POLITICA
El juez encargado de investigar a Insaurralde cuenta con denuncias previas por lavado de dinero
Federico Villena, que además es muy cercano al ex jefe de Gabinete de Axel Kicillof, fue denunciado en 2022 por la Procelac, por maniobras de desvío de fondos a través de la venta de inmuebles y autos de lujo.
En medio del escándalo por las denuncias de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero contra el ex jefe de Gabinete de la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde, que recayeron en gran parte en el juzgado federal de Lomas de Zamora, se suman los antecedentes del magistrado que quedó a cargo de la causa.
Se trata de Federico Villena, quien además de tener vínculos muy estrechos con el ex funcionario de Axel Kicillof, y ser el empleador de quien fuera la primera esposa de Insaurralde y la madre de sus hijos, ya fue denunciado por lavado de dinero.
Así consta en una investigación abierta por la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac), a cargo del fiscal Diego Velasco, que en 2022 detectó que el juez había adquirido una propiedad a un precio mucho menor que el de mercado.
En el trascurso de la causa, se estableció que la justificación de la comprar por parte de Villena, que se había financiado con supuestos préstamos simulados y ventas de inmuebles ficticias, que era muy sospechosas por lo que se lo imputó.
La propiedad que adquirió Villena está ubicada en la calle Zuviría, en el barrio porteño de Flores, por la que pagó en octubre de 2020, unos 400.000 dólares. Sin embargo, el valor real de la casa sería de casi el doble, USD 790.000, según revelaron fuentes judiciales.
Tras la adquisición el magistrado explico que entregó una parte en efectivo y el resto lo obtuvo de varios préstamos y la venta de un departamento ubicado en Rivadavia al 1600, por un valor de USD 36.000, aunque después se constató que esa propiedad seguiría perteneciendo al juez.
Los movimientos financieros de Villena despertaron sospechas de la Unidad de Información Financiera (UIF), que elaboraron un informe y lo elevaron para que se investigue la operación inmobiliaria realizada. Aunque hasta la fecha no se reportaron avances significativos en la causa.
Además, se tuvo en cuenta la compra de un auto marca Audi modelo A4, que Villena declaró en 3.400.000 pesos, tan sólo unos nueve meses después de la compra de la vivienda.
POLITICA
Casa Histórica de Tucumán: porqué se le dice “casita”, cuantas veces la demolieron y ¿quedó algo original?
“Le debemos la reconstrucción a dos fotos fundamentales de Ángel Paganelli, que datan de 1869″, señala Juan Pablo Bulacio, guía del Museo Casa Histórica de la Independencia. “En una de las fotos se ve a Amalia y Gertrudis Zavalía, las bisnietas de Francisca Bazán de Laguna, dueña de la casa cuando se firmó la Independencia. Más tarde, en 1874, a ellas el Estado les pagó 25.000 pesos para comprarla, tras la expropiación que había sido unos años antes”, señala Bulacio mientras caminamos por la casa convertida en museo.
“En 1876, con Avellaneda, la Casa Histórica fue convertida en Oficina de Correo, le derribaron el frente barroco con columnas torsas y levantaron una fachada neoclásica. El Salón de la Jura permanecía cerrado y algo abandonado, pero cada tanto un empleado abría el candado para que la gente lo pudiera ver”, agrega mientras en la primera sala del museo vemos las imágenes de entonces.
Además, en un sector de la sala hay fotos de un grupo de estudiantes que hacían “peregrinaciones patrias” para manifestarse en pos de que la casa vuelva a su aspecto colonial original. Bulacio cuenta que, con Julio Argentino Roca como presidente, en 1904, el edificio volvió a cambiar. “Levantaron un gran templete afrancesado, que protegía y exponía el salón, con un balcón para verlo desde arriba. Algunos piensan que por eso se le empezó a decir ‘casita de Tucumán’, aunque la mayoría se refería al salón como el ‘rancho primitivo’”, cuenta el guía. Recién en 1943 se le encargó a Mario Buschiazzo, famoso arquitecto de la época, que derribara el templete y reconstruyera la Casa Histórica con su fachada original de 1816.
¿Los colores? Buschiazzo la pintó de amarillo claro porque así era en el imaginario popular. El artista Genaro Pérez la había pintado de amarillo y verde en 1895 y así se había reproducido en revistas y libros escolares. Recién varios años más tarde la pintaron de azul y blanco, como era originalmente. “Los documentos históricos dan cuenta de que tenía las paredes blanqueadas a la cal con marcos y ventanas en azul de Prusia. En la colonia todo se registraba en detalle”, explica el guía mientras avanzamos por las salas dedicadas a la previa de la Declaración de la Independencia.
Un largo camino
Entre mapas, maquetas e infografías sobre las circunstancias previas al 9 de Julio de 1816, Bulacio relata cómo se fue dando el proceso. “En 1810 los criollos habían empezado su lucha contra la corona española. Hacía poco se había dado la Revolución francesa, que cuestionaba a la monarquía y sostenía la idea de soberanía popular. Con el surgimiento de Napoleón Bonaparte y su invasión a España en 1808, se había desatado la crisis de la monarquía al tomar prisionero al rey Fernando VII”, señala el guía.
Luego avanza unos años para repasar otro hecho clave: el Éxodo Jujeño. “El 23 de agosto de 1812 Belgrano se retiró de Jujuy con toda su gente y mando a quemar los campos para que los realistas no puedan conseguir nada. El Ejército del Norte venía retirándose desde el Alto Perú, tras el desastre de Huaqui liderado por Castelli. Al llegar a Jujuy, los realistas encontraron la tierra arrasada. Belgrano asumió el mando y llegó a Tucumán con el plan de seguir en retirada porque sentía que no se podía enfrentar a los realistas. Sin embargo, el pueblo tucumano le brindó su apoyo con caballadas, recursos y hombres. Así fue como el 24 de septiembre de 1812 libró la Batalla de Tucumán, una de las más importantes de la Independencia y la ganó con los gauchos, que no eran soldados, sino jinetes avezados y valientes”, cuenta Bulacio y acota que la victoria se replicó en Salta.
“Sin embargo, hacía 1815 los patriotas no lograban terminar organizarse y prevalecía el caos y la anarquía. A esa altura, Fernando VII había vuelto al trono de España y estaba decidido a aplastar los focos revolucionaros de América. Lo había logrado en México, Colombia, Venezuela y Chile. Sólo le restaba el Río de la Plata. En ese contexto, la última carta que les quedaba era volver a convocar un congreso y reunirse”, apunta Bulacio.
“La idea era el que Congreso no fuera en Buenos Aires y para Tucumán resultaba un buen premio tras la Batalla”, señala sobre la elección de la ciudad sede. Agrega que la casa de Francisca Bazán de Laguna de Laguna –que había alojado las tropas y había sido almacén de guerra– fue propuesta por Bernabé Aráoz en tratativas con Juan Venancio Laguna, uno de los hijos de la familia propietaria. Y repasa que el Congreso de Tucumán estaba integrado por Buenos Aires, Córdoba, San Luis, Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Santiago, Tucumán, Salta, Jujuy y Charcas, Chichas y Mizque (del Alto Perú). Funcionó desde marzo de 1816 hasta febrero de 1817, cuando se mudó a Buenos Aires.
Muros que son testigo
Una vez dentro del Salón de la Jura el patriotismo se respira. La sencillez y la solemnidad de la sala resume los valores de otro tiempo. Bulacio remarca que la sala es lo único que siempre permaneció original de la casa, con sus pisos, muros y carpintería. “La mesa de la jura, prestada por Bernabé Araoz, es original. En cambio, las sillas son reproducciones”, detalla. Y agrega que durante el Congreso había sesiones todos los días. Las autoridades –que cambiaban todos los meses y en julio estaba Laprida– se sentaban adelante; los congresales –muchos eran sacerdotes–, de frente, en una especie de semicírculo; y el pueblo estaba en galerías y patios, porque la sesión era pública. Había edecanes, porteros y sirvientes que mantenían el lugar en orden.
“Desde mediados de mayo se debatía la declaración de la Independencia. Era complicado porque España había recuperado su rey y se había puesto intransigente. La clave fue la reunión –a puertas cerradas– del 6 de Julio, entre Belgrano y los congresales. Belgrano había estado en Europa, en Londres, y había vuelto convencido de que los realistas querían la sumisión. ‘Si antes la costumbre era republicarlo todo, ahora la idea es monarquizarlo todo’, les aseguró a los congresales. Por eso tres días después declararon la Independencia con la convicción de que era la única alternativa”, detalla Bulacio y agrega que la sesión empezó a las 9 de la mañana y terminó a las 17. Se cree que el Acta de la Independencia se firmó a las 14 horas.
Sobre el aquel papel fundamental de nuestra historia, señala: “Es muy parecida al Acta de la Independencia de Estados Unidos, de 1776, que había circulado de contrabando por los puertos porque estaba prohibido leerla. El corazón (lo más fuerte) de nuestra acta dice: ‘Es voluntad unánime é indubitable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban á los reyes de España, recuperar los derechos, de que fueron despojados, é investirse del alto carácter de nación libre é independiente del rey Fernando 7, sus sucesores y metrópoli’. Fue escrita por Mariano Serrano, representante de Charcas. Mientras que Juan José Paso, que era secretario del Congreso, la leyó en voz alta para el pueblo. Les preguntó: ‘¿Quieren formar una nación libre e independiente de los reyes de España?’. Todos aclamaron que sí”.
Y sigue: “La Declaración de la Independencia fue todo un símbolo. Se terminaba la ambigüedad. Ahora podrían tomar decisiones, armar ejércitos y era fundamental para que San Martín pudiera cruzar los Andes para liberar Chile como jefe de un ejército libre y soberano. Lo hizo al año siguiente. Sin embargo, la verdadera independencia ocurrió en 1824, con la Batalla de Ayacucho, en Perú. Fue la batalla decisiva de los ejércitos americanos en el último reducto de los realistas. España fue derrotada y aceptó que había perdido América. Aunque recién el 21 de septiembre de 1863 reconoció la Independencia de nuestro país”.
Datos útiles
Museo Casa Histórica de la Independencia. Dirigido por el Dr. José María Posse, es fundamental para entender nuestra historia. Propone un recorrido cronológico por salas que repasan los cambios estructurales de la casa y el contexto histórico de la Declaración de la Independencia. Entrar al Salón de la Jura –que permanece original– es toda una experiencia. Lunes, de 16 a 20; martes a viernes de 9 a 13 y 15 a 19; fin de semana, de 9 a 20 hs. Visitas guiadas a las 10, 11, 16 y 17.30 horas. Gratis. Hay un espectáculo Luces y Sonidos de la Independencia, que se proyecta sobre la fachada de la Casa Histórica, de jueves a domingos y feriados, a las 20.30 hs. Entrada $ 4.500. Congreso de Tucumán 141. T: +54 (381) 431-0826
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