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POLITICA

El organismo encargado de investigar a los jueces tiene 270 denuncias cajoneadas

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El Consejo de la Magistratura, responsable de evaluar, sancionar y remover a jueces nacionales y federales por mal desempeño, se enfrenta a un considerable número de denuncias pendientes, con alrededor de 270 presentaciones sin avances significativos. Este organismo, presidido actualmente por Horacio Rosatti, tiene dos comisiones encargadas de investigar casos de distintas gravedades: la Comisión de Disciplina y la de Acusación.

Jueces de la Corte Suprema (de izquierda a derecha: Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti)

En la Comisión de Disciplina, donde se analizan sanciones, hay 252 denuncias pendientes, algunas dirigidas a figuras destacadas como el candidato propuesto para la Corte Suprema por Javier Milei o la jueza del caso Vialidad. Además, se señala la inacción frente a denuncias contra jueces prominentes como Daniel Rafecas, quien fue el candidato de Alberto Fernández para la Procuración General de la Nación, y María Eugenia Capuchetti, encargada de la causa por el atentado contra la exvicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Daniel Rafecas

El juez Ariel Lijo, quien fue propuesto por Javier Milei para reemplazar a Helena Higthon en la Corte Suprema, acumula cuatro denuncias en su contra realizadas en 2023. A estas se suman otras que, por no haber recibido tratamiento, vencieron y fueron archivadas. Daniel Rafecas, por otra parte, tabién fue denunciado en el transcurso del año pasado. Su nombramiento en la Procuración General nunca avanzó debido a la oposición de Cristina Kirchner desde el Senado.

Ariel Lijo

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Otros jueces vinculados al kirchnerismo también acumulan denuncias en su contra, por ejemplo, el juez Alejo Ramos Padilla fue denunciado seis veces entre 2022 y 2023.

La Comisión de Acusación, encargada de casos más complejos, tiene 18 causas en curso, con denuncias contra figuras como Sandra Arroyo Salgado y varios camaristas como Pablo Bertuzzi, Leopoldo Bruglia y Mariano Llorens. La necesidad de agilizar estos procesos se destaca tanto desde el Consejo como desde el Ministerio de Justicia, con propuestas para fijar plazos y digitalizar el proceso de denuncia para mejorar la transparencia y la eficiencia del sistema. Sin embargo, desde el Consejo se asegura que todas las denuncias tienen algún grado de movimiento y que se toman medidas para evitar que se archiven sin tratamiento.


POLITICA

River perdió el partido, los estribos y quedó envuelto por el escándalo en Mendoza

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No dio la talla. Faltó juego, asociaciones, temple y sobraron errores, desinteligencias, nerviosismo. La derrota 2 a 1 de River ante Independiente Rivadavia, en Mendoza, anuló la ilusión de los millonarios de batallar por el título. Ocho puntos separan al equipo que conduce Marcelo Gallardo del líder Vélez, con 12 unidades en juego. El gol de Ham, en el noveno minuto de adicional, decretó la caída y avivó el escándalo en la cancha y en el gimnasio del estadio Malvinas Argentinas, con una persecución de jugadores a Sebastián Villa y escenas que multiplicaron el descontrol. El final fue caótico, con corridas, gestos y golpes.

Un rato largo después de la derrota, Marcelo Gallardo dio la cara. El DT de River fue claro en su opinión: “Fue una reacción en caliente por un gesto que hace un adversario, y termina el partido. Nada justifica el comportamiento de los dos equipos. Nada lo justifica, esas cosas se dan a veces cuando estas en caliente. Creo que se metió mucha gente y fue muy confuso, no puedo detectar bien qué fue lo que pasó. No esta bueno, no me gusta. Hay que asumir la bronca y guardarse”. Y no eludió la autocrítica por el pobre rendimiento de su equipo: “Jugamos un muy mal segundo tiempo, no queda otra que reconocer que no nos salió nada”.

Una jugada repetida, pero que no deja de tener efectividad. Una acción conocida, que los directores técnicos remarcan, aunque las precauciones que se toman en la teoría se derrumban en la práctica. El pase de Tonetto al espacio, la corrida de Villa, el enganche del colombiano para la pierna hábil ante la marca de Gattoni y el latigazo de derecha para que resultara improductivo el revolcón de Armani.

Sencillo, pero vigente, el festejo del delantero es una escena que River padeció por cuarta vez: ahora, con la camiseta de Independiente Rivadavia; las anteriores, con la de Boca. Un gol que remarcó la endeblez de la fórmula de zagueros centrales, donde quien tomó al atacante fue engañado y González Pirez –que miraba de reojo al juez asistente Facundo Rodríguez– habilitó en el inicio de la jugada. En apenas siete minutos, los mendocinos descubrían la desnudez de un rival que debía marcar el pulso.

El resumen de la derrota de River

 

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Para revertir el resultado, River necesitaba tiempo, pero las acciones polémicas consumieron minutos para un equipo que manejó la tenencia de la pelota, aunque careció de creatividad para desarticular al rival. Un remate de Echeverri y otro de Bustos –tras un desborde de Colidio–, las situaciones de riesgo que levantaron al público millonario, que se vistió de neutral sin disimulo. Tres minutos se recuperaron en el primer tiempo de los casi diez que estuvo detenido, después de los dos penales que sancionó el árbitro Arasa: en el primero, Lucas Novelli –árbitro del VAR– anuló la mano de Sheyko Studer por posición adelantada de Solari. Más tarde, el mismo defensor bloqueó un remate de Echeverri y desde el VAR convocaron al árbitro principal para que repasara la jugada. Arasa defendió su interpretación y Colidio, con un remate de derecha y cruzado, igualó el marcador.

El escándalo del final

Nublado en ofensiva y errático en defensa, River sufrió tres veces en la misma jugada en el inicio del segundo tiempo, después de un error de Villagra: Sequeira, Ramis y Cardillo no pudieron con Armani, la gran figura riverplatense en la noche mendocina. La urgencia por un triunfo que mantuviera viva la esperanza de pulsear por el título invitaba a jugar a campo abierto: Villa pecó de individualista y definió desviado, cuando Ramis reclamaba el pase. Agazapado, Independiente Rivadavia era inteligente para romper los circuitos y veloz para correr hacia el arco rival. Armani con sus respuestas, como en el disparo de Tonetto, sostenía la ilusión.

La mejor respuesta colectiva de River la compusieron Meza y Echeverri, que de cabeza dejó la pelota en el techo del arco. Los ingresos de Borja, Mastantuono, Pity Martínez, Aliendro y Bareiro no modificaron el escenario, más allá de alguna situación –un cabezazo de Borja, una atropellada de Aliendro que no tuvo tiempo y espacio para definir- que puso en aprieto a Centurión, arquero que se forjó en las divisiones inferiores de los millonarios.

River resultó un equipo con poca chispa, adormecido, indolente, alejado de las formaciones con el sello que impuso Gallardo. Decidió jugar un ida y vuelta en el desenlace, pero no tuvo contundencia y mucha fragilidad en defensa e Independiente Rivadavia, un rival que estaría perdiendo la categoría si no fuera porque la AFA anuló los descensos en esta temporada, explotó con el tiro del final de Ham. River estaba obligado a ganar para sostener un sueño. Perdió y quedó envuelto por el escándalo.

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