puerto más cercano, pero tuvo que abandonarlo porque estaba en riesgo a su propio barco. Ese mismo año fue avistado tres veces más, pero sin que pudieran abordarlo.

Luego, por dos décadas no apareció y lo dieron por hundido. Sin embargo, en 1962, un grupo de personas reportó que lo vieron cerca de la costa en el mar de Beaufort. En 1969, fue visto por última vez desde el rompehielos Manhattan, cuando transitaba el Paso del Noroeste.

Tras cuatro años flotando a la deriva en verano y congelado en invierno, nadie volvió a ver al Baychimo. En el 2006, el gobierno de Alaska empezó a buscar el navío en el fondo del mar, pero tras años de hacerlo sin éxito se dio por finalizado el proyecto.

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