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POLITICA

En qué consiste la polémica “ley rusa” que aprobó Georgia y provoca protestas masivas desde hace semanas

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El parlamento de Georgia aprobó el polémico proyecto de ley de “agentes extranjeros” que fue objeto de protestas masivas en las calles. Los diputados dieron luz verde a la normativa este martes con 84 votos a favor y 30 en contra en la tercera sesión de debate del proyecto. Sus críticos, que lo llaman “ley rusa”, señalan una presunta influencia de Moscú en la redacción del proyecto de ley y temen que pueda utilizarse para reprimir las libertades civiles de los georgianos.

Miles de personas en la capital, Tiflis, expresaron su rechazo a la medida a las puertas del Parlamento, mientras en su interior se vivió una tensa jornada con altercados físicos y verbales entre diputados oficialistas y de la oposición.

El proyecto de ley enfrenta un probable veto de la presidenta de Georgia, Salome Zourabichvili, que no pertenece al partido gobernante Sueño Georgiano. Sin embargo, se prevé que el parlamento anule el veto presidencial y saque adelante la ley. Pero ¿en qué consiste y qué implicaciones tiene la nueva normativa?

Qué es y por qué preocupa

Propuesto por Sueño Georgiano -que lleva 12 años en el poder-, el proyecto de ley especifica que las ONG y medios independientes que reciban más del 20% de su financiación de donantes foráneos deben registrarse como organizaciones “que defienden los intereses de una potencia extranjera”.

También estarían sometidos a la supervisión del Ministerio de Justicia y obligados a compartir información confidencial y presentar una declaración financiera anual. Para aquellas entidades que incumplan la ley se contemplan multas de hasta 25.000 GEL (US$9.400).

Sus críticos comparan la ley de “agentes extranjeros” con una ley marcadamente autoritaria que entró en vigor en Rusia en 2012 y que el Kremlin utiliza desde entonces para acallar las voces que desafían al poder, desde medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil hasta personalidades del ámbito de la cultura.

Rusia invadió Georgia en 2008 y desde entonces ocupa aproximadamente un 20% de su territorio reconocido internacionalmente, por lo que en la sociedad georgiana existe un profundo sentimiento de hostilidad hacia Moscú.

Además, en octubre de este año están programadas elecciones parlamentarias en Georgia y muchos temen que el gobierno use la “ley rusa” para reprimir a sus críticos, teniendo en cuenta que varias ONG y entidades de la sociedad civil participarán en el seguimiento de los comicios.

Georgia, más lejos de la UE

Otra preocupación es que esta ley desvíe a Georgia de su camino hacia la codiciada membresía en la Unión Europea, un anhelo que comparte casi el 80% de los georgianos según una encuesta del Instituto Nacional Demócrata de Estados Unidos.

Georgia alcanzó el estatus de candidato a miembro de la UE en diciembre de 2023, pero ahora tanto Bruselas como Washington han indicado que la ley de agentes extranjeros sería perjudicial para las ambiciones europeístas del país.

Varios líderes del bloque han advertido que el proyecto de ley es “incompatible” con las normas y valores europeos, entre ellos el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, quien afirmó que la ley “alejaría a Georgia de la UE en vez de acercarla”.

Tamar Oniani, representante de la ONG Asociación de Jóvenes Abogados de Georgia, definió la ley de “agentes extranjeros” como “una cuestión de política exterior para Georgia, porque nos trasladaría de la UE a Rusia”.

Otras voces críticas han señalado la imposición de leyes similares contra la influencia foránea no solo en Rusia, sino también en otros países cercanos a Moscú como Kirguistán o Azerbaiyán. “A los países prorrusos en la llamada vecindad rusa se les ha pedido que aprueben esta ley, como una forma de crear una división entre ellos y Europa”, alegó Anna Dolidze, del partido opositor Por el Pueblo.

En Kirguistán, la ONG Open Society Foundations anunció recientemente el fin de sus operaciones después de tres décadas en el país por la introducción de una ley sobre agentes extranjeros. Esta, aseguró la ONG en un comunicado, tendría “un impacto abrumadoramente negativo en la sociedad civil, los defensores de los derechos humanos y los medios de comunicación en Kirguistán”.

Rusia, por su parte, ha rechazado las acusaciones de intromisión. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, negó que Moscú haya tenido conexión alguna con el proyecto de ley, aunque atribuyó las protestas de los georgianos a fuerzas extranjeras que buscan promover el sentimiento antirruso en el país.

La visión del gobierno

La presidenta de Georgia, Salome Zourabichvili, también cree que la ley de agentes extranjeros es obra de Moscú y prometió ejercer su derecho a veto para impedir su aplicación. Sin embargo, esto solo retrasaría la puesta en vigor de la “ley rusa” que volvería al parlamento y este podría refrendarla con la mayoría de diputados progubernamentales.

En Georgia la figura de la presidenta es más bien ceremonial y la jefatura de gobierno está en manos del primer ministro, Irakli Kobakhidze. Kobakhidze es un férreo defensor del proyecto de ley y ha acusado a las ONG de intentar organizar revoluciones en Georgia, de promover “propaganda gay” y de atacar a la Iglesia ortodoxa.

Él y su gobierno insisten en que el proyecto de ley busca garantizar la transparencia y rechazan la idea de que vaya en contra de los valores europeos o de que Rusia esté detrás.

Irakli Kobakhidze, de 45 años, asumió en febrero el puesto de primer ministro de Georgia.

El partido gobernante Sueño Georgiano ha calificado cualquier similitud percibida con la ley rusa como “desinformación” y ha tratado de desvincularse del Kremlin, denunciando los mensajes rusos sobre las protestas en Georgia como incendiarios.

Un día antes de la aprobación parlamentaria, Kobakhidze advirtió que, si se daba marcha atrás al proyecto, Georgia perdería soberanía y “compartiría fácilmente el destino de Ucrania”, sin ofrecer más detalles. Nikoloz Samkharadze, diputado de Sueño Georgiano que votó a favor de la ley, explicó la postura del partido gobernante a favor de la normativa en una entrevista con la BBC.

Alegó que “hay 25.000 ONG registradas en Georgia y el 95% de su financiación viene del extranjero y lamentablemente hay un vacío en la legislación que no obliga a estas organizaciones a hacer públicos sus ingresos y sus gastos”.

“Así, cuando hay desafíos fundamentales a la seguridad nacional en Georgia, cuando el 20% de nuestro país está ocupado por Rusia, cuando hay conflictos y guerras en las inmediaciones. Tenemos derecho a saber quién financia a las ONG, de qué país y en qué proyectos u objetivos gastan el dinero”, enfatizó.

Las manifestaciones de las últimas semanas causaron enfrentamientos con la policía.

También aseguró que el proyecto georgiano “no se parece en nada” a la normativa vigente en Rusia, que “tiene estrictas leyes a la hora de aplicar responsabilidad criminal a los individuos, clausurar organizaciones no gubernamentales o prohibir a personas participar en las elecciones”. En cuanto a las críticas de la UE, afirmó que su gobierno está “abierto al debate y a escuchar las sugerencias de autoridades europeas”.

Georgia y Rusia

La exrepública soviética de Georgia se independizó en 1991, pero experimentó un período de inestabilidad interna durante gran parte de la década siguiente, en la cual la región de Abjasia proclamó su independencia.

Tiflis alega que esta región disidente fue invadida por Rusia y ha permanecido ocupada desde entonces. En 2008, después de una guerra de cinco días, las tropas rusas ocuparon otra región georgiana, Osetia del Sur, una zona montañosa al noroeste de la capital.

La mayoría de los georgianos tienen una percepción negativa de su etapa como república de la Unión Soviética.

Más tarde la región también proclamó su independencia, que es reconocida por un grupo de países, incluidos la propia Rusia, además de Siria y Venezuela. Osetia del Sur todavía está efectivamente bajo ocupación rusa. Según encuestas de opinión, a la mayoría de los georgianos les gustaría que el problema de Osetia del Sur y Abjasia se resolviera pacíficamente.

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Caso «Chocolate» Rigau: citan a indagatoria a 32 dueños de las tarjetas que administraba el puntero massista en La Plata

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Sobre el filo de la feria judicial de invierno, la causa por las estafas con tarjetas de débito de la Legislatura tomó un nuevo impulso: la fiscal que investiga el escándalo de Julio “Chocolate” Rigau citó a declaración indagatoria a 32 dueños de los plásticos que tenía en su poder el puntero del PJ platense cuando lo detuvieron en una sucursal del Banco Provincia. El empleado de la cámara de Diputados bonaerense había extraído más de dos millones de pesos y los guardaba en una bolsa de residuos.

El trámite judicial impulsado por la fiscalía que investiga la causa, Betina Lacki, determina que esas personas que figuraban como contratados o empleados del palacio legislativo provincial quedaran de manera formal imputados por delitos de estafas reiteradas, defraudación al Estado y –según considera la acusación- partícipes de una asociación ilícita.

No obstante, no podrán quedar detenidos porque la Cámara de Apelaciones de La Plata ya se expidió sobre esta situación procesal cuando Lacki dispuso la detención de otros 16 “prestanombres” cuyas cuentas bancarias también administraba Rigau.

La Justicia platense investiga desde hace diez meses una fabulosa maniobra para obtener dinero de manera ilícita de las arcas del Poder Legislativo. Se inició cuando Rigau fue sorprendido con 48 tarjetas de débito en los boxes del Bapro de avenida 7 y 54 de La Plata, mientras vaciaba esas cuentas desde cajeros automáticos.

La acumulación de pruebas, testimonios y documentación derivó en la detención con prisión preventiva del “tarjetero” Chocolate Rigau y de dos dirigentes del Frente Renovador, Claudio Albini y su hijo Facundo. El mayor fue subdirector de personal de la Cámara de Diputados. Y Facundo estuvo como asesor en ese cuerpo deliberativo y cuando lo detuvieron había reelegido una banca en el concejo deliberante de La Plata, integrando la lista que encabezó Julio Alak, actual intendente de la capital provincial.

Ahora Lacki considera que la maniobra –por la cual, según la Justicia se obtuvieron por lo menos 800 millones de pesos en dos años– “no hubiera podido llevarse a cabo, de la manera en que se hiciera, sin la absoluta cooperación (de los ahora imputados): anterior, con la firma de los contratos y la puesta en disposición de sus tarjetas de débito que permitieron consumar” la extracción de ese dinero.

Las indagatorias comenzarán este miércoles 10 de julio. Ese día deberán presentarse tres de los supuestos empleados legislativos que entregaban el cartón de plástico a Rigau para que cobrara el sueldo todos los meses: Diego Beron, María Amanda Albino y Mabel Susana Alvear.

Dos días después irán al despacho de la fiscal Mónica Patricia Caberta, Ernesto Fabián Crivaro y Brenda Gisele Caro. Con la reanudación de la actividad judicial luego de la feria de invierno, el 6 de agosto retomará el trámite con Flavia Antonella Di Rosa, Perla Adriana De Micheli y José Alberto Da Ponte. Dos días después será el turno de Ricardo Rubén González, Lucas Damián Lucero y Lilia Leonor Malmaceda.

Entre agosto y el 4 de septiembre desfilarán ante Lacki los otros dueños del instrumento bancario que operaba “Chocolate”: Ramiro Alberto Pascual, Silvia Marcela Pérez, Juan Martín Mendez, Patricio Pascual Prieto, Cecilia Raimondo, Carlos Alejandro Raverllat, Gerardo Roman Rigau, Alvaro Agra, Aldana Ayelén Rodríguez, María Eugenia Rodríguez, Rubén Mendivil, Maximiliano Rigau, Juan José Tocci, Juan Marcos Miguel Vallejos, Matías Federico, Oscar Antonio Vrcic, Agata Solange Plana, Ramón Raúl Silva, Antonio Javier Rodriguez y Enzo Mariano Plana.

Todos ellos aceptaron –según el criterio de Lacki- ser parte de esta operatoria que les permitía acceder a una eventual jubilación y a quedar inscriptos en la obra social de la provincia (IOMA), sin hacer una contraprestación laboral a cambio.

Quienes aceptaban formar parte de este esquema son, en general, allegados o conocidos de dirigentes y punteros de fracciones políticas diversas de la capital bonaerense. Algunos hacía años que estaban inscriptos en este mecanismo. Lacki sostuvo que” no puede sostenerse que fue la necesidad lo que impulsó su participación delictiva, porque no se trataba de obtener un trabajo que satisficiera sus necesidades básicas, se trataba de formar parte de una maniobra que les redundara prestaciones sociales y jubilatorias ‘sin esfuerzo’ a costa de la sociedad toda”.

Intervenían diversos eslabones y escalones de la conducción parlamentaria, sostiene la fiscal. “Del pormenorizado y cauteloso análisis de las maniobras delictivas llevadas a cabo por los mencionados, entre los que se encuentra, al menos un funcionario público, me permito afirmar que estamos ante un acto de corrupción de grandes dimensiones”, concluye la representante del ministerio Público.

Según explicaron a Clarín en Tribunales, la fiscalía intentará que alguno de los imputados aporte algún dato que permita “escalar” en la investigación hacia estamentos superiores del manejo de la Cámara.

Por ahora, Albini padre y Rigau son los únicos integrantes de ese organismo público con prisión preventiva. Igual que Facundo Albini –quien pertenecía al Consejo Deliberante platense cuando lo detuvieron, pero antes tuvo cargos en Diputados- tienen la situación procesal ratificada por la Cámara de Apelaciones. Están alojados en una alcaidía cerca de Melchor Romero, a 20 kilómetros de La Plata.

Hasta el momento, los tres se mantuvieron en silencio. Hace una semana, los Albini pidieron –a través de su nuevo abogado, Maximiliano Rusconi– declarar en la fiscalía pero de manera remota y con la presencia del juez de garantías Guillermo Atencio. Esas condiciones fueron rechazadas y entonces desistieron de utilizar ese instrumento (indagatoria) que –para los imputados- puede ser usado como elemento de defensa.

La Plata (Corresponsalía)

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