POLITICA
El golpismo no se toma vacaciones
Columna publicada originalmente en La Nación
Sin luna de miel, tiempo extra ni segunda oportunidad, Javier Milei todavía no cumplió un mes en la presidencia y ya le pusieron fecha de vencimiento.
Excusas sobran para tratar de someterlo a un prematuro desgaste. Sus drásticas medidas de ajuste, el kilométrico decreto de necesidad y urgencia, la ley ómnibus que envió al Congreso o su intransigencia hacia la dirigencia que desplazó en su rápido viaje al poder. El paquete incluye la decisión de hacer pasar en horas una monumental reforma y cambios de normas sin la experiencia ni la capacidad de operación política para hacerlo. Todo sirve.
Entre intentos a cara descubierta y la simulación de falsos respaldos, el sistema político –”la casta”, en sus palabras– insiste en creer que el Presidente será apenas un accidente, un efímero equívoco del electorado. El Gobierno habilita pero no justifica esas creencias.
Montadas a caballo de la impaciencia social, en sectores del peronismo y de la izquierda dogmática están activadas las usinas de desestabilización. No pasó un mes desde la asunción presidencial y ya son visibles con claridad esos signos. No es solo el anunciado paro de la CGT con el que los sindicalistas hicieron renacer una supuesta beligerancia traspapelada hace años. Quieren negociar, lo de siempre.
“Nada es gratis. Milei fabricó con el desprecio hacia los demás políticos su escalera para superarlos”
La ajenidad que exhiben frente al gobierno de la Libertad Avanza hasta las fracciones más afines de Juntos por el Cambio completan un contexto en el que la distancia con Milei es un primer síntoma de reconstrucción de la propia identidad, desdibujada por la destrucción del sistema político tal como se conocía antes del 10 de diciembre.
Nada es gratis. Milei fabricó con el desprecio hacia los demás políticos su escalera para superarlos.
El Presidente está obligado a tender un puente invisible de sustentación entre su legitimidad de origen y su legitimidad de gestión sin otro respaldo que los logros que obtenga.
“Tarifazo” de transporte en AMBA: tonterías no, por favor
Para esto no tiene partido, sino un conglomerado inconexo de voluntades, cuyo núcleo duro podría establecerse en el tercio del electorado que lo votó en las primarias y en la primera vuelta. Ese consenso se extendió hasta casi el 56% de los votos en el balotaje por la llegada de adhesiones originalmente orientadas a Patricia Bullrich y Juan Schiaretti.
Milei no parece por ahora tener tiempo más que para enfocarse en gobernar antes que dedicarse en persona a la construcción tradicional de una fuerza política desde el propio poder, al estilo de lo que hizo Juan Perón, abismos aparte. Ese armado parece haberle sido confiado al integrante del Clan Menem Eduardo “Lule” Menem.
La comprensión social, en especial la de su electorado, se ve sacudida por el enorme esfuerzo que implica para la gran mayoría de los argentinos el plan de ajuste, marcado por una corrida de precios que barre con el poder de compra y absorbe los pesos devaluados en los primeros minutos del gobierno.
El motivo del sacrificio fue presentado por Milei en su primer mensaje como presidente. Dijo que la Argentina estaba ante el riesgo de una hiperinflación, otra más, al estilo o peor que las que dejaron graves secuelas en el final del gobierno de Raúl Alfonsín y el principio del mandato de Carlos Menem.
Un país acostumbrado a sobrevivir a sus crisis no tomó nota de la verdadera gravedad que retrató Milei sino hasta que el ministro Luis Caputo comunicó el primer paquete de medidas. Con el paso del tiempo, entre los propios votantes del libertario puede flaquear la convicción sobre la necesidad de hacer el ajuste. Empezando por quienes creyeron que con un ajuste a la “casta” el país se recuperaba. Lo necesario no es siempre lo suficiente.
La vieja imagen de la luz al final del túnel se repite en las conversaciones cotidianas. Unos dicen que en algún momento aparecerá; otros ya auguran que este sacrificio será en vano.
“Milei está atado a sus propios pasos. Eligió el ajuste más duro con un alto impacto”
El tiempo parece más lento cuando la cuesta es empinada. Y el contexto político que rodea al nuevo gobierno especula con el final de la paciencia, una disminución brusca del apoyo a sus medidas y la pérdida del respeto a su mandato presidencial.
Milei está atado a sus propios pasos. Eligió el ajuste más duro con un alto impacto. Una fuerte devaluación que impone shock inflacionario transitorio para restablecer las relaciones entre precios distorsionados y a su vez acentuar una fuerte recesión que frene los precios por falta de consumo.
Todavía no se cumple un mes y las medidas fueron previstas por al menos tres meses, con tandas sucesivas de aumentos de precios y tarifas hasta ahora frenados, como los de los combustibles o el costo de los servicios públicos de transporte y energía.
Hiperinflación: hay que tomar la medicina necesaria
El cruce del desierto tiene un costo político para Milei. Todavía no puede mensurarse porque no se puede prever el resultado de tan drásticas medidas.
En este tramo decisivo, el libertario tiró dos cargas de profundidad sobre un sistema económico y productivo completamente regulado en beneficio de sectores concretos y específicos.
Con prescindencia de la dudosa legalidad de ambas iniciativas y de la capacidad para gestionar semejante intento, la lectura del DNU y de la ley ómnibus revela una extensa y sorprendente cantidad de actividades atadas a regulaciones y protecciones pensadas para beneficiarios concretos.
Camuflados en leyes y normas acumuladas a lo largo de décadas, hay mucho más que un sindicalismo con negocios garantizados. Hay sectores enteros de la economía que funcionan amparados en prebendas que raramente quedan expuestas.
Dicho en forma directa: una parte importante del empresariado corre el riesgo de perder los privilegios que le garantizó un país cerrado, casi ajeno a los costos reales del mundo globalizado.
Milei embistió en contra de una gran parte de ellos, al tiempo que otros fueron llamativamente obviados en un juego insinuante que siembra dudas y las retroalimenta.
Un ajuste que pone a prueba la paciencia de los argentinos que lo votaron. Un sistema político que anhela su fracaso para tener la oportunidad de un renacimiento. Un sistema corporativo inquieto por la posibilidad de que una desregulación le quite beneficios. Milei tiene buenos motivos para estar muy atento a los monstruos que enfrenta durante el rigor del verano.
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