A un año del inicio del gobierno de Javier Milei, la política exterior marcha al son de la pelea política nacional en un proceso en el que se observa un desplazamiento de diplomáticos que tuvieron más destacados puestos con el PRO, incluyendo a los que años anteriores llevaban al frente lo que el gobierno llama ahora la “batalla cultural” , y un resurgimiento de referentes K en áreas clave de la Cancillería.
Así se observa en dependencias centrales del Ministerio de Relaciones Exteriores como en organismos internacionales en los que, incluso con apoyo del gobierno de Javier Milei, se fueron quedando ex embajadores y funcionarios de la era kirchnerista.
De hecho, el desembarco del embajador Luis María Kreckler como viceministro en el área económica del canciller Gerardo Werthein trajo consigo un mini-gabinete kirchnerista pese a que la nueva estructura de la cartera sigue en construcción. Y se aguardan algunos cambios con la futura estructura en la que trabajan: una cancillería más compacta, más chica, si se quiere, cierre de embajadas y consulados.
El primer caso es el del propio Kreckler, que es un profesional de carrera de los más experimentados que quedan y que logró quedarse en la Cancillería pese a estar jubilado con 70 años mediante una convocatoria del Ejecutivo de Milei que extendió su permanencia como cónsul general en San Pablo.
Kreckler sobrevivió de la mano del diputado Eduardo Valdés y del hoy secretario de Turismo, Daniel Scioli, que lo llevaron al consulado de San Pablo desde su desventura como embajador en China y ahora fue convocado a Buenos Aires por pedido de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, hermana del Presidente, en medio de la crisis desatada por el despido de Diana Mondino. La mujer más poderosa del gobierno quedó encantada con él cuando viajó a San Pablo junto al ministro de Economía, Luis Caputo, y donde Kreckler logró que el gobernador Tarcisio de Freitas la condecorara.
El diplomático, que siempre se llevó mejor con los gobiernos peronistas y kirchneristas que con el gobierno de Mauricio Macri porque lo trasladaron como embajador de Alemania a Suiza, volvió a Buenos Aires como Secretario de Comercio Internacional temporal y a condición de que le mantuvieran su salario en dólares como cónsul en San Pablo.
Así, Kreckler pasó a ayudar sorpresivamente al canciller Werthein en la dura faena de rearmar una cancillería en llamas desde el despido de Diana Mondino, que dejó al presidente Milei fijado en la idea de que los diplomáticos son «casta» a destruir.
Pero Kreckler, que viene de la más profunda casta de la diplomática, sorprendió con el nombramiento como su jefe de Gabinete de Carlos Cherniak, embajador de carrera también enojado con el PRO en su momento porque no le concedieron la embajada ante Israel, pero se ganó la confianza de la ex primera dama Fabiola Yáñez, durante la gestión de Alberto Fernández y lo nombraron al frente de la representación argentina ante la FAO. Allí acompañó a Yañez en sus encuentros con el Papa Francisco, y otras actividades sociales.
Kreckler también cuenta en su gabinete con otra diplomática identificada con el kirchnerismo. Se trata de Ana Tito, quien aportaría al equipo de comercio su experiencia en los grupos feministas de la Cancillería y más ligados a los derechos humanos y al progresismo, en un giro que viene dando el Gobierno en ciertos temas sin que sea tan visible y pueda enojar al Presidente.
Los únicos leales a Kreckler que no provienen del kirchnerismo son Alejandro Alonso, frustrada su nominación como embajador en España, y el ex embajador Marcelo Lucco, de la línea PRO, que aspira al consulado en Barcelona. Ambos son hoy como lugartenientes de Kreckler.
Lo paradójico e irónico de la nueva gestión libertaria en Cancillería es que los diplomáticos del PRO, que hicieron una resistencia contra el kirchnerismo e implementaron una política exterior pro-occidental durante los gobiernos de Macri y en los inicios de Milei y combatieron el eje bolivariano, son ahora acusados de comunistas, feministas y globalistas y puestos en la lista negra.
Otros diplomáticos de carrera en Washington, en la ONU, y en Nueva York, que tuvieron cargos importantes durante las gestiones K, ahora también los tienen con la administración de Milei.
El canciller Werthein debe resolver temas relevantes que su gestión heredó de su antecesora Mondino. Entre esos desafíos que le quedaron está la apertura de un controvertido sumario ideológico contra al menos diez diplomáticos -entre ellos Eduardo Bustamante, el vicecanciller que quedó de la gestión Mondino- por el voto positivo en favor de que se levantara el embargo a Cuba.
Por otra parte, aunque el Gobierno insiste mucho con la reducción del Estado, en el caso de la Cancillería, quieren eliminar excesos cuando ya de por sí es un ministerio pequeño y con uno de los presupuestos más bajo del gabinete. No dejó de llamar la atención que se crearan dos Subsecretarías cuyas funciones se desconocen: la Subsecretaría de Culto y Civilización, a cargo de Agustín Caulo; y la Subsecretaría de Asuntos Internacionales en Derechos Humanos y Civilización, a cargo de Martín Montes. Ambos están bajo el secretario de Civilización y Culto, Nahuel Sotelo, que tuvo un enorme poder de supervisión durante la gestión de Mondino pero que al llegar Werthein bajó el perfil.
Y también queda pendiente la demanda de los diplomáticos por el cobro del impuesto a las Ganancias que se les impuso cuando cumplen misión en el exterior, aunque lograron una medida cautelar de la Justicia que detuvo ese pago. También deberán rever la molestia de algunos diplomáticos con la falta de pagos de los retroactivos en los sueldos de quienes fueron ascendidos y no lo cobraron y algunas violaciones que se hicieron a la ley del servicio exterior.
Los K en organismos internacionales
Otro caso muy llamativo es la cantidad de ex funcionarios kirchneristas que, hábilmente, lograron establecerse en organismos internacionales donde cobran altos sueldos en dólares.
Cecilia Nahón es una de ellas. Fue representante argentina en el Banco Mundial con Alberto Fernández y embajadora argentina en Estados Unidos de Cristina Kirchner. Se fue quedando en distintos organismos, nunca volvió y hoy es consultora senior en el BID.
Diplomático de carrera, Adrián Nador, trabajó en la embajada argentina en Washington bajo las ordenes de Jorge Argüello y hoy es el segundo del ex jefe de asesores de Massa, Leonardo Madcur, ante el FMI.
Marcelo Barg reemplazó a Guillermo Francos en el BID -donde el actual jefe de Gabinete estuvo bajo la gestión de Alberto- .y en la actualidad se desempeña como consultor ante el Banco Mundial.
Nicolás Raigorodsky, quien era segundo de Barg en el BID, también consiguió una consultoría en el Banco Mundial.